Cuando Messi se despidió del Barcelona este verano, después de 16 largos años de idilio con el club, derramó algunas lágrimas que se secó con un pañuelo que le entregó su esposa Antonella. Después de enjugar las lágrimas se sonó la nariz y arrojó el klinnex a una papelera. Un avispado conocedor de la estupidez humana lo rescató y lo está subastando por un millón de dólares. Habrá pujas a cuál más increíble.
¿Cómo es posible que las lágrimas y los mocos de un jugador de fútbol, aunque fuera el mejor de la historia, suscite una reacción que afecte al corazón y al bolsillo de forma tan espectacular? ¿De qué pasta están hechos los y las fans? ¿Con qué valores se tejen los poderosos vínculos que se crean entre los ídolos y sus seguidores? He aquí la cuestión.
Me intriga, por ejemplo, el entusiasmo que suscita en nuestros y nuestras jóvenes un grupo de cantantes puertorriqueños (Annuel, Osuna, Rauw Alejandro, Arcángel, Abraham Velázquez, Johnny Albino, Marc Anthony…) que arrasan en el mundillo musical. Digo esto porque las letras de sus canciones, a mi juicio, son machistas, literariamente deleznables, musicalmente machaconas y socialmente irrelevantes. No hay en el mundo ni un solo problema que resolver, ni una injusticia contra la que gritar, ni un sueño al que tengamos que perseguir, ni un lugar al que debamos llegar. En realidad, no salen de la cama.
¿Cómo es posible que nuestros jóvenes, y nuestras jóvenes sobre todo, se conviertan en sus fans incondicionales y entusiastas? ¿Dónde radica el magnetismo que generan? Porque sus vidas tienen tres pilares más que cuestionables: droga, alcohol y sexo.
La estética con la que se muestran es de un indiscutible mal gusto: tatuajes, pendientes, vestidos estrafalarios, gestos obscenos…
En octubre se celebrará en Málaga un concierto de Rauw Alejandro. Se agotaron las entradas en unos días. El fervor suscitado es, para mi, inexplicable. ¿Qué tipo de ídolos atraen a nuestros jóvenes? ¿Qué ideales presiden la elección? ¿Qué mensajes subyacen al seguimiento entusiasta de estos jóvenes cantantes?
La radiografía que ofrecen esos poderosos vínculos resulta inquietante. Los contenidos de las letras, la calidad de la música, el tipo de vida (nada ejemplar) de esos ídolos pone en cuestión el sistema de valores de nuestra juventud. Yo no soy quién para juzgar a nadie. Cada uno es libre para elegir el tipo de vida que quiere llevar. Mi pregunta no interpela a los cantantes (y a las cantantes, que también las hay de ese mismo corte: Bad Gyal, Karol G, Becky G…) sino a sus fans.
Los fans y las fans tararean las canciones, exponen sus fotos, escuchan a todas horas (y a toda potencia) su música en la ducha, en el coche, en las reuniones, en las discotecas, repiten sus lemas, conocen sus biografías y admiran su físico.
Me cuesta entender el atractivo que generan estas personas y sus producciones musicales. Me sorprende la admiración que muestran hacia el tipo de vida que llevan y proponen. ¿Qué es lo que realmente les atrae?
Mientras tanto, no conocen (y, por consiguiente, no admiran) a escritores, científicos, pintores, periodistas, investigadores, pensadores, políticos y artistas de indiscutible calidad. Ni los conocen, ni les importan, ni los valoran, ni los aprecian. Sin embargo, en sus vidas y en sus trabajos hay valores admirables de esfuerzo, de sacrificio, de perseverancia, de generosidad, de creatividad, de solidaridad, de respeto, de honradez…
He leído en el precioso libro de Irene Vallejo “El infinito en un junco”, la anécdota del primer fan de la historia. Hoy sería inimaginable. Lo cuenta con estas palabras: “El primer fan conocido de la historia fue un hispano de Gades, obsesionado por conocer a su ídolo, el historiador Tito Livio. Nos cuentan que a comienzos del siglo I emprendió un peligroso viaje desde el rincón más remoto del mundo, o sea , la actual Cádiz, hasta Roma para ver de cerca, con sus propios ojos deslumbrados, a su artista favorito. Suponiendo que hiciese la ruta por tierra el devoto gaditano necesitó más de cuarenta días de trayecto para realizar su peregrinación idólatra, sufriendo las pésimas comidas y el suplicio de los piojos en las fondas polvorientas , traqueteando a lomos de jamelgos y en carros viejos, temblando por miedo a los salteadores de caminos en bosques solitarios. Recorrió las calzadas del imperio, bordeadas por cadáveres de los bandidos ejecutados que se pudrían empalados en estacas allí donde habían cometido su delito. Por la noche rezaba para que los esclavos que lo escoltaban no huyesen o se volviesen contra él en tierra extaranjera. Vació varias bolsas de monedas por el camino. El mismo adelgazó a casusa a causa de unas gigantescas diarreas provocadas por el mal estado de las aguas. En cuanto llegó a Roma preguntó por el famoso Livio. Consiguió verlo de lejos, tal vez se fijó en su forma de peinarse y vestir la toga para imitarlo y, sin atreverse siquiera a dirigirle la palabra, dio media vuelta de regreso –otras cuarenta jornadas de viaje- a su hogar. Plinio el Joven contó la anécdota en una de sus cartas, sin saber que estaba describiendo al primer perseguidor de celebridades conocido”.
¡Un historiador convertido en ídolo! Un escritor, un investigador, un sabio. Visto lo visto, creo que hemos ido retrocediendo en la escala de valores. Esta larga persecución en solitario (ahora los fans actúan como una masa) para solo ver unos segundos a su admirado historiador resultará una antigualla para nuestros jóvenes.
La imagen de adolecentes gritando, sollozando y desmayándose a la llegada de sus ídolos musicales no es un fenómeno de nuestros días. Lo que veo es que la calidad de los artistas es cada vez más pequeña. El primer músico al que se le aplicó el término de celebrity fue al pianista Frank Liszt. Nada comparable con estos chicos jóvenes que han saltado de la calle o de la cárcel a la fama.
“En las civilizadas salas de conciertos del siglo XIX, cuenta Irene Vallejo en el libro citado, un pianista húngaro que agitaba la melena al inclinarse sobre el teclado provoco un auténtico delirio conocido como lisztomanía o fiebre Liszt. Si a las estrellas de rock sus fans les lanzan la ropa interior a la cara, a Frank Liszt le arrojaban joyas. Fue el icono erótico del siglo victoriano. En la época se decía que sus balanceos y sus estudiadas poses al interpretar producían en la audiencia éxtasis místicos. Primero niño prodigio y después joven histriónico, protagonizó giras multimillonarias por el continente. Durante las apariciones públicas de Liszt sus fans se arremolinaban, chillando, suspirando y sufriendo mareos. Le seguían por las sucesivas capitales donde ofrecía conciertos. Intentaban robarle sus pañuelos y guantes y llevaban sus retratos en broches y camafeos. Las mujeres trataban de cortarle mechones de pelo, y cada vez que se rompía una cuerda del piano estallaban auténticas batallas campales por conseguirla para fabricarse una pulsera con ella. Algunas admiradoras lo acechaban por la calle y por las cafeterías, provistas de frascos de vidrio donde vertían los posos de café de su taza. Cierta vez una mujer recogió los restos de su puro junto al pedal el piano, y los llevó en el escote, dentro de un medallón, hasta el día de su muerte”.
Estos dos ejemplos nos dejan constancia de la calidad artística de los admirados ídolos. Un reconocido historiador y un gran músico. Pero, ¿quiénes son los líderes de nuestros jóvenes? Un futbolista y unos cantantes de poca monta.
¿Cómo es posible que esos chicos susciten tanta admiración y fanatismo entre sus oyentes? ¿Qué han hecho de mérito en sus vidas? ¿Qué calidad tiene la música que componen y ejecutan (nunca mejor dicho)? ¿Qué mensaje tienen las letras que cantan? Lo cual me lleva a pensar, por una parte, en la dimensión ética de la vida que proponen. Y, por otra, en la escasa elevación de miras de quienes los veneran. Porque se puede decir: Dime quiénes son tus ídolos y te diré qué tipo de persona eres o quieres ser.
Buenas Miguel Ángel!
Interesante artículo sobre el fenómeno fan.
La admiración y el entusiasmo sobre algo o alguien creo que también nos define. Me has hecho recordar las críticas a la Beatlemanía en los 60 y a los grupos de Rock de los 70-80 (de estos últimos si fui fan)
Creo sinceramente que la clave está más en el sujeto que en el objeto…. ya que la realidad no es tal cual es sino tal cual somos.
Tampoco incidiría en la crítica a la estética ya que nuestros parámetros son muy subjetivos y culturales… Qué es lo bello?.. .lo que a mí me gusta o me agrada? No lo sé.
Lo que más me preocupa y ocupa es que el mundo se reduzca a una cama. Para mi das en el clavo cuando nos interpelas » No hay en el mundo problemas que resolver, Sueños que realizar ,injusticias que combatir..».
Si tuviésemos capacidad crítica para recibir los mensajes machistas y nuestros mundo fan fuera más amplio sin reducirlo a los clásicos monotemas yo no sería tan crítico con el reggaeton.
La vida no es sólo el culo-teta- bebe- baila- mi amoll- muévete,muévete.
Hay más vida y más felicidad incluso en la lucha por un mundo mejor…y hacer comprender ésto es un gran reto para nuestra sociedad y para la comunidad Educativa.
Abrazos y besotes de tu familia Almeriense!
Querido tocayo y amigo:
De acuerdo con lo que dices sobre la estética. Lo que a uno le parece horrible a otro le parece precioso. No sé si se podría buscar un canon de la belleza. Porque habría que discutir el gusto de alguien que admira unos trazos informes más que un cuadro de Velázquez o de Sorolla. Es probable que mi rechazo al contenido de las letras contagie la valoración de la estética de los cantantes.
También me influye en el rechazo el ver a mi hija tarareando las canciones y entusiasmada con el concierto que Rauw Alejandro dará en Málaga em el mes de octubre. Todas sus amigas, sin excepción, irán al concierto. Y he dudado mucho en comprarle una entrada…
El monotema me satura, sobre todo cuando pienso que esa filosofía de la vida puede condicionar la forma de pensar, de ser y de actuar de los jóvenes, de las jóvenes y, en concreto, en mi hija.
Es que no sé dónde está el núcleo de la atracción: si es la música, si son las letras, si es el ritmo, si es la moda, si es la estética, si es el consumo…
El fenómeno fan es complejo. Pero una cosa es ser fan de Liszt y otra ser fan de Osuna.
Gracias por ser el portero principal de los comentarios de cada semana.
Un gran abrazo que incluya a las dos familias.
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Querido Maestro:
«Con la juventud, no hay quien pueda’
Ha explicado de forma clara y coherente sus actitudes y sus acciones.
Hoy me voy a permitir como le prometí comentar el libro de Paz Padilla, «El humor de mi vida’.
Paz saca su lado más creativo para dar vida a esta obra, dónde se da a conocer de una forma diferente e íntima, bajo la premisa de un tema que todos tenemos en común: la muerte.
Su testimonio concibe la muerte como otra etapa más de la vida, la acepta como algo inevitable que solo cuando se abraza confiadamente puede llegar a convertirse en una experiencia enriquecedora y transformadora.
La autora nos abre su corazón permitiéndonos desde las primeras páginas conocer su gran historia de amor y su infortunio cuando a Antonio, el marido, es diagnosticado de un tumor cerebral maligno.
A partir de ahí, la autora expresa sus primeras impresiones, sentimientos y pensamientos más íntimos al mismo tiempo que comparte con el lector su evolución sobre la percepción de la vida y la muerte.
La meditación, el budismo, la filosofía, la inteligencia emocional, serán premisas que recorren las páginas del libro y la gran metamorfosis que Paz sufre durante el proceso de aprendizaje y por lo cual nos da una enorme lección de como entender la muerte de un ser tan querido como algo natural que se ha de aceptar.
La pluma y escritura de la autora es cercana, cariñosa, amena, sencilla y a veces divertida.
La obra nos intenta preparar para la pérdida de alguien a quien amas profundamente, del mismo modo nos abre los ojos ante la fortaleza innata que poseemos las personas, esa capacidad de resiliencia y de sacar lo mejor de nosotras mismas para acompañar en ese trance tan difícil.
Personalmente me ha gustado mucho, incluso he llorado cuando habla de su madre y de su perdida con tanta ternura.
También he reído con sus atrevimientos.
Cómo bien ella dice; humor y tristeza no son excluyentes sino complementarios.
Espero que disculpen mi atrevimiento; pero intento cumplír siempre mi palabra.
Sin más deseándoles a todos que la semana les sea leve, me despido con un saludo y un gran abrazo.
Este domingo se terminan mis vacaciones.
Han sido enriquecedoras!
Querida Loly:
Gracias por compartir con los lectores y lectoras el libro de Paz Padilla.
Me ha parecido ingenioso el título, ya que hace un interesante juego semántico: HUMOR/AMOR.
Desde luego, el tema que aborda es de gran calado: la muerte de un ser querido.
En la Universidad Autónoma de Madrid, hay un grupo de investigación que lleva más de 30 años trabajando la didáctica de la muerte.
Se prepara a las personas para la vida, para el trabajo, para el ´éxito, pero no para la muerte, ni la propia ni la de los seres queridos.
Por todo ello me parece interesante que alguien nos ofrezca su experiencia y abra su corazón para compartir los sentimientos que ha vivido en ese proceso de diagnóstico, enfermedad y muerte.
Muchos besos.
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PD: Espero que no tengas síndrome postvacacional y que sigas disfrutando..
Qué interesante el tema que nos has servido esta semana. Cómo en todos tus artículos yo sólo puedo decir que explicas perfectamente lo que a mí me gustaría saber expresar.
Yo creo que el fenómeno fan viene de una unión, diría que casi mística, entre el ídolo y el fan. Los dos se mueven en la misma cuerda, los mismos ideales, la misma vaciedad o la misma grandeza para unos, que para otros es miseria.
Personalmente jamás he sido fan de nadie, sí admirador de muchos. Creo que para saber los «valores» en que se fundamenta el fanismo bastaría preguntar qué es lo que lleva a uno a ser arrebatado por un ídolo. También pienso que quizás son sentimientos cuyo fondo es inexplicable al fan.
En definitiva, a mi lo que me apena es que se sea fan del humo, de la nada, de la negación de los valores.
Como dices, dime de quién eres fan y te diré quién eres.
Un abrazo, Miguel Ángel, y saludos a todos.
Querido Joaquín:
Pues sí, es cierto que lo más preocupante es que los ídolos no solo no tengan valores sino que encarnen contravalores.
Existe el aprendizaje vicario (Bandura es el principal teórico sobre este tema) que consiste en a`render por imitación.
Y haces bien en distinguir admiración de fanatismo. En este segundo caso domina la irracionalidad, la exageración y la estupidez. Pagar miles de euros por un pañuelo de un futbolista es un acto, a mi juicio, irracional.
Yo tampoco tengo ídolos. No saldría de mi casa para ver pasar por la calle a ningún famoso.
Un gran abrazo, querido amigo.
Gracias por tu siempre interesante participación.
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Hola Miguel Ángel.
Peliagudo tema el que sacas a colación esta semana, el fanatismo… Tema de estudio para sociólogos… Qué puedo decir yo… se me escapa de las manos…
Y tenemos fanáticos de todo tipo: deportivos, musicales, religiosos, políticos, de comunicadores, de actores…
Como tú dices se puede admirar a alguien que lo merezca, no a cualquiera… Supongo que necesitamos más pensamiento crítico y menos zona cerebral de confort. Quizás sea aquí en donde radique la cuestión. Si tenemos ciudadanos confortables, tenemos individuos manipulables ¿Quién sabe? La realidad, tal y como tu apuntas, es que el fenómeno «fan» es algo que perdura en el tiempo, que no tiene fronteras y no hace distintinciones entre culturas ni entre clases sociales…
Aquí tienes un admirador y un amigo, ¿acaso seré un fan tuyo…?
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Creo que la cuestión que apuntas es clave: ¿qué es lo que se admira hasta el punto de tener comportamientos irracionales?
Y también comparto la solución: tener capacidad de discernimiento, de pensamiento crítico, de criterio personal. Digo esto ultimo porque el fenómeno fan es un fenómeno de masas.
Nosotros somos amigos. El afecto y la admiración son mutuas.
Un abrazo y gracias por tu aportación.
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Querido Miguel Angel:
Como siempre, tu artículo de hoy es magnífico, tanto por el tema que aborda como por la manera de hacerlo. Así que te felicito porque lo considero especialmente bueno.
Debo decir que las primeras líneas he debido releerlas porque no daba crédito ¿cómo puede una persona «normal» querer comprar los mocos de nadie por muy famoso que sea o por mucho que lo admire?
Ciertamente hay muchas personas a las que admirar por su trabajo, su capacidad de esfuerzo, su entrega a los demás; y las hay en todas las ramas del saber, de la cultura así como entre todos los ciudadanos y ciudadanas de a pie. Y para mi esa es una admiración justa y reconoce a la persona que admira a otros como alguien lleno de inteligencia y generosidad por ser capaz de valorar todo lo bueno de los otros.
Pero del fanatismo vano al que aludes, ni siquiera considero necesario añadir una coma a lo que tan bien describes y expresas tú.
Muchas gracias por seguir deleitandonos.
Un abrazo
Mariangeles Pelaez
Querida Mariangeles:
Gracias por tu felicitación.
Tienes razón. Lo importante es el motivo de la admiración. Y es una pena que una parte de la juventud tenga por ídolos apersonas que están sembrando pensamientos y actitudes sexistas, aplausos a las drogas y al alcohol y una banalización de la sexualidad rayanas en el delito.
Un eso muy grande y gracias por participar en el blog.
Siempre me alegra ver tu nombre por aquí.
NÁS
Lo del pañuelo de Messi no tiene parangón. Qué ridiculez y qué estupidez.
Y habrá gente que de dinero. Por mocos y por lágrimas.
Hay que estar tarado para entrar en ese juego.
Y lo de los cantantes puertorriqueños me parece increíble. No entiendo cómo las chicas pueden compartir ideas con estos tipos machistas, drogatas y con una filosofía de la vida que considera a los demás objetos de usar y tirar.
Querida Marta:
Es para estudiar el componente irracional del fenómeno fan.
Y el componente afectivo o emocional.
También es digna de estudio la dimensión sociológica del mismo porque pienso que muchos jóvenes y muchas jóvenes no expresan individualmente el mismo fervor que manifiestan en el seno del grupo.
Es lo quepas, por ejemplo, en los conciertos: se produce un contagio casi físico.
Besos gracias.
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Estimados lectores y lectoras.
Siempre echo de menos a participantes asiduos como José Antonio, María José Robles, Horacio Muros…
Hoy me pregunto por DON QUINTILIANO. Hace muchos meses que no veo su nombre por aquí. Y me preocupa que la covid o algún problema de salud haya llamado a su puerta.
Le ruego a él o a alguien que le conozca que me informe de su estado de salud.
Muchas gracias.
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Cuestión importante. ¿Quienes son los Idolos de nuestros jóvenes? Y, sobre todo, ¿POR QUÉ?
Es ahí donde creo que radica el problema. Porque si lo admirable es el sexismo, el hedonismo, la falta de respeto al prójimo y la ausencia de ideales… ¿qué futuro nos espera?
Me preocupa la calidad de los líderes los que veneran lo y las fans.
Gracias a todos y a todas, especialmente a MAS.
Querida Elena:
También a mí me preocupan los motivos de la admiración.
Bandura hablaba del aprendizaje vicario que se produce por imitación.
EL PROBLEMA ESTÁ EN CÓMO DAR LIBERTAD (en realidad no la damos porque es suya) e INFLUIR POSITIVAMENTE.
Es inútil pretender imponer porque se consigue el efecto contrario.
Es la habilidad, el tacto del educador lo que importa.
Tarea nada fácil, pero necesaria.
Besos y gracias.
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La calidad de los ídolos dice mucho de los fans. Y viceversa.
A mí también me preocupa que nuestros jóvenes tengan como referentes a esos cantantes. Mientras más escucho las letras, más rechazo siento a esa filosofía tan chabacana..
No entiendo cuál es el aliciente que le ven ni a la música, ni a las letras, ni a los personajes.
Un cordial saludo.
Querida Sandra:
A mi juicio hay varias formas de intervenir en esta cuestión.
Una tiene que ver con la tarea educativa de la familia y de la escuela. Una persona con buena formación no se deja seducir fácilmente. Tiene criterio y sabe cómo evitar la manipulación.
La otra forma de intervenir interpela a los poderes públicos. La libertad de expresión no da derecho a todo. Esa apología del machismo, esa invitación a la droga, no deberían propagarse tan impunemente. Ya sé que esta posición es discutible, pero creo que los mensajes dañinos no deben circular tan fácilmente,.
Besos y gracias.
MAS
Muy preocupante el problema.
Hace falta reflexión y también medidas que puedan atajarlo.
Yo creo que es muy grave esta ola de vulgaridad.
Cada vez que oigo las canciones me repugnan más y me sorprende el fervor que despiertan en nuestra juventud.
Gracias.
Estimado Juan:
Comparto tu inquietud.
Y tengo cierta sensación de impotencia. Digo esto porque mi hija es una adolescente cautivada por estos ídolos de barro.
Ella reconoce la vulgaridad de las letras, el machismo, la chabacanería… Dice que solo le gusta la música. Sin embargo a mí me preocupa esa influencia subliminal que desprenda la filosofía de vida de estos cantantes.
Espero que sea una etapa que pasa y no deja huella.
Un abrazo y muchas gracias por la participación.
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Se cierra la semana sin tener noticias de Don Quintiliano. Pues bien, ese silencio me preocupa.
Sabía que no era fácil que alguien que lo conociese y que también conociese su vinculación a este blog leyera mi solicitud y se decidiese a dar una respuesta.
No es que me importen menos otras ausencias, lo que pasa es que la edad de Don Quintiliano (según sus relatos referidos a la guerra de África, que vivió activamente) es una fuente añadida de preocupación. Y más en tiempos de pandemia.
Gracias a quien pueda facilitarme noticias.
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