Ayer celebramos el día Andalucía con mucha felicidad y varias encuestas sobre previsión de voto palmero, estupendas. No se entendería razonable una cosa sin la otra, la verdad. Si por mí fuera, que todo siguiese igual otros 40 años más y que yo los sufriese con la misma alegría. Ahora que estamos a la cabeza de todas las envidias y a la cola de todas las mentiras que se cuentan sobre nuestros malos índices económicos, ha llegado la hora de sacar pecho andaluz y negar la mayor sobre nuestra posición en el tablero. ¿Cómo que deprimidos? ¿Andalucía una de las regiones más deprimidas de Europa? ¿De qué? ¿Qué datos son esos? Los de unos tristes, que no saben divertirse como nosotros lo hacemos. ¡Ole, que fácil se nos levanta el ánimo! Eso no puede ser. La economía sumergida no la cuentan. O manía que nos tienen. ¿Cómo va a ser eso y vamos a seguir empecinados en los mismos? Mentira.
Yo creo que pasado Despeñaperros, los extranjeros confunden la profundidad de nuestro sentimiento pesoisista, con algún síndrome moderno de los que se lloran sin causa y se investiga un remedio con ratones. ¿Qué tasa del paro y qué índice de pobreza de tres al cuarto de los invitados? Fuera cifras, que se mueran las estadísticas. Junto a los feos. Nos gustamos y punto. Y no queremos cambiar. Uno es taurino, o vegetariano, porque le da la gana, no porque tenga que llevar razón. Lo a gustito que se queda uno cuando se concede a sí mismo el derecho a equivocarse. No te digo ya, a llevarle la contraria al enterado de turno, donde podríamos hablar ya de un escalón de placer incluso superior. Elegimos entre el Madrid o el Barcelona, entre la ginebra o el ron, entre Camerún y Canadá en las semifinales de un mundial sub 19, por las cosquillitas. Y ya está. A muerte. Y si hay un rival de gustos, mejor, para chincharle cuando pierda. Votamos al PSOE-A para chinchar a los del PP. O mejor aún, a los de Unidos Podemos y a tortazos lo intentamos. O a los de Ciudadanos… Ya comenté algo de llevarle la contraria a los enterados.
Desde el 78 con Plácido Fernández, la cosa nos ha ido plácidamente. ¿Recuerdan cómo estaba su calle en el 78, antes de que Rafael Escuredo empezara a arreglársela democráticamente? ¿a que no? Pues hecha una birria. Probablemente del fallo de Cardeñosa ante Brasil, sí se acuerden, pues parecida estaba su plaza. Con desconchones. Pintadas libertarias. Manifestaciones. Vagos sin maleantes. La vida de andar por casa sin el PSOE, o sea, antes de Cristo, lógicamente permanecerá bien guardada en su rincón de los disgustos inaccesibles, y eso les cure en salud. Yo siempre lo digo, todo lo que somos y nos fluye por las arterias de nuestra idiosincrasia contemporánea, se lo debemos a Don José Rodríguez de la Borbolla. Luego a Chaves y Griñán, pero paso de puntillas sobre ellos para no quitarle mérito a mi argumento. Y se lo deberemos a la que ya será nuestra para siempre, Susana Díaz. La hija de Felipe González. La hija de Felipe González cuando era bueno y pobre. La que ha creado el Partido Susanista Obrero español y la casta de los fontaneros. La que maneja a su Cornejo como Daenerys Targaryen a sus mascotas. Ella.
Nos gusta lo que ha hecho, hace y hará el PSOE-A por nosotros y los seguiremos eligiendo como a Fernando VII. Estamos contentos porque el mundo nos ha hecho así, un poco, y porque nos ha ido muy bien durante los últimos 40 años, sobre todo. A las demás Comunidades autónomas, no. No tan bien. Se estancaron en el 75 y las adelantamos a todas por la izquierda. Bueno, hace poco nos enteramos que por la izquierda moderada. Y si no fuera verdad, si las demás Comunidades Autónomas hubiesen mejorado a la par o incluso más que la nuestra en este tiempo, daría lo mismo, porque esto es un artículo de opinión y me doy la razón casi siempre en las encuestas.