Solidaridad social

1 Dic

Un grupo de gamberros está realizando destrozos en Villanueva de la Concepción, “El pueblecillo” como lo conocemos los antequeranos de modo cariñoso. Villanueva se desarrolló como pedanía antequerana durante la mayor parte de su existencia hasta que las circunstancias ecnonómico-sociales aconsejaron un divorcio de mutuo acuerdo. El pueblecillo suponía un gasto importante para las arcas antequeranas, mientras que su independencia permitiría a sus vecinos una libre disposición de suelo que dibujaba un horizonte con tintes dorados. Guste o no, este es uno de los modelos organizativos del territorio español, un Estado porque todos los ciudadanos colaboramos de forma solidaria, y dentro de nuestras posibilidades, en el bienestar común, esto es, en la busca de un equilibrio en los servicios que reciben unos y otros miembros de esta sociedad. Villanueva tiene un censo de unos 3500 habitantes y un poeta. Uno de los grandes de estos tiempos, Joaquín Ríos, quien merced a esas desigualdades autonómicas tan abruptas que fustigan la Península, tuvo que desarrollar parte de sus labores como profesor y como escritor en Cataluña donde confluyó en los años 90 con otros andaluces, como el también grande, Alfonso Sánchez, ambos partícipes de uno de los más fructíferos grupos de poesía española y catalana contemporáneos. Hoy, unos gamberros son capaces de fastidiar un pueblo dada la poca capacidad de un ayuntamiento de esas dimensiones de incrementar su gasto en seguridad. Si a su censo le restamos las señoras y señores de una edad en la que no pueden irse a hacer el vándalo por esas pocas esquinas, si le restamos niños en edad infantil, mocitas en edad de merecer, y si les restamos otros impedimentos varios, nos salen de inmediato y sin ningún merito detectivesco, los nombres de quienes quizás por aburrimiento, quizás por idiotez cultivada o adquirida, están dañando la imagen de limpieza de su pueblo.

Yo no creo que los ambientes rurales sean propicios para el ser humano, al menos entre sus 10 y los 50 años. Criarse y envejecer en el campo está bien siempre que haya un hospital a mano. Sentir que más allá de esos surcos y olivos existe una vida de neones y vanguardias se soporta mal cuando esos te llaman como las sirenas de Ulises. El caso es que el gran poeta nacido en Villanueva se marchó hacia Cataluña por mor de la pobreza que atenazaba Andalucía, donde no se construían institutos ni escuelas y donde la necesidad parecía el estado natural del hombre, sobre todo, del hombre rural andaluz. Hoy una buena parte de los catalanes se han cansado de la solidaridad interterritorial y consideran que la borsa sona millor cuan es gasta sola. Compartir con pobres siempre es desagradable. Esa es la base del nacionalismo y del provincianismo, incluido el de la provincia de Madrid, y del municipalismo, según se ve. Una falta de política territorial solidaria y efectiva provoca esas desigualdades. De hecho, con el código en la mano, en un punto de España se está produciendo un delito y no está siendo perseguido. Si continuamos el razonamiento, cuando un funcionario conoce un delito tiene que denunciar, y cuando se comete un acto injusto a sabiendas se cae de boca en la prevaricación. Ergo, nuestras autoridades provinciales, autonómicas y estatales podrían estar incurriendo en esta figura jurídica por no enviar las necesarias fuerzas de orden o medios de vigilancia para poner a los descerebrados autores de esos desmanes frente al o la juez. No recuerdo el nombre de aquel alcalde neoyorkino, creo que fue Giuliani, que incrementó la seguridad de aquella metrópoli porque persiguió con todo despliegue de medios el más mínimo grafitti, actitud que iluminaba sus intenciones de no permitir que allí mandara nadie sino la ley. La sociedad española se ha estructurado estilo queso suizo con boquetes tan enormes entre unos y otros ciudadanos que el Estado no puede garantizar que un delito se persiga, ni que un poeta pueda permanecer en su tierra, ni que se reconozca a España como esa interacción ente ciudadanos de un espacio cultural, sentimental y solidario común.

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