Charlaba el otro día con mi amiga Isa sobre el final de las ideologías. Isabel considera que vivimos una época desideologizada. A la vista de este largo fin de semana tengo que contestarle desde estas líneas que según para qué. Seguro que algún espiritualista ha buscado en las cuartetas de Nostradamus, por ejemplo, si no en la Clavícula de Salomón, una conjunción de sucesos como la acontecida. Una boda real, la beatificación de un Papa católico, la llegada del 1 de mayo con el día de la madre y luego, para mayor pasmo de incrédulos, la asombrosa sucesión del 2 de igual mes con todo lo que ello significa. Invitados habrá a la boda que no tuvieran tiempo ni para cambiarse de ropa interior de acto en acto protocolario. No han desaparecido las ideologías. Por lo pronto, el ñoñerío imperante, un método para soportar la existencia como cualquier otro, continúa en boga y durante este finde ha tenido sus ratitos de gloria. Hemos vuelto a oír eso de que era la boda del siglo y lo guapa y limpia que iba la novia, mérito que se considera aún mayor teniendo en cuenta su condición plebeya, del pueblo como la Belén Esteban. Este detalle sin duda ha contribuido a que se expanda aún más el almíbar azucarado y rosa de los reportajes entre las gentes humildes ahora autorizadas a pensar que cualquier príncipe puede detener su moto en la gasolinera y quedarse prendado de la chica que le llena el depósito, muchas de ellas guapísimas y lo escribo con toda sinceridad, pero lejanas al trono si no es en película de Hollywood, con música ñoña, con personajes ñoños, con vestuario ñoño y cartelería promocional ñoña. Una ideología que continúa vigente. Sospecho que, aparte del pequeño detalle de la ausencia de escudo de armas en la familia de Kate, su cartilla de ahorros se encuentra en un estado tal, que dará gloria verla; y aunque esta alusión al cielo, por más que se trate del cielo de las finanzas, del cielo de lo material, podría servirme de trampolín para referirme a la beatificación, paso de puntillas (vaya errata había escrito aquí sin -n-) sobre ello porque aún existen las ideologías y no quiero que el director de este periódico, a quien tanto aprecio, reciba cartas amenazadoras por mi culpa. Cuando sale la vena integrista de cualquier religión pronto se olvida lo de la piedad y el perdón. Se conservan pues las ideologías, sobre todo, las que tienen que ver con las piedras, los palos y el fuego.
El asunto monetario que casi nunca rima con proletario más que durante los embargos, me conduce por salto de acontecimiento hacia la contradictoria fiesta del trabajo que este año se conmemora, no se celebrá, con casi cinco millones de parados. Un fin de semana mistérico este como ya he dicho; el día del paro coincide con el primer domingo de mayo, día de las madres (desde aquí le doy un beso a la mía) que, sin que nadie lo diga, están soportando con seguridad cientos de miles de situaciones complicadas de sus hijos. La madre de Kate ya ha colocado a una de las niñas, pero la cobertura social de esos millones de parados recae en estos tiempos sobre los pucheros y monederos siempre atentos de las madres. Otra de las ideologías, como visiones del mundo, que por fortuna no cambian. Los sindicatos, los buenos de la película en los conflictos sociales, se han lanzado a manifestaciones contra la reforma laboral y contra el desempleo; si no se va Gadafi con lo malo que es y la que le están dando, el desempleo no va a huir ante los carteles como pájaros por el sacudir de un trapo. Otra de las ideologías inmutables. El empleo no lo crean los sindicatos ni un Estado que mientras más se endeude más tiene que apretar la soga de los impuestos al cuello de los trabajadores, lo que impide que el dinero fluya hacia el gasto e inversiones. Los sindicatos, sobre todo los llamados de clase, siguen siendo lo que son, esto es un grupo de socios que defiende unos intereses muy concretos, que presiona donde puede, en las cuentas públicas de administraciones locales o provinciales, pero que por hábito histórico porta la aureola de santidad en la cabeza, lo que sí casa muy bien con un sábado de beatificación previo a las manifestaciones del domingo. Otro enfoque de la vida que no cambia. Sólo por tanto, el 2 de mayo ha quedado como muestra de un cambio innegable y ya ni matamos franceses, ni ellos nos fusilan al menos mientras no volvamos a ser míseros emigrantes. Algo es algo en estos leves avances de la humanidad.
Enfocando la actualidad ( si es que se le puede llamar actualidad a este teatro televisivo al que llamamos «información») con humor como siempre…porque no queda otra que afrontarla así…ahora nos tenemos que creer que han matado a Bin Laden…me reservo mi opinión mejor porque ya es para partirse como descaradamente nos toman el pelo. Enhorabuena Jose Luis como siempre me gusta mucho lo que escribes. Un beso