Los directores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) alertan de que ya no disponen de fondos para mantener abiertos sus Centros. Una consecuencia más de la crisis que ha obligado a ahorros en todas las áreas de la administración. Pero hay recortes y recortes. Oí una vez a un judío que explicaba que nosotros nos hipotecamos para conseguir una vivienda, mientras ellos lo hacen para abrir un negocio. Magnífica visión de futuro que en nuestras tierras aún no ha calado con suficiente profundidad. Los Centros del CSIC son hoy casi el único punto de investigación potente con el que cuenta la sociedad española. Las universidades conectan sus líneas de trabajo con estos Centros y la industria privada aún no invierte en investigación y desarrollo lo suficiente. Unamuno dijo en un arrebato que inventaran los europeos; los españoles teníamos que ser el reducto místico de occidente. Bueno, es una alternativa, pero como místico se pasa mucha hambre y uno se aburre bastante reflexionando toda una vida sobre la existencia de dios y esas cosas. Una alternativa, ya digo, que se hubiera eclipsado para el mismo Unamuno si en aquellos años veinte del siglo pasado en que enunció la frasecita en su España de anisados, toros y tristeza, hubiera visitado la futurista Nueva York con sus avenidas iluminadas, Londres, Berlín o París con sus cabarés y todo su esplendor cultural. Cuatro puntos del planeta que se caracterizan por aportar a la humanidad diversión, luz y científicos que solucionan problemas médicos o tecnológicos que acogen incluso la mística porque el humanismo preside sus pasos, esto es, el interés por el bienestar humano y del planeta. Aquellos conceptos de Unamuno, junto con la pobreza de la posguerra y el franquismo lograron un atraso para España que se traduce hoy en día en miles de millones de euros que se pagan en patentes hacia el extranjero cuando uno compra una lavadora, aunque la fabriquen ahí al lado, o se lleva a casa un zumo envasado en tetrabrik, objeto que por cierto la RAE no consume porque no se halla en ninguno de sus diccionarios a pesar de todo el buen rollito populista que ha desplegado en los últimos tiempos.
Todas las investigaciones son importantes sean del ámbito de las letras o de las ciencias, incluso las que la RAE no realiza. Tan deplorables son las invasiones culturales como las tecnológicas. La felicidad de un país se basa en la calidad de vida de sus investigadores junto con el rendimiento que la industria y el capital privados sepan obtener de los resultados de esos estudios. Un investigador de uno de los Centros que el CSIC tiene en Málaga me contó que estudiaba la piel del tomate; a partir de sus explicaciones comprendí que la competencia de los huertos malagueños frente a los del resto del mundo se basa en lograr una variedad que rechace los hongos sobre su cáscara y que sea resistente al transporte. En Europa competimos con nuestros productos hortícolas gracias a la protección y aranceles impuestos a la entrada de los extra-comunitarios. Hay que pelear mediante calidad o esto se acaba de un día para otro. Imaginemos un virus o un hongo mutante que exterminara las cosechas de tomate malagueñas. Como ya ocurrió en el siglo XIX con la filoxera, supondría la quiebra de empresas y agricultores que no podrían rehacer su actividad porque ahora los bancos no tienen dinero para prestar, ni el Estado para subvencionar. Igual que ya sucedió, un capricho de la naturaleza significaría una ruina colectiva y profunda. Los laboratorios y su personal no se articulan de un día para otro, necesitan años de tránsito por caminos que conducen incluso a callejones sin salida. Muchas investigaciones fallidas iluminan el sendero correcto. El pasado da la lección para el futuro. Los cierres de los Centros del CSIC por falta de presupuesto equivale a cargar un revólver y ponerlo contra la frente de la sociedad española. Si hay mala suerte pues eso, mala suerte hubo. La buena fortuna se representaba calva y sobre una bola al capricho del terreno, para pillarla hay que diseñar un buen sistema de imanes y de eso se encarga el CSIC, si lo dejan.