El niño que se sentó en las rodillas

4 Jul

He participado recientemente en unas actividades de formación en el CEFIRE (Centro de Formación, Innovación y Recursos Educativos) de Castellón. Estos centros, que tienen distintos nombres en el territorio español, están inspirados en los Teacher´s Center ingleses y realizan en España una interesante tarea para la mejora del desarrollo profesional de los docentes.

Y de pronto, ese día, estando en el laboratorio enseñando a sus alumnos a mirar en el microscopio algunos productos, uno de los alumnos...

Una de las actividades que realicé tenía como destinatario al grupo de asesores y asesoras del CEFIRE. Abordamos en la sesión siete perspectivas desde las que podrían comprender y mejorar la práctica de la asesoría. Las enuncio a continuación (el lector comprenderá que no tengo el espacio necesario para un mínimo desarrollo  de las mismas). Tendrían que avanzar desde la certeza a la incertidumbre, desde la simplicidad a la complejidad, desde la neutralidad al compromiso, desde la homogeneidad a la diversidad, desde el individualismo a la colegialidad, desde la queja a la transformación y desde la frialdad a la emoción. Da gusto encontrarse con equipos que funcionan como tales y que  están implicados en su trabajo y deseosos de mejorarlo cada día.

Pero  no voy a centrar este artículo de hoy en la sesión del CEFIRE sino en una conversación, breve, curiosa y para mí emocionante, que tuvo lugar desde la sala de trabajo hasta el restaurante en el que compartimos palabra y alimento en aquel tórrido mediodía de finales del pasado junio.

Uno de los asesores me contó la transformación que había vivido, el maravilloso milagro pedagógico que había experimentado  por un hecho sencillo y a la vez profundo, casual y a la vez intencionado, humilde y a la vez extraordinario. No olvidaré nunca las palabras del compañero de fatigas en plena canícula levantina. Aquella conversación fue una brisa de aire fresco que me dejó a la vez conmovido e intrigado.

Con toda la crudeza imaginable el profesor me contó que él era un profesor de Secundaria, como tantos otros, que había llegado a esa ocupación más por azar que por decidida y apasionada elaboración. Se calificó a sí mismo de mercenario hasta ese momento tan singular que enseguida describiré. Inmerso en el desafecto hacia los alumnos, instalado en prácticas rutinarias, centrado exclusivamente en la transmisión del conocimiento de su materia. Y a cobrar el sueldo.

Y de pronto, ese día, estando en el laboratorio enseñando a sus alumnos a mirar en el microscopio algunos productos, uno de los alumnos que apenas contaba 12 años, sin previo aviso, con la naturalizad y la espontaneidad que da la inocencia y la bondad, se sentó en las rodillas de ese profesor para poder mirar cómodamente en el microscopio y, al mismo tiempo, para poder preguntar y recibir de forma fácil las explicaciones necesarias. El profesor quedó tan sorprendido, tan desconcertado ante aquella súbita presencia que pronto se dio cuenta de que se había transformado todo en su interior. S en 1999o de este niño- de manera fortuita quien desde aqu                                                                    stúbitamente, se iluminó su vida. De la oscuridad de un ejercicio profesional vivido en la rutina, pasó a una esplendorosa realidad iluminaba por el sol del afecto.

El profesor sintió que aquel gesto insignificante había tocado y transformado su corazón. Vio a aquella criatura deseosa de aprender y totalmente confiada en que él estaba en condiciones y dispuesto a ayudarlo. Dio por hecho que ese regazo era un buen lugar para aprender y para preguntar. Para estar seguro.

Haré referencia a otra transformación concatenada al mismo hecho que se produjo en la vida del profesor, a quien desde aquí agradezco su confidencia. Su esposa, también docente, quien me oyó contar horas después la anécdota y me vio sorprendido porque  ella también la  conociese, me dijo:

–        Soy su esposa. Lo más llamativo de ese hecho fue que también cambió su actitud hacia los hijos. Antes se mostraba como un padre distante y frío y su actitud se transformó en la de un padre cercano, afectuoso, y apasionado por ellos.

Es curioso cómo un hecho tan irrelevante, tan minúsculo, tan anodino en apariencia, pudo contener aquella potencia emocional transformadora.  Y es que el cambio suele venir por el corazón. Aquella acción del niño, colmada de espontaneidad y de confianza, tocó el corazón de aquel profesor que, hasta ese momento, se había protegido de los afectos bajo la coraza de la acción y del pragmatismo.

Me llamó la atención el hecho del trasvase de sentimiento que se produjo en la vida del profesor. Los alumnos y las alumnas habían cobrado una nueva dimensión, pero sucedió algo similar con sus propios hijos. Digamos que su corazón, un tanto adormilado por las rutinas y las prisas, había despertado de su letargo.

No le pregunté si, en algún momento, el niño conoció la conmoción que había causado en su profesor. Imagino que le explicaría al oído con especial atención, con especial cuidado, con especial afecto (era ya otro) aquello que aparecía agrandado bajo la mirada del microscopio.

Me imagino al niño sentado en las rodillas de su profesor de biología. Es una preciosa y significativa imagen de lo que es el aprendizaje. Una comunicación enriquecedora que llega por el corazón al intelecto y que tiene camino de vuelta desde el intelecto al corazón. El niño en el regazo del profesor muestra de forma patente la esencia de la educación. Es una relación que se basa en la confianza y que, desde la cercanía emocional, alimenta un conocimiento que nos hace mejores.

Sentarse en ese lugar y dejar que el niño se siente, verse digno de esa confianza y sentirse con la confianza de que allí se está protegido contra ignorancia y el desamor, es la viva imagen del proceso de enseñanza y aprendizaje.

No sé si muchos profesores se habrán sentido alguna vez tocados por la varita mágica de la emoción. El niño que se sentó en las rodillas salvó del naufragio el viaje profesional de su profesor. Y es que los alumnos y alumnas hacen muchas cosas por sus profesores, unas de forma intencional y otras –como es el caso de este niño- de manera fortuita.. El primer libro que escribí en el lejano 1982 y que luego se reeditó en la Editorial Sarriá de Málaga en 1999, tiene este  significativo título: ”Yo te educo, tú me educas”. Es una forma de sintetizar  la esencia de la educación. Nosotros educamos a nuestros alumnos y ellos nos educan a nosotros. Solo si estamos abiertos y somos sensibles. Solo si estamos dispuestos a aprender. Otros profesores habrán servido de silla a sus alumnos, pero pocos habrán percibido ese reto, esa llamada, ese reclamo nacido de la confianza, de la espontaneidad y del afecto.  La educación es una tarea que se basa en la comunicación. Y la comunicación que salva es la que se sustenta en el amor. Creo con Emilio Lledó que esta profesión gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a quienes se enseña.

25 respuestas a «El niño que se sentó en las rodillas»

  1. Querido Maestro!
    Impactante relato!
    Es algo natural que algunas pequeñas cosas nos hagan percibir cosas inmensas,sobre todo en el ámbito de las emociones.
    Siempre he tenido la misma opinión que usted, la educación está fuertemente ligada a los afectos y a los sentimientos.
    El amor es el sentir más humano que transforma a todas las realidades existentes.Siempre que he trabajado con niños ellos me han dado mucho más que yo he podido ofrecerles.
    Vivir para los demás no es solamente una ley del deber, sino también una ley de felicidad,de la que presumo haber sentido en mis años de enseñanza.
    El corazón debe ser el guía en esta sociedad marcada a veces por el egoísmo extremo.
    Yo prefiero seguir sus reglas,los afectos llenan mi corazón con motivos de felicidad inmensos para poderlos repartir sin esperar que me sean devueltos.
    Buén verano a todos los comentaristas!
    Sin más me despido con un cordial y caluroso saludo!

    • Querida Loly:
      Gracias, como siempre, por compartir lo que piensas y LO QUE SIENTES. La escuela ha sido siempre el reino de lo cognitiva y debería ser también el reino de lo afectivo.
      Besos y feliz verano.
      MAS

  2. Pingback: El niño que se sentó en las rodil...

  3. Querido profesor:

    Nuestra labor está repleta de momentos críticos de aprendizaje que, si no estamos atentos, se pierden en el limbo de la inutilidad.
    Uno de esos momentos personales, “ínfimo e imprescindible” a la vez, me surgió hace ya mucho tiempo. Fue cuando me di cuenta que siempre mandaba a quien ya sabía hacerlo bien a quien lo iba a hacer bien, a buscar las tizas que necesitábamos, con lo cual estaba abriendo una brecha social mayor con quien no sabía y más lo necesitaba.
    Necesitamos ser más cuidadosos en la atención a estos momentos únicos que nos cambian la vida a todos.
    Gracias otra vez.

    • Gracias, Rufino, por tus reflexiones. Están cargadas de teoría y siempre hacen referencia a la práctica profesional. Por eso resultan saludables. Esa actitud crítica es la que nos permite comprender y mejorar lo que hacemos
      Un abrazo y buen domingo.
      MAS

  4. Hola a todos.
    Estoy de acuerdo contigo Miguel Angel en todas las ocasiones en que insistes en la importancia de los afectos mútuos alumnos profesores,de las emociones,el cariño. Valorarnos todos como somos y ayudarnos a ser mejores. Creo que eso lo va a conseguir una hora más de matemáticas.
    Mi temor a la hora de llevar a la práctica esa cercanía, esa afectividad,ese tratar a tus alumnos como tratarías a tus propios hijos,esa palmada de ánimo, ese abrazo, ese sentarse en tus rodillas, dependiendo de la edad,sino son muy muy pequeños que lloran,no sé si muchos compañeros o padres lo interpretarían como lo que es.Como hay de todo, se debe tener cuidado hasta en eso.
    Yo me preparé para Educación Infantil.¿La valía profesional la mide el sexo del profesor? Para los pequeños se piensa mamá-papá. En la sociedad se pide que los hombres sean iguales en las labores familiares. ¿ La sociedad qué ve más adecuado, una maestra afectuosa y cariñosa con su alumnado o un profesor?
    En las escuelas los niños pequeños carecen de referentes masculinos educando y siendo afectuosos. Eso puede trasladarse a casa y así seguimos con lo de que los hombres no lloran, no se dan abrazos, las mujeres sí y no pasa nada. Lo peor es pensar que eso está en los genes, que no es algo social, aprendido, cultural.
    Un abrazo afectuoso para TODOS e todas.

    • Estimado José Antonio:
      Interesantes sugerencias.
      La primera que recaba respeto, honestidad, prudencia y saber hacer.
      La segunda también pertinente. Cuando fui director de un Colegio en Madrid (de 1980 a 1984) nos preguntamos por qué solo había maestras en Infantil. El debate fue intenso y rico. Algunos decían que los padres/madres lo preferían. Pero algunos argumentamos que el polo femenino estaba muy presente en la familia y que debía compensarse en la escuela con la presencia equilibrada del otro polo. Y que eso lo podían entender muy bien los padres/madres. Otros decían que las mujeres eran más sensibles, ante lo que algunos argumentamos que las maestras poco sensibles deberían ser excluidas de la etapa. Y había colegas que se resistían a aceptar esa inferioridad. Al fin, decidimos poner maestros y maestras al 50%. La experiencia fue estupenda. Lo conté en 1984 en el libro Coeducar en la escuela. Por una enseñanza no sexista y liberadora.
      Gracias por tus comentarios. Son siempre atinados.
      Saludos.
      MAS

  5. Estoy de acuerdo con usted Miguel Ángel, en todo lo que respecta a las demostraciones de afecto entre maestros y alumnos, y siendo maestra de primario, sobre todo en grados bajos, cuando los pequeños tienen 5 ó 6 años, muchas veces se han sentado en mi falda, sobre todo a la hora de escuchar cuentos. Pero ni bien leí el articulo senti los mismos temores que José Antonio Romero Lema,quizá no todos los padres lo entenderían como un gesto paternal. Hoy está el mundo patas arriba, mucha gente alterada, hay muchos abusos y malos tratos, no se si estoy siendo torpe, o bruta en mi opinión, pero la verdad me causa cierto “resquemor”.
    Debemos ser cuidadosos en eso, nada más. Crear lazos, vínculos, pero ser muy cuidadosos. En nuestro país, ya no se permite a los maestros jardineros entrar a los baños a desprender los tiradores de los párvulos que no pueden hacerlo solos, debido a situaciones desafortunadas que se han suscitado.
    Disculpen, son mis temores, no quisiera que alguien se sintiera mal por esto. Feliz semana para todos.

  6. Emocionante relato.
    La verdad es que me ha emocionado.
    Ojalá tuviéramos las antenas desplegadas para captar todas las señales de afecto.
    E, incluso, para descubrirlas cuando están ocultas.
    Saludos y gracias.

  7. Me parece estupendo el haber compartido la historia.
    Todos debiéramos contar las cosas buenas que nos pasan.
    Sería un motivo grande de optimismo.
    Saludos y buena semana.

  8. Entre los docentes podemos encontrarnos dontintos tipos de embarcaciones. Están los acorazados, como el colega en el que se basa esta entrada. Afortunademte, esta coraza no siempre es impenetrable. También están los destructores. El nombre lo dice todo…, Los portaviones son aquellos que se cuando se desplazan hacen moverse a otras pequeñas naves… Estos barcos predominan sobre los anteriores en nuestras escuelas. Y, También existen muchas pateras que van socorriendo y alimentando la esperanza de los niños.
    Palabras importantes en la educación: confianza, afecto, comunicación, sensibilidad…

    Ser sensible supone ser permeable a los sentimientos y emociones de nuestros alumnos y alumnas. Conforme uno toma conciencia de ello a través de las reflexionez de MAS uno se va educando y aprendiendo. Gracias.
    Emo

  9. Me gusta mucho el texto que acabo de leer. Es muy significativo en cuanto a lo que yo entiendo por la esencia de la educación. Esa relación beneficiosa, afectiva y enriquecedora que mejora tanto al docente como al alumno.
    Me imagino a ese profesor antes y después de ese hecho que para él resultó transformador.
    Gracias al protagonista por contarlo y a MAS por compartirlo.
    Saludos.

  10. El mundo de los sentimientos está muy olvidado en la educación. Unos parecemos máquinas que enseñan y otros máquinas que aprenden.
    Sin embargo en los sentimientos está la clave de la relación educativa, tanto para los aprendizajes intelectuales como para el desarrollo de las actitudes.
    Saludos cordiales a todos los lectores y lectoras del blog.
    Gracias y enhorabuena por el artículo a su autor.

  11. Creo que el artículo es interesante desde muchos puntos de vista:
    – por contar una historia tan importante para el protagonista.
    – por poner el punto de mira en la esfera de los afectos.
    – por mostrar cómo un hecho tan sencillo puede tener tanta importancia.
    – por compartir lo bueno que nos pasa.
    – por servir de plataforma de encuentro.
    – por alimentar el optimismo.
    Así que, muchas gracias.
    Saludos.

  12. Hermoso texto.
    Aleccionador texto que nos muestra la importancia de los sentimientos en la relación educativa.
    Cuántas veces olvidamos que las personas nos sustentamos psicológicamente de afectos y no solo de ideas.

    El caso de este profesor de Biología es muy especial.Estaba atrincherado bajo la coraza de la frialdad y un niño rompió sin pretenderlo esa coraza. Admirable transformación.

  13. Creo que es muy importante contar las cosas, compartir lo bueno que nos sucede en la educación, de lo contrario, podríamos llegar a la falsa conclusión de que todo lo que sucede es malo.
    Hay una inclinación, creo yo, a dar relevancia a las cosas malas. Basta ver un telediario para comprobarlo. La mayor parte de las cosas que se convierten en noticia son malas. Pareciera que solo son noticia las cosas malas.
    Por eso me ha alegrado tanto encontrarme con este artículo.
    Gracias.

  14. Desde que se produjo el cambio del sistema educativo de EGB/BUP a Primaria/Secundaria, he sentido y vivido, en las experiencias que desde entonces nuestro alumnado de Primaria venía a contarnos con sorpresa y decepción, por ejemplo: “Se ríen de nosotros cuando levantamos la mano para pedir permiso para ir al baño”; que se van del colegio muy pequeños y que lo que realizan es un salto, una ruptura, cuando lo deseable sería, desde mi punto de vista, que el camino fuera una continuación y evolución progresiva en la que no existiera ese desapego, esa desvinculación pareciendo ser que no hay cabida para esta maravillosa conexión que compartes en tu artículo y que pudiera entenderse que es adecuada, propia y factible en las Etapas de Infantil y Primaria y no así en Secundaria.
    Conste que aunque estoy generalizando sé que existen en ambas etapas de todo, todo tipo de profesorado y alumnado, como en todas partes.

    Pero es que este curso lo tengo muy reciente, muy fresco, mi hija de 12 años ha cursado 1º de la ESO y a pesar del paso de tiempo transcurrido, sus comentarios y vivencias siguen poniendo de manifiesto este brusco cambio en la relación profesorado/alumnado, no con todos ellos/as, incomprensible para mi.

    Mi hija, el alumnado, al cruzar la calle para dejar el colegio e ir al IES no dejan de ser personas, no dejan de tener corazón. Como el chico que se sentó en las rodillas y alcanzó al corazón de su profesor.

    Pero voy un poco más lejos. Tampoco cuando llegamos a la Universidad, la mayoría de edad, hace que dejemos de ser personas con corazón.

    Gracias Miguel Ángel por haber sido de los profesores que siempre sentiste y practicaste que esto era así, aunque no nos sentásemos en tus rodillas ☺

    Un abrazo.
    MJA

  15. Buenas tardes,

    No sé, raro, raro. Ahora, siendo como soy un ser más bien maligno, no sé si todo de naturaleza o parte enseñado, yo les pregunto, a todos, ¿qué pensarían al ver a su hija (igualdad de género para afectos del corazón) o hijo, de doce años, sentado en las rodillas del frío y distante profesor de biología de su cole?. No sé, por favor, intenten ser sinceros. Quién sabe si lo que realmente sintió aquel profesor fue un recóndito inesperado y prohibitivo (para su conciencia y valores) eflubio de pasión. Recuerden que en estos temas la realidad supera a la ficción.

    Saludos.

  16. Si el profesor fuese maligno de naturaleza o aprendido, pensaría realmente mal. Si fuese de alguien que es capaz de compartir sus emociones con los demás de forma abierta estaría tan tranquilo como siempre he estado con todos los docentes de la enseñanza pública que han atendido a mis tres hijas. Pero claro, no todos somoa iguales…

  17. Quintiliano:
    Sinceramente, no lo creo. No lo habría contado si fuese así. Claro que existen riegos y perversiones. Y hemos de ser siempre cautos y respetuosos.
    No es que el profesor acostumbre a sentar a los niños en las rodillas. Es que el niño se sienta.
    Creo que tus miedos son lógicos pero que no responden en este caso a la realidad.

  18. Hay que tener en cuenta los comportamientos de los docentes y exigir que sean siempre respetuosos con la dignidad humana.
    Pero también hay mentes retorcidas que ven donde no hay o que suponen que puede haber donde no hay.
    Al buen entendedor, pocas palabras bastan.
    Saludos.

  19. Buenos días,

    Sabiéndose que un ínfimo porcentaje de la realidad de pedofilia sale a la luz. Al igual que el ínfimo porcentaje de violencia machista. Sabiéndose que los demasiados casos estadísticamente contrastados de abuso de menores -a pesar de su oscurantismo- se han dado en ambientes de afecto y relación estrecha, dígase iglesia y enseñanza, creo que hablan con mucho, pero mucho fundamento. Además también creo que ese grado de optimismo les aporta un plus de felicidad muy de envidiar por quien suscribe.

    Tengan un buen día.

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