El pasado día 3de mayo tuve la alegría y el honor de pronunciar el Pregón de las Fiestas Patronales de mi pueblo, Grajal de Campos (provincia de León). Un encargo de la alcaldesa, Tamara Alonso Martínez, y de la corporación municipal que preside.
Quiero compartir con mis lectores y lectoras algunas partes del texto que escribí para la ocasión porque creo que el tapiz de la democracia debe tejerse no solo con los hilos negros de los problemas sino con los coloridos hilos de la alegría y de la fiesta.
“Queridos y queridas graliarenses: Estamos a las puertas de nuestras fiestas patronales. Ocho de mayo, día de San Miguel Arcángel, nueve de mayo, día de San Miguelín. Qué glorioso, qué maravilloso, qué tierno diminutivo. No conozco otro pueblo en el mundo con una advocación tan entrañable. No hay, que yo sepa, ningún San Jesulín, San Juanín, San Tomasín, San Roquín o San Pablín. Solo existe nuestro San Miguelín. Honor a nuestro querido patrón celestial, a quien sentimos tan cercano como para referirnos a él por su diminutivo.
El día 8 de mayo la Iglesia conmemora la aparición del Arcángel San Miguel en el monte Gárgano, sito en la provincia italiana de Foggia. Allí se apareció cuatro veces el Arcángel desde el año 460 y allí es venerado todavía en la llamada Basílica Celestial dedicada a su culto. No celebramos, pues, la festividad del patrón del pueblo el 29 de septiembre, día que la Iglesia dedica a honrar al Príncipe de la milicia celeste junto a los Arcángeles San Gabriel y San Rafael. En una iglesia del pueblo valenciano de Lliria custodian una curiosa reliquia: una pluma del ala del Arcángel San Miguel. Testimonio que alguno considerará una prueba irrefutable de su existencia.
En el año 1942 nacimos en el pueblo 8 niñas y 11 niños, algunos aquí presentes. Un total de 19 quintos que celebraremos la fiesta anual de la quintada el próximo día 21 de junio. Un recuerdo emocionado a los que ya se han ido con la mayoría, a quienes ya no aparecen por ninguna parte como se dice en algún país para referirse a los que han muerto.
En las escuelas y en las casas de esta tierra de Campos que Jesús Torbado calificó en el título de uno de sus libros de tierra “mal bautizada” aprendimos los valores y las virtudes de nuestra nuestros antepasados: la austeridad, la honradez, el trabajo duro, el espíritu de sacrificio, la reciedumbre y la bonhomía.
Siempre he sentido la alegría y el orgullo de haber nacido en este pueblo. Como estoy seguro que os pasa a todos y a todas quienes habéis nacido en él. Decía Ramón y Cajal: “patria chica, alma grande”. Y por eso lo he llevado como un estandarte por todo el mundo. ¿En cuántas servilletas, de cuántos restaurantes, de cuántas ciudades, de cuántos países del mundo he descifrado el enigma arquitectónico de las cinco esquinas de la torre de nuestra iglesia parroquial? ¿A cuántas personas de cuántos países he enseñado imágenes de nuestro castillo artillero, de este palacio renacentista en el que nos encontramos o de la Ermita de la Virgen de Las Puertas? ¿Cuántos veces he tenido que explicar la raíz etimológica de nuestro gentilicio? Graliare, nombre con el que se conocía a Grajal en la Edad Media, se compone del prefijo árabe “gra” (aldea de campesinos libres dueños de sus tierras), la ilativa árabe “li” (en, junto a) y “are” (en referencia al río Araduey, término que significa tierra de llanuras, es decir tierra de campos).
De mis días de monaguillo recuerdo un aparatoso desvanecimiento que tuve en el altar mayor, el encargo de ir a tocar las campanas (la primera, la segunda, la tercera), el revestirme con la sotana roja y el roquete blanco en la sacristía, la asistencia a los entierros (por entonces pensaba que el cura era inmortal porque tenía la tarea de enterrar a la gente el pueblo), las obras y los andamios en la iglesia cuando se emprendió la costosa y difícil tarea de su reparación y pintura, y un curioso incidente que nadie más que yo conoce. Un día me olvidé de llevar la campanilla para hacer los preceptivos repiques en el momento de elevar la Sagrada Forma y el Cáliz. Cuando me di cuenta no había tiempo para ir a la sacristía y regresar con la campanilla. Para ocultar el despiste se me ocurrió decir en voz alta: tilín, tilín, tilín…. Cuántas veces me he alegrado de haberme callado en ese momento. No sé lo que hubiera sucedido con la severidad del párroco y con el fervor de los feligreses.
Hoy, pasados más de ochenta años, después de recorrer medio mundo, cuando el pueblo ha pasado de 1275 habitantes que vivían en el pueblo cuando yo nací a solo 207, cuando las máquinas de segar y de limpiar han sido sustituidas por modernísimas cosechadoras, cuando han ido desapareciendo la fábrica de harinas, la fábrica de galletas, la alcoholera, la cooperativa, la estación de ferrocarril, el mulatero y las escuelas, cuando ya no suenan las campanas del convento, cuando la comunicación rudimentaria ha sido reemplazada por la IA y el chatGPT, vuelvo a mis raíces para dar la bienvenida a las fiestas patronales de nuestro pueblo. Para deciros, queridos y queridas graliarenses:
QUE ES LA HORA DE LA ALEGRÍA: la alegría de estar vivos, de pertenecer a esta histórica villa que habitaron los celtíberos en el cerro de Turrutalba y que en el 117 antes de Cristo fue fortaleza romana fundada por los hermanos Tiberio y Sempronio Graco, de quienes heredó el nombre. La alegría de compartir las tradiciones y las costumbres del pueblo.
QUE ES LA HORA DEL ENCUENTRO: de quienes viven en el pueblo con quienes venimos a celebrar esta fiesta, de quienes vienen por primera vez a descubrir nuestra historia con quienes han pasado aquí toda la vida. Juntos vamos a compartir las celebraciones del santo patrón.
QUE ES LA HORA DE LA FIESTA: la hora de olvidarse de problemas y preocupaciones, de beber, de bailar y disfrutar de la vida. La hora de compartir el pasado, de gozar el presente y de soñar con un futuro mejor. No hay señal más clara de inteligencia que desarrollar la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. Es la hora de disfrutar del variado y rico programa de festejos preparado por el Ayuntamiento: desde el pasacalles del día 8 a cargo de Los Dulzaineros de León hasta la actuación de la Gran Orquesta Solara de Vigo del día 10.
QUE ES LA HORA DEL RECUERDO: es la hora de hacer presentes a quienes ya se fueron para siempre, a nuestros padres, abuelos, familiares y amigos que durante muchos años disfrutaron de estas fiestas y nos entregaron el testigo de las tradiciones. Yo recuerdo emocionado a mi tía Carmen que se nos fue hace muy poco con 101 un años dejando un rastro de enorme bondad. Es la hora de recordar a quienes por enfermedad o por edad no pueden disfrutar de estos días de celebración, quienes, por circunstancias diversas, no pueden acudir a esta hermosa y feliz convocatoria. No puedo dejar de recordar aquí a mi tía Yaya que tantas cosas hermosas ha escrito sobre este pueblo que ocupa un lugar privilegiado de su corazón, que cantaba con emoción y energía el himno a San Miguel bajo la batuta del ya citado Petiso y que, con sus 94 años a cuestas, estaba decidida a venir andando, impulsada por el deseo de compartir este Pregón y estas fiestas.
QUE ES LA HORA DE LOS SUEÑOS: los sueños de un pueblo más próspero, más unido, más democrático, más emprendedor, más optimista, más solidario, más creativo, más entusiasta. A cada uno de sus habitantes y a quienes vinimos al mundo a través de las puertas de este pueblo, os brindo este lema. QUE MI PUEBLO SEA MEJOR PORQUE YO NACÍ EN ÉL.
El filósofo alemán Josef Pieper, en su libro Una teoría de la fiesta, dice que hay momentos en los que uno se descubre vivo, en los que siente la propia existencia como un regalo de la vida y, al mismo tiempo, se conmueve por el milagro de que nuestros seres queridos participen de esta fiesta generosa, de este instante compartido de luz.
Hay fiesta en el corazón cuando uno descubre que quiere al otro y se quiere a sí mismo por el simple hecho de existir como seres humanos, depositarios de una dignidad esencial, de existir en una comunidad en la que convivimos disfrutando de la libertad, luchando por la justicia y practicando la solidaridad y la compasión con los más necesitados.
A cada uno de los graliarenses del mundo, presentes y ausentes, a las puertas de las fiestas patronales de 2025, permitidme que, con emoción y alegría, os diga: FELICIDADES Y FELICIDAD-DES. Felicidades por pertenecer a este pueblo de tan rica historia y que des felicidad a quienes comparten contigo la alegría de la fiesta”.