Ha dimitido Josep A. Duran i Lleida, un estilo político. Ideas moderadas y argumentos sin estridencias. Un comunicador que enviaba el mensaje hacia el raciocinio antes que a la emoción. Un método de hacer política en desuso, según parece. La política tiene mucho de espectáculo y el espectáculo, quizás, de cocina. Si se va la mano con las especias sabrá igual el camello que el rodaballo. Si los gritos impiden el pensamiento, las decisiones se adoptarán según el número de decibelios alcanzados en su defensa. En flamenco llano, la palabra es plata pero el silencio es oro. La política que basa su programa en la emoción menosprecia al pueblo. Pocas cosas nuevas bajo el sol. Ya lo hizo el superventas Lope de Vega, “puesto que paga el vulgo es justo hablarle en necio para darle gusto”. La emoción es necia por más que pueda parecer brillante y divertida. Que cada quién piense las veces en que le han roto su corazoncito emocionado. La razón es sosa, exige la reflexión solitaria bajo el flexo, folios, informes y muchas horas de gimnasia de culo, esa tan aburrida que ejercita tal parte del cuerpo para que permanezca sentada durante el tiempo que la sensatez necesite para contrastar datos y llegar a conclusiones. Un politico silencioso, al ya raro estilo Duran i Lleida, no implica que esté callado. Recuerdo a Felipe González (ahora en proceso de lapidación por demagogos varios) durante los debates previos a su primer triunfo electoral. Aquel que, en efecto, cambió España. Explicaba. Se enfrentaba a una reconversión industrial ineludible, con un desempleo crónico en la cartera y con unas infraestructuras inexistentes. Pero explicaba. El programa se pudo cumplir sólo en parte. Quedaron sembradas las bases para posteriores despegues económicos. Décadas más tarde nos encontramos con el pensamiento cifrado en eslóganes. En el top diez de esa miseria mental, ahí quedan las frases del presidente de la imaginaria República Catalana con su vocabulario de guerra casi tuiteado.
Un gran problema para España ha sido el desmoronamiento del PSOE, equilibrio en los muchos escenarios que conforman nuestra política. Su posición actual no es fácil. Ha quedado entre una presunta izquierda de espectáculo, eslóganes, populismo y con un programa económico aún por desvelar, y entre una zona derecha del hemiciclo lastrada por un PP que, austeridad aparte, abrió de golpe todos los frentes de batalla en economía, política social, educativa, territorial, incluso moral, con tanques y bombarderos como Wert y Gallardón. La mano ahora tendida de Rajoy parece la de Freddy Krueger o Mariano Manostijeras. Con un poco de sentido de Estado, tan ausente en muchos políticos como el sentido común, y con un líder indiscutible en el PSOE, no habría obstáculos para firmar algún tipo de pacto como aquellos de la Moncloa o, incluso, el abrazo de Vergara. Desde una posición digamos gobernante, aunque no perteneceira al gobierno, el PSOE junto con Ciudadanos podrían dar un sesgo de estabilidad no sólo a la preocupante marcha económica, sino a una ley de educación o a reformas duraderas en los códigos legales. Si uno hace cuentas, el voto español ha sido moderado mucho más allá de la mayoría absoluta. Sin embargo, como en aquella copla perdedora de Eurovisión, hay que preguntarse quién maneja el timón del PSOE que a la deriva lo lleva. Pedro Sánchez no es nadie aún en política. No se ha fogueado en réplicas parlamentarias, no ha desempeñado responsabilidades de gobierno. Ahí radica su problema y, ya digo, que el de toda España que se puede quedar sin una necesaria visión moderada de izquierda para el Estado. Será más fácil modificar los excesos contrarreformistas de los Populares en actitud de pacto, que las premisas de indeterminación más o menos comunista, naïf y jipilonga de Podemos. Los nacionalistas barrerán para casa por más cortesía parlamentaria que se tenga con ellos. Odian España. Si Pedro Sánchez silencia la emoción y antepone la razón, de Estado, podríamos aplaudir un abrazo de Vergara entre tres, cuatro, e incluso cinco. Pero antes, tendrá que agarrar el timón de la nave. Hasta ahora parece un aterriza como puedas.