Un alumno acude a su profesor con el cuaderno de ejercicios en el que éste le ha escrito un comentario cuyo contenido no puede descifrar.
– Profesor, dice el alumno mostrándole el cuaderno., no entiendo lo que me ha escrito aquí.
– Ahí te digo que tienes que escribir con la letra más clara, le aclara el profesor.
Es un minúsculo ejemplo de una gran verdad. Que educamos como somos. Y que resulta casi cómica, si no fuera dramática, esa incongruencia entre las palabras y las acciones.
Es el caso de la madre que le dice al hijo irritada: Te he dicho cuatrocientas mil veces que no exageres. Ella lo está haciendo en la misma frase con la que le exige moderación.
Hace unos días, mi hija Carla me contaba, entre sorprendida e indignada, que una de sus profesoras le había reprochado a una compañera que fuera tan desordenada con sus cosas. El motivo era que se le habían perdido unos materiales que debía entregar. Lo chocante para ella era que la profesora acababa de comunicarle a la alumna que había perdido una carta que sus padres le habían entregado.
– Papá, no puedo entender que ella, que tiene la mesa hecha un caos y que es tan desordenada, le reprenda a a mi amiga por algo que ella no hace bien.
Le hablé de la obligación que la profesora tenía de decirle a su alumna cómo debía hacer las cosas, pero ella se rebelaba contra la incongruencia. La consideraba un descaro y una frivolidad. No le faltaba razón.
Decía Emerson: El ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros hijos y alumnos con tanta fuerza que les impide oír lo que decimos. Y yo añado, abundando en esa idea: educamos como somos, no como les decimos a los demás que tienen que ser. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.
Creo que los valores se aprenden por ósmosis. Y eso es lo que pasa en nuestra sociedad que, como no vive y practica los valores, se ve en la necesidad de predicarlos de forma casi compulsiva.
Lo dice de forma contundente mi admirado y querido amigo chileno Humberto Maturana: “Yo creo que cuando uno tiene que enseñar algo es porque ese algo no surge solo en la vida. Por ejemplo, el niño aborigen australiano va con la mamá o con el papá por el desierto o por la selva, recolectando algo o reconociendo el lugar. Lo va recogiendo o reconociendo el lugar en el momento de vivirlo. Entonces no se le está enseñando. No se le habla de una cosa que tiene que venir después, sino que está viéndola allí. Ahora, si yo no tengo la posibilidad de ir al desierto para ver allí la roca que corresponde al lugar donde el ancestro hizo tal cosa…, y estoy en la sala de clase, voy a tener que hablar de eso. Voy a tener que enseñar sobre esa roca que es un hito fundamental en la historia ancestral… tenemos que enseñar porque aquello que enseñamos no lo estamos viviendo. Yo creo que ese es el verdadero problema con los valores”.
El problema es que tenemos que decir cómo tienen que ser los alumnos y los hijos porque nosotros no somos eso que decimos que ellos tienen que ser. Los alumnos aprenden a sus profesores y a sus padres, no tanto de sus profesores y sus padres.
El problema se agrava en las organizaciones porque lo que unos predican, está negado por el comportamiento de otros. Una profesora tiene un programa de coeducación en una escuela mientras un compañero hace las bromas más soeces de la comarca en la sala de profesores. Un docente insiste en la necesidad de trabajar en equipo mientras una colega no se habla con quien la sustituye en la clase.
Etkin habla de la doble moral de las organizaciones. En efecto, ¿no resulta hipócrita hablar de cooperación y solidaridad en instituciones que promueven la competitividad y el individualismo? ¿No resulta paradójico que en la iglesia católica un sacerdote pedófilo dedique la homilía a predicar la castidad a sus feligreses?
No podemos transmitir amor a la lectura si a nosotros no nos gusta leer. No podemos enseñar a escuchar si nosotros nos pasamos las reuniones de profesores hablando con quien está a nuestro lado. No podemos enseñar a trabajar con esfuerzo si somos perezosos. No podemos exigir de forma convincente puntualidad si somos impuntuales.
Lo podemos hacer, pero no será inútil. Es más, resulta más que probable que esas actitudes contradictorias, generen una reacción de hostilidad. El alumno se calla pero, como no es tonto, piensa que quien le está exigiendo algo de esa forma es un caradura, un hipócrita, y un incongruente.
Hace unos años, en un partido de fútbol Real Madrid-Burgos contemplé una escena elocuente. Tenía al lado a un padre de mediana edad y a su hijo de unos 10 años. El padre, gritando a pleno pulmón, soltaba una palabrota tras otra. Contra el árbitro, contra los jugadores del equipo adversario y hasta contra los del propio.
En un momento determinado, el niño, animado probablemente por los improperios de su padre, gritó.
– ¡Árbitro, cabrón!
El padre se volvió hacia él y, sin mediar palabra, el arreó una bofetada más sonora que los gritos. Y, al cabo, de unos segundos, reanudó su rosario de palabras malsonantes… No resulta difícil entender lo que pasó por la cabeza del chico. Y a nadie se le oculta lo que sucederá cuando el niño vaya a contemplar un partido de fútbol sin la compañía de su padre.
Además, los niños son muy justicieros. Ante una incongruencia de ese tipo, rápidamente responden, si son objeto de una advertencia o una corrección:
– Pues tú lo dices…
– Pues tú lo haces…
– Pues tú no lo dices…
– Pues tú no lo haces…
–
Albert Bandura hablaba del aprendizaje vicario, del aprendizaje que se produce por imitación. Sus teorías datan de 1977, pero se ve que todavía no han calado en las familias y en la escuela. Y, claro, la imitación puede hacerse de lo bueno y de lo malo.
Para ganar coherencia y eficacia, los educadores tendríamos que revisar nuestros propios comportamientos, concepciones y actitudes. Cuando fui director de un centro escolar en Madrid hicimos un proyecto sobre coeducación (“Coeducar en la escuela. Por una enseñanza no sexista y liberadora”. Editorial Zero-Zyx, ya desaparecida). Antres de iniciarlo estuvimos un año entero revisando y corrigiendo nuestras pautas sexistas. Pondré un ejemplo. Vimos que teníamos el cien por cien de mujeres maestras en Infantil. Y nos preguntamos: ¿por qué? Todas las razones resultaban insuficientes y rebatibles.
– Las familias lo prefieren (¿Y si le explicamos las ventajas que tiene para sus hijos e hijas que haya maestros y maestras?).
– Las mujeres son más sensibles ( ¿Siempre es así?, ¿las mujeres menos sensibles no podrían entonces ser maestras de infantil?)
– Están acostumbrados a que sea así (¿Y si se cambia para algo mejor?
Decidimos que hubiese mitad hombres y mitad mujeres en Infantil. El resultado fue magnífico. Revisamos también el lenguaje, los libros de texto, los juegos en el patio, las expectativas sobre niños y niñas, las relaciones entre profesores y profesoras, el número de hombres y mujeres en el equipo directivo, las costumbres sexistas…
Es muy importante que haya coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, personal e institucionalmente. Pocos se matricularían en una academia que se anunciase así: Aquí se dan clases de hortografía.
Magníficas reflexiones sobre la coherencia de las palabras con las acciones, de la fuerza del ejemplo en la educación. El articulo se centra sobre todo en la escuela, pero en la familia, en el cada día en casa creo que tiene una gran importancia. Se le dice al niño que no diga palabrotas y puede que las diga porque las ha oído en casa, que no mienta i ve mentir, etc.
La in coherencia, la hipocresía nos afecta a todos, a los niños a su manera, a los adultos también. Ahora comienza la declaración de renta, pues qué alegría contribuir sabiendo lo que sabemos de cómo se gastan nuestros dineros…hemos visto a los corruptos, ladrones darnos consejos de honestidad.¡ Repugnante!
En la escuela he vista castigar a alumnos por impuntuales cuando el profesor entraba sistemáticamente tarde al aula quedando charlando en la sala de profesores.
Estoy de acuerdo de que el buen ejemplo es el que convence y mueve. La incoherencia es destructiva, es un mal ejemplo.
Nosotros mismos, si lo que manifestamos en nuestros escritos no lo practicamos cahemos en la incoherencia.
Precisamente, creo que lo que más nos indigna a las personas es la hipocresía de que las palabras no se correspondan con los hechos.
Gracias, Miguel Ángel, por tus reflexiones y porque te considero una persona coherente.
Saludos a todos los comentaristas y lectores.
Querido amigo Joaquín:
Hoy, sábado, no solo haces un comentario estupendo sino que está firmado a las 9.06 de la mañana. Solo para un lector como tù merece la pena ponerse a escribir. Hoy has sido el más madrugador de los comentaristas.
Y tengo que agradecer no solo la lectura y el comentario sino el que me consideres una persona coherente. Y el que lo digas a quienes leen los artículos de este blog.
Que tengáis una feliz Semana Santa los dos y quienes compartan de familia estos días que van a ser, al parecer, buenos en la climatología.
Un abrazo, querido amigo.
MAS
Hola
Miguel Ángel
Ciertamente la incoherencia es hoy uno de los principales obstáculos que tenemos en la gestión de aprendizajes,los estudiantes no viven lo que se enseña, las iniciativas ni se validan en el escenario de las acabarías, seguramente nos hemos dedicado mucho a vivir enseñando y muy poco a vivir lo enseñado, como director de una escuela acá en Colombia experimento a diario la reclamación de los estudiantes en este sentido, ellos sienten que los profes no viven lo que enseñan, es como si se contara la vida de otro, la historia de otro , una biografía ajena, ellos quieren que sus profes les narren su propia historia.
Gracias profe Miguel Ángel por tus bellas lecciones, son ciertamente testimonio de coherencia, quienes hemos tenido la fortuna de conocerte , sabemos que vives como escribes.
Un abrazo
Cristobal
Querido Cristóbal:
Es una alegría saber de ti. Y ver que compartes esta preocupación fundamental de la coherencia entre lo que se dice a los demás y lo que se hace con la propia vida.
Me ha parecido estupendo tu pensamiento de que «una cosa es vivir enseñando y otra vivir lo enseñado».
La coherencia es importane en política, en educación, en la familia…
Cuántas cosas se solucionaría si los niños y los jóvenes nos viesen como deberíamos ser.
Estaré en Bogotá del 23 al 29 de abril. Presentré en la Feria del libro LA GALLINA NO ES UN ÁGUILA DEFECTUOSA. ORGANIZACIÓN, LIDERAZGO Y EVALUACIÓN EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS. Lo publica Uniminuto..
UN GRAN ABRAZO.
MAS
Una vez más se hace patente la diferencia entre la enseñanza y el aprendizaje. Una cosa es lo que se enseña y otra lo que el alumno aprende. Y se enseña tanto o más currículum oculto que el real. Y por consecuencia el alumno aprende de ese currículum no manifiesto. Como dice Miguel Ángel necesitamos analizar nuestras prácticas para poder actuar con coherencia. Pero en nuestro gremio es difícil asumir el error o la culpa de algo. Otra incongruencia solicitar al niño que reflexione sobre su forma de actuar cuando nosotros no lo hacemos. Feliz descanso vacacional ….
Querido Juan Carlos:
Me han invitado a participar en un libro que versará sobre los errroresque comentemos los docentes. A mi me han pedido que aborde la parcela de la evaluación. Es una cuestión importante, como dices. Hace unos años me pidieron abrir un Congreso de médicos para abordar el tema de los errores. Titulé aquella conferencia: La fertilidad del error.
Elk problema es que raramente reflexionamos sobre nuestros errores y sobre sus causas.
Felices vacaciones también para ti.
Un abrazo y gracias
MAS
Hola familia.
“Es muy importante que haya coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, personal e institucionalmente.” (MA).
Los valores, el ejemplo, la coherencia. La educación, no la mera instrucción. Miguel Ángel nos lo dice, lo escribe e insiste todas las veces que haga falta, como buen maestro que es. Yo comparto lo que dice, y trato de ser lo más coherente que puedo, pero, por lo que sea, caigo, me equivoco. No hay intención de ser contradictorio, y eso hace que siga en el intento de la autenticidad. Pero entiendo que sí hay personas e instituciones que no son coherentes ni tienen intención de serlo, o eso es lo que yo veo durante los días que llevo de vida.
Me ocurrió el domingo pasado y, como sentí un bofetón en toda la cara, tenía ganas de contároslo. Lo dejé pasar, pues no quiero ser considerado un mal cristiano. Hoy lo comento como un ejemplo de mal ejemplo que considero es mi Iglesia. Toco solo la Iglesia, pero lo mismo ocurre con la escuela, las instituciones políticas, la universidad, los países más poderosos y responsables del rumbo que lleva nuestro mundo, etc. (Todas ocupadas y dirigidas por personas).
Todos conocemos cuáles son los valores del cristianismo. Valores que no defiende en exclusiva. Hablo de los inicios, no del rumbo que ha ido cogiendo a lo largo de su historia, con todo el cúmulo de atrocidades cometido.
Siempre me ha parecido que esos valores los defienden las ideas políticas de izquierdas o progresistas y no los conservadores. Por eso nunca entenderé a mi Iglesia al lado de los poderosos, de los fuertes, de los ricos, de los intransigentes, los embaucadores, los dictadores. Esos no fueron los inicios. Eso no es cristiano. Eso no es de buen pastor. Eso no es lo que predica.
Misa de once y media. La iglesia espacio, es un lugar que invita a la reflexión, a compartir con desconocidos pero que son de tu familia, a desear paz y buenas cosas. Cuando me toca ir (cuando quiero), al sentarme y pensar siento un gran alborozo, algo similar a la espera en el comienzo de una conferencia de Miguel Ángel, al apagar la luz de la sala de cine, al retomar la lectura de una novela intrigante. Algo similar.
Llega la hora de rezar el Padre Nuestro. El sacerdote llama a todos los niños y forman un gran círculo unidos de la mano, como siempre. Pero ahora llega la novedad. El sacerdote hace unas peticiones. Y esta vez se arranca y dice “por Venezuela, para que…”. Y lo tapa pidiendo por África, sin especificar ningún país más. El cuerpo me dio un respingo. Estuve a punto de contestar. Estuve a punto de irme. Me contuve y pensé.
Ya había soltado la semilla mágica. No olvidemos la connotación de la palabra Venezuela. (Sobre denotación y connotación hablaron hace dos semanas Miguel Ángel y Aureliano). Ya había arrimado el ascua a su sardina, a la de los que le mantienen sus privilegios frente a otras religiones o instituciones, a los que les dan alumnos. Para eso hay que devolverles votos. No querremos convertir España en un Venezuela ¿no? No importa mentir, aunque se esté en el lugar menos indicado para hacerlo, si es que hay alguno que lo sea.
Empieza la Semana Santa. Andalucía, especialmente, está de fiesta. Hoy la palabra fiesta es la más indicada para definir cualquier celebración religiosa. Fiesta y dinero van de la mano.
¿Para cuándo una Iglesia pobre, humilde, verdadera, solidaria, progresista, que atienda el sufrimiento y las injusticias de quienes las padecen? Ya que esta sí se dedica a predicar, debería predicar con el ejemplo. (No olvidéis que no generalizo. La fe no tiene explicación. La injusticia, el hambre y las guerras sí).
Y ahora, unas cuantas de romanos. Bueno, las de siempre. Un fuerte abrazo para todos y todas, y a intentar ser buen ejemplo.
Que usted lo pase bien, señor Miguel Ángel.
Querido José Antonio:
Muchas gracias por tu comentario, Siempre emanan sinceridad y autenticidad, Se puede ser o no ser creyente, pero desde una y otra posición, es legítimo y deseable pedir coherencia.
Recuerdo a Monseñor Morcillo (en lo años del régimen) que exigía a los curas (rojizos) que no se metieran en política. Y él era Consejero del Reino. ¡¡¡De una dictadura!!!
LO mismo pasa en política. ¿Cómo pueden instarnos a cumplir con nuestros deberes fiscales quienes tienen sus dineros durante años y años en paraísos fiscales (pienso en el expresidente Pujol)?
Lo que producen esas conductas es rabia, desprecio y reprobación.
Muchas gracias, amigo.
MAS
Espero que se me entienda la letra, la caligráfica, pues la otra no hay dios que la entienda.
Hola:
Acabo de leer el artículo y creo que hay que ser responsables , mirarnos en el espejo que refleja aquello que realmente somos y cómo actuamos. Me viene a la cabeza, aunque no venga a cuento «El retrato de Dorian Grey» . Oscar Wilde supo retratar a la perfección, con gran ojo crítico, tanto a la sociedad de su época. ( puede ser cualquiera)
No nos vemos como somos, nos vemos como querríamos ser y nos olvidamos muchas veces de mirarnos a través del espejo.
Siempre, al acabar el día y cuando llego a casa, reflexiono sobre aquello que ha ocurrido en el aula y hace tiempo ( mucho) que evalúo mi manera de estar en el aula. Creo que tenemos una gran responsabilidad como educadores de evaluarnos y mirarnos al espejo. Pedir perdón a los alumnos cuando nos equivocamos y aclarar en grupo aquello que va mal en nuestras relaciones y valorar aquello que hacemos bien. Cuidar nuestro vocabulario, nuestro tono de voz, nuestras palabras. Lo mismos en relación a la familia. Todos tenemos derecho a equivocarnos, pero también los demás tienen el derecho a recibir disculpas. En mi clase «perdemos el tiempo» con estas cuestiones que nos llevan a felicitar a quien ha conseguido mejorar y ayudar a los demás a mejorar y aceptar que en momentos podemos perder los «nervios» y para ello está el diálogo, el trabajo colaborativo «emocional». En fin, el día a día. Y nos miramos al espejo, nos aceptamos como somos y nos ayudamos a mejorar…A veces lo conseguimos y … seguimos en ello.
Un abrazo
Dolors
Querida Dolors:
Un hermoso y emocionante comentario.
Porque habla de la vida, de la tensión por buscar coherencia, de la humildad de reconocer los errores, de mirarse al espejo para vernos, saber como somos y mejorar la imagen que proyectamos.
Es importante esa mirada limpia, humilde y exigente.
Enhorabuena porque veo que tú lo intentas. Y el intentarlo, en este aspecto, es conseguirlo.
Besos y gracias.
MAS
Exsiste tanta inconcruencia hoy en dia en la sociedad, los Politicos, dicen una cosa y hacen otra. Los policias, resguardan pero a la vez maltratan, algunas familias que se creen correctas, pero son las mas inhumanas, los padres quienes deberian dar el ejemplo hacen lo cantrario, o como el equipo de Chile quienes le gritaban y pifiaban al Capitan de Chile, sin sentido a pesar de que estaban ganando y asi un sinfin de sucesos incorrectos.
La cosa esta en cambiarlos, para nuestro bien y para el de los demas…
Atte Rosita-Chile
Querida Ana Rosita:
Sí. Hay que cambiar esos comportamientos hipócritas.
NO solo porque no son eficaces para mejorar sino porque generan un clima de repugnancia y de rabia.
T sí, no solo es un fenómeno propio de los docentes. También se halla presente en la política, en la iglesia, en la sociedad…
Como dices, tenemos que cambiar esa situación en bien de todos.,
Besos y gracias.
MAS
Hola cómo estás maestro? Hoy es mi cumpleaños y me he deleitado una vez más con tus reflexiones he recibido muchas muestras de cariño , las que serían imposibles representar con palabras , mi papá decía un hecho vale más que mil palabras, educar con el ejemplo ayuda a obtener corazones puros. Un cordial saludo
Querida Marisa:
Muchas felicidades en tu cumpleaños. Ese que cumples ya está en la mochila de la vida.
Gracias por leer en ese día tan importante y por compartir tus ideas y tu vida con los lectores y lectoras de El Adarve.
Besos y gracias.
MAS
¡Querido Maestro!
Siempre acierta con sus magníficos comentarios y para esta que escribe son pautas a seguir para un mejor aprovechamiento de la vida.
Tiene que que haber,claro que sí, una coherencia en lo que haces, lo que dices y lo que piensas. Magnífica actitud el que trabaja de ese manera de acuerdo a sus principios y valores.
Mi experiencia de vida me hace a veces sorprenderme con las actuaciones de la gente que utilizan doble rasero para pensar y actuar diferente.
Lo más penoso es que cuanto más cercana a nivel familiar, más dolorosas en el corazón.
La cobardía y el egoísmo son características de estos seres que no les importa nada más que los asuntos materiales y lo peor que enseñan a los que tienen cerca sus malos ejemplos.
Uno tiene que creer en lo que hace y debe estar acorde a sus pensamientos.Así todo sale
.Soy de las que tienen que creer en las cosas para trasmitirlas,.
«Dos excesos deben evitarse en la educación demasiada severidad y demasiada dulzura»
Siempre en el camino del medio.
Sin más me despido con un cordial saludo para todos.
Querida Loly:
El planteamiento que hago en este artículo tiene dos direcciones: una ascendente que consiste en EXIGR a quienes tienen autoridad que den ejemplo de aquello que predican, otra descendente que consiste en EXIGIRSE A UNO MISMO esa autenticidad, esa coherencia indispensable entre lo que se dice y se hace.
Tú añades otra dimensión que completa la coherencia:lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace.
Resulta dañino ella ejemplo porque no solo no produce efectos sino que genera rabia y desprecio.
Muchos besos.
Muchas gracias.
MAS
¿Y qué pasa cuando se dan malos ejemplos?
¿Quién interviene?
Decimos que es muy importante pero, cuando no se hace, no pasa nada.
Además, sobre estas cuestiones nada se dice o se hace cuando se hace la selección y la formación de los docentes.
Lo único por lo que se pregunta es por los conocimientos.
Saludos y buena Semana Santa, sea religiosa o pagana.
Querida Salud:
Pues es verdad. Los malos comportamientos casi siempre quedan impunes.
Cada uno hace de su capa un sayo y la exigencia se hace casi exclusivamente a los alumnos en estas parcelas del comportamiento.
Si el profesor llega tard, ni pide disculpas. Si llega tarde el alumno es castigado.
Habría que mantener un nivel de exigencia ascendente, no solo descendente.
Besos y gracias.
MAS
El artículo tiene anécdotas fantásticas. La primera es antológica. Y lo curioso es que el protagonsita acaso ni se entera de que está cayendo en una flagrante contradicción.
Claro que nadie es poerfecto y que todos cometemos falos pero una cosa es eso y otra ser un mal ejemplo de forma constante.
Fumar y decir que no hay que fumar.
Beber y decir que no hay que beber.
Gritar y decir que no hay que gritar.
Insultar y decir que hay que hablar bien.
Robar y decir que no hay que robar.
Los alumnos y los hijos nos pueden decir: ¿en qué quedamos?
Muchas veces no dicen nada y se callan. Otras protestan de manera airada.
Pero siempre detectan la contraducción.
Un cordial saludo.
Querida Susana:
Tú has puesto algunos ejemplos.
Podríamos añadir muchos más.
El mecanismo es todos los casos similar.
Por un lado van las palabras y por otro van los hechos. Lo que pasa es que los hechos suelen ser mucho más contundentes.
Me pregunto por el grado de consciencia de quiene se comportan así.
Porque creo que, en algunos casos, quienes son un mal ejemplo vivo, ni se enteran.
Creen que con exigir a los demás ya cumplen con su tarea educativa. Qué error.
Besos. Gracias. Felices vacaciones.
MAS
Buenos días Dr. Miguel Ángel
Quizás no tenga el mismo enriquecimiento lingüístico de la mayoría de sus lectores, pero si me atrae y me cautiva su forma de ver la Educación y de ver la realidad que los gobiernos no quieren ver, que la sociedad no quiere ver, lo mas triste… que la familia no quiere ver.
llegué a su blog porque estaba observando un video que me llamó mucho la atención, soy un crítico de los sistemas rigurosos que sólo transmiten información, pero no producen información, no nos detenemos a evaluar la clase de información que compartimos y este es uno de los mayores problemas para avanzar en la construcción de una sociedad libre y autónoma.
Me llama mucho la atención una frase del video «el problema principal no es el problema sino como vivimos el problema» y en su escrito «Decía Emerson: El ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros hijos y alumnos con tanta fuerza que les impide oír lo que decimos. Y yo añado, abundando en esa idea: educamos como somos, no como les decimos a los demás que tienen que ser. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo». muchas gracias por sus aportes a esta sociedad desorientada y segada por el poder y el dinero.
Estimado Edgar:
Me alegra mucho incorporar lectores con la sensibilidad que tú tienes. No para que me den la razón sino para compartir inquietudes, posturas y propuestas que no son las que promueve una cultura neoliberal y unos gobiernos que la tienen como ideario.
Muchas gracias por leerme yy por aportar tus opiniones a todos los lectores y lectoras.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Edgar:
Claro que puedes expresarte con claridad, corrección y riqueza igual que los demás lectores y comentarios del blo.
Dd hecho, hoy lo has hecho. Confía en ti.
Comparto contigo la preocupación sobre el tipo de información que se brinda, sobre el modo en que se brinda y, sobre todo, su riqueza y finalidad. ¿Qué calidad tiene? ¿Para qué es el conocimiento adquirido?
Muchas gracias por leer y por compartir tus ideas.
Un abrazo.
MAS
Buenas tardes Mtro. Miguel Angel Santos Guerra
Un tema que sin dudarlo debemos analizar; no sólo docentes horas clase, también padres de familia, directores, supervisores, gobernantes. En realidad, la sociedad en su totalidad.
Coincido en que nuestras palabras deben tener congruencia con nuestros actos, para que no solo nuestros alumnos, también las personas con las que convivimos puedan retomar los aspectos positivos de nuestro actuar, y nunca debamos justificarnos.
Yo les digo a mis alumnos: debemos tener una dieta baja en productos chatarra, pero al termino de la clase consumo un producto de ese tipo, sin lugar a dudas los alumnos se cuestionan sobre la importancia de retomar el discurso dicho en clase; además, si en determinado momento les comento que no deben consumir «comida chatarra», es casi seguro que respondan con una frase «si usted lo hace».
Es muy cierta la frase, «nadie puede dar lo que no tiene», no puedo pedir que mis alumnos sean respetuosos, amables, humildes, si yo no lo soy.
Maestro, me entusiasma sobremanera poder leerle, es preciso evaluar a los alumnos, pero es igual de importante evaluar la propia práctica docente, continuar con las prácticas que sean adecuadas y reestructurar las que no lo sean. Leí que lo invitaron a Colombia a una feria del libro, soy de México y me encantaría visitara nuestro país y pudiese compartir algunas palabras con un grupo de futuros maestros que esta desea «Educar en tiempos revueltos»
Querida Guadalupe:
Sí viajaré a Colombia a final de este mes para presentar mi nuevo libro LA GALLINA NO ES UN AGUILA DEFECTUOSA. HE ESTADO EN TU PAÍS MUCHAS VECES. Y en la Feria de Guadalajara presente´hace tres años EL ARCA DE NOE. LA ESCUELA SALVA DEL DILUVIO.
RESPECTO AL TEMA, EL EJEMPLO QUE PONES ES MAGNÍFICO.
Muchas gracias, muchos besos.
MAS
El problema es que para educar con el ejemplo los docentes debemos tener autoridad moral. Creo que ahí está el problema, le pedimos a los alumnos que se traten bien, que sean tolerantes, respetuosos, comprometidos con sus estudios y muchas veces (y lo digo porque lo vivo con mis hijos) esos mismos docentes faltan a las clases, usan malas palabras, usan el tiempo de la clase para no hacer nada, mandan a hacer trabajos y luego no los piden y tengo mil ejemplos reales para decir.¿Cómo es posible que un maestro o profesor le pida entusiasmo y compromiso a sus alumnos si todos los días llega a la clase con mala cara, mal humor y sus propuestas en lugar de motivar a sus alumnos los hunden cada vez más en la apatía y el desinterés absoluto?
Cuesta mucho cuando se es docente criticar a colegas pero hay casos indefendibles. Por suerte todavía quedan maestros y profesores que enseñan con su ejemplo y realmente desempeñan esa importante labor con compromiso y seriedad. Un «salud» por ellos.
Saludos
AnaClara
Querido Ana Clara:
La autoridad moral se gana así, con la vida ejemplar.
La crítica a los colegas (y la autocrítica) son necesarias. Son indispensables. Sin autocrítica y apertura a la crítica será difícil mejorar.
No se aumenta la autoridad tapando la incongruencia,
Besos y gracias.
MAS
Me ha parecido un artículo excelente porque aborda un problema crucial: la coherencia entre el pensar, el decir y el hacer. Es decir, la autenticidad. Sin ella el discurso queda vacío de contenido.
Decir lo que hay que hacer y negarlo con la conducta no solo es estéril sino que es hipócrita. Por eso es bueno denunciarlo.
Saludos y buenas vacaciones.
Querida Martita:
En efecto, la clave está en la autenticidad.
Saer auténtico es una exigencia del educador.
Ya sé que nadie es perfecto, pero una cosa es cometer un error y otra mantener una actitud de incoherencia sistemática.
¿Cómo se puede aceptar que un político exija que se cumpla con Hacienda y estar defraudando durante años? ¿Cómo se puede aceptar que un sacerdote condene la homosexualidad y la practique? ¿Cómo se puede aceptar que un profesor sea perezoso y exijo trabajar duramente?
Gracias por tu comentario.
Besos.
MAS
Interesante post sobre uno de los temas más importantes de la educación. Predicar con el ejemplo. Lo demás es inútil e, incluso, contraproducente.
Al que escucha esos discursos contradictorios con el comportamiento le vienen a la mentes reproches y descalificaciones.
Me ha gustado leer que lel aprendizaje de los valores se produce por ósmosis.
Gracias a MAS y a todos los comentaristas.
Estimado Jesús:
gracias a ti por la lectura y el comentario.
Sí, tienes razón, hay que pensar no solo en la ineficacia de las palabras que no son respaldadas por los hechos sino en los efectos secundarios que la incongruencia trae consigo.Provoca desprecio, lejanía y rabia.
Un abrazo.
MAS
Existe actualmente demasiada incongruencia en nuestra sociedad y esto, podríamos decir, que es uno de los principales obstáculos que hay hoy en día en la gestión de aprendizajes de los estudiantes, puesto que son ellos mismos los que imitan y aprenden del adverso, ya sean dentro de las instituciones educativas, en las familias o en el contexto socio-cultural.
La sociedad debería de intentar cambiar este aspecto para educar adecuadamente a los jóvenes de hoy en día, reflexionando sobre la coherencia de nuestras palabras con las acciones que todos nosotros hacemos, puesto que la incongruencia es un mal ejemplo para los más jóvenes.
Querida Laura Pardo:
La autenticidad es una exigencia de la educación.
Sin ella las palabras quedan vacías de contenido.
Estoy de acuerdo contigo en que esa autenticidad tiene que darse en la escuela, la familia y la sociedad.
Besos y gracias.
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Hola Miguel Ángel, soy graduada en Educación Primaria con la especialidad en Audición y Lenguaje y acabo de leer su artículo. Tras ello, me gustaría comentarle que estoy totalmente de acuerdo con el mismo, ya que creo que plasma muy bien la realidad de la sociedad en la que vivimos actualmente, es decir, siempre pedimos más de lo que somos capaces de ofrecer.
Pienso firmemente que los niños aprenden en su gran mayoría por imitación. Se ha hablado en muchas ocasiones de las neuronas espejo que hacen que un individuo tienda a «reflejar» la acción que ve en el otro, pero más allá de los aspectos psicológicos o cognitivos, esto es algo que se puede observar en nuestro día a día. Es muy frecuente ver como los niños, en sus juegos, reproducen fielmente todo tipo de frases, posturas e incluso comportamientos de sus padres o personas adultas cercanas; todo ello nos demuestra que los niños nos copian y aprenden de nosotros.
Por lo cual, no podemos demandar a los alumnos una serie de conductas o valores que no ven en nosotros, sino que lo que debemos hacer es predicar con el ejemplo y convertirnos en modelos adecuados para los mismos, puesto que, en mi opinión, para saber enseñar, primero hay saber ser.
Un saludo, Ruth.
Querida Ruth:
Gracias por haberte acercado a este blog, por haber leído y haber aportado este interesante y certero comentario.
Los niños aprenden A sus profesores más que DE sus profesores.
Por eso importa tanto lo que somos y tan poco lo que decimos.
Besos.
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Miguel Ángel,
Estoy muy de acuerdo con usted en que los niños toman ejemplo de los adultos que los rodean y aprenden exactamente lo que se les muestra y no tanto lo que se les dice. Además, la incoherencia entre el dicho y el hecho tanto de los profesores como de los padres siempre salta a la vista y aunque creemos que no, los niños también lo notan, de ejemplo el comentario de su hija sobre la contradicción de la profesora entre lo que ella pide a sus alumnos y lo que hace. ¿No sería todo más fácil si actuáramos del mismo modo que les pedimos a los niños que lo hagan? Lo que no debemos hacer es pensar que, por ser pequeños, los niños no entienden lo que está pasando a su alrededor ya que lo ven todo y lo visto lo interiorizan, hasta el punto de repetir a ese adulto y entonces es cuando nos asombramos de la procedencia de ciertos conocimientos que aparentemente nadie ha trasmitido y nos damos cuenta que si el niño lo hace es porque lo ve, y es cuando nos arrepentimos. Entonces, ¿por qué no hacer las cosas bien desde el principio? Enseñando a actuar como se debe de actuar, hablando de la manera en la que se tiene que hablar y valorando desde el momento cero lo que se debe de valorar.
¡Un saludo!
Querida Oksana:
Efectivamente, los niños y las niñas tienen un radar de una precisión extraordinaria para detectar las incoherencias. Comparto contigo la idea de que no por ser pequeños son ciegos o torpes. Siempre descubren la falta de autenticidad.
Besos y gracias.
MAS
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