No tengo ganas de hablar

21 May

Me llama mucho la atención el hecho de que algunas personas tengan un  deseo tan persistente  y eficaz de fastidiar al prójimo. Algunas veces ese fastidio provocado conlleva  un  perjuicio para el ofensor. Es igual. Lo que importa es molestar.

Unos buenos amigos de mi familia tenían un hijo llamando Alejandro. Todos le llamábamos Jandrín.  Algunos adultos le preguntaban con la zalamera ternura que se utiliza para hablar a los niños:

– ¿Cómo te llamas, guapo?

Él solía contestar  con gesto hosco y mirada insidiosa:

– No tengo ganas de hablar.

Su nombre era más corto que la respuesta que daba (una palabra por cinco), pero a él le gustaba que se quedasen con la intriga: pues no te lo voy a decir. Si es verdad que Jandrín no tiene ganas de hablar, debería pronunciar su nombre y seguir callado. O no decir nada. Pero de lo que en verdad tiene ganas es de incordiar.

La anécdota me sirve para reflexionar sobre esa actitud de algunas personas que consiste en tratar de manera antipática a los demás. Una actitud que tiene componentes de grosería, desprecio y sadismo.

Tuve un compañero de Departamento que era un especialista en repartir frases hirientes. Recuerdo que un día nos cruzamos en un pasillo y me dijo:

– Oye, ¿qué perfume utiliza tu mujer?

Le di el nombre del perfume y, ante mi interés por saber cuál era el motivo de su pregunta, me dijo:

  • Es para decirle a mi mujer que no lo compre.

¿Qué necesidad había  de dejar constancia de que no le gustaba el perfume (por cierto, era de la exquisita marca Samsara) de la mujer de un compañero?

Ganas de fastidiar. Recuerdo aquella consumada dureza en la crítica de un obra de teatro. “Ayer se estrenó la obra tal de tal autor. ¿Por qué?”. Esa pregunta resultaba demoledora. Qué ganas de hacer daño. La crítica  mordaz suele encerrar dos características: es ingeniosa y malintencionada.

Nunca he entendido esta actitud. Una actitud borde, antipática, innecesariamente despectiva y cruel. ¿Qué falta hace? Una actitud que responde a este lema: ¿Pudiendo causar una molestia, por qué voy a  evitarla?

Todos hemos conocido a personas que en lugar de atender amablemente con una sonrisa, responden con un mal gesto o una respuesta brusca. He visto discutir en una ventanilla a un funcionario durante media hora tratando de justificar que no tenía por qué dar una información que duraba dos minutos.

Hay quien practica el arte de hacer las cosas difíciles, de complicarle la vida a los demás. Hay profesores, por ejemplo, que disfrutan haciendo que su asignatura sea un obstáculo imposible de saltar. Mientras más dificultad creen, mejor. Mientras más suspensos pongan, mejor.

Hay jefes que disfrutan haciendo sentir a los súbditos la espuela de su autoridad. El termómetro del poder es el dolor que provocan en quienes consideran sus inferiores.

Hay médicos que te hacen vivir con angustia la revisión más sencilla. Yo mismo viví hace años una anécdota que refleja esta actitud carente de empatía. Había tenido una inflamación de la rodilla izquierda, precisamente mientras impartía una conferencia a médicos. En aquella ocasión la pregunta de si hay un médico en la sala no tenía sentido alguno. Porque todos eran médicos y médicas menos el repentino paciente. Me atendieron en el Hospital Reina Sofía de Madrid. Cuando regresé a Málaga pedí cita con una traumatóloga y, al observar la rodilla , hizo este comentario en voz perfectamente audible:

– Tiene toda la pinta de un tumor.

¿Qué piensas como un absoluto profano? Pues que es tan evidente el diagnóstico que no hace falta ni la más mínima prueba. La radiografía  detectó luego una lesión de menisco, pero yo pasé unas horas inquietantes. ¿Qué necesidad había?

Me gustaría explorar en el origen, en la causa de esa actitud. ¿Cómo se fragua esa forma de ser que  consiste en zaherir, humillar, despreciar sin motivo alguno, sin necesidad, sin que venga, casi, a cuento?

Y es especialmente dañina, a mi juicio, cuando se manifiesta desde una situación de poder: del empresario al empleado, del profesor al alumno, del general al soldado raso… Porque en ese caso se da, además, un abuso de poder. Porque el destinatario de la frase hiriente no puede responder y, a veces, hasta tiene que sonreír ante algo que maldita gracia tiene.

Hay, en el fondo de estas actitudes, un fondo de sadismo. Y ya se sabe que el sádico disfruta haciendo sufrir a los demás.

 – Pégame, le dijo un masoquista a un sádico.

Y el sádico contestó:

– Ahora, no.

Afortunadamente hay más personas con  otro talante. Personas que hacen más bello el mundo y más grata la convivencia. Personas que tienen empatía, amor a la humanidad y ternura a raudales. Son personas que tienen una actitud abierta, amable, confiada.

Hace algunos años vi una película titulada “Las normas de la casa de la sidra”, del director Less Haallstrom. Merecido Oscar para Michael Caine por su interpretación del médico bondadoso del orfanato. Mi Oscar particular para la configuración psicológica del personaje. Por la actitud que tiene ante la vida y ante las personas con las que trata. Por la ternura que  muestra al leer un cuento por las noches a los niños, ya acostados. Por su modo de despedirse de ellos cada noche con una entrañable rutina:

  • Buenas noches, Príncipes de Maine y Reyes de la Nueva Inglaterra.
  • ¿Por qué nos dice eso?, pregunta una noche un niño  a otro desde su cama.

–  Porque nos quiere, contesta el compañero.

  •  ¿Y a ti te gusta?, insiste el primero
  • -A mí, sí. ¿Y a ti?
  • A mí también.

Y se ponen a dormir amparados por aquella voz, por aquel manto de ternura.

Recuerdo, mientras escribo estas líneas, la observación de Anne Freud: “Qué buenos se vuelven los niños cuando se les quiere”.

El entrañable personaje de la película me ha traído  a la memoria otro médico, este argentino. Me habló de él mi amigo Basilio Makar, director de la Editorial Magisterio del Río de la Plata en Buenos Aires. Iban a operar a su nieto de amigdalitis. Y me contó por qué motivos eligieron, después de algunas pesquisas,  al cirujano que realizaría la operación.  En la consulta previa se dirigió al niño y le dijo, con buena dosis de intriga y simpatía: Vas a venir a un Hotel donde te vas a curar. Tienes que traer una bolsa grande, ya te diré por qué y para qué. Cuando llegues a ese Hotel todos nos vamos a disfrazar. Tu papá y tu mamá también. Después te vamos a llevar en una cama volante. Y allí uno de los que se han disfrazado (se refería al anestesista, su cómplice) te va contar muchas historias. Te va a decir que allí hay helados de muchos sabores. Es mentira. No le hagas caso. Solo hay helado de fresa. Luego te vas a quedar dormido y cuando te despiertes ya estarás curado y no te dolerá la garganta. Y ahora viene el porqué de la bolsa.  Vamos a dejar que te vengan a ver tus  padres, tus abuelos, tus tíos, tus amigos…, pero con una condición: todos tienen que traer un regalo. Si no, no les dejamos entrar. No te olvides de la bolsa. Y de que sea grande.

El cirujano les da a los padres  su número de teléfono privado. Y les dice: si el niño tiene dudas durante el fin de semana que me llame. No le habléis vosotros de la operación. Estad tranquilos, no le transmitáis ansiedad.

Me decía el abuelo que el niño estaba encantado de lo que tenía que hacer aquel lunes.  Estaba deseando ir al Hotel con su bolsa. Ese médico había entendido que iba a operar a un niño y no a reparar una máquina averiada.

Estoy presentando dos caras de la misma moneda, dos formas de ser opuestas. La de quien desea  ser feliz siendo un manantial de amabilidad y la de quien se convierte en un erizo que hace daño a todo el que se acerque.

En el libro de José Antonio Marina y Marisa López  titulado “Diccionario de las emociones” se cita un hermoso relato de Fernando Pessoa sobre la ternura: “Bajando por la calle Nueva Alameda, me fijé de repente en la espalda del hombre que bajaba delante de mí. Era una espalda vulgar de un hombre cualquiera. Sentí de repente  por aquel hombre algo parecido a la ternura. Sentí en él la ternura que se siente por la común vulgaridad humana, por lo trivial cotidiano del cabeza de familia que va a trabajar, por su hogar humilde y alegre,  por los placeres alegres y tristes de que forzosamente se compone su vida, por la inocencia, por la inocencia de vivir sin analizar, por la naturaleza animal de aquella espalda vestida. La sensación era exactamente idéntica a la que nos asalta  ante alguien que duerme. Todo lo que duerme es niño de nuevo”.

¿Por qué no somos más amables ¿Por qué no nos hacemos la vida más sencilla, más fácil, más hermosa, más vivible? ¿Por qué no decimos sonriendo nuestro nombre?

21 respuestas a «No tengo ganas de hablar»

  1. Querido Maestro:
    ¡Qué genial hoy su comentario!
    ¡Me devuelve a creer en la vida!
    Yo he pasado muchos episodios de desprecio que he podido llevar de aquella manera.
    Desde algún jefe que se creía poderoso y pretendió degradar a un inferior en su categoría; pero no lo consiguió.
    Hasta un igual al que me insultó por la función que estaba realizando a unos niños con capacidades diferentes, diciéndome que si para eso había quedado, la inmundicia personificada era él.
    Pero la frase más dolorosa viene de un ser que debería quererme por encima de todas las cosas. Me dijo: ” Me das besos de judas”
    ¡Imagínese!
    Yo que soy cariñosa, no, lo siguiente.
    Amable, educada, comprometida , sensata, sensible, buena gente.
    Ya es hora que las personas veamos lo positivo que tenemos y pasemos por alto las puñaladas de la gente.
    Fue tan demoledora esa maldita frase que me partió emocionalmente por la mitad.
    Y decidí, con todo el dolor de mi corazón que jamás de los jamases, volvería a besar a ese ser.
    Y así fue, me alejé en silencio sin hacer daño ni ruido, como se alejan las olas cuando el mar está pacífico.
    Tenía que defender mi dignidad ,mi autoestima y mi amor propio, que es lo que más valía.
    Y hoy en día sigo disfrutando de esta amabilidad que me caracteriza.
    Pienso que lo que doy se me devuelve en mayor abundancia.
    He aprendido a defenderme y a tener valentía.
    Ya sin más me despido un un cordial abrazo para todos.
    Qué la semana os sea feliz y leve.
    Besitos.

    • Querida Loly:
      Esta semana has abierto la puerta de los comentarios. Bienvenida.
      La agresividad de algunas personas, afortunadamente, puede hacernos más amables. Comprendemos, a través del dolor, lo nefasto que es sentirse maltratado. Y entonces tratamos a las personas con respeto y amabilidad.
      De todos modos, existe el riesgo de que el daño recibido nos haga más duros. No ha sido tu caso.
      Gracias por compartir tus ideas y tus sentimientos.
      Besos.
      Feliz semana, que par nosotros empieza el sábado.
      MÁS

  2. Es muy importante la cultura de los pequeños detalles, del buen trato, de la amabilidad, de la ternura… El mundo sería mucho mejor si nos tratásemos con más empatía. Esto que digo puede aplicarse a la vida familiar, a la vida laboral y a la vida social.
    Quienes atienden a las personas en servicios públicos tienen que considerar a las personas como seres depositarios de una dignidad esencial.

    • Estimado Javier:
      Sí, lo que planteo en el artículo tiene aplicación a todos los ámbitos de la vida. Algunos son amables y considerados con los miembros de la familia pero son fríos, displicentes y desconsiderados con los compañeros de trabajo. Y al revés.
      Es importante, a mi juicio, la reflexión que has hecho. La amabilidad ja de manifestar se todos los ámbitos de la vida.
      Gracias por participar.
      Un abrazo.
      MÁS

  3. Querido Miguel Ángel.
    Excelente artículo de observación. Así somos los seres humanos: representantes de lo más hermoso, amable, comprensivo, cariñoso y de sus contrarios.
    Hay quienes pasan la vida repartiendo amor, es la parte amable del mundo; y otros, repartidores de penas y tristeza.
    Personalmente, leyendo a los que escriben en el blog, me siento más animado, viendo que hay mucha gente buena en el mundo y eso lo constato constantemente en la vida diaria.
    Sin embargo si pongo la TV, la mentira y la insensatez humana la veo a raudales, y también lo bueno, que otros lo consideran malo.
    En fin, el dualismo creo que es connatural a la raza humana.
    Lo bonito es pasar por la vida repartiendo sonrisas y amor, misión imposible para otros.
    Un abrazo, Miguel Ángel, y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Recuerda aquella historia que le contaba un abuelo a su nieto.Le decía que dentro de él había dos lobos luchando, uno bueno y oro malo. El nieto le pregunta cuál de los dos va a ganar.La respuesta del abuelo fue magnífica:
      – Aquel al que tú alimentes.
      Por eso es importante ejercitar la bondad.
      Es cierto que esas dos mitades de las que hablas se suelen partir así: buenos y malos. Pero también se puede considerar que la participación en dos está dentro de cada uno.
      Lo he querido representar en la imagen elegida para ilustrar el artículo.
      Un gran abrazo. Y gracias eternas.
      MÁS

  4. Querido Miguel Ángel:
    Quiero resaltar de tu artículo de esta semana esa manera entrañable con la que el cirujano habla con el pequeño que va a ser operado haciéndole sentir que va a vivir una experiencia extraordinaria; preciosa manera de empatizar con su enfermo. He leído en la prensa una iniciativa que desde hace dos meses viene poniendo en práctica una magistrada de la comunidad de Madrid; cuando tiene que escuchar a un menor ante el juicio de separación de sus padres, en los días previos a ello le hace llegar una carta redactada por ella y un cómic en el que le cuenta todo lo que va a ocurrir en esa declaración, todo el procedimiento de lo que va a suceder y cierra su carta señalándole que él no es culpable de nada de lo que les está ocurriendo a sus padres ni de lo que decida ella como jueza, que siempre va a velar por su bienestar.
    Me parece una iniciativa muy pedagógica, humana y empatizadora. Nada que ver con esas respuestas o formas de proceder con las personas que quieren hacer el mal por el simple hecho de hacerlo.
    Muchas gracias por tu artículo y un beso grande para ti y para todos.
    María Ángeles Peláez

    • Querida María Ángeles:
      Gracias por compartir esa hermosa iniciativa de la magistrada madrileña. Es un gesto lleno de sensibilidad y empatía hacia los menores, que sulen sufrir lo indecible en esas situaciones.
      Cuando impartía cursos a médicos les insistía mucho en esas cuestiones relacionadas con la comunicación con los pacientes. Un gesto, una mueca, una frase del médico puede causar un daño tremendo en un paciente.
      También les hablaba de la importancia de la escucha activa en las consultas.El ordenador se ha convertido un enemigo de la buena escucha porque, en lugar de mirar al paciente, se tiene la atención volcada en la pantalla para anotar lo que le dice. Otro enemigo de la escucha es el escaso tiempo del que disponen.
      Cuando me contó Basilio Makar la historia del cirujano argentino, me dijo que esa relación fue lo que determinó la elección.
      Besos, querida amig.
      Y gracias, como siempre.
      MÁS

  5. Buenos días! Acabo de leer el artículo y ver la ponencia en la Pizarra Formación. Magnífico, fantástico, increíble…Gracias por tu manera de compartir la educación. Soy maestro de infantil más de 20 años y cada día encuentro mi vocación y sé a lo que quiero dedicarme. Cada día educar me es más fácil porque vivo educando. Me encanta mi profesión. Escribo cuentos para adultos con alma de niños y es mi forma de hacer reflexionar a los demás. Al leer este artículo me ha venido a la memoria un pequeño video reflexivo que grabé este año para los padres y madres de mis alumnos:

    Profe: Venga! hoy vamos a dibujar en el papel lo que queráis con estos tres colores.
    Niña: (Mirando el papel en blanco y lo colores con desmotivación y desgana escribe con la cera:)” Por el derecho a dibujar sólo cuando esté inspirada. Gracias”

    Las imágenes, los cuentos, las historias son fundamentales en nuestra vida para entender lo que nos pasa y lo que ocurre a nuestro alrededor.
    Gracias por tu dedicación y tu inspiación! Un abrazoooooooo

    • Querido Paco:
      Qué hermosas palabras sobre tu vivencia de la profesión educativa. Esta profesión solo se puede desarrollar bien cuando hay pasión. Gracias por tu testimonio, por la preciosa historia de la niña y por tus generosas palabras.
      A mí también me gusta mucho utilizar cuentos, historias, anécdotas… De hecho publique en ArgEntina un libro titulado LA ESTRATEGIA DEL CABALLO Y OTRAS FÁBULAS PARA TRABAJAR EN EL AULA. Ha tenido siete ediciones.
      Me gusta decir que la distancia más corta entre una persona y la verdad es un cuento.
      Un gran abrazo.
      Que seas feliz.
      Y gracias por la lectura, el comentario y la ilusión.
      MÁS

      • Los cuentos nos acercan a nuestra realidad. Yo escribo para mí pero me gusta compartir con los demás. Y la mayoría de ellos están basados en historias que me ocurren en el aula. Sólo hay que saber mirar para darse cuenta que nuestros alumnos nos inspiran cada día con sus comentarios, sus risas, sus eenfados…es la vida misma pero en un pequeño grupo. Intentaré este año sacarme la plaza con las oposiciones, pero pase lo que pase, lo que no quiero es dejar de trabajar con ellos y para ellos. Con tu permiso te dejo un cuento pequeñito que escribí hace unos años. Encantado de que alguien como tú pueda comunicarse de forma tan natural con seguidores como yo. Mil gracias de nuevo por tu chute de energía…

        Pol tiene casi 3 años. Ya va a la escuela. En su primer día la profesora le pone su nombre en el vaso y lo llena de leche. Al poco rato la leche se derrama por la mesa. Pol no sabe bien qué es lo que ha pasado. La profe recoge con papel la leche y limpia todo. Le retira el vaso.

        Al día siguiente la profesora llena su vaso de zumo y le dice con respeto y cariño: Ten cuidado…

        Pol entonces mira el vaso con miedo. Teme que vuelva a pasar lo de ayer. Sin saber ni cómo ni por qué el zumo vuelve a convertirse en un río que llega hasta el suelo. La profesora un poco disgustada vuelve a recoger el líquido derramado y retira el vaso…

        Al tercer día que la profe reparte vasos , Pol sabe que volverá a pasar lo inevitable. Cree que es torpe y que no sabe beber en vaso como los demás. Los compañeros están a la espera de que vuelva a pasar. La profesora llena el vaso de Pol con leche. Le dice que tenga cuidado esta vez o no volverá a beber con vaso. Incluso acaba diciendo que se irá a la clase de los bebés si vuelve a hacerlo. Pol siente dolor en su corazón y pánico a la vez. Cree que defraudará a sus padres , a su profesora, a sus compañeros…morirán todas las expectativas y nunca más confiarán en él. Y todo por un vaso de leche…

        La profesora le llena el vaso. Apenas le da un sorbo y la leche se cae por la mesa, la silla, el suelo y sobre sus pantalones.

        Pol ha fracasado y seguirá pensando que ha fracasado durante muchos años. Tiene miedo a equivocarse, se frustra cuando no consigue algo, es parco de palabras y no sabe expresar sus sentimientos. Y todo gracias a un vaso…

        Qué hubiera cambiado en su vida, en la forma de entender la vida, en cómo se ve a sí mismo, en cómo cree que le ven los demás si supiera que aquel vaso marcado con su nombre estaba rajado por debajo?….

        • Estimado Paco:
          Tienes razón. El aula es una fuente de aprendizajes para los maestros que tienen educados los ojos para ver, la mente despierta para pensar y el corazón abierto depar en par.
          Ojalá que las oposiciones (qué sistema tan malo, tan pobre y tan torpe de selección).Hace unos años dirigí una tesis sobre las oposiciones y no apareció ni una sola opinión favorable. De nadie. Ni de miembros de tribunales, ni de opositores, ni de inspectores… Pero no hay más remedio que pasar por ese túnel.
          Interesante la historia que cuentas. ¿Por qué no publicas los cuento en revistas o en libro?
          Un cordial saludo.
          Gracias por compartir esa historia que aborda una cuestión tan importante.
          MÁS

          • Las oposciones! toda una carrera por llegar a obtener una plaza. Y a veces pienso…no quiero plaza, sólo quiero trabajar, me da igual dónde. Pero trabajar. En fin, lo intentaré porque además estudiar nunca viene mal, reciclarse, conocer nuevas metodologías o conocer personas como tú, que de otra forma a lo mejor no hubiera accedido. Así que todo está bien. Escribo cuentos, audiocuentos, frases ilustradas, música para niños, bandas sonoras…todo ello es parte de mi profesión. He publicado algún artículo en el Levante pero al final he de acabar autopublicando. Algún día lo haré. Tengo toda mi vida por delante para seguir compartiendo. Cuando acabe el proceso de la opo le daré un impulso a los cuentos. Me apasionan como a un niño. Un abrazooo

          • Estimado Paco:
            No sé si conoces un libro sobre cuentos escrito por el famoso cuentacuentos (y gran amigo) Paco Abril. Tuve el honor de escribir el prólogo de ese hermoso libro.
            Se titula “Los dones de los cuentos”. Si mal no recuerdo son trece los dones que plantea el autor: el don de la palabra, el don de la imaginación, el don del afecto…
            En el libro hay cuentos preciosos.
            A ver si tienes éxito en las oposiciones. Será bueno para ti y para tus alumnos yalumnas.
            MÄS

  6. Buenas Miguel Ángel!
    Precioso artículo lleno de bondad. Gracias.
    En una semana complicada como la que has tenido, parece increíble que puedas escribir palabras tan hermosas en defensa de la bondad, el cuidado y el buen trato. Me encanta que las personas erizos se lleven su merecido por personas vitaminas como tú.
    Deseando bien sabes, una pronta y feliz recuperación de las personas que más amamos es muy generoso de tu parte esperar hasta el último minuto..lo secundario sigue siendo secundario…sin más detalles.
    Me voy a permitir el gustazo de recibir en mano un libro regalo prometido y recuperar así un abrazo tan deseado; correos podrá esperar a otra ocasión y lo llevaré al destino indicado.
    Disfrutando al compartir tu artículo de ayer recibe un fortísimo abrazo 3×3
    Hoy desde Valencia con Amparo Tomé…ya te contaré
    Cuidaros y mil besos.

    • Estimado Miguel:
      ¿En Valencia? ¿Con Amparo?
      Sois los magos (y las magas) de la educación.
      Ya me explicarás el truco.
      ¿Quién se hizo cargo de mi espacio de las 10 de la mañana del domingo?
      Se me olvidó pedirte la dirección para el envío del libro, que irá debidamente dedicado.
      Lo cual no significa que rechace un abrazo.
      Ha venido una hermana de Lourdes que quiere llevarse a Lourdes a Granada para la convalecencia.
      Sé en qué cara colocaros de la moneda bondad/maldad del artículo
      de esta semana.
      Estoy muy orgulloso del regalo de vuestra amistad.
      Gracias por estar ahí, incluso cuando las ocupaciones desbordan al tiempo.
      MÁS

  7. La vida cotidiana ofrece numerosas ocasiones de ejercitar la amabilidad. Quien lo hace no solo consigue que los demás sean un poco más felices sino que también la persona amable es más feliz.
    A mí me cuesta entender a las personas bordes, esas personas que parecen disfrutar haciendo sufrir a los demás.

    • Querida Mariana:
      Esta es la gran lección de los pequeños gestos, de los detalles, de las generosas iniciativas que, efectivamente, hacen felices a los destinatarios y a los protagonistas de la acción.
      En el trabajo, en la familia, en la calle, con los amigos, con los desconocidos, se puede ser amable.
      El mundo sería mejor si cultivásemos la ternura.
      MÁS

  8. A las personas con mala uva les suele tener miedo la gente, porque teme convertirse en sus víctimas. Por eso les ríen las gracias de las bromas crueles u ofensivas.
    Creo que no deberíamos dar pábulo a las personas bordes, crueles o sádicas. Deberíamos
    avergonzarles su comportamiento falto de respeto y de sensibilidad.

    • Querida Sandra:
      Sí, de acuerdo.
      Existe una modalidad de bondad que consiste en evitar las agresiones a los más débiles.
      Siempre me ha gustado que, cuando un superior se mete con un súbdito de forma persistente y cruel, llegue un superior de mayor jerarquía y obligue a disculparse al ofensor. Algunos se muestran violentos con los de abajo y serviles con los de arriba.
      Besos.
      MÁS

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