En tiempos tan aciagos, inmersos en una pandemia que nos avasalló sin contemplaciones y de la que no acabamos de salir por diversos motivos, conocidos unos y desconocidos otros, parece una provocación hacer una invitación al optimismo. Pero no, pienso yo. No es una provocación. Nunca habrá momento más necesario. Porque es precisamente una actitud optimista la que nos ayudará a superar la adversidad. Dice Madeleine L´Engle que el verdadero optimismo solo brilla en las tragedias.
Cuando miramos alrededor y vemos tanto horror, violencia, injusticia, desigualdad, ignorancia, opresión, miseria, maldad… nos preguntamos cómo es posible ser optimistas. Más aun si nos encontramos en una situación de grave adversidad como puede ser la muerte de un ser querido, una separación sentimental, una enfermedad seria, un despido en el trabajo, un episodio depresivo… En todos esos casos la persona optimista no niega la realidad, no la minimiza. Pero conoce y recorre el camino para que el dolor no altere ni su integridad ni su esencia personal. Es precisamente esa actitud positiva la que permite afrontar las dificultades.
Todos conocemos personas que han atravesado situaciones muy difíciles en la vida y que siempre se han mostrado enérgicas, positivas y luchadoras y otras que, en situaciones mucho más favorables, se dejan destruir sin mostrar el más mínimo coraje por el menor contratiempo.
Dice Noam Chomsky: “El optimismo es una estrategia para crear un mundo mejor porque, si no crees que el futuro puede ser mejor, difícilmente podrás dar uno paso y responsabilizarte de que así sea”.
Dentro de unos meses pronunciaré en Argentina una conferencia para docentes titulada “Invitación al optimismo”. Serán reflexiones “para docentes en tiempos revueltos”. Estoy rodeado de libros que invitan a reflexionar: “Pedagogía del optimismo” (Marujo y otros), “La fuerza del optimismo” (Luis Rojas Marcos), “Sonreír o morir: cómo el pensamiento positivo engañó a América y al mundo” (Bárbara Ehrenreich), “Viaje al optimismo” (Eduardo Punset), “Recuperar el optimismo” (José María Díez y otros), “El optimista que hay en ti” (Jessica Lockhart), “The optimism Bias” (Tali Sharot), “Habilidades para la vida” (Andrea Giráldez y Emma Sue-Prince), “Hacer que te pasen cosas buenas” (Mirian Rojas), entre otros.
Es probable que, muchas veces, hayamos oído calificar a una persona de optimista con cierto tono de burla, como sinónimo de cándida, ilusa, ingenua, ignorante y hasta estúpida. Creo que se trata de una visión sesgada del concepto. Ser optimista no significa ser inconsciente, significa tener una actitud abierta y esperanzada, confianza en uno mismo y capacidad de superación. No es cierto que un pesimista sea un optimista bien informado.
El profesor de Dinámica de las Organizaciones de la Universidad de Michigan, Karl Weick, ilustra la superioridad de la confianza y el entusiasmo frente ala evaluación realista de la situación con este interesante relato de un suceso verídico. Durante unas maniobras militares en Suiza, un joven teniente de un destacamento húngaro en los Alpes envió a un pelotón de soldados a explorar una montaña helada. Al poco rato comenzó a nevar intensamente y dos días más tarde la patrulla no había regresado El teniente pensó angustiado que había enviado a sus hombres a la muerte. Al cuarto día los soldados regresaron al campamento.
- ¿Qué ha ocurrido?, ¿cómo lograsteis volver?, les preguntó el oficial.
Le respondieron que se habían perdido y poco a poco se fueron descorazonando hasta que uno de ellos encontró un mapa en su mochila. Esto les tranquilizó. Esperaron a que pasara la tormenta y, valiéndose del mapa, dieron con el camino. El teniente estudió con interés el mapa providencial y descubrió con asombro que era un mapa de los Pirineos. En realidad el mapa no había servido para guiar a los soldados,sino para avivar en ellos la esperanza, que fue lo que les hizo salir del trance y enfrentarse a la situación.
El optimismo no es una actitud bobalicona e ingenua que se limita a ver las cosas de color de rosa y que nos hace sonreír mientras nos cruzamos de brazos. El optimismo es comprometido y lleva a la acción. Exige valentía y coherencia, responsabilidad y constancia.
En el libro “Las citas de Einstein”, Alice Caprice reproduce este diálogo, tan sugerente para subrayar lo que estoy diciendo:
– Havelock Ellis: El lugar donde más florece el optimismo es en los asilos de lunáticos.
– Albert Einstein: Pues yo preferiría ser un optimista loco que un pesimista cuerdo.
El optimista nace y, sobre todo, se hace. Es necesario educarse y educar para el optimismo. Para ello hay que superar los obstáculos que lo destruyen.
La tiranía del debería: Se produce esta tiranía cuando la persona piensa que está absolutamente obligada a ser, sentir o actuar de forma utópica o imposible de realizar para cualquier ser humano normal: “Debería estar siempre de buen humor”, “Debería escuchar siempre con plena atención“, “Debería hacer deporte constantemente para estar en plena forma”… Se trata de expectativas irracionales e inalcanzables que, al no cumplirse, generan sentimientos de culpa, de fracaso, de desmoralización y de odio hacia sí mismo.
El perfeccionismo como trampa:En lugar de ser una cualidad, la perfección llevada hasta la exageración se convierte en un obstáculo para la realización personal y profesional. Veamos algunos ámbitos en que se manifiesta el perfeccionismo: rigidez excesiva en cuanto al orden, la limpieza y la organización; la crítica permanente; la reserva y el cuidado extremo; la infalibilidad que conlleva el rechazo a cualquier crítica; la indecisión ante el temor de equivocarse.
La autoestima viciosa: si la persona no se siente bien consigo misma, tendrá un rendimiento menor, lo que va a empeorar la forma de valorarse. En el círculo virtuoso, por contra, si la persona se siente bien consigo misma tendrá mayor éxito, lo que va a mejorar el autoconcepto y la autoestima.
La irresponsabilidad destructiva: Es la tendencia compulsiva a sustraerse de responsabilidades personales, familiares, laborales o sociales, utilizando excusas de diverso tipo: “no hay solución”, “nadie lo hace”, “siempre ha sido así”, “no hay nada que hacer”… Tan malo es dejarse arrastrar por la victimación como abrir la puerta a la autoculpabilización.
Las dependencias nocivas: No me refiero solo a dependencia física, como la dependencia de sustancias sino a la referida a todos los ámbitos de la vida. Hay personas dependientes del trabajo, de las compras o consumos crecientes, de la comida. El dependiente se consume en dudas o descontento por no tener, nunca por no ser.
La inacción perezosa: El optimismo es incompatible con lo que algunos autores denominan “la instalación en la zona de comodidad”. La persona pesimista solo hace lo que resulta rutinario, familiar, trivial, cómodo. Y rechaza la novedad, el esfuerzo y la creación.
La ”rumia” negativa: uno de los enemigos del optimismo es la rumia permanente de pensamientos, afirmaciones y sentimientos pesimistas. Se trata de una actitud consistente en ver solo los aspectos negativos de la realidad. Suelo decir que se trata de personas que solo ven los agujeros en el queso.
Las ideas irracionales: Algunas ideas irracionales nos complican la vida y nos llevan a mantener actitudes pesimistas:Los humanos somos malos por naturaleza, cualquier tiempo pasado fue mejor, la humanidad es irremediablemente desdichada. Albert Ellis, fundador de la terapia cognitiva, habla de once ideas irracionales que destruyen la salud emocional. A ellas me remito.
Susan C. Vaughan, en el libro “Medio vacía, medio llena”, dice lo siguiente: “El optimismo es como una profecía que se cumple por sí misma. Las personas optimistas presagian que alcanzarán lo que desean, perseveran y la gente responde bien a su entusiasmo. Esa virtud les da ventaja en el campo de la salud, del amor, del trabajo y del juego, lo que a su vez revalida su predicción optimista”.
Se dice muchas veces que el optimista ve la parte llena de la botella y el pesimista la parte vacía. Thomas L. Friedman en su libro “El optimista preocupado” (2003) dice: “Yo soy optimista por naturaleza, porque soy bajo de estatura. La gente baja tiende a ser optimista porque solo puede ver la parte de la botella que está llena y no llega a ver la parte vacía…”
Hace algunos años visité por motivos de trabajo la ciudad boliviana de Potosí. Me contaron que sus habitantes tenían fama de ser muy pesimistas, tanto que se les había acuñado el siguiente dicho: cuando un potosino se desmaya no vuelve en sí, vuelve en no. Lo contrario de lo que debemos hacer cada mañana al despertar para afrontar el día con actitud optimista.º
Querido amigo y maestro:
Magnífico artículo. “¡Felicidad-des!”
Muchas gracias.
Un abrazo MÁS para tu familia de parte de la mía.
Querido Juan Miguel:
Muchas gracias por estar siempre ahí.
Gracias también por el comentario. Es una alegría saber que esa paloma que sueltas cada sábado se ha posado en el alero de un corazón generoso.
Un abrazo para los cuatro.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
Te diré, del artículo anterior, que me hizo gracia el ser mi comentario el 20000.
Eso quiere decir un aspecto de la huella que vas dejando por esta vida. !!Felicidades!!!
Yendo a lo de hoy, en el que nos has dejado un estupendo estudio del optimismo, te diré que a mí desde niño me enseñaron por la oración llamada “La Salve” que estamos en un valle de lágrimas. Lágrimas y muchas hay, pero también hay más que nunca, personas en el cielo, aquí abajo.
Hay, quien sin razón, solo ve las lágrimas. Son los pesimistas totales.
Hay quien solo ve amor y bondad. Son los optimistas irracionales.
Comparto lo que dices: debemos tener una actitud positiva a pesar de lo mucho negativo que nos asalte. Eso es optimismo.
Creo que has dado con el remedio para los pesimistas irredentos: que se lean todos los libros que has citado. Las vacaciones siempre pueden ser un buen momento, al menos, para empezar.
Un abrazo y saludos a todos.
Querido Joaquín:
Pues a mí me gustó que tu comentario de la semana pasada ocupase ese número tan redondo.
Me dice el director del periódico que por cada comentario escrito se calcula que haya mil lectores. Yo estoy muy agradecido a los que mantenéis la llama de las aportaciones.
Alguien me dijo hace unos días que leía todos los comentarios porque siempre eran aprovechables.
Leí en el Pedagogía del optimismo esta frase: Es cierto que los optimistas ven alguna vez una luz donde no existe pero, ¿por qué los pesimistas quieren ir a apagarla inmediatamente?
Un gran abrazo y buen fin de semana.
MÁS
Querido amigo, entrañable maestro:
Siempre reclamas mi participación en tu blog, el cual leo ritualmente cada sábado como una liturgia de culto a nuestra amistad de tantos años. Tal vez el necesario receso escolar de invierno en estas latitudes y el tema propuesto me ha motivado a pensar y explorar en otra categoría “el optimista resiliente”, pensando en la actitud emocional que he observado en tantos años de gestión escolar en distintos colegas que “pelean la vida” que resisten y movilizan con la fuerza del optimismo ante la adversidad. Creo que la clave esta en poder darle sentido a cada una de sus emociones en donde la actúa la resiliencia como capacidad transformadora de la propia realidad, dando motivos y razones de esperanza; aquello de Viktor Frankl: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. La resiliencia entonces nos ayuda a afrontar y sobreponernos antes situaciones adversases, por eso creemos que es consustancial con el optimismo y en nueva cita del psicoterapeuta austríaco padre de la Logoterapia: “quien tenga un porqué para vivir podrá superar casi cualquier cómo”
Pensar en que pronto vendrás por Argentina, despierta mi optimismo y me hace respirar aires de reencuentro.
Un sentido abrazo y cariño para los tuyos.
Horacio
Querido Horacio:
Tú eres uno de los asiduos lectores en los que pienso cuando escribo. Ese ritual sabatino merece cualquier esfuerzo.
Me parece estupenda esa categoría de optimista resiliente. En realidad es una redundancia, porque el verdadero optimista, como digo en el artículo, se muestra en la adversidad.
Todavía no tengo fechas para viajes transoceánicos y los estoy echando mucho de menos.^por el contacto con las personas, claro.
Antes hacía 100 vuelos al año. Desde marzo de 2020, no he pisado un aeropuerto. Ya va siendo hora.
Un gran abrazo, querido amigo.
A la espera de que pueda ser real y no virtual.
Y gracias por el estupendo comentario.
MÁS
MÁS
Querido Maestro:
Si yo no hubiera optado por una actitud optimista no estaría resurgiendo como el ave fénix.
La vida, el destino, las circunstancias, me han ido poniendo obstáculos y piedras duras en el camino.
Yo los he tomado como aceleradores de mi forma de ser y de ver la vida.
Si caminas por el monte del olvido, todo lo que te pasa te lleva a la supervivencia más absoluta.
A ser fuerte como única opción, porque la debilidad se convierte en la más cruel de las existencias y algunas personas las aprovechan para hundirte y destruirte.
He salido de un mundo de horror y miedo gracias a mí manera positiva de ver y sentir la vida.
Ha participado en mi crecimiento personal, mi manera sencilla y humilde de ver el mundo, la capacidad de sentir afectos, la valoración de la verdadera amistad, el descubrimiento del valor de quererse, el agradecimiento a diario de estar viva y el afán de superación ante tanta adversidad.
Los que han querido destruirme se han encontrado con un gigante muro que no lo derriba ninguna tormenta.
Porque creo en mi verdad, esa que siento en mi corazón, y en el tiempo que me hace ver y tener paciencia en que la luz brillará.
Mientras que la vida me otorgue el maravilloso don de vivir seguiré disfrutando y agradeciendo estar aquí.
El optimismo te lleva a la creencia de que todo se puede conseguir con esfuerzos y alegría en tu alma.
No duden en ser felices cada día!
Sin más, con un efusivo abrazo para todos, me despido hasta la próxima semana.
Querida Loly:
A ti te viene como anillo al dedo la definición que hace mi amigo Horacio Muros de optimista resiliente.
Ahi está la clave del verdadero optimismo.
Me gustó mucho el libro de Luis Rojas Marcos titulado Superar la adversidad.
Esa lucha requiere optimismo y, al practicarla, nos hacemos más fuertes.
Me alegra saber que ahora disputas de la vida. Te lo has ganado a pulso.
Besos.
Ánimo.
Gracias.
MÁS
Querido profesor Miguel Ángel: siempre es un placer leerlo y reflexionar a partir de los relatos…En este caso, recordé la historia de los dos hermanos, el optimista y el pesimista, que fue narrada en la presentación del libro “La casa de los mil espejos”, en Rosario, Argentina.
Y coincido en que siempre los optimistas son tomados como ingenuos y despreocupados. Me ha pasado en el ejercicio de la Gestión escolar en Nivel Inicial, que algunos docentes y padres de alumnos, me han hecho saber que no tiene sentido ser optimista porque las cosas no tienen solución….y tengo la convicción de que siempre vale la pena intentarlo, y que siempre pensar entre varios es mejor que hacerlo de a uno.
Gracias por acercarnos esta realidad desde las palabras y la experiencia
Gracias por estar siempre presente…
Mariana Beduino
Rosario, Argentina
Querida Mariana:
Recuerdo aquella presentación en la que conté la historia depende, más que de la realidad, de la horma en que esta se vive.
En educación, dice un autor de la escuela de Franckfurt llamado Horhkeimer, podemos ser pesimistas teóricos pero tenemos que ser optimistas prácticas.
Es que el optimismo es consustancial a la educación. Solo si se piensa que el otro puede aprender se puede conseguir ue lo haga.
Qué triste lo que me cuentas de las actitudes pesimistas en la escuela. La escuela es la institución optimista por excelencia.
Besos desde Málaga a Rosario.
Y gracias.
MÁS
Querido Miguel Ángel.
Hace unos días te prometía por teléfono que volvería a visitar tu blog (al menos, con la misma frecuencia con la que solía hacerlo antes de mudarme a Ecuador) y aquí estoy de nuevo. Es el primer sábado en bastante tiempo que entro al Adarve, pero qué alegría me ha dado reencontrarme de nuevo con tus reflexiones. ¡Y qué acertadas son en estos tiempos tan inciertos!
No es la primera vez que te escucho (o te leo, en este caso) reivindicar la importancia que tiene el optimismo para afrontar cualquier vicisitud o circunstancia vital. ¡Y cuánto más, si hablamos de vicisitudes o circunstancias relacionadas con la esfera educativa! Aunque tu entrada semanal no se refiera específicamente a ello, nunca está de más recordar que una buena profesora, un buen profesor, debe ser optimista por naturaleza. Porque solo si tenemos la convicción de que las personas pueden mejorar, haremos lo que esté en nuestra mano para que así sea.
Estoy seguro de que tus oyentes argentinos disfrutarán mucho de la conferencia que tienes prevista, ya la des presencialmente o a través de la pantalla. Y tranquilo, ya llegará el momento de retomar tus 100 vuelos anuales…
Por cierto, ya que citas algunos libros, voy a permitirme recomendarte uno que va en la línea de lo señalado. Lo leí hace unos años y me gustó mucho por el fundamento científico que tenían sus afirmaciones. Se titula “La ciencia de la felicidad”, de Sonja Lyubomirsky. Échale un vistazo cuando puedas.
Seguimos en contacto.
Un abrazo.
JOSE
Querido José Luis:
Fue una enorme alegría saber que estabas aquí, tan cerca, con toda la familia después de la agridulce experiencia ecuatoriana. Y saber que toda la familia sigue bien. A ver si pronto tienes el trabajo que mereces. Sería bueno para ti y para tus alumnos y alumnas porqué sé el magnífico profesional que eres.
Me alegró mucho la conversación de hace unos días.
Cuando escribían comentarios desde Ecuador en el blog pensaba en cómo estaríais viviendo la experiencia.
Veo con alegría que has cumplido la promesa de leerme en el blog y de escribir un comentario. Espero y deseo que no sea el último.
Comparto contigo la especial necesidad de optimismo en la educación. La educabilidad se rompe en el momento que pensamos que el otro no puede aprender ye en el que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo.
Haré caso de tu recomendación. Voy a ver si lo tengo en mi biblioteca. Me suena el título.
Un gran abrazo para tu familia.
Y para Estefania, si la ves.
Bienvenido a tu casa de El Adarve después de tanto tiempo.
Y gracias.
MÁS
Estimado maestro, desde Chile me encuentro con su columna justo después de un mal momento vivido por mi hijo de 12 años que al verse enfrentado un posible engaño desde su consola de juego para obtener datos personales de mi tarjeta de crédito, llorando frustrado me decía “las personas son una porquería, todos tratando de sacar provecho de otros , este mundo es una porquería, de que vale vivir así, no quiero vivir en un mundo así ”
Tratando de mantenerme tranquila y conteniendo la pena que me provocó verlo así, le comenté que habían personas abusadores y que obviamente eso es injusto pero que NO todos los seres humanos son así, que él está rodeado de buenas personas que lo aman, pero que no podía confiar en todos, que debía ser cauto y que si sentía que alguien no le daba confianza en sus juegos o en otra situación, debía alejarse y comentarlo con quien esté cerca y sea de su confianza.
Difícil tarea para la infancia inocente mantener el optimismo, que creo sienten los niños y niñas de familias que los aman, cuidan y protegen, cuando se ven enfrentados a una realidad un poco cruel por decir lo menos…
En fin, luego de ese triste momento, donde finalmente se calmó y volvió como niño que es , a sus juegos y a reír con sus amigos del colegio en línea, quedé con una sensación muy amarga, en mi país, situaciones como esta son comunes y la Pandemia ha acrecentado, según mi parecer, este tipo de delitos… Y luego leo su columna y ahhhhh! Hay tanta verdad en sus palabras y me digo al fin “y si pierdo el optimismo frente a la humanidad… qué me queda, qué le queda a mi hijo para el mañana… pues nada, así que a llenarse de optimismo que como dice el título de una película, ” al fin y al cabo, La vida es bella”
Un cariñoso saludo, desde el fin del mundo.
Querida Katherina:
Mil gracias por tu lectura y por tu comentario.
Un beso muy grande para tu hijo.
Yo tengo una hija adolescente de 16 años.
Los niños y los jóvenes se van a encontrar con personas y situaciones como la que ha encontrado tu hijo porque en el mundo hay personas de todo tipo.
– Es importante que él (mi hija en su caso) sean de las personas buenas, confiadas y confiables.
– Tienen que evitar la ingenuidad tonta y la desconfianza dañina. Es decir, tienen que ser precavidos.
– Es muy importante que cuenten con un entorno de amor y confianza.
– Tienen que seleccionar bien a sus amigos y amigas.
– Y tienen que aprender de las malas experiencias, como le ha pasado a tu hijo porque ha tenido alguien al lado que le ha explicado y se ha preocupado por él.
El optimismo no depende tanto del análisis de la realidad cuanto de la actitud en la forma de afrontarla y de vivirla.Por eso, con la misma realidad, podemos encontrar personas optimistas y pesimistas.
Besos.
MÁS
Muy buenas Miguel Ángel!
Recorriendo las tierras aragonesas y peleándome con uno de sus ilustres, el genial Baltasar Gracian,(al final es un poco pesimista de la condición humana) me viene tu artículo como anillo al dedo. Felicidades por la calidad de tus palabras sobre el optimismo. Un Gran resumen para tener muy presente.
Como dice el anuncio…Me lo quedo!!!
Veo que estás, como siempre, muy bien acompañado de libros. Gracias por hacerlos visibles.
Como dice Baltasar, “Saber y saberlo demostrar es valer dos veces” y en tu caso se dan ambas. Gracias!!! ( Aunque con retraso…)
Un fortísimo abrazo!!!
Querido Miguel, querida familia viajera:
Os veo muy valientes afrontando el peligro del virus.
Además veo que hacéis viajes muy aprovechables desde el punto de vista cultural. Saludos al gran Baltasar. Habrá que repasar su ran novela El criticón.
Conoceros, saber cómo sois y lo que hacéis ES MÁS GENERADOR DE OPTIMISMO que mil artículos como este.
Y no has llegado con retraso. Has llegado más a tiempo que muchos y antes qu todos los miles que no escriben.
Hacerlo estando de viaje familiar tiene más méritos, Más místico de optimismo.
Un gran abrazo andante.
Y, como siempre, gracias por participar.
MÁS
Estimado Miguel Ángel.
Tu artículo esta semana nos invita a ser optimistas y ver la botella siempre medio llena. Es necesario y saludable. Es cierto que ser optimista nos ayuda a afrontar nuestras dificultades de otra manera, con más ganas y más ilusión, minimizando los aspectos negativos que van surgiendo en el día a día. Me uno al carro de los optimistas.
Te voy a contar una anécdota sobre el optimismo que estoy viviendo y veo de cerca estos días. Aunque vivo en Ronda como ya sabes, la semana pasada estuve pasando una semana de vacaciones en el precioso pueblo de Mazagón (Huelva) en un hotel familiar en primera línea de playa con mi mujer y mi hija Sofía. Lo hemos pasado muy bien en las instalaciones, el personal es muy amable y la comida estupenda. Somos muy afortunados por poder disfrutar de unos días de descanso en un lugar tan bonito con unas playas paradisíacas y con una temperatura propia para la ocasión.
Pues bien, no te imaginas la cantidad de clientes insatisfechos en el hotel que ha estado a diario en recepción o en el comedor reclamando y discutiendo por vanalidades , indignados y enfadados por cuestiones como que falta gel en la habitación, que les falta una toalla, que no hay salsa de tomate o que no les funciona el wifi. En mi opinión esta actitud de reprobación y enfado con muchos de los trabajadores del hotel no ayuda en nada a pasar unos días de diversión y disfrute. Es una actitud pésima y contagiosa que afecta también negativamente a otros miembros de la familia, cuando muchos clientes lo que van es a pasar unos días de vacaciones. Yo siempre me pregunto, ¿merece la pena enfadarse por semejantes vanalidades? ¿no es más bonito y nos alegra más el corazón a todos ser agradables y positivos con los demás? Los trabajadores de recepción del Hotel tienen el cielo ganado por la paciencia con la que tratan a semejantes clientes insatisfechos.
Con esto lo que quiero decir es que en la vida nunca merece la pena tener una actitud negativa y pesimista. No me imagino un hotel lleno de potosinos siendo negativo en sus actuaciones, aunque seguro que no son todos… Gracias por compartir la anécdota que me ha gustado mucho.
Sin más me despido, desde Ronda con un afectuoso abrazo. Feliz verano de descanso y felicidad para ti y para tus chicas.
Fdo. Juan Francisco.
Ronda. Málaga.
Querido Juan Francisco:
Esta semana tengo a dos rondeños entre mis comentaristas. José Luis Del Río, al que no sé si has leído, vive en tu hermosa ciudad. A José Luis le dirigí la tesis y tengo el honor de que una conferencia mía, impartida en un Instituto de Ronda cuando él era bachiller, le decidiera acercarse a la profesión docente. También vive ahí una becaria mía, que se llama Estefania Almenta. También nació en Ronda una alumna mía muy querida que se llama María José Aguayo Carnerero.
Respecto a las quejas yo digo que en los lugares de atención al público debería haber también libro de felicitaciones. Porque solo lo hay de reclamaciones.
Es justo exigir lo que se ha pagado, pero la actitud de algunas personas es la de solo ver los agujeros en el queso, como digo en el artículo.
Me alegro de que hayáis disfrutado.
Un gran abrazo. querido rondeño y familia. Especial para Sofía.
Muchas gracias.
MAS
Querido profesor:
Un día te oí decir en una conferencia que el optimismo era consustancial a la educación, como mojarse para el que va a nadar. Ya ves que no se me ha olvidado.
Un arquitecto pesimista puede construir un hermoso edificio, un educador pesimista no puede conseguir éxito.
Aunque artículo no se centra en esa cuestión, quiero hacer hincapié en la importancia que tiene el optimismo en la enseñanza.
Un cordial saludo.
Querida Mariana:
También digo que sin optimismo podemos ser buenos domadores pero no buenos educadores.
Es que la educación se basa en una tesis fundamental: el ser humano puede aprender, el ser humano puede mejorar. Si esto se niega, no hay educación posible.
Dice Merieu: la educabilidad se rompen en el momento que pensamos que el otro no puede aprender y en que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo .Gracias por la lectura del artículo y por el comentario que has escrito.
Besos.
MÁS
https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/estafa-nueva-educacion_129_8128257.amp.html?__twitter_impression=true
Querido José Antonio:
Conozco muy bien ese discurso. Está lleno de tópicos que se repiten una otra vez sin argumentación alguna: los gurús que destruyen la educación, el buenísimo, la falta de esfuerzo, el repudio de la memorización, la falta de exigencia, la estafa, la nueva educación, las pruebas PISA, la cita de algún anti pedagogo como el que aparece… Y, cómo no, la critica al aprender a aprender que echaba de menos hasta llegar al final.
Me llega este artículo mientras leo cien cartas que van a formar un libro de Homenaje a Paulo Freire en el centésimo aniversario de su nacimiento (1921). Me han encargado el Prólogo. Qué diferencia de discursos. ¿Por qué no leen algo de este gurú?? ¿O no leen porque escribe un pedagogo?
Un abrazo.
Y gracias.
MÁS
PD: Por cierto. Algo tendrá que mejorar el autor en la escritura, ya que habla de un corto trecho cuando debería decir, por lógica, un largo trecho. Y, a propósito, los alumnos no son tontos…
Hola Miguel Ángel y José Antonio (el breve) 😉
Esta semana no iba a intervenir, pero una vez leído el artículo al que nos enlaza José Antonio sólo se me ocurre decir que se trata de una argumentación sin ningún tipo de evidencias que está basado sólo en la opinión. Por opinar se puede decir cualquier cosa ya sea por los “gurús” (en los que hay de todo) como por los presuntos “no gurús” que saben de todo y algunos hablan desde la más completa ignorancia.
Yo soy ningún “gurú”, sólo soy un maestro de primaria y veo día a día como la enseñanza tradicional ha quedado trasnochada y dista mucho de lo que realmente interesa a nuestro alumnado.
Suele decirse que los métodos no son buenos ni malos, sino buenos o malos aplicadores. Yo me atrevería a decir que la concepción que tenga cada docente de la educación le conlleva a utilizar de forma adecuada o inadecuada los métodos. Decir que el aprendizaje cooperativo es una tontería es como no reconocer que en la actualidad el trabajo en equipo es esencial en cualquier campo de la vida. Devaluar las emociones en beneficio de los conocimientos es primar por una enseñanza tradicional que está abocada al fracaso escolar de muchos niños y niñas y desconocer las inquietudes de los niños del siglo XXI que son diametralmente distintas a las que teníamos los que nacimos en la segunda mitad del siglo XX.
A mí este artículo me suena a esas tertulias radiofónicas en donde los tertulianos hablan de todo con autoridad y no te das cuenta que no tienen ni idea hasta que tratan un tema que tú conoces.
Dudo mucho que el uso de metodologías activas estén al servicio del poder neoliberal, muy al contrario, la reproducción conlleva a alienamiento y está en consonancia con el poder hegemónicos. Las pedagogías activas pueden conducir al alumnado a la adquisición de un pensamiento crítico y eso sí que es peligroso para el neoliberalismo.
Hoy la sombrilla se mueve por el viento, hay que sujetarla con contrapesos… A la educación también hay que ponerles contrapesos cuando le azota un viento racheado e irregular.
Buena semana!!!
Querido Juan Carlos:
Completamente de acuerdo.
Estos discursos, de tan conocidos y repetitivos, resultan exasperantes.
Pero, ¿qué aportan?
No hay detrás la menor investigación. Solo se repiten tópicos, iguales por no decir idénticos.
Tú apuntas algunos: el trabajo cooperativo, las metodologías activas, la preocupación por el mundo emocional del que aprende…
Lo quemaste choca es esa obsesión ANTI que los define.
Un gran abrazo, sin que cause problemas con la sujeción de la sombrilla.
Y gracias.
MÁS
Queridos Miguel Ángel y Juan Carlos:
Qué tal, cómo va todo.
Primero, y antes de perderme en cosas sin importancia, una petición. Vosotros, que sois personas poderosas y desprendidas (rara combinación), y como sé que en vuestra tierra vais sobrados de lo que os pido, por favor, mandadme como unos cinco grados Celsius para el día aquí, a mi tierra natal. La noche no hace falta tocarla.
Pues sí, Juan Carlos, el breve me puede valer. Pero como bien sabes, antes breve que cansino. Los motivos por los que puse ese artículo son varios y de distinta importancia. Uno, decir que os sigo leyendo todas las semanas a diario. Otro, y lo apunta Miguel Ángel en la última respuesta que te da al calificarlos de exasperantes, es que a mí siempre acaban enfureciéndome, a la vez que asombrándome, la mezcla de verdades y mentiras. Los autores, en este caso, son dos profesores universitarios, lo cual, por un lado, me asombra, y, por otro, me asombro de que me asombre, pues gente de muy alta preparación y con muchas luces ha dicho burradas más grandes que la catedral de Santiago. (¿Veis por qué necesito un poco de sol? Para poner luz en tantra sombra).
Cuando leo a estos anti siempre acabo acordándome de artículos tuyos como “Nexos causales arbitrarios”, o “Diagnóstico en enfermería”. Lo digo porque yo no sé de dónde extraen un montón de afirmaciones que hacen. ¡Y luego dicen que “se trata de acertar en el diagnóstico y tratamiento de los males de la enseñanza española”! En fin, solo quería dar contenido a la sombrilla de Juan Carlos y de otros y otras que lo tengan a bien.
¿Debo ser optimista con la llegada del verano a mi casa? Quien me lea desde la tórrida Península Ibérica alucinará con la pregunta, pero esto es el fin de la tierra (Fisterra).
Un fresquito abrazo.
Querido José Antonio:
Pues nada, no hay problema en prescindir de la mitad de nuestros grados, no de unos poquitos como pides.
No sé si recuerdas un artículo del blog titulado Carta abierta a un antipedagogo. Te lo digo porque el debate suscitado fue interesante. Si no estabas entonces vinculado, te remito a ese interminable diálogo. Llegaron todos como si hubieran sido convocados para una causa bélica. Con un furor digno de mejor causa.
Lo curioso es que tienen la obsesión de demostrar que la pedagogía no es una ciencia y pretenden hacerlo de manera evidentemente superficial.Porque eligen un párrafo de un artículo (del blog, por ejemplo) y lo critican hasta la ridiculización. Eso sí debe ser ciencia.
No les valen ni las investigaciones, ni las tesis, ni los libros, ni las argumentaciones.
Un abrazo caluroso que con el tuyo fresquito acabará siendo un abrazo saludable.
A ver si te das un paseíto más frecuentemente por aquí. Se te echa de menos.
MÁS
PD: Estoy preocupado por nuestro amigo Don Quintiliano. Hace mucho que no escribe.
PD: De María José Robles, sí tengo noticias. Todas buenas.
Hola José Antonio.
Siempre es un placer leerte. Te respondo de forma esquemática:
1. No generalices, yo no soy poderoso y desprendido depende de qué…
2. Te envío no cinco, sino 10 grados de mi tierra de Jaén, que ahí para la temperatura sí que somos muy desprendidos, especialmente con la nocturna… Aquí en la playa, aunque también hacer calor húmedo, es más soportable.
3. A mi juicio no eres nada cansino, suele hablar con claridad y con fundamento. Por ejemplo, en este comentario demuestras más conocimiento en educación que muchos colegas.
4. En la universidad hay de todo, personas que han llegado allí por su preparación y conocimientos (MÁS , por ejemplo) y otros por enchufe de muchos vatios y meritocracia dudosa ¿Qué se puede esperar de estos últimos?
5. Ya daría yo algo por estar en Galicia en estas fechas aunque fuera una semana para pasar frío…
Un abrazo.
Disculpad el autocorrector: quería decir “ahí” en vez de “hay”…
Buen día maestro de la vida, quiero agradecer que en esta madrugada he leído su artículo, de pronto hasta a las personas optimistas nos llega la brisa del pesimismo y tener palabras que reconforten ayudan mucho a retomar el camino.
Me recordó Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
A quien vive por fe el optimismo es su sonrisa.
Fue edificante conocerle.
Siga escribiendo, su sabiduría viene de lo Alto.
Querida Lily:
Gracias por la lectura del texto y por tu hermoso y lúcido comentario.
Estoy seguro de que la fe te iluminará el caminó para avanzar con optimismo y esperanza.
Besos.
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Hola . Soy Maria Teresa Meza, y que maravilloso artículo, pertinente a la vida que llevamos en particular quienes hemos abrazado la docencia. Me encanta leer cada sábado , siempre que estoy un poco pesimista recurro a su aporte Sr Miguel Angel, y es como reponerme y tomar un nuevo impulso para seguir. Cada día encontramos barreras para seguir con optimismo y creo que son precisamente para poder medornos como personas y optar como diría Albert Einstein ” más vale ser un loco optimista que un cuerpo pesimista” Aún recuerdo cómo algunos propios colegas me decían; para hacer innovación educativa de tu propio pecunio; si el Ministerio no te da nada ” pero el disfrute esta en ser autónomo y valiente para diseñar caminos diferentes por la sonrisa de los niños” . Estoy convencida que falta más apoyo a los docentes; sin embargo el optimismo se mide en la adversidad. Gracias Maestro. Mi saludo desde Paraguay.
Querida María Teresa:
Una fuente de optimismo es encontrarse docentes como tú, docentes que luchan por mejorar las prácticas a pesar de las adversidades.
Hay que apoyarse en quienes quieren mejorar, esforzarse, hacer felices a los niños y a las niñas.
Claro que hace falta un mayor apoyo a los docentes, tanto desde la política como desde las familias y dela sociedad en general.
A mí meta ayudado mucho en la vida este pensamiento: Que mies©dela sea mejor porque yo estoy trabajando en ella.
Besos.
Gracias por tus palabras, tan hermosas.
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