Terminó la fiesta en Málaga capital -que no en la provincia- y el verano psicológico se derrumba como el castillo de arena al vaivén de las calores. Runrunea ya septiembre con su carga de exámenes y proyectos personales para un nuevo curso. Entre el final de las sirenas de tiovivos y otras centrifugadoras para las emociones luminiscentes, dos titulares sobre la adolescencia ayer se deslizaron entre las páginas de La Opinión. Según los informes de la Fiscalía de Menores, en Málaga aumentan los casos de absentismo escolar y de violencia hacia la familia, actitudes ambas que suelen caminar ligadas, aunque como de actos humanos se tratan, el abanico de posibilidades despliega una multitud de varillas.
Caín, recordemos, se portaba como un trabajador ejemplar que finalizó a golpes los celos hacia su hermano. La fiscalía propone que sean multados los padres cuya actitud negligente influya en el comportamiento anómalo del menor. Y aquí hallamos de nuevo un mosaico de actitudes tan variado como progenitores estudiemos. Los niños llegan con un pan bajo el brazo, pero no con un manual de instrucciones. Hermanos excelentes se crían en iguales condiciones que aquellos maltratadores a quienes no importa el sufrimiento materno, paterno o fraternal. Existe quien trae hijos al mundo para que los críen las instituciones del Estado, y quien sacrifica todo por su prole pero los vástagos le salieron torcidos. Los equilibrios son complejos en nuestra sociedad compleja. Hemos disfrutado un desarrollo económico rápido pero desacompasado en excesivos aspectos que afectan a las relaciones familiares y, por tanto, al fracaso escolar que va enraizado con familia y sociedad aunque este círculo muchos no lo vean o no quieran verlo.
La sociedad española tiene que detenerse y reflexionar sobre la familia, escuela y modelo social que pretende. Todos estos aspectos se han convertido en armas arrojadizas por parte de ideólogos y políticos; los debates, por ejemplo, sobre la ley del menor se entablan a golpe de sucesos luctuosos, lo que no contribuye a la serenidad y a la sensatez en los argumentos. Los anuncios de medidas se contemplan como venero de votos. Al margen de otros factores, las relaciones familiares se han complicado por los horarios de trabajo. España es diferente hasta en esto. Los padres salen de casa temprano y regresan tarde como cazadores primitivos; este hecho que exige un pacto entre partidos, gobiernos, patronales y sindicatos no se aborda. Tampoco los horarios de programaciones de televisión, o los calendarios festivos, con ferias que detienen los cursos escolares, o tal vez se celebren demasiado cerca de exámenes, como la de Málaga. Los menores no se crían solos, pero muchos padres sienten la soledad ante actos filiales que los hunden y las multas, en casos necesarias, no los reconducirán.
Absentismo y violencia
25
Ago
Hoyga deberia usted respetar a los adolescentes porque SON las personas mallores del futuro, a usted no le gustaria que la inzultaran como a ellos