Gobernar con la teoría X

18 Jul

Cuando era un joven estudiante en la Universidad Complutense de Madrid me encontré, en la asignatura de Organización Escolar, con las teorías X e Y de McGregor. Luego supe que existían también la teoría Z y algunas más, que las criticaban y matizaban.

Al pensar que las personas necesitan ser controladas es más que probable que muestre un talante autoritario y fiscalizador.

Por cierto, desde el inicio de la reflexión sistemática sobre la naturaleza, estructura y funcionamiento de las organizaciones educativas, en todos los manuales al uso, he visto una traslación inquietante de las teorías organizativas empresariales al mundo escolar (nunca a la inversa). Las he calificado de “teorías de amos”. Cuando Taylor dividía con milimétrica precisión las tareas de los trabajadores, buscaba el mayor nivel de la producción para beneficio de los patronos. Cuando Elton Mayo se preocupaba por el bienestar de los trabajadores lo hacía con la pretensión de conseguir un mayor y mejor rendimiento para la empresa.

Hay, a mi juicio, un error básico en  la utilización del enfoque empresarial para la comprensión de la escuela. Lo enunciaré de forma lapidaria con el título del excelente libro de Christian Laval: “La escuela no es un empresa”. No lo es porque no son los mismos sus objetivos, ni los “materiales” con los que trabaja, ni la naturaleza de la autoridad… Sin embargo, existe una corriente empresarial más que inquietante. Por ejemplo, en alguna comunidad autónoma española, la formación de los directores de escuelas está encomendada a una empresa. ¿Qué saben esos formadores sobre educación?, ¿qué sienten sobre las finalidades de las instituciones escolares?, ¿cómo conciben la comunicación educativa…?

No voy a centrarme en esta cuestión. Traeré, más bien, a la consideración de mis lectores y lectoras, algunas reflexiones sobre la concepción que cada uno tiene sobre el ser humano que integra las organizaciones.

Mc Gregor  hablaba de dos teorías enfrentadas  (planteamiento un tanto maniqueo) que hoy se pueden seguir aplicando, a mi juicio, a las personas que trabajan dentro de las instituciones.

Las presento aquí, simplificadas al máximo, para que el lector se pueda identificar (o identificar a otras personas) con una de las dos, ya que son antitéticas. Aunque estas teorías se presentan de forma muy esquemática y han sido desarrolladas y criticadas por otras posteriores, creo que pueden servir para establecer una interesante discusión sobre las organizaciones.

Teoría X:

1. Los humanos manifiestan aversión inherente por el trabajo y lo evitarán siempre que puedan

  1. La mayor parte de la gente debe ser forzada, controlada, dirigida y amenazada con castigos con objeto de que trabaje para los fines de la organización.

3. Por regla general, las personas prefieren ser dirigidas, desean la seguridad y huyen de las responsabilidades.

4. Las personas son egoístas. Les importan poco los objetivos de la organización o de la empresa.

5. El ser humano se opone sistemáticamente al cambio.

6. Por  regla general la persona piensa poco, es ingenua y se deja engañar fácilmente por los demás.

Teoría Y:

  1. El trabajo físico y el mental  resultan tan naturales como el juego si producen satisfacción

2. La persona se autocontrolará y se autodirigirá para conseguir las metas de una organización si se siente comprometida con ellas.

3. El compromiso es una función basada en las recompensas y la mejor de todas ellas es la realización personal.

  1. La creatividad, el ingenio y la imaginación son patrimonio común de la gente y no exclusivas de un grupo selecto.

5. La persona media puede aprender a aceptar y hasta a buscar la responsabilidad. El evitarla es una reacción aprendida.

6. La gente no es pasiva por naturaleza. La amenaza y la coacción no son los únicos medios de conseguir objetivos.

En alguna ocasión organicé en la clase un debate en el que los defensores de la teoría X se situaban en una parte y, frente a ellos (literalmente) se colocaban quienes sostenían la Teoría Y. Estas posiciones podían responder a lo que pensaban realmente o bien obedecer a posiciones artificiales. Pasado un tiempo se alternaban las posiciones: quienes defendían la teoría X pasaban a defender la teoría Y. Y viceversa.

Las teorías reflejan el pensamiento y la actuación. de los miembros de la organización. Y también el de sus directivos. En ellos me voy a centrar. Es fácil suponEs fácil suponer cómo actuará en una escuela el director o directora que hace suyas las tesis de la teoría X. Al pensar que “los humanos manifiestan aversión inherente por el trabajo y lo evitarán siempre que puedan”, será lógico concluir, por ejemplo, que las bajas laborales son casi siempre tramposas y que solo esconden la pereza y la picaresca del profesional. Por eso verá justo el descuento de sueldo que la ley le aplica cuando falta al trabajo por sentirse enfermo. El director informará de manera inexorable sobre la ausencia del profesor, ya que, aunque justifique su baja con el correspondiente certificado médico, pensará que en algún lugar del proceso hay una trampa. O no está enfermo o tiene un médico amigo.

Como sostiene que las personas quieren ser dirigidas tratará de pensar por todos (ellos no quieren pensar), decidirá por todos (ellos no quien decidir) y se responsabilizará de todo (ellos no desean asumir ninguna responsabilidad.

Al pensar que las personas necesitan ser controladas es más que probable que muestre un talante autoritario y fiscalizador.

Como piensa que los profesores son egoístas y que van a lo suyo sin preocuparse de los demás,  tratará de organizar actividades colegiadas y de forzar el trabajo en aras del beneficio colectivo. Detrás de cada propuesta del profesorado albergará sospechas de intereses personales ocultos.

Nada espera respecto al cambio y la mejora, ya que supone que los profesores son personas ancladas en las rutinas y opuestas a cualquier cambio que venga impuesto.

Al considerar poco críticas e inteligentes a las personas, se permitirá actuaciones fraudulentas y tramposas, que los profesores no descubrirán fácilmente. Como supone que los profesores no actúan con ilusión y  motivación intrínsecas, propondrá sistemas de control rígidos y formulará amenazas de diverso tipo.

Tachará de ingenuos y de optimistas ridículos a quienes defiendan las tesis de la teoría Y. Pensará que son presa fácil de las trampas que les tienden los demás. De forma curiosamente paradójica porque esa forma de entender a los demás, no se la aplica a sí mismo.

Quien habla de los directores/as podría referirse igualmente a inspectores/as y, cómo no, a los legisladores  que elaboran unas leyes que, probablemente no se aplicarían a ellos mismos.

Esa es una curiosa contradicción en la que incurren, desde las alturas del poder, los defensores de la teoría X. La aplican a  todo el resto del género humano,  en el que contemplan una sola excepción que son ellos mismos. Si todos defendiésemos la teoría X como verdadera y nos quedásemos fuera de ella como honrosas excepciones, la invalidaríamos de forma radical. Porque todos nos convertiríamos en sujetos que hacen válida la teoría Y.

20 respuestas a «Gobernar con la teoría X»

  1. Querido Miguel Ángel:

    Me parece muy oportuno el tema que abordas en el artículo de esta semana porque enlaza con una experiencia que he tenido muy reciente.

    Así, presidiendo algunos tribunales de TFG (Trabajo Fin de Grado) con los que los alumnos y alumnas de Magisterio acaban sus estudios, algunos de ellos sin ninguna ocultación defendían las propuestas de traslación de los valores y esquemas del mundo empresarial al ámbito educativo.

    Lo más curioso es que quienes dirigían a este alumnado era profesorado joven, es decir, aquellos que, a pesar de su juventud (o quizás por ella), han asumido las ideas de competitividad e individualismo que, naciendo en el mundo de la producción y de los negocios, desean que se trasladen al aula.

    En concreto, alguno defendía el “coaching educativo” (no incluyo el título completo por respeto a quienes lo han planteado), es decir, que había que respaldar esa competitividad y ese individualismo como fundamentos para obtener estudiantes bien formados.

    Yo le pregunté a la alumna que lo defendía que me tradujera el español el término que fuera lo más equivalente al de “coaching”; y lo hacía con la intención de hacerle ver que aquello ella consideraba como una gran innovación ya tenía lejanos antecedentes. No supo responderme bien: me indicó que “coach” era entrenador (cosa que le confirmé), pero que no encontraba la palabra adecuada para “coaching”.

    Puesto que esos momentos los considero adecuados para, no solamente dirigirles preguntas, sino abrir debates, le sugerí a la alumna que pusiera algunos ejemplos concretos. Uno de los indicados consistió en la idea o la propuesta para que un alumno se sintiera especial entre todos, dado que ayudaría al profesor o profesora en ese día. Le manifesté mi total desacuerdo, al tiempo que le apunté que consideraba que todos los niños y niñas deberían sentirse especiales en su clase.

    Pero ese desacuerdo no era teórico o conceptual. Comenté a los presentes la experiencia que viví siendo adolescente: mis padres me llevaron, en Badajoz, a un centro privado (antes no se consultaba con los hijos), donde se tenía el hábito de formar émulos, es decir, que a cada uno se le asignaba un compañero/rival de modo que a preguntas abiertas que se contestaran bien, a comportamientos que consideraban buenos, etc., se les puntuaba favorablemente; en caso contrario, de manera negativa. De este modo, los jueves por la tarde salían a jugar a los patios los que hubieran superado al émulo.

    Como entonces no teníamos suficientes capacidades críticas, lo que puedo manifestar es que aquello no me gustaba nada, pues iba en contra de mi forma se ser, ya que entendía el compañerismo en sentido contrario.

    Con este ejemplo, le hice ver a la alumna (aunque ella era la transmisora de las ideas de su tutora) que el “coaching educativo” no era tan actual ni era nada neutral, sino que tenía una filosofía que respondía a los criterios empresariales, mercantiles y elitistas que desde ciertas posiciones políticas quieren imponernos en los distintos niveles: desde las edades pequeñas a los estudios universitarios.

    Para cerrar, una buena noticia que ya todos conocemos y que quiero hacer personal: le deseo al señor Wert que sea muy feliz en su nueva vida en la bella ciudad de París, que disfrute de su hermosa arquitectura, que vaya a sus magníficos museos para que se forme en arte y educación artística y las menosprecie tan descaradamente, que lea a los grandes clásicos de la literatura francesa… pero que, por favor, no vuelva a pisar la piel de toro durante muchos años y que nos dé un respiro, porque ya nos las tendremos que ver con su sucesor, al que le deseo también una breve estancia en ese cargo, a la espera de que sea alguien con mayor formación, sensibilidad y lucidez para que “el coaching educativo” no se traslade definitivamente a nuestras aulas.

    Un gran abrazo desde la tórrida Córdoba.

  2. Querido Aureliano:
    Cuántas buenas ideas en tu comentario.
    Desde la primera en la que insistes en el riesgo de la traslación de los principios de las teorías empresariales al muno de la educación hasta la última en la que le deseas al señor Wert muchos años en la capital francesa.
    Creo la corriente gerencialista de la escuela está matando las mejores preocupaciones por la innovación verdadera.
    Y, sí, me preocupa la línea de pensamiento de algunos jóvenes docentes universitarios…
    Conozco bien el sistema de émulos, las luchas entre cartagineses y romanos, el asueto de los jueves… ¡Una filosofía que reverdece pasados los años, pasados los lustros, pasadas las décadas…
    En cuanto al señor ex ministro, solo añadiré que fraguó el engendro al que he calificado de de «ley cruel» y luego pidió el relevo «por motivos personales» unos meses antes de acabar la legislatura. No sé si no creía en sus ideas o le faltaron fuerzas para llevarlas a la práctica.
    Me sumo a las dos.
    Un gran abrazo desde México.
    MAS

  3. No sé si el calor me hace matizar la Teoría Y. Tomar las cosas como un juego me va, pero con los seis sentidos, incluido el de la responsabilidad. El tema de las recompensas es conductista y lastra la entrega natural que se da en el juego. No todo, ni mucho menos también, está inducido por la acción-reacción, la motivación es un ingrediente natural que nos empuja desde dentro y no tiene que ser, ni siquiera, por satisfacción personal. Recuerdo los versos: «echando las flores de más / sin echar laurel de menos». Siempre están queriéndonos troquelar con advenedizas teorías que hacen bastardas todas las ideas que nos imbuyen.
    No es una casualidad que un ministro de Educación como Wert fuera empresario. Vaya modelo, aunque solo sea de falta de entendimiento y de empatía. Se confunde la competencia con la competitividad (pienso en mis queridos profesores universitarios muy competentes y nada competitivos). Sin ánimo de ofender, sabemos que si Wert se aleja y el que hay se mantiene lejos, nosotros mejor, porque «del amo y el mulo mientras más lejos más seguros».
    Las empresas privadas dan mucho que desear incluso a los adalides de sus defensores: las caídas en efecto dominó, las quiebras individuales, las mentiras desarrolladas y confirmadas a base de dinero negro, que se gastan en pasta gansa en las agencias de calificación… son suficientes, para saber de un modelo envenenado del que dicen que nos van a vacunar.

    • Estimado Josem:
      Mil gracias por tu comentarios. Lectores y comentaristas como tú enriqueces este blog.
      No es causal que esta ley actual esté concebida y gestada por un empresario. Es la filosofía de la derecha.
      Ojalá soplen pronto otros vientos, aunque la cultura neoliberal lo esté invadiendo todo.
      Un gran abazo.
      MAS

  4. Interesante texto, que provoca la reflexión.
    Es muy importante la visión de los directores sobre el ser humano y sobre las instituciones. De ella depende su actitud y sus comportamientos.
    Saludos.

  5. Hay más gente gobernando con la teoría X que con la teoría .
    Resulta un problema tener un director o una directora así.
    En el artículo se describe muy bien cómo funcionan estas personas.
    A nadie le gusta que le traten así.
    ¿Qué se hace en la formación al respecto?
    ¿Qué en la evaluación?
    Feliz verano.

  6. El texto tiene que hacer pensar a muchos de nuestros directores.
    Y a nosotros como súbditos, también.
    Porque muchas veces no exigimos lo que realmente necesitamos y merecemos.
    Un cordial saludo a todos los lectores.

    • Estimado Juan Carlos:
      Se puede decir que tenemos los jefes que nos merecemos. Porque muchas veces nos callamos, nos resignamos, aceptamos con demasiada facilidad los malos comportamientos y las malas actitudes de algunos directores y directoras. Incluso en la escuela pública. Veo actitudes despóticas que deberían ser toleradas. La autoridad está ahí para ayudar, para animar, para coordinar, para estimular, para escuchar, para proponer… ¿Por qué tanto silencio ante comportamientos inaceptables?
      Un cordial saludo y gracias por leer y por escribir.
      MAS

  7. No tenía ni idea de estas teorías, pero creo que dan juego para pensar y discutir.
    Hay muchos directores/as que tienen la teoría X y desde ella gobiernan.
    Yo creo que se debería tener en cuenta este tipo de cuestiones a la hora de seleccionar a los directivos.
    Feliz verano.

  8. Me ha encantado el artículo.
    Porque se centra en la forma de concebir la dirección.
    Hay formas de entender el liderazgo que, en lugar de mirar hacia los demás, miran hacia sí mismos.
    Los demás son los malos y los que mandan son los buenos.
    Una mala forma de dirigir.
    Saludos y buen verano.

  9. La dirección es una pieza fundamental en los centros.
    Una dirección pobre propiciará un clima de naturaleza pobre.
    Hay que cuidar más la selección, la formación y la evaluación de directivos.
    Un cordial saludo.
    MAS

  10. Querida Mariana:
    Comparto contigo la idea y la preocupación que tiene la dirección de las instituciones educativas.
    Te remito a mi libro «Las feromonas de la manzana: el valor educativo de la dirección escolar».
    En él explico la importancia que tiene concebir esa tarea como un proceso de ayuda al desarrollo de la comunidad y no como un mero ejercicio de control.
    El perro controla el rebaño, pero el rebaño no le sigue. Las ovejas temen al perro, le huyen. Las acorrala, las muerde, las persigue cuando se alejan. Pero el perro no es un líder.
    Habría que formar y elegir mejores directores y directoras. Y una vez en el cargo, la comunidad tiene que exigirles el buen hacer educativo que supone ejercer ese cargo de tanta responsabilidad.
    Saludos.
    MAS

  11. Un tema complicado.
    Lo primero que hay que preguntar es por qué algunos tienen tanto interés en ser directores.
    Hay motivos muy valiosos, otros intrascendentes y algunos perversos.
    Luego está el problema de la formación, que es corta y mala.
    Y el tema de la elección. A mi gustaba más el sistema anterior en el que la comunidad elegía a quienes deseaba que la dirigiesen. La comunidad se expresaba y decidía través del Consejo Escolar.
    Y luego está el ejercicio. A mí me sorprende lo mucho que aguantan los profesores en algunos casos.
    Saludos.

  12. Parece mentira que con la misma legislación haya un tipo de directores tan distintos. Desde el que ha entendido cuál es la esencia de la tarea hasta el que se ha creído que la escuela es un pequeño cortijo.
    Y la inspección, ¿cómo interviene? He visto muchos casos en los que ha dado la razón a la dirección en contra de todas las evidencias que estaban a favor del profesorado.
    Inquietane.

    • Pues bueno, yo he visto que la inspección interviene muchas veces en apoyo e la jerarquía. De forma, a mi juicio, equivocada. Porque creo que debería intervenir en apoyo de la verdad. Se lo he oído decir a muchos profesores. Recuerdo un caso (ya sé que un caso no es un argumento, pero puede reflejar bien lo que quiero decir) en el que una denuncia de un profesor a una manipulación del acta de un Consejo Escolar denunciada por un profesor, no tuvo por parte de la inspección respaldo alguno.
      Creo que debería encontrar en la inspección más apoyo el profesorado cuando los directores actúan de forma autoritaria o injusta.
      Saludos y gracias por leer y por escribir.
      MAS

  13. Conocía esas teorías. Siempre ma pareció interesante su esquematismo. Pero creo que siguen teniendo aplicación a las organizaciones.
    Veo muchas personas que critican la teoría X peor que, en el fondo, la practican en su vida cotidiana.
    Habría que pensar cómo situarse en la teoría Y. Uno mismo y a los demás.

  14. Soy directora de un centro. El artículo me ha hecho pensar.
    Me gustaría pensar que todos los que tengo en el centro a mi cargo siguen la teoría Y, pero no siempre se puede deducir que es así a través de los comportamientos.
    Tampoco se puede decir que uno siempre-siempre-siempre actúa bajo los cánones de la misma teoría.
    Gracias por las reflexiones,

  15. Querida Marta:
    Te deseo lo mejor en tu tarea de tan gran responsabilidad.
    Me alegra saber que hay directores y directoras que leen y se esfuerzan por reflexionar sobre su práctica y por mejorarla.O
    Ojalá se pueda felicitar a tu comunidad por tenerte como directora.
    Besos.
    MAS

  16. Me ha encantado esta reflexión sobre la dirección de los centros. Es una asignatura que tenemos pendiente.
    En todos los aspectos:
    _ La selección
    – La formación
    – el ejercicio profesional
    Y claro, habría que tener buenos claustros. Porque un grupo de profesores ilusionado y bien formado se dirige de manera sencilla. No es fácil coordinar un grupo de mercenarios.

  17. Sobre esta cuestión tenemos que reflexionar todos.
    Los interesados.
    Los políticos.
    Los profesores.
    Y las familias.
    Tener buenos directores es fundamental. Buenos músicos y un mal director de orquesta garantizan una mala actuación.

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