Las moscas y las abejas

30 Nov

Hay personas que, por muy bonito que sea el lugar en el que están, siempre encuentran un trocito de caca. Hay otras personas que, por muy feo que sea el entorno en el que se hallan, siempre encuentran una flor. Las primeras son como las moscas y las segundas se parecen a las abejas. Y aquí viene la pregunta: ¿a cuál de los dos grupos pertenezco?

Esas dos actitudes no solo tienen que ver con juicios sobre las personas o  la realidad que nos rodea. Tienen que ver con la actuación que se deriva de ellas. Hace unos días, en el aeropuerto de Cartagena de Indias,  me encontré con un grave problema: no me fueron a buscar a la llegada de mi avión y no me habían comunicado cuál era el Hotel  en el que tenía que alojarme. No disponía de móvil y no había forma de conectarme con el ordenador a la red wifi del aeropuerto. Me dirigí a la oficina de información. Eran las diez de la noche. Una chica escuchó lo que me pasaba y la ayuda que imploraba. Su respuesta fue practicar el deporte de encogerse de hombros. Me fui decepcionado. Salí a comprobar que nadie me esperaba. Volví a la oficina de información y estaba allí otra chica. Salió de su receptáculo, me dijo que me iba ayudar, que estuviese tranquilo. Con los datos de su móvil pude conectar mi ordenador a la red. Envié un correo a quien tenía la información. Por suerte, esa persona leyó mi mensaje y me comunicó el nombre del Hotel, situado en Bocagrande. La primera chica tuvo la actitud de la mosca, la segunda la de la abeja.

Como se trata de una actitud vital, de una configuración de la personalidad, se manifiesta en todos los ámbitos de la vida. En el trabajo, en la familia, en el ocio, en las relaciones y en los análisis de nosotros mismos.

Y, como planteo en el primer párrafo, la actitud no depende fundamentalmente de las circunstancias, favorables o adversas, que rodean al individuo. Todos conocemos a personas que, en una situación crítica, mantienen una visión optimista de la realidad. Por el contrario, otras que gozan de un entorno lleno de facilidades, se muestran  pesimistas.

Pensemos en un docente-mosca.  Solo tiene ojos para los errores que han cometido sus alumnos en la evaluación. Los magnifican y los convierten en el factor decisivo de la calificación.

En alguna conferencia he solicitado la presencia de uno de los asistentes y le he mostrado una hoja blanca en cuyo centro he dibujado un pequeño punto negro. Tomando el folio entre ambas manos,  pregunto:

  • ¿Qué ves aquí?
  • Un punto negro.

No ha visto la hoja blanca que, como es lógico, es mucho más grande. Obsérvese que no pregunto por lo que hay dibujado en la hoja sino por lo que tengo entre ambas manos. No han visto la hoja blanca.

Una maestra, a la que le hice esta pregunta y que respondió con énfasis que veía un punto negro, me encontró años después y me dijo:

  • ¿Recuerda que en una conferencia me mostró un folio blanco, me preguntó qué era lo que veía y le dije que un punto negro?
  • Sí, lo recuerdo.
  • ¿Sabe donde tengo ese folio? Pues lo he llevado a una casa de fotografía y pedí que le pusiesen un marco. Tengo ese cuadro colgado de una alcayata en el aula, para no olvidarme de  que, al valorar la actividad de mis alumnos, no puedo fijarme solamente en los aspectos negativos.

Es el caso de las profecías de autocumplimiento. en las que el profesional de la enseñanza anuncia que el grupo completo de clase o un pequeño grupo de cuatro o cinco alumnos de la misma o uno solo, nunca llegarán a nada, no valen para estudiar o nunca podrán alcanzar el éxito.

En la Editorial Homo Sapiens de Rosario publiqué hace años un libro titulado La casa de los mil espejos y otros relatos para la educación Inicial. Cuento allí la historia de una casa abandonada en la que hay una sala circular con mil espejos. Un perro vagabundo entra por un agujero que hay en la puerta, sube por una escalera y llega a la sala de los mil espejos. Está muy feliz.  Da saltos de alegría en medio de la sala. Y ve que mil perros dan saltos de alegría como él. Piensa que ese lugar es maravilloso. Mueve el rabo para saludar y ve que mil perros le saludan a él moviendo el rabo. Decide volver siempre que pueda a ese lugar maravilloso. Horas después pasa para allí otro perro que, por el mismo camino, llega a la misma sala. Ese segundo perro está rabioso y entristecido. Saca los colmillos y ve que mil perros le sacan los colmillos a él. Piensa que ese lugar es insoportable. Empieza a ladrar con agresividad y ve que mil perros le ladran a él violentamente.  Y piensa que ese lugar es insoportable. Al terminar ese texto pregunto: ¿no será la escuela la casa de los mil espejos?

El político-mosca solo ve en el adversario aquellas comportamientos que pueden ser objeto de reproche o descalificación. Y disfrutan cuando lo hacen. No puedo olvidar la cara de regocijo de Cuca Gamarra cuando, en la sesión de control al gobierno del pasado miércoles, el presidente de su partido enumeraba las acusaciones de corrupción que asedian al gobierno. Se la veía disfrutar, regocijada, feliz. La sonrisa era radiante. Y esta actitud es inquietante. Porque muestra que lo que importa no es la corrupción sino poder hundir al adversario con ella.  Si se da en el propio partido es una lástima, pero si tiene lugar en el partido contrincante es una alegría.

Pondré otro ejemplo de profesional-mosca en el periodismo.  Es aquel que posa su vista siempre en las noticias dolorosas, tristes, crueles. Son noticia las guerras, los asesinatos,  las violaciones, las danas, las catástrofes… No sucede nada bueno en el mundo, no hay nada que celebrar. Lo positivo no es noticia.

Algunas veces, la actitud-mosca  se centra en la valoración que hacemos sobre nuestra capacidad de aprender, de relacionarnos o de trabajar. Y nos convertimos en los jueces más exigentes de nosotros mismos. Practicamos el masoquismo.

 Recuerdo una historia que muestra estas actitudes, encarnadas en la forma de ser de dos hermanos  gemelos. Uno es una mosca y el otro una abeja. Son tan acentuadas las actitudes que los padres, al llegar la fecha de Reyes, quieren hacerles regalos que corrijan esas actitudes extremas. Le regalan a su hijo-mosca algo que le anime y le estimule, algo que le haga modificar la actitud pesimista desde la que contempla la vida, las personas e, incluso, a sí mismo.  Deciden regalarle una moto y un yate, a pesar de que ese  gran desembolso les obligue a pedir un crédito al banco. Al hijo-abeja deciden regalarle algo de escaso valor, qué digo de escaso valor, le regalan la plasta de una vaca.

Llegada la noche de Reyes les hacen los regalos para que en la mañana del día de Reyes se encuentren con la sorpresa. A medida mañana llegan a la casa unos tíos que, sabedores de la estrategia pedagógica de los padres, quieren comprobar el efecto que ha producido en sus sobrinos.  Llaman a la puerta e la casa, preguntan por los chicos y les invitan a pasar y a comprobar sus reacciones.

 Encuentran al hermano-mosca llorando:

  • ¿Por qué lloras? ¿No te han traído nada los Reyes?
  •  Me han traído una moto.
  • Estarás feliz, qué suerte.
  • No. Todo lo contrario. Estoy muy triste porque tengo mala suerte, saldré un día sin casco, el suelo estará mojado y tendré un terrible accidente por culpa de este odioso regalo.

Como ven que no pueden seguir por ese camino, insisten en la exploración.

  •  ¿Te han hecho algún regalo más?
  •  Sí, un yate.
  • Oh, un yate, qué maravilla. Estarás encantado. Podrás salir a navegar.
  •  No, no estoy encantado, estoy muy triste, estoy hundido. Porque soy muy desafortunado. Saldré a navegar un día que haya tormenta y, como no sé nadar, seguro que me ahogaré.

Mientras está explicando sus impresiones el hermano-mosca, pasa por la sala con su caja en la mano el hermano-abeja dando saltos de alegría.

  • ¿Que es lo que te han regalado a ti para estar tan contento?

Con todo el entusiasmo imaginable, contesta:

  •  A mi me han traído un caballo pero no lo he encontrado todav No sucede nada bueno en el mundo, no hanada que celebrar, que dolorosas, tristes, cruelaes. Son notica los asesintos, ido contría.

Esta actitud se puede cultivar, se puede desarrollar. Y a ello nos ayuda la educación emocional.  Nuestra actitud no depende tanto de lo que nos pasa sino de nuestra forma de analizar  y vivir lo que nos pasa.   

Ya sé que los optimistas ven alguna vez una luz donde no existe, pero, ¿por qué los pesimistas quieren ir a apagarla inmediatamente?, dicen las autoras portuguesas del libro Pedagogía del optimismo. Tienen razón.

5 respuestas a «Las moscas y las abejas»

  1. Mu buenas D.Miguel Ángel Santos Abeja!
    Preciosos artículo, es además muy aprendizable! (palabro para los machos moscas de la Rae)
    Aunque gracias a Mar llevamos regalando muchos años gafas de abeja y retirando gafas de mosca… hoy con tu artículo he podido pasar a otras pantallas. Del Ver y tener al Ser!
    A partir de ahora regalaré las gafas Mar-«Santos»
    Que triste es ser un maestro o maestra Mosca y cuanto daño hace. Ya lo dices muchas veces…Sin optimismo en educación mejor dedicarse a otra cosa.
    Por fin hoy tengo y me he regalado un sábado más menos tranquilo… jeje y he podido hacer medio ritual «Café Copa y puro»??…Mejor Café, Tú artículo y una sonrisa cómplice.
    (Hoy a medias porque Gema está ahora en una jornada sobre Inclusión y me he quedado sin diálogo compartido)
    Cómo dirían los del famoso programa de la televisión Vasca…» Vaya Semanita!!!
    Es para escribir un libro!
    Espero que quede algún registro de lo que habéis vivido en la Facultad y puedas mandarnos algo, o por lo menos que es MAS, nos lo cuentes dialogandonos una botellita de un buen vino.
    Esperamos veros pronto a ti y a Carla!
    Abrazos y besos compartidos

    • Queridos amigos:
      No. Si voy a tener que escribir el artículo para que tú puedas enviar un comentario, aderezado con ingenio y buen humor.
      Y Gema no deja pasar un fin de semana sin compromisos pedagógicos. Sois incansables.
      La experiencia de Málaga ha sido magnífica. Se han ido encantados.
      La Facultad ha respondido muy bien cediendo los espacios y colaborando en la organización.
      Un buen grupo se ha ido a Madrid para asistir al Congreso de Apfrato. Este año ha tocado NO respecto a mi participación.
      Me hubiera gustado ver a Tonucci, a quien he firmado una ampliación de ña viñeta que me dedicó en la investidura. Parece que le ha gustado la dedicatoria en la que le llamo SEMBRADOR DE SONRISAS.
      Tenemos que organizar un encuentro donde sea.
      Un abrazo llenos de gratitud.
      MÁS

  2. Hola Sr. abeja…

    Cuando viniste a mi centro, con motivo de la inauguración de nuevas instalaciones, le hiciste a lo del folio y el agujero a uno de los espectadores. ¡Y cómo! Vio también el punto negro… ¡Todos habríamos caído en ver el punto negro! No por pesimismo, sino porque se cae la trampa verbal. Pero siempre es ilustrativa esta historia porque es cierto que es más fácil ver los errores que los aciertos de los demás… Y cuando se trata de docentes, las observaciones deben ser más minuciosas y cuidadosas para no caer en la «trampa» y así asegurar una valoración justa y constructiva.

    La rapidez en la acción, sin pensar, como ocurre al mirar el folio en blanco, nos suele llevar a ver el error, que se destaca con facilidad, pero esa velocidad nos impide ver los aciertos que pasan desapercibidos… Recuerdo cuando valoraba a mis alumnos y alumnas dándoles información sobre sus aciertos, destacándolos y valorándolos, cómo favorecía su interés alumno y con ello mejoraba su aprendizaje. No obstante, en educación también hay que analizar los errores con el fin de corregirlos y mejorar el aprendizaje, pero sin destacarlos y penalizarlos por encima los aciertos.

    Un abrazo.

  3. Querido Miguel Ángel:
    Interesante artículo. Resulta que en la vida se da el dualismo constantemente,la cara y la cruz, el bien y el mal , el vago y el trabajador , el simpático y el antipático, el sincero y el mentiroso, y así en infinidad de cosas. La mosca, como símbolo de lo guarro y la abeja símbolo de la dulzura.
    Como nosotros somos duales hemos de admitir que algo tendremos de mosca y de abeja. Esperemos que domine tanto la abeja que de la mosca no se vea ni una pata.
    La realidad es que yo los recuerdos que tengo de ti son de una gran abeja: optimismo, amigo de la broma, gran conversador, dispuesto a ayudar.
    Todos tus artículos son una invitación a la reflexión, a hacernos mejores personas, a sacar lo bueno oculto que todos llevamos dentro, el dualismo: sacar lo bueno y dejar inactivo lo considerado malo. El problema que a mí me parece es que lo que unos consideran malo, otros lo consideran bueno. Shí tenemos al Sr. Trump, pronto Presidente del país más poderoso e influyente del mundo, que para muchos es un delincuente, pero para otros es digno de esa responsabilidad y honor.
    En fin, para que seguir si todos sabemos que el mundo es un campo lleno de moscas, mosquitos, abejas y zánganos.
    Nosotros, clasificados en el mundo animal, coloquémonos en el sitio que creemos que nos corresponde.
    De ti no hay duda: tus artículos, tus libros, tus enseñanzas, tus conferencias, tus actividades te clasifican bien, que por cierto también son reconocidas socialmente. De los demás…
    Un gran abrazo y saludos a la abejas escritoras.

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