Una tarea optimista

28 Sep

La educación es una tarea intrínsecamente optimista porque parte del siguiente presupuesto: el ser humano puede aprender, el ser humano puede mejorar. La educabilidad se rompe cuando pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo. Es tan consustancial el optimismo a la educación como mojarse para el que va nadar. Sin optimismo podemos ser buenos domadores pero no buenos educadores.

La profesión docente es optimista, entre otros motivos, por las consecuencias que provoca. En su libro Mal de escuela dice Daniel Pennac: A mí me salvaron la vida tres profesores que tenían una característica común: nunca soltaban a su presa”. No dice que le salvaron una asignatura, ni el curso. Le salvaron la vida.

Las sementeras de la educación producen cosechas inexorables de gratitud, de aprendizajes y de bondad. Puede que esas cosechas no sean inmediatas e, incluso, que no sean conocidas, pero se producirán. No siempre con la misma intensidad, con la misma visibilidad, con la misma inmediatez. Veamos algunos ejemplos:

El 19 de enero de 1824, estando en la cumbre de su gloria, Simón Bolívar le escribió desde Pativilca (Perú) una carta a su antiguo maestro. En ella reconoce que fue precisamente ese maestro que sembró en su corazón los anhelos y el compromiso por la libertad y la justicia, quien espoleó su corazón para lo grande y lo sacó de una vida frívola y sin sentido. Dice en esa carta:

“Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto, aunque sentado en una de las playas de Europa. No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que nos ha dado.: no he podido borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado”.

  Albert Camus que, cuando niño,  vivió en Argelia una vida de trabajos y pobreza y que gracias a su esfuerzo y su talento consiguió el Premio Nobel de Literatura, quiso reconocer en una famosa carta que todo se lo debía a un maestro especial, el señor Germain. Por cierto, acaba de aparecer un libro con toda la correspondencia entre maestro y discípulo. Dice en esta famosa carta:

“Esperé que se apagara un poco el ruido que ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón.  He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero, cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted.  Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que yo era, sin su esperanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que conceda demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generosos que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

El campeón mundial de natación David Meca se encontró en el programa de televisión “Hay una carta para ti” con su antigua maestra, una persona mayor ya jubilada. Se fundieron en un abrazo emocionado. El campeón le dijo a su antigua maestra:

“Todas mis medallas son suyas. Yo era un niño que llevaba unos hierros en las piernas y me daba vergüenza salir a los recreos. No quería que nadie me viera. No confiaba en mí mismo. Me avergonzaba de mis piernas. Pero usted creyó en mí y, gracia a esa fe, yo también acabé creyendo en mis posibilidades Después vinieron los éxitos, las medallas de oro. Todas son suyas. Gracias”.

Mi médica de cabecera y a la vez querida amiga Francisca Muñoz le escribió a su profesor de Lengua y Literatura una carta de felicitación en la fecha de su jubilación. Una carta que, a mi juicio,  justifica toda una vida profesional. Cito cuatro párrafos de la extensa carta en la que explica por qué fue tan decisiva su influencia:

 Porque con él aprendimos que lo realmente importante de las palabras eran las personas que las utilizábamos, lo que nos comunicaban, lo que entendíamos o dudábamos, más aún, lo que sentíamos ante ellas y por ellas, lo que pensábamos cuando las dábamos y las recibíamos. “Lo más importante del comentario de texto es la opinión personal”, decía mientras nosotros le mirábamos de reojo sudando una respuesta personal e intransferible que no estaba escrita  en ningún sitio.

Porque nos enseñó que el receptor (nosotros) y el emisor (un prestigioso autor) éramos equiparables, personas cómplices en un intercambio continuo y que el valor del mensaje no estaba en su estructura sino en el interior del que lo emitía y en el del que lo recibía, en la emoción que suscitaba o en la idea que hacía surgir en nuestros cerebros casi recién estrenados y así, reconocidos y validados; en nosotros, medio niños, medio pobres, medios.

Permitidme la inmodestia. Contaré algo que me sucedió no hace mucho en una conferencia para Directores y Directoras de Andalucía que impartí en Linares (Jaén). Y lo haré a través de las palabras de Javier Soligó, uno de los directores asistentes:

Su respuesta fue afirmativa a mis preguntas sobre si el Colegio del que había hablado estaba en Madrid y, concretamente, en la zona de La Vaguad. Entonces mis palabras empezaron a brotar entre respiraciones aceleradas: “Yo soy aquel alumno que tú encontraste sentado en las escaleras del colegio, que estaba expulsado indefinidamente por la profesora de Dibujo Técnico en 2o de BUP y que sin tener por qué me pasaste la mano por el hombro, me metiste en tu despacho y me escuchaste durante varios minutos y aunque sólo charlé en esa y en otras dos o tres ocasiones contigo, guardo en mi uno de los mejores momentos que pasé en el colegio, no ya por lo que me dijiste, que no lo recuerdo, sino por esos momentos de dulzura y comprensión que aderezaron esos frustrantes y amargos momentos que pasa uno en la adolescencia… Y ahora cuando te estaba escuchando, era como revivir aquellos momentos sin saberlo. Hoy ha sido para mí como un reencuentro con el primer amor. . .

Estoy seguro de que todos y todas tenemos hermosas experiencias que contar, pero estamos más dados a comentar los problemas, las dificultades y las circunstancias adversas que nos encontramos en el ejercicio de la profesión.

En el libro “La pedagogía del optimismo” leí hace tiempo un pensamiento que cito de memoria: Es cierto que los optimistas ven una luz donde no existe pero, ¿por qué los pesimistas quieren ir a apagarla inmediatamente? No es cierto que un pesimista sea un optimista bien informado, como algunos dicen. No es cierto, a mi juicio, que el optimismo sea identificable con la ingenuidad y, menos, con la estupidez. Es una cuestión de actitud. Y, en esta profesión, de lógica y de coherencia.

En una cena celebrada  en la ciudad de Potosí, la Ministra de Educación me dijo: “Profesor, los habitantes de esta ciudad tienen fama de ser muy pesimistas. Tanto que, que se les ha acuñado el siguiente dicho: cuando  un potosino se desmaya, no vuelve en sí, vuelve en no”. Ese es el problema: ver solo los agujeros en el queso, detenerse solo en el lado negativo de la realidad y de las personas.  Volver en no.

Cuando Emilio Lledó se jubiló dijo que había dejado atrás una fuente inagotable de felicidad y de vida. Eso significa que había practicado la enseñanza desde una perspectiva optimista.  Qué  triste y qué diferente la historia de quien, al llegar ese momento, siente que se libra de una tortura. Es la actitud. Todos conocemos  a personas que van tachando los días que les quedan para terminar con la tortura de estar viviendo n una cárcel.

Hay una base de optimismo en la perdurabilidad del trabajo de los profesores y las profesoras. Decía Rubem Alves, en su hermoso libro La alegría de enseñar (¿por qué hablamos de carga docente?): “Enseñar es un ejercicio de inmortalidad. De  alguna manera seguimos viviendo en aquellos cuyos ojos aprendieron a ver el mundo a través de la magia de nuestra palabra… Por eso el profesor nunca muere”.  No me olvido de las dificultades intrínsecas y extrínsecas que tiene el ejercicio de esta profesión, pero es en ellas donde más importante y necesaria se hace la actitud optimista, como dice Luis Rojas Marcos en su libro “La fuerza del optimismo”.

10 respuestas a «Una tarea optimista»

  1. QUERIDO Y ENTRAÑABLE MIGUEL ÁNGEL:
    Un saludo muy afectuoso y mis mejores deseos respecto a tu estancia allende el océano. A buen seguro que, si ya has regresado, durante el viaje de vuelta, los recuerdos de las vivencias compartidas te transfigurarían el semblante y, especialmente, el corazón. Me alegro sobremanera en caso de acontecer como intuyo.

    En poco más de dos semanas: otro acontecimiento emocionante y emotivo, solemne, de elevado formalismo (y formulismos) del que serás el protagonista “in aeternum”, porque, de ese memorable día (9 de octubre) el recuerdo permanecerá indeleble, no solo en tu memoria, también en la memoria de tantas y tantas personas que te profesamos afecto, cariño, reconocimiento, admiración y gratitud. Me refiero a la investidura como Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de Oviedo. Todo un auténtico acto de justicia y nobleza de parte de las autoridades académicas ovetenses, de modo especial, del Magnífico Sr. Rector.
    Se trata del más excelso y alto reconocimiento y distinción académica y universitaria en virtud de toda una vida dedicada a los demás en el aspecto humano y en el de la formación desde tu experiencia, tus reflexiones, el estudio, la investigación y las innovadoras y certeras propuestas no solo del ámbito pedagógico y educativo, también has innovado en otras áreas del saber y de la ciencia. ¡Qué nobleza y qué corazón tan palpitante de sensibilidad al reconocer al eminente pedagogo y a la gran persona que es D. Miguel Ángel Santos Guerra! Te expreso con emoción mi felicitación y mi enhorabuena. Allí estaré…
    Feliz fin de semana a todos y todas.
    Desde Valladolid (España), un saludo muy cordial.
    Carlos Arconada

    • Querido Carlos:
      No te equivocas al suponer que al regreso de Argentina estuvo lleno de emociones intensas. Las ocho intervenciones que tuve fueron aplaudidas de pie. Ese hecho provoca en mí un enorme agradecimiento al profesorado argentino. Son receptivos, empáticos y generosos. Y luego está el asunto de las fotos y de la firma de libros.Es otra cultura. La investidura fue también emocionante. El protocolo es muy distinto al de las Universidades españolas.
      Ahora te escribo desde el aeropuerto de Barajas, ya que regreso de un Congreso sobre Pedagogía crítica e inclusiva celebrado en Madrid,.. Tuve la conferencia inaugural y coordiné una mesa redonda. Muy interesante esta experiencia. Después asistí a todas las actividades hasta la hora de mi regreso.
      Tengo mucha ilusión en la investidura de Oviedo.
      Te envío un gran abrazo y te deseo un fin de semana feliz sin la menor molestia de espalda.
      Gracias.
      Un abrazo enorme.
      MÁS

  2. Querido Miguel Ángel:
    La vida pesimista es como un campo yermo, triste, sin vida.
    El pesimismo nos roe el alma, las buenas ideas, anula toda noble acción.
    Vivir con un ser pesimista es como tirar de una carreta que lleva atado un animal que tira en sentido contrario.
    El pesimista no construye, destruye.
    En la educación el optimismo es condición indispensable para lograr el éxito. Los niños son seres en formación, el error es natural, si el profesor no es capaz de ver eso, lo natural es el desánimo. Hermoso ejemplo el del niño que recuerda siempre el ser escuchado en un momento difícil.
    Qué hermosos ejemplos nos has traído de gente cuyas vidas fueron encauzadas por educadores de verdad.
    Los que ya no estamos en el colegio también podemos educar escuchando a los demás, aunque la principal conversación de los yayos sean los males que les aquejan. También necesitan ser comprendidos.
    La poesía de Mario Benedetti “No te rindas”, es un canto a la esperanza, al optimismo.
    El amor, el optimismo da alas. El pesimismo las corta.
    Un abrazo, querido amigo. Gracias por invitarnos al optimismo en tiempos no muy propicios a ello, y saludos a todos.

    • Querido JoaquÍn:
      Acabo de hablar contigo. Sigo en la sala VIP. Por cierto quiero escribir un artículo sobre esta sigla tan equivocada. No hay personas VIP. O, al menos, no las hay por esos motivos: tiene dinero, tiene poder, tiene fama..
      Muchas gracias por tu perseverancia en la lectura de los artículos sabatinos. Y por escribir aportando siempre cordura y sensibilidad.
      Antes de ir a Oviedo tengo un viaje a Cartagena de Indias. Es una de las ciudades más hermosas del mundo. o al menos así la recuerdo. Tengo un Congreso en Cartagena y otro en Barranquilla. Y ya vuelvo para la investidura.
      Un poco ajetreado estoy, pero bueno, mientras el cuerpo aguante…
      Te mando un saludo afectuoso, reitero mi felicitación y te deseo un feliz fin de semana.
      MÁS

  3. Buenas Miguel Ángel!
    Feliz trilogía. La educación una tarea difícil, importante y optimista. Gracias
    Lo que estamos comprobando es que para algunos la educación post jubilación es taaaan agotadora que cuesta comprender.
    Esperamos que puedas descansar.
    Hemos he empezado la tertulia con el pequeño ensayo de Byung-Chul Han: “el espíritu de la Esperanza” donde diferencia el positivismo del optimismo y de la esperanza.
    Interesante reflexión que puede servir para una educación esperanzadora.
    Me decía un amigo que lo mejor de tener es poder compartir….pues eso haremos con tu artículo; lo mejor de tenerlo y leerlo es poder compartirlo,
    Alabamos al Señor..pues eso hala Vamos!
    en este caso a compartirlo.
    Millones de Abrazos para ti y para Carla.

    • Querido Miguel, querida Germa: Hay más adjetivos, pero tampoco quiero aburrir: hermosa, apasionante…
      Hoy he leído un. pensamiento del gran Sarmiento: Todos los problemas son problemas de educación.
      Estoy en la sala VIP de Iberia. Ha terminado el Congreso de Pedagogía crítica. Mucha gente interesante y muchas ideas de peso…
      Yo tuve la conferencia de apertura y la coordinación de una mesa redonda.
      He leído algunos textos sobre positivimos. No me gusta identificar positivismo con esperanza. Si mal no recuerdo lo hace Rojas Marcos en su libro La fuerza del optimismo.
      Solo por alimentar vuestra tertulia, merece la pena escribir.
      Besos. GRACIAS.
      A VER SI PLANIFICAMOS.
      MÁS

  4. Querido Maestro;
    El optimismo es gran aliciente en muchos aspectos de la vida.
    Ya he contado y le agradezco de corazón su anterior respuesta, que estoy pasando una situación difícil, incomprensible, injusta, con gran impacto emocional en mi vida.
    Ahora pienso que ser educada, es un primer escalón, de una escalera que te lleva a todos lados.
    A mí me abre puertas y ventanas en cada momento que necesito ayuda.
    Me ilumina la mente hasta unos extremos insospechables, y el corazón me lo abre en canal, sintiendo una cruda realidad.
    Y llego a una conclusión y a hacerme muchas preguntas.
    ?Hasta donde llega la maldad humana?
    !Una mentira por mucho que se repita, nunca se convertirá en una verdad!
    ?Algo muy duro, unas ideas maltratadoras, pueden pasar de padres a hijos?
    ?En ámbitos familiares adversos, pueden los miembros coger caminos totalmente diferentes.?
    Tengo la suerte de haber tenido a la mejor abuela y educadora posible.
    ! Qué me sembró amor en el alma!
    Pero que no por eso voy a dejar que las injusticias me destruyan .
    Lucharé con todas mis fuerzas y buscaré el apoyo de la ley para que la verdad surja a la luz y descubra todas los chantajes emocionales utilizados para llenarse los bolsillos.
    !No es todo dinero, en este mundo!
    Me siento afortunada por tener sus sabios consejos.
    Y ya me despido con un fuerte abrazo para todos.
    Pasen una feliz y leve semana.
    Muchos besos.

    • Querida Loly:
      Tienes que aprender a defender tus derechos porque es cierto que tenemos que tratar bien a los demás, pero empezando por nosotros mismos.
      Entérate bien de cuáles son tus derechos, vete con la verdad por delante, firme y respetuosa.
      No sé si necesitas la ayuda de un buen abogado. Hay cuestiones que necesitan la intervención de un experto.
      Y luego tienes que conseguir que no te hagan daño por dentro.
      Cuídate.
      Besos.
      MÁS

  5. Hola Miguel Ángel.

    No hay mayor señal de optimismo que es cuando un niño/a sonríe. A mí me gustan las clases adornadas de dichos, palabras o gestos divertidos. Una gracia, un chiste o una payasada puede ser el elemento decadente de la atención del alumnado. Y para que el aprendizaje sea significado dicen que debe partir de los intereses del niño/a. Y qué puede ser más interesante para ellos que una sonrisa o on gesto amable??? Me gusta que las clases estén llenas de luz no de obscuridad.

    Tú siempre adornas tus reflexiones con dichos, anécdotas o chascarrillos. El humor, el buen humor es un signo de optimismo…

    • Querido Juan Carlos:
      Comparto plenamente tu opinión sobre el humor.
      Alguna ve he dicho que el humor es, además de un recurso didáctico, una forma de bondad.
      Al comenzar una conferencia que he pronunciado en Madrid este viernes he ducho que el primer mandamiento de todo docente y De todo conferenciante es NO ABURRIRÁS NI A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS.
      Tú mismo mezclas sonrisas con bondad. Es así. Los niños se sienten queridos y ese es un requisito para el aprendizaje. Porque para prender hace falta tener una disposición emocional positiva hacia el aprendizaje.
      Los alumnos aprenden de aquellos docentes a los que aman.
      Gracias por tu comentario, Es un sonrisa para el alma.
      Un abrazo.
      MÑAS

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