Sobre el río Paraná, en la provincia argentina de Entre Ríos, pueden verse flotando habitáculos rectangulares unas veces amarrados a la orilla por unas fuertes cuerdas y otras navegando sobre las aguas. Son escuelas flotantes. A ellas acuden los niños y las niñas de la isla cada día para aprender con sus maestras. Son escuelas que van detrás de las familias, que navegan en su búsqueda, al hilo de los trabajos de la pesca y de los cultivos.
¿Por qué estas escuelas flotantes? Porque en tierra las lluvias pueden inundarlas pero, sobre las aguas, siguen flotando siempre. Por otra parte, las escuelas se mueven hasta encontrar el lugar adecuado, el más próximo al que ocupan las familias de los escolares.
Durante el recreo los niños salen a la orilla para jugar, pasear y descansar. Y, luego, otra vez a embarcar en ellas. Las escuelas flotantes son una hermosa metáfora de la aventura que es el aprendizaje en el largo río de la vida. Para llegar a ellas los niños tienen que recorrer caminos largos y difíciles. Y así se embarcan en la maravillosa aventura que es aprender. Las escuelas siguen ahí, impertérritas ante las lluvias y las crecidas como faros luminosos en la noche de la ignorancia y de la desigualdad.
Para el niño de secano que yo fui en mi escuela de Grajal de Campos (provincia de León, en España) ésta es una experiencia escolar inusitada. Ni en sueños me hubiera podido imaginar una realidad educativa como ésta. No me habría creído la historia de unas escuelas que se mueven sobre las aguas.
Llevo años deseando visitar esta curiosa institución flotante. El año pasado había comprometido la presencia en una de ellas, presencia que se frustró por un compromiso docente imprevisto. Anulamos con pesar esa visita tanto tiempo esperada. Y hoy ha vuelto a suceder algo parecido. Ya estaba apalabrada con el Ministerio de Educación mi visita, me iba a acompañar amablemente una supervisora y estaba preparada a los mandos de su barca mi querida amiga y colega de docencia Griselda Guarneri, pero el tiempo desapacible desaconsejó el paso a la isla. Otra vez será.
Mi deseo era compartir un tiempo de diálogo con la directora de una de esas escuelas y con la maestra y los niños y niñas que aprenden en ella. Quería conocer cuáles eran las peripecias de su viaje hasta la escuela (a algunas familias el Ministerio les regala combustible para que puedan llevar a los niños, dada su extrema pobreza), su vivencia del aprendizaje compartido y sus expectativas para la vida.
Deseaba observar el trabajo en un aula multigrado en la que se encuentran niños y niñas de diferentes edades, niveles y capacidades. Cada vez me inquieta más esa pretendida homogeneidad en la que todos y todas hacen lo mismo, en los mismos tiempos y de la misma manera. Cuando no vemos las diferencias es que no hemos prestado la suficiente atención, he leído hace días en la interesante novela de Antonio Muñoz Molina “Tus pasos en la escalera”.
La idea de las escuelas flotantes surgió de las necesidades educativas del valle aluvional del río Paraná, en el pre-delta, que está formado por lagunas, riachos, arroyos, canales, islotes y bañados, con suelos inundables.
Una de las principales características de la zona es la constante migración interna de sus habitantes, debido a su actividad económica ligada al río. Las escuelas, al ser flotantes, pueden ser remolcadas para formar parte de nuevos asentamientos.
Las instalaciones están construidas con acero naval, son únicas en América Latina y demandaron una inversión de varios millones de pesos. Albergan a pocos alumnos cada una y están situadas en la zona de islas de los departamentos de Victoria y Gualeguay. Estas escuelas son artefactos navales flotantes sin propulsión, dotados de energía solar (ocho paneles que les proveen de energía). Cada una tiene un salón de usos múltiples, cocina, sanitarios y un sector destinado a los docentes.
Estas inéditas instituciones están compuestas de una estructura de soporte con un monocasco metálico flotante. Sobre ella se sustenta una construcción de metal. El casco flotador, en tanto, está hecho de una chapa de hierro con compartimentos estancos de registro individual.
Una de ellas llegó después de varios años de espera. Cuando las familias de la zona supieron que la escuela flotante venía finalmente, dos alumnas escribieron breves notas al director Departamental de Escuelas bajo el título “¡Al fin llegó la escuela!”.
Esto cuenta Brisa, una de ellas: “Una tarde muy hermosa, llegó la escuela que tanto esperábamos, nerviosos y ansiosos, queríamos conocerla. Un compañero pensaba que la iban a dejar en la tierra, no imaginaba que la escuela era flotante, otro compañero pensaba que traían vacas porque era un barco de hacienda el que la trasladaba. Pudimos subir ese día, y vimos que había muchos libros, un equipo de música, un televisor y una impresora lo que no tiene es una computadora. Al otro día, un sábado, fuimos por primera vez a aprender. Éramos cuatro alumnos, subimos la bandera argentina en el mástil, no sabíamos que eso se hacía en las escuelas. Cuando terminó la mañana, bajamos la bandera. Toda la semana hicimos lo mismo, menos cuando el día está muy feo y lluvioso”.
Por otro lado, Adriana no deja de mostrar su sorpresa y escribe: “Cuando llegó la escuela, yo estaba muy emocionada, ese día fue muy especial para mí, empecé a sacar fotos para tenerlas guardadas en mi celular. La trajeron en una chata de hacienda. Después que amarraron la escuela entramos adentro y es muy linda, tiene muchos libros, un equipo de música, un televisor, una impresora. La maestra nos contó que va a venir gente de otra escuela y estoy nerviosa porque tengo mucha vergüenza”.
Silvia, madre de alumnas, se comunicó mediante un mensaje de voz de WhatsApp dirigido al director Departamental de Escuelas, Gustavo Broin. “Estoy muy emocionada y muy contenta por la escuela que ha mandado y por tantos años de espera (hace referencia a las diversas gestiones que se han venido desarrollando por parte de las autoridades de educación), ahora mis hijos van a poder ir a la escuela y estudiar. Estoy muy agradecida, que Dios lo guarde y lo proteja cada momento de su vida. No baje los brazos en los momentos difíciles, mire todo lo que ha logrado hasta ahora y todavía lo podrá hacer. Lo esperamos pronto por mi rancho y por la escuela. Muchísimas gracias, un abrazo de toda la familia Rodríguez, hasta pronto”, dice con voz entrecortada por la emoción la mamá de Brisa y Adriana Rodríguez.
Es emocionante comprobar cómo valoran estas familias y estos niños y niñas la presencia de una escuela. La posibilidad de aprender. Algunos tienen que realizar varias horas de navegación para llegar hasta ellas y otros tienen que recorrer kilómetros por terrenos impracticables. Por eso resulta tan llamativo que quienes lo tienen tan fácil, quienes disfrutan de la cercanía de una escuela pública cada día no se muestren felices por esa oportunidad maravillosa que les brinda la vida.
Recorrer mundo es maravilloso, nos abre la mente, nos hace comprender que hay maneras muy diversas de enfocar las mismas cosas, nos hace más abiertos y comprensivos, siempre que no se vaya con los ojos y la mente cerrada, que de todo hay.
Es una delicia la cantidad de cosas desconocidas que nos muestras a través del blog, Miguel Ángel, yo estoy agradecido.
Esta idea de la escuela flotante nunca ha pasado por mi cabeza y me parece extraordinaria por el significado que tiene y que tú apuntas: si no puedo ir a la escuela, la escuela viene a mí. Indica también el valor que una sociedad da a la educación y el conocimiento, como elemento necesario para hacernos personas pensantes y, como consecuencia, libres.
Ya en comentarios anteriores he expresado la lástima que es el que se desprecie la cultura y el saber que aquí se nos ofrece con facilidad y abundancia, observando los enormes sacrificios que otros hacen alegres para conseguir eso mismo.
El día 17 te espero en Barcelona…
Saludos a todos
Querido amigo Joaquín:
Muchas gracias por tu comentario.
Las vida está llena de sorpresas. Es buenos compartirlas.
El 17 llegaré a Barcelona. Luego te escribo a tu correo particular.
Un gran abrazo.
Y gracias, como siempre.
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hola yo soy julieta de balnearia y estoy estudiando profesorado de tecnología y quiera contratarme con alguien para saber sobre como es el aula flotantes gracias espero su respuesta ..gracias un saludo..
Querida Julieta:
Las escuelas flotantes tienen aulas en las que se puede trabajar como si estuvieran en tierra firme.
Yo las he visto por dentro y por fuera.
Saludos.
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Querido Miguel Ángel:
Lo que nos narras acerca de las escuelas flotantes del rio Paraná pareciera el contenido de uno de esos cuentos mágicos que a cualquier criatura le gustaría vivir. Estoy seguro que eso de recibir clases en “un barco” le despertaría toda clase de fantasías, a cual más vívida. Bien es cierto, que la realidad suele ser más complicada, pues, como bien nos indicas, niños y niñas tienen que gastar bastante tiempo tanto para ir como para regresar a sus casas.
Tomo buena nota del relato que nos has hecho, porque para el próximo curso, tanto en Educación Infantil como en Primaria, cuando tengamos que elaborar un cómic como parte de la práctica de la asignatura de Educación Artística, hablaré y citaré el título del artículo para que la clase pueda acceder al mismo, porque ahí encontrará un magnífico tema para construir relatos gráficos.
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Dado que la semana pasada hablamos de la homofobia de cierto sector del clero español, yo te indicaba que en los diarios digitales publicaría la segunda entrega de “Familias homoparentales”.
Puesto que los artículos que publico ya empiezan a aparecer los sábados por la tarde, adjunto uno de los enlaces para aquellos o aquellas que estuvieran interesados en su lectura.
http://www.montilladigital.com/2019/05/aureliano-sainz-familias-homoparentales.html
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Un gran abrazo, y coméntale a Carla que aunque a ella todavía “le arruines un poco su vida” con tanta visita a los entrañables países del sur de América Latina, a nosotros nos haces la mar de felices con “las aventuras” que nos traes del otro lado del Atlántico.
Querido Aureliano:
– Ya estoy de vuelta. Una gira tremenda. Siete ciudades, presentación de CONTRA EL SEXISMO: TEXTOS Y PRÁCTICAS POR LA IGUALDAD. Muchos encuentros, muchas vivencias… De agradecer.
– Estupenda tu nueva aportación. Creo que es muy interesante el enlace para los lectores y lectoras de El Adarve.
– Carla sigue haciéndome reproches por los viajes largos, aunque le dejo un sobre con un mensaje para cada noche de ausencia. Le teme también a los accidentes aéreos.
Un gran abrazo.
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Miguel Angel, fui a la charla que diste en Armstrong, Santa Fe, Argentina. No pude comprar ninguno de tus libros porque mi situación económica (como la mayoría de la gente de este bendito país), no me permite hacerlo. Pero lo que si pude, fue disfrutar de tu presencia, de tus ganas, tu pasión por lo que haces. Sigo desde hace mucho tiempo tus charlas o textos que llegan a mis manos. Agradezco tanto asistido a tu charla, la verdad volví a mi casa como dijiste vos «con ganas de dar clases» y no bajar los brazos a pesar de todo. Muchas muchas gracias!!!
Querida Claudia:
El mérito es todo tuyo.
Tú tuviste la amabilidad y la generosidad de acudir a la cita y estuviste allí esas tres horas con una receptividad que a mí siempre me ha suscitado gratitud, admiración y afecto.
Sé cómo está la situación del país y cuál es la capacidad adquisitiva de los docentes. No me extraña que haya problemas para comprar un libro.
Qué un placer para mí estar en Armstrong esa tarde y poder hablar con los niños y los jóvenes antes de la conferencia.
Siempre me emociona ver aplaudir de pie una de mis conferencias. Ese hecho dice mucho más de vosotros y vosotras que de mí.
Besos, ánimo y gracias.
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Querido Maestro!
Que hermosa historia lo de la escuela flotante de Paraná!
Es una sutil y genial aventura llevar la educación a gente que aprecia tanto la capacidad y la oportunidad de aprender.
Bendita idea la de acercar a esos niños el poder de abrazar las enseñanzas de la escuela.
Un lujo que se aprecia como un tesoro en esos pueblos tan olvidados y azotados por los más desatadas furias de la naturaleza.
Cosa que no hacemos en nuestra sociedad teniendolos tan cerca.
¡Incoherencias de la vida!
Yo aprecio los más ínfimos detalles, las experiencias más sencillas, las enseñanzas que me profesa la vida, los afectos sinceros, las amistades duraderas en el tiempo, el aprender de los acontecimientos, el dar sin esperar nada.
¡Que de cosas nos ofrece para aprender la escuela de la vida!
¡Grandes saludos para todos y felices días!
Querida Lola:
Es un lujo tenerte como comentarista «de cabecera».
Siempre hay sensibilidad en tus escritos.
Sentí mucho no poder dialogar con los chicos de estas escuelas.
Ya van dos aplazamientos, pero estoy seguro de que llegará el día en que me veré dentro de una de estas escuelas para pulsar los sentimientos y las ideas del docente y de los niños y las niñas.
Creo que las escuelas flotantes son un buen ejemplo de cómo debe acercarse la institución a las familias necesitadas.
Besos y gracias.
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Una vez más, Miguel Ángel nos muestra otro ejemplo en donde ir a la escuela es una auténtica aventura, en todos los sentidos, para llegar a sus instalaciones y, para aprender.
¡Cuánto dista las condiciones en las que un niño va al colegio según el lugar del mundo a donde les ha tocado vivir! Los del Paraná al menos van a la escuela, en otros lugares no hay colegios siquiera ¡Qué diferente actitud ante el aprendizaje se produce en función de esas condiciones! Esa actitud es inversamente proporcional en función de esas condiciones…
¡Cuánta desigualdad!
Recibe un fuerte abrazo amigo MÁSco Polo!!! extensible para el resto de los habituales comentaristas de este blog.
Querido Juan Carlos:
Siempre son bienvenidos tus comentarios. Cómo nota que estás con los pies en el barro de los caminos de la enseñanza.
Tienes razón al decir que se valora de forma diferente el acceso al conocimiento según las dificultades que tiene llegar a él. Cuántos sacrificios los de estos estudiantes y los de sus familias.
Se trata de una zona muy pobre en la que la escuela es el único camino para salir de la situación en la que se encuentran.
Un gran abrazo.
Ya estoy de vuelta.
Y gracias, como siempre.
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Excelente artículo
Querido Carlos:
Muchas gracias por la valoración positiva del artículo, tan bien expresada en dos palabras.
Seguimos en contacto.
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Saludos a todos. Estimado Dr. Santos Guerra, hoy es 15 de Mayo, día del maestro. Me parece una fecha apropiada para expresar mi sincera felicitación por su labor diaria Dr. en favor de la educación. Así también, reconocer la labor de los docentes, piedra angular del sistema educativo. Y qué decir del artículo “ Escuelas flotantes del Paraná”, un lujo, me pareció estupendo. La escuela va a donde están los niños. Medidas de adaptación para garantizar la educación. Que significativo. Un formato que cambia la divulgación del conocimiento. Sacar a los académicos de ubicaciones de tierra para ofrecer el servicio educativo a los estudiantes por los beneficios en su calidad de vida. Con esta iniciativa las angustias de desplazamiento se disminuyeron. Me parecieron muy conmovedores algunos de los comentarios, tales como el de Brisa, Adriana y la mamá de una de las alumnas. Y como Usted Dr. cierra el artículo, tiene total razón en torno a que regularmente quienes tienen tan fácil la cercanía de una escuela no se muestren felices por esa oportunidad. Una vez Usted también señaló que las dificultades para los docentes también existen y pese a ello con muchos hay docentes que transforman. Gracias por los análisis.
Querida Lourdes:
Muchas gracias por este estupendo comentario.
Me alegra que haya coincidido con el día del maestro (y la maestra).
Fue una pena para mí no poder visitar una de estas escuelas, como estaba programado.
LO tengo pendiente porque me interesa mucho dialogar con los docentes y los alumnos de esta experiencia.
Y también con las autoridades que la organizan.
Besos.
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La experiencia me ha sorprendido y admirado. No sabía que existiera esta modalidad de escuelas.
Me parece que es una responsabilidad de las autoridades acercar las escuelas al lugar en el que viven y trabajan las familias.
Imagino que en alguna de ellas habrá pocos alumnos, pero ahí la visión y la práctica política ética que atiende a las minorías, a pesar del gasto.
Ahorrar en educación es un error garrafal.
Saludos.
Querida Luisa:
El ahorro en educación es masoquismo económico.
Claro que hay pocos niños y niñas en escuelas. El problema es que estas familias no tienen otra solución para escolarizar a sus hijos.
Lástima que algunos hayan tenido que esperar años, como apunto en el artículo.
Las autoridades tienen que tener sensibilidad par estas situaciones.
Besos y gracias.
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Es una oportunidad única poder conocer (y más si es in situ) estas experiencias.
Yo quisiera agradecer el artículo porque no tenía ni idea de que esto estuviese sucediendo en ninguna parte el mundo.
Imagino ls dificultades de acceso. Qué mérito el de esos escolares y el sus familias.
Admirable.
Estimado Pedro:
Pues sí, hay dificultades de acceso dada la impracticabilidad del terreno.
Las distancias son, en algunos casos, enormes.
El esfuerzo que hacen esas familias y esos niños/as es digno de admiración.
Se ve en ese esfuerzo el valor que le dan al aprendizaje.
Un abrazo y gracias.
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¡Muy buenos días a todos! Soy de la Provincia de Santa Fe, Argentina y me enorgullece que a través de su visión cargada de compromiso y responsabilidad para con las realidades educacionales que aquí en nuestra zona son muy comunes, se puedan visibilizar al mundo otras formas de enseñar y aprender.
Coincido en que de aquí se pueden extraer muchas analogías en relación a lo que es la verdadera educación y pensaba a raíz de su escrito «Son escuelas que van detrás de las familias, que navegan en su búsqueda, al hilo de los trabajos de la pesca y de los cultivos»; cuán importante es el rol de los docentes que eduquen con convicción, que a pesar de que su trabajo no esté en escuelas flotantes, sean ellos los que vayan detrás de los educandos garantizando a todos el derecho a la educación. Familia y escuela deberían confluir en un torrente que lleve a ambas a navegar juntas en los caminos del perfeccionamiento humano.
También su escrito me permitió reflexionar acerca de la formación docente, campo en el que me desempeño laboralmente, para pensar acerca del compromiso con el que debemos asumir la capacitación constante y permanente para dar respuestas a estas realidades educativas distintas a las tradicionales. Realidades que sin dudas exigen del profesor convicción, responsabilidad y hasta sacrificio para generar cambios significativos en la vida de los educandos y sus familias como bien lo expresan los relatos vievenciados.
Es mi deseo que pueda visitar y concretar su anhelo de conocer estas instituciones y que a raiz de ello siga deleitándonos con su experiencia y sapiencia.
Querida Eliana Antonela:
Me ha encantado ver aquí tu comentario. Porque viene de Santa Fe y porque viene de un profesional que forma docentes.
Gracias por haberme leído y por haber aportado estas interesantes ideas.
Sí, espero que se haga realidad algún día un sueño de hace tanto tiempo.
Besos.
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Querido Miguel Ángel:
Deseo que te sea muy grato y emotivo el trabajo de este fin de semana, y no dudo de que así será.
Dejo en este lugar mi opinión y deseos porque me gusta mucho la intervención de la profesora Eliana Antonela. Que “sean ellos (maestros y maestras, la institución escolar, las familias) los que vayan detrás de los educandos garantizando a todos el derecho a la educación. Familia y escuela deberían confluir en un torrente que lleve a ambas a navegar juntas en los caminos del perfeccionamiento humano.”
Yo no estoy de acuerdo con los docentes (super preparados en su disciplina), que dicen que el que quiera tirar del teto que tire, el que quiera mamar que mame, que leche hay de sobra. Yo creo que a algunos alumnos y alumnas hay que perseguirlos, seguro que precisamente a los más necesitados de esa leche hay que ponerlos en el camino de las ubres. Por lo menos a mí con algún ternero me pasa, y el que no era muy espabilado al principio, pasados dos o tres días, puede que resulte el más glotón.
Y la escuela, sea por tierra , mar o aire, debe estar donde se la necesita. Y se la necesita mucho y siempre. (Si queramos seguir creciendo como seres humanos en convivencia). (Evidentemente, no estoy pensando en cualquier escuela. Ésta también ha de crecer y humanizarse. Sus características ya las vas describiendo semana tras semana. Gracias por ello).
Un abrazo (lleno de letras galegas).
Querido José Antonio:
Qué hermoso comentario.
Para pensar cada párrafo, cada frase, cada palabra.
Conozco a Antonia y sé cómo es y cómo piensa. No me extraña que subrayes sus ideas.
Y de acuerdo con que hay que despertar el deseo de saber. Eso de «yo vendo, pero no compran» es una trampa mortal.
El último párrafo es para enmarcar.
Ya estoy en Barcelona a punto de comenzar el trabajo.Mañana dedico el artículo a reflexionar sobre algunas cuestiones que voy a plantear en estas XV Jornadas sobre educación emocional.
Un gran abrazo y gracias.
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Estimado Miguel Angel:
Es un gusto leer tan hermoso artículo sobre mi amado Río Paraná, me encantaría que logremos llegar a estas escuelitas flotantes. El artículo describe la realidad de nuestro amado Río y sus pobladores. El Delta del Paraná tiene 60 Km de ancho (no es un error de tipeo 60 km de ancho), el río varía a veces varios metros su altura. En esta geografía difícil se encuentran las escuelitas flotantes.
Gracias por tu visita a Argentina Miguel Angel! Sos una persona totalmente inspiradora!!
Querida Griselda:
No sabes cuánto me ha sorprendido y alegrado ver por aquí a quien estaba preparada para la navegación.
Agradezco mucho que personas que son testigos de una experiencia aporten su visión sobre ella.
Sé que amas el Río Paraná, que lo conoces muy bien y que te gusta navegar por él.
Ojalá sea posible hacer real este sueño. Y de sus manos.
Besos y gracias.
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De esta experiencia gusta todo:
– Me gusta el compromiso de las autoridades por acercar la escuela a las familias necesitadas, aunque veo que han tardado demasiado.
– Me gusta al actitud de los padres que llevan a sus hijos e hijas a las escuelas, pudiendo ponerles a trabajar en el campo o en la casa.
– Me gusta el esfuerzo de los niños que hacen kilómetros para llegar a la escuela.
– Me gusta que el autor nos la haya contado, aunque sea tan brevemente.
Saludos, ánimo y gracias.
Querida Marta (has escrito mal tu nombre, gajes del oficio):
He quedado con la pena de poder entrar en la escuela. No pude a causa del mal tiempo que reinaba esa mañana en la zona del Paraná. Ya estaba todo preparado para la travesía. Yo iba a salir desde Rosario. Fue una pena. Porque me hubiera gustado hablar con la responsable del Ministerio que me iba a acompañar, con la directora de la escuela y con los niños y las niñas dentro del habitáculo flotante.
Una cosa es ver la escuela desde fuera y otra verla desde dentro. Eso es lo que me falta y lo que creo podrá ser realidad en el próximo noviembre que volveré a la zona. Si fuese así, contaré la experiencia.
Besos y gracias.
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Estimado Miguel Ángel,
¡cuántas imágenes en este relato sobre las escuelas flotantes!
Me atraparon estas:
– Escuelas que navegan en búsqueda de los estudiantes
– Escuelas que se mueven hasta encontrar el lugar adecuado
– Escuelas que amarran
Esas imágenes me invitaron a pensar en las escuelas actuales, fijas en terreno seco, las cuales intentan moverse en busca de los estudiantes y sus experiencias. ¿Cuál sería el lugar adecuado donde amarrar y amarrarse?
Las escuelas del Paraná nos invitan a no estar a la deriva, nos invitan a navegar.
Gracias Miguel Ángel por hacerlo vos también.
Abrazo grande desde un Montevideo muy frío.
Estimado Ariel:
Hace tiempo mucho (desde que viajo a Argentina) que tenía la ilusión de visitar una de estas escuelas, de hablar con los alumnos, los docentes y las familias que aprenden y enseñan en ellas.
En este último viaje ya tenía concertada una visita con las autoridades y el mal tiempo destruyó mis sueños. Pero ya los he reconstruido. Habrá nueva oportunidad.
La verdad es que estas escuelas son una realidad fascinante y una magnífica metáfora.
Una escuela con autonomía para mover, para adaptarse, para flexibilizar el curriculum en función de las necesidades de las personas. No hay alumnos para la escuela sino una escuela para los alumnos.
Ese es el lugar adecuado: un lugar accesible, emocionante, comprometido y sensible con la diversidad.
Un gran abrazo mediterráneo (de casi 30º).
Desde Málaga con gratitud por tu tiempo y tu comentario.
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