No sé cuántos alumnos y alumnas míos leeréis este artículo, que tiene el formato literario de una carta, afortunadamente no póstuma. Va dirigido a todos y a todas quienes, en una etapa u otra de mi vida docente, estuvisteis en un aula conmigo. Lo escribo para pediros perdón. Ya jubilado definitivamente de mi vida laboral (la jubilación debería ser un derecho, pero no una obligación), voy a dirigirme a todos y a todas para disculparme por las omisiones, los errores y las deficiencias.
He pasado por el nivel de Primaria (años inolvidables en el Colegio Auseva de Oviedo), luego por Bachillerato (en el Instituto San Pelayo de Tui) y en el Colegio La Vega de Madrid donde, además de ser director, impartí clases de Filosofía. Y, posteriormente, por la Universidad en tres etapas diferentes: la Complutense de Madrid (también tutor de la UNED), Universidad CEU San Pablo de Madrid y la Universidad de Málaga. He participado también, dentro y fuera de España, en muchas experiencias docentes.
Es probable que algunas de esas experiencias hayan sido tan anodinas que ni siquiera me recordéis como profesor vuestro. Se habrá borrado de vuestra memoria no solo el contenido de las materias que pretendidamente enseñaba sino el nombre de la asignatura y también el mío como profesor. No me hago ilusiones. Sé que para algunas personas el paso por mis manos no habrá dejado el más mínimo recuerdo. Y bien que lo siento. Los docentes somos, a veces, presuntuosos. Creemos que nuestra huella no se borrará nunca, cuando acaso ni siquiera hayamos dejado huella alguna. Somos el camino que se recorre y se olvida.
Peor es el caso de haber hecho daño. Daños irreparables que causa quien tiene poder. Bromas pesadas, trato discriminatorio, comparaciones hirientes, desprecios más o menos visibles…
No hay posibilidad alguna de dar marcha atrás. No se le puede dar la vuelta al tiempo. Lo hecho, hecho está. Lo dicho, dicho está. Lo omitido, omitido está. Pero sí se puede hablar sobre lo dicho, lo hecho y lo omitido. Y pedir perdón cuando sea el caso.
No cabe la menor duda de que cometí fallos. Muchos quizás. Algunos de carácter genérico que afectaban a todos los miembros del grupo. Otros particulares, que tuvieron como víctima a una sola persona.
Tengo que decir, antes de seguir, que ninguno de esos fallos ha sido premeditado, planificado, realizado con intención de hacer daño. Al menos, que yo recuerde. Ya sé que la memoria es selectiva y tiende a recordar con más vigor lo que ha sido positivo en la vida.
El primer motivo por el que pido perdón es por no haber sido más competente, más innovador, más entusiasta, más creativo, más esforzado… A veces pienso en la diferencia que hay entre un profesor fuera de serie, uno del montón y uno catastrófico. Qué suerte o qué desgracia para un alumno caer con uno o con otro. No es igual ser alumno de Paulo Freire que de un profesor anodino. No es lo mismo estar en un aula con Freinet que con un profesor incompetente. No es ni parecido ser alumno de Emilio Lledó que de un profesor universitario torpe y adocenado. A mí me hubiera gustado ser no un profesor del montón, sino de ese montón aparte que forman los profesores excepcionales.
Sin duda habrá quien no fue alcanzado por las estrategias de motivación que puse en marcha. Cursos o asignaturas sin pena ni gloria. Clases aburridas que mataron el deseo de saber. Perdón, pues.
Pienso, sobre todo, en aquellos que se sintieron postergados, poco o mal atendidos, arrinconados en la parte más alejada del corazón. Hay alumnos y alumnas más audaces, más atrevidos, más visibles. Pido perdón a quienes estuvieron en la sombra y para los que no hubo un rayo de luz que iluminase su silencio, su desánimo o su desinterés.
Tengo que pedir perdón por las contradicciones en las que he incurrido cuando he hablado de la motivación teniendo dormido al auditorio, o de la atención a la diversidad en un aula con más de cien alumnos, o de la creatividad al dictado o de la participación teniendo sojuzgados a quienes me escuchabais o de la evaluación cualitativa cuando yo acababa poniendo un 7. Y por las contradicciones vitales, que son más graves.
Por las promesas incumplidas, las ilusiones truncadas, las expectativas no satisfechas, las evaluaciones superficiales, las relaciones frías, las miradas indiferentes… Y por no haber sido capaz de detectar un gran dolor o una gran desesperación.
Por las comparaciones que haya realizado en las que alguien se haya sentido herido o molesto. Por las bromas realizadas que hayan resultado hirientes y por las no entendidas si venían de vosotros.
Por las tutorías no atendidas o mal atendidas. Por las prisas cuando he tenido que atenderos y he mirado el reloj o me he mostrado cansado.
Por la escasa preparación de las clases que, de haber intensificado, hubiera dado mayor mordiente, interés, profundidad o riqueza a los procesos de enseñanza.
Por la evaluación excesivamente indulgente o excesivamente rigurosa. Por los sobresalientes regalados y los suspensos injustos. Y por la falta de diálogo que haya habido sobre todas estas cuestiones.
Por no haberme coordinado con mis colegas y haber repetido ideas o experiencias ya sabidas y no haber abordado otros planteamientos necesarios.
Por la escasa sensibilidad a la crítica y el bajo ejercicio de la autocrítica. Habréis querido decir cosas y la lejanía emocional o el temor a una reacción dura o indiferente os habrá impedido formular críticas y demandas.
Por no haber facilitado la libertad de expresión cundo así lo hayáis sentido. Sé que existe poder en las instituciones, en las aulas, en las evaluaciones. Un poder que se ejerce a veces por inercia, a veces por comodidad.
Por no haberme aprendido todos los nombres de todos y de todas, unas veces por pereza, otras por torpeza, algunas por prisa, otras por despiste, otras por desaprensión…
Por no haberme sabido adaptar a cada uno de vosotros, atender las demandas particulares, detectar los miedos, las preocupaciones, los temores, los deseos, las ilusiones… Sobre todo cuando he tenido grupos numerosos es fácil que me haya dirigido en las clases a un tipo de ”alumno medio” que es el único que no existía.
Por los sueños que no haya despertado y por los que he podido truncar al romper las expectativas de quienes llegasteis a la clase con más ilusión de la que luego salisteis. En definitiva, si así fue, por haberos defraudado.
Mientras escribo, tengo a mi lado a mi hija Carla (11 años). Le he dicho:
– Estoy escribiendo una carta a los alumnos y alumnas que he tenido a lo largo de mi vida para pedirles perdón por lo que haya hecho mal con ellos y con ellas. ¿Qué te parece?
Y ella me ha dicho:
– Muy confesativo.
Pues sí, lo confieso, pido perdón. No sé cuántos accederéis a estas palabras, a estos sentimientos. No sé cuántos y cuántas tendréis motivos para sentiros aludidos. Y, sobre todo, no sé cuántos accederéis a concederme lo que pido. Con que haya uno, me daría por satisfecho.
Miguel Ángel, brevemente: felicita a Carla de mi parte por eso de que lo que escribes es “muy confesativo”. Indícale que le auguro un futuro literario muy brillante; aunque, quizás, ella esté soñando con otras cosas, puesto que se acerca a los años en los que uno se imagina trabajando en multitud de cosas.
Y esa felicitación que le hago no es baladí: tengo en mi mesa decenas y decenas de las primeras páginas del trabajo que tiene que realizar el alumnado (futuros maestros y maestras) y, lamentablemente, son contados los casos los que saben redactar con soltura y corrección.
Ya sé que me enfrento a la generación de los ‘smartphones’, los ‘whatsapp’ y los ‘cortar y pegar’, por lo que entienden que un libro es una cosa antigua y desfasada que lo utilizaban las generaciones anteriores; pero ellos ya se encuentran en ‘otra dimensión’.
A modo de cierre: ‘no te flageles’ demasiado, puesto que te has entregado en cuerpo y alma a la enseñanza a lo largo de muchas décadas; sin embargo, cabría preguntarse: ¿respondieron con el mismo interés los que asistían a tus clases al entusiasmo que transmitías en el aula?
Me temo que los que te respondan en este blog van a ser precisamente los que entendieron y acogieron esa entrega que llevaste a cabo.
A ellos (y ellas) también quisiera felicitarles por la inteligencia mostrada al saber que tenían la suerte de contar con un profesor excepcional, del que podían aprender mucho, y no dejaron pasar esa ocasión.
Querido Aureliano:
Tu madrugador comentario merece mi gratitud y afecto renovado.
Gracias por tus palabras y por consideración. Nacen más de la generosidad del compañero y amigo que d ella comprobación de mis méritos docentes.
Dudé mucho en publicar el artículo. De hecho, consulté sobre la pertinencia de hacerlo. Sentía esa necesidad y, con el riesgo que supone, desnudarse así ante los lectores, preferí ser sincero y expresar mis sentimientos.
Gracias por tu comprensión y por tus generosas palabras.
Un abrazo y feliz Día de Andalucía.
MAS
Pingback: Tengo que pediros perdón | TIC & Edu...
Querido amigo y maestro:
Contesto por alusiones, pues expresas que este artículo «Va dirigido a todos y a todas quienes, en una etapa u otra de mi vida docente, estuvisteis en un aula conmigo».
Tus enseñanzas, en mi caso, no fueron impuestas. Yo te elegí. Previamente, te había conocido por determinados libros tuyos y algunas conferencias. No necesitaba la asignatura (ya era funcionario…). Tampoco necesitaba créditos. Necesitaba seguir aprendiendo de un referente como tú.
Por pura lógica, la probabilidad de cometer errores crece conforme aumentan los años en la enseñanza. Y, aún entregando la vida a esta imprescindible misión, a los docentes no se nos perdona un error. Se nos exige la más absoluta perfección.
Te conozco lo suficiente como para tener la certeza de que siempre actúas con la mejor intención.
En lo que a mí concierne, no tengo nada que perdonar. Y todo que agradecer.
Un gran abrazo de parte de mi familia.
Saludos a quienes leen.
Querido Juan Manuel:
Tu caso es edmiro.,mblemático de lo que debe ser un buen alumno. Recuerdo que cursaste la asignatura por voluntad propia y no por exigencias del curriculum. Ese hecho lo dice todo. Recuerdo también tu participación en odas las iniciativas del aula, tus deseos de aprender, de estar coherentemente en una comunidad de aprendizaje…
Muchas gracias por ser como eres y por decir lo que dices.
Saludos también pra tu familia, a la que aprecio y admiro.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel: antes de nada felicitarte por tu sinceridad y honestidad, es parte de la vida, los errores, equivocarte te hace mejor, mejor docente, mejor persona, mejor ciudadano. Estoy seguro que aquellos que tuvieron la suerte de ser tus alumnos/as estarán muy orgullosos de su profesor, es inevitable que para algunos, nuestra presencia haya pasado inadvertida. La docencia tiene estas cuotas a pagar, no podemos llegar a todos los alumnos, del mismo modo que no le podemos caer bien a todos, va con la forma de ser de cada uno. Algunos escuchan y se dejan ayudar, otros son más rebeldes y no se dejan, de ahí que la docencia sea una ardua tarea y a la vez, una de las más gratificantes.
Un saludo Profesor.
Querido Esteban:
Gracias por tus palabras. Están llenas de comprensión y sabiduría.
Claro que hay diferentes tipos de alumnos y también de profesores, Cuando se habla de la diversidad, casi se aplica e forma exclusiva a los alumnos. Y esa diversidad es la que me hace pensar que puede haber una distancia grande entre el profesor que has sido y el que pudiste ser si hubieras estudiado más, si te hubieras esforzado más, si hubieras sido más sensible, más cercano, más justo… Eso es lo que me ha llevado a escribir el artículo.
Comparto contigo la enorme dificultad que encierra la tarea, Ni sé cuándo escribiré un artículo (solo lo tengo en mente) sobre lo que llamo El paradigma de la complejidad. Estoy convencido como tu de que esta tarea es muy compleja. Una de las causas, por la infinita diversidad del alumnado, Suelo de ir que hay dos tipos de alumnos: los inclasificables y los de difícil clasificación.
Un gran abrazo.
MAS
He de confesar que el título del artículo: «Tengo que peritos perdón» me indujo a suponer que esos peritos a los que se solicita perdón son los alumnos y algo de verdad hay en ello pues son jueces y expertos en comparar, juzgar y «perdonar» nuestro proceder como enseñantes. También Carla se muestra «perita» en estas cuestiones, por lo que veo. Al final, concluyo que es un error tipográfico involuntario y que tiendo a buscar tres pies al gato.
En el artículo tú confiesas, yo alabo. Como alumno tuyo en Tui, siendo profesor de filosofía en el instituto, recuerdo tus clases como muy interesantes («filósofo» como me apodaban algunos compañeros era por entonces más un «mote» que un reconocimiento: la filosofía estaba considerada como un auténtico «rollo». Quizá fue por esas clases que le di una oportunidad a esa materia (la madre de todas las materias en realidad).
Personalmente recuerdo un trabajo que nos mandaste: leer un libro de filosofía en unas vacaciones y comentarlo posteriormente. En un alarde de osadía y envanecimiento decidí que podría con cualquiera y cogí uno al azar de la biblioteca de un tío mío (el más ilustrado de la familia). Cuando lo leí no entendí nada. Intenté quedarme con algunos párrafos pero aquello no tenía para mí pis ni cabeza. finamente lo leí en diagonal para poder realizar el trabajo y te lo entregué.
No quiero acordarme del título de aquel libro. No acierto a imaginar con qué tonterías rellené los folios de mi trabajo. Pero recuerdo tu mirada comprensiva, tus palabras de aliento, tu análisis positivo de aquel intento y la impagable y necesaria cura de mi autoestima. Gracias.
Querido Jesús Marical:
Qué intenso y hermoso recuerdo guardo de aquellas clases de Filosofía en el Instituto de Tui (entonces Tuy). Eran los últimos años del franquismo. Vosotros no sabíamos que yo tenía muchos problemas con el Jefe de policía. Por los contenidos de la asignatura y por la negativa a pedirle permiso para organizar los partidos de fútbol, los desfiles de modelos o los guatees. Un día me llamó para decirme que por qué había descalificado los sindicatos verticales. Me dijo que tenía que remitirme al libro de texto. Le contesté que mi tarea no era haceros repetir el libro sino ayudaros a criticarlo.
Qué pensa que no recuerdes el título del libro elegido para hacer el comentario.
Con qué hermosas palabras terminar el comentario, Gracias,
Con alumnos como tú resulta más fácil ser profesor.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Maestro!
Ni que decir tiene, que das ejemplo de grandiosidad como ser humano achacándote tantos errores en tu vida profesional.
Yo no me lo creo!
Eres un ser excepcional en cualquiera ámbito de actuación que manejes!
Mi experiencia vivida el día que te conocí personalmente, fue tan aleccionadora, motivadora y empática, que desde aquel día te sigo como el más grande de los héroes.
Conociéndote a través de tus pensamientos nunca podría imaginar que cometieras algún error intencionado que dañara en lo más profundo a tus alumnos.Fallos tenemos todos!
Mi lema es que hay que aprender una lección de todas las experiencias convirtiendo cada error,cada dificultad, en una oportunidad para crecer y tu sin duda te has convertido en el mejor de los educadores.
Ahora tienes a tu hijita Carla como referente de una vida plena de amor y afectos que te engrandece el corazón y te llena el alma!
Felicidades a todos los que aman a Andalucía!
Sin más me despido con un cordial saludo.
Querida Loly:
Gracias. Gracias, Gracias.
Creo que los profesores deberíamos estar atentos a nuestras limitaciones, en dos sentidos. El primero para aprender y mejorar nuestra práctica. El segundo para disculparnos por ellas. Nunca he tenido intención de hacer daño, pero no estoy seguro de no haberlo hecho.
Cuando le damos a alguien un pisotón, aunque no haya sido intencionado, le pedimos perdón.
No sé a quién le llegará esta solicitud. Es probable que la inmensa mayoría de mis alumnos y alumnas no tengan acceso a estas palabras, pero yo me sentía con la obligación moral de pronunciarlas. No lo hacemos todo bien. Y.algunas cosas, las hacemos mal. Incluso rematadamente mal. De ahí mi necesidad de pedir perdón.
Eres muy amable. Tus palabras hablan más de ti que de mi. De tu gran corazón.
Muchas gracias, de nuevo.
MAS
«Los peritos en ‘vereas’ no nacen sabiendo». Se hacen peritos por la práctica y máxime si esa práctica tiene que aprender más de una vereda nunca antes recorrida. «Se hace camino al andar» y se aprende el camino andando. No te flageles tanto. Ya vendrán otros que ni te conocen a flagelarte, si pueden.
Te conocí ya en conferencias, jornadas o cursillos y me encontré a gusto. Lo mismo yo ya estaba excelentemente «educado» y tenía una actitud más estudiantil, pero nos superamos si nos encontramos retos y si fracasamos. No todos los alumnos y alumnas nos entienden. Ya sabemos que cada uno tiene su alama en su almario y cuando la saca no tiene la misma lucidez que la de los otros. A veces se nos ciega con tanta luz y se protesta. Entonces hay que esperar a que las condiciones de luz sean favorables.
No tengo que perdonarte nada, pero te perdono por si a alguien se le pasa o no lo quiere hacer. Gracias por todo.
Un abrazo, josemª.
Querido josem:
Gracias por tu amabilidad y por tu generosidad.
Gracias por compartir las preocupaciones, las ilusiones y la reflexión.
Asistir a conferencias, cursos y seminarios dice más y mejor de quien asiste de que quien imparte. Porque las personas inteligentes aprenden siempre. Las otras tratamos de enseñar a todas horas.
Un gran abrazo.
Buen domingo y feliz Día de Andalucía.
MAS
Hola a todos los alumnos y alumnas de MA. Yo soy uno de ellos desde A Coruña.
Miguel Ángel. Acabo de leer tu carta y no he llorado porque Dios no quiso. La releeré y dependiendo cómo me coja,…
Soy alumno tuyo desde que di contigo por casualidad, o buscándote quizás, hace mucho y no me acuerdo. Leerte ahora en este espacio es la leche; seguirte en diferido en cualquier intervención en la que haya quedado constancia filmada, es la releche. Teniendo en cuenta todo esto deduzco que si me hubieses tocado de profesor en la universidad serías una lotería, sería la hostia.
No entiendo tu postura o quizás sí. Sólo se cansa quien da mucho (alguno se cansa de no hacer nada). Sólo pide perdón quien ama lo que hace y con los que trabaja o interactúa, quienes se paran a reflexionar para mejorar. (hoy no es día de hablar de política, pero hay un comentario de Pedro Sánchez que me carcome; yo pensé que quien nos gobierna en democracia siempre piensa en el pueblo a la hora de realizar su trabajo y no en su partido, en los suyos, en la casta). Sólo mira el reloj la gente que no le gusta llegar tarde a tantas cosa que hacer, no sólo los que se aburren. Puede que siempre andemos con demasiadas prisas y pasemos de puntillas por muchas cosas, como las noticias, la información, hay tantas que lo nuevo mañana ya es viejo.
Si gustamos a todos, o no estamos comprometidos con nada, o es que somos insignificantes y ni se dan cuenta de nuestra presencia ni para bien ni para mal. Alguien con valor no puede gustar a todo el mundo, sobre todo cuando ese mundo se te acerca con unas intenciones preconcebidas antes de conocerte.
Errores. Errores los cometemos los humanos que arriesgamos, que hacen camino, que quieren aprender y practicar cosas nuevas. Me emociono. Me cabreo, sí sé que no debo, pero me cabreo; me cago en la mar salada; yo te doy gracias , gracias, gracias por este lugar de encuentro y reflexión. No te mueras nunca. y ,si se te ocurre hacerlo, dejo que nos engañes un poco y que alguien de tu confianza siga haciéndonos pensar cada semana en reflexionar en busca de una realidad mejor.
Miguel A.S.G. pidiendo perdón. Sí. Va contigo. Va en tu ADN. Va en tu paradigma de educación. Y mi cabreo viene cuántos deberíamos pedir perdón por no ser perfectos. Y , de los que no son anónimos, sino por el contrario, empezamos a conocerlos bien ahora la cara dura que tienen con las hemerotecas de sus discursos perfectos, serios, vestidos como Dios manda. Esos, no sólo no piden perdón, sino que insisten en el daño, no te miran a la cara, gentuza. Pero más gentuza aún los no me consta, no sabía, invigilando. País. Perdona MA. Dije que nada de política. Hoy toca ser felices por ti, que aún te queda mucho por lo que pedirnos perdón a los que te seguimos, pero es que las injusticias me hacen hervir la sangre, me producen ese sentimiento que te hace seguir vivo y luchando en pos de la verdad, la igualdad, la fraternidad y la libertad. Menos estrategia y buenos abogados y más educación e investigación para todos.
Mencionas a tu hija y el perdón ( los niños y niñas, el futuro, me producen felicidad, calma y a la vez preocupación, pero prácticamente siempre medan alegría y me sorprenden, sean mis familiares o sus amigos de cole y de parque). No sé si lo dije alguna vez, diez así me repetiré.
Pablo (9 años).
– Estoy enfadado contigo.
– ¿ Por qué? ¿ Qué te he hecho?
– Tú ya lo sabes.
– No, no lo sé. Dímelo y lo hablamos, y si tengo que pedirte perdón te lo pido.
– Tú ya los sabes.
– Bueno, pues te pido perdón sea lo que sea que te haya parecido mal, perdóname.
Si dejo que siga la cosa, puede ir en crechendo o no. puede que cuando esté en cama yo él se me acerque como un gatito , como quien no quiere la cosa, y dice algo; puede que a la mañana siguiente me diga que ya no está enfadado conmigo, y se muestre más parlanchín; si quiere me lo explica, y si quiere no. Los hijos crecen muy de prisa. Nuestra misión es soltarlos aunque no queramos hacerlo nunca del todo.
– Yo te pido perdón a ti y a todos los lectores de tu blog, por todas las faltas de ortografía que pueda cometer sin disculpas del portátil, y por si resulto enfarragoso o pesado con mis comentarios y no estoy a la altura de participar en este, palabra que me has contagiado, HERMOSO lugar. Pero doy fe que cada día intento mejorar como persona en mis contradicciones y como plasmador de mis ideas por escrito. Un abrazo de dos minutos MA.
Miguel Ángel.
Pides perdón en primera persona, pero es una reflexión extensiva a todos los docentes. Yo también pido perdón por todas las razones que argumentas y por muchas más que seguramente habré cometido. Afortunada o desafortunadanamentes no somos máquinas. Cada docente tenemos puntos fuertes y débiles, como seres humanos que somos. El error, el fallo es algo innerente a ello. Estoy convencido que tus aciertos han pasado más en la balanza que los errores. Por ello debes darte por satisfecho, para muchos la balanza se inclina al contrario.
Yo no he sido alumno tuyo en la universidad, pero cada semana recibo una lección magistral de un gran profesor y una excelente persona. Por eso a mi no me debes pedir pedón, al contrario yo te doy las GRACIAS.
Querido Juan Carlos:
Gracias por tus palabras.
Consulté a una compañera antes de publicar este artículo. Me dijo que le parecía interesante por lo que dices: puede ser un marco de reflexión sobre la práctica docente y sobre nuestras actitudesRecuerdo que hace años comencé una curso preguntando a mis alumnos cómo les podía defraudar como profesor y yo les escribí a ellos cómo me podían defraudar ellos a mí. Después de intercambiar los textos, escribimos juntos otro que se tituló así: Cómo nos defrauda a ambos el sistema.
Pensamos en ayudar a las personas, en enseñar o en enseñar a aprender, pero cometemos errores. Decía James Joyce que «los errores son los umbrales de los descubrimientos». Por eso he querido reconocerlos públicamente. Claro que me hubiera gustado más dirigirme personalmente a cada uno de mis alumnos y alumnas. Ante esa imposibilidad he querido utilizar este recurso.
Gracias por leerme y por todos tus comentarios, que tanto aprecio.
Un abrazo.
MAS
Acabo de escuchar y ver a V.KUPPERS. Creo que vale la pena. NOS APRECIAN POR NUESTRA FORMA DE SER.
Con ilusión y motivación no se arregla todo, no basta.
No nos podemos conformar ante el desánimo.
Relativizar los problemas.
La lista de cosas para ir animados por la vida la sabemos todos.
La vida es simple,pero la complicamos mucho.
En la sexta a las dos de la mañana.
Debería estar en cama pero en Galicia mañana,hoy se duerme mejor un poco más tarde, con este tiempo.
GRACIAS
Querido José Antonio:
Dos cuestiones:
Primero: Quiero agradecer tus hermosas palabras y, sobre todo, el abrazo dos dos minutos. Una compañera del Departamento dice siempre que los abrazos no tendrían que durar nunca menos de 60 segundos. Tú has sido más generoso.
Segundo: Anoche vi también el programa de la sexta. Y oí los comentarios de KUPPERS. Ya ves que hay algún noctámbulo más por el sur. Es bueno ayudar a las personas a vivirse y a vivir de forma positiva. Bastantes dolores nos pone al paso la vida. Cuenta mi buen amigo Manolo Alcántara que recibió una mala noticia una noche antes de acostarse y se dijo: Menudo disgusto me voy a llevar mañana por la mañana cuando me despierte,
Un gran abrazo, querido amigo.
Buen domingo.
MAS
Querido amigo Miguel Ángel, yo que te he conocido de cómo eres y he disfrutado cierto tiempo de tu amistad, me dejas confuso y anonadado con este artículo. De qué pides perdón? Como dices, nunca has actuado a sabiendas de actuar incorrectamente. Cierto que no siempre llueve a gusto de todos, pero eso es ley de vida. En fin, lo que dices, a mi modo de ver, aumenta tu grandeza. Si las Águilas hacen eso a dónde nos meteremos los pajaritos.
Hoy doy testimonio de ti. Te conocí cuando fuiste niño, adolescente y joven y para mí siempre fuiste una persona genial, siempre dispuesto a ayudar, a echar una mano, agradable, optimista, bromista y respetuoso. Lo siento, pero yo no puedo más que decir cosas buenas de ti.
Cierto que en la larga vida profesional de la educación no se puede estar siempre al cien por cien, lo contrario no es humano.
Este acto de humildad, te hace más grande todavía y a mí me hace reflexionar…
No sé tus muchos alumnos lo que dirán, yo, de momento, te agradezco tus artículos semanales y,pensando en tiempos pasados, muchas más cosas.
Un gran abrazo.
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Siempre me he sentido honrado por tu amistad. Después de un largo período de ausencia, el reencuentro ha sido muy gratificante y nos ha permitido recuperar el tiempo perdido.
Gracias por tus generalísimas y hermosas palabras.
Tu fidelidad al blog me emociona y me hace sentir gratitud y afecto.
Un gran abrazo.
MAS
Desde que asistí a un par de charlas tuyas te añadí a mi blog para seguirte escuchando. Déjate de leches y jubílate a gusto, disfruta y sigue innovando y proponiendo sin prisas y sin obligaciones, que de eso es de lo que más se disfruta. Yo ya llevo así dos años y te lo digo son conocimiento de causa. Bienvenido al club y que se por muchos años.
Estimado Luisfer:
Gracias por participar en el blog leyendo y escribiendo.
Y gracias por tu invitación a vivir esta etapa nueva con ilusión y optimismo.
Da gusto saber que hay personas que lo están haciendo así y que ofrecen a los demás el magnífico ejemplo de su vida.
Un gran abrazo.
MAS
Resulta gratamente sorprendente, Miguel Ángel, que te dediques poco antes de comer a responder, dedicándoles unos preciosos minutos uno a uno, a estos alumnos tuyos que no tienen nada que reprocharte, al contrario que tienen que agradecerte.
Como diría Carla, me parece muy «considerativo». Ese considerar a todos valiosos, importantes.
Si alguna vez te equivocaste en el difícil arte de enseñar, confiesas, por si acaso, tus pecados (que no lo son); y demuestras un claro propósito de la enmienda (unas palabras de aliento y agradecimiento a cada uno de nosotros sin olvidar a nadie). De cumplir la penitencia estás eximido. La clemencia, la reservo toda para mí: yo sí que tengo pecados que expiar…
Estimado Jesús Marcial:
Qué menos puedo hacer que agradecer a quien se toma la molestia de leer el artículo y la de hacer un comentario que responde a la interpelación que se formula en él.
Es no solo de cortesía sino de justa reciprocidad. Y, sí, cada uno es diferente y merecedor de esa respuesta.
Ha sido un placer compartir contigo estas emociones y estas ideas sobre la experiencia que hemos v vivido y que ahora rememoramos.
Un gran abrazo.
MAS
Hay quien piensa que pedir perdón es rebajarse. Yo no lo veo así. Hay quien piensa que conceder el perdón es igualmente una debilidad. Tampoco lo creo así.
Este texto nos permite pensar en todas aquellas facetas en las que un profesor les puede fallar a los alumnos. Y a mi me parece estupendo que un profesor jubilado vuelva la vista atrás en busca de los fallos y las limitaciones. Me parece valiente y generoso reconocer que hub fallos y solicitar el perdón der aquellos a quienes haya hecho daño o no haya hecho todo el bien esperado o deseado.
Sería bueno que los alumnos hicieran algo parecido. Porque es más que probable que también ellos tengan algunas actitudes que hacerse perdonar.
He leído los comentarios que me preceden y las contestaciones del profesor a todas las personas que se han hecho eco del artículo. Me parece un sano ejercicio de diálogo y de reflexión.
Gracias al autor y a los comentaristas.
Saludos en el Día de Andalucía.
Yo no he sido alumno suyo pero he asistido a alguna de sus conferencias.
Y tengo que agradecer que las haya sembrado de toques de humor. Con buena estructura y contenido nunca me han resultado aburridas sino todo lo contrario.
Seguiré acudiendo siempre que pueda..
Gracias.
El artículo me ha parecido valiente y, a la vez, sensible a los posibles errores que el autor piense que ha podido cometer.
Ojalá todos los profesores hicieran lo mismo con sus alumnos antes y después de jubilarse.
Los comentarios dan a entender que los alumnos muestran satisfacción de haber pasado por las aulas c on este profesor.
Pues muy bien por las dos partes.
Está bien que lo expresen así. Tiene que ser una satisfacción comprobarlo.
A mí me ha parecido un texto emocionante y valiente.
Está bien pedir perdón. Como deberían hacerlos alumnos a los profesores por las deficiencias en del desarrollo de su actividad.
Un docente no se rebaja por el hecho de pedir perdón. El problema reside en no reconocer los errores o en pensar que no se comenten nunca.
Esta bien que los interpelados contesten en un sentido u otro. Y que agradezcan el gesto.
Mejor sería hacerlo en persona, pero esa es una tarea imposible,
Nunca he visto una iniciativa de este tipo. Me parece estupendo que, con carácter público y abierto, un profesional pida perdón a las personas con quienes ha estado en las aulas.
El profesor tiene poder porque se lo da la institución. Y desde el poder se pueden cometer abusos que quienes están en posición de súbditos no pueden evitar.
Por eso me parece bien que el profesor pida perdón a sus alumnos por los errores cometidos.
Querido profesor, fui alumna tuya, me siento enormemente afortunada por haber sido alumna en el año 2006, de la asignatura de Organización Escolar, incluso si me pusiera a mirar en el armario encontraría apuntes, apuntes que confeccionabamos nosotrxs mismos con tus orientaciones, porque tú nos explicabas, mucho, pero eras nuestro guía, es más, aún recuerdo las fábulas e incluso el tono de voz. Disfruté mucho en tus clases al igual que con Francisco Guerrero López o Lourdes de la Rosa; porque hacíais de la enseñanza una auténtica experiencia. Cuando digo que te tuve de profe soy bastante envidiada, por lo que creo que muchos perdones sobran, no obstante es de admirar, pero forma parte de tu esencia.
Me enseñaste, me hiciste ver el otro lado del mostrador, el profesor real, cercano, sensibilizado, accesible,… Tu estrategia de motivación funcionó a las mil maravillas, llevo 11 cursos siendo PT, de vocación, como nos inculcaste. Gracias por esos años de regalo.
Os dejo una muestra de lo que M.A. Santos Guerra nos enseñaba en sus clases, intento ser mejor persona, mejor profesional, mejor PT cada día. http://www.maestraespecialpt.com
Querida Almu:
No sabes la alegría que me ha producido tu comentario. Uno deja caer algunas semillas en la clase pero no sabe en qué tierra caen, si fructifican o no, si se hacen árboles con flores y frutos. Pero me bastas tú (una sola persona sería suficiente) para tener la seguridad de que el esfuerzo no ha sido inútil. Claro que si esa semilla se convirtió, como veo, en un árbol hermoso, frondoso y lleno de flores y frutos es porque tú estabas ahí con una actitud receptiva, positiva, generosa y comprometida.
La estrategia de motivación funcionó, como dices, porque tú estabas ahí y estabas así.
Me alegra mucho saber de tu entusiasmo y de tu compromiso en el trabajo.
No desfallezcas nunca porque solo a los peces muertos los arrastra la corriente.
Muchos besos.
Muchas gracias.
MAS
Qué duda cabe de que en una larga trayectoria se cometen errores. Como seres humanos que somos, sería inimaginable pensar que no se ha cometido ningún fallo.
Considero un acierto que, una vez finalizada la etapa laboral, se haga una recapitulación y se reconozcan esos fallos o esas omisiones.
Y me parece bien que ese perdón se pida públicamente a través de un medio como este.
La pena es que muchísimos alumnos y alumnas no llegarán a leer estas páginas.
No obstante, la idea me parece buena.
Ahora ya es tarde para evitarlos y no habrá ocasión de corregirlos en futuras actuaciones pero queda la satisfacción de que algunos que estén molestos por algo se sientan aliviados por esta actitud.
Ah, maestro!
Qué maravillosas reflexiones! Sí, es cierto, aquí usted lo pone muy en evidencia: se es maestro para siempre. No hay jubilación que valga, no hay retiro que de verdad retire. Usted es maestro y lo será por siempre, con o sin aula. Usted deja huellas,ilumina sendas, señala derroteros, enjuga lágrimas, estimula, contiene, corrige errores, guía, acompaña.
Acabo de leer su carta y estoy completamente emocionada.
Qué sabias sus plabras! Quién pudiera hacerlo como usted!
Ya hace casi dos años me he jubilado. Y ahora me doy cuenta que esta es una tarea que no hice. Aún no he pedido mis perdones.
Yo no tengo nada que perdonarle a Ud, sólo agradecerle por tanto!!!
Feliz vida! Y un abrazo muy, muy prolongado.
P/D
Por no estar en las aulas me perdí la oportunidad de conocerlo y abrazarlo personalmente el año pasado, pues me enteré tarde que había estado en Córdoba Capital (Argentina) dando una conferencia en la Universidad Católica. Lo lamenté muchísimo, no sé si tendré alguna vez la oportunidad. Lo abrazo nuevamente, desde el alma.
Querida Nancy:
Qué enorme alegría me han producido tus palabras.
Fue una pena no poder saludarte en Córdoba, pero espero que hay una nueva oportunidad de darnos ese abrazo de docentes jubilados.
Disfruta de esta nueva etapa. Estoy seguro que habrás dejado una estela de saber y de bondad.
Recuerda que enseñar no es solo una forma de ganarse la vida; es, sobre todo, una forma de ganar la vida de los otros.
Estoy seguro de que las vidas que tú has salvado son legión.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel:
Mil gracias por abrirnos esa puerta llena de emociones y sentimientos. Somos unas personas privilegiadas al poder disfrutar con casa letra que escribes. Siempre sigo aprendiendo de ti.
Como alumna que tuvo el placer de vivir tus clases, simplemente gracias. Gracias por toda la dedicación, el empeño, el interés, la pasión… que le pusiste a cada día y que fue contagiosa. Y como maestra que «voy siendo» cada día intento despertar la mitad de interés que yo he sentido en tus clases.
Un abrazo, Ana.
Querida Ana:
Te recuerdo muy bien en aquellas clases de la tarde. Tú estabas siempre cerca de la entrada, sonriendo, aplicada, entusiasta, atenta, participativa.
Con alumnas como tú, es fácil es profesor. Porque tú eres de las que estimula, anima, enriquece y motiva.
Tu deseo de aprender era tan manifiesto que me sentía estimulado para ofrecer lo mejor de mí.
Gracias a ti por ser una alumna como fuiste y una maestra como ahora eres.
Muchos besos
Muchas gracias.
MAS
Yo soy una especie de alumna postmoderna que lo ha visto en videos y ha leído sus textos desde Argentina.
La verdad es que me hubiera encantado poder tomar clases con usted o asistir a alguna de sus charlas aún no he tenido el honor.
Amo mis profesiones (profesora y psicóloga), actualmente en mi país la educación pública sufre una gran crisis, de la que como en muchas ocasiones lo he escuchado decir solo la podremos superar pensando en el lado afectivo y sentimental, hoy casi ausente en muchos colegas.
Le deseo el mismo éxito que ha tenido como educador, en su nueva etapa…
Saludos desde Argentina Cecilia
Querida Ana: Gracias por tus palabras, tan generosas, tan emotivas.
Soy yo quien te agradece la escucha y la cercanía.
Que sigas disfrutando de tu doble profesión. Estoy seguro de que estás ayudando a muchas personas a ser felices y a ser mejores.
Un beso.
MAS
El artículo me ha emocionado. No es fácil ver este tipo de actitudes al llegar las personas a la jubilación. No me refiero solo a los docentes sino a cualquier otro tipo de vida laboral.
En todos ellos se comenten errores. Pero no es fácil que la gente pida perdón. Por eso me ha parecido interesante y aleccionador este articulo.
Pedir perdón no es humillarse sino todo lo contrario.
Un saludo y gracias.
.
Me hubiera gustado ser alumna del profesor Santos Guerra. He oído hablar a quienes lo fueron y, por lo que cuentan, fue una experiencia magnífica.
El problema es quizá que quienes más tienen que pedir perdón no lo hacen.Esa es la cuestión.
Querida Laura:
Pues sí, yo creo que en todas las profesiones habría que hacer balance y reconocer que se han cometido errores,
Cuando se trabaja con personas es fácil que se haya dañado a algunas en el ejercicio de la profesión.
Creo que es bueno hacer este ejercicio de reconocimiento y que las personas se sienten reconocidas.
He pedido perdón porque creo que era un deber humano.
Muchas gracias por tu participación en el blog.
MAS
FUERA DE TEMA
Estimado Miguel Angel,
Le escribo nuevamente desde mi humilde lugar de Director del Instituto Secundario de Santa Teresa, Santa Fe, Argentina, pidiendo disculpas de antemano y permitiéndole la libertad de eliminar este comentario de considerarlo inoportuno.
Hace algunos meses comenté que en nuestro Instituto estamos implementando cambios que intentan dar un fuerte golpe a los formatos escolares tradicionales donde el maestro es el centro del aprendizaje y el alumno es un protagonista pasivo del proceso.
En este sentido, en el blog de nuestro colegio publicamos una entrada referida a estos cambios y desearía que pudiera darnos alguna opinión al respecto.
La entrada es la siguiente http://isestrada.blogspot.com.ar/2016/03/el-ise-ante-el-desafio-de-una-nueva.html
Con el más debido respeto lo saludo con un afectivo abrazo y reitero mis disculpas por haber aprovechado y haberme entrometido en este lugar que compartimos tantas personas a las que nos interesa y nos preocupa la educación de nuestros hijos.
Estimado Ariel:
No hay nada que disculpar. Ha sido estupendo poder compartir vuestro proyecto, que está lleno de buenas ideas, compromiso y entusiasmo.
Creo que es un acierto ese cambio de perspectiva que atraviesa todo el ideario: convertir al alumno en el protagonista del aprendizaje. Nadie aprende si no quiere. El verbo aprender, como el verbo amar, no se pueden conjugar en imperativo.
Las fuentes que utilizais para inspirar vuestro proyecto me parecen de peso y gran ambición. Enhorabuena porque en una etapa tan compleja como la Secundaria hayas levantado la bandera de la ilusión compartida pro eun aprendizaje que haga a los alumnos más sabios, más felices y excelentes personas.
Tenéis que formar no a los mejores del mundo sino a los mejore para el mundo.
Un gran abrazo.
Miguel A. Santos
Estimado Miguel Ángel.
Quiero compartir algo contigo de docente a docente. Soy un Maestro de Primaria que trabaja feliz en un centro en la serranía de Ronda . Estudié Magisterio y Psicopedagogía en Málaga deseando tener alguna asignatura contigo pero no pudo ser. Ahora que han pasado algunos años me gustaría trasmitirte que soy un enamorado de tus ideas de cómo las expresas y de la emoción que transmites en ellas. Disfruto cada artículo que leo de los que escribes, aunque no siempre este de acuerdo contigo pero me llegan como dirían en términos flamencos muy hondo lo que escribes. Como decía Connel » la enseñanza supone emociones en la misma medida que razonamiento puro» . Disfruto cada día leyendo tus artículos y busco en ediciones limitadas tus libros a ver si tengo suerte y encuentro para disfrutar leyendo con el arca de Noé. Por todo ello no tengo más que palabras de agradecimiento hacia ti y solo decirte que para mí formas parte de ese grupo muy selecto de Maestros que dejan mucha huella. Y que conste que te lo dice alguien al cual tú nunca tuvistes como alumno. Un abrazo.
Juan Francisco
Querido Juan Francisco:
Me han emocionado tus palabras.
Son generosas y alentadoras.
También me hubiera gustado a mí tenerte en el aula y compartir ideas y emociones.
Estoy seguro de que tus alumnos y alumnas disfrutarán ahora de ti, de tu tarea, de tu compromiso, de tu saber, de tu entusiasmo.
Te deseo lo mejor en lo personal, que es también parte de lo profesional.
Creo que no me equivoco si te felicito a ti por la tarea y a tus alumnos y alumnas por tenerte como profesor.
Un gran abrazo.
MAS
Desde mi experiencia dentro del Magisterio; puedo mencionar que hoy día existen muchos Matteo esparcidos por las Instituciones Educativas de todo el País; pues en estos tiempos modernos nos han sorprendido la capacidad intelectual con que crecen los chicos, pareciera que ya vienen desde su gestación con una creatividad sorprendente; ahora; cabe a cada docente darle lugar a este tipo de experiencia, ojala todos los docentes fueran como la Profesora de Matteo que dio lugar a esta palabra inventada pero con un significado contextual coherente a la tarea que se propone. Así también vale destacar la oportunidad de dar a conocer esta experiencia motivadora para esta generación de educandos y educadores.
Desde Concepción-Paraguay Nimia Alarcon