Noticia chusca con la que desayunamos el viernes anterior. Una chica acudió al médico en Torremolinos con su novia. Cuando el galeno se enteró de la relación que mantenían, les señaló que esa juntera era contranatural, y les ofreció el infalible remedio de hacer senderismo con unos machotes amigos del facultativo que no se acuestan entre ellos y, si uno se fija en las luces del médico, sospecho que con nadie. Durante siglos se ha quemado a personas porque averiguaban que el Sol giraba alrededor de la Tierra, que nuestro planeta era redondo, o que la sangre tenía una doble circulación. Consideraciones contra natura. La natura y sus límites quedaba descrita en los textos sagrados. Darwin se libró de la hoguera porque nació en Reino Unido; aquí lo mismo se hubiera convertido en el último ilustre quemado por una Inquisición reavivada sólo para que prendiera ese fuego. La humanidad ha sufrido más a causa de los intérpretes de los mensajes divinos que por las epidemias. Siempre hubo un soberbio que se consideró a sí mismo el vocero de dios, lo que, como si llevara una estrellita de sheriff angelical en el pecho, autoriza a matar, despreciar y dañar al prójimo que no disfruta de ese privilegio. Cierto que la Biblia expresa en el Nuevo Testamento por mano de San Pablo que la comunidad cristiana rechace a quienes se acuestan con varones. Si nos ponemos estrictamente integristas textuales, no condena a las mujeres que se enamoran o divierten entre sí, entre otras cosas, porque la mujer siempre se encuentra en un segundo plano salvo para ser esclavizada. Si dios hubiera querido un mundo sin mujeres no las habría creado y los machos nos habríamos reproducido como los champiñones. Un aburrimiento. Estos ultra-carismáticos dejan a dios por tonto. Olvidan dos de los mandatos fundamentales de Cristo, el de no juzgar porque con el juicio con el que uno juzgue será juzgado, junto con el de amarse los unos a los otros. Si regresamos a los textos de San Pablo, nos explica que el amor no juzga sino respeta y tolera, lo que implica la plena aceptación del otro sin llevarlo de excursión a ver si por el camino verde que va hacia la ermita, cruza de acera y regresa a una natura, versión Disney.
Si nos ponemos en términos sociales, la caspa sexual de este médico refleja una actitud enraizada en ciertos estratos de la sociedad española que aún no han digerido un estado laico y, por tanto, unas instituciones laicas y, por tanto, un comportamiento aséptico por parte de los trabajadores del Estado que no deben actuar sino como servidores aconfesionales del pueblo español que les da de comer. Las opiniones se vierten en los espacios reservados de los medios de comunicación no en el puesto de trabajo vestido con la bata, el uniforme, o con la tiza en la mano. Con el actual gobierno del PP están cogiendo vuelo estas posturas que pretenden inmiscuir la moral privada católica en el armazón de la moral pública, con la bendición eclesial. Así, el ministro de justicia está inclinando la balanza, que se supone equilibrada, mediante el peso de las sotanas. Un tufo a incienso atosiga el corpus legislativo sobre el aborto que no es sino un clavo más que se pone al paso de la inmensa mayoría de la sociedad española que sólo quiere desarrollar su devenir histórico, presente y futuro, sin crucifijos sobre las mesas oficiales ni en sus códigos jurídicos. En estas ventoleras contrarreformistas podemos encuadrar un discurso infantiloide como el del sanitario de Torremolinos, las declaraciones de los altos cargos católicos que equiparan homosexualidad y enfermedad, o la traición al Estado que supone la imposición de una ley de condena a la mujer, basada en las catequesis a las que acude el ministro Gallardón. Ir contra natura es atentar contra la libertad del humano que nació libre, ir contra natura es faltar al respeto debido al otro cuando uno se considera en un podio intelectual o espiritual superior, actitudes que se curan con un paseo por el desierto y sin agua. Usan la cruz como espada y el nombre de dios como látigo.
Ya cumplidos los cincuenta, creí superadas batallas que dieron como resultado una situación de bienestar y sobre todo de derechos y libertades como pertenecientes a otras épocas… pero no diariamente, y algunos días varias veces, me encuentro con un paso atrás de los mismos.
La nueva corriente de atraso y estrechez de miras que nos está invadiendo, en ocasiones inducida, y siempre vitoreada por los que portan sotanas, hace que me invada la preocupación y el miedo, porque ahora sólo insultan nuestra inteligencia y nuestra libertad, pero temo que si lo permitimos, acaben por convertirnos en esclavos de su propia intolerancia.