Jazz

2 Nov

Los aficionados malagueños al jazz están de enhorabuena. A partir del próximo lunes podrán disfrutar de una amplia programación de actuaciones en directo en nuestra ciudad. Se lo deberemos al ya conocido Festival Internacional de Jazz de Málaga, que cumplirá este año su vigésimo quinta edición, y a un nuevo certamen organizado por la Diputación provincial de Málaga, bajo el título de “Jazz en Málaga”.

Respecto al primero, promovido desde el Ayuntamiento y que sufrió un parón hace dos años por falta de presupuesto, complace asistir a lo que podría interpretarse como su afianzamiento. Ya el año pasado, sin la dirección del que lo había conducido desde sus inicios, Javier Domínguez, comenzaron a despejarse las dudas sobre la temida suspensión que auguraban los más pesimistas. A pesar de la pobre programación del pasado festival, en la que sólo cabría destacar la presencia del pianista gaditano Chano Domínguez, de la escasa asistencia de público y de los temidos recortes que ha sufrido la cultura malagueña desde que se esfumó el sueño de 2016, el extenso programa de la edición XXV, presagia mejores horizontes de cara al futuro. Trece conciertos y alguna figura consagrada -el trompetista Roy Hargrove, el pianista Randy Weston y la cantante Bettye LaVette- además de un nuevo ciclo de cine con siete proyecciones en colaboración con el festival de cine, completan un digno cartel.

Pero no será el único evento jazzístico de la ciudad, como ya adelanté. El nuevo equipo cultural de la Diputación Provincial ha creado “Jazz en Málaga” y ha nombrado coordinador del mismo a Javier Domínguez, el desaparecido director de las primeras veintitrés ediciones del susodicho. Así las cosas, cuando el próximo 13 de noviembre los músicos checos de la “Metropolitan Jazz Band” de Praga junto a Eva Eminger recojan sus instrumentos del escenario del Teatro Cervantes para dar por concluido el XXV Festival Internacional de Jazz de Málaga, los buenos aficionados no tendrán tiempo de entristecerse demasiado. Sólo seis días después Lizz Wright –la estrella del cartel- inaugurará el ciclo “Jazz en Málaga”, que continuará deleitándonos hasta el 3 de diciembre.

No pienso quejarme. Más vale que sobre jazz a que falte. Además, cada aspecto negativo que se me ocurre respecto a la sobreprogramación jazzística encuentra enseguida su lado positivo. Por ejemplo uno de cada cuatro aficionados malagueños al jazz que vive bajo el umbral de la pobreza y uno de cada tres que está en paro puede subirse al gallinero del Cervantes para ver las actuaciones por sólo siete euros. El único entre veinte que tenga que pagar próximamente el impuesto de patrimonio, en cambio, puede adquirir su entrada para ver a “Pasadena Roof Orchestra” en la mejor butaca, a sesenta euros. Oportunidades, las mismas. En cuanto a por qué tanto jazz y tan pocas otras cosas, menos se puede argumentar: hablar del flamenco es demagogia. Otra cuestión que se ofrecería a la crítica es el porqué de dos eventos tan parecidos sin seis meses de margen entre uno y otro pero en el folleto informativo de la Diputación Provincial lo dejan muy claro: noviembre es el mes del jazz. Y punto. Luego está el hecho de que el coordinador del nuevo certamen de la Diputación sea el director que ya no servía para dirigir el Festival de Jazz organizado por el Ayuntamiento. Si no fuera porque ambos están muy por encima de esas cosas, parecería que los máximos responsables de las dos instituciones que controlan la cultura malagueña -Ayuntamiento y Diputación- no son tan amigos y residentes en Málaga como los concursantes televisivos.

Deberíamos de intentar hermanarnos con New Orleans. Por Málaga siempre parece que pasa un tornado.

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