Alguien podría pensar que lo que pretendo con este título es incrementar la jerga pedagógica. Nada más lejos de mi intención. No deseo complicar la comprensión de la realidad a través de palabras inusuales y crípticas. Lo que quiero es que, cuando alguno de mis lectores o lectoras se encuentre con el término, sepa situarlo en su marco semántico.
El concepto de Heutagogía fue acuñado en el año 2000 por Steward Hase y Chris Kenyon, de la Southern Cross University de Australia. Se refiere al aprendizaje auto-determinado de los adultos y de las adultas. Etimológicamente la palabra procede del griego y vendría a significar, según sus diversas acepciones, “encontrar” o “inventar”.
La Pedagogía se centra en la enseñanza de estudiantes niños y adolescentes, la Andragogía en el aprendizaje del adulto, y la Heutagogía en el aprendizaje adulto pero auto-dirigido.
En la Andragogía el docente es el responsable de diseñar el currículum, las preguntas, los métodos, los debates, y la evaluación de acuerdo con las necesidades del aprendiz; en la Heutagogía “es el aprendiz quien toma un papel verdaderamente protagónico ya que es él quien ajusta el curso del aprendizaje, diseña y desarrolla el mapa del aprendizaje, desde el currículum hasta la misma evaluación”, dice Hase en el año 2009.
El concepto contempla al estudiante adulto en su capacidad de aprendizaje auto-determinado y pone en jaque a la andragogía, reinterpretándola y superándola desde el punto de vista de la autonomía que goza el estudiante adulto.
Recurro otra vez a Hase para explicar el concepto: “Desde esta perspectiva el aprendizaje auto-determinado, está especialmente justificado si tenemos en cuenta la complejidad e imprevisibilidad de las conexiones neuronales que dan lugar a patrones y asociaciones imprevisibles, y que en la medida que encuentran contradicciones y dilemas intentan resolverlos con nuevas preguntas”.
Si cada vez que aprendemos algo surgen conexiones, asociaciones y preguntas nuevas que no podemos prever, entonces es completamente deseable que podamos decidir hacia dónde dirigir nuestro interés en cada momento. En este sentido, esta teoría sustenta la forma de aprender de un adulto consciente y dueño de su aprendizaje, de un aprendiz libre y crítico que hace uso efectivo y eficiente de las posibilidades que las tecnologías le ofrecen.
La Heutagogía no se plantea cómo enseñar al adulto sino cómo el adulto aprende por su iniciativa y por su voluntad. Sin facilitadores externos. Es el propio aprendiz el que establece, de forma voluntaria y autónoma, cuáles son los objetivos de su aprendizaje, los contenidos que quiere asimilar y la estrategia metodológica que va a seguir. Se plantea incluso cómo comprobar si realmente ha aprendido aquello que deseaba saber.
El aprendiz maneja los tiempos y los espacios, impone los ritmos, establece los métodos, busca los recursos y comprueba si ha conseguido los resultados. Nadie le obliga. Nadie le ayuda. Nadie le observa. El autodidacta es un aprendiz libre y responsable que quiere saber.
La motivación es puramente intrínseca aunque, en ocasiones, el origen del interés no sea solo el placer del aprendizaje sino la consecución de alguna meta social.
La posibilidad de utilizar internet ha venido a facilitar y potenciar la Heutagogía. El aprendiz adulto se asoma a la red para buscar el conocimiento que desea conseguir en cualquier momento y lugar.
He conocido a muchas personas adultas que se han entregado a una búsqueda apasionada de conocimientos. Unas, porque no lo pudieron hacer en la etapa infantil y juvenil, otras porque abandonaron prematuramente los estudios, otras porque han descubierto un filón de interés que les atrapa.
Recuerdo el encuentro con un taxista de Granada que, después de una etapa de absorción por el trabajo, se vio seducido por el saber. Lo conté hace años en este mismo espacio (El taxista de Granada). Se había convertido, sin saberlo, a la Heutagogía.
Un hermano de mi padre, ya fallecido, era un adulto entregado incansablemente a la búsqueda de conocimiento. En su caso, el interés estaba situado en la historia. Sin obligaciones, sin más recompensas que la satisfacción de saber más.
Conozco una mujer apasionada por el estudio de la flora del mundo. No hay libro que trate sobre el tema que no despierte su curiosidad, ni programa de televisión sobre este asunto del que no se cuelgue de inmediato. Planifica su exploración con cuidado y perseverancia.
He visto adultos que han cursado titulaciones universitarias a través de organizaciones como la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) hasta conseguir el objetivo del doctorado. Cierto que han contado con alguna tutoría, pero el propósito, la planificación, el desarrollo del objetivo han sido casi exclusivamente suyos. Pura Heutagogía.
Muchos de estos aprendices entusiastas (había escrito entusiastas aprendices y lo he cambiado porque no es igual un desnudo griego que un griego desnudo) son un ejemplo para la juventud. Lo he visto también muchas veces. Los hijos de aquel taxista de Granada al que he hecho referencia, me escribieron diciendo que eran pésimos estudiantes hasta que vieron a su padre entregado, casi desvelándose, a la búsqueda de conocimiento.
El tener que estudiar por obligación en el marco de las instituciones hace, en ocasiones, perder el goce por descubrir libremente lo que se quiere saber. En las instituciones el curriculum está previamente diseñado. Todo está prescrito. Alguien ha decidido por el aprendiz lo que tiene que estudiar, cuándo, cómo, con qué ritmo, en qué tiempos, con qué evaluación, con qué normas…
Aprender es apasionante pero, en ocasiones, la enseñanza resulta insufrible. Lo decía Winston Churchill poniendo contra las cuerdas de la reflexión a los docentes: “Me encanta aprender, pero me horroriza que me enseñen”. ¿Por qué horroriza? Porque el contenido no tiene que ver con la vida, los métodos son poco motivadores, las relaciones son tóxicas y la masificación hace imposible un aprendizaje adaptado a las capacidades, posibilidades e intereses de los aprendices… La Pedagogía ha matado en algunas ocasiones a la Heutagogía.
Sin embargo, en la Heutagogía el aprendiz es el protagonista. Es su amor al conocimientos, su voluntad de aprender, sus ganas de descubrir el mundo lo que pone en marcha todo el proceso de aprendizaje. Desde esa perspectiva, el aprendizaje se convierte en una aventura deseada, en una fuente de satisfacción.
Algunos problemas pueden convertirse en trampas para los adultos: un bajo autoconcepto que lleva a pensar que uno no es capaz de aprender, la falta de tiempo cuando se hace una equivocada escala de prioridades, la escasez de medios para llevar a cabo las pretensiones de aprendizaje…
También puede ser un obstáculo la disuasión que algunas personas cercanas (familiares o amigos) pretenden ejercer sobre el aprendiz: ¿Para qué tanto esfuerzo?, ¿qué vas a conseguir?, ¿para qué te sirve todo el tiempo y todo ese gasto?, ¿no hay otras cosas más placenteras que hacer, más rentables?
Y, sobre todo, la falta de voluntad para superar las iniciales dificultades que una planificación sistemática lleva consigo. Al no tratarse de obligaciones perentorias, las dificultades pueden ser obstáculos insalvables. Pudiendo no hacer nada, ¿por qué voy a realizar este esfuerzo?
Es harto difícil que ese término cale en los lectores/lectoras, existiendo uno más asequible, que salvando las distancias significa lo mismo: Autodidáctas.
Estimado José:
Entre nosotros está menos extendido el término que en otros países. He asistido a Congresos centrados en ese concepto. Desde que fue acuñado en el 2000 se han producido avances interesantes.
De todos modos, creo que lo importante es la cuestión que plantea el término respecto a la obligatoriedad de la educación y a la participación de los estudiantes en la confección, desarrollo y evolución del curriculum.
Y, por supuesto, las investigaciones que abre acerca de las características de la planificación, el desarrollo y la evaluación del aprendizaje auto-determinado.
Saludos y gracias por leer y comentar el artículo.
Un cordial saludo.
MAS
Me ha parecido muy inquietante la idea de que la Pedagogía mata algunas veces a la Heutagoigía. Es decir que el aprendizaje obligado, dirigido, uniformado,acabecon los deseos desprender de las personas.
Si el ser humano tiene una curiosidad natural, no se explica que no quiera ir a la escuela (algo falla) y si después de ir a ella no quiere seguir aprendiendo que algo se ha hecho mal.
Interesante concepto que desconocía. Leeré más sobre el mismo.
Un cordial saludo y feliz fin de semana.
Querida Carlota:
En efecto, es preocupante que la obligatoriedad y la uniformidad de la organización de la enseñanza generen efectos secundarios nocivos. Para evitarlo habría que dar más participación y autonomía a los estudiantes.
Creo que habría que aprovechar esa curiosidad natural de la que hablas.El ser humano está diseñado para aprender. Basta ver cómo exploran los niños la realidad y cómo preguntan sin cesar.
De esa actitud de personas adultas que, sin obligación, surge ese impulso sostenido por aprender, podemos tomar ejemplo todos y todas. Es admirable.
Aunque el estudio requiere esfuerzo provoca una satisfacción enorme.
Pues nada, aprendamos sin cesar por propia iniciativa.
Saludos y gracias.
MAS
Miguel Ángel.
Cada vez estoy más convencido de que el el interés, la motivación y la atención del alumnado radica en el cómo aprende más que en el cómo se enseña. Sabemos que los currículos oficiales determinan en gran medida la dirección del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado, pero también es cierto que se pueden plantear currículum más o menos abiertos, el de la comunidad de Madrid o de Murcia dista mucho, por ejemplo, de el de Andalucía. Para los docentes es más cómodo seguir los currículos de las dos primeras comunidades aludidas porque está claro lo que se quiere enseñar y los libros de texto están diseñados en función de los objetivos y contenidos a desarrollar (de competencias casi no cabe hablar en estas comunidades, especialmente en la de Madrid). En Andalucía, que es más flexible, a veces se pierde el docente, no se tiene claro que valorar, cómo valorar y qué instrumentos utilizar. Se nos invita a trabajar con métodologías competenciales que en gran medida van la línea de la heutagogía. Pero en primaria trabajmos con niños, no con adultos. Habrá que convenir que la formación autodidáctica no puede ser completa y dejar un margen de maniobra a los docentes porque no todo podrá estar autodeterminado.
Con mi edad estoy en la etapa de la heutagogía, pero sin tu ayuda, jamás hubiera llegado a conocer el significado de este término. Luego tu acción docente ha sido efectiva. Por ello pienso que habrá aspectos curriculares o extracurriculares que el alumnado podrá aprender por si mismo, y otras en las que será preciso la dirección del profesorado. Para conducir al alumnado a su autoformación, el primero que necesita formación es el propio docente, ya sea por heutagogía o por pedagogía… A ver si las propuestas de los centros de formación universitariosy de los CEPs se centran y se dirigen a prepararnos es estas nuevas formas de enseñar y aprender.
Deseo un buen curso para todos y todas los que formamos cada una de las comunidades educativas de cada centro.
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Creo que sería muy importante que en la escuela, el instituto y la universidad preparásemos progresivamente para la autonomía. Ceo que el maestro ha de hacerse prescindible para que el alumno crezca, para que decida por sí mismo, para que sea responsable.
Creo que deberíamos ayudarles a decidir por sí mismos, a ser responsables a ser aprendices apasionados y autónomos. Deberíamos ayudarles a que nos superen en iniciativa y pasión por aprender.
Feliz curso también para ti. El próximo sábado, como suelo hacer cada año, daré la bienvenida al nuevo curso.
Un gran abrazo y muchas gracias.
MAS
Buenos dias !! en algún congreso he escuchado el término y me ha llevado a reflexionar una y otra vez sobre el rol del educador, pensando que lo que queda en nosotros y en cada uno de los niños que pasan por nuestras aulas son aquellos conceptos que buscan, experimentan, descubren, se apropian de cada aprendizaje deseado… El docente tiene una tarea desafiante , la de encontrar en cada niño esa mecha que se encenderá con cada una de las propuestas.
La relacción afectiva, de confianza, de respeto, de cariño hará más sencilla la tarea, el docente acompaña, guia, escucha e incentiva a los alumnos para que puedan aprender. un cariño.
Querida Marida:
Recuerdo aquel inquietante pensamiento de que todo lo que se enseña al alumno se le impide descubrirlo por sí mismo. En efecto, la Heutagogía nos lleva a reflexionar sobre el papel de los maestros. La «zona de desarrollo próximo», que es la que se cubre por la influencia de un agente externo de enseñanza es la que en la Heutagogía debe llenar el interesado, el que quiere aprender de forma autónoma.
Tenemos que procurar que nuestros alumnos se conviertan de adultos en aprendices crónicos y autónomos.
Besos y gracias.
mAS
Creo, Miguel Ángel, que la palabra “Heutagogía”, con la que titulas el artículo de esta semana, va a tener una escasa implantación, apenas más allá de los pedagogos que deseen utilizarla.
A mi modo de ver es un término que carece de ‘eufonía’, es decir, le falta esa sonoridad agradable de las sílabas que la componen, por lo que resulta muy difícil de memorizar. En el campo de las artes plásticas solemos hablar de formas “pregnantes” (término que procede de la psicología de la Gestalt), es decir, de las configuraciones que son gratas en la percepción y que se recuerdan con facilidad, caso del círculo, el cuadrado, el triángulo equilátero, etc. Si lo trasladáramos al campo lingüística, yo diría que es una palabra que carece de pregnancia (esta última palabra sí la recoge el diccionario de la RAE como sustantivo; sin embargo, “pregnante” como adjetivo no aparece en el mismo).
Esto que apunto, en el mundo de la comunicación y de la comercialización o publicidad, se tiene muy en cuenta a la hora de construir nombres de marca. Por ejemplo, dos marcas españolas de ropa de proyección internacional, caso de Zara (de Inditex) o Mango (empresa catalana), han creado dos nombres muy sonoros, a partir de dos sílabas, que pueden ser pronunciados con facilidad en otros idiomas. (No me extiendo en ejemplos para no resultar pesado.)
Por otro lado, con el término indicado se alude a un campo específico de la Pedagogía y que aplican algunos pedagogos. ¿Nos podemos imaginar el nombre de aquellos que trabajan en la Heutagogía: ‘heutagogos’?
En el trabajo tú mismo acudes a unos términos más sencillos y que son de dominio de todos cuando dices “El autodidacta es un aprendiz libre y responsable que quiere saber”.
¿Por qué no hablar de autoaprendizaje de los adultos (o de la infancia, o adolescencia)?
Bueno, como lo más relevantes es el contenido de lo que manifiestas, quisiera apuntar que, efectivamente, hay adultos que de forma libre se embarcan en aprendizajes en los que el entusiasmo y la pasión son componentes necesarios en los mismos.
Te puedo citar que, en el campo en el que trabajo, hay adultos que comienzan a pintar sin apenas conocimientos de las artes plásticas y sin seguir las pautas convencionales de la composición plástica, al tiempo que se mueven con la libertad creativa características de los niños, expresándose con una imaginación y espontaneidad admirables. Son los que llamamos pintores naifs.
Sobre este término quisiera detenerme, pues procede del francés naïf, que se traduce por ‘ingenuo’. En castellano al quitarle la diéresis se ha quedado en naif. En caso de querer pronunciar la palabra de modo similar a como lo hacen los franceses habría que decir naíf.
Voy cerrando. Como yo no creo que la RAE de la Lengua sea el Sacro Colegio Cardenalicio que nos invita (incluso a los laicos) a seguir los dogmas sin alteración, quisiera indicar que la RAE se equivoca en el Diccionario Panhispánico de Dudas (pág. 452) cuando dice con respecto a este término: “Arte o artista que se expresa con ingenuidad deliberada, imitando la sensibilidad infantil”.
No, de ningún modo. El artista naif es el adulto que no ha recibido ninguna formación académica y que, habitualmente, tal como lo hacen los niños, dibujan y pintan de memoria, sin que sepan utilizar bien la perspectiva, sin sombreado en los objetos representados, utilizando colores puros y con escasos matices, con pocos conocimientos de las proporciones, etc.
Quienes imitan el arte infantil de modo deliberado en absoluto son naifs. Sobre esto, invitaría a los/las lectores/as de El Adarve a que entraran en “imágenes Google” y escribieran “arte naif”. Con esta entrada comprobarían que aparecen imágenes o pinturas en las que se mezclan las de adultos autodidactas, o naifs, con otros trabajos de quienes deliberadamente buscan esa ingenuidad de los niños, pero que no se les puede llamar de este modo.
Ahora sí que cierro. Pido disculpas por extenderme en este campo, pero resulta que la Educación Artística es la cenicienta en la escuela, tanto que ha sido relegada a ser optativa… Ya hablaré de los problemas que nos aparecen a quienes trabajamos en Ciencias de la Educación en esta disciplina, dado que nos encontramos con estudiantes que, por la formación recibida hoy en día, contradicen abiertamente lo que se defiende en este artículo (vamos, que la Heutagogía para ellos es como si les habláramos en chino).
Querido Aureliano:
Gracias por tu comentario, en especial por la parte relacionada con el arte y la educación artística. Comparto tu preocupación por el papel al que se le ha constreñido en la escuela.
A ver cuándo las pruebas PISA incluyen ítems relacionados con esta parcela del conocimiento y de la actividad humana.
En cuanto al término HEUTAGOGÍA es cierto que, entre nosotros, está muy poco implantado. En otros países (por ejemplo Colombia) he visto organizar Congresos que se han centrado en su análisis y desarrollo. Es cierto que no es una palabra que atrape por la eufonía, pero creí conveniente destacarla en el título para que los lectores y lectoras de El Adarve se familiaricen con ella.
Lo que importa, sobre todo, es el concepto y las consideraciones que suscita respecto al aprendizaje reglado, obligatorio y uniforme.
Un cordial saludo, querido amigo.
MAS
Estimado y valorado profesor Santos Guerra, reciba mi admiración. Ciertamente la Heutagogía es un concepto acuñado por Stewart Hase de Southern Cross University, (2000) se refiere al estudio del aprendizaje auto-determinado, bajo los conceptos de la autonomía y la libertad, los valores de elección y autodirección. Facilita al sujeto ávido de información que en su proceso de transferencia y uso adpatativo en su entorno se convierte en aprendizaje, simboliza la inquietud del ser humano por hallar respuestas a cosas que por diversas razones no consiguieron respuesta en su momento. Ahora bien, al menos en las instituciones formales de educación universitaria que trabajan con la educación de adultos algunas con enfoque andragógico siguen con programas, evaluaciones y demás procesos idénticos diría casi similares que se le hacen a los participantes del resto del sistema educativo, exigencias y en algunos casos se convierten en tareas y requisitos excluyentes y reduccionistas de cualquier iniciativa de estudio. Lo interesante es que existe la opción y considero que es la opción de libertad para aprender y entender que el mundo es diverso, con diferentes colores y formas de ser y hacer el tránsito de vida en algo atractivo. Creo que asumir esta postura en la administración educativa facilitaría el sueño de muchas personas al obtener un título universitario o de cualquier otro nivel o especialidad.
Abrazos
Williams Macías M.
Estimado Williams:
Además de presentar el concepto de Heutagogía he pretendido, como sugieres, enfrentarla con la Pedagogía y con la Andragogía. Porque al plantear procesos dirigidos y obligados de aprendizaje (unas veces legales y otras sociales, se puede matar el deseo libre y autónomo de aprender, de responderse a preguntas y de descubrir el mundo. Me preocupan los efectos secundarios del aprendizaje heterodirigido. En primer lugar porque puede no responder a los intereses del aprendiz y, en segundo lugar porque, al hacerse de manera uniforme, se puede romper el ritmo dé cada uno. Otra complicación puede surgir si el que enseña no está suficientemente preparado para hacerlo.
UN cordial saludo.
Y gracias por participar.
MAS
PD: Imagino que en lugar de «habido de información» habrás querido decir «ávido de información». Yo lo puedo corregir con tu autorización.
ciertamente con lo de ávido de información, disculpas. Agradecido por la observación. williams macías
Querida Williams:
Modifico el texto. Es un tic de profesor. A mi también se me han escapado algunos errores de este tipo.
Un cordial saludo.
MAS
Aparte de la dificultad del término, me parece, Miguel Ángel, que la Heutagogía presenta problemas como disciplina.
Como punto de partida, anoto un párrafo completo que tú mismo escribes y en el que dices lo siguiente: “La Heutagogía no se plantea cómo enseñar al adulto sino cómo el adulto aprende por su iniciativa y por su voluntad. Sin facilitadores externos. Es el propio aprendiz el que establece, de forma voluntaria y autónoma, cuáles son los objetivos de su aprendizaje, los contenidos que quiere asimilar y la estrategia metodológica que va a seguir. Se plantea incluso cómo comprobar si realmente ha aprendido aquello que deseaba saber”.
Si es un aprendizaje autónomo y personal, ¿tiene que justificárselo a alguien, especialmente si sabe que la pretensión es que se le va a evaluar lo que ha aprendido?
Quien se plantea ciertas actividades que le resultan muy placenteras ya de adulto, lo más probable es que únicamente se las comente a un amigo o amiga que le conoce y no le va a enjuiciar, ni a valorar lo que ha aprendido.
Pongo un ejemplo. No hace mucho estuve en Almendralejo (Badajoz) en casa de mi hermano Paco, algo mayor que yo, ya que me insistía que pasáramos un día con ellos y comiéramos juntos. Pues bien, la sorpresa fue que estaba embarcado en la pintura, de modo que tenía la casa llena de cuadros pintados al óleo. Nunca me había hablado de ello en las conversaciones que manteníamos por teléfono, por lo que fue una gran sorpresa para mí, ya que sus estudios estaban relacionados con una carrera técnica y su profesión ligada a ella.
De entrada, quiero decir que no era un pintor naif, pues tenía estudios superiores y su enfoque era pintar “al modo de…” o con “el estilo de…”, especialmente de los pintores impresionistas.
Lógicamente le alabé su entusiasmo y su entrega, una vez que se había jubilado, al campo de las artes plásticas. Por otro lado, de ninguna manera se me ocurrió enjuiciar sus trabajos desde el rigor que se le puede suponer a una persona con formación en otros ámbitos, pues, de hacerlo, lo más probable es que se hubiera molestado y, posiblemente, hubiera dejado los pinceles.
Solamente, de manera cordial, le sugerí que la figura de un cuadro tenía ciertas desproporciones en los pies, aportándole alguna sugerencia para resolver el problema.
Como verás, Miguel Ángel, me quedan bastantes dudas de que se pueda entrar en el campo de los aprendizajes autónomos de los adultos. Te he citado un caso, pero podría hacerlo de algún otro, y las veces que he tenido conocimiento de ello, porque me lo han manifestado, he sido bastante cuidadoso a la hora de valorarlo, pues, por encima de todo, está el entusiasmo con el que alguna gente mayor se entre a ellos.
Querido Aureliano:
Pienso que no, que no tiene que dar cuentas a nadie, que nadie va a realizar una evaluación de su proceso, salvo que él lo pida explícitamente a a alguien. Esa es una de sus características. Se trata de un aprendizaje autodeterminado, que tiene su propio ritmo y que no tiene la exigencia de la accountability. No es evaluado por agentes externos ni institucionales ni personales.
Yo creo que loi que tú apuntas respecto a la evaluación en la Heutagogía (o heutagogía) no es una limitación sino una de sus características. Es el propio aprendiz quien se declara satisfecho o no con su aprendizaje, quien valora si es suficiente o insuficiente, quien decide si es interesante o no…
En el caso de tu hermano Paco (mi mujer, Lourdes, pinta, pero con profesora) es él quien considerará si eso que está haciendo satisface sus deseos de expresarse, de entretenerse y de aprender a pintar. Otra cosa es que él quisiera tener un agente externo que le evalúe el trabajo realizado. Pero ese componente se saldría de la pura heutagogía. Pienso yo.
Un cordial saludo.
MAS
Me ha gustado el artículo porque no conocía el término. Siempre se agradece aprender algo nuevo.
Respecto al contenido me parece importante lo que se dice de la destrucción de la Heutagogía por la Pedagogía.
En efecto hay formas de enseñar que matan el deseo de aprender.
Es admirable el caso de las personas que se mencionan en el artículo. Yo conozco también una persona muy mayor que se dedicado a leer casi compasivamente por el deseo que tiene de aprender.
Estimada Marta:
Esa es una cuestión inquietante, ciertamente.
Me preocupa mucho que la obligatoriedad cause efectos negativos en el que aprende.
He visto quien dice que la lectura es algo aburrido porque le han obligado a leer cosas que no le interesaban. Este es un ejemplo muy claro respecto a lo que quiero decir. Una mala práctica didáctica destruye una tendencia que yo considero natural.
Besos y gracias.
MAS
Hola buenos días,
1.- MI UNED.- Gracias Sr. Guerra por nombrar a la institución que más tengo que agradecer en este mundo. Hoy me veo un poco como obligado a hablar de algo de mi vida, perdonen. Parece que la inventaron justo a medida de mi ser. Me inicié allí usando por único título precedente mi carnet de identidad, aunque pude haber convalidado otros títulos para ingreso. Cursé allí más del 80 % de una sesuda licenciatura. Allí el profesorado no te contamina con sus ideas y sus manías. Allí no te hacen memorizar unos folios que ni comprendes. Allí te indican una bibliografía que suele rondar entre las 1000 y cuatro mil páginas de libros de texto. Si te lo estudias todo, comprendiendo claro, son justísimos contigo, te aprueban siempre. Aunque yo suspendí alguna vez porque no llevaba el trabajo bien hecho. Allí el profesor, desde Madrid, se limita a corregirte los exámenes que le llegaron por valija sellada. Al inicio de aquellos tiempos, en el curso de acceso, iba a las tutorías, muy buenas por cierto. Luego en la Licenciatura, no iba. Mi trabajo de entonces era físico, me cansaba a veces. Mi horario de trabajo era de 7.00 de la mañana hasta las 18.00 horas. Aquello era estupendo, tenía para estudiar, vida familiar y dormir toda una media tarde y la noche. Aunque me consideraba orgullosamente aprendido, iba lento y aceleré, me saturé, me agobié, cambié de universidad.
2.- MI UMA.- Me cambié a la Uma. Allí el profesor se limitaba a decir en la mayor de las veces, de forma poco clara y muy pobre, parte del contenido del libro recomendado. Los aplicados y algo “pelotas” alumnos tomaban apuntes de lo dicho en clase. Estos apuntes, eran de contenido similar en calidad a la del orador. Si memorizabas esta chapuza de apuntes, te aprobaban. Aunque este aprobado fuese una falsaria de conocimientos. Me aburría en clase, allí me limitaba a ir leyendo el libro de texto. Antes estas expectativas, como verán me llevé una gran decepción con la Facultad donde cursaba mis últimas asignaturas de esta licenciatura que inicié en la UNED. Adopté aquí también mi sistema de la UNED, no sin trabas, pues valoraban la asistencia a clase, que yo fui incumpliendo cada vez más. Al final terminé mi licenciatura, sin mucha gloria en mis tiempos en la Uma, y sobretodo, sin nada que agradecer a la UMA.
Tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Puedo hablarte de ambas instituciones porque he pertenecido a ellas. Fui tutor de la UNED durante varios años. En efecto, el estudiante trabaja autónomamente en la UNED sin necesidad de acudir a clases. Atendía las tutorías y evaluaba los exámenes. Hacía un seguimiento de la evolución de mis alumnos a través de notas manuscritas.
La UNED ayudó a muchas personas que, por diversas circunstancias, no pudieron estudiar «en su momento».
Visto como lo ves, tengo que decir que fue y es un salvavidas para los aprendices. Pero, claro, les priva del trabajo compartido, del debate, de la investigación compartida… Y ahí viene la segunda parte. Me refiero a la docencia en la UMA, institución de la que fui miembro desde 1984a. Ese tipo de clases a las que haces referencia suelen ser insufribles. EL profesor dicta lo que ya está en el libro (a veces, como dices, torpemente) y el alumno copia y luego repite. Este proceso mata el aprendizaje y las ganas de aprender. ¿Por qué dictar lo que está ya escrito (y mejor explicado) en los libros? ¿Por qué esa tortura, esa pérdida de tiempo, los errores de transcripción, el tedio, el desplazamiento, el edificio…? Pero, sobre todo, de esa forma se hurta el tiempo de la indagación, de la discusión, de la investigación, de la aplicación, del debate…
Que me perdonen algunos excelentes colegas el sarcasmo: la enseñanza universitaria es un proceso mediante el cual, lo que está escrito en los papeles de los profesores, pasa a los papeles de los alumnos, sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos.No hay derecho.
Sobre esta cuestión escribí hace años un artículo titulado EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA Y NUMISMÁTICA O EL ABSURDO ARTE DE LA COPIA. Forma parte de un. libro titulado LOs trucos del formador.
Muchas gracias por este comentario, tan centrado en tus propias vivencias.
Un cordial saludo.
MAS
jeje, Sr. Guerra, dices: «la enseñanza universitaria es un proceso mediante el cual, lo que está escrito en los papeles de los profesores, pasa a los papeles de los alumnos, sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos.No hay derecho».
Y opino que has dicho una verdad más gorda que la catedral de Sevilla. Con este comentario le has dado el día (mal día) a un buen puñado de profesores universitarios ejercientes.
Y a mí me has ganado en distancia 7 pueblos o más, debido a la verosimilitud de tus palabras.
Un cordial saludo.
Buenas tardes, querido Miguel Ángel. Hola familia.
Tenía pensado empezar diciéndote que tú eres esa persona que entró en mi taxi y me insufló optimismo, motivación e ilusión por seguir aprendiendo y curioseando sobre las cuestiones que me interesan. Pero, no sé… Quizás es un poco …, no sé. De todas formas el ejemplo no me vale, pues no pienso dejar que te bajes. Has llegado para quedarte. Pero no solo conmigo. Con todas y todos los que quieran abrirte sus puertas. No me canso de leer los comentarios que cada semana hacen alusión a lo que significas en sus vidas y en sus trabajos, a la ilusión y fuerza que les das.
Dicho lo cual, y también por esa influencia que ejerces (lo quieras o no), me surgen varias dudas sobre el tema concreto de esta semana: Heutagogía.
DICES:
La Heutagogía no se plantea cómo enseñar al adulto sino cómo el adulto aprende por su iniciativa y por su voluntad. Sin facilitadores externos.
Nadie le obliga. Nadie le ayuda. Nadie le observa. El autodidacta es un aprendiz libre y responsable que quiere saber.
La posibilidad de utilizar internet ha venido a facilitar y potenciar la Heutagogía.
Yo me pregunto si cuando leo un libro o un artículo, o cuando veo un documental, o una película de cine, o si cuando veo una conferencia grabada, no estaré utilizando facilitadores externos, no estaré recibiendo ayuda para facilitarme la comprensión del tema del que se trate.
Quiero decir que detrás de esas manifestaciones culturales hay personas que quieren contar algo a alguien, lleguen de forma voluntaria u obligada. A veces esas personas tienen claramente una intención didáctica y educativa, sea sobre flores, pintura o Heutagogía.
Yo me siento ayudado por lo que encuentro libremente, por quien lo ha hecho.
Un fuerte abrazo, y gracias.
Querido José Antonio:
No había pensado en esa perspectiva de la cuestión.
De cualquier manera ese «didacta camuflado» que ni siquiera conoce al aprendiz, no adapta su mensaje a las características del que aprende, no le guía. Una cosa es lo que enseña un autor desde un libro y otra el profesor que ayuda a hacer una buena exégesis del mismo.
Tu idea se hace más clara en el caso de quien escribe un libro con la intención de enseñar algo, como si se tratase de una clase escrita. Pero está claro que con el profesor puede interactuar, se le puede preguntar, se le puede rebatir. En el caso del autor, no.
Seguiremos dando vueltas al asunto.
Un abrazo.
MAS
Manuel Rivas escribe:
La playa en verano, ese lugar de espionaje. Un niño que no juega en la arena como hacen los demás. Permanece inmóvil, con la mirada clavada en la línea del horizonte. A su espalda, sentada en la toalla, la madre se fija en él, hasta que le pregunta: “¿Qué haces, Román?”. El niño no responde, sigue en su posición envidiable: estático y errático a la vez. La madre repite la pregunta, en voz alta, casi con alarma: “¿Qué haces, Román?”. Y él se vuelve, algo molesto, arrastrado, lo entiendo, de otro tiempo hipnótico y amable. “Estoy pensando”, dice finalmente.
Y la madre, lista como un rayo: “¿Pensando? ¡Pensando están los burros!”.
Increíble anécdota.
No sé si Manolo la habrá contemplado o la habrá imaginado.
De cualquier forma, «si non e vero, e ben trovato».
Un gran abrazo.
MAS
PD: En el comentario anterior no agradecí tus palabras sobre el taxista y el viajero.
Estupendo artículo sobre la pasión por el aprendizaje. De él nace una interpelación sobre la escuela como institución que frena o destruye el deseo de aprender.
Impulsar la Heutagogía frente a la pereza de pensamiento y a la manipulación que hacen quienes prefieren que las personas no piensen es muy importante.
Saludos
Querida Carla:
Gracias.
Yo creo que existe una curiosidad natural en el ser humano que solo se sacia con el conocimiento, pero hay distractores que nos tratan de llevar a ocupaciones que no obliguen a pensar ni a comprender.
El poder suele estar interesado en que haya más súbditos y clientes que ciudadanos.
La persona que quiere saber comprende lo que sucede con las causas y los efectos. No se deja engañar fácilmente.
Sería una pena que la escuela amortiguase el deseo de saber.
Besos.
MAS
No tenía ni idea de que existiera esa palabra.
Lo importante, de todos modos, es todo lo que significa y lleva consigo respecto al carácter auto dirigido del aprendizaje del adulto.
He visto también casos espectaculares de entrega al estudio en personas de edades avanzadas.
Es como si tuviesen la sensación de haber perdido el tiempo y de querer aprovecharlo de la mejor manera posible.
Habría que felicitar a todos y a todas quienes aprenden por el mero placer de aprender sin las obligaciones que genera la obtención de títulos.
Saludos.
Querida María:
Gracias por tu comentario.
En el acto de despedida que me hizo la Universidad estuvo un alumno mío que explicó que había cursado una asignatura mía sin tener la obligación de hacerlo. Solo por el gusto de aprender. Qué distinta es esa actitud a la de quienes solo buscan la nota.
Besos.
MAS
Hola se que esto es algo que se sale del tema y eso pero me podrian ayudar con esta pregunta por favor, me podrias ayudar por favor. Estuve leyendo tus respuestas y comentarios me han parecido interesante su maner de responder. Gracias
¿Cual es la importancia de reconocer la complejidad del mundo social humano (cultural) desde la ciencia psicológica?
Estimada Catherine:
La ciencia psicológica, hoy como siempre, ha de reconocer la complejidad del contexto social, cultural, político, histórico, antropológico… para poder entender el comportamiento humano.
Te remito a los tres artículos este blog titulados El paradigma de la complejidad (I,II y III).
Y, por supuesto, a la obra de Edgar Morin.
Saludos.
MAS
Estimado Miguel Ángel, estoy cursando un Magíster en Docencia Universitaria, quisiera saber su opinión respecto de la aplicación de la heutagogía en instituciones universitarias, especialmente en las carreras de pedagogía, con la finalidad de desarrollar la capacidad de aprender en estos estudiantes. Y que tanto depende también su aplicación de las prácticas docentes en las instituciones o son independientes una de otra.
Además quisiera consultarle cómo se puede analizar la heutagogía en las personas.
Quedo atenta a sus respuestas.
ATTE. Sandra Santander