Es probable que algún lector haya tenido que ir al diccionario para conocer el significado de la palabra opsímata. Y es probable que no la haya encontrado. El corrector automático me la subraya en rojo, pero sé que no es preciso eliminarla porque es una palabra de la lengua española que significa “persona que aprende tarde en la vida”. La palabra procede directamente del griego, combinando las raíces ops-, ‘tardío’, y manth-, relacionado con el aprendizaje.
He encontrado la palabra en la octava edición de una deliciosa novela del escritor británico Alan Bennett, titulada “Una lectora poco común”. Un lúdico ejercicio de especulación sobre lo que hubiera sucedido si la reina Isabel II se hubiera puesto a leer libros de forma compulsiva en los últimos años de su vida. La primera edición española es del año 2008. Lo leí entonces. Ahora, con la reina desaparecida, he querido reavivar el recuerdo de una grata lectura.
De este modo se hace referencia en la obra a la palabra opsímata en la página 51 de la octava edición.
“ – ¿Sabes que te dije que tú eras mi amanuense? Pues he descubierto lo que soy yo. Soy una opsímata, le dice la reina a Norman, su asesor literario.
Con el diccionario siempre a mano, Norman leyó en voz alta.
– Opsímata: persona que aprende tarde en la vida”.
La historia arranca de un encuentro casual de la reina un buen día en el que el vehículo de la biblioteca móvil del Ayuntamiento aparca cerca de las puertas de las cocinas del palacio. De no ser así, no habría conocido a Norman, el joven y pelirrojo pinche de cocina que estaba leyendo en la biblioteca ambulante un libro de Cecil Beaton y que habría de convertirse en un guía literario indispensable.
La pasión por la lectura condiciona la vida posterior de la reina que ahora saluda con la mano desde su carroza mientras sus ojos siguen clavados en la lectura de un libro.
Es llamativo comprobar cómo la lectura cambia toda la vida de una persona, en este caso de una persona poco común, como es una reina. Dice Bennett: “Ponía la primera piedra con menos brío que antes y los pocos barcos que había que botar los mandaba hacia el agua sin más ceremonia que un barquito de juguete en un estanque, pues su libro la esperaba”.
También tenía efecto la obsesión por la lectura en sus relaciones familiares. Dice Bennett textualmente: “Dejaba más libres a sus familiares, apenas los atosigaba y ellos vivían, en general, más tranquilos. ¡Vivan los libros!, pensaban, salvo cuando tenían que leerlos o cuando la abuela insistía en hablar de ellos”.
La afición a la lectura se convierte en el eje vital de la anciana. Descubre en los libros lo que la vida no le puede ofrecer: “Le gustaba leer más que ninguna otra cosa y devoraba libros a una velocidad pasmosa”. La edad tardía en la que ha empezado a interesarse por la lectura le hace pensar que ha perdido mucho tiempo y esa sensación potencia y profundiza su interés por los libros.
Así lo expresa el autor: “Había otras aflicciones, además de la conciencia que nunca la abandonaba de cuánto tiempo había perdido. De haber empezado a leer veinte años antes habría podido conocer a todos aquellos autores famosos que no había conocido o, aun peor, a los que había conocido y no había tenido nada que decir».
La reina convoca en palacio a famosos escritores con quienes dialoga amigablemente, interesándose por sus costumbres y por sus temas preferidos. “Un escritor escocés se reveló particularmente terrible. A la pregunta de dónde venía la inspiración dijo brutalmente: No viene, Majestad, hay que salir a buscarla”.
La obra hace referencia, de forma ingeniosa a la ignorancia del premier británico y de otros políticos que quedan en evidencia cuando la reina les pide opinión sobre autores que conoce bien y a los que admira profundamente. Comprueba, de forma fácil e inequívoca, que no leen nada. Incluso, que desprecian la lectura para poder entregarse febrilmente a los asuntos urgentes del gobierno. Ella, sin embargo, considera que la lectura es la tarea más importante y apasionante. Y también la más seria, como puede comprobarse en este párrafo: “Para ella no existía nada más serio, y sentía respecto a la lectura lo mismo que algunos escritores sienten respecto a la escritura: que era imposible prescindir de ella y que en aquella etapa tardía de su vida ella había sido elegida para leer del mismo modo que otros lo habían sido para escribir”.
Quien se apasiona por la lectura, quiere y hace lo posible para que otros tengan la misma fortuna. En este sentido, Alan Bennett nos muestra cómo esa lectora tan poco común, no perdía ocasión de instar a la lectura: “Al visitar una escuela primaria en Norfolk se sentó en un pupitre y leyó un cuento del elefante Babar a los niños. Al tomar la palabra en un banquete municipal, obsequió a los asistentes con un poema de Betjeman, desviaciones del programa que encantaron a todos”. En cierta ocasión le pide al arzobispo de Canterbury hacer la lectura de los textos sagrados en los oficios religiosos de la Catedral.
Al premier le entrega uno o dos libros después de la entrevista semanal. En la siguiente le pregunta qué le han parecido. Pero, aunque le dijera que muy interesantes, tenía la seguridad de que no los había leído. Ella decía que “las decisiones embotan la mente”. En cierta ocasión le dijo al premier que su experiencia con los primeros ministros era que preferían que otros leyeran por ellos.
Es el ejercicio de la lectura lo que nos lleva a seguir leyendo. Me gusta mucho la metáfora que utiliza Bennett: “Y se le ocurrió la idea (que anotó al día siguiente) de que leer era, entre otras cosas , un músculo que ella, al parecer, había desarrollado”.
Esta es la hermosa historia de una conversión, que está salpicada de interesantes reflexiones, de iniciativas sorprendentes y de descubrimientos asombrosos. Esta apasionada lectora, nada común, se despierta, enciende la luz y escribe: “No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos”.
Antes de apasionarse por la lectura, cuando le presentaban cada mañana el libro de sus compromisos sentía interés y curiosidad. Era su deber. Y disfrutaba de las actividades más diversas: una inauguración, una entrega de premios, una primera piedra, una cena conmemorativa, la recepción semanal del primer ministro. Ahora no. Todo aquello se había convertido en un fastidio.
Existe una interesante evolución en esta historia. Es el paso que se produce, casi de forma imperceptible, del amor a la lectura al amor por la escritura. Ya al final del libro dice el autor: “Descubrió, sin embargo, que cuando había escrito algo, aunque solo fuese una anotación en su libreta, estaba tan feliz como lo era antaño leyendo y otra vez cayó en la cuenta de que no quería ser una simple lectora. Un lector era casi lo mismo que un espectador, mientras que, cuando escribía, actuaba, y actuar era su deber”.
Remacha esta idea en las últimas páginas. En una conversación con el premier dice: “Como algunos quizás sepan, en los últimos años me he convertido en una voraz lectora. Los libros han enriquecido mi vida de una forma que nunca habría esperado. Pero los libros no lo son todo y creo que es hora de pasar de lectora a escritora, o al menos de intentarlo”.
El autor sitúa la frase anterior en el ochenta cumpleaños de la reina, una edad en la que las cosas no suceden, se repiten; una edad en la que podemos morirnos sin que nadie se sorprenda.
La novela muestra de forma emocionante cómo la pasión por la lectura puede cambiar el sentido de la vida. No diré cómo acaba la novela. Ha sido un placer compartir algunas ideas interesantes de este libro de solo 119 páginas, pero no me puedo permitirme decir cuál es su desenlace. No debo robarle ese derecho al lector. Solo diré que es un final ingenioso y sugerente.
Este artículo es una invitación a la lectura. Una invitación a quienes están en una edad temprana para que, a tiempo, adquieran esta afición salvadora. Y tamba quienes tienen una edad provecta, para que comprendan que nunca es tarde si la dicha es buena. Por una parte quiero decir que es mejor no ser un opsímata, pero por otra me importa mucho decir que es magnífico ser un buen opsímata. Cualquier edad es buena para aficionarse a la lectura, pero es mejor no perder el tiempo. Leer es vivir y vivir es leer. Cuánto se pierde quien no lee Nos lo demuestra de forma amable y palmaria esta lectora poco común.
Muy buenas Miguel Ángel!
Lo primero, queremos felicitarte por tu nuevo libro que deseamos leer y compartir pronto.
Coincidimos que este es una preciosidad de artículo que nos invita a leer de una manera que tu prosa se convierte en poesía. Felicidades y Gracias.
Efectivamente se lee poco incluso entre los docentes prácticamente no se lee.
Para mí leer hoy es un auténtico Acto subversivo! Contracorriente y provocador.
Dicen que puede ser más adictivo que el sexo o que las drogas o que un drogadicto haciendo sexo….Nos unimos a tu invitación a leer y a fomentar la lectura. Gracias por la recomendación del libro de hoy, ni idea de su existencia. Estas semanas en la Tertulia pedagógica estamos leyendo una preciosidad de libro de Bell Hooks » Enseñar el pensamiento crítico» de fácil y profunda lectura. Recomendable.
Un placer leerte y dialogarte en familia aunque es mucho más placer dialogarnos un buen vino contigo.
Abrazos y besos 4×3
Querido Miguel, querida Gma, queridos tertulianos:
Hace tiempo publiqué en esta sección un artículo titulado ¿Qué sería de mi sin la lectura? Y ogro titulado «Si no leo, me aburro». Y es verdad.
Me gusta mucho bell hoocks (ella lo escribe siempre con minúsculas). Es probable que recordéis Enseñar a transgredir.
Lo quemas me preocupa es la desafección de los jóvenes por la lectura. Y concretamente, me preocupa Carla, que era una lectora magnífica y ahora lee solo aquello que obligan a leer en el Colegio.Un año leyó 50 libros. En otra etapa, claro. Otra etapa sin móviles.Y creo que el principal impedimento es el dichosomóvil, con todas las ataduras que genera. La lectura es una actividad reposada y veo que hasta escucha los audios a una velocidad casi ininteligible. Tienen prisa para todo, están pendientes de Instagram, de los chats y de los tik toks… Ella me ve leyendo a todas horas, pero es superior esa otra adicción. Espero que un buen libro la haga cambiar. O la madurez que tendrá que llegar.
Pues tenemos que propiciar otro encuentro.
Feliz Semana Santa.
Un gran abrazo que llegue desde Málaga a Almería.
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Querido Miguel Ángel:
Excelente canto sobre la lectura. Yo sé que has descrito tu gran afición: la lectura constante, unida a la segunda: la escritura y rematada por la tercera: el conferenciante, pues el pozo que se alimenta de una vena de agua le es imposible mantenerla dentro, tiene que rebosar.
Todo libro nos enseña cosas, hasta el más pobre. La lectura es una actividad que cuando mejor se puede ejercer es en la jubilación, siempre que acompañe una buena vista, con lo que se cumple lo de la actividad opsímata.
Estos días de vacaciones también son excelentes para practicarla, los que no han llegado a la jubilación.
Un gran abrazo Miguel Ángel, y felices días a todos en la grata compañía de un libro y…
Querido Joaquín:
Sé que a ti también te gusta leer. Y que disfrutas haciéndolo.
Cuántas horas llena felizmente la lectura.
Y cuántos libros vamos a dejar sin leer. Por eso es bueno saber elegir.
Por ley de vida sé que no me quedan todos los años que quisiera para seguir leyendo y disfrutando de la lectura.
Y es curioso. No me puedo despegar del objeto físico.
Mi compañero y amigo Angel Pérez solo lee a través desordenado y del e-book.
Sé que es un ahorro de dinero y de espacio, pro qué quieres que te diga, a mí me gusta pasar las páginas.
Feliz Semana Santa.
Un gran abrazo de jubilado a jubilado.
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Querido Maestro:
Que interesante el tema que promociona hoy, el amor por la lectura.
Le voy a contar una anécdota de mi nieto Mario, que es un niño con altas capacidades y que manifiesta un gran desarrollo y fluidez lectora.
Ayer estuvieron aquí en la casa y yo aprovecho cualquier momento para ponerle a su disposición cualquier cuento.
Traía un cuento de gatitos en sus manos.
Le dije Mario vamos a ver de que va el cuento éste.
Acordamos de yo leer una página y el otra.
!Me quedé impresionada!
Tiene 4 años.
!Cada vez lo hace mejor!
Empezó a leer con una fluidez verbal impresionante.
Con el tono adecuado, los espacios en las comas y los puntos. Una voz cálida que te lleva a otros confines debla tierra.
!No se si es amor de abuela!
Pero no le exagero, aunque soy andaluza.
¿De donde le sale a este niño esa alta capacidad de expresión verbal?
Seguro que este niño me hará aficionada y enamorada de la lectura. !Leer es saber!
Nos tiene a toda la familia ensimismada y alerta porque cada día nos sorprende con una cosa nueva.
Le hemos regalado a el y al hermano una colección de audio cuentos que les flipan.
Es muy hermoso ver como con tan temprana edad son amantes de los libros.
Seguro que me enseñarán a amarlos como ellos dicen, hasta el infinito y más.
Ya sin más me despido con cordial abrazo para todos.
!Que tengáis una semana santa, llena de encuentros, sueños cumplidos y mucho amor en vuestros corazones!
Muchos besos.
Querida Loly:
Es emocionante ver a un niño (y más a un nieto).
Algún día. te contaré lo que hacía un abuelo chileno con sus nietos cuando empezaban a leer. Algo te adelanto: llenaba una botella de monedas de un peso. Y luego les enviaba un mapa y, mediante tarjetas que tenían que leer, ññegaban a descubrir el tesoro escondido.Era un modo de decirles que la lectura les permitía encontrar tesoros.
Que aprovechen estos años en los que todavía están lejos los móviles.
Es hermoso verles disfrutar y disfrutar con ellos.
Espero que tu vista esté ya perfecta.
Besos y gracias por compartir la historia de tu querido nieto.
Feliz semana, como tú nos deseas.
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Buenas tardes a todo el mundo,
Interesante tema. Siempre he creído que la formación del individuo ha de ser en su mayor parte autodidacta. Y la que lectura continua de todo lo que caiga en sus manos, es la más importante asignatura para la vida. Cuando hay profesor por en medio, la formación a percibir por el alumno le llega viciada por la buena o mala formación de aquél. Y si no por buena o mala, por política, por gustos del profesor, por corrientes que prefiere el profesor y no sabemos si así lo quiere el alumno, o no.
Uno de mis títulos oficiales, cuando era joven, fue una licenciatura universitaria. La obtuve sin demasiada dificultad. Fui a clase algunas veces, y siempre, siempre, tuve la sensación de que el profesor decía lo mismo que el libro, solo que olvidando lo importante o enrevesando lo simple. Cuando me di cuenta de que el verdadero objetivo de ir a clases era ver y saludar a conocidos y a bonitas chicas (perdón Doña Irene Montero) que allí pululaban, dejé de asistir. Ese tiempo de clases siempre me fue infinitamente más fructífero si lo dedicaba yo solo delante del libro. Ya podrán ir tomando referencias de la importancia que doy al libro.
Actualmente, me ha pasado un poco como a Carla Santos. Más que a la reina de Inglaterra, me parezco, en aficiones, al rey Carlos III, que afirma que si no fuese rey sería granjero. Dice llevar él personalmente una finca ecológica de más de 300 hectáreas. He llegado al estado en que el libro no me aleja de los malos pensamientos tanto como el dolor muscular del trabajo físico en el campo. Mi cuerpo necesita sufrir esa fatiga física, además de que me es necesario para mi subsistencia y mis responsabilidades familiares. Sigo leyendo algo, más que nada economía y biología. Pienso que las ciencias, por contra a las novelas, dan más precisión y por lo tanto más control a mi estado emocional.
Como ya dije por aquí (perdón por repetirme, solo para quien no lo haya leído antes), nunca recomiendo libro alguno, una vez lo hice después de una acalorada discusión con un señor muy ignorante de lo que hablábamos, y le dije: – Debería Ud. leer un libro.
Con cara de entusiasmo me dice: – ¿Qué libro?
Le dije: – Cualquiera le irá bien.
Intentó pegarme.
Aún con lo dicho, quizá dejé de lado la lectura de novelas, no lo sé con seguridad, porque leí la obra entera de Willian Faulkner, y cuando llegué a “Absalom, absalom”, quedé tan maravillado que intuí que nunca encontraría una novela que la superase. Así sigue siendo hasta hoy. La he leído unas seis o siete veces, he hecho más páginas de anotaciones que páginas tiene la novela, aún sigo aprendiendo de ella. Me tiene ensimismado. Esto no quiere decir que augure igual éxito para quien lo intente.
Leo, pero, no tengo el vicio, ya me gustaría. La escritura, de momento me ayuda a ordenar, me gustaría aprender un poco de ella.
Que tengan buena tarde/noche.
Estimado Don Quintiliano:
Jean Piaget dijo que todo lo que se le enseña a un niño se le impide inventarlo o descubrirlo por sí mismo. Yo he dicho alguna vez que los profesores somos como vendedores de agua ala orilla y de espaldas a un río. El día que los alumnos descubran el río estamos perdidos. Pero, claro, mi concepción del profesor no ese que repite lo que está en los libros (casi siempre peor dicho). Creo que su papel es otro.
De forma un tanto exagerada he dicho alguna vez que la enseñanza universitaria es un proceso mediante el cual lo que está escrito en los papeles de los profesores pasa a los papeles de los alumnos sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos. Ese proceso no solo es estéril. Es, sobre todo, aburrido e insoportable.
Creo que el papel es otro.
No me extraña tu devoción por Faulkner. Baste decir que García Márquez le consideraba su maestro. Aunque si tuviera que aconsejar a un alumno que empezase a leer al gran novelista, no le diría que empezase por «Absalón, Absalón» sino por los Invictos…
Recordaba con precisión la anécdota de tu consejo al interlocutor discrepante. Lo de «cualquiera le vendría bien» es formidable. Es una anécdota que no se olbida fácilmente.
Conozco algunos escritores que se sienten también horticultores. Me dijo el filósofo José Antonio Marina que estaba cultivando un repollo que tenía efectos medicinales y que no sabía si comercializarlo en las verdulerías o en las farmacias.
Sé que lees y que has leído mucho. No se puede escribir así sin leer. Recuerdo aquel pensamiento de Manuel Alcántara: Cuando alguien nos dice que no lee, bien podría ahorrarse la confidencia.
Un cordial saludo Y gracias por la lectura y el comentario.
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PD: Y a ver si llueve.
Me contaron de un párroco al que le pidieron los feligreses salir en procesión para pedir la lluvia. Abrió la ventana de la sacristía y les dijo:
Si queréis salir, salimos, pero advierto que el tiempo no está para lluvia.
Ni idea de esa palabra. No la había oído nunca en mi vida. Y, en efecto, fui al diccionario y no aparecía. En el buscador de internet sí la encontré.
Creo que siempre somos optímatas porque siempre podemos aprender cosas que podríamos haber aprendido antes.
Lo más importante del artículo es que la lectura te condiciona de forma positiva toda la vida.
Yo también tengo hijos adolescentes y no les gusta nada leer. No sé cómo puedo despertar en ellos la atención.
Querida Raquel:
Ya ves lo que es dominar un idioma. Hay palabras de nuestro idioma que no conoceremos nunca. Y después viene una academia y te anuncia: APRENDE INGLÉS EN QUINCE DÍAS.
¿En quince días?
El deseo de aprender nos tiene que acompañar siempre. Siempre es hora de aprender.
no es fácil persuadir a un adolescente de que la lectura es una actividad placentera. En primer lugar tendrían que saber que que el móvil tiene que usarse con unos límites que él mismo tiene que imponerse. En segundo lugar tendría que que leer algún libro que le guste.
Gracias por escribir.
Besos.
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Supongo que al ser una novela esta historia es una ficción.
He leído otros libros sobre la reina Isabel II. Me refiero a novelas en las que su personaje resuelve crímenes.
Es muy ingeniosa la idea Bennett para mostrar de forma entretenida y sugerente cómo la lectura puede cambiar la vida de una persona.
Querida Marta:
Claro, no es una historia real. Es una novela.
Conozco algunos título de la serie que convierte a la reina en una sagaz detective.
A mí me ha divertido la novela porque ensalza de una manera muy eficaz la importancia de la lectura en la vida de una persona.
Alan Bennett es un buen y veterano escritor.
Besos y gracias.
MÁS
Una buena novela para invitar a la lectura.
Ingeniosa, contundente y de fácil lectura. La leí hace tiempo y guardo un buen recuerdo de ella. Me pareció ingeniosa y a la vez instructiva.
No deja muy bien a los políticos a quienes presenta como personas muy metidas en las decisiones perentorias del gobierno, pero sin dedicar un tiempo a la reflexión y a l lectura.
Como dice el autor, prefieren que alguien lea por ellos.
Gracias por las reflexiones que suscita el artículo.
Querida María:
Sí, es una novela corta y sencilla pero muy sugerente, a mi juicio.
He visto muchas invitaciones a la lectura, pero pocas tan originales como esta.
El hecho de que ya haya fallecido la reina Isabel II me levó a releer la novela porque tenía un agradable recuerdo sobre ella.
También me movió a la relectura la buena pluma de Alan Bennett.
Hay que leer.
Gracias por haberme leído y haberte decidido a enviar un comentario.
MÁS
Qué importante es la lectura.
Creo que no se lee mucho. Me preocupa que entre los jóvenes no exista mucha afición a la lectura.
Parece que quieren ser optímatas.
Lo cierto es que están perdiendo mucho tiempo.
Es muy importante que tanto los padres como los profesores intentemos crear esa afición.
Y lo primero que tenemos que hacer para ello es predicar con el ejemplo.
Estimado Mario:
Pues sí, porque si los profesores y los padres no leemos, está todo perdido.También es cierto que por el hecho de que nosotros seamos buenos lectores no se garantiza que nos vayan a imitar. No es tan sencillo.
Espero que el tiempo corre en contra porque todo lo que se ha podido leer, ya se ha perdido. Ese tiempo no se puede recuperar. Ojalá que descubramos este tesoro con tiempo por delante para disfrutarlo.
Ya veo que tú me has leído.
Muchas gracias gracias también por escribir. También de la escritura habla el libro en su parte final.
Un abrazo.
MAS
No conozco la novela ni he leído nada de Bennett, pero este artículo ha sido un buen aliciente para acercarme a su obra.
Eso me ha hecho pensar en las importantes y numerosas cosas que dejamos de leer.
Me ha hecho pensar también en la necesidad de tener criterios para elegir
Es verdad que perdemos mucho tiempo.
Todos somos opsímetas.
Querida Sandra:
Tu comentario me ha hecho pensar. Es verdad. Cuántos libros vamos a dejar sin leer por muchísimos años que vivamos.
Los criterios para seleccionar lo más importante o lo que más nos interese son fundamentales.
También está de por medio el tiempo disponible y el dinero que hace falta para comprar libros (aunque se pueda acudir a bibliotecas)
Hay que tener en cuenta que los clásicos estás siempre ahí pero, cada año van apareciendo más «clásicos».
Por eso agradezco tanto a quienes, teniendo tantas cosas que leer, hayáis elegido este artículo.
Besos.
MÁS
Sé que en este blog se hace una llamada a la lectura de vez en cuando.
Esta me parece muy original.
Tengo curiosidad por conocer el final de la novela al que calificas de sugerente.
Cuando leí el título me llamó mucho la atención porque no conocía el significado de la palabra opsímata.
Ya me imagino que la novela habla de muchas más cosas aunque, como dices, sea de corta extensión.
A mí me ha animado a leer.
Querida María Jesús:
Me alegro mucho de que el artículo te haya animado a leer.
Claro que la novela habla de muchas más cosas. Habla de muchos autores, habla de reuniones de autores en palacio.
Todos somos opsímatas, es decir todos aprendemos cosas que podríamos haber aprendido antes. Todos leemos libros que podríamos haber leído antes.
Sí, el final de la novela es sugerente e ingenioso.
Gracias por leer el artículo y por escribir.
Besos.
MÁS
Ya he leído la novela, Y me ha gustado. Sw lee casi de un tirón.
Coincido con la valoración que haces sobre el final.
Es corta pero muy jugosa.
Efectivamente me parece una invitación a apasionarse por la lectura porque se ve cómo cambia y mejora la vida.
Querida Marta:
Me alegro de que te haya gustado la novela de Alan Bennett.
La lectura cambia la vida de la reina, sus relaciones familiares, sus obligaciones reales, su forma de ver la vida y de vivirla.
La pasión por la lectura la hace más culta, la hace comprender y valorar la realidad de otra forma más inteligente.
Eso nos puede pasar a todos y a todas.
Besos y gracias por leer el artículo.
MÁS
Hola mi querido Maestro,
Muy interesante tema, al leer su artículo me asalta, nuevamente, la pregunta, por qué nos cuesta ser buen@s lector@s, y me respondo que, los factores que, sin duda, influyen, es que nuestro entorno más próximo no lee y esto influye mucho en la niñez, el segundo factor creo que tiene que ver con la escuela. Los profesores, generalmente, no permiten a los estudiantes elegir la lectura, sino que escriben por lo que dice el programa o por la que es de su gusto, conozco esos casos y muchas veces en ambos casos, lis temas no son de interés de los estudiantes. Recuerdo que uno de los libros que me invitó a seguir leyendo fue, la Metamorfosis, de Kafka, y seguramente fue por las preguntas y comentarios interesantes a los que nos llevó la profesora, luego en la Universidad, leí mucho a Shakespeare, me encantó, pero fue el profesor quien lo hizo interesante. Qué importantes son los padres y los profesor@s en ayudar a descubrir el gusto por la lectura.
Un abrazo lleno de afecto mi querido profesor.
Querida Marcela:
Ya veo que tú eres de las que leen. Enhorabuena.
Estoy de acuerdo en las causas que apuntas.Y apuntaré otra: la invasión de las redes sociales que absorben una enorme cantidad de tiempo y de atención.
Por otra parte el mundo lo llena todo de imágenes. La lectura es un proceso centrado en las palabras.
Hay más. vivimos inmersos en una cultura de prisa y de ruido.Y la lectura exige silencio y reposo.
Hace unos días vi a mi hija que escuchaba un audio de una amiga a una velocidad endiablada. Es decir, que se pierde el tiempo si se escucha la voz a una velocidad normal. ¿A dónde vamos con tanta prisa?
Besos y gracias.
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Hola mi estimado Dr. Santos Guerra.
Que interesante se me hace el libro del cual cita algunas partes. Debo confesarle que el primer libro que tuve en mis manos y que leí fue hasta segundo grado de bachillerato. Se lo prestaron a mi hermano y lo tenía que regresar al día siguiente y lo empecé a las 5 de la tarde y terminé a las 2 de la mañana. Fue ahí donde me atrapó la lectura. Nunca tuvimos en nuestra infancia libros para leer y no sabía que me podría apasionar tanto hasta que tuve uno en mis manos. Cuando entré a la universidad aproveché la enorme biblioteca para cultivar está pasión y conocí mundos, pensamientos, culturas e ideas diversas con la lectura. Que maravilloso mundo se esconde en cada libro. A través de la lectura he aprendido mucho y cuando inicié a trabajar como maestro de Educación Primaria, me encargué de que nunca faltarán libros en la biblioteca del aula. Les leía partes de libros a mis alumnos que luego ellos terminaban leyendo para saber el desenlace de las historias. Ahora trabajo en universidad y sigo con esa misma estrategia. Siempre les cuento a mis alumnos sobre lo que estoy leyendo y les pregunto sobre lo que leen. Considero que leer nos ayuda muchísimo en muchos aspectos de nuestra vida, toda vez que en los libros hay temas de todo tipo; psicología, educación, política, valores, fantasía etc etc. Algunos alumnos me dicen que nos les gusta leer y les digo que no es que no nos guste, simplemente no han encontrado el libro adecuado, invitando a que sigan buscando, hasta que encuentran uno que los atrapa y de ese se van a otro y a otro. Que importante es que como docentes ayudemos a fortalecer el hábito de la lectura, pero no lo podemos hacer nada más diciendo, tenemos que ser ejemplo para eso. Hace poco mi niño le preguntó a una psicóloga que si dónde había comprado la figura de Don Quijote y Sancho que tenía en su escritorio y la psicóloga sorprendida le dijo que si conocía la historia y mi niño de 11 años le dijo que sí, que ya había leído el libro. Desde muy pequeño he tratado de cultivar este noble hábito en mi niño, con el ejemplo y hasta ahorita va muy bien.
Un abrazo mi estimado MÁS.
Querido Misael:
Qué interesante historia la tuya. Ya veo que el primer libro que leíste te atrapó.
Y es cierto que sería estupendo que los niños y las niñas empezasen con libros que los atrapen. Eso pone en entredicho algunas parcela de la didáctica.
Comparto plenamente tu idea de que los adultos (padres y maestros) tenemos que dar ejemplo. No les importa tanto lo que decimos cuanto lo que hacemos.
Ofreces buenos ejemplos con tus alumnos y con tu hijo.
A disfrutar de la lectura.
Gracias por la lectura y por el interesante comentario.
Un abrazo.
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