Yo no me encontraba allí pero estoy casi seguro de lo que el diablo, en forma de serpiente, dijo a Eva para que convenciera a Adán y ambos comiesen del fruto del árbol de la ciencia, y así pecasen. En este episodio bíblico confluyen varios elementos simbólicos que debemos analizar. En primer lugar, Dios se comporta lo mismo que el portero de un after, y los larga del Edén (nombre de antro) con gritos incongruentes sobre lo que les espera y el calcañar de Eva (¿?) y que si Adán estaba sudoroso y era un vago y no iban con ropa adecuada y tal. Por si fuera poco, encarga a un ángel que no entren de nuevo; al margen de la iconografía habitual, yo lo imagino con gafas de sol, cuero negro y Harley, armado de una espada flamígera, o sea, un soplete. Toda esta parafernalia por una manzana indica que Dios sufría una cierta pérdida de contacto con la realidad, definida como esquizofrenia, o un abuso de los psicotrópicos que, como todo el mundo sabe, los pasaban los ángeles como el arriba descrito y que, parece, tenían en Dios un mercado floreciente en ausencia de otras criaturas.
Pero por otra parte, el mito del Pentateuco dibuja un Adán bueno y una Eva mala, dicotomía que sí merece una reflexión seria, dadas las terribles consecuencias que para la mujer este concepto desarrolló a lo largo de la historia humana. Según la poca edad del sujeto, observemos en el patio de cualquier instituto el comportamiento de los jóvenes machos de la especie, esto es, dan patadas a una lata, a una bola de papel, a una pared o a un semejante, pero eso sí, dan patadas. Si Lucífer se hubiese acercado, además en forma de serpiente, se habría comido una patada antes de balbucear la primera palabra, y muchas más después de pronunciarla, ya que cualquier fenómeno de la naturaleza tiende a ser apedreado, pateado, o tiroteado por el varón. Las chicas sin embargo, son más reflexivas y desde temprana edad se sientan y charlan, capacidades locuaces que al macho le brotan años después, cuando ya ha perdido varias cualidades por ausencia de cultivo o ejercicio durante esa dilatada etapa autista en la que sume gran parte de su juventud que, a veces, alcanza una preocupante dilación cronológica incluso más allá de los cuarenta años.
Estos versículos del Génesis no ejemplificaban pues un estado inocente del hombre pervertido por la hembra, como eremitas misóginos e iluminados mediante el abuso de hongos proclamaron durante milenios, sino que señalaban un estado de idiotez varonil, desacompasado con la precoz vivacidad femenina, lo que ocasiona pérdidas de paraísos como la armonía y convivencia en paz. Pongamos un ejemplo. Una cena en que el varón esté callado observando el restaurante, su clientela y el deambular de los camareros. A los tres minutos, la hembra le reprochará su silencio y no sólo eso, sino que mediante ese entrenamiento cerebral que opera desde niña, aludirá a todas las veces que en la última década el varón fue gracioso y dicharachero cuando los acompañaban sus amigos. Hechos que el hombre no recuerda, por supuesto. Si en su currículum además figura algún comportamiento rijoso con alguna señora de buen ver durante alguna ocasión, en este momento saldrá a relucir. Todo este discurso, bajo la presión que de nuevo significa una total ausencia de memoria sobre tal desmán acaecido hace lustros.
Como vemos, la Biblia alerta sobre esa precisa memoria femenina y su don para destruir situaciones agradables con la absoluta sorpresa del hombre sumido en la amnesia, el cual con la conciencia sucia por ignorancia se muestra proclive a complacer a la hembra en todo lo que pida con tal de que aquel ejercicio de tortura psicológica acabe de una vez. Por eso Adán comió del fruto. Lo único que el demonio sugirió a Eva fue la posibilidad de que Adán se olvidase de cualquier aniversario de algo que hubiera acontecido durante aquellos breves días en la existencia.
Memoria femenina
4
Ago