“Navidad, Navidad, dulce Navidad, la alegría de este día hay que festejar”, dice la letra de una conocida canción navideña. ¿Dulce Navidad? Imagino cómo será la Navidad de los niños y las niñas de Ucrania y los de la franja de Gaza. Cualquier adjetivo del diccionario será más preciso que el que figura en el título del artículo. Cualquiera de estos le convendría más a la realidad de estas criaturas: amarga, cruel, triste, horrible, catastrófica, infame, injusta, espantosa, terrible, dura, desastrosa… Navidad.
Se trata de genocidios puros y duros, tal como los define el convenio del 9 de diciembre de 1948 de las Naciones Unidas en el contexto del proceso de Nürenberg: “Se entiende por genocidio los actos cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
Cuando encendemos la televisión y vemos imágenes del horror no sabemos si se trata de escenas de una película o registros de la realidad. Este es un fenómeno inquietante, como explico en mi libro “Imagen y educación”: La película se hace realidad. De hecho, algunas veces lloramos ante la historia que se cuenta en una película. Pero, de la misma manera, alejamos emocionalmente las escenas recogidas de la realidad como son las de estas guerras, convirtiéndolas en escenas de ficción. Casi setecientos días de guerra en Ucrania. Más de dos meses de guerra en Oriente Próximo. No tenemos ni idea de cuándo llegará el fin. Podemos comer y hablar y reír mientras observamos la barbarie, mientras vemos niños muertos, niños que se han quedado huérfanos, niños y niñas mutilados, edificios destruidos, escenas devastadoras… Se destruyen hospitales, escuelas, museos, viviendas… Y en estas fiestas de Navidad pasearemos viendo la profusión de luces, cantaremos villancicos y comeremos y beberemos felices… El sufrimiento de tantos niños y niñas inocentes será simultáneo en el tiempo a esta riada de festejos.
Decía Plinio el Joven que “la guerra es un atentado contra el género humano”. Pero lo es especialmente contra los niños y las niñas. ¿Qué han hecho para ser víctimas o testigos de esa increíble brutalidad? Sostenía Kant que “la guerra es nefanda porque hace más hombres malos que los que mata”. Traigo a colación esta cita porque la guerra no solo causa daños en quienes la padecen sino en quienes la contemplan. Nos muestra el cruel y estúpido método para resolver los conflictos. “Salvo una batalla perdida no hay nada más triste que una ganada”, dice Arthur Wellesley, duque de Welington que combatió en la guerra de independencia española.
No habrá para los niños y las niñas de la guerra más que miedo y horror en esta Navidad. Miedo a las bombas, a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la pérdida de la familia… Horror ante la destrucción de viviendas, ante la muerte de personas queridas, ante un futuro incierto… La guerra es terrible; las secuelas de la guerra son inenarrables.
Esos niños y esas niñas no tendrán juguetes, ni árboles, ni belenes, ni villancicos, ni regalos, ni fiestas, ni dulces, ni sonrisas, ni luces, ni paz…
La guerra y la Navidad se repelen como fuerzas antagónicas. ¿En nombre de qué Dios se puede robar la Navidad a estos niños y a estas niñas? ¿En nombre de qué causa se les puede arrebatar sus derechos? Derecho a la paz, a la seguridad, al alimento, al cobijo, a la educación, a ser a queridos, a ser protegidos…
Los días se suceden en una y otra guerra sin que el resto del mundo haga otra que mirar asombrado esta brutalidad irracional. He recibido una tarjeta de felicitación en la que se ve a una pareja sentado en un banco al lado de un árbol de Navidad. Ella dice:
– La historia nos juzgará como cómplices de genocidio.
Él contesta:
- Oye, que nosotros no hemos hecho nada.
Y ella replica de forma contundente.
- Exacto.
Resulta casi inexplicable cómo en muchos países del mundo se celebran estas fiestas con millones de bombillas de colores, con todo el derroche que es imaginable, mientras en otros lugares del mismo mundo personas con iguales derechos mueren y pasan calamidades sin cuento.
¿Qué mundo les vamos a entregar a nuestros hijos y a nuestras hijas? ¿Qué leyes nos hemos dado? ¿Qué educación hemos recibido? ¿A qué escuela fueron los líderes que mantienen un día tras otro la decisión de acabar con la vida de tantos inocentes?
Los mandatarios de los países en guerra, los que tomaron la cruel decisión de exterminar a otro país y la mantienen cada día, ¿cómo pueden dormir y vivir con ese cargo de conciencia? ¿Qué piensan y qué sienten cuando ven en la televisión imágenes tan cargadas de horror? ¿Cómo pueden soportar ver los cadáveres de los niños y de las niñas asesinados? ¿Cómo pueden ver las ambulancias transportando criaturas inocentes medio destrozadas por la metralla?
Me centro en los niños y las niñas porque la Navidad es una celebración especialmente suya. La cristiandad celebra el nacimiento de un niño Dios. Y la cultura ha incorporado esta fiesta a sus tradiciones más significativas que los niños y las niñas viven con enorme ilusión.
Me duele escuchar decir al señor Putin que es importante y necesario cultivar el patriotismo en la juventud. Lo que quiere decir es que el amor a la patria les movilice para ofrecer la vida en la defensa de sus criminales planteamientos. Él toma la decisión de que vayan al frente y ellos ofrecen sus vidas para ir la guerra con alegría y orgullo.
Dalton Trumbo fue un famoso novelista y guionista estadounidense, perseguido por el macarthismo en la época de la caza de brujas. Dirigió una sola película titulada “Johnny cogió su fusil”. El guión fue escrito por el mismo Trumbo sobre una novela antibelicista de su autoría que tenía el mismo título. La película está protagonizada por Thimoty Botons. Cuenta la historia de un joven que es reclutado para combatir en la Primera Guerra Mundial, rompiendo una vida feliz y un futuro cargado de ilusiones y proyectos. En el frente es herido por una explosión y queda convertido en un tronco humano: sin ojos, sin oídos, sin habla, sin piernas ni brazos… Solo se puede comunicar a través de señales de morse dibujadas en la piel. Quienes quedamos en la sala hasta el final de los rótulos de crédito (siempre aconsejo quedarse hasta el final, no solo hasta la palabra fin que, en algunas ocasiones, debería decir por fin) pudimos leer una frase en latín que estaba llena de mordacidad: Dulce et decorum est pro patria mori. Es dulce y honroso morir por la patria. ¿Dulce? Qué horrible trampa la del patriotismo.
Desde sus casas de gobierno Putin y Netanyahu darán órdenes lejos de las trincheras, mientras los patriotas brindan sus vidas en defensa del genocidio. Es decir, que una guerra provoca víctimas en el enemigo y otras entre los combatientes del propio bando.
Acabo de escuchar sobrecogido la entrevista que Angels Barceló ha realizado a Ricardo Martínez, miembro de Médicos sin Fronteras. Qué horror. Qué crueldad. Qué tristeza. Miles de niños y de niñas que llegan a hospitales llenos de sangre y de heces porque el miedo les hace defecar. Muchos de ellos llegan con una etiqueta que produce un dolor insoportable: “niño herido sin familia sobreviviente”. Si se salva, ¿qué será de su vida? Miles de personas durmiendo a la intemperie con frío, sed, con heridas, hacinamiento en escuelas con una ducha para quinientas personas, falta de alimentos, falta de anestesia y de calmantes para los postoperatorios… ¡Con las fronteras cerradas para recibir ayuda humanitaria! ¿Por qué?
Israel tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas de Hamás, pero lo que está haciendo sobrepasa todos los límites. Está sometiendo a la población de la franja de Gaza a un exterminio inadmisible.
No solo hay guerra en Ucrania y en la franja de Gaza. Hay más puntos infernales cargados de conflicto y de dolor en esta ¿dulce Navidad?: Siria, Yemen, Afganistán, República Democrática del Congo, Sudán del Sur… Decía Humberto Maturana, querido amigo que nos dejó no hace mucho, que los seres humanos somos “adictos al amor” y «dependientes para la armonía biológica de nuestro vivir cotidiano de la cooperación y la sensualidad, de las caricias y de vínculos positivos y sintonía emocional con los demás, no de la competencia y la lucha». ¿Qué nos está pasando, entonces? Ojalá que la Navidad avive en todos los seres humamos ese núcleo de bondad, de solidaridad y compasión hacia nuestros semejantes que, según Maturana, es consustancial a nuestra condición humana.
Querido Miguel Ángel!
La inhumanidad que vemos y palpamos roza casi el misterio; nuestra naturaleza es dependiente de la cooperación, el amor.,.y también vivimos el horror. En casa hemos cruzado ya el umbral del sufrimiento por eso nuestro único mecanismo de defensa por impotencia es bajar la intensidad y visualización de los telediarios.
No queremos ni imaginar la espiral de odio que engendra este genocidio en los niños y niñas supervivientes.
Agradecemos la denuncia y tu valentía al hacerlo pero esta situación nos colapsa y nos deja sin palabras. Esperemos que pronto esta matanza termine porque ya ni siquiera se puede llamar guerra.
Fortísimos abrazos.
Que pases unos días bonicos en familia.
Os queremos!
Querida familia almeriense:
Cuando escucho la canción Noche de luz, noche de paz… no puedo por menos que recordar la terrible situación de los pueblos en guerra.
No aprendemos. Avanzamos en tecnología de manera asombrosa, pero no progresamos en la convivencia.
¿Cuántas guerras se han producido en nuestra historia? Creo han sido incesantes.¿Y qué han producido? Solo horrores.
Mi fallecido amigo Jesús Jares fue un abanderado de la educación para la paz. Alguna vez me encuentro con uno de sus libros dedicados y me pregunto por la eficacia de todos los esfuerzos de quienes luchan como él la paz mundial.
No es estéril la educación para la paz. Sin ella la situación sería mucho peor que la que tenemos.
Que tengáis unos hermosos días de familia y que el año 2024 nos ha haga el regalo de algunos encuentros.
Un abrazo norme y mi renovada gratitud.
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Querido Miguel Ángel:
En todo lo que has escrito, a mi modo de ver, tienes más razón que un santo.
Las guerras es la deshumanización del ser humano. Cuánto dolor, vidas truncadas, cambiadas para siempre por heridas terribles, amputaciones, soledad para tantos niños que han perdido a sus padres. Es curioso, decimos que Dios es amor y Netanyahu hace un genocidio porque, según él, y los que le apoyan, Dios les dio a ellos esa tierra. Todos los demás sobran.
En mi vida, aunque odio las guerras, sé que de aquí me iré viendo cada vez más conflictos. Creo que la única especie que no se protege a si misma es la humana.
Lo normal, lo bueno es que se celebren estos días festivos con luces y alegría. Eso me gustaría que fuera universal, pero…, ya se sabe hay que dar salida a la gran indústria armamentística. Que horror!!!
Deseo a todos felices fiestas, a pesar de que para muchos sean horribles fiestas.
Un gran abrazo Miguel Ángel y gracias por este contundente artículo.
Querido Joaquín:
Gracias por hacerte presente en el blog con este contundente y lúcido comentario.
Tendremos que preguntarnos por qué repiten los conflictos armados.
Tú apuntas a un fenómeno que no se puede desdeñar: la industria armamentística, el negocio de las armas.
Pero creo que, donde más hincapié hay que hacer, es en la toma de decisiones de los poderosos y en las causas de los conflictos.
La ONU debería tener una mayor capacidad de intervención.
Y los ciudadanos y ciudadanas debemos manifestarnos en defensa de la paz.
Por otra parte, creo que la educación para la paz pondrá los cimientos de un mundo sin estas crisis cargadas de horror.
Que tengáis una feliz Navidad y que 2024 está lleno de ilusiones cumplidas.
Un gran abrazo.
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Hola Miguel Ángel.
¿Contra las guerras qué hacemos? ¿Otras guerras? ¿Contra los gobernantes que hacen la guerra cómo los sometemos? ¿Con el voto? ¿A Putin lo van a echar los rusos con el voto? ¿Votarán los americanos a Trump en las próximas elecciones presidenciales? Y en Israel ¿Quién será la alternativa a Netanyahu? ¿Será otro líder menos cruel? ¿Y en el resto de países que no ocupan el foco de la actualidad? ¿Quién pondrá hacer los cambios oportunos para solucionar sus problemas? ¿Difícil, verdad? Trataremos de poner nuestro granito de arena mediante la solidaridad, intentaremos votar a gobernantes que favorezcan la paz…
Pero querido Miguel Ángel, también tendremos que mirar dentro y tratar de ayudar a los que están más cerca, porque sigo viendo gente durmiendo en portales cubiertos con cartones y tapados con mantas… Para estas personas la cena de Navidad la harán a las cinco de la tarde, tras hacer cola en un comedor social… ¡Mucha injusticia! Efectivamente… Pero a ver quién “le pone el cascabel al gato”…
A pesar de todo, reitero mis mejores deseos en estas fiestas para ti, y para los que entran en esta ventana semanal. Y que la paz y felicitad de la que disfrutamos nos dure porque nadie estamos libre de pecado (por la patria y por la justicia en este país hubo una guerra no hace tanto).
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Problemas tan complejos no tienen soluciones simples.
Tú apuntas a una de las cuestiones fundamentales para acabar con las guerras: elegir a personas y partidos cuyos idearios estén más alejados de posiciones propicias a la violencia. No son iguales unos líderes a otros.
En segundo lugar, hay que formar a esos votantes que van a elegir a los líderes.
También veo necesaria la existencia de organismo internacionales que puedan no solo mediar sino decidir en la solución de conflictos.
Una vez desencadenado un conflicto hay que manifestarse contra la guerra.
Te deseo (a ti y a tu familia) unas felices fiestas de Navidad y un año 2024 lleno de ilusiones cumplidas.
Un gran abrazo y gracias por tu interesante comentario
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Estimado Miguel Ángel:
Muy buenos días, por acá desde Chile.
Al leer tu relato que a medida que uno lo lee no puede dejar de estremecerse, no por la descripción sino que por qué es verdad, es realidad, está pasando en este minuto, en este momento, a cada rato, en cada instante.
La crueldad de una guerra no tiene explicación y menos justificación, agregó eso sí, estar atentos, tener cuidado, que hay un sinnúmero de otras guerras silenciosas, asolapadas, durísimas y tan cruel como las que hoy se viven en Gaza y Ucrania.
Me refiero a la guerra desatada en el convivir a diario, en las distintas orbes, Chile Argentina por nombrar algunas locales. Guerra de odiosidades, guerra de ideologías, que permite cohabitar estos dos mundos tan desiguales: uno con una Navidad llena de luces, adornos, regalos caros, comida de lujo, ropa nueva y actividad social centrada en las máscaras que traemos, que usamos, para demostrar a los otros lo bien que nos vá. Por otro lado, esos hogares donde es un día más, donde la alegría puede estar en algún acto de caridad de un buen samaritano que se quiere hacer cargo por algunos momentos, de la miseria del otro (un otro válido, cómo decía Humberto Maturana), de llevarles un trozo de cualquier cosa que sea distinta al pan duro, a la taza de té que son su alimento los 365 días del año.
Estos 2 mundos son consecuencia de la guerra por discriminar, establecer desigualdades de clase, crear mundos para gente de primera y gente de segunda.
Existen aviones con primera clase, y clase turismo. Existen salones VIP y comunes, existen tarjetas Gold y comunes.
En fin yo creo que ahí está el inicio de todas las guerras.
Acá hemos escuchado el discurso terrorífico desde que asumió el Presidente Boric, que seremos igual que Venezuela, que llegó el comunismo, que se viene la miseria, hemos tenido una inflación superior a las de los últimos años, pero absolutamente dentro de parámetros controlables (10 a 12 %), sin embargo la revista inglesa The Economist, acaba de sacar un artículo con el ranking de las economías más estables del mundo y Chile figura en 7° lugar, muy a pesar de la fuga de capitales, de la sucia guerra desatada con el propósito de la votación para validar la constitución del dictador Pinochet. (ganó el En Contra por más de 10%), Entonces ahora a esperar que artillería usarán para acabar a este enemigo que trae nuevas ideas donde propone que la salud es un derecho, la educación es un derecho, las pensiones justas son un derecho, etc etc.
Esta es la guerra a diario que también vivimos, que genera violencia, que hace que hermanos de una misma nación se ataquen físicamente, incluso con la muerte.
Para mí la Navidad es recuerdos, es un árbol pino de verdad, no plástico, adornado con algodón ampolletas pintadas, adornos confeccionados por nosotros, una chimenea que usábamos para recrear un pesebre con paja de verdad, acostarnos temprano para esperar el día 25, que estábamos seguros que si o si, el viejito pascuero también se acordaría de nosotros, los 8 hermanos y más de algún presente sería depositado en los pies de este árbol (desde los 10 años me tocó a mí hacer de ese viejito pascuero, mi madre me daba las indicaciones y algo de dinero, el cual debía alcanzar para adquirir en una feria local, esos juguetes de madera muy simples pero tan significativos para mis hermanos. Compartiendo un trozo de pan de pascua, un vaso de chocolate caliente y listo, que felices eramos.
Había menos guerra, o tal vez no éramos conscientes de ella, hoy hasta los juegos de entretención son una invitación a dividir entre amigos y enemigos, en saber ganar el juego matando a todos los enemigos.
Donde nos perdimos como sociedad, no tengo la respuesta, pero intento por lo menos acabar con mi pensamiento, con mi vocabulario, con mi lenguaje emocional, generando un clima que invite a la paz, con las diferencia s del saber que somos seres únicos e irrepetibles, pero que debiéramos coexistir en un clima de AMOR y no de odio.
Te deseo de todo corazón una muy feliz navidad junto a los tuyos, compartiendo una taza de algo pero sobretodo, en un clima de AMOR
Te saluda cordialmente.
Enrique Pérez H.
Querido Enrique:
Suscribo tus palabras. Además de las guerras con armamento hay otras guerras sin armas físicas: desigualdades, injusticias, atropellos, dominación, ODIO…
Estos días nos debieran ayudar a reflexionar y a pensar en los otros seres humanos como personas con la máxima dignidad y los mismos derechos.
En definitiva, tenemos que sentirnos comprometidos en la construcción de un mundo más justo, más habitable, más hermoso,
Tenemos que enfocar la educación como un proceso que nos haga capaces de pensar y de convivir. Es decir, que vaya encaminada a preparar personas solidarias, compasivas y justas.
Te deseo, a ti y a tu familia, unas fechas felices y un año 2024 en el que se hagan realidad todas tus ilusiones.
Hago votos por el fin de la guerra y por la mejora de la convivencia entre todos los seres humanos.
MÁS
Querido Maestro;
Con este artículo me ha impresionado tanto, que se me atragantan las palabras.
Después de tanto horror, de tantas guerras, de tanto odio e incompresion, aún sigo creyendo en la bondad de los seres humanos.
La masacre que se está cometiendo con los pequeños es algo increíble para una mente humana.
!No puedo soportar tantas injusticias!
Abordo estas fiestas con pena, por lo que está pasando con esas duras y atroces guerras.
No tengo en mis manos la soluciones a tanta aberración, pero en mi corazón permanecen la esperanza que pronto termine ese calvario.
Y que tras la deshumanización de algunos estados involucrados se encuentre algún acuerdo que acabe lo antes posible con esa maldita guerra.
?Pero quién nos va a arreglar las terribles secuelas que nos dejan?
En estos días de Navidad trato de no pensar mucho para así encontrar un hilo de amor que regalar.
Con todo el cariño de mi alma, deseo para todos una feliz Navidad 🎄.
!Qué está semana disfrutemos de amabilidad, afectos y mucha paz!
Muchos besos 💋😘
Querida Loly:
Ya sé que si todas las personas fueran como tú no solo no habría guerras sino que reinarían el amor. la solidaridad y la compasión.
Es terrible pensar que mientras cenamos tranquilamente miles de niños sufrirán este espanto.
Tenemos que pensar y actuar.
Hay que construir un mundo más habitable para TODOS Y PARA TODAS, especialmente para los niños y las niñas.
Que tengas hoy una feliz Nochebuena.
Y que el nuevo año está lleno de ilusiones cumplidas.-
Muchos besos.
Muchas gracias.
Muchas felicidades.
MÁS
Y seguimos como si nada pasara, como si no supiéramos, que después de tantos esfuerzos en seminarios de La Paz, a los que acudía el personal por aquello de los sexenios, pero que después no se notaba en ninguna actividad educativa, porque la Paz era otro objeto de consumo y no sujeto de renovación. Podemos pensar que estamos más que mediatizados y que aceptamos lo que nos echen. Dices verdad en qué educación está en boga. Educan los medios que omiten lo que le interesan a los poderes y los padres de la Patria cada vez dejan en evidencia el patriótico devenir y destruir la convivencia con supuestos que parecían que ya estaban superados.
Sabemos que reina el dinero y que el dinero se gasta en cantidades más que industriales en armamento que es el mayor negocio que conocemos. No nos dejan respirar por la paz, porque imperan los gestos de enfrentamiento. La triste OTAN ha servido para asediar al “enemigo” y justificar sus bases y ampliarlas hasta los bigotes de Rusia. Con Rusia no había nada que negociar, había que permitirle el asalto, como si Ucrania fuera un modelo de democracia y especialmente frente a Rusia. El abandono de Afganistán pro El Tío Sam, porque ya había conseguido establecer la “democracia” y el subsiguiente estallido en Ucrania. El reciente desapego con Ucrania y el subsiguiente conflicto con el terror de Hamas. Todo tan casual como sospechoso. No digamos nada de las Primaveras árabes. Incluso, una vez, por mosqueo, escribí: “Esperemos que Cataluña no sea una dudosa primavera”. Y por el sur, sin ir más lejos, el Sahara Español y mu español y Marruecos. Y todos los conflictos de África que desde Clinton y sin olvidar a Obama han tenido patente de corso.
Ya por no hablar de tantas series y películas que justifican la violencia, mientras que la educación tiende a ser elitista y provocadora y no de paz precisamente. Como decía Fidel Habib: “Quien tiene dos dedos de frente, no necesita enfrentamientos”, pero la paz y el mínimo respeto no se estila.
Perdona si me he pasado. Un abrazo.
Querido José María:
No.No te has pasado.Has dicho grandes verdades.
Y esos es de agradecer.
La industria armamentística impulsa las guerras y se beneficia de ellas. Ese dinero podría destinarse a salud y a educación.
Cuando la educación para la paz dé los frutos que tiene que dar, sobrarán las armas. Entonces triunfará la palabra.
Cuesta creer que mientras cantamos villancicos se están recrudeciendo guerras en muchos puntos del planeta.
Gracias por compartir ideas tan importantes.
Un gran abrazo, querido amigo, en este día de Navidad.
MÁS
Se ha desvirtuado el espíritu de la Navidad, ya que ha quedado convertida en una fiesta consumista. Comidas, luces, regalos…
Buen momento sería la Navidad para pensar en las personas necesitadas. Y quién más necesitado que quien está expuesto a la muerte cada día…
Las guerras son incompatibles con la Navidad, por eso agradezco tanto este artículo
Querida Marta:
No sé cómo se puede soportar que día tras día se mantenga una guerra ante la mirada pasiva del mundo…
Y me he referido principalmente a los niños y a las niñas como víctimas de la guerra. Porque ellos y ellas son plenamente inocentes, plenamente ajenos al odio quelas genera y las mantiene…
Resulta incomprensible que en pleno siglo XXI se conciba la guerra como la solución a un conflicto.
¿Avanzamos o retrocedemos como especie?
Gracias por escribir.
Felicidades en este día de Navidad.
MÁS
Mientras celebramos las fiestas navideñas siguen los bombardeos. Parece increíble que estamos en el mismo planeta y en la misma época.
¿Cómo se puede admitir esta barbarie? ¿Cómo es posible que los organismos internacionales, entre ellos la ONU, no se manifiestan de forma eficaz para que se produzca el alto el fuego?
¿Por qué no se produce una rebelión de todos los pueblos contra los políticos que toman estas decisiones?
Querida María:
Qué fácilmente nos olvidamos de los que sufren.
Y me he referido especialmente a los niños y a las niñas que sufren los horrores de la guerra y, también de aquellos que han perdido a toda su familia.
La Navidad es un época de excesos de quienes tienen paz y dinero y de penuria para los pobres y los que están inmersos en una guerra.
¿Por qué los pueblos eligen a líderes capaces de llevarlos a la guerra?
Besos, gracias y feliz Navidad.
MÁS
No hay derecho a que niños y niñas inocentes sufran, mueran o se queden marcados de por vida.
El daño causado será irreparable, ¿Quién devuelve l vida, quién devuelve la salud psicológica a esos niños y niñas?
No me explico cómo pueden dormir quienes deciden que se desencadene una guerra.
Y el mundo mira asombrado lo que pasa, pero sin hacer nada.
Querida Marta:
Suscribo plenamente tu comentario. Es corto en extensión y profundo en contenido.
Cuántas vidas destruidas en una guerra. Y me estremece que las víctimas sean niños. ¿Quién se puede atribuir el derecho a mutilarlos, matarlos o dejar sus vidas marcadas par siempre?
Y, como dices, ¿cómo podemos contemplar esa devastación sin inmutarnos?
Hay que prevenir lar guerras y, cuando se desedencadenan hay que pararlas.
Besos, gracias y feliz año 0.
MÁS
Maldita guerra.
Solo genera dolor, muerte y odio.
Y, sobre todo, mantiene en el mundo la idea de que la guerra es la forma de solucionar conflictos.
Querido Mario:
Tres ideas fundamentales que suscribo plenamente.
Tenemos que maldecir la guerra no silo con palabras sino con hechos.
Hay que parar todas las guerras.
Y, lo que es prioritario, hay que prevenirlas con la educación.
Un abrazo.
MÁS
Aquella locución latina SI VIS PACEM PARA BELLUM es un error garrafal. Si quieres la paz no tienes que prepararte para le guerra sino para la paz. Hay que preparar la paz no fabricando armas sino haciendo desaparecer las armas.
El negocio de ls armas es inmoral. La venta de armas es inmoral.
Estimado José Antonio:
Estoy de acuerdo en que ese lema está en la base del error. La fabricación armamentística es una estrategia que fevorece y genera las guerras. Es un negocio muy lucrativo.
Alguna vez he pensado que todos los Ministerios de la guerra se llaman Ministerios de Defensa. Si todos son de Defensa y nadie ataca, ¿para qué existen? Al menos uno debería llamarse Ministerio de Ataque, por turno.
Hay que invertir en educación más que en defensa. Esa es la clave.
Un gran abrazo.
Gracias por escribir.
Feliz Año Nuevo.
MÁS
Querido maestro:
La reflexión que nos hace es dolorosa porque mientras compartimos la cena con nuestra familia muchos compartieron el dolor, el sufrimiento y la tristeza por todos los sucesos a falta de amor y paz.
Navidad celebra el nacimiento de Jesús y deseo que cumpla su propósito en las personas que creen por fe que es el hijo de Dios para que ese amor sea tan genuino que haga eco en el amor al prójimo, de lo contrario seria un festejo sin sentido.
Siga escribiendo
Lily
Querida Lily:
Es curioso. Has escrito este comentario sobre la Navidad el día de Jueves Santo. Otra ocasión para pensar en lo que dices. En mi ciudad hay procesiones increíbles.
Y dice Gabriela Mistral:
(…)
Pero la imagen de Cristo
No la busque en los museos.
No la busque en las estatuas.
En los altares y templos.
Ni siga en las procesiones
Los pasos del Nazareno,
No la busque de madera,
De bronce, de piedra o yeso.
¡Mejor busque entre los pobres
Su imagen de carne y hueso.
Un fuerte abrazo.
Cuídate.
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