En diez días se esfumará el año, aunque con la lotería de Navidad, Papá Noel, las inocentadas y Nochevieja de por medio, no lo parezca aún. Influye que todavía nos quede por gastar una buena parte de lo que no tenemos en nuestra tarjeta de crédito, abundantemente. Me queda mucho que comprar y me haga feliz sosteniendo la ilusión de mis seres queridos a última hora. Nos queda envolver en papel sin miseria, los pies del árbol que nos ha visto crecer con cada regalo, en decadencia amable junto al Corte Inglés y los hermanos mayores. Esas sensaciones y un villancico de turrón blando calentito nos aturdirá lo suficiente como para hacernos muy agradable esta inconsciencia humeante tan calmada, en el regreso al hogar tras esas largas colas en Ikea, Zara, Media Markt y Carrefour, derrochando la energía inagotable que, me aseguraron, se transforma. Se transforma en cansancio. Una butaca y una pipa y una mantita y un coñac de viejo, pero en la era de las telecomunicaciones. O sea, viendo series. Sin poder querer fumar ni un triple infinitivo bajo en nicotina. Con el aire acondicionado ese, que marea ardiente. Y con el muñeco de cuerda del jingle bells dándome respingos. Recuerdos nostálgicos de lo no vivido, tan evocadores del déjà vu, que se merecen otra copita de Marie Brizard con celofán. ¿Salud? Pero no os quepa duda: en tres semanas estaremos más gordos, deprimidos y arruinados contra la pared, que en cualquier otro momento del año. Además, hará frío. ¿Qué será de nosotros cuando se lleven las lucecitas? Sí, ¡salud! y de un trago.
Es momento de repasar el año. Porque nos medimos así. Y hay una retahíla de datos que recopilan en estas fechas los amantes de las estadísticas. La mayoría absurdas. He encontrado que Málaga es la tercera provincia del país cuyos ciudadanos acuden más a los tribunales. ¡Cáspita! Que nuestra provincia es la que más vertidos arroja al litoral andaluz. Que la llegada de inmigrantes a nuestras costas ha aumentado un 273% este año. Que registramos la cuarta mayor subida interanual de población de España. Que las empresas de comercio y servicios copan la generación de riqueza en la ciudad. Que el Ayuntamiento multó a 314 prostitutas en 2016. Que en Málaga se hacen más regalos el día de Reyes que en Navidad. Y el más sorprendente: Málaga es la cuarta capital española con un mayor porcentaje de población en riesgo de pobreza. Exactamente un 32,9%, cifra que se situa muy por encima de la media nacional. Las manos en la cabeza. ¿Pero no estábamos de moda? ¿No somos un referente turístico? ¿No lo estaba haciendo tan bien nuestra ciudad? ¿En qué quedamos, hay más museos o más pobres? Y nuestras lucecitas, ¿no son de gente rica y estudiada? Pues no. Uno de cada tres de los malagueños que colapsan calle Larios cada fin de semana para ver el espectáculo navideño de luces y sonido municipal, según estos datos, también, están al borde del colapso de sus vidas. Es terrible. Los cuartos de España con más pobres y los terceros que más derrochamos en adornos navideños. Los despilfarradores son esos mismos que cortan pero no cortan las calles al tráfico para que disfrutemos sosegados de ese estupendo show de tres pases diarios, no dos, a las 18h, no a las 18.30h y a las 20h, no a las 21h, digo a las 21.30h según su reflexiva improvisación y cualquier otra genial ocurrencia. Dicen que acuden 30.000 personas a olvidarse de sus problemas durante cada pase. ¡30.000 personas cada vez! ¿Tendrán un plan de evacuación? ¿Estaremos seguros o nos cuidarán como nos cuentan, a ojo?
Pero el anuncio que más llamó nuestra atención en las últimas fechas fue el del alcalde, respecto a que este sería su último mandato. De aquí a dos años y medio, dos navidades más gordos, más deprimidos y más arruinados, y sin Francisco de la Torre propagando el cartonpiedrismo, ¿qué será de nosotros? Ay, dios mío, ¡cómo levante alguien la alfombra! Paco, no te vayas. Tres o cuatro museos más, por favor. De esos provisionales, gratuitos, que nos pagan los patrocinadores. Pon las aceras de calle Larios, doradas. Más terrazas. Más fiestas. Más adornos. Más flores. Tú ya sabes, que no se nos note, que no se nos vea, que no se nos sienta. Sin ti, ¿quién nos tapará las vergüenzas?