‘Pre-reinauguración’

7 Sep

La semana que viene se inaugura el Teatro Romano. Es decir, se reinaugura, si tenemos en cuenta que fue teatro y romano. Aunque tampoco sería exacta tal afirmación, más bien se pre-reinaugura, porque la reinauguración oficial correrá a cargo del que quiere -y puede- colgarse la medalla del éxito, la Junta de Andalucía, entre otros méritos, por haber pagado los veinte años de obras minicolosales. Qué minuciosidad o qué dejadez, depende de cómo le vaya a cada uno el día. Ha quedado como era, bonito e inaccesible, siguiendo a pies juntillas la normativa que no prevé iguales derechos entre personas jóvenes, guapas y deportistas y las otras, jóvenes guapas y deportistas con movilidad reducida, según afirman los técnicos responsables. Que haya escalones en vez de rampas no es culpa de nadie. Todo el mundo ha hecho lo que debía, al menos el mínimo exigido y, el resultado, el habitual, otra gran barrera que sortear a prisa y por la puerta trasera.

Lo que se pre-reinaugura no debe de ser el Teatro en sí, sino la vuelta a la programación artística en su escenario. Lo digo porque el teatro nunca se lo llevaron. Estaba ahí, medio demolido y enterrado a cuenta de los canteros de la Edad Media que necesitaban hacer una Alcazaba, aunque sólo se requirió de un pico y un obrero para devolvérnoslo, por casualidad, en 1951. Descubierto, redescubierto o pre-redescubierto. Desde entonces, cuarenta años abandonado y veinte en obras. La última –artística-, se representó en 1991 y ya, después de tanta polvareda, por fin, ha quedado preparado para usarse con más ánimo que la mera contemplación histórica. Al menos se anuncia por parte del Ayuntamiento un acto cultural al que podrán acudir, con invitación, los que ellos quieran, además de sesenta y cuatro malagueños sin cargo o fama de buena familia, siempre que tengan la suerte de ser agraciados en un sorteo democrático y caritativo. Trescientos treinta y cuatro malagueños de élite y dos piernas ágiles y sesenta y cuatro plebeyos de relleno se darán cita el próximo 15 de septiembre en un acto artístico inclasificable y gratuito con el que los que nos gobiernan han decidido deleitarnos en la mayor ruina de nuestra Historia.

El acto, que no obra de teatro, recital, ni concierto, será un bodegón de corta y pega con tres profesionales malagueños de indudable capacidad artística como aliciente, que no protagonismo, pues lo asumirá el discurso político y la vanagloria preelectoral de los prolegómenos, con César Augusto y sus hilos conductores como tela de fondo. El espectáculo, batiburrillo mix, “made in cultura institucional malagueña”, es un invento para la ocasión, para gustos artísticos muy poco exigentes, para los que no consumen arte pero precisan de ocasiones de este tipo como punto de encuentro donde lucir las mejores galas. El gran barítono Carlos Álvarez prestará desinteresadamente su nombre y su voz para leer unos textos de Juvenal Soto, e igualmente de manera altruista, el guitarrista Daniel Casares presentará su último disco mientras el pintor Andrés Mérida bosqueja un cuadro. Tres en uno. Todo vale y en el mismo saco. Perfecto si lo organiza una asociación para recaudar fondos benéficos. Pero me temo que no es el caso. Lo peor es que lo relevante no será el Teatro Romano ni su programación. Lo relevante será que habrán pre-reinaugurado barato, con sus invitados y antes que nadie. No será un espectáculo lírico, ni flamenco ni, por supuesto, una clase magistral. Será simple y llanamente otro espectáculo político de foto, medalla y aplausos para cubrir el expediente aunque, esta vez, ante 2.000 años de Historia.

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