Hace pocos días, una profesora de un Instituto de Enseñanza Secundaria, me hace partícipe de unos hechos que me ayudan a poner sobre el tapate algunas reflexiones sobre la relación entre familia y escuela.
Todas las piedras que lanzan los padres y las madres al tejado de la escuela caen inexorablemente sobre la cabeza de sus hijos e hijas. Lo cual no significa que tengan que renunciar a la crítica y a la exigencia de mejores prácticas profesionales del profesorado. Porque la crítica y la exigencia razonables, abiertas y sinceras constituyen una ayuda y no son una pedrada. Una pedrada es la descalificación o ridiculización sistemática del profesorado, la falta de apoyo al cumplimiento de las normas por parte de sus hijos e hijas, la desautorización de la dirección del centro, la desinformación permanente, la falta de diálogo, la indiferencia ante los malos resultados…
Estos son los hechos. Una excelente profesora, de compromiso acendrado y de manifiesta cercanía emocional, llama a una alumna para advertirle, con exquisito respeto y a la vez con firmeza, de que la indumentaria que lleva no es adecuada para acudir al Instituto. Nada le dice sobre lo que tienen que hacer en su casa, en la calle o en la discoteca de turno. Viste un pantalón escandalosamente corto y apretado y un top que le deja al descubierto todo el vientre, en cuyo ombligo se puede ver un piercing reluciente. Para su sorpresa y no menor indignación, la alumna le responde con insolencia :
– No le hago caso ni a mi madre…. como para hacértelo a ti. Y no me busques la boca…
No sé si en todos los países de habla hispana es conocida esta ultima expresión. Ni siquiera sé si lo es en todos los lugares de este país. “No me busques la boca” es una expresión retadora, chulesca, provocadora… Tiene ingredientes de desafío, de altanería, de amenaza… Viene a decir que el interlocutor tiene que medir bien sus palabras porque se puede encontrar con una sorpresa desagradable. La insolencia no puede ser mayor. Trata de tú, no de usted, a la profesora, se muestra impertinente, amenaza de forma insolente y, en definitiva, se niega a aceptar una norma que de sobra conoce.
La profesora, sin responder ni añadir comentario alguno, le abre un parte disciplinario que, según figura en la Normativa, debe ser firmado por el padre o la madre de la alumna. Informada la madre, reacciona en un tono parecido al de su hija:
– “Ustedes tendrán sus normas, pero yo tengo las mías y no estoy de acuerdo con esta advertencia…. Así que no pienso ir a firmar el parte.
No sé cómo han seguido los hechos, pero con lo que sé sobre la sucedido es más que suficiente para redactar estas líneas.
Hay varias cuestiones que atraviesan el relato, de forma claramente aleccionadora. Por una parte está la cuestión relacionada con la norma o, más ampliamente, con la normativa. Tiene que haber normas en las instituciones. De lo contrario no podrían funcionar, no se podría convivir y trabajar en ellas. Razonables, justas, respetuosas… Pero normas. No es antidemocrático tener normas. Todo lo contrario: las normas son esenciales en una democracia. Normas que todos nos damos para poder convivir dignamente. La libertad de cada individuo acaba donde comienza la libertad de los demás. La democracia está en los antípodas de la anarquía, en la que cada uno hace lo que se le antoja aunque perjudique a los otros.
Tener normas, darse normas implica el deber de respetarlas, de cumplirlas. Me gustaría que los alumnos participasen en la elaboración de las normas. Porque las normas no sirven al poder, no son caprichosas. Sirven a la comunidad.
Hemos vivido el siglo XX como el siglo de los derechos. Me gustaría que le XX! fuese el de los deberes. Claro que tenemos derechos. José Antonio Marina dice en su libro Ética para náufragos que los seres humanos decidimos conferirnos, por el mismo hecho de serlo, una dignidad absoluta. Por consiguiente somos sujetos de derechos. Pero también tenemos obligaciones.
Téngase en cuenta, además, que se trata de un centro educativo. Es decir, de un lugar donde se aprende ciudadanía, donde se aprende a convivir, a cumplir las normas, a respetar loa demás.
La segunda cuestión que este hecho trae a mi consideración es el respeto no solo a la norma sino a la autoridad que exige su cumplimiento. Todos hemos de respetarla. Resulta inadmisible que la autoridad que encarna el profesor sea retada, menospreciada, amenazada.
No es de recibo en un centro educativo esa falta de respeto que se construye sobre la provocación, la chulería y la desvergüenza. Decirle a una profesora “y no me busques la boca” es decirle “ten cuidado con lo que dices o haces porque puede tener consecuencias imprevisibles y negativas”. Es abiertamente intolerable. Por eso la profesora cumple con un deber insoslayable cuando abre el parte disciplinario. No le ayudaría mucho si pasa por alto su forma de vestir o le ríe la pretendida gracia.
Pero el aspecto más reseñable, a mi juicio, es la postura de la madre. Ahí reside, a mi juicio, la base del comportamiento negativo de esta adolescente. Cuenta con el apoyo de la madre para reírse del centro donde estudia, para desobedecer, para enfrentarse a la profesora
En lugar de castigar su actitud, la apoya diciendo que ella tiene sus normas y las del instituto no lo resultan aceptables. Qué equivocación. Qué torpeza. Qué irresponsabilidad. Ya se ve que la madre tiene sus normas, pero su propia hija dice que no las cumple. Tampoco le importa la actitud altanera de la chica ante la profesora. Y el pésimo ejemplo que ofrece a sus compañeros y compañeras.
Esta familia está creando un monstruo. Y a quien primero va a devorar es a quien tiene más cerca. Esta chica no va a ir a buscar una familia de Japón, de Londres o de Estambul para acabar con ella. Tiene una muy cerquita para rebelarse contra ella y machacarla con la crueldad y con el desprecio.
La colaboración entre la familia y la escuela es fundamental para la buena educación de los hijos. ¿Cómo explicar esa ceguera obstinada y dañina, cómo puede darse una actitud de consecuencias tan dramáticas? ¿Es tan difícil entender que si unos reman en una dirección y otros en la contraria, la barca no puede avanzar?
Alguna vez me he referido al tenis antipedagógico. Se trata de una partido de tenis en el que los profesores echan la pelota de la responsabilidad a los padres y estos a los profesores, en la que los padres echan la culpa de todos los males a los docentes y éstos a los padres… Esa partida de tenis siempre tiene al mismo perdedor: el alumno.
Se imagina uno fácilmente a la niña y a la madre burlándose de la profesora, ridiculizado su actitud, despreciando los planteamientos del Instituto. Tampoco cuesta imaginar el final de la historia. Una adolescente egoísta, caprichosa, ingobernable, entregada a los caprichos y sin capacidad para afrontar las adversidades de la vida.
Cuesta poco, en definitiva, imaginar a la chica rechazando las normas morales de atención a sus mayores cuando pasen algunos años y la vejez se haya echado encima de quienes aplaudieron tanta desvergüenza.
Hola Miguel Ángel leyendo este artículo llegan a mi memoria tantas situaciones vividas con las familias , hemos perdido el sentido común , los padres creen que deben ser amigos de sus hijos y nuestros niños y jóvenes quedan huérfanos sin guía . (Ni se puede generalizar pero es la mayoría ) la escuela los maestros y profesores. Estamos cada vez más solos como tú artículo del arca luchando contra viento y marea …para mí hermosa tarea la del educador…un cariño para vos y tu familia
Querida Marisa:
Qué maravillosa es la comunicación. A las dos de la mañana colgué mi artículo en el blog. Viajó hasta ti en Argentina, lo leíste, lo comentaste ahora te vuelvo a escribir yo a ti.
NO me gusta generalizar, pero me preocupa el fenómeno que describo por lo dañino que es para los jóvenes. Creo que la torpeza de esa madre, la falta de cordura y de exigencia solo le va a producir males.
Los educadores tenemos que mantener nuestra responsabilidad.
Besos y gracias.
MAS
Creo, Marisa, que esa madre, de la que habla Miguel Ángel en su artículo, no pretende ser amiga de su hija, sino su “colega”, que es otra cosa.
La amistad entre padres/madres e hijos/as es distinta a la que se da entre dos adultos; pero, aunque parezca imposible, puede construirse.
Otra cosa es el “coleguismo” intergeneracional que parece que abunda mucho en nuestros días.
Un cordial saludo.
Querido Aureliano:
Ya veo que lo lees todo. Ek artículo, los comentarios y lo que se ponga por delante.
Le oí decir a Manuel Alcántara: Cuando alguien nos dice que no lee, bien podría ahorrarse la confidencia.
A ti se te nota lo contrario.
Un gran abrazo en este tórrido fin de semana.
MAS
Hola cómo estás ???? Que maravilla que podamos intercambiar comentarios !!! Yo tengo 45 años y creo que cada uno debe cumplir un rol en cada etapa de la vida . pienso que la madre debe poner límites y guiarla así me enseñaron mis padres y yo lo transmito a mi hijo. Siempre leo tus comentarios un cariño 2
Buenos días,
1.- Interesantísimo tema, Sr. Guerra.
2.- Interesantísimo tema que también se trató en un artículo tuyo de primeros de Julio de 2013: “Cincuenta céntimos”, que a su vez venía de otro anterior. A lo que dije en el primero nombrado, me remito, pues.
3.- Con el debido respeto, Sr. Guerra, veo su actitud contradictoria, en esencia, de lo que allí defiende. Creo que estos lodos de aquí, solo son las aguas que allí se defienden por tí y otros contertulios.
4.- Mi opinión, hoy, es la misma de allí. Totalmente de acuerdo con tu opinión de hoy.
5.- Tu opinión la veo algo cambiada, muy cambiada. Será por eso que siempre le digo a mi amigo el Sr. Lema: “el tiempo cura el ser de izquierdas”. Han pasado cuatro años. Yo entonces no tenía ni tratamiento de Don. Pero en mí, proporcionalmete en mi edad de entonces y de ahora, no me afecta apenas. En tí, tal vez, proporcionalmente también, motivo de mucho cambio.
6.- Impaciente estoy, para ver hasta donde se moja mi amigo, el Sr. Lema. Aquí tiene campo abierto donde explayarse, a ver, a ver. …
7.- P.D. Que conste que te tuteo, Sr. Guerra, por expreso deseo tuyo. Para mí incluso tienes tratamiento de Ud. y de Don, y más.
Tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Me siento más cómodo siendo tratado de tú. Y más por alguien a quien le adornan tantos años bien aprovechados.
No. No son las mías posturas diferentes o contradictorias. Es la misma postura. ¿Por qué?
Porque aquellos padres apoyaban la postura JUSTA de una hija ante una norma INJUSTA del centro.El juez les dio la razón. La niña se apoyaba en principios fundamentales que había estudiado en el libro de ética: la presentación de inocencia, la falta de pruebas ante un castigo…
Pero en este caso la postura de la madre es arrogante y está apoyando una actitud chulesca de la hija. ES MUY DIFERENTE. ES DIAMETRALMENTE DIFERENTE.
Aquellos padres participaban en la vida del centro y estaban preocupados por la evolución de su hija. En este caso solo veo una actitud muy negativa.
Un cordial saludo.
Y MUCHAS GRACIAS POR EL COMENTARIO.
MAS
Muy buenos días desde el sur de América, desde la tierra de los maestros montevideanos:
Al leer la progresión de la narración mi cuerpo recordaba los temblores y el dolor al vivir situaciones similares.
La pregunta qué me sigue invadiendo es ¿cómo esa joven o niña reaccionará a otros que no sean sus profesores? ¿Cómo podrá ser mujer dónde avasalla y destruye su alma y pensamientos?
Como madre y maestra me pregunto ¿qué hago ante la violencia y el desconocimiento del otro?
Las palabras y su cuerpo desafían, ¿cómo fueron mis respuestas en situaciones similares??
Vivo y presenció muchas situaciones donde este tipo de episodios suceden, en cada institución se resuelve de diversas formas pero hay una muy especial donde los padres son parte del proceso de solución.
La clave en ese lugar es la participación y el reconocer que esa familia puede darnos algo… ser parte del conflicto. Hay esperanza… es posible… construir democracia aún en los espacios más adversos. Gracias Miguel por hacerme pensar en los techos de nuestras instituciones!!!!
Abrazo cordial desde el sur
Rita Sorribas
Hola, aclaración,
Allí, en cincuenta céntimos, la niña incumple la norma, porque ELLA la considera injusta. Una norma de educación y convivencia. Primero la incumple y luego dice que es injusta. La incumple, precisamente inculpando a otros.
En un estado de derecho, primero se cumple la norma, y luego se pelea por su alegalidad o injusticia.
Otra cosa, luego, una vez incumplida la norma, NO LE DIO LA RAZÓN UN JUEZ, se la dio la Administración, con sus respectivos intereses políticos. Dos mundos diametralmente opuestos.
Por lo demás me remito a lo que allí se dice…que es mucho, no solo mío, de otros también.
Un cordial saludo.
Estimado Don Quintiliano:
Si se considera injusta la norma, no se debe cumplir. Se debe incumplir y se debe tratar de eliminar. No hay forma más contundente de combatirla que incumplirla.
Tienes razón. Hablé de memoria y la memoria me falló. No fue un juez, fue la propia Administración. No veo diferencia sino más contundencia a favor de mi argumento. Porque la Administración suelo dar la razón a quien está más arriba en la escala jerárquica.
Allí no había mala actitud contra el profesorado, ninguna falta de respeto. Solo había rebelión contra una norma que se consideraba injusta. Hubiera sido más cómodo y más sencillo pagar los 50 céntimos. Por no pagarlos la chica se quedó sin excursión final de curso.
Vi en esa actuación una postura ejemplar.
Yo creo que la historia de hoy es radicalmente diferentes¡m, tanto por parte de la alumna como de la madre.
Es bueno el debate.
Saludos y gracias.
MAS
De verdad, Sr. Guerra, y con todo el respecto, me pierdo,
1.- Dices, en la última respuesta hacia mí, ” Si se considera injusta la norma, no se debe cumplir. Se debe incumplir y se debe tratar de eliminar. No hay forma más contundente de combatirla que incumplirla.” ………(Insisto la que se atribuye la competencia para calificar la norma de injusta, es Ella, la niña).
2.- Párrafos más arriba, dices: ” Hay varias cuestiones que atraviesan el relato, de forma claramente aleccionadora. Por una parte está la cuestión relacionada con la norma o, más ampliamente, con la normativa. Tiene que haber normas en las instituciones. De lo contrario no podrían funcionar, no se podría convivir y trabajar en ellas. Razonables, justas, respetuosas… Pero normas. No es antidemocrático tener normas. Todo lo contrario: las normas son esenciales en una democracia. Normas que todos nos damos para poder convivir dignamente. La libertad de cada individuo acaba donde comienza la libertad de los demás. La democracia está en los antípodas de la anarquía, en la que cada uno hace lo que se le antoja aunque perjudique a los otros.
Tener normas, darse normas implica el deber de respetarlas, de cumplirlas. Me gustaría que los alumnos participasen en la elaboración de las normas. Porque las normas no sirven al poder, no son caprichosas. Sirven a la comunidad.
Hemos vivido el siglo XX como el siglo de los derechos. Me gustaría que le XX! fuese el de los deberes. Claro que tenemos derechos. José Antonio Marina dice en su libro Ética para náufragos que los seres humanos decidimos conferirnos, por el mismo hecho de serlo, una dignidad absoluta. Por consiguiente somos sujetos de derechos. Pero también tenemos obligaciones.”
3.- ¿En qué quedamos?. Según lo que dices en señalado por mí en 1, la niña es libre de ir al colegio enseñando el porcentaje de piel que ella crea conveniente, y la maestra se está metiendo en un derecho personalísimo de la niña. La niña incumple la norma porque la considera injusta, y emplea una frase hecha para defenderse que tal vez ni siquiera conoce su verdadero contenido y trascendencia.
4.- Pero, insisto yo estoy por lo que dices en los señalado por mí en el punto 2 anterior.
5.- Insisto, en un estado democrático de derecho, primero se cumple la norma y luego se exige su alegalidad por injusta. Con tu actitud, en el punto 1 señalado, estás incitando a comportamientos como los de la niña de esta semana. Pues estas incitando a que cada alumno o alumna incumpla las normas del colegio, por calificarlas ellos mismos de injustas.
6.- Insisto, “de aquellas aguas, estos lodos”. Claro, así, el joven Sr. Muñoz se cuestiona en la segunda parte de su primer párrafo, el porqué de esta pérdida de valores.
7.- Por cierto, intuyo que el joven Sr. Muñoz ha debido ser siempre un alumno muy cómodo para su profesorado. Un alumno ejemplar. Yo, por contra, siempre fui una china en el zapato.
Tengan buena noche.
Estimado Quintiliano.
Entiendo tu argumentación. Y, en cierto modo, la comparto.
Pero hay varias cuestiones fundamentales en las que discrepo.
1. Subjetividad en la interpretación de la norma:
La niña del primer caso, invoca argumentos de orden ético difícilmente contestables: exige la presunción de inocencia y se niega a aceptar un castigo por algo que no ha hecho, en segundo lugar exige que haya pruebas para que se le imponga un castigo…
Enel segundo caso no hay discusión ni interpretación ni desacuerdo… hay rechazo arbitrario a la norma. No argumenta, no dice que esa norma es injusta…
2. Actitud de la niña en uno y otro caso
En el primeras no hay actitud provocativa o falta de respeto. En el segundo, sí.
3. Consecuencias de la actuación
En el primer caso la protagonista rechaza la norma por injusta, le acarrea incluso un contratiempo notable al no poder ir de excursión con el grupo.
Hace avanzar la calidad de la convivencia al recibir apoyo administrativo y hacer revisar la norma.
Discrepo en la idea de que lo justo es cumplir la norma y luego discutirla. Porque se considera injusta. Porque es a todas luces injusta ya que quebranta principios básicos de la convivencia.
No veo el nexo causal que estableces (de esos polvos vienen estos lodos). Porque de la actuación de la niña y de la familia en el primer caso solo se deriva una mejora de la convivencia y no una actitud insolente y despectiva hacia el profesorado.
Lo que se deriva del primer caso es:
– invitación a analizar la naturaleza de las normas.
– el compromiso con su remoción, si no son buenas.
– la lucha por su mejora, a pesar de las malas consecuencias que acarree.
No tengo que ir a regar, pero tengo que irme.
Un abrazo.
MAS
Buenos días,
No, no, lo siento Sr. Guerra, totalmente erróneo considero tu planteamiento.
1.- En el primer caso, en el de los cincuenta céntimos, hay una norma clara, expresa, escrita, tomada por un órgano entiendo que colegiado, entiendo que por mayores de edad, entiendo que para hacer más fácil la convivencia. Y de forma muy educada, eso sí, pero sibilina, la niña se atribuye la competencia de incumplirla, precisamente en ese momento es cuando la califica de injusta, cuando le afecta directamente, no antes. Su familia, de la misma forma apoya su postura.
2.- En el segundo caso, entiendo que se pueda apreciar actitud chulesca, maleducada, de chusma, de tosquedad, de cazurrez, en fin de mala educación en la niña. Pero, no hay una norma objetiva expresa y clara, escrita, sobre el cómo de la forma de vestir. Y mucho menos el cómo del diálogo entre la profesora y la alumna. La inmaculada trayectoria de la profesora, a mí no me dice nada. Al igual que a mí no me dice nada el precedente de mala educación que pueda tener la madre y la niña. Me remito a los hechos que tenemos encima de la mesa. Solo a ellos. Aquí, en democracia, no caben los prejuicios.
3.- Ante esta perspectiva de los hechos, y de las normas habidas en uno y otro caso. Insisto, deploro el caso segundo. No estoy de acuerdo en el segundo caso, pero admito que pudiera tener una defensa razonable. Pero, en el primer caso, es tajantemente inconstitucional el comportamiento de la niña y de su familia. Aunque luego una Administración pública subyugada por el temor a verse atrapada en una bola de nieve mayor, haya cedido dándole la razón a la pataleadora niña, sin fundamento, evidentemente.
4.- De otra, en la explicación “de aquellas aguas estos lodos”. Uso agua, pues es más lógico. El polvo por sí solo no hace lodo, el agua sí. Porque la defensa de casos tan aberrantes, como el primero, es lo que trae los comportamientos del segundo caso. Digo aberrantes, insisto, por la barbaridad que es defender el hecho de que la niña se atribuya la competencia para incumplir la norma. No estamos en la Guerra, estamos en la convivencia ciudadana. En la Guerra, el soldado será directamente responsable del incumplimiento de la orden injusta recibida. Aquí, la niña, no puede atribuirse la competencia, no, bajo ningún precepto. Estamos en España, no en Venezuela, ni en ninguna república Bananera.
5.- Precisamente aquí, en la atribución de competencia para cumplir o dejar de cumplir la norma, es donde el Estado de Derecho puede empezar a perder aguas, y de ésta, la inexorable pérdida de valores en la ciudadanía.
6.- Disculpen la brasa. Disculpen mi pesadez. Lo justifico en que estamos dando porracitos a uno de los pilares fundamentales que tenemos: La Democracia. Me consuelo con que los eruditos en la materia comprendan algo de mis palabras. Gracias.
Ahora, me voy a regar.
Tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Hay puntos de acuerdo y puntos de discrepancia en nuestras posiciones.
Y me alegra poder contrastarlos.
1. Claro que la democracia tiene normas y que se deben respetar.
Pro deben ser normas JUSTAS, NO ARBITRARIAS, NO CONTRADICTORIAS.
2. LA NORMA QUUE QUEBRANTA LA CHICA DEL PRIMER RELATO ES INJUSTA.No lo dice por capricho, por comodidad, par irresponsabilidad, por ligereza. Ella argumenta con principios democráticos FUNDAMENTALES, COMO LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y LA EXIGENCIA DE PRUEBA PARA ACUSAR A ALGUIEN Y CASTIGARLO POR ALGÚN HECHO. No es por capricho por lo que incumple, ni por insolencia.
3. La democracia avanza por la discusión dE la norma, por su análisis, no por su cumplimiento ciego.
4. Hubiera sido más cómodo, más fácil y más rentable pagar los cincuenta céntimos como hicieron las demás.
5. Si nadie hubiera puesto en cuestión las normas seguiríamos teniendo esclavos.
6. ¿Por qué la instancia administrativa que da la razón a la chica y a su familia no lo hace por motivos racionales y éticos? Creo que tu juicio, en este aspecto, es gratuito y tendencioso. No apoya tu línea argumental.
7. Las aguas de los dos hechos pueden conducirse a buen riego y no convertirse en lodo. El primero como un hecho eh¡ejemplar y el segundo como un hecho deplorable.
8. Creo que siempre habría que actuar como la chica del primer caso y nunca como la del segundo.
Un cordial saludo.
MAS
Querido Miguel Ángel. Tanto con el contenido de lo que dices hoy como con lo que argumentaste en julio de 2013 estoy totalmente de acuerdo. Aunque no se puede generalizar, desgraciadamente estas situaciones las estamos viviendo a diario… Cuanto más dinero se invierte en educación, más recursos se disponen, más derechos albergamos, más comodidades disfrutamos,… sin emabargo la sociedad va perdiendo valores como el coche que va perdiendo aceite, de forma lenta, pero inexorablemente…
Como argumentos sobre este tema tan candente y polémico habrá para todos los gustos centraré mi comentario sobre lo curioso de la construcción y significado de las frases hechas… No en vano, tú titulas la entrada de hoy con “no me busques la boca”.
Teniendo en cuenta la situación que describes también podría aplicarse “quien avisa no es traidor”, “en boca cerrada no entran moscas”, “cría cuervos y te sacarán los ojos”, “de tal palo tal astilla”, “defensa numantina”, “poner en un brete”, “tener muchos humos”, “armarse la marimorena”, “tener mala uva”, “la gota que colma el vaso”, “no bajar la guardia”, …
¿Por cierto, echar mano de hemeroteca no sé si es una frasé hecha? En mi caso debo de estar en la parra o en babia, porque no me aclaro, soy capaz de contradecirme, de dudar de lo que digo,… Aunque, no envidio a los que tienen la certeza absoluta. Un tal Sócrates dijo “solo sé que no sé nada…” No es una frase hecha, pero sí célebre…
He empezado un melón que no sé por donde terminará… ¿Serán estos calores? Os deseo un buen botijo, un amplio abanico y fuerza para menearlo… 😉
Querido Juan Carlos:
Es cierto lo que dices sobre las generalizaciones. Hay que evitarlas. Por eso no digo si esas actitudes de madre e hija son las más frecuentes o son excepcionales. Lo que sí digo es que son nocivas. Y especialmente dañinas si tienen carácter público. Porque quien las ve se siente tentado de imitarlas.
Un gran abrazo y muchas gracias.
MAS
Buenos días querido Miguel Ángel
Este tema de relación escuela-familia da para mucho y siempre aparecen defensores de unos y de otros. La educación somos todos: alumnos-familia-docentes. Siempre van a exisitir casos como elde la adolescente que mencionas. Debemos los docentes (y sobre todo los directores de los centros) saber manejar esas situaciones que al fin y al cabo no son más que falta de educación. La joven respondió así porque la madre explícita o implícitamente le enseñó eso.
Voy a contarte algo que me sucedió cuando tenía muy pocos años de trabajo. Una mamá, muy enojada porque yo le había dicho a su hijo que debía trabajar en clase como todos sus compañeros me dijo: A mi hijo nadie le dice lo que tiene que hacer. Yo no te permito a vos que le pongas límites. A mi hijo nadie le pone límites. (todo esto fue delante de su hijo y de otra hija mayor que la acompañaba)
Si pudiera volver en el tiempo estoy segura que son exactamente esas las palabras que me dijo, creo que nunca las voy a olvidar.
Me quedé sin palabras y traté de explicarle lo importante que era que su hijo fuera uno más en el grupo, que estaba en una escuela y por lo tanto debía trabajar como los demás.
Lo más triste de todo esto es que la directora de la escuela estaba adentro de mi salón con los demás compañeros mientras yo hablaba con la mamá y el niño afuera.¿Sabes lo que hizo la directora? Pidió silencio absoluto a los niños en el salón para poder escuchar lo que la madre me decía. Cuando la conversación terminó, la madre se retiró, se llevó a su hijo porque lo iba a cambiar de escuela, yo entré al salón y los niños me dijeron: “Maestra escuchamos todo porque la directora nos hizo callar para poder esuchar”
La directora simplemente me dijo: “Dejá que se lo lleve a otra escuela, un problema menos”
Yo era demasiado joven…
Ser maestra tiene tantas satisfacciones como disgustos.
Un abrazo
Ana Clara
Querida Ana Clara:
No he tenido oportunidad de agradecerte el estupendo libro que me regalaste. No era necesario…
Me encantó conocerte.
Sentí no poder aceptar tu invitación.
El caso que cuentas es tremendo.
¿Cómo puede haber personas tan torpre y tan irresponsables? Lo que pide esa madre no solo es ridículo y perjudicial. Es imposible. ¿Cómo no va a tener límites niño? ¿Puede salir al patio durante la clase? ¿Puede orinar en el patio? ¿Puede ir desnudo a la escuela? ¿Puede gritar en plena clase?…
Muchos besos.
Muchas gracias.
MAS
No tienes que agradecer el libro. Lo hice de corazón.
Cuando llegué a la terminal de ómnibus me di cuenta que no te lo había dado.
Soy yo la que voy a estar siempre agradecida por la posibilidad que me diste de presenciar tu conferencia.
Un abrazo
Ana clara
Querida Ana Clara:
Me alegró mucho conocerte en persona.
También me pareció estupenda la actitud de la organización ya que muchos días antes habían dicho a quien llamaba que no había ninguna plaza libre.
En Salto tuve un vértigo periférico y no pude acabar la conferencia. Qué susto más grande
Besos y gracias.
MAS
Si, fue una suerte que me dejaran entrar. Luego de tu conferencia me fui, no quise abusar de la buena voluntad del director.
¿El vértigo periférico lo tienes desde antes o fue la primera vez? ¡Qué fea situación!
¿Ahora estás bien?
Saludos
Ana Clara.
¡Querido Maestro!
En consonancia con su escrito y partiendo de la crisis de valores que hay en esta sociedad,deciros que menudos los chascos que tienen que solventar los educadores.
No doy crédito a lo que he leído,la caradura de algunos alumnos llevan al límite de lo permitido, de ahí que veo justa la advertencia disciplinaria, es más yo llegaría a la expulsión del centro de inmediato.
¡Porque así nos va con tanta consideración para alumnos desvergonzados!
En mi trayectoria profesional me he encontrado con alumnos con verdadera mala leche contra el profesorado que intentan ayudarlos.
A mi entender la propia familia no les da ningún referente de vida, están inmersos en un laberinto de sensaciones y emociones de difícil solución.
Se educa con los ejemplos y esa madre no le está dando a su hija reglas adecuadas de convivencia.
Aquí con unas temperaturas extremas me despido de todos con un refrescante saludo.
Querida Loly:
Es verdad lo que dices. La actuación de la madre se convierte en un caso de mal ejemplo. No sorprende el comportamiento de la hija, una vz conocida la actitud de la madre.
El problema consiste en solucionar esos problemas. La chica la ayudad de los profesores, ¿Y llamare? La madre lo tiene más difícil.¿Quién ayuda a la madre?
Por eso pienso que es muy necesaria la formación de las familias. Lo que pasa es que ese tipo de madres no suele acudir a las sesiones de formación.
Besos y gracias.
Y un buen abanico para estos días de horno.
MAS
Buenas tardes Miguel Ángel y compañía.
No me encuentro ni física ni técnicamente en disposición de comentar como me gusta.
Os he leído a todas y todos, como hago siempre. También, está mañana, “Cincuenta céntimos”. Ya hace tiempo, uno de los artículos, con sus comentarios, que más veces he leído, pues me resulta complejo y lleno de razones repartidas, aquí más que nunca.
Amigo Señor Don Quintiliano. Por favor, no se impaciente usted. ¿ De verdad creía necesaria su invitación a participar, a explayarme, a mojarme? Quiero entender que personaliza en mí una invitación general, a que las y los que leemos cumplamos con una, dos o las tres cuestiones.
Procuro aplicarme lo que leo que considero bueno. Procurar no quiere decir que lo consiga. Con tiempo, y poquito a poquito.
La participación. El debate. Esta semana parece otra cosa. A ver, a ver. Mójense. Miguel Ángel no muerde, o eso tengo entendido por mis entendederas en el tiempo que llevo por su casa. Al contrario, siempre me despide con cariño y ánimos. Siempre quiere MAS.
Jo. ¡Hay que ver cómo me caliento con el dedito! Y es que, poquito a poquito, …
Abur.
Querido José Antonio:
Me has dejado preocupado con tu breve comentario.
Espero que tu salud sea buena y que tu disposición de ánimo se eleve a las envidiables cotas en las que te sueles mover.
Mejoría, querido amigo.
Te esperamos. Tau no nos puedes faltar.
Un abrazo.
MAS
MAS
Amigo Miguel Ángel.
La semana pasada cuando abordaste los mitos de la enseñanza, pensé que había otros términos que podrían también explicar los prejuicios que hay formados sobre ella, caso de tópicos o de… trampantojos.
Resulta curioso que esta palabra tan extraña, tan poco conocida, fuera dicha precisamente por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la moción de censura.
En el momento de escucharla pensé que podría hacer un artículo sobre los trampantojos que, en ocasiones, pudiéramos ver cuando visitamos algunas ciudades, especialmente fuera de nuestras fronteras.
También me acordé del reto que con el que había lanzado José Antonio con respecto a la interpretación de la chica con la nariz alargada en la que había un gallo y unas pequeñas estrellas verdes a modo de hierbecitas.
Lo cierto es que el mundo de la imagen creada suele ser bastante complejo, por lo que no quise extenderme, ya que al ser el tema sobre el que trabajo podía ponerme muy pesado.
Para que José Antonio (y demás lectores/lectoras de El Adarve) compruebe que los sentidos y la razón no siempre caminan al unísono, indico el enlace del artículo de esta semana que tiene por título precisamente “Trampantojos”.
http://www.montilladigital.com/2017/06/aureliano-sainz-trampantojos.html
Un abrazo desde una Córdoba a la espera de 45º.
Aureliano
No es eso, Miguel Ángel. (Cuando lo expresé así, sabía que dejaba la posibilidad de ser interpretado de esa manera).
Metafóricamente, no estoy en mi despacho de trabajo, no estoy en mi casa habitual. Ando de parranda.
Eres un liante. ¡En menudo embrollo nos has metido!
Aun estando de parranda, aquí me tienes, intentando cavilar sobre la maraña de conceptos que se pelean entre ellos como combate natural entre el individuo y el grupo, entre la convivencia y la vivencia.
¡ Ni los padres de la Constitución han resuelto esto de forma satisfactoria!
Igual forma parte de la convivencia. Igual es algo que siempre se dio y se dará mientras exista la libertad individual, o la libertad a secas.
Igual lo que va cambiando, son las respuestas que vamos dando a una misma situación o hecho. No hay más que mirar unos años atrás en nuestras normas de convivencia, de vida, de vestir, de ocio, de pensar. ¿ Qué es la normalidad?¿Qué es lo decente? ¿Qué es lo justo?
Importante es quién decide y de qué forma todo eso, por el bien de qué o/y quién, y a costa de qué o/y quién.
¡No te digo nada si metemos a la Iglesia o religión por medio! (Que lo está, y aprieta lo suyo, uno más a apretar.
Una cosa tengo clarísima. Normas siempre hubo y debe haber. Son una garantía.
(Twitter. Señorafranquista. CON FRANCO ESTAS COSAS NO PASABAN).
Un abrazo granuja (de su acepción cariñosa). (Ahora a ver cómo envío lo escrito).
Querido José Antonio:
Bueno, me alegro de haberme equivocado.
Creo que lo más importante del artículo es la actitud de la madre ante la corrección que le hace la profesora a su hija.
Hay en esa actitud una justificación de la respuesta insolente y descarada de la hija.
Preocupante reacción, a mi juicio, para ella, para la hija y para la profesora.
Un gran abrazo.
MAS
Querido maestro:
“La Boa te está midiendo” Impactante relato que tuve la suerte de escuchar en tu conferencia de Cuevas del Almanzora y que ejemplifica a las mil maravillas lo que sucede cuando gobierna el “Todo Vale” en el seno familiar.
Hace unas semanas un alumno de quinto de primaria trajo para desayunar un paquete completo de Filipinos (Unas 20 rosquillas). Le pedí por favor, que guardase la mitad en su mochila y que cumpliese las recomendaciones del centro de traer un desayuno saludable. Iracundo y con malos modales me respondió:
– ¿Por qué? ¡Si mi madre me deja! ¡Me lo ha dado ella!
Mi alumno sin duda tenía el mejor de los argumentos:
¿Cómo iba yo a quererle más que su propia madre?
¡Cómo!
Me pregunto qué nombre tiene la oscuridad que alimenta el monstruo que nos habita. No puede ser amor, no puede ser.
Gracias Miguel Ángel, tienes una nueva seguidora de la luz de tus palabras.
Querida Elisabet:
Tú tienes La Luz. Tu sonrisa, tu música, tus palabras son La Luz.
Y esa capacidad de aprendizaje y de escucha y de emoción que manifiestas en cada palabra y en cada mirada.
No sábalo que agradezco que estés en el blog porque todos y todas podremos aprender más y mejor.
La anécdota que cuentas no puede ser más esclarecedora. La madre le atiborra y tú le limitas. Recuerdo el título de un libro de George Snyders: NO ES FÁCIL AMAR A LOS HIJOS.
La Editorial Homo Sapiens tiene un buen distribuidor en España. Te facilitaré el teléfono. Ahora no tengo ejemplares para mandarte. Me encantará hacerlo cuando así sea.
Muchos besos.
Muchas gracias.
MAS
Sr. Miguel Ángel Santos: ¡¡¡Maestro!!!
De un profe “perrodepresa”. Jajajaja
Estimado Fernando:
Me abruma ser llamado maestro porque yo pienso que todo lo aprendemos entre todos.
Imagino que tu autodefinición tiene que ver con aquella magnífica confesión de Daniel Penca en su libro “Mal de escuela”: “A mi me salvaron la vida tres profesores que tenían una característica común: nunca soltaban a su presa”. Obsérvese que habla de la vida, no de una asignatura o un curso.
Un abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel:
Convendría saber si la chica se portaba mal. Con la vestimenta, quizá no va provocando directamente. Mientras no haya una provocación directa, se puede ignorar. No conviene suponer lo que no vemos. Recuerdo que, al segundo día de clase, un chaval de 7º de EGB dejó rodar un balón de balonmano por la clase. Era un chico que en un dictado de cuarenta y cuatro palabras había sacado veintiuna faltas de ortografía. Ignoré el asunto del balón. Seguí trabajando. A los diez días se me acercó y me dijo que conmigo podía aprender Lengua. Le contesté que para eso estábamos.
La escuela no es una iglesia. La indumentaria no provoca, como puede pasar con las musulmanas o las monjas, que visten lo más recatada posible a pesar del calor, sin provocar. Las chicas de hoy van demasiado destapadas a pesar del frío que se les pueda pegar a los riñones. No se aclara si había una norma o prohibición explícita.
Los que damos la cara día a día lo tenemos difícil, porque es a nosotros a quienes se nos provoca o somos los que nos podemos sentir provocados: somos la fuerza de choque ante la ciudadanía, y, tácitamente, se nos obliga a ser abogados y jueces de secano. Está muy complicado el tema, pero podemos hacer la vista gorda y esperar acontecimientos y, no digamos, evitar enfrentamientos.
La democracia y la acracia se dan la mano, ya que en la primera parece ser que es el pueblo el que elige a su rector y le deja hacer, mientras que en la acracia son todos los componentes los que se ponen de acuerdo, porque prescinden de un rectorado, si bien todos acuerdan unas normas con sus derechos y deberes. En los dos sistemas hay derechos y deberes. En la democracia, y en la que se dice representativa, la mayoría puede hacer de las suyas y no lo que demanda el pueblo. En la acracia hay más compromiso y más posibilidades a la crítica tanto directa como colectiva.
No me parece buena la definición de anarquía, ya que consiste en otro modo de organización y de orden y no lo que muchos puedan entender como desmadre. Basta con leer a Eliseo Reclus. Con Marina hay que tener cuidado, pues ya una vez le leí una de sus joyas sobre el anarquismo, pues, al parecer, pensamos que no nos podemos acreditar en los infundios propalados por la santa y honrada derecha de siempre y la beatífica socialdemocracia de ayer.
Hace cuarenta años le dije a un compañero, que tenía un hermano en la Policia Nacional ,que hasta entonces su hermano era la fuerza de choque ante el pueblo, pero que pronto seríamos los maestros esa fuerza de choque. Somos sujetos de derechos y no de desechos. El poder político “democrático” ha conseguido desplazar ciertas responsabilidades para quedar como eminente salvador de “náufragos” para que nadie se dé cuenta de que la nave hace aguas como el Canal de Isabel II, o hace caudal que se llevan unos pocos, mientras nosotros les quitamos los golpes más duros y el poder se va de rositas y se dedica a la propaganda que le concede el beneficio de los votos, para que nada cambie.
Pienso que no está todo perdido, pero eso dependerá de que no nos perdamos nosotros. La colaboración y el trabajo en equipo nos ayudará a no tomar decisiones personales que, para colmo, nos pueden coger en horas bajas. Somos un colectivo muy vulnerable, pero nos puede traicionar la falsa fortaleza.
Perdón por la perorata, pero aquí me quedo y con esto me conformo.
Estimado josem:
Acertado y enriquecedor comentario.
No creo que la cuestión de la vestimenta tenga que ver con problemas de provocación sexual. Otras formas de vestir también serian criticadas o desaconsejadas en el centro. Se trata den equis de profesionales sensatos. No son mojigatos. Ya sé que son cuestiones convencionales, pero encarnan formas de respeto al prójimo.
Supongo que en ese centro no hay norma escrita sobre el tema y sería difícil que`pueda haberla para regular la cuestión del vestir. Pero todo el mundo diría de esa form de vestir que es más propia de una discoteca que de un centro escolar.
Con todo, mi principal problema se ha situado en la contestación de la chica y en la postura de la madre, no en la decencia de la chica en la forma de vestir.
Entiendo que la norma no debería ser fruto de la imposición de la autoridad sino fruto del consenso de la comunidad educativa.
Ya sé que la democracia puede corromperse por mil caminos y que hay formas de anarquía mejores como sistemas de convivencia.
Un cordial saludo.
Gracias por el comentario.
MAS
PD: Te leo asiduamente. Ya vi que hace unos días me citabas en uno de tus escritos. Gracias.
Caso significativo. Por un lado la actitud desvergonzada de la niña ante la reconvención razonable de la profesora. Y, sobre todo, la respuesta insolente de la madre. Es de esperar que, con esa madre, la chica se comporte así.
No se puede aceptar tanto descaro.
Y, además, enunciado entro educativo.
No sé cómo acabó esa historia, pero supongo que no habrá quedado en nada y que los hechos habrán tenido consecuencias.
Saludos.
Querido Carolina:
Gracias por participar en el blog.
Es verdad que el ejemplo suele ser fundamental.Con esa actitud de la madre, es fácil deducir el comportamiento de la hija.NO piensan los padres en el daño que hacen a sus hijos y el que se hacen a sí mismos.
Esas actitudes de falta de respeto se vuelven contra los propios padres.
Besos y gracias.
MAS
Madre mía, Basilio. Esta vez sí me he pasado de palabras (y de corta y pega). Miguel ángel, básicamente eres tú y el Adarve con comentarios míos de distinto tipo: en serio, sarcásticos, de risa. Mitos y demás errores.
Creo que hago un poco de abogado de estas y estos diablillos adolescentes, y no sé por qué. Tengo uno en casa que me ha dicho una vez que su problema soy yo, y no supe si sentirme halagado o triste. Bueno sí. Me fastidió bastante, porque yo no pretendo ser el problema de nadie, pero, es mi responsabilidad, nadie puede hacer lo que le venga en gana.
Otro día que critiqué a una youtuber a la que sigue, me dijo que le había enseñado mucho más que yo. La autoafirmación, la fragilidad y la insolencia (que te cuenta tu médica).
Se me vienen a la cabeza las palabras que escuché a Carles Capdevila sobre adolescentes. (Más o menos) Los adolescentes son esos que no van a ningún sitio, no van con nadie y nunca hacen nada.
Instituto de Enseñanza Secundaria.
Reflexiones sobre la relación entre familia y escuela.
La crítica y la exigencia razonables, abiertas y sinceras constituyen una ayuda y no son una pedrada.
La insolencia no puede ser mayor. Trata de tú, no de usted, a la profesora, se muestra impertinente, amenaza de forma insolente y, en definitiva, SE NIEGA A ACEPTAR una norma que de sobra conoce. (Pero, ¿quién eres tú para decirme cómo tengo que vestir? Y no me busques la boca, no vaya a ser que me encuentres).
La profesora, SIN RESPONDER NI AÑADIR COMENTARIO ALGUNO, le abre un PARTE DISCIPLINARIO que, según figura en la Normativa, debe ser firmado por el padre o la madre de la alumna. (Te vas a enterar).
Tiene que haber normas en las instituciones. De lo contrario no podrían funcionar, no se podría convivir y trabajar en ellas. Razonables, justas, respetuosas… Pero normas.
Somos sujetos de derechos. Pero también tenemos obligaciones.
CENTRO EDUCATIVO: lugar donde se aprende ciudadanía, donde se aprende a convivir, a cumplir las normas (razonables, justas, respetuosas), a respetar a los demás.
Entiendo que la norma no debería ser fruto de la imposición de la autoridad sino fruto del consenso de la comunidad educativa.
Mi principal problema se ha situado en la contestación de la chica y en la postura de la madre, no en la decencia de la chica en la forma de vestir.
Respeto no solo a la norma sino a la autoridad que exige su cumplimiento.
No es de recibo en un centro educativo esa falta de respeto que se construye sobre la provocación, la chulería y la desvergüenza.
Es abiertamente intolerable. Por eso la profesora cumple con un deber insoslayable cuando abre el parte disciplinario. No le ayudaría mucho si pasa por alto su forma de vestir o le ríe la pretendida gracia.
Pero el aspecto más reseñable es LA POSTURA DE LA MADRE. Ahí reside, a mi juicio, la base del comportamiento negativo de esta adolescente. Cuenta con el apoyo de la madre.
(¿No habría que abrirle un parte disciplinario a la madre? ¿En dónde está el padre? ¿Ausente? ¿En la cárcel? ¿El parte disciplinario va a educar a alguien, va a llevar por el buen camino? ¿Qué porcentaje de mejora se obtiene con este “RECURSO EDUCATIVO”?)
La colaboración entre la familia y la escuela es fundamental para la buena educación de los hijos.
Tenis antipedagógico entre familia y escuela: esa partida de tenis siempre tiene al mismo perdedor: el alumno.
Los contrincantes en la partida se pueden ampliar.
La culpa es de la CHICA. Ella es la responsable última de su educación. Es responsable de aprender y de sus actos.
La culpa es de la MADRE, que no le ha enseñado modales y es un mal ejemplo, una maleducada. Se educa uno en los primerísimos años.
La culpa es de LOS DE PRIMARIA, le han consentido todo y no le han puesto límites. Además, le han enseñado a levantar el dedo corazón ante lo que no era de su gusto.
La culpa es de LAS DE INFANTIL. Todo el día jugando, pintando y pintándose, fantaseando con los disfraces de príncipes y princesas, tuteando a todo el mundo, parece ser que en nombre de la creatividad, el descaro y el atrevimiento. Como si todo el mundo fuese a ser pintora o futbolista, profesiones en las que esas características sí son positivas. Para “trabajar” no.
La culpa es de LA GENÉTICA. Nació con una predisposición a la maldad, no hay educación que valga, es mala por naturaleza. Hay un pequeño porcentaje de personas que nacen con unos genes que, hagas lo que hagas con ellas, les atrae lo malo.
Mientras observamos este tenis antipedagógico, ¿alguien se ha preocupado de conocer la situación real de esta boa tan desvergonzada? ¿No hay Arca Salvadora para las maleducadas? ¿Quién la va a salvar, su madre? ¿Quién salva a su madre? ¿Una menos?
Arremeter contra la sociedad, el sistema educativo, las familias y los alumnos conduce a la amargura, la irritación y el fatalismo. (MAS).
Otra forma indeseable de reaccionar es expulsarlos del centro. Obrar así sería como si al enfermo más grave del Hospital, al que tiene más problemas para respirar, le dijéramos que tiene que irse de allí porque molesta, que se vaya para su casa y que se cure allí solito. (MAS).
En sexto lugar sería estupendo trabajar con los líderes de la clase (si son alumnos comprometidos con el estudio) para que contrarresten la influencia perniciosa de otros compañeros. Es muy potente la influencia de los pares. (Una de tus diez pautas de actuación, con las cuales yo estoy de acuerdo, para educar o reconducir una conducta inadecuada. Los educados, motivados, trabajadores, respetuosos, guapos, solidarios, empáticos, bien hablados, bien vestidos, incluso elegantes. Estos no nos necesitan. Les somos prescindibles llegando hasta a ser un estorbo, un freno, una molestia para ellos y sus familias. Suelen tener poder y se lo están pensando. Digo lo de la escuela y todo lo que hay en ellas. Su cierre).
Si se considera injusta la norma, no se debe cumplir. (MAS).
La niña incumple la norma, porque ELLA la considera injusta. Una norma de educación y convivencia. (Quintiliano).
En el segundo caso no hay discusión ni interpretación ni desacuerdo… hay rechazo arbitrario a la norma. No argumenta, no dice que esa norma es injusta… (MAS).
Creo que siempre habría que actuar como la chica del primer caso y nunca como la del segundo. (MAS). De acuerdo, Miguel Ángel. Pero es que la primera sabe y está bien asesorada. La segunda ni lo uno ni lo otro. Y cuando digo sabe, me refiero a que conoce y usa los cauces que la ley pone a su alcance. Puede que ambas se quejen, pero LAS FORMAS hacen que la queja de la segunda pierda razón. ¿Alguien se ha fijado en lo bien asesorados que han estado nuestros príncipes en su paso por los banquillos, y no me refiero a los de balonmano? Seguro que esos asesores tumbaban el parte disciplinario en un abrir y cerrar de ojos, y que se anduviese con ojo la profe, no vaya a ser que acabe de directora por bocas.
En el segundo caso, entiendo que se pueda apreciar actitud chulesca, maleducada, de chusma, de tosquedad, de cazurrería, en fin, de mala educación en la niña. Pero, no hay una norma objetiva expresa y clara, escrita, sobre el cómo de la forma de vestir. Y mucho menos el cómo del diálogo entre la profesora y la alumna. La inmaculada trayectoria de la profesora, a mí no me dice nada. Al igual que a mí no me dice nada el precedente de mala educación que pueda tener la madre y la niña. Me remito a los hechos que tenemos encima de la mesa. Solo a ellos. Aquí, en democracia, no caben los prejuicios. (Quintiliano).
(Quintiliano, me troncho de risa. España no es una república bananera, pero porque no es una república, que en lo otro estamos haciendo méritos de sobra).
La democracia avanza por la discusión de la norma, por su análisis, no por su cumplimiento ciego. (MAS).
Debemos los docentes (y sobre todo los directores de los centros) saber manejar esas situaciones que al fin y al cabo no son más que falta de educación. (Ana Clara).
La directora simplemente me dijo: “Dejá que se lo lleve a otra escuela, UN PROBLEMA MENOS”. (Ana clara).
(Sin generalizar, y es fruto de una lectura). Un abrazo solo para ti, Miguel Ángel. Para ellas nada, no vaya a ser que haya alguna feminista que piense que quiero llevármela a la cama al declarar que me considero feminista: mujeres y hombres iguales en derechos y deberes.
Querido José Antonio:
Da gusto leerte. Porque lo has revisado todo y todo pasa por tu mente critica.
Si tuviera que mandar una emisario a algún lugar para hablar de este blog, te elegiría a ti. ¡Cuántas citas de artículos y de comentaristas!
Y luego tu visión de los temas, que también enriquece.
Gracias.
MAS
Querido Miguel Ángel, tuve oportunidad de compartir el encuentro del congreso de educación Inicial en Rosario,Argentina que me permitió además de tener una hermosa dedicatoria suya en su libro “la casa de los mil espejos”, y una foto inolvidable con el Equipo directivo que integro, llevarme sus palabras sobre el valor de lo que decimos en cada momento, el peso de las palabras, su designación en nuestros discursos orales.
Con respecto a este artículo , pienso que esta niña/adolescente, no improvisa su contestación, de ninguna manera es algo que surja en el momento, ni sea el resultado de su relación con esa profesora. Seguramente desde el Nivel Inicial ha sido avalada por su madre/familia en sus juicios sobre los adultos, sobre la autoridad y sobre las normas. Qué bueno que hubiese sido que su familia no cuestione todo lo que seguramente se le fue transmitiendo desde que asistía a sus salitas del Jardín. Pobre docente de Nivel inicial cuando esa familia seguramente se burló de sus consignas, tareas y comentarios respecto al desarrollo emocional y educativo de su hija. Lamentablemente estas cuestiones comienzan a visualizarse desde edades tempranas y pueden tener varios resultados: o se cambia al niño de institución, a fin de no sentirse “perseguidos” por la norma, o se sigue en la misma institución educativa durante toda la escolaridad, cuestionando año a año, a los docentes, a los contenidos de enseñanza, a las salidas didácticas, a las convivencias con otras escuelas, a los directivos y por supuesto a las normas.
Coincido totalmente con que todos tenemos derechos y ha sido difícil reconocerlos y ejercitarlos. pero también tenemos obligaciones sea cual fuere nuestro rol en la sociedad y dentro de las instituciones.
Muchas gracias! Siempre es un placer leerlo. Enseñanza pura para la reflexión, pero también para la acción.
Cariños, Mariana Beduino
Querido Miguel Ángel, tuve oportunidad de compartir el encuentro del congreso de educación Inicial en Rosario,Argentina que me permitió además de tener una hermosa dedicatoria suya en su libro “la casa de los mil espejos”, y una foto inolvidable con el Equipo directivo que integro, llevarme sus palabras sobre el valor de lo que decimos en cada momento, el peso de las palabras, su designación en nuestros discursos orales.
Con respecto a este artículo , pienso que esta niña/adolescente, no improvisa su contestación, de ninguna manera es algo que surja en el momento, ni sea el resultado de su relación con esa profesora. Seguramente desde el Nivel Inicial ha sido avalada por su madre/familia en sus juicios sobre los adultos, sobre la autoridad y sobre las normas. Qué bueno que hubiese sido que su familia no cuestione todo lo que seguramente se le fue transmitiendo desde que asistía a sus salitas del Jardín. Pobre docente de Nivel inicial cuando esa familia seguramente se burló de sus consignas, tareas y comentarios respecto al desarrollo emocional y educativo de su hija. Lamentablemente estas cuestiones comienzan a visualizarse desde edades tempranas y pueden tener varios resultados: o se cambia al niño de institución, a fin de no sentirse “perseguidos” por la norma, o se sigue en la misma institución educativa durante toda la escolaridad, cuestionando año a año, a los docentes, a los contenidos de enseñanza, a las salidas didácticas, a las convivencias con otras escuelas, a los directivos y por supuesto a las normas.
Coincido totalmente con que todos tenemos derechos y ha sido difícil reconocerlos y ejercitarlos. pero también tenemos obligaciones sea cual fuere nuestro rol en la sociedad y dentro de las instituciones.
Muchas gracias! Siempre es un placer leerlo. Enseñanza pura para la reflexión, pero también para la acción.
Cariños, Mariana Beduino
Querida Marina:
Gracias por tu participación en este foro.
Fue una preciosa experiencia la que vivi en Rosario en la Jornada de Homo Sapiens.
Hay una idea muy interesante en tu comentario. NO ES UNA REACCIÓN IMPROVISADA.
Estoy de acuerdo, esa reacción no nace de un momento crispado, de una situación incontrolada. Es el fruto de un modo de estar, de un modo de ser que se ha fraguado en una relación familiar equivocada.
Qué importante la tarea que hacéis en Educación Inicial con los niños/as y las familias.
La respuesta de la madre es el principal argumento para pensar lo que tú afirmas.
Besos.
Gracias.
MAS
Gracias infinitas por mantener este espacio de intercambio.
Querida Mariana:
Este esta pacio de intercambio existe porque participan en él personas que leen y escriben como tú.
Por eso la gratitud es también para ti.
Besos.
MAS
Buenos días,
jeje, en realidad no sé cómo serás como persona. Trabajador, evidentemente. Y también un poco tenaz en defender tu opinión. ¡Qué digo un poco!, tenaz hasta reventar, jeje. Enhorabuena. Me congratula.
Lo siento, Sr. Lema, aún no le veo mojarse mucho, digamos que de momento anda salpicado de algunas gotas, sólo.
Un cordial saludo a todas las personas.
Tengan un buen día.
Estimado Quintiliano:
He visto siempre en tus comentarios una dimensión de análisis clara, lúcida y justa.
Contigo he aprendido a ver algunas facetas de la realidad nuevas, peculiares, originales y muy interesantes.
Gracias por tus aportaciones.
En la discrepancia podemos aprender.
MAS
Corrección de errores, en mi anterior comentario, primer párrafo, me refería al Sr. Guerra.
Estimado:
En primer lugar, ¡un saludo desde Uruguay!! y espero que se haya repuesto del percance de saludo ocurrido en oportunidad de su encuentro con nosotros en el Ateneo en Salto.
Interesante las reflexiones, y la anécdota lejos en el espacio pero cercana a la vez en los tiempos y las acciones. Actitudes como las descritas se están volviendo casi una rutina. Todos debemos asumir las responsabilidades que nos competen, como padres, como docentes, como ciudadanos, pero no debemos solamente dejar “librado” a la toma de decisiones, sino que creo que debemos trabajar juntos, pues considero que eso se está perdiendo …Tampoco sé cómo terminó… considero fundamental que las normas y las reglas existan pues de lo contrario tampoco construimos…ni deberes ni derechos. Pero también creo que tampoco solo pasa por anotar en el cuaderno de disciplina, si ello no es educativo, no se trabaja, tampoco las reglas en ese caso, surtirían efectos…y vamos a salir perdiendo todos …
Tal vez sea demasiado utópico, pero sigo teniendo la esperanza de trabajar para no perder a esa joven, a esa familia, a esa escuela…¡a no devorarnos!! y la educación sigue siendo el camino…
¡Saludos!!
Querida Mary:
Fue un enorme disgusto para mí no poder terminar la conferencia en el Ateneo de Salto. Fue un vértigo periférico. Nunca me había sucedido. Tengo que pedir disculpas a quienes se desplazaron amablemente con el deseo de asistir a la conferencia haciendo quizá muchos sacrificios.
Hice bien el regreso al domicilio familiar. Gracias por tu preocupación.
En cuanto al relato planteas una cuestión fundamental. ¿Cómo rescatar a esta familia de las malas actitudes educativas?
– Creo que es importante el diálogo.
– También me parece importante la acción del Departamento de Orientación.
– Hay escuela de padres y madres que son muy eficaces, aunque este tipo de madres no suelen acudir.
– En España atenemos una magnífica experiencia que se denominada UNIVERSIDAD DE PADRES (CON FROMACIÓN ON LINE).
Besos y gracias por participar.
MAS
Importante cuestión.
La anécdota elegida para ayudarnos a pensar no puede ser mejor.
Impacta saber que hay personas que reaccionan de forma xsan equivocada, tan dañina para sus hijos, tan perjudicial para los profesores.
Claro, para ser padre/madre no hace falta formación alguna.
Así pasan las cosas que pasan.
Saludos
Artículo que interpela a todos los personajes:
-a la alumna porque desa forma de reaccionar es inadmisible.
– a la profesora a la que invita a pensar lo que se consigue con los partes disciplinarios
– a las madres y padres porque pone en cuestión sus acciones
– a las instituciones que deben reflexionar son breves las normas y su cumplimiento
No es una cuestión fácil el aprendizaje de la convivencia.
Pero es decisiva.
Saludios.
Querida Julia:
Estoy contigo.
Todos tenemos que pensar cómo se aprende y se enseña a convivir.
Las normas deberían ser elaboradas y aceptadas por todos y por todas. De esa forma sería plenamente decmocrçaticas. Y todos deberíamos cumplirlas.
Hay que estudiar con cuidado lo que pasa cuando se incumples o no se respetan.
Besos y gracias por participar.
MAS
Buenas tardes, desde Chaco Argentina leo siempre sus artículos y son una gran ayuda para mí como docente y ahora también como madre, pues me he visto en situaciones tan desagradables en el cole de mi niño que me han generado una frustración, mucha violencia por parte de niños chiquitos de primaria, por ejemplo una mamá “justificaba” a su nene por sus reacciones violentas a que iba a la cancha de fútbol o lo escuchaba de gente grande, más bronca da que en un país como el nuestro en el que nos jactamos de inclusión y diversidad, los docentes no generen propuestas para solucionar estas actitudes ya que debe haber un disparador de las mismas, yo les propuse hacer talleres con las seños, directivos y familia pero hasta el día de hoy,nada.
Querida Carla:
(Tu nombre me especialmente querido porque es el de mi única hija).
Tienes razón. Hay que hacer algo. Hay que buscar soluciones.
La que propones me parece excelente. Lastima que no tenga eco en la comunidad educativa.
Hace años publique un libro titulado APRENDER A CONVIVIR EN LA ESCUELA. Es una cuestión esencial.
Besos.
MAS
Pienso que la moraleja podría ser:
La escuela es mi segunda casa, pero mi casa es mi primera escuela.
Un saludo.