Pasantía chilena en mi Facultad

23 Nov

Cuarenta docentes, en su mayoría chilenos, profesores y profesoras de diferentes niveles del sistema educativo,  van a realizar en mi Facultad de Educación una pasantía del 25 al 29 de noviembre. También vienen cuatro  docentes mexicanos, cuatro colombianos, una argentina y una peruana. Organiza esta experiencia, en la Facultad de Educación y con la Facultad de Educación, la Fundación Liderazgo Chile, que tiene su sede en Santiago

Es admirable el deseo de aprender de estos docentes. Las personas inteligentes aprenden siempre y las otras tratamos de enseñar a todas horas. Pues bien, este nutrido grupo de profesionales de la educación ha dado muestras sobradas de que les importa aprender. Solo por eso merecerían admiración y felicitaciones.

Van a pasar un tiempo alejados de sus familias.  Y eso cuesta. A quien viaja y a quien se queda. Un tiempo de ausencia que se soporta con llamadas en las que a duras penas se oculta la nostalgia de la ausencia.

– ¿Cuándo vuelves, mamá?

– ¿Cuántos días faltan para el regreso, papá?

– ¿Por qué te has tenido  que irte?

Recuerdo, mientras escribo estas líneas, que cuando mi hija Carla tenia siete años y le anuncié que iba a realizar un largo viaje (precisamente a Chile), me dijo:

– Papá, tus viajes me van a arruinar la vida.

Es un largo viaje. A otro continente. A otra cultura. Decía Chesterton que viajar es comprender que estabas equivocado. Viajar abre la mente a otras formas de pensar y de vivir. Viajar acerca a otras personas y a otras costumbres.  Viajar, además, nos hace sentir ciudadanos del mundo.

Detrás del aprendizaje está el deseo de mejorar la práctica profesional. Estoy seguro de que, entre las cosas que han llenado las maletas de estos pasantes, viene muy bien embalada la esperanza de que, con aquello que aquí aprendan, las prácticas profesionales que realizan van a tener una nueva dimensión, un nuevo impulso.

No es pequeño el desembolso que supone una experiencia de este tipo. Los pasajes son caros, los hoteles son caros, los gastos son abundantes. Y pertenecemos a un gremio no muy adinerado, a un gremio que no se puede permitir despilfarros.  De modo que dedicar a la tarea de aprender un buen monto de dinero, es un acto de enorme valor, que permite descubrir qué es lo más importante para estos viajeros entusiastas.

Van a trabajar en la Facultad de Educación, que ha abierto las puertas a la experiencia.  (Gracias, querida Decana; gracias, querida Lola). Me gusta esta acogida a una experiencia internacional que tiene su epicentro en la educación. En este caso, para ser más preciso, en la educación  emocional.

Me gusta imaginar las sesiones, con los pasantes mezclados con profesores y alumnos de la Facultad de Educación, propiciando un diálogo que se nutre de realidades, de expectativas, de proyectos diferentes pero todos atravesados por la necesidad de formar personas más felices, capaces  de construir un mundo más justo y más hermoso.

Nos haremos cargo de la docencia seis profesores. Citaré sus nombres y los temas que vamos a desarrollar. El lunes, Rafael Bisquerra Alzina, presidente de la  RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar) y Catedrático Emérito de la Universidad de Barcelona dedicará cinco horas a trabajar sobre el tema “Emociones epistémicas y su influencia en el aprendizaje”.

El martes, Verónica Violanz Holz, doctora en Psicología, Licenciada en Psicología clínica y Diplomada en Formación del profesorado, Profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, trabajará durante toda la mañana sobre “Pedagogía de la salud: promoviendo el bienestar en la infancia y en la adolescencia en situación de enfermedad y convalecencia”.

El miércoles, Pablo Fernández Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga y Director del Laboratorio de Emociones, autor de numerosos libros sobre el tema, trabajará sobre “Inteligencia emocional: asignatura imprescindible para las  escuelas del siglo XXI”.

El jueves, Mar Romera Morón, Licenciada en Pedagogía y en Psicopedagogía, presidenta de la Asociación Francesco Tonucci, acompañará a los pasantes a visitar el Colegio que lleva su nombre  en La Cala del Moral y, por la tarde, dedicará sus cinco horas a trabajar el tema “Educar con las tres Ces: capacidades, competencias y corazón”.

El viernes,  tendré  la satisfacción de trabajar  cinco horas con el grupo sobre el tema “Liderar con el corazón”.

Arnaldo Canales Benítez, Presidente de la Fundación Liderazgo Chile, autor de varios libros sobre cuestiones relacionadas con la educación emocional,  se hará cargo, al finalizar cada una de las cinco sesiones ,de algunos talleres prácticos sobre educación emocional. 

El día 30 de noviembre, la mayoría del grupo,  asistirá en Madrid al XI Encuentro de la Asociación Pedagógica FRATO que preside Mar Romera y que  tiene como epicentro la figura del pedagogo italiano Francesco Tonucci.

FLICH es una Fundación que imparte un Diplomado en Educación Emocional, un Máster Internacional en Educación Emocional y  Neurociencias aplicadas y otro sobre Gestión en Management y Liderazgo para el alto desempeño (los tres con metodología on line), que organiza actividades con carácter presencial, que publica libros  y que impulsa y promueve la promulgación de una ley sobre Educación Emocional en Chile y en toda Latinoamérica..

Aprovecho la ocasión para hacer un alegato sobre la importancia que tiene la educación emocional para el desarrollo integral de las personas. En mi libro“Arqueología de los sentimientos en la escuela” digo que la escuela ha sido siempre el reino e lo cognitivo, pero no el reino de lo afectivo.

La educación emocional no solo tiene que ver con la configuración del autoconcepto y la autoestima de las personas, con su capacidad de relación con los demás y con la adquisición de habilidades para la vida, también tiene que ver con la adquisición de conocimiento. El aprendizaje se produce no cuando alguien pretende enseñar sino cuando alguien quiere aprender. Por eso digo que el verbo aprender como el verbo amar no se puede conjugar en imperativo. Solo aprende el que quiere.

En 1978, Alexander Neill, fundador de la escuela de Summerhill que he tenido la satisfacción de visitar en varias ocasiones, nos llamaba la atención sobre esta cuestión con el titulo de uno de sus libros: “Corazones, no solo cabezas en la escuela. Glosando ese título escribí en la Revista Española de Pedagogía, en el año 1980, un articulo titulado “La escuela, cárcel de los sentimientos”.

Dice Filliozat en el libro “El corazón tiene sus razones” algo que todos podríamos suscribir sin esfuerzo porque lo hemos vivido en la propia experiencia: “En el Colegio se aprende  historia, geografía, matemáticas, lengua, dibujo, gimnasia… Pero, ¿qué se aprende con respecto a la afectividad? Nada. Absolutamente nada sobre cómo intervenir cuando se desencadena un conflicto. Absolutamente nada  sobre el duelo, el control del miedo o la expresión de la ira”.

Mi querido amigo Alejandro Castro Santander dice en la introducción de su libro “Analfabetismo emocional”:  “Después de la ardua tarea de conocerse a uno mismo, nada más difícil que aprender y enseñar a convivir”.

Para poder atender esta dimensión del desarrollo de los alumnos y las alumnas tendríamos que revisar el currículum de la formación de docentes. Pere Darder Vidal coordinó hace algunos años un libro titulado “La formación emocional del profesorado”.  Bienvenido sea porque nadie puede dar lo que no tiene.

Creo que experiencias de esta naturaleza tienen un gran calado en el sistema educativo, no solo por lo que puedan aprender quienes las realizan sino porque  constituyen un aldabonazo sobre la importancia de la educación emocional.

Me alegra formar parte de esta experiencia desde una doble  perspectiva. En primer lugar, como docente que he sido durante muchos años de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga. Por otra parte como Presidente Honorifico de la Fundación Liderazgo Chile. Me emociona ver a las dos instituciones colaborando en un empeño que debería ser una prioridad de todas las instituciones educativas: trabajar por formar personas felices, personas íntegras, capaces de trabajar por un mundo más justo y habitable. En ambas instituciones me gustaría ver un lema escrito con letras bien grandes y muy sentidas en el frontis de su edificio: Aquí tenemos que formar no a los mejores del mundo sino a los mejores para el mundo.

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