Hierve la opinión pública con la idea de que la catedral sea concluida, al tiempo que vecinos de diferentes zonas del centro de Málaga y su periferia, más allá de calle Larios, protestan por el abandono de solares convertidos en focos de podredumbre. Alfonso X el Sabio pasó a la Historia como un monarca tan preocupado por los asuntos de los arcanos que desgobernó los afanes de sus súbditos. Cuando uno pasea esquinas por el Cervantes ocultas, el corazón de la Trinidad, flancos de Armengual de la Mota, aledaños de Carretería, o entornos de calle Parras, la mística se convierte en pésima compañera. Si el paseante no atiende a este mundo malacitano, corre el peligro certero de dislocarse el tobillo por el pavimento, ser abducido por ratas mutantes criadas entre estercoleros, o patinar sobre excrecencias caninas, entre otras muchas actividades. Pero ahí discurrimos en Málaga, entre el azul del mar y el del limbo, entre esa nada indefinida que ni la dibuja como gran capital, ni la proyecta como urbe agradable más que en fotos de rincones, siempre con encuadres estrechos y planos cortos. La catedral manquita de Málaga erige un monumento coherente con nuestra actual fisonomía. Puede servir de excusa beata para cualquier viajero sorprendido ante este desidia inexplicable con el mismo centro urbano tras una década de fervor constructivo. Aquí no se acaba nada hasta que la catedral no se culmine. Entonces se revelaría lógico tanto tiempo perdido para que floreciera el enclave deseable que con su limpieza y buen aspecto rodeara tal templo finiquitado. Quizás a causa de esta devoción por las alturas antes que por el asfalto Aleixandre, con ironía entre hemistiquios, llamó a esta ciudad la del paraíso y Emilio Prados se convirtió en cazador de nubes.
Arrebatado por revelaciones ultraterrenas, uno se cuestiona cuando entre callejas destartaladas del Centro anda ¿Do los impuestos por Gerencia capturados? ¿Do los lustros con dinerales? ¿Do las doctrinas liberales? ¿Do los dueños de estos locales abandonados? Otra época de actividad monetaria que ante los ojos pasa y que no ha cuajado a nuestra Málaga, eterna adolescente desgarbada y plena de espinillas. Pretendemos un enclave turístico, pero sólo en el recorrido del autobús que pasee y pronto huya hacia Córdoba, Sevilla, Antequera o Ronda donde el foráneo disfrute entornos si no monumentales, que también, pulcros en todos sus recovecos. La mayoría de nuestros concejales revela un absoluto desconocimiento de lo que pasa en la calle, así en verbo simple; cuando además confluyen diversas responsabilidades como sucede en las zonas del centro, la ignorancia se transmuta en carcoma para los intereses colectivos de una Málaga que al cabo depende de su imagen. Abducidos por barruntos místicos los ediles ahora miran hacia los cielos, olvidados de las aceras que no pisan y de los barrios que ya ni desde el coche contemplan. La catedral aguardará ahí en esas alturas.
Una catedral, cien solares
24
Nov
ES USTED UNA FASCISTA
muy certero, es una pena que málaga este en estas condiciones tercermundistas y que los malagueños se hayan acostubrado a ellas.Podria ser una ciudad estupenda para vivir si ese fuera un objeivo politico y la sociedad civil existiese. Da miedo la exclusión social que hay en esta ciudad, no propia del sueño europeo.La educación es un desatre, las politicas sociales inexistentes y las élites ineficaces, corruptas y antidemocráticas. Que podemos esperar con este panorama? personalmente solo espero que la crisis sea lo suficientemente cruenta, que lo será, para que haga saltar por los aires a todos estos impresentables( junta, ayuntamiento y oposición, los meto a todos en el mismo saco)y que dejen paso a otra generación cuyas miras sean lo común y la meritocracia, que ya es hora.
¿?
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