Estaba en casa de unos amigos y sus hijos, a quienes he visto nacer, y hoy ya van a la universidad me hablaron sobre su generación a la que apodan “generación perdida”, incluso me enseñaron un video que circula por YouTube, un himno a la desesperanza. Si con veinte años la existencia se contempla así, esto se les va a hacer eterno. Quiero a estos chicos como si fueran mi familia. No me gustó comprobar en ellos tal desánimo. Dos jóvenes inteligentes, magníficos deportistas de nivel nacional, universitarios y educados por sus padres en valores humanos como para enfrentarse con dignidad a esta sucesión de satisfacciones, deseos y lágrimas que llamamos vida. Discutí para hacerles ver la paradoja de que un mensaje anti-sistema se articulase sobre técnicas publicitarias. El autor buscaba provocar un efecto que no hubiera conseguido mediante el estricto razonamiento y la argumentación ordenada. Quizás, y sobre eso quería que reflexionaran, porque esos lamentos tracen un camino erróneo. De los psicólogos aprendí que tus sentimientos dependen de tus pensamientos. Los sentimientos son incontrolables pero las ideas no. No se trata de engañarse a sí mismo sino de evitar una visión distorsionada de la realidad, esto es, hay que lograr una mirada lo más objetiva posible sobre todo lo que nos rodea. El humano es el único primate que tiene conciencia de la muerte. Si permitiéramos que esa idea de que nos iremos sin saber cuándo se apoderase de nuestras vidas, nos sucedería como a aquel personaje niño de Woody Allen en “Annie Hall” que dejó de estudiar porque se enteró de que el Universo se expande y, claro, esto se va a ir a hacer puñetas algún día. La curiosidad por saber qué hay más allá es lo que movió a muchos de nuestros ancestros y antepasados. Seguro que junto con la necesidad de sobrevivir, pero también, segurísimo, los impulsó la ilusión. La fortuna ayuda a los audaces y a quienes la buscan y no refiero a que favorece al que se juegue el dinero en un casino, método más que efectivo si uno quiere verse pidiendo monedas en la puerta de la Catedral.
Una crisis como la que estamos padeciendo emponzoña todo, filtra el desencanto a través de cada grieta anímica y ese es uno de sus virus más perniciosos. El ciudadano se queda en paro y además sin fuerzas para lanzarse a pelear un nuevo asalto. Los medios, a la vez que transmiten una serie de hechos, tienen como defecto que cierran el foco, de modo involuntario y casi inevitable, sobre un número muy reducido de sucesos y, en ocasiones, se convierten en informaciones obsesivas. La historia de España siempre ha sido penosa. Las generaciones que tuvieron trabajo no tenían dinero más que para subsistir. Quienes han tenido dinero no tienen trabajo. Una sociedad mal estructurada que además ha sufrido gobernantes de una talla intelectual muy deficiente. El sábado anterior, Rodríguez Zapatero declaró que España estaría mejor si hubiese ahorrado más. Por lo visto ha olvidado que a él correspondió cursar esa orden hace años. La situación objetiva es muy compleja pero la España de hoy exporta instrumentos de última tecnología, ha generado multinacionales en diferentes sectores, se ha convertido en la huerta informatizada de Europa y un buen número de nuestros actuales emigrantes son llamados para empresas de ingeniería porque la formación de nuestros jóvenes, por más que mejorable, es buena. Carreteras que permiten transportes rápidos, puertos y aeropuertos de primera y todos esos avances que se han realizado en las últimas tres décadas y que nos distinguen de aquel país en inamovibles vías de desarrollo. La actitud punky ante la vida del “No future” puede quedar graciosa en la letra de una canción. El fracaso asumido antes de que se produzca. Vienen años muy difíciles que exigirán intuiciones nuevas de negocio junto con unas mayores capacidades para abordar iniciativas. No me cabe duda de que las nuevas generaciones están más que cualificadas para abordar estos retos. Así que a ponerse los guantes y a saltar al cuadrilátero, que ningún tiempo pasado fue mejor.
Tengo que darte toda la razón, pero también he de decirte que somos nosotros los que imprimimos ese desánimo en los jóvenes. Y por su puesto los medios, incluso alguna de tus opiniones de los martes. Es inevitable.
No creo que en el No Future de los punks hubiera más esperanza; lo que sí había era mayor espíritu de lucha y de contestación. Desde luego, ellos no se daban pena a sí mismos…
Además de afirmar (ante mí mismo) que manejas la mejor prosa del momento, me siento orgulloso de que seas mi amigo -y tú sabes que un amigo ha de ser el mayor y más cruel Fiscal con “la obra” de su amigo-. Disfruto y me emocionas. Eso sí, físicamente no me gustas. Lo siento.
Como bien me conoces sabes que me frustra mucho el no haber tener estudios superiores pero admito que este sentimiento es más bien provocado por la presión o comentarios de personas que por mi realidad…me considero luchadora, con inquietudes y muy válida para hacer muchas más cosas que incluso cualquier hijo de vecino con un título enmarcado y creo que lo importante es la lucha, la constancia y ser realistas con la situación no para tirar la toalla sino para sostenerla con más fuerza.