Este título debería figurar como epitafio en la lápida de nuestra tumba. Pasamos la vida haciéndonos preguntas, buscando respuestas a las mismas y planteando, a partir de esas respuestas, nuevas preguntas que ni habíamos sospechado que se podrían formular.
Ese es también el subtítulo que deberían llevar todos los libros, todas las tesis doctorales, todos los informes de trabajos de investigación, todas las películas, todos los informes: Preguntas y respuestas y preguntas… Porque todos esos trabajos parten de interrogantes que nos hacemos y de una búsqueda más o menos rigurosa sobre las respuestas. De todas esas respuestas, más o menos satisfactorias, nacen unas preguntas nuevas, frecuentemente insospechadas. Es como si caminásemos hacia una montaña desde la que se ven nuevos territorios inexplorados. Caminar y llegar significa que hay que seguir caminando, es decir que se abren otros caminos que recorrer.
La curiosidad del ser humano es innata. Desde niños queremos descubrir, indagar, explorar… El bebé gatea en busca de objetos, de lugares, experiencias, de hallazgos imprevistos… Sin conocer el peligro que conlleva mete los dedos en un enchufe o tira de la punta del mantel haciendo que caiga sobre su cabeza todo lo que estaba encima… Cuando empieza a hablar se convierte en una fábrica de preguntas. ¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?… Los pequeños son agotadores formulando interrogantes. ¿Quién y cómo destrubre esa curiosidad inicial?
En realidad, no nos hacemos preguntas para encontrar respuestas sino para encontrar nuevas preguntas. La respuesta es un rodeo hacia un nuevo interrogante. Si no hubiese preguntas no buscaríamos respuestas. Y si no hubiese respuestas no encontraríamos otras preguntas.
Me preocupan las personas que carecen de curiosidad, que no tienen deseos de saber. Hoy mismo me ha pasado algo relacionado con este asunto. Entré en una cafetería para tomar un refresco. La camarera reconoció por el acento mi origen y me confesó que ella había nacido también en la provincia de León. Me preguntó por el lugar de mi nacimiento y le dije que mi pueblo era Grajal de Campos. Ella me contó que tenía familia todavía en la zona. Le conté que la torre de la iglesia parroquial de mi pueblo encierra en su planta una curiosidad arquitectónica singular ya que tiene cinco esquinas y si se le añadiese una más tendría solo cuatro. Le dije también que conocía muy bien cuál era la causa de la extraña decisión del arquitecto. Cuando me disponía a dibujar en una servilleta la planta de la torre me dijo que no tenía curiosidad ninguna por saberlo. Me quedé con la servilleta en la mano completamente atónito. Su indiferencia me desconcertó. Qué increíble reacción.
Por cierto, cuanto más se sabe de algo, más dudas y preguntas se tienen sobre ello. Lo decía el filósofo Nicoláś de Cusa cuando hablaba de la docta ignorancia. Yo lo explico de una manera gráfica. Si alguien sabe sobre algo lo que está dentro de un pequeño círculo, lo que se da cuenta que no sabe es la pequeña superficie que rodea ese círculo. Si lo que sabe se puede representar por un círculo más grande, lo que siente que no sabe es mucho más. Y si el círculo que representa lo que sabe es enorme, estará abrumado por la conciencia de lo que no sabe. Por eso los sabios son humildes y los necios son petulantes. Un ignorante dice:
– Soy un psicólogo nato. Si veo a alguien, con una sola mirada sé lo que le pasa. No necesita ni abrir la boca para contarme lo que le sucede.
Sin embargo una persona que ha estudiado psicología, durante más de medio siglo, dice:
– El ser humano es insondable, No se puede saber bien lo que le pasa por mucho que nos cuente. Existen muchos subterfugios, muchos mecanismos de defensa, muchas trampas en la connotación…
Me gustaría saber cuántos alumnos y alumnas van a las clases por la curiosidad y la pasión por aprender y cuántos van porque les obligan o solo para obtener los certificados correspondientes. Si las escuelas no tuviesen el poder de acreditar, ¿estarían igualmente llenas? Mucho depende de la actitud de quien aprende, pero también de la calidad de la persona que enseña. Recuerdo, cuando hablo de estas cuestiones, al profesor de Albert Camus, el señor Germain, de quien dice en su novela “El primer hombre”:
“Después venía la clase. Con el señor Germain era siempre interesante por la sencilla razón de que él amaba apasionadamente su trabajo… En la clase del señor Germain, por lo menos, la escuela alimentaba en ellos un hambre más especial todavía para el niño que para el hombre, que es el hambre de descubrir. En las otras clases les enseñaban sin duda muchas cosas, pero un poco como se ceba a un ganso. En las clases del señor Germain sentían por primera vez que existían y que eran objeto de la más alta consideración: se les juzgaba dignos de descubrir el mundo”.
En las clases las preguntas deberían ser alentadas siempre. Nunca son una interrupción sino un elemento de estímulo y de ayuda, un camino para el aprendizaje. Me sorprendió y entristeció aquella explicación que daba un docente sobre los escasos aprendizajes de sus alumnos:
– Hacen muchas preguntas y te desconcentran.
Quien pregunta es porque no ha entendido y quiere hacerlo o porque tiene curiosidad por saber algo nuevo. ¿Por qué matar esa curiosidad? ¿Por qué no estimularla de forma clara y contundente? ¿Por qué no premiar las preguntas más interesantes y sí las respuestas certeras?
Conviene que las preguntas se formulen desde el comienzo, no solo al final. He visto muchas veces que la invitación a plantear preguntas se produce cuando ya ha tocado el timbre para finalizar la clase. Si alguien levanta la mano en ese momento, los demás le mirarán con ojos de asesino.
No hay que tener miedo a las preguntas. No hay que angustiarse por confesar que no se conoce una respuesta. Es bueno invitar a que entre todos se prepare una respuesta convincente a la pregunta que se ha formulado y cuya respuesta desconoce el profesor.
También existen recursos ingeniosos para salir del paso. Recuerdo una simpática anécdota que he visto atribuida a algunos personajes célebres, aunque nunca he sabido cuál es su grado de veracidad. Por eso omito las referencias personales. Se cuenta que un profesor tiene que impartir una conferencia. Sufre un dolor de cabeza insoportable y le dice a su chófer, que siempre se sienta al fondo de la sala para escuchar atentamente, y conoce perfectamente el contenido:
– Como usted se sabe mi conferencia a pie juntillas y aquí no me conocen personalmente, va a impartir la conferencia en mi lugar y nadie sabrá que me ha suplantado.
El chófer no encuentra dificultad alguna en aceptar la propuesta ya que, en efecto, se sabe la conferencia de memoria. Es presentado como si fuera el profesor, con aplomo imparte la conferencia, que es aplaudida efusivamente. El presentador invita entonces a los asistentes a formular algunas preguntas. Y entonces se produce una situación embarazosa porque, cuando uno de los asistentes formula la primera pregunta, el chófer no tiene ni la más remota idea de la respuesta. Piensa durante unos segundos y ve cómo salir airoso de la situación. Dice con una sonrisa en la boca:
– Si será obvia la respuesta, si será fácil, que va a responder a la pregunta mi chófer que está sentado al fondo de la sala.
Comencé haciendo referencia a un epitafio. Y termino con otro. La profesora Patricia Henderson dice muchas veces en sus conversaciones: “Porque, en mi opinión…”. Alguien le preguntó en cierta ocasión por qué lo repetía tantas veces. Ella contestó:
– Porque me parece que es muy importante dudar. Tanto, que ya le he pedido a mi familia que, cuando me muera, el epitafio que se ponga sobre mi tumba diga lo siguiente:
– En mi opinión, aquí yace Patricia Henderson.
Querido Maestro!
¡Preguntas y respuestas he ahí la cuestión!
Preguntar no es una cuestión banal.
Pregunta el que está interesado por saber de algo, el que tiene inquietudes.
Ahora yo pregunto mucho y sabe porqué, porque tengo problemas de audición y no me entero bien de las conversaciones.
Eso me podría haber traído refugio en mi misma y desconexión con las personas; pero no, he asumido el papel de preguntona y trato por todos los medios enterarme de lo que se está diciendo.
Me encantan que los niños pregunten tengo un nieto de 4 años que es como su abuela, quiere saber.
En cuanto a los epitafios esta misma semana he estado pensando en ello.
No es que tenga prisa en morirme pero por si acaso…..
“Cuando visites mi tumba,no llores.
Piensa que estoy dormida.
Permite que el aire te abrace, que el silencio te dé sosiego, siente que estoy viva.
No sufras que descanso en una ciudad infinita ”
Quizás los años, los daños ,las experiencias, los desengaños, la quietud, la espera, te hagan reflexionar sobre las grandes cuestiones de la vida y su tránsito hacia lo que nos trae el final de nuestros días.
¡Genial querido maestro la sensación que me produce estar viva!
La curiosidad, la sensatez, el interés por saber, la bondad, la sencillez las ganas de aprender, la humildad te hacen ver la vida de otro color y disfrutar de ella.
Espero que todos tengan ganas de seguir aprendiendo siguiendo sus consejos.
Sin más, con un cariñoso saludo, me despido hasta la próxima.
Sean felices!
Querida Loly:
Te escribo desde el aeropuerto de Mendoza (Agentina).
He impartido dos conferencias el XV Congreso Nacional de Educación.
Más de 1400 asistentes.
Te emociona verles aplaudir de pie, pedirte fotos y firmas de libros…
En realidad tú eres quien aprende de ellos y de ellas.
Cuántas emociones.
Veo que has sido madrugadora este sábado. A las 9.27 ya estaba escrito tu comentario.
Gracias.
Efectivamente, la sordera podría recluirte sobre ti misma, pero haces bien en no cerrarte, en hacer preguntas cuando no hayas oído bien.
Tu actitud ante la vida y ante la muerte son admirables.
Gracias por participar en este blog.
Me siento orgulloso de que seas una comentarista asidua.
Besos.
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Tema interesante: preguntas y respuestas y más preguntas. Un círculo vicioso sin fin.
Yo creo, que dada que la curiosidad humana es innata, todo mundo se hace preguntas sobre muchas cosas y se da sus propias respuestas. Cuando leemos un libro, en realidad, ¡qué buscamos? Creo que respuestas las cuales nos suelen llevar a nuevas preguntas.
La ignorancia nos lleva a dar respuestas extrañas, incoherentes. No son lo mismo las preguntas y respuestas del entendido que las del ignorante.
Cuando votamos en política, ¿nos hacemos realmente preguntas a lo que votamos? ¿Y cuando oímos sus argumentaciones?
En el terreno religioso, ¡cuántas preguntas y respuestas a través de los siglos para seguir preguntando y respondiendo en un círculo sin salida!
No siempre preguntamos para saber, sino para reafirmarnos en nuestras creencias. Cierto día paseando por la playa donde las olas acarician los pies, me encontré con una conocida profesora y charlando salió el tema religioso y después de hablar, me dijo: lo que buscamos con estas discusiones es que nos reafirmen en aquello en lo que no nos sentimos seguros de poseer la verdad. ¡ por lo que a mí respecta, ¡qué razón tenia!
Personalmente solo estoy seguro de una cosa y es que la verdad se esconde detrás de la muerte, pero ¿cuál…..? Y aquí seguimos con nuestras preguntas y respuestas.
Amigo Miguel Ángel, deseo que tú y familia hayáis pasado unos días muy felices por esos lugares tan interesantes que habéis recorrido y que ayuden para afrontar mejor el día a día.
Gracias por invitarnos a más preguntas, para mí lo malo es que no encuentro las respuestas.
Saludos a todos.
.
Querido Joaquín:
Tú también eres de los que madrugan los sábados.
A las 11 ya estaba enviado el comentario, lo cual significa que antes habias leído.
Claro que te has respondido a preguntas.
De hecho sabes muchísimas cosas que antes no sabias.
Pero tienes la sensación del sabio que , como conoce muchas cosas, se da cuenta de que ignora muchas más.
A mí me preocupa el papel de la escuela ante la curiosidad.
Creo que era Einstein quien decía que era un milagro que se mantuviese la curiosidad después de pasar por ella. (Confirmaré esta referencia).
Los filósofos siguen haciéndose preguntas sobre el sentido de la vida. Cuestiones infinitas.
Decia Wody Allen que había tres preguntas esencial: de dónde venimos, a dónde vamos y qué hay hoy para cenar.
No todas las preguntas tienen el mismo calado.
Un abrazo y gracias.
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Amigo Miguel Ángel: Desde hace un tiempo para acá, observo que aparecen algunas erratas significativas en los nombres de algunos autores que citas. Te lo indico, pues al aparecer en el diario La Opinión alguno puede pensar que le prestas poca atención a lo que escribes.
Así, por ejemplo, en el último párrafo “La inquietante soledad del Director” escribes: Decía Bodelaire; en vez de Baudelaire. En este de “Preguntas y respuestas y respuestas…”, a mitad del artículo escribes: Alber Camus por Albert Camus.
Un abrazo. Aureliano
Querido Aureliano:
Gracias por la sugerencia.
Yo también soy obsesivo con la corrección de los escritos.
Y lo tengo muy en cuenta en la corrección de trabajos. Un ojo lo tenía puesto en el contenido y otro en el estilo.
No creo que sea cuestión de los últimos artículos. Las erratas siempre está ahí.
Te recomiendo el libro “Vituperio y algunos elogios de la errata”. Interesante y ameno.
Siempre recuerdo aquella anotación que se hacía al finalizar un libro: “Después de una corrección minuciosa podemos garantizar que este libro no contiene ninguna erata”.
GRACIAS UNA VEZ MÁS.
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Por cierto, acaba de publicarse en Alianza Editorial, en formato de novela gráfica, “El primer hombre”, con dibujos del francés Jacques Ferrandez. Una auténtica maravilla que te aconsejo que la tengas, aunque no aparezca la carta que le envió Albert Camus a su maestro, ya que esto fue un añadido que se hizo al final de la novela autobiográfica aparecida en 1994.
Puedes, incluso, regalársela a Carla, ya que nos indicas que por su edad ahora está un tanto alejada de la lectura. Seguro que le encantará.
Aureliano
Querido Aureliano:
Me haré con esa edición por las ilustraciones de Jacques Ferrandez.
No me gusta que hayan exluído la carta.
Espero que resurja su pasión lectora.
Ahora no lee ni en inglés ni en español.
Atribuyo su desafección a la edad, pero siempre te queda la inquietud…
No sabe cuánto se pierde.
Un abazo y gracias.
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Excelente artículo!!!
Querida Melina:
Gracias por lacónico y positivo comentario.
Me gustaría saber por que te ha gustado el artículo.Agradezco de todos modos la lectura que has hecho y la molestia que te has tomado en escribir.
Muchos besos.
Muchas gracias.
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Boecio en el siglo VI decía que hay “Las siete preguntas fundamentales de las artes de la acusación y la defensa”: “Quis, quid, cur, quomodo, ubi, quando, quibus auxiliis” es decir: Quién, qué, por qué, cómo, dónde, cuándo, en qué formas…mucho tiempo despues Rudyard Kipling ganador del premio nobel de literatura más joven de la historia, también sostenía la misma idea: “Tengo seis honestos sirvientes (me enseñaron todo lo que se) sus nombres son: Qué y Por qué y Cuándo y Cómo y Dónde y Quién”. “What, why, when, how, where, who”… “They laught me all I knew”.. “me enseñaron todo lo que se”…sin dudas las preguntas y la posibilidad de preguntarse, constituyen una condición humana inexorable…. Entonces…mientas vivimos o pervivimos, mientras existimos…. sigamos preguntando y re preguntandos…considero que el desarrollo de la capacidad de perguntar y de preguntarse, de cuestionar y cuestionarse, constituye una digna forma de vivir y existir.
Querido Horacio:
Gracias, amigo, por este excelente comentario.
Acabamos de despedirnos y siempre me dices ago inquietante al hacerlo: que peinsas que nos despedimos por úlima vez. Yo tengo la sensación contrzaria. Pienso que será hasta pronto.
Me hubiera gustado de disponer de más tiempo y de mejores condiciones para el diálogo y el intercambio. La presión de la organización y de los asistentes resulta siempre complicada para mantener el sosiego y la paz de espíritu.
Leeré la carta de Francisco a los jòvenes. Siempre atiendo tus sugerencias.
Sentí mucho no poder saludar a Daniela.
Te mando un gran abrazo con mi gratitud por la amistad de 20 años, cada vez más acrisolada.
Saludos a Daniel y a Alfredo. Ha sido una pena que las circunstancias hayan desbaratado el proyecto de encuentro.
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Buenos días a todo el mundo.
El preguntarse es una actitud, creo. Hoy solo creo, no afirmo, mañana ni sé lo que creeré, al hilo del último epitafio escrito por el Sr. Guerra. Creo que las actitudes se adquieren en la infancia y siempre antes de ser adultos. Quien es un zoquete con 18 años, le quedan un montón de años por delante para ser zoquete. Tiene que haber de todo, son utilísimos y a mucha honra para repartir pizza y fregar escaleras, a pesar de sus constantes quejas de ser explotados por el capital. Por cierto, potenciales votantes de la izquierda, pero hoy no voy a hablar de política. Creo que esta actitud instigadora, el constante interrogante, en su mayor parte, se adquiere durante los años más difíciles, la adolescencia. A más de un zoquete ya panzudo y harto de ejercer su zoquetez en sus primeros cuarenta o cincuenta años, he oído quejarse de que en su infancia, cuando tuvo edad y medios, no le apretaron las tuercas lo suficiente para hacer de él persona de aspiraciones más elevadas, eso que los progres de hoy suelen llamar ser competitivo. En el relato, el zoquete suele empezar con las comparaciones, con su primo tal o su vecino pascual, que era más tonto que él, pero como su madre o su padre estaba todo el día exigiéndole resultados y competencia, aquel prosperó y él se quedó en bruto. El gran dilema es cómo apretar las tuercas al adolescente cuando le atrapa la pereza, ésta, por cierto consustancial y posible en todos los humanos. A veces serán útiles las lisonjeras palabras, otras el dar ejemplo, otras nada de esto sirve, los padres se desesperan. A veces cuando el niño/hombre se planta en sus catorce o dieciséis años diciendo no a todo lo que puedan aconsejar, a ver qué haces. El Juez Calatayud, cree incluso en el castigo físico moderado; claro este hombre ha visto a adolescentes encerrados llorando, en la soledad de la noche, por delitos cometidos, delitos que traían como causa el no haber parado los pies a tiempo. El limonero necesita un tutor al lado que corrija su estructura, de ésta va a depender el resto de su vida, a veces hasta centenaria. Debe ser muy fastidioso tener una vida centenaria torcida porque no lo corrigieron a tiempo. Hay limoneros que crecen y se hacen adultos con buen ramaje, prácticamente solos. Hay otros, que con una simple poda anual durante los primeros tres años de vida no necesitan más. Luego están los más difíciles, que ni poda ni puñetas, hay que ir a las bravas, una recia estaca al lado del tronco, atado a varias alturas, durante los cinco primeros años de vida. Por eso no creo en la pedagogía inclusiva que pone el límite en las buenas palabras. A veces hay que valorar la situación e ir un poco más allá, hay mucho en juego. Hay un potencial zoquete que evitar.
Ahora me voy a regar, cae el sol a trozos en estos momentos.
Que tengan un buen día.
Estimado pensador y experto regante:
Ojalá que todos los lectores y lectoras disfruten tanto como yo de la lectura de tus comentarios.
Es excelente la metáora del limonero. Excelente.
Hablas de la diversidad de los limoneros que se acrecienta en el caso de los seres humanos.
Comprendo al juez Calatayud, aunque descarto lo relativo al astigo físico. Resulta imprescindible la exigencia y cierta dureza para enderezar las actitudes en la etapa del crecimiento.
Una persona muy cercana que, en su momento decidió no estudiar, le decía a su padre:
– Papá.por qué no me mataste antes de dejarme tomar una decisión tan equivicada..
Son cuatro hermanas y tres estudiaron y ella decidió no herlo. Ahora le rerpocha a su padre que no la obligara.
Respecto a las votaciones, ya sabes lo que se dice de los trabajadores que votan a la derecha:
– Eres más tonto qu un obrero de derechas.
Creo que la izquierda es (debería ser) más sensible y más compasiva con los que tienen menos…
Un abrazo y feliz riego.
Las plantas tendrían que hacerte un homenaje en estas fechas asfixiantes.
Un cordial saludo y gracias de nuevo.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
Quizás sea muy insistente en la obra de Albert Camus. Acabo de terminar “La peste”, libro que tenía de hacía bastante tiempo pero que no lo abrí en su ocasión. Pero al que me quería referir era a la versión gráfica que ha realizado el francés Jacques Ferrandez.
Ayer estuvimos con Abel, Esther y nuestro nieto que habían descansado una semana en una playa de Almería y, antes de regresar a Barcelona, se pasaron por Córdoba para estar juntos. El niño, como es lógico, fue el centro de nuestras atenciones, ya que a los abuelos nos tiene encandilados, más aún, cuando comienza a andar y soltar unas ‘parrafadas’ que nadie entiende.
Regalos hubo para los tres; pero el de Abel fue precisamente la novela gráfica “El primer hombre”, ya que es un gran aficionado a ellas y yo le había hablado de esta de la vida de Camus. Le aconsejé que la leyera despacio, mirando detenidamente los dibujos que son una verdadera maravilla, ya que esas imágenes sustituyen a gran parte de lo que Camus describe de manera narrativa.
Para que veas cómo me emocionó su lectura, que a fin de cuentas era revivir la novela autobiográfica que se había editado en 1994, en el último artículo que publiqué en Azagala con el título de “En memoria de mi padre”, comienzo precisamente con la descripción de la obra gráfica de Ferrandez.
Y es que el hecho de que Camus no llegara a conocer a su padre le generó un mar de dudas que quiso irlas resolviendo a través de preguntas que se hacía acerca de su progenitor, y, en su búsqueda, encontraba algunas respuestas que le conducían a otras preguntas que, finalmente, no lograron colmar el sentimiento de orfandad que le acompañó en su corta vida.
Adjunto el enlace del artículo. Ahí me encontrarás siendo un adolescente en una de las pequeñas fotografías en blanco y negro que conservo de la infancia, junto a mis padres y a una parte de los nueve hermanos que éramos.
http://www.revistaazagala.org/index.php/2019/08/02/en-recuerdo-de-mi-padre/
Tras su lectura, comprobarás que sigo siendo “un abuelo enamorado de su nieto”, tal como una vez de manera acertada apuntaste.
Un abrazo, y protégete del frío, porque aquí en Córdoba, con 40 grados a la sombra, eso nos parece el tiempo más delicioso.
Un gran abrazo.
Aureliano
Querido Aureliano:
He leído con atención (y con emoción) tu comentario y el artículo “En memoria de mi padre” que publicaste de la revista Azalaga.
Es curioso ver cómo ejerces la misión de puente entre quienes te precedieron y quienes te siguen. Tu nieto podrá transitar ese puente hacia tus mayores, de la misma manera que tú puedes llegar a tu nieto a través de Abel.
Me ha llmado mucho la atención cómo te ha llevado hasta tu padre la vivencia de orfandad que vivió tan profundamente Albert Camus.
En cuanto llegue a Málaga me haré con la edición de “El primer hombre”.
Un gran abrazo.
Y gracias.
MÁS
Estoy con un buen jersey haciendo frente al frio (aunque no crudo) invierno argentino.
En la escuela se premian las mejores respuestas, pero no las preguntas más inteligentes.
Debería ser al revés. En realidad tiene más mérito. Porque de las preguntas inteligentes se obtienen respuestas interesantes.
Algunas veces, hasta se premia la repetición sin comprensión. Es decir, la pura capacidad de repetir lo que otros han pensado o han dicho.
Hay que estimular las preguntas.
Saludos.
Querida Marta:
Gracias, en primer lugar, por dedicar tiempo a la lectura del artículo.
Y por el comentario que has enviado.
Estoy de acuerdo en que la escuela es hoy más una institución de repeticiones que de indagaciones.
Buscar, preguntar, indagar, explorar… son verbos menos practicados que memorizar, aprender, escuchar, repetir…
Hay que pensar en invertir esta dinámica.
Besos.
MÁS
Me ha gustado el título del artículo. Dice muchas cosas…
Lo que más me preocupa es no aplastar la curiosidad innata de los niños y de las niñas. Me gusta que hagan preguntas, pero el sistema educativo insiste mucho en repetir lo que se aprende.
Hay más interés en repetir que en investigar. Las preguntas ayudan a buscar respuestas. Deberíamos felicitar a quienes hacen preguntas más que a los que dan respuestas certeras.
Gracias a todos.
Estimado Jesús:
Muchas gracias por la lectura y por el comentario.
Ojalá todos los profesores tuviesen esa preocupación que tú tienes.
No es frecuente.
Ni lo es en la institución ni lo es en los profesionales.
Sin embargo, la ciencia y la historia han avanzado por las preguntas.
Un cordial saludo.
MÁS
El de ciencias naturales
No puedo recordar
su rostro
estaba de pie frente a mí en lo alto
al final de sus largas piernas separadas
veía
su cadenita de oro
su gris levita
y su flaco cuello
al que estaba prendida
una inerte corbata
fue el primero que nos enseñó
el anca de una rana muerta
que pinchada con un alfiler
violentamente se contrae
él nos introdujo
a través de un microscopio dorado
en la vida íntima
de nuestro bisabuelo
el paramecio
trajo un oscuro grano
y dijo: cornezuelo
instigado por él
en el décimo año de mi vida
fui padre
cuando tras una tensa espera
de una castaña sumergida en el agua
apareció un brote amarillo
y todo estalló en canto
alrededor
en el segundo año de la guerra
mataron al de ciencias
los malandrines de historia
si es que fue al cielo
quizá camine ahora
sobre largos rayos
vestidos con grises medias
con una enorme red
y una caja verde
alegremente bamboleándose a su espalda
pero si no se fue allá arriba
cuando en el sendero del bosque
encuentro un escarabajo encaramándose
a una pelotilla de arena
me acerco
me cuadro
y digo:
-buenos días señor profesor
permítame ayudarle
lo transporto delicadamente
y me quedo mirando un rato
hasta que desaparece
en la obscura sala de profesores
al final del corredor de hojas
Zbigniew Herbert, poeta polaco .
Encontrado en la red por casualidad (de pregunta en pregunta) .
Profesores que dejan huella, como usted.
Saludos.
Querida Elena:
Qué hermoso texto.
A me gusto mucho escribir a pie quebrado.
De hecho así está escrito mi primer libro “Yo te educo, tú me educas”.
Y así estoy escribiendo el diario de mi hija Carla.
Gracias por el envío de este hermoso escrito.
Y gracias por tus palabras finales, que me han emocionado.
Besos.
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