La carne, la novela de Rosa Montero nos sitúa ante el desafío del paso del tiempo
Lo he pensado muchas veces. Y ahora lo veo plasmado en el libro La carne, de la periodista española Rosa Montero. La carne es una estupenda novela sobre el paso del tiempo, sobre sus devastadores efectos en la carne y en el espíritu. Imagino que le habrá pasado alguna vez a mis lectores y lectoras. Algo que han pensado lo encuentran perfectamente plasmado en un escrito. Me lo han dicho a mí algunas veces: usted pone por escrito algunas ideas que yo tengo, algunos sentimientos que vivo.
Pues bien, he pensado que hacemos algunas cosas, sin pensarlo y sin saberlo a veces, por última vez. La última vez que jugué un partido de fútbol, que estuve esquiando, que salí al extranjero, que volé en avión, que di una conferencia, que salí por la puerta de la casa paterna, que vi a un amigo, que fui al supermercado… La última vez.
Rosa Montero lo dice así: «La gente casi nunca sabía cuándo era la última vez que hacía algo que le importaba. La última vez que subes a un monte. La última vez que esquías. La última vez que tienes un encuentro sexual. Porque a ese cuerpo mutante que de pronto se plisaba, se ablandaba, se cuarteaba, se desplomaba y se deformaba, a ese cuerpo traidor, en fin, no le bastaba con humillarte: además, cometía la grosería suprema de matarte. Y así, cuando llegabas ya a esa edad, la edad de los perros, las posibilidades de malignidad de la carne se multiplicaban. Y un día te descubrías una llaga en la boca, un hematoma de nada en una pierna y no te dabas cuenta de que esas nimiedades eran la tarjeta de visita del asesino, del silencioso criminal que te iba a ejecutar».
La novela de Rosa Montero nos sitúa ante el desafío del paso del tiempo, que afecta de forma especial a las mujeres. Se puede comprobar a través de la lectura de la novela. Y afecta especialmente a quienes ya nos hemos metido en edades de alto riesgo.
Cuando a alguien le sorprende la muerte, si diéramos marcha atrás en el tiempo a su vida, veríamos que desde un determinado momento, estaba haciendo todas las cosas por última vez: la última vez que fue al cine, que salió de casa, que leyó un libro, que vio la televisión, que fue al baño… Aquellas de las que somos conscientes tienen una dimensión diferente. Pero hay otras de las que no sabemos a ciencia cierta que tienen la condición de últimas. Pondré un ejemplo de cada una.
En esta misma sección escribí hace un tiempo un artículo titulado Mi última clase. En realidad, debía haber dicho: La última clase de mi vida profesional. Era consciente de lo que estaba pasando. Se trataba de la última vez que impartía una clase con el contrato en vigor, ya que acababa mi tercer año (y último) como profesor emérito. (También es cierto que puedes equivocarte. La ministra de Empleo española acaba de anunciar que van a estudiar la posibilidad de que los jubilados suscriban contratos de trabajo compatibles con la percepción íntegra de la pensión. Si fuera así, se dejaría la puerta abierta a nuevos períodos de docencia…).
Hace unos años sufrí en una rodilla una operación de menisco. En aquella fecha puse fin a mi tardía afición al esquí. No volví a esquiar. He dado marcha atrás a la película de la vida y me ha costado encontrar cuándo tuvo lugar mi último día de esquí. Estoy seguro de que aquel día, cuando me desprendí del atuendo, no fui consciente de que ya no me lo volvería a poner.
Hay cosas que hacemos por última vez porque una circunstancia física lo impide. Si alguien se queda ciego, no volverá a ver. Hay otras que no haremos más por voluntad expresa, al amparo de los motivos. No volveré a trabajar en esa empresa o no volveré a ese país.
Todo esto tiene que ver con el paso del tiempo, que no es igual para unos que para otros. No es igual, por ejemplo, para niños que para adultos. En el año 2006, la editorial Alianza publicó un libro del psicoanalista holandés Douwe Draaisma titulado ¿Por qué vuela el tiempo cuando nos hacemos viejos?. Decirle a un niño que recibirá un regalo la próxima semana es como si a un adulto le dijeran que se lo iban a entregarla próxima década. Unas vacaciones de verano para un adolescente son una eternidad. A los mayores se nos van en un suspiro. Ilustra muy bien esta idea el reloj de arena. Entre más años pasan, los granitos se van desgastando y bajan más rápidamente por el orificio, de tal modo que un minuto puede contarse en 37 segundos. Cuando más viejo sea un reloj más rápido pasará la arena. Así lo percibió Ernst Jünger en El libro del reloj de arena.
Todo esto tiene que ver con las operaciones de la memoria, especialmente con la memoria autobiográfica. La memoria ordena nuestras experiencias en el tiempo como un pintor ordena los espacios con perspectiva. Bergson hablaba de la vivencia subjetiva del tiempo. Decía que no se derrite a la misma velocidad un azucarillo en un vaso de agua para un sediento que para otro que esta saciado. El tiempo pasa más lentamente cuando estamos aburridos y pasa más velozmente cuando estamos entretenidos.
Dice Draaisma que mientras vamos dejando de ser jóvenes el tiempo se condensa, se acelera, nos elude. Recordamos mejor las cosas lejanas y más remotas, las de la infancia más temprana por ejemplo, que las que sucedieron ayer, en una suerte de presbicia de la memoria.
Hoy (esta noche) es Nochevieja. Nochevieja es una fiesta sobre el paso del tiempo. Es tan nueva y tan vieja como todas las noches del año, pero decimos que es vieja para dar a entender que han transcurrido 364 noches, que se ha terminado ese período de tiempo al que llamamos un año. No es que sea vieja, es tan joven como las demás mientras transcurre. Es un recurso temporal.
Probablemente conozcas el experimento que se ha hecho en Madrid el pasado mes de noviembre con 27 jóvenes sobre los regalos que pensaban hacer en estas fechas a las dos personas que más quieren. La experiencia tiene tres preguntas. La primera dice: ¿qué les regalarías esta Navidad a las dos personas que más quieres? Los destinatarios son padres, madres, novios, abuelos, hermanos… Se van sucediendo las respuestas, todas ellas de carácter material: libros, drones, nintendos, bastones, discos, bombones… La segunda dice: ¿qué te gustaría regalar a estas personas si te tocase la lotería? Los destinatarios se mantienen, pero los regalos aumentan de categoría, siempre de carácter material: un pura sangre, una casa en la playa, un viaje a Egipto, un chalet, una empresa… Los informantes hacen esfuerzos para elegir objetos que resulten agradables sorpresas para sus destinatarios.
La última pregunta deja descolocados a los sujetos: ¿qué le regalarías a esas personas si fuese la última Navidad de su vida? Los entrevistados y entrevistadas se desconciertan. Y, cuando, al final se deciden, eligen regalos de otra naturaleza. Todos tienen que ver con la esfera afectiva: le traería a casa porque está en una residencia, reuniría a la familia entera, sería más sincera, le reglaría mi tiempo, buscaría un mejor trabajo para no defraudar a mi madre… No sería una mala idea vivir las experiencias de la vida con la sensación de que las estamos viviendo por última vez. Es probable que viviéramos de forma más sincera, más profunda y más feliz.
Sí, hoy es Nochevieja. Estamos ante las últimas horas del 2016. Comenzará un año más. Y vendrá otro, y otro, y otro. En uno de ellos llegamos y en otro nos iremos.
Miguel Ángel. Tu artículo no me ha dejado precisamente con una sonrisa.
Cuando nos estamos tomando las uvas, solemos decir: “De hoy en un año”. A medida que van pasando años, seguro que muchos y muchas nos diremos, ¡ya!, pensando que puede que a nosotros no nos toque.
En cualquier momento, cualquier cosa puede ser la última vez. Yo creo que prefiero no pensar eso. Dices: “No sería una mala idea vivir las experiencias de la vida con la sensación de que las estamos viviendo por última vez. Es probable que viviéramos de forma más sincera, más profunda y más feliz.”
Estoy de acuerdo en que sería más sincera y profunda, más pensada y sentida. Pero más feliz…
Me gustaría vivir las cosas como si fuera la primera vez. (Ponle todos los adjetivos que se te ocurran en la primera vez de lo que sea). La primera de muchas que quedan por venir. Procuramos hablar de penúltima, nunca de última. Evidentemente, pienso en cosas buenas y positivas. Para las malas, ojalá sea la última.
Tú nunca te jubilarás, ni darás tu última clase. Eres mi primera vez todos los días.
Cuando esta noche cambiemos de año, tendré un momentito para mi familia, y desearé para ella, para cada uno de nosotros todo lo bueno que se pueda pensar en todas las facetas de la vida.
Un fuerte abrazo.
Querido José Antonio:
Ya ves. El primero que ha hecho el comentario d este sábado. También hay constantes primeras veces. En realidad nunca se repiten EXACTAMENTE las mismas vivencias, las mismas experiencias.
Me ha llamado la atención el experimento al que hago referencia en el artículo. Al tratarse de la última vez los regalos ya no son materiales, son de la esfera emocional. Es curioso. Y significativo.
Feliz Nochevieja para todos los visitantes de este blog. Especiales para ti, siempre tan participativo.
Muchas gracias.
Muchas felicidades.
MAS
Querido Miguel Ángel.
Me encuentro en Madrid, por eso de hacer un regalo cargado de emocional. Te explico.
Flora, a pesar de haber estado bastante tiempo a principios de este mes con su madre (que vive en Madrid y tiene 92 años), me pidió que nos desplazáramos desde Córdoba para estar con ella, pues teme que sea su último año.
No le habías dicho nada; solo sus hermanos lo sabían.
Cuando llegamos a las 6 de la tarde, se encontraba adormilada en el sofá. De pronto se despierta y exclama: “¡¡Mi niña!!”.
Para su madre, Flora siempre será su niña, ya que es la más pequeña de los cuatro, aparte que la tuvo que cuidarla especialmente por haber cogido el virus de la polio en su infancia.
Puesto que ligazón de Flora con su madre es muy grande, es consciente de que no tardará mucho en perderla.
Estamos de acuerdo que el tiempo que comparte (compartimos) con ella es para que se sienta lo más feliz posible, ya que una vez llegado el fin, el verdadero consuelo radica en lo dichoso que hayas hecho a quienes te rodean.
Saltando a otro tema. Esta mañana he salido al centro y, entre los libros comprados, se encuentra uno titulado “El niño ante la muerte”.
Por lo que he podido leer, es un excelente libro, realizado por dos autoras que enfocan este hecho desde una perspectiva humanista, sin adornos ni fantasías que después se vuelvan en contra de los pequeños.
Una alumna me pidió que le dirigiera esta temática a través del dibujo. Le informé que era un tema de gran interés, pero que tenía que ser consciente de que le podía caer en el tribunal algún miembro muy religioso e incluso que perteneciera a algún grupo sectario (Opus, ‘kikos’…) y rechazaran su trabajo porque su ideología no les permite una visión distinta.
Bueno, voy cerrando. Solo desearte, junto a quienes siguen El Adarve, que tengan ese trozo de dicha que es posible siempre encontrar; incluso tras muchos finales vividos
Disculpad las erratas del escrito anterior, pues lo he realizado con un pequeño portátil que no es el mío y me muevo por sus teclas con cierta dificultad.
Querido Aureliano:
Hermosa historia la de Flora y su madre. Sin duda, un regalo precioso el de la presencia en estas fechas.
Estoy seguro de que nada verá su madre más valioso que teneros al lado.
El paso del tiempo es un fenómeno que a todos nos afecta. Nos afecta en la propia carne y en la de los demás.
Pasa el tiempo de forma< inexorable. En efecto, hasta el encuentro con la muerte. He pensado que la fiesta de Nochevieja tiene que ver con ese paso casi misterioso. Que no sea la última. Y que sea feliz. Para ti, para Flora y para su madre. Un abrazo. MAS
Querido Aureliano:
Hermosa historia la de Flora y su madre. Sin duda, un regalo precioso el de la presencia en estas fechas.
Estoy seguro de que nada verá su madre más valioso que teneros al lado.
El paso del tiempo es un fenómeno que a todos nos afecta. Nos afecta en la propia carne y en la de los demás.
Pasa el tiempo de forma< inexorable. En efecto, hasta el encuentro con la muerte. He pensado que la fiesta de Nochevieja tiene que ver con ese paso casi misterioso. Que no sea la última. Y que sea feliz. Para ti, para Flora y para su madre. Un abrazo. MAS
Estimado Miguel Ángel. Me encuentro en un hospital lejos de mi domcilio y de mi familia atendiendo a mi padre. Teminaré y empezaré el año en una habitación rodeado de personas que no conozco. Este año no toca brindar. El paso del tiempo ha hecho que mi padre me necesite más que mi esposa y mis hijas. Ya habrá otras oportunidades para brindar. Cualquier día es bueno para que no sea la última vez. Feliz Año a ti y los lectores…
Querido Juan Carlos:
Te había echado de menos en semanas anteriores.
Tus comentarios siempre son lucidos, ingeniosos y enriquecedores.
Lamento la situación que estás viviendo acompañando a tu padre en un Hospital. Es la otra cara de la Nochevieja. Esa cara que yo he tratado de plasmar en el artículo. Pasa el tiempo y deja sus secuelas sobre el cuerpo y el espíritu.
Quiero suponer que todo tendrá solución y que tu padre volverá recuperado a la casa.
A ti y a él deseo especialmente en esta noche la felicidad de la llegada de un nuevo año.Ojalá que esté lleno de salud y de prosperidad.
Me parece que tu opción ha sido la que realmente necesitaba tu padre: acompañarle en la angustiosa y a la vez esperanzadora habitación de un Hospital.
Que tengas la alegría de ver mejor a tu padre.
Creer que va a mejorar es una parte de la mejoría.
A ti y a él, un gran abrazo.
MAS
Gracias Miguel Ángel por tus buenos deseos. Recibe un fuerte abrazo.
Estimado Juan Carlos:
Tú has mostrado la otra cara de la Nochevieja. Una cara que no podemos olvidar. Frente a la gente que baila y bebe para recibir el Nuevo están las personas en trabajos duros, en situación precaria, en habitaciones de Hospitales.
Lo deseable es que esas personas mejoren sus situareis de trabajo, de pobreza y de salud.
Ojalá que la tu padre recupere la salud y pronto le den el alta.
Un abrazo, querido amigo.
MAS
[…] Rosa Montero lo dice así: “La gente casi nunca sabía cuándo era la última vez que hacía algo que le importaba. La última vez que subes a un monte. La última vez que esquías. La última vez que tienes un encuentro sexual. Porque a ese cuerpo mutante que de pronto se plisaba, se ablandaba, se cuarteaba, se desplomaba y se deformaba, a ese cuerpo traidor, en fin, no le bastaba con humillarte: además, cometía la grosería suprema de matarte. Y así, cuando llegabas ya a esa edad, la edad de los perros, las posibilidades de malignidad de la carne se multiplicaban. Y un día te descubrías una llaga en la boca, un hematoma de nada en una pierna y no te dabas cuenta de que esas nimiedades eran la tarjeta de visita del asesino, del silencioso criminal que te iba a ejecutar”. […]
A mí mode de ver, un artículo muy perspicaz. Todos tenemos esas experiencias de las que habla Miguel Ángel: el paso del tiempo según la edad y según las situaciones anímicas y de salud es diferente.
Siempre tendemos a regalar cosas materiales y nos olvidamos de las más importantes, y creo más satisfactorias, las que tienen un carecer más espiritual, a las que nos agarramos más cuando el cuerpo ya no puede con lo material.
El paso del tiempo sobre nuestras carnes, también pienso que a todos, nos hace muchas veces decir, esto ya no lo volveré a hacer, por ejemplo, el Camino de Santiago en bici o, como dices ya no volveré a esquiar…
La muerte no suele ser de repente. Vamos muriendo poco a poco. Cosas que ya no podemos hacer. Cuando ya no podemos hacer ninguna, “se fini”
Lo dicho, que es un poco triste, apliquemoslo al año que muere. Dentro de poco se inicia un nuevo año. ¡Cuántas buenas cosas podemos hacer a lo largo de él! Cada día es una nueva oportunidad.
Deseo para todos un año pleno de felicidad, que ese es el objetivo final, en especial para ti, Miguel Ángel, y para los tuyos, Lourdes y Carla
¡¡FILIZ AÑO!!
Querido Joaquin:
Gracias por leer y por escribir en un día como éste, más propicio para otros menesteres.
A ver si en lugar de pedirle cosas al Año Nuevo se las podemos ofrecer: un compromiso de vida sana, solidaria y democrática.
Que le llevemos al Año Nuevo el compromiso de ser mejores personas y mejores ciudadanos.
Un gran abrazo para ti y para toda tu familia.
MAS
Cierto que la vida tiene cierres, terminaciones, últimos momentos que nos llenan de tristeza o de nostalgia por todo aquello que se nos ha ido; pero también es cierto que la vida tiene otros amaneceres, otros comienzos en los que la felicidad es el estado natural para quienes los viven.
Así pues, a los lectores y lectoras de El Adarve les invito que lean “Cinco años” y comprobrán cómo los niños y niñas expresan a través de sus maravillos dibujos esa felicidad que no deja de ser el germen de los trozos de dicha que, ocasionalmente, surgen en nosotros los adultos.
http://www.doshermanasdiariodigital.com/2017/01/aureliano-sainz-cinco-anos.html
No me queda más que decir que sigamos disfrutando de este magnífico blog a lo largo del nuevo año 2017.
Querido Aureliano:
Gracias por compartir ese magnifico enlace. Los dibujos son extraordinarios y muy significativos los comentarios que vas desgranado. Una fuente inagotable de creatividad, de ideas, de sentimientos, de experiencias.
Gracias por compartir.
Este sería el año 14 de la historia del blog. Ojalá pueda disfrutar de la riqueza de vuestros comentarios.
Feliz 2017
MAS
Ya está aquí el Año Nuevo.
Pasará también, como pasan todos los años.
Ojalá que nos traiga entre las lomas de sus meses, de sus semanas, toda la felicidad imaginable.
El tiempo nos atraviesa y va dejando secuelas de buenas y malas experiencias,
Pues deseo a todos los lectores y lectoras que abunden las buenas,.
Feliz 2017.
No siempre es fácíl saber si estamos haciendo algo por última vez.como la muerte nos puede sorprender, es posible que así sea. Pero no lo sabemos.
Es muy difícil que un niño o un joven piensen en ese tipo de ideas. Porque se consideran eternos.
Cuando pasan los años es más fácil pensarlo. Porque nos vemos amenazados.
Para muchos esta hará sido la última nochevieja. Pero no lo saben.
Saludos.
Feliz Año Nuevo.
Queridos lectores y lectoras del blog:
Estoy leyendo un libro titulado “Mujeres que compran flores”, de Vanessa Monfort. Y me ha sorprendido leer esta frase en la página 65: “Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?”.
Como veis es una curiosa forma de rizar el rizo del tiempo.
Un cordial saludo en el Nuevo Año.
MAS
Hola, buenas noches,
1.- Hoy leo especialmente contento, así que no me quedará otra que dar las gracias al Sr. Guerra. Gracias Sr. Guerra, hoy no has hablado de política. Cuando hablas de política o de lo malo que son los neoliberales, se vé que mi hígado segrega alguna sustacia viliar que me agria el carácter. Gracias por no hablar de política, Sr. Guerra.
2.- Hoy estoy especialmente contento porque me has traido al recuerdo algo que me dijo un buen hombre cuando yo era un niño, gracias Sr. Guerra. Me dijo que si quería ser feliz debía hacer todo en la vida, aunque fuese la primera vez, como si fuese la última vez que lo hacía, y por tanto debía hacerlo perfecto. Porque solo ese recuerdo último tendrían de mí, tanto mis seres queridos como los extraños. Aquél hombre era cabrero, y analfabeto en letras y doctor en sabiduría. Años después vino la Universidad y otros protocolos académicos que estropearon un poco aqueñas enseñanzas de mi niñez.
3.- Otros, también me enseñaron por entonces que había que cuidar todo, especialmente a las plantas y animales. De los seres humanos sólo a los débiles, pues de los hábiles, allá se las apañaran con su sapiencia y mala leche, pues mira que tiene mala leche el ser humano -más de cien guerras actualmente en vilo, por solo citar un ejemplo-. Y lo dicho hasta aquí, hoy, tal vez sea un mío torpe intento de enlazar o hablar con el tercer regalo del experimento sociológico de que hablas.
4.- Por mucho que influya esa publicidad del mercado liberal sobre lo material, una fuerza muy superior nos puede y nos hace olvidarnos, y esta fuerza superior es el otras veces nombrado tabú de la muerte. Cuanto más nos acercamos a ella, conscientemente, no es que nos transformemos en más benévolos así como por arte de magia. Hay una causa suprema en ello, es que tomamos conciencia de que todo lo que hemos acaparado en vida, se va a quedar aquí, a disfrutarlo la hija política que no podemos ni ver. Hija política que le va el buen lujo, los buenos viajes alrededor del mundo y el buen tren de vida. Entonces pasamos de un estado acaparador, a un estado me da igual o nada materialista, en boca de un podemita sería, “al agüelo se la suda todo”. Y entoncen los nietos dicen por ahí, ay que generoso es mi abuelo, y no saben que el abuelo ya le ha visto las orejas al lobo, digo, a mi amiga la muerte. Es un proceso, que en principio, el tiempo, el paso del tiempo va enseñando a cada cual. Y lo mejor es que esta enseñanza es gratuíta, nada privilegiada, aquí no hay enchufismos, ni niños de papá que van a colegios de pago. La aprendes sí, o sí, te guste o no. Y tantas letras para decir qué, Quintiliano. Pues eso, eso, buscando la respuesta al tercer regalo de la encuesta, perdonen el posible descamine.
5.- Pero, como soy un ser muy afortunado, era casi niño cuando me enseñaron que además de la escuela esa nombrada en el párrafo anterior, de la que sale sabiendo el abuelo que todo lo material se la suda, hay otra posible escuela, no tan eficaz como la primera, pero de la que aprendí algo. Era leer a los mayores, así o más simple de lo que pueda sonar. Como ya dije alguna vez, cuando escribes te despelotas. Los buenos escritores, ya ancianos, éstos sí que se despelotan. Leer a Cela, ya anciano. Leer a Umbral, ya anciano. Leer a Man, ya anciano. Leer a Faulkner, ya anciano, es el no va más. Leer a Márquez, ya anciano en aquella obra machista de las putas tristes, leer a los viejos para conocer el camino que te espera. Cuando uno conoce el camino, no hace camino al andar, pasa sobre camino ya hecho, va como más suelto, parece como que las alforjas pesan menos.
6.- Y ahora un pequeño truco comercial, para los que descubran alguna vez que los hijos del Estado son los que han de crear la riqueza. Cuando queráis aflojar el bolsillo de alguien, usar todos vuestros sabios métodos, que no podéis, acordáos de estas mis sabias palabras, llevarlo al terreno de la muerte. De lo cercana que está. De que a todos nos llega. Pero, eh, con cierto arte, con persuasión y parsimonia, y paciencia. Y cuando lo tengáis con los ojos un poco brillosos, espetarle lo la suelta del bolsillo. Apuesto a que cede. Funciona.
Feliz año nuevo a todas las personas.
Quintiliano:
Gracias a ti por tus seis puntos, todos ellos cargados de lucidez y de interés.
Cuántas cosas y de cuánta importancia enseña la experiencia.
Yo me alegro de contar con tus aportaciones en este blog. Por mi y por los lectores y lectoras.
Feliz Año Nuevo.
MAS
No siempre nos damos cuenta de que estamos haciendo las cosas por última vez. Hoy me he encontrado a una señora de 80 años que me ha dicho que ya no conduce su coche. ¿Cuánto se sentó al volante por última vez? Porque hubo una última vez. Pero es probable que ella, en ese momento, no se diera cuenta de lo que estaba pasando. Tuvo una caída y no volvió a sentarse al volante.
Saludos y feliz año.
Querida Elena:
El caso de esa octogenaria del que hablas es un buen ejemplo de las vivencias de las que hablo en el artículo. Por un accidente o por una enfermedad,es probable que esa señora no vuelva a sentarse al volante. Pero ella no fue consciente de que la última vez que lo hizo era efectivamente la última.
Yo también me he encontrado hoy con mi amigo Darío Pérez que había leído el artículo y me contó cómo y cuándo dejó de esquiar. Para él sí fue consciente la decisión y la vivencia de que era la última vez que practicaba el deporte. De hecho vendió todo el equipo después de cerrar ese capítulo de la vida.
U cordial saludo a todos los lectores y lectoras. Y especialmente a los comentaristas.
MAS
El paso del tiempo es inexorable. A unos les afecta de una manera y a otros de otra. Dependiendo de la edad,de la ocupación, del estado de ánimo, de la salud, de las condiciones de vida.,.,
Nadie puede detener el reloj.
Siempre estamos haciendo cosas por última vez.
Ha pasado un año entero. Ojalá sea buen el que ha comenzado.
Feliz Año Nuevo a todos los lectores y lectoras de El Adarve.
Excelente artículo que nos pone contra las cuerdas de la reflexión. Porque el tiempo pasa sez.in cesar. Y tenemos que aprender a vivirlo de manera intensa y enriquecedora.
El tiempo construye y destruye. Depende de cómo lo vivamos
No es mala idea vivir las cosas como si las estuviésemos viviendo por última vez.
Me ha gustado el experimento sobre los regalos navideños. Es un buen ejemplo de la idea que acabo de exponer.
Saludos y felicidades por el año nuevo.
Querida Teresa:
Gracias por leer y gracias por compartir tus ideas y sentimientos.
Ojalá seamos de aquellos a quienes el tiempo mejora. Porque el tiempo es como un cuchillo. Con el cuchillo puedes matar y salvar, puedes atar y liberar.
Vivir el tiempo de forma enriquecedora. es una forma de sabiduría.
El experimentos de los estudiantes madrileños no puede ser más revelador. La despedida hace que demos más valor a la personas.
Besos. Feliz Año.
MAS
Estupendo texto, muy apropiado para estas fechas en las que se celebra el paso del tiempo. Nochevieja y Año Nuevo son dos fechasen las que nos detenemos para reflexionar sobre el tiempo que pasó y el tiempo que vendrá.
Lo cierto es que solo tenemos presente. Solo hay AHOIRA. Porque lo pasado ya no está y el futuro no ha llegado.
¿Qué hacer con el presente? Esa es la cuestión.
Felices Reyes.
Espero y deseo que para ninguno de los lectores y lectoras sea la última Nochevieja.
Es verdad, Quintiliano, que un tema que deberíamos tener presente siempre es el de la muerte.
Es el acto más democrático, a todos nos iguale.
Pero bueno, a nadie le interesa enfrentarse pronto a ella.
Saludos de noche mágica.
Pues sí, hay cosas que hacemos por última vez. Lo que pasa es que en ocasiones no seremos consientes de ello.
Cuando se sabe que se hace algo por última vez se hace de una manera más intensa, más especial, más perfecta.
También es interesante reflexionar sobre la ultima vez que vemos hacer algo por ultima vez a una persona querida.
El experimento que se comenta en el artículo lo muestra de forma clara.
Felices Reyes, incluso a los que no so son monárquicos.
Estamos en un nuevo año.
¿Hemos hecho algunas cosas en el pasado año que no volveremos a hacer?
¿Las haremos este año?
Hay cosas diferentes, de muy distinta importancia y calado.
Algunas se hacen por primera y última vez. Por ejemplo cuando hacemos la Primera Comunión. Comulgaremos más veces, pero no por primera vez. Por eso es primera y ultima.
Bien es cierto que las veces que repetimos las cosas siempre las hacemos de forma diferente. ES EL MISMO TIMO DE ACCIÓN PERO ESTÁ HECHO DE OTRA MANERA.
El paso del tiempo va dando las acciones una carga singular.
ABRAZOS.
Todas las cosas que hacemos las hacemos por última vez. Porque, aunque las hagamos de nuevo, no serán las mismas. Cambian las circunstancias, las condiciones, las emociones, las compañías…
Una clase no es igual que otra, un parido no es igual que otro… Solo tienen de igual el nombre. Una clase, otra clase, otra clase… Cada una es la última.
Ninguna es igual a otra. Por eso yo creo que cada una es la última.
Un cordal saludo
Queridas Rebeca, María Dolores y Carlos:
Gracias por vuestras aportaciones.
Siempre es de agradecer la lectura por parte del autor. Pero, además, en vuestro caso, tengo que agradecer la generosidad de haber dedicado vuestro tiempo a aportar un comentario.
Suelo decir que todo lo aprendemos entre todos.
Saludos y feliz día de Reyes.
MAS
http://xn--72cc9abxb2dn0d7af0d3ad7nk1b.com/home.php?mod=space&uid=751988&do=profile