El código del escorpión

14 Ene

He leído la última novela de Arturo Pérez Reverte titulada Falcó. Me ha gustado. Está bien escrita, engancha al lector desde el comienzo y mantiene su atención sin altibajos. La radiografía del protagonista, Luciano Falcó, es excelente y sitúa con rigor la acción en el contexto histórico de la guerra civil española. Dicho sea todo esto de paso porque mi propósito no es analizar la novela sino una vieja máxima que un tal Niko, instructor rumano de Falcó, repetía en el campo secreto de la Guardia de Hierro, situado en Tirgo Mures, cuyo adiestramiento incluía sabotaje y asesinato. El tal Niko resumía en tres frases fetiche el código del escorpión: mira despacio, pica rápido y vete más rápido todavía. Sin conocerlo probablemente, hay quien utiliza este código con eficacia inusitada. Me refiero a los maledicentes. No se utiliza desde esta perspectiva en la novela la metáfora del código del escorpión, pero me voy a permitir la apropiación para llevar el agua de la anécdota al molino de mis reflexiones.

El escorpión mira despacio

El maledicente (en ocasiones el difamador o el calumniador) elige con cuidado el lugar y la circunstancia donde dejar su veneno. Estudia bien la situación, no se precipita para sembrar la insidia. Sabe a quién quiere herir, sabe cómo y dónde puede hacerlo. Analiza con calma dónde y a quién puede picar. No lo hace por hacer, no lo hace precipitadamente, no se ceba con cualquiera. El escorpión no se precipita. Observa, prepara, espera. No actúa alocadamente sino que estudia bien el lugar y el momento. El escorpión pica rápido De forma cautelosa y sibilina, llega al lugar elegido y con rapidez suelta el veneno de su difamación. Puede ser una sospecha, una insinuación, una frase mordaz, una broma cruel, una insidia corrosiva, un juicio feroz, una calumnia… Deja su veneno con rapidez y eficacia. No hace falta mucho tiempo. No es necesaria mucha elaboración. Pica en un instante y el veneno comienza a hacer su efecto de inmediato. La víctima, que no está presente, empieza a sufrir de inmediato los efectos destructivos. No hay forma de detener el envenenamiento. No hay antídoto que surta efecto. La difamación empieza a circular de forma instantánea. El veneno empieza a correr por las arterias del cuerpo social.

• Ese siempre ha tenido fama de mujeriego.

• No me extraña que haya sido ella.

• He oído que está metido hasta las cejas en la droga.

• Parece que está liado con la mujer de su amigo.

• Nunca ha tenido escrúpulos.

• Es un corrupto desde hace tiempo, pero disimula muy bien.

La infamia vuela más que corre. Decía Cicerón: «Nada se expande tan deprisa como una calumnia, nada se lanza con más facilidad, nada se acoge con más presteza ni se difunde más ampliamente». Una vez sembrado el veneno, su expansión es rápida e incesante.

El escorpión se va más rápido todavía

Desaparece como por arte de magia, nadie sabe por dónde llegó y cómo se fue. Quienes se quedan allí parece que lo han soñado, pero el veneno circula ya por las arterias de la comunicación. El escorpión ha hecho su labor. Ha picado a la víctima en el cuerpo social al que pertenece. Cuando se quieren dar cuenta los presentes, el escorpión ya no está. No ha dejado más rastro que sus infundios. El código del escorpión está en los genes sociales del maledicente. Es su naturaleza. Ha convertido su actividad en hábito a fuerza de repetirla. No necesita esforzarse mucho para poner en práctica su picadura venenosa. Si alguien le preguntase por qué dice eso, de dónde procede esa información, qué rigor tiene esa noticia, veríamos que no tiene fundamento sólido y válido. Podríamos comprobar cómo no hay más respuesta que la inquina, la envidia o la maldad. O la simple rutina. La difamación pretende destruir el nombre, el prestigio o el honor de una persona. Se expande como la pólvora. «La palabra que acusa, dice Concepción Arenal, es la chispa arrojada en un polvorín; la reparación, una antorcha que cae en el agua». Hay quien confunde libertad de expresión con libertad de agresión. No. No se puede decir todo lo que se quiere en aras de la libertad de expresión. No se puede difamar, calumniar, destruir al otro. Lo estamos viendo todos los días en los medios de comunicación. ¡Lo que se dice impunemente del prójimo en aras de la libertad de expresión! Los escorpiones son conocidos en las organizaciones y también son temidos. Nadie se atreve a hacerles frente. Son escurridizos, se camuflan entre los miembros de la comunidad. Nadie quiere su enemistad. Todo el mundo los teme, todo el mundo los huye. Si he dedicado este artículo a realizar algunas reflexiones sobre el código del escorpión es con el ánimo de reconocer ese mecanismo dañino que envenena las organizaciones y de evitar que se deteriore la convivencia. Hablo sobre todo de las organizaciones escolares porque creo que deberían ser lugares en los que estuvieran instaurados modelos de comunicación sana y positiva. Se educa con el ejemplo. Se educa como se es. Una comunidad presidida por la maledicencia no es un contexto educativo. Las relaciones basadas en el respeto a la dignidad humana constituyen un buen caldo de cultivo para que se formen ciudadanos y ciudadanas competentes. El primer modo de evitar este tipo comportamientos es que cada uno analice su manera de comunicarse con los demás. Es decir que reflexione sobre las características de sus intervenciones en la conversación con los demás. Si cada uno se exigiera una actuación limpia, honesta, positiva y respetuosa, el problema de la maledicencia habría terminado. El segundo modo de erradicar estos comportamientos que enturbian la convivencia es denunciar de forma valiente el comportamiento del escorpión. Si se recrimina su ligereza y su descaro, si se avergüenza su proceder, si se le paran los pies, será difícil que siga repitiendo su dañina actuación. Y eso, ¿cómo lo sabes?

• ¿Quién lo ha dicho?

• Eso no es cierto.

• A mí no me vuelvas a hacer un comentario de ese tipo.

• No tienes derecho a decir eso.

• Que sea la última vez que hablas mal de una persona delante de mí.

El tercer camino que propongo es desenmascarar a los escorpiones llevando a una sesión de análisis el caso concreto de picadura venenosa.

Respecto a quienes son intoxicados por la maledicencia y no quieren afrontar una denuncia expresa, cabe aconsejarles algunas reacciones saludables. Pienso a bote pronto en tres: la primera es una contundente indiferencia que acabe en menosprecio del escorpión. La segunda es la utilización beneficiosa de la picadura que convierta el agravio en un elogio («Solo se tiran piedras al árbol que tiene frutos», «ladran, luego cabalgamos», «si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos había»…). La tercera es el uso de un sano e inteligente sentido del humor como hacia Oscar Wilde cuando, atacado por la carcundia de la época decía: «poco me importa lo que dicen sobre mí, porque es absolutamente cierto».

34 respuestas a «El código del escorpión»

  1. ¡Buenos días profesor! Yo también me he leído Falcó la novela de Pérez Reverte y, como usted, también me ha gustado. Una puntualización,el nombre del personaje es Lorenzo Falcó, no luciano, como ha escrito usted en el artículo, más que nada por si lo lee el señor Arturo 🙂 . En cuanto al artículo, es la gran realidad de la sociedad. ¿Cuántos escorpiones sueltos? Se podría decir que “hablar de los demás” es el deporte nacional. Hay mucha gente aburrida, que no tiene otra cosa que hacer y se dedica a difamar, calumniar, etc…lo que se denominan personas tóxicas. Y es una pena, porque destruyen, como usted bien dice en el artículo, la convivencia. Sobre todo de aquellas personas que son más sensibles a nivel de personalidad. Un gusto siempre leerle profesor. Feliz entrada de año, mucha salud y alegría para usted y los suyos. Un fuerte abrazo a todos.

    • Querido y madrugador Esteban:
      Digo madrugador por haber abierto la lista de comentarios.
      De acuerdo con que la maledicencia es un deporte nacional. Se habla de los demás con una enorme falta de respeto. Sin el menor cuidado con el daño que se produce. Sin el menor cuidado respecto a la veracidad de los hechos. Con la mayor impunidad.
      He querido también hacer una llamada de atención a la maledicencia en las organizaciones y, especialmente en las organizaciones educativas. Porque la maledicencia envenena el clima, destruye la bondad de las relaciones y constituye un pésimo ejemplo para el alumnado.
      Gracias por la corrección. LO cambiaré ahora mismo.
      Saludos.
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  2. Buenos días maestro! vivimos en un pueblo pequeño donde los escorpiones están siempre atentos, he encontrado el antídoto para varios de ellos y es la Felicidad, soy feliz con mi vida, mi familia, mis amigos, mi trabajo en la escuela, esa felicidad me alegra el alma y me protege… (aunque a veces sufro daños pero la recuperación es más rápida)El problema es que muchos viven la vida de los demás, opinan, juzgan…
    trato de no criar escorpiones entre mis alumnos pero es dificil porque sus hogares son “caldo de cultivo para las habladurias” como decía mi abuela. un cariño buen sábado.

    • Querida Marisa:
      Pues sí, los pueblos con ambientes cerrados sos lugares propicios para que los escorpiones actúen.
      Me parece estupendo tu antídoto.
      La felicidad destruye no solo el veneno sino que tiene un efecto destructor de los hábitos perversos de los escorpiones.
      Estoy seguro de que tu abuela tiene mucha sabiduría.
      Besos.
      MAS

  3. Hola Miguel Ángel.

    Yo no sé si son solo escorpiones. También hay víboras, ratas de alcantarilla, cucharachas y todo tipo de parásitos que populan nuestras vidas en cualquier ámbito social: familiar, laboral,… Como docente, el que más me preocupa es en el educativo.

    La picadura o la inyección de veneno puede proceder por diferentes vías. La tradicional, es la oral, en este caso el número de intoxicados dependerá del auditorio en el que se difame. Si se usan medios de comunicación social el efecto del envenenamiento se multiplica a la máxima potencia.

    También existe la vía escrita. La prensa ha sido el medio más utilizado. Pero en la actualidad estos “engendros” disponen de recursos más sofisticados para propagar su veneno o su virus, las redes sociales (facebook, twitter, whatsAppp, Instagram,…). La agresión es más sutil porque se crean grupos donde el “elegido” no se entera, todo el chismorreo transcurre a sus espaldas…

    Recuerdo el artículo que escribiste sobre el uso de whatsApp en la escuela por parte de las familias. ¡Cuánto daño se le está haciendo al profesorado! ¡cuántos comentarios inoportunos se vierten con el ánimo de descalificarlo sea con razón o sin ella! Remitiéndome a un dicho tuyo ¡cuantas piedras lanzan algunas familias sobre el tejado de la escuela! ¡Cuantas vendas tenemos que poner los docentes para curar esas pedradas que caen sobre las cabezas de sus propios hijos e hijas!

    …. Y como también has comentado en otros artículos de este blog, ¡cuánto escorpión hay suelto en los claustros que van picando y envenenando al resto de los colegas!

    ¡Qué poco caso se le hacen a las hormiguitas! A esos animalitos trabajadores, que no se quejan, que trabajan en grupo en beneficio de su comunidad…

    Has usado un simil del escorpión para llamar la atención sobre ciertas personas, y yo siguiendo el argumentario he hablado de víboras, ratas o cucarachas, pero no creo que haya animales que ataquen por puro placer como lo hace el ser humano, porque el escorpión seguramente solo atacará cuando se sienta amenazado, no por diversión, no por su mala “baba”, no por hacer daño sin razón alguna. Ese “honor” en el reino animal sólo le corresponde al ser humano. En linea con tu ultima entrada ¿Cuántas mierdas nuevas nos quedarán por ver este año?

    Un abrazo.

    P.D. Mi padre fue dado de alta. Está bien. Gracias por tu comentario.

    • Estimado Juan Carlos:
      Me alegra mucho saber que tu padre recibió el alta médica del Hospital. Al no saber lo que pasa, siempre dudas de la gravedad de la situación. Enhorabuena. Para él y para la familia.
      Gracias por tu comentario.
      Efectivamente el símil noes más que un medio para llevar a la reflexión sobre la maledicencia que tanto daño hace. Y, tienes razón: en las redes sociales se encuentra hoy un peligro especialmente graves por la facilidad, la rapidez y el volumen de las transmisiones.,
      Un gran abrazo.
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  4. Resulta increíble pensar en la frecuencia y facilidad con que ls personas se entregan a hablar mal del prójimo. Siempre a sus espaldas, como hace el escorpión, que pica dejando el veneno a escondidas.
    NO es fñacil acabar con este mal que es end´mico en muchas sociedades.. Las televisiones están fomentando mucho esa ligereza en expresar opiniones maledicientes sobre los demás.
    Saludos cordiales.

  5. Estimado Miguel Ángel

    No dejo de preguntarme por el motivo (o los distintos motivos) por los cuales las personas recurren a estas actitudes y acciones que calificas de “maledicentes”…cual es la raiz y el germen de esta forma de pensar y obrar…por cuales serán las razones que llevan a tener este tipo de conductas que muchas veces son profusamente deliberadas…y otras no tanto; incluso en algunos casos llegan a constituise como una forma de ser
    y de proceder que se vuelve cotidiana…cuales son sus fuentes más reconditas e insospechadas, cual es su origen, cual es su génesis, cuales son sus causas más profundas….

    • Querido Horacio;
      Ya sé que este tema te preocupa y te intrega. Y sé que has sido objeto de algunas picaduras de escorpiones.
      Creo que las causas son múktiples: hay escorpiones que se mueven por la envidia (quieren destruir el objeto de su mal), otros piucan por venganza (quieren sadar agravios reales o imaginarios), habrá quien actúe por deseo de hacer daño (hay sádicos en todas las profesiones) y hasta hab rá algunos que lo hacen por deporte (para entretenerse…).
      Cuando ya se hace costumbre no hace falta ningún motivo.
      Un abrazo.
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      • Estimado Miguel Ángel

        Gracias por tu repuesta.

        Las envidias, los celos, las venganzas, el sadismo son distintas concreciones de la maledicencia… pero yo me sigo preguntando por su motivo o razón, por su origen, por su génesis más profunda … por aquello que motiva y lleva a las personas a obrar y actuar de esa forma….

        • Querido Horacio:
          Tú dices que la envidia, los celos, las venganzas, el sadismo… que yo apunto como CAUSAS son CONCRECIONES de la maledicencia. Pienso que es al revés. Es decir, que la envidia tiene como una de sus concreciones (no la única, claro) la maledicencia. Otra cosa es que sigas profundizando y te preguntes por la raíz de la envidia, de los celos, de la venganza, del sadismo… Por las raíces del mal. Y entonces pienso que el ser humano no está amasado solo de bondad. En el ejercicio de su albedrío puede optar por hacer mal, por hacer daño, Incluso por hacerse daño a sí mismo.
          Gracias a ti por leer y por participar con tus reflexiones.
          Un gran abrazo.
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  6. Hola Miguel Ángel.

    ”No basta con mentir, debes decir la mentira más grande para que se crea”.

    “Una mentira repetida mil veces acaba siendo una verdad en la mente de la población.”

    “Hay quien confunde libertad de expresión con libertad de agresión. No. No se puede decir todo lo que se quiere en aras de la libertad de expresión. No se puede difamar, calumniar, destruir al otro. Lo estamos viendo todos los días en los medios de comunicación.”

    ¡Esas malas lenguas en boca de malas personas!

    Mientras leía tus palabras no podía quitarme de la cabeza lo que le pasó a Juan Torres con Inda en La Sexta.

    Hablamos siempre que la solución es la educación. Unos dicen que la familia, los padres deben ser los encargados de educar, la escuela de enseñar. Otros, que es necesario todo el pueblo para educar a los jóvenes.

    Yo, dentro de ese pueblo, coloco los medios de comunicación. Sus medios de comunicación, que tanta fuerza tienen. Y también coloco a sus dirigentes, a los políticos, a sus instituciones. A cualquier persona que se convierte en alguien llamativo, modelos a seguir, a imitar.

    ¿Y qué modelos aparecen? ¿Para cuándo los medios van a dejar de ser mero entretenimiento y espectáculo y se van a responsabilizar de lo que muestran, de lo que enseñan? ¡Qué ingenuo soy!

    No hace muchos meses, he escuchado en la radio cómo la tertulia futbolística o la rosa, son llevadas a las tertulias políticas. Insultos, mentiras, faltas de respeto, que no es lo mismo que no estar de acuerdo. No se debate ni se dialoga, se ladra, se vocea. ¿Y esa es la élite del pueblo?

    Si nuestros niños y niñas no nos parece que puedan ver esos debates, o nuestro Congreso de diputados, es que algo mal se está haciendo.

    ¿Y luego pretendemos que aprendan a dialogar en el colegio? Aprenden lo que ven. Tenemos lo que somos. Por aquí no vamos bien.

    • Querido Jose´Antonio:
      Ya ves que rescaté tu comentario de la cesta del spam. Avísame cuando suceda por este medio o por el correo.
      Soy amigo de Juan Torres, Fuimos juntos en una candidatura al rectorado de la UMA y ganó la candidata de derechas.
      Tengo interés en saber lo que le pasó con Inda en televisión, aunque no es difícil vislumbrarlo. Espero que me cuentes algo.
      Del tema de hoy es muy importante lo que apuntas sobre el ejmplo que se brinda en las televisiones, en el Parlamento y en la vida en general.
      Creo que volveré a ese tema, aunque desde otra perspectiva. el próximo sábado.
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  7. “…es importante que podamos hablar y pensar sobre nuestras reacciones emocionales, que hagamos de la lectura un acto de conversación con otros o con nosotros mismos. “(Fernando Broncano).

    Te había comentado que estaba leyendo Miguelángeles pasados. Sabías que tenía que llegar ahí.

    Estuve a punto de mandarte un correo, pero me reprimí. Dejé que pasaran estos dos días, y que las emociones bajaran pulsaciones. El tema seguía acaparando mi pensamiento. Los números, las fechas, las ideas, las vocaciones. Todo habla y cobra sentido.

    Me gustan las biografías. Me gusta conocer los contextos de las personas. Sino, cómo comprenderlas e interpretarlas bien. El contexto lo explica todo, sin él, las cosas pierden su sentido originario.

    La envidia, la violencia, la falta de diálogo y ansia de llegar a acuerdos que permitan una convivencia en paz entre las personas, la mentira, el veneno humano, toda esta basura moral debe ser limpiada con más y mejor educación y democracia.

    Debemos aprender de nuestra historia para no repetir lo malo, para no cometer los mismos errores. Yo era niño cuando murió Franco. El viernes vi lo que pasó en el 77 en Madrid. Los avances nunca fueron fáciles. No sabía que Carmena era una de las abogadas.

    Un fuerte abrazo.

    (En otro orden de cosas, o más de lo mismo. Creo que los rusos están buscando una fecha libre, uno de esos días de, para poder celebrar “el día de sacudirle a la parienta”, y al hijo o hija, si se pone por medio, también. Dos por el precio de uno. Eso, con dos cojones, y con la ley).

  8. No vale todo. No se puede decir todo lo que se antoja sin saber si es verdad o es mentira. Y, sobre todo, no se debe causar daño al prójimo de forma intencional. Hay gente así, que se dedica a eso, que vive de eso y para eso.
    Cuando la maledicencia se hace un hábito pasa como con el escorpión. Es su naturaleza. Tiene que picar, tiene que dejar el veneno.
    ¿Cómo acabar con ellos, no con ellos, con esas costumbres que tienen y que hacen tanto daño?
    Buen domingo.

  9. Hablando de escorpiones, Miguel Ángel, que los hay, me ha maravillado que no picaras a nadie. Has hablado de los pecados, pero no de los pecadores.
    La maledicencia, la calumnia son tremendas. Ese veneno lanzado sobre inocentes los deja, socialmente, tocados para siempre.
    También ocurre lo contrario, que aquellos que descubren, digamos a los golfos, padecen sus iras y sus venenos, porque hay gente que siendo lobo, sabe muy bien vestirse de mansa oveja y dar el camelo.
    La gente que brilla, la que destaca por sus capacidades y sus valores siempre tendrá al acecho esos escorpiones. La envidia es un ácido que corroe por dentro a ciertas personas y no parecen descansar hasta que anulan a aquel que creen que les hace sombra.
    Como siempre, debemos andar con la mente despierta para saber discernir el veneno de la calumnia de la verdad expuesta.
    Tú, Miguel Ángel, me pareces como una abeja que sabe sacar el néctar de cualquier flor, en este caso de Falco. Gracias porque nosotros nos alimentamos cada semana de eso.
    Saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Cuando el veneno empieza a circular es muy difícil detener sus efectos o eliminarlo de la sangre. Circula por el organimso social destruyendo la salud. Eso en el caso de que se pretenda desmentir el infundio. LO que pasa en muchos casos es que el germen inicial crece y se desarrolla sin cesar multiplicando y potenciando el mal de inicio.
      Como tú dices hay que tener la mente despierta. No se deb e dar por cierto todo lo que se dice y todo lo que se oye.
      Y hay que hablar siempre con respeto de los demás.
      Gracias, querido amigo, por estar ahí cada semana.
      Un ab razo.
      MAS

  10. A mi lo que más sorprende de este asunto es la impunidad del maledicente. Casi siempre se vba de rositas. A quien roba dinero, cuadros o joyas se le denucnia, peor a quien roba la fama, el honor, el buen nombre… ni se le molesta. Más bien se le teme para que nop se meta contigo.
    A esas personas de lengua afilada no se las quiere tener de enemigas.
    Buen domingo.

  11. Hablar mal del prójimo es un deporte que algunos practican con facilidad y frecuencia.
    Lo triste es que los maledicientes no suelen pagar por ello. Dejuan su veneno, se van y nadie les pide cuentas.
    El problema es el daño causado a las víctimas y el mal clima que crean, un clima en el que el respeto a la dignidad de la persona se destruye quebrantando su derecho al honor y a la verdad.
    Buen domingo.

    • Estimado Jesús:
      Es cierto lo que dices, querido lector. Muchas veces los maledicientes no tienen el justo castigo que se merecen por el daño que hacen. Se escabullen con rapidez sin que les vean (como es norma en su código) y, cuando se les ve y reconoce, unas veces por unos motivos y otras por otros, nadie les dice nada, nadie les denuncia, nadie les afea su proceder..
      Por eso siguen actuando con descaro y hasta llegan a adquirir el hábito de hacerlo como si se tratara de una segunda naturaleza.
      Un gran abrazo.
      MAS

  12. Tremendo tema en las instituciones educativas. ¡Cuántas veces se habla mal de los colegas! En lugar de hacerlo a la cara y de frente, algunos prefieren hacerlo a la espalda y de forma cobarde.
    El honor de las víctimas no podrá ser resarcido ya que una vez infiltrado el veneno no hay antídoto eficaz que lo elimine.
    Una pena.

    • Querida Carolina:
      Comparto tu preocupación por la maledicencia en las organizaciones educativas. Si son educativas es porque educan a quienes trabajan en ellas. Esas prácticas destruyen el clima positivo que es necesario para la convivencia.
      Nadie debería ser objeto de comentarios destructivos.
      Habría que terminar con esa lacra para que las personas se sintiesen respetadas.
      Esta exigencia lleva a cada uno a dos compromisos:
      No hablar mal de nadie.
      No dejar que delante de nosotros se hable mal de nadie.
      Besos y gracias.
      MAS

  13. Elk artículo es duro pero preciso. Es decir, que esas cosas pasan. Pasan en la sociedad y pasan en las instituciones.
    ¿No vemos todos los días despellejar a los demás en programas de televisión?
    Hay mucho cotilleo y mucha maledicencia. Y no suele nadie inmutarse, salvo los interesados.
    Hay que obrar con más respeto y con más cordura.
    Noi se pueden repetir juicios ofensivos sin saber si son verdaderos.
    Saludos cordiales a todos los lectores y lectoras.

    • Estimada Cristina:
      Como autor agradezco el comentario `porque supone que me has dedicado el tiempo y la atención de la lectura. Haces referencia a los programas de televisión en los que se despelleja a la gente. Es muy preciso el verbo que utilizas. El espectáculo no puede ser, a veces, más bochornoso. Añádase en el caso de la televisión los miles o millones de espectadores que se convierten en testigos de la maledicencia.
      Las reglas éticas están para cumplirse, no son un adorno. Y existe la obligación de no difamar, de no lanzar infundios contra el prójimo.
      Hay que hacer más ejemplar a la televisión.
      Besos.
      MAS

  14. Es muy duro ver cómo las frases malintencionadas pueden amargar o destruir la vida de las personas.
    No hay derecho a que los escorpiones puedan picar de manera impune.Hay que impedir que hagan tanto daño y, cuando lo hacen, hay que exigirles responsabilidades.
    Lo que no puede suceder con tanta frecuencia y facilidad es que quienes hacer daño lo hagan sin que tengan ningún problema.
    Hay que actuar ante quienes daño al prójimo.
    Cordiales saludos.

    • Querida Noelia:
      Comparto contigo la preocupación por la impunidad de muchos calumniadores. Nadie dice nada. Todos se callan. Muchos conocen quiénes son los escorpiones pero nadie les para los pies. Ni antes ni después de picar.
      Creo que, en efecto, es un problema tremendo la impunidad. No les pasa nada. Por eso vuelven a repetir sus acciones una y otra vez. Las consecuencias son pésimas. No solo por el daño que causan sino por el miedo que infunden.
      Besos y gracias.
      MAS

  15. Qué pena que los escorpiones puedan actuar con tanta facilidad. Lo que más me preocupa es que aquellas personas que escuchan los comentarios malintencionados se callen y den apoyo a los escorpiones.
    El silencio, la cobardía, el apoyo incluso por miedo me parecen igualmente lamentables.
    Si no hubiera quien escuchase a los maledicientes dejarían de propalar infundios y calumnias.
    Buena semana.

    • Estimado Jesús:
      He pensado muchas veces en esas personas que se prestan a la infamia. Es decir en aquellas personas que, cuando ven despellejar al prójimo, se callan de forma cobarde. Qué decir de quienes aplauden la operación para congraciarse con los agresores para no ser atacados. No son conscientes de que ese silencio y esas risas no les van a librar de los ataques si el agresor lo considera oportuno. Pero más allá de esa pretensión de no ser vituperados estaría el compromiso con la defensa del agredido. Es un deber socorrer a quien está siendo objeto de esa violencia moral.
      La cobardía es el mejor aliado de los maledicientes.
      Gracias por leer y por participar.
      MAS

  16. Leí el artículo el sábado y le he estado dando vueltas toda la semana. He estado muy aten to a la maledicencia. Y he visto en mi centro muchos cosas que me han escandalizado. Me refiero a la ligereza con la que algunos hablan mal de sus compañeros. Yo me preguntaba: ¿en qué se basa? Rn alguna ocasión lo pregunté y la respuesta fue la siguente:.lo he oído por ahí.
    ¡Vaya argumento!
    Cuánto tenemos que mejorar.
    Buen fin de semana.

  17. Hola a todas las personas,

    Disculpen mis seguidores, sé que los hay a millones. Casi no llego para hablar de las endivias, al menos sé que al Maestro Sr. Guerra le gustan en ensaladas con aguacates. De lo demás es un problema antropológico, opino. Un defecto de la evolución, opino.

    Tengan un buen día, y sean endiviosos, coman muchas endivias.

    • Estimado Quintiliano:
      Me has dejado boquiabierto. No tanto por ej juego de pobladas cuanto por tu condición de adivino. Porque, efectivamente, la ensalada de endivias con aguacates es una de mis preferidas. O conoces a alguien que me conoce muy bien o tienes una intuición asombrosa.
      Gracias por la sonrisa que espero no se congele en mi rostro con estas temperaturas.
      Saludos.
      MASG

  18. Ojalá aprendiéramos el respeto a los demás como norma base de la comunicación. Esa forma de hablar infamante constituye una agresión (verba, pero agresión) hacia el otro.
    PaRECE JUSTO QUE SE CASTIGUE A QUIERN GOLPEA CON EL PUÑO, PERO NO AL QUE LO HACE CON LA PALABRA. Pero es más grave esta segunda agresión porque las palabras siguen golpeando a las víctimas.
    Hasta el artículo de mañana.

    • Estimada Macarena:
      Tienes razón. Un golpe se queda en un golpe. Una calumnia se multiplica indefinidamente. Habría que exigir responsabilidad, según dices, a las personas que hacen tanto daño.
      Los golpes con la lengua son más dolorosos que los golpes con el puño. Lo curioso es que en la mayoría de las ocasiones no pasa nada, no se hace nada.
      Besos y gracias por participar.
      MAS

      Desap

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