Estamos saliendo de un largo y oscuro túnel, con un pellizco de inquietud porque hemos visto ya varias veces nuevas olas de contagio, nuevas variantes del virus, nuevas secuelas de la enfermedad. Estamos cansados de llevar puesta la mascarilla, de tantas restricciones y de tantas renuncias. Queremos encontrarnos al salir del túnel con un sol radiante y un clima benigno. Con cierta cautela vamos recuperando eso que se ha dado en llamar la normalidad.
Hasta marzo del año 2020 venía haciendo cada año más de cien vuelos de avión, entre los nacionales y los de carácter internacional. En su inmensa mayoría, por motivos de trabajo. De manera brusca tuve que interrumpir todos los viajes y comencé a impartir las conferencias, cursos y seminarios a través de diversas plataformas: Zoom, Cisco Weber, Google Meet, Teams, Whereby… Esos eran mis nuevos caminos para llegar a los destinatarios. Bajaba las escaleras de la casa hasta mi estudio diciendo a mi mujer y a mi hija:
– Voy a México, voy a Argentina, voy a Chile, voy a Barcelona, voy a Valencia…
Dos o tres horas después, subía las escaleras con la misión cumplida:
– Ya estoy de regreso…
Lo que antes exigía una semana o diez días, ahora ocupaba solamente unas horas. Lo que antes imponía madrugones, compra de billetes, reserva de hoteles y largos viajes, ahora se reducía a bajar unos peldaños y tomar asiento delante del ordenador. Así, desde primeros de marzo de 2020. Aun recuerdo la cancelación de los vuelos que tenía reservados para viajar a Bilbao el día 12, precisamente el día en el que se decretó el confinamiento.
El día 24 de septiembre pasado, por primera vez después de año y medio, he realizado un viaje de avión a Portugal. Ha sido emocionante para mí acudir presencialmente a la cita profesional propuesta por mi querido amigo José Matías Alves, profesor de la Universidad Católica de Oporto.
Volví a poner los pies en las huellas que todavía no había borrado del todo el tiempo. Fue impactante para mí el recorrido desde mi casa en coche al aeropuerto (como suele decirse, el tramo más peligroso del viaje en avión), el saludar a los trabajadores del parking en el que solía dejar el coche, la rutina de la facturación, del control de equipajes, del paso por la sala VIP y de la subida al avión.
Sin embargo, la presencia de la covid seguía en cada momento poniendo una sombra de incertidumbre y de temor: uso de la mascarilla en las dependencias del aeropuerto y durante el viaje en avión, entrega de certificado de vacunación y de formularios sanitarios de entrada y salida, mantenimiento de la distancia física (¿por qué se dice social?) con otros pasajeros…
Desde el aeropuerto en el que me esperaba mi amigo y, después de un sentido abrazo (¡ay, la emoción del reecuentro!), nos desplazamos con prisa al Externato Ribadouro, ya que el vuelo había llegado con una hora de retraso (¡qué impunidad en el robo del tiempo tienen las compañías aéreas!).
Me admira la voluntad de perfeccionamiento de los docentes portugueses. El viernes por la tarde, olvidado el cansancio de la semana, llenaron el auditorio del Externato hasta el máximo de la capacidad permitida por las autoridades. Por la noche, catorce profesionales de la educación celebramos una tertulia pedagógica mientras cenábamos en el comedor de la Facultad de Educación, compartiendo ideas, sentimientos, inquietudes y propuestas sobre la escuela postpandemia. Y, el sábado por la mañana (a las nueve en punto), vi también lleno el auditorio de la Facultad de Educación con profesores y profesoras de la Universidad. ¡Un sábado a las nueve de la mañana! Admirable actitud de trabajo y compromiso.
En ambos sitios aplaudieron de pie la conferencia. Hecho este significativo que hay que agradecer, sobre todo en la Universidad. Aquí somos más parcos, menos efusivos, en las muestras de reconocimiento. Pude comprobar, después de año y medio de experiencias audiovisuales, que no es lo mismo la presencia física. Hay otro tipo de comunicación. Otro modo de encuentro, otra vibración interpersonal. Los saludos antes y después de la conferencia, la retroalimentación de las miradas, la visión simultánea del grupo, el eco de las risas, la fuerza del aplauso, el calor de la presencia, la firma de un libro, la solicitud de una opinión a la salida, el recordatorio de un encuentro anterior… La emoción del reencuentro.
En las librerías del aeropuerto siempre encuentras interesantes novedades. En Barajas compré “Los vencejos”, de Fernando Aramburu, autor de la inolvidable “Patria” y sabedor de que el protagonista es un profesor de instituto. Y también un libro que ocupó los tres trayectos aéreos siguientes: “Post Corona. De la crisis a la oportunidad”, cuyo autor es Scott Galloway, profesor de marketing en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y multiempresario de éxito. En 2019 creó Section4, una plataforma de educción en línea para profesionales en activo en la que enseña estrategia empresarial.
Decía Wody Allen: ”Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”. Y la mejor manera de predecir el futuro es crearlo. Por eso es importante reflexionar sobre lo que está sucediendo y sobre lo que está por venir.
Sostiene Galloway “que si hay algo en lo que todos coincidimos hoy, es en que la crisis de la pandemia desatada por la covid-19 ha acelerado brutalmente las tendencias y dinámicas que ya empezaban a despuntar en ámbitos tan dispares como los negocios, la tecnología y la educación”.
Podemos convertir la pandemia en una oportunidad. La oportunidad de aprender, de ser mejores, de ser más fuertes, de estar más unidos. En el último capitulo del libro se hace el autor esta pregunta: “Si hace ochenta años británicos, rusos y estadounidenses fueron capaces de cooperar para vencer un enemigo común, ¿qué nos impide cooperar para vencer a un enemigo que amenaza a los siete mil setecientos millones de personas que habitamos el planeta?”.
El viaje ha sido una buena cura de humildad. Todo ha seguido funcionando sin ti, todo está en los mismos sitios sin que tú hayas tenido que mover un dedo para mantenerlo. La vida sigue su curso. Los aviones vuelan, las tiendas abren, los coches circulan.
Ahora valoramos lo que siempre tuvimos, lo que nos parecía tan normal como respirar. Estamos volviendo a la normalidad que ha estado rota por un virus insignificante. Hemos comprobado qué somos más frágiles de lo que pensábamos.
Valoramos también el encuentro con los amigos. Recuperamos el abrazo físico, que es algo muy diferente al cierre consabido del mensaje cuando nos despedimos escribiendo: un abrazo o un sentido abrazo. Claro, pero no vivido. La distancia no tiene por qué generar olvido, sino añoranza.
Una vez llegado a casa y, después de expresar la alegría del reencuentro y de agradecer todas las atenciones del amigo, recibo este mensaje suyo: “Querido amigo: Foi muito rever-te. Foi excelente e muito reconhecida a tua intervenção. Muito obrigado”.
La amistad es una como una planta que debe ser cuidada y regada. Me gusta aquella sabia metáfora sobre la amistad: Recorre frecuentemente el camino que lleva al huerto del amigo; de lo contrario, crecerá la hierba y no podrás encontrarlo fácilmente. Desgraciadamente la covid nos ha mantenido encerrados, impidiéndonos recorrer esos placenteros caminos de ida y vuelta. Algo había crecido la hierba. Es preciso dejar expedito el camino con alguna tarea emotiva complementaria.
Estamos desentumeciéndonos, saliendo de un letargo impuesto por las restricciones y los encierros. Estamos esponjando el corazón en el reencuentro. Ha sido muy duro todo este tiempo en el que hemos visto a los demás como una amenaza, en el que teníamos que separarnos más de un metro para estar seguros. Es curioso comprobar las vacilaciones que se producían (y que todavía e producen) cuando llega el momento de saludarse: aunque lo que sale del alma es rendirse a la fuerza del abrazo, no sabemos si ofrecer el puño cerrado, el codo enhiesto, la palma de la mano chocando las cinco, la mano sobre el pecho, encima del corazón y siempre con una sonrisa nerviosa. Creo que ha llegado el momento de los abrazos. Esos abrazos que no deberían durar nunca menos de seis segundos, como dice una amiga y compañera de Facultad. Ha llegado el momento de vivir plenamente la emoción del reencuentro.
Querido Miguel Ángel, qué actividad, cuánta energía. Más de una vez me has dicho que después de esos viajes tan largos y la actividad correspondiente te encontrabas como para comenzar otro. El amor y la ilusión por lo que se hace, eso sí que da alas.
Hermoso y certero, a mi modo de entender, es lo que dices respecto al proceso que, creo, hemos pasado con la covid.
Sí que no es lo mismo una charla a través de un medio de comunicación que sintiendo el calor de la presencia física.
Personalmente cuando envío WhatsApp no puedo hacerlo por mensaje de voz. No me sale hablar a un instrumento que llamamos móvil.
De todo se puede sacar lecciones positivas, hasta de una pandemia. Muchas cosas serán distintas. Ojalá lo sean nuestra ilusión por vivir y ser mejores personas.
Un abrazo y saludos a todos.
Querido Joaquín:
Esta semana has sido el más madrugador.
Me están pidiendo desde Évora (Portugal) una conferencia presencial. Es verdad que no es lo mismo impartirla en linea.Pero, claro, también tiene el inconveniente del tiempo, de los gastos, de la reserva de vuelos y hoteles y, sobre todo, de laceración de la familia.
El día 21 viajaré a Oviedo (otros cuatro vuelos en día y medio) y vuelvo a sentir la emoción del reencuentro con personas queridas a las que no he visto en año y medio.
Como dices, de todo se puede aprender. Y todo puede ser utilizado para ser mejores personas.
La clave es la actitud abierta y positiva.
Un gran abrazo (todavía virtual) y muchas gracias por tu aportación, interesante como siempre.
MAS
Hola profesor!!!
Qué alegría saber que puede estar dando toda su sabiduría de manera presencial!!!
Por supuesto que todos necesitamos del encuentro con el otro mediante un abrazo, un choque de manos, mirándonos a los ojos y sintiendo ese calor del encuentro.
En la escuela pudimos comprobar que , sobre todo en los chicos de primaria, nada reemplaza a la escuela presencial.
Me pone muy contenta que pueda retomar sus conferencias y seminarios presenciales, ya que la educación necesita mucho de la gente como usted.
Un abrazo enorme!!!
María Rosa, desde Buenos Aires, Argentina.
Querida María Rosa:
También para mí es una gran alegría. He estado en 135 ciudades diferentes de Argentina. En algunas de ellas, muchas veces.Ya siento esa añoranza de ella presencia que te permite estar al lado de las personas, mirarlas a los ojos, ver sus sonrisas, recibir y dar un abrazo.
En un libro sobre la escuela de la postpandemia que se publicará en Homo Sapiens y en el que se me ha invitado a participar, aparecerá un capítulo mío que he titulado UNA PANTALLA NO ES UNA ESCUELA.
Por lo que cuentas, eres docente y has comprobado en tu propia experiencia el valor de la convivencia escolar.
Gracias por tus generosas palabras.
Ojalá que la vida nos regale algún encuentro.
Muchos besos.
Muchas gracias.
MñAS
Gracias profesor!!!
Abrazo enorme!!
María Rosa
Querida María Rosa:
Muchas gracias a ti. No existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
Y gracias especiales por este comentario tan generoso.
Un abrazo muy grande.
MÁS
Um grande abraço, querido amigo. Foi muito rever-te e abraçar-te.
Querido amigo José Matías:
Gracias por leer el artículo y por enviar este comentario.
Es especialmente significativo porque tú eres el verdadero protagonista de esta historia que he contado.
Gracias por la invitación querido lugar a la experiencia.
Un abrazo.
MÁS
Buenas Magister!
Precioso artículo con un título muy conmovedor “la emoción del reencuentro”.
Nos transmite una alegría inmensa el verte en acción por tierras portuguesas con tanto éxito pedagógico, humano y educativo. ..y en la Universidad, Olé!
Que envidia de cena pedagógica donde la amistad y el cariño envuelve la sabiduría, eso sí que es aprendizaje dialógico!
Si creamos el futuro, espero verte pronto en directo y regalarme un abrazo de más de seis segundos, ya no hay excusa.
Con la inmensa alegría de tu vuelta en directo recibe un abrazote para ti, Lourdes y Carla.
Besotes de Gema y del adolescente que tenemos en casa. Os Queremos!
Querido Miguel:
Nunca sé a ciencia cierta cuál es la parte que pesa más de tus comentarios, si la intelectual o la afectiva. Lo digo porque hay un magnífico equilibrio entre las dos. Hay pensamiento y hay emoción. Hay ingenio y hay pasión. Hay claridad y hay calor.
Sí, ya se están plantando las invitaciones presenciales, incluso las internacionales. Ojalá superemos con generosidad e inteligencia esta terrible crisis. Y ojalá que lo hagamos llegando a ser mejores personas.
Sí, fue hermosa la cena en la que compartimos ideas, preocupaciones y sentimientos.
Un gran abrazo 3×3. Y gracias.
MÁS
Querido Miguel Ángel.
Después de leerte estas dos semanas y aprender de la vida y obra de Paulo Freire, esta semana me he decidido a participar en los comentarios para mantener el camino sin hierba y para darte….
un abrazo… 😉
Querido Juan Carlos:
Ya te echaba de menos. Por eso agradezco que te hayas dado un paseo hasta aquí. Es la forma de que la hierba no acabe ocultando y cerrando el camino.
Siempre reconforta saber que lo que escribes llega a algunos lectores y no se queda en la nube de la indiferencia.
Un gran abrazo.
MÁS
Querido Maestro:
Emotivo comentario del reencuentro.
Me encantan sus palabras de aliento, el nuevo inicio de sus múltiples viajes, la creencia de que pese a todo lo sufrido podemos ser mejores, más solidarios, más cercano a los demás.
Amigo, somos lo que nuestra trayectoria y nuestra experiencia pasada de vida ha hecho florecer en nosotros.
Ser una persona cercana, cariñosa, que necesita los abrazos y los besos para realizarse y entender para que estamos en este mundo.
Ha costado mucho vivir este tiempo de letargo, de distanciamiento, de no encontrar por las mascarillas las sonrisas de los nuestros, de intentar conocer el lenguaje de los gestos y de encontrar en los ojos las respuestas a tantas preguntas inciertas.
Cómo bien dice, estamos camino a la normalidad.
Lo que hemos perdido en esta difícil andadura, quizás nos suponga haber aprendido muchas lecciones, reconocer los amigos que han estado cerca y se han preocupado de cómo nos encontramos, las llamadas recibidas, los mensajes de cariño.
Todos nos hemos ayudado dando y recibiendo afectos que es el mejor camino andado, dónde la hierba no le da tiempo a crecer porque transitamos continuamente por el.
Agradables encuentros que me encantaría que nos llenara todo los vacíos internos que nos ha provocado la pandemia.
Ojalá pudiera acercarme a todos y darles un emotivo abrazo.
Sin más me despido por hoy.
Que la semana os sea leve.
PD: ” Con sus palabras me da ánimo para seguir adelante, fué una luz de esperanza en mi camino”
Querida Loly:
Interesante comentario que hace un repaso del recorrido por este desierto que está siendo la pandemia.
Algunas veces pensamos que ya ha finalizado la travesía pero creo que nos engañamos si pensamos que el virus ya se ha ido para siempre. Nos va a tocar convivir con él durante un largo tiempo todavía. Hablamos de la pandemia en pasado pero creo que todavía es presente.
Me gusta el planteamiento optimista que tienes y que yo comparto.
Me alegra que mis palabras te den ánimo. Solo por eso merece la pena escribir.
Besos. Y gracias por estar ahí cada sábado.
MÁS
Texto fantástico. Obrigada pelo partilhar connosco
Querida María do Rosario:
Mil gracias por leer el articulo y por este breve y hermoso comentario.
Fue un placer compartir con vosotros y vosotras algunas ideas, propuestas y sentimientos.
Un cordial saludo.
MÁS
Hola todo el mundo.
Aprovecho y me uno al mensaje de la semana, luego hoy vuelvo por aquí; mañana, no sé. Mis millones de seguidores, disculpen mis ausencias, eran necesarias. A mis adversos, les acompaño en el sentimiento de la rabia de ver mi presencia.
Sigo leyéndoles cada semana, muy despacio, a todos, al Sr. Guerra y a todos los comentaristas. Gracias por sus mensajes llenos de vida. Gracias por acordarte de mí, Sr. Guerra.
Como podrán comprobar, aún no me he muerto.
No sé con seguridad el verdadero motivo de mis ausencia escritas. Quizá que se habló demás de política, hice silencio para no enfadar y cogí costumbre en callar. Claro, en descargo ahora, unas solas palabras de “política”, no creo en el reparto igualitario de la riqueza, hay vagos como catedrales, muchos, creo en el reparto proporcional al esfuerzo, luego debo ser eso que llaman facha o fascista.
Aún así, y al hilo de la guerra que está dando el Sr. Guerra a la vida, mi enhorabuena y admiración, y en ello, también, mis ausencias por aquí tal vez sean porque estoy siempre cansado físicamente.
Lo mío no es la intelectualidad, lo mío es una azada con un buen mocho y destripar terrones de tierra arcillosa en el Valle del Guadalhorce, en el mes de agosto, con 44 grados a la sombra. Hay que regenerarse, Sres., empezar de nuevo una vez más. Hemos “cogido” una finca abandonada, de cítricos, con mucha agua. Hemos salvado parte de la arboleda. He plantado, hoyo incluido, 689 limoneros verna con pie de naranjo amargo. Dicen los sabios que cada árbol equivale a un libro, estoy levitando de ego. Del covid 19, ni me acuerdo que existe. Bebiendo seis o siete litros de agua al día, se puede. Sol, mucho sol. Sudor, más sudor. Los huesos me duelen a reventar, la ancianidad me persigue, pero he vuelto a renacer, estoy más contento que un guarro en un charco.
Ahora sí que me estoy hinchando a regar.
Que tengan una buena noche.
Estimado Don Quintiliano:
Qué alegría me he llevado esta noche.
Han sido muchos meses, demasiados creo yo, sin hacer acto de presencia. Y la verdad es que me tenía preocupado. Porque aunque no tengas miedo al virus, lo cierto es que el virus sigue dando mucha guerra.
Ahora sé que siguen los riegos (a ver si llega el agua de una vez), que has plantado 689 limoneros verna con pie de naranjo amargo, que has salvado arboledas… Pues sí, una alegría.
En lo que no estoy de acuerdo es en la afirmación de que “lo mío no es la intelectualidad”. No es cierto. Lo demuestra cada comentario enviado. Este mismo también.
Las recetas que nos das son estupendas: beber litros de agua cada día, sol y más sol, sudor y más sudor. Y trabajo duro. Estoy de acuerdo en que hay que apostar por el trabajo y no por la vagancia y el cuento.
Me han hecho unos injertos en un mal naranjo que tengo en el jardín. De once, han prosperado tres. Espero que el injerto del mandarino haya prendido porque las naranjas eran muy malas, pequeñas, amarillas y agrias. Ya quisiera yo un asesor tan cualificado como Don Quintiliano.
Agradezco mucho que sigas leyendo los artículos y los comentarios cada semana. ¿Cómo que lo mío no es la intelectualidad?
Agradezco también las amables y generosas palabras que me dedicas.
Y me resisto a aceptar esas ausencias escritas de las que hablas en tu comentario.
Un gran abrazo y mi sincero deseo de que un ratito dejes la azada para darle a las teclas.
Un cordial saludo y, espero y deseo que sea hasta pronto.
MÁS
PD: Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva…
Don Quintiliano.
Comparto también la alegría de Miguel Ángel de verle de nuevo por este barrio. Aunque a veces, como es lógico, no comparta todo lo que comenta, no obstante, me agrada leerle…
En el comentario de esta semana suscribo muchas de las opiniones que ha vertido. Siga disfrutando, ya sabe que “en la casa en que se trabaja, no falta grano ni paja”.
Que tenga usted un buen día!
P.D. Al amigo José Antonio también se le echa en falta de vez en cuando por estos lares… 😉
Querido Juan Carlos:
Tu comentario muestra, de forma inequívoca, la calidad de los comentaristas del blog. No solamente se lee el artículo y se escribe. Se leen todos los comentarios de quienes participan.
Es un lujo.
Y se echa de menos a quienes deciden de hacerse presentes. Me uno a la llamada que haces a José Antonio. Y yo añado mi añoranza por María José Robles, Juan Miguel Ramírez, Mariángeles Pelaez, el colaborador rondeño, el argentino Horacio Muros, el chileno e inolvidable Jorge…
He recogido tantas imágenes significativos de abrazos que voy a cambiar la ilustración. todos los días de esta semana.
MÁS
Un gran abrazo.
Estimado Sr. Guerra,
Si de once parches o escudillos han cogido tres, y entiendo que dices que todos en el mismo árbol, entonces te pueden hasta sobrar dos buenos. Con uno puede bastar.
Jeje, quien injertó, tantos en el mismo árbol, ya sabría de antemano que algo fallaría. ¿Tuvo en cuenta el punto 3 que sigue?.
Cuando injerto, suelo tener en cuenta algunas cosillas (pero ya me tiembla el pulso, me cuesta horrores injertar, y además no ato bien y se me secan los parches)
1.- Que el pie, o sea el árbol “malo/bravío/silvestre”, ha de tener abundante savia, para ello, un mes antes de injertar, una buena poda, bien regado y algo de abono compuesto de potasio, fósforo, nitrógeno y microelementos, tales como hierro, magnesio, manganeso, cadmio, hierro, el oro también es bueno….
2.- Por supuesto, que el tallo del árbol bueno también tenga abundante savia. Se sabe si tiene abundante savia si es fácil separar la piel de la madera, en troncos delgados, de no más de dos centímetros de diámetro.
3.- IMPRESCINDIBLE, el árbol es un ser vivo, se le va a hacer un traumatismo, un trasplante en toda regla, por donde es posible que entre microorganismos malos -hongos, bacterias- e infecten la herida. Por lo tanto más profilaxis que si se tratase de un enfermo de coronavirus. Para ello, basta frotar con un trapo humedecido de agua oxigenada o de una solución acuosa a base de bicarbonato. Profilaxis en cada paso, sin olvidar ninguno, el olvido lleva al contagio. En la piel del árbol a injertar, en las herramientas, en la cuerda de atar, en las manos. Más rigor aún cuando terminamos un árbol y nos vamos a otro. (Esto, pocos lo tienen en cuenta, y claro, luego se secan los escudillos a la semana de puestos).
4.- La humedad es malísima para el injerto, venga de donde venga, sea de lluvia, de riego, de rocío. Intentar evitarla injertando de marzo a septiembre. El calor también es malo, en Julio y Agosto, injerto poniendo el parche en el norte del tronco.
5.- Injertar en los días que van desde el cuarto menguante hasta la luna nueva. Tiene su explicación, la savia está más parada en este periodo, se injerta, se va adaptando el injerto al árbol malo, y cuando llega la subida de savia con el cuarto creciente, el paciente ya está un poco adaptado a la operación. O dicho de otra forma, el traumatismo es menor si la corriente sanguínea/savia es lenta.
6.- Ser muy preciso en los cortes, atar fuerte en los extremos del escudillo y poco en la yema que brotará, ser curioso y no un chapuzas.
7.- Si eres creyente, un padrenuestro y unas flores a la virgen pidiendo éxito en la operación, te irán bien.
Con estas reglas que he ido conociendo y explorando con el tiempo, mi ayudante de campo (chica joven licenciada en derecho que nunca injertó antes), ha puesto unos 400 parches desde junio a septiembre de 2021, de limón verna sobre pie de naranjo amargo y también en pie de naranjo amargo pero sobre injerto de naranjo navelate y naranjo navelino. Solo he visto uno seco, no sé si será por estas sencillas reglas o por sus estudios derecho.
Gracias por sus palabras de bienvenida, Sr. Juan Carlos. Eso digo yo, dónde andará el Sr. Lema, aunque si mal no recuerdo le leí en el artículo de hace apenas 3 ó cuatro semanas.
Que tengan buena noche.
Estimado Don Quintiliano:
Después de esta clase práctica, tan didáctica y tan sabia, hay que desterrar para siempre eso de “lo mío no es la intelectualidad”. ¿Qué es entonces? ¿El conocimiento estéril e inservible para la vida?
He añadido un punto que no sé si es necesario o aconsejable. Después de hacer las ataduras con esas cintas de plástico que se venden para injertos, recubrí con papel alba las once ramitas (el naranjo es pequeño) donde se habían practicado.Y retiré esa protección unos días después.
Sí podé adecuadamente el naranjo como indicas, aunque olvidé rezar el padrenuestro. Por ahí se han perdido al menos cinco.Y por no haber llevado a la práctica el punto 3, el resto.
Y se conoce que tu ayudante es una profunda creyente.
Lo sabía: de haberte tenido como asesor, hubieran prosperado los once.
Un gran abrazo y buenas noches.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
En primer lugar, gracias por echarme de menos y hacerlo explícito. Como bien sabes, siempre te leo, pero no siempre puedo responder por escrito porque hay aspectos a mi alrededor que no me permiten el tiempo necesario para escribir con tranquilidad y sosiego, como me gusta hacerlo. Ando atenta a tres frentes de enfermedad grave de tres personas muy cercanas por un lado; y por otro, atenta a mi hijo, que está casi a las puertas de comenzar su trabajo como profesor de Educación Física de Secundaria (esperamos ya para esta semana que lo nombren a través del sistema SIPRI, y el muchacho anda algo ilusionado, nervioso, irascible e inmerso en la búsqueda de un par de masters que le permitan ir con mejor baremo a las próximas oposiciones, ya que en éstas se ha quedado fuera teniendo la quinta nota de su tribunal y habiendo 7 plazas, pero al no tener experiencia como interino, se ha quedado fuera).
Me ha emocionado tu artículo porque he tratado de ponerme en tu piel ante ese abrazo deseado, sincero y seguro que emotivo tras el reencuentro. Me alegro mucho de que lo hayas podido realizar, y de todo lo que ello significa.
“”Y siento dejarte ahora, pero es que mi hijo acaba de abrir la puerta de mi estudio para decirme que le han dado una sustitución en un IES de Sevilla”” . ¡Nos toca buscar alojamiento urgentemente!
Un abrazo grande
Mª Ángeles Peláez
Querida María Ángeles:
Pues ese es buen motivo para poner el punto final. Un asunto urgente e importante.
Hay que ver cómo pasa el tiempo. Aquel niño dela carta ¡ya es un profesor! ¡Y aquella niña una jueza brillante!
Tienes que estar muy orgullosa de ellos.
No te preocupes si te falta tiempo o ganas para escribir. Sé que de cada mil que leen solo uno se decide a escribir. No es fácil porque, como te pasa a ti, hay muchos quehaceres apremiantes.
Gracias por tu empatía al leer el artículo.
Mucha suerte para el nuevo profesor. Estoy seguro de que sus alumnos y alumnas van. tener la suerte de tenerlo.
Muchos besos.
MÁS
El momento es emocionante. Ha pasado año y medio de angustia, de confinamiento, de restricciones. Ha muerto mucha gente. Y parece que todo está volviendo a la normalidad.
Me ha gustado el título del artículo. Y no dudo que esa emoción habrá sido intensa.
Volver a ver a los amigos, volver a las actividades presenciales, volver a viajar…
Se avecina un tiempo nuevo.
Muchas gracias por el artículo.
Y gracias a todos los comentaristas.
Querida Raquel:
Está moviéndose el mundillo de las invitaciones presenciales, no solo de las nacionales, también las de otros países. Hoy mismo me ha llegado una invitación de Chile para impartir un ciclo de conferencias en el archipiélago de Chiloé, que ya conozco de otros viajes. Me han llamando de Portugal, de Mallorca, de Oviedo, de Valencia… Y me insisten en que desean que la intervención sea presencial. Estoy notando una nueva actitud, un nuevo clima, una nueva exigencia.
Estamos viendo la luz al final del túnel. Esperamos que haya sol y buen tiempo. Pero, sobre todo, esperamos que no nos encontremos on otro túnel largo y oscuro.
Tenemos que seguir luchando por recuperar la normalidad. Una normalidad enriquecida.
Besos y gracias.
MÁS
Querido Maestro:
Es siempre un placer volver a encontrarte (leerte). Gracias por estas producciones que me ayudan a valorar las cosas importantes de esta profesión, entre ellas el abrazo al otro.
Por eso te mando uno muy cálido desde Montevideo.
Ariel Fripp
Querido Ariel:
Muchas gracias por leerme. No existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
Aunque me llames maestro, me siento ante todo un aprendiz. Todo lo prendemos entre todos. Tú, por supuesto, tendrías mucho más que enseñarme que yo a ti.
Hace poco me escribió Carlos para invitarme a ser jurado de un concurso de relatos del Crandon.
Os recuerdo siempre con enorme afecto.
Un abrazo también para ti.
MÁS
Muchas felicidades a los maestros portugueses, un ejemplo de docentes comprometidos. A nuestro Maestro Miguel Angel , qué alegría y emoción nos trasmite con la experiencia de volver a las conferencias presenciales. Éxitos
Querida María:
Así es. En su inmensa mayoría los docentes de Portugal son magníficos profesionales, comprometidos con su tarea.
Parece que se está volviendo lentamente a la actividad presencial. Después de año y medio de experiencias virtuales, estoy comprobando que me llaman de México, de Chile, de Valencia, de Inca, de Argentina, de Portugal (ahora de Évora)…
Ojalá que podamos vencer este maldito virus que tanto dolor nos está costando.
Muchos besos.
Muchas gracias.
MÁS
¡Muy buena entrada! Reencontrarse es muy bonito y deberíamos abrazarnos más ahora que, como bien dice, estamos saliendo del largo y oscuro túnel. Coincido en que actualmente valoramos más lo que siempre tuvimos y espero que a partir de ahora sigamos valorando las pequeñas cosas del día a día y a las personas que nos rodean. Un saludo.
Querida Irene:
Una de las lecciones que nos ha dado el coronavirus es esa, la de valorar la normalidad, la cotidianidad.
Cuando hemos perdido coas que considerábamos normales nos hemos dado cuenta de lo importantes que son: abrazar a los amigos, ir al cine, hacer un viaje, organiza una fiesta, salir a cenar…
Gracias por la lectura y por el comentario.
Besos.
MÁS
¡Qué gran dosis de realidad! Coincido en que es ahora, cuando verdaderamente hemos aprendido a valorar aquello que siempre habíamos tenido y que estaba inmerso en nuestra cotidianeidad. Espero que tras habernos dado cuenta de lo frágiles que podemos llegar a ser, vivamos el día a día valorando y dándole importancia a lo que realmente la tiene.
Un saludo.
Querida Mari Carmen:
Tienes razón. Ahora nos damos cuenta de lo valiosa que es la vida, los pequeños detalles de la vida.
También es cierto que el virus nos ha hecho ver nuestra fragilidad, la de cada persona y la de la sociedad. Un minúsculo virus ha puesto contra las cuerdas a toda la humanidad.
Gracias por leer el artículo y por escribir este comentario, tan sensato.
Besos.
MÁS
Me encanta! Si algo tengo que decir al respecto, es que con esta pandemia hemos aprendido a valorar las pequeñas cosas del día a día un simple abrazo ,un café, cruzarte con gente si miedo … pero si algo positivo tenemos que sacar de esta situación es que hemos aprendido a comunicarnos de otra manera ,gracias a las nuevas tecnologías , que con un uso adecuando nos han permitido estar presentes en cualquier parte, cuando no podíamos estar.