Hace algunos años, tuve la suerte de visitar una pequeña escuela rural en el pueblecito Concepción de la Sierra, sito en la provincia argentina de Misiones. Era una escuela humilde, perdida en una montaña de esa maravillosa región, caracterizada por la tierra roja y la vegetación exuberante. En un armario medio desvencijado de la escuela, clavado con una chincheta, había un escrito que me detuve a leer con curiosidad.
Me gustó tanto que le pedí una copia a la directora. Me la entregó amablemente y se lo agradecí con sinceridad porque el escrito es una verdadera joya, que refleja de forma clara y sencilla los ejes de la auténtica educación. Posteriormente lo publiqué en un libro titulado “Arqueología de los sentimientos en la escuela”, editado por Bonum en Buenos Aires, libro que fue traducido luego al portugués por la editorial ASA, a petición de mi amigo José Matías Alves. Le pedí al editor portugués que no cambiase la identidad nacional del niño. Debía ser, en honor a la verdad y a la lógica del texto, un niño argentino.
El escrito es una carta que le escribe un niño de una escuela rural a su maestra. Siempre he sentido un especial afecto por las escuelas rurales. En una de ellas di mis primeros pasos por el camino del aprendizaje. Firma la carta José Domingo Juárez y está fechada en 1995 en Tucumán. La carta consta de diez puntos. Voy a reproducir ese texto a continuación como un pequeño homenaje a la escuela rural. Luego haré una breve exégesis del mismo.
- No te enojes por mis tardanzas, he recorrido muchos kilómetros para llegar a la escuela.
- En las frías mañanas de invierno, déjame calentar mis manos y mis pies: siento frío y tengo hambre.
- No te enojes por mis zapatillas o alpargatas sucias: están mojadas por el rocío del sendero.
- Enséñame a recortar mis uñas, me cuesta usar la tijera.
- No te enojes por no saber usar el lápiz, es muy liviano y yo estoy acostumbrado a usar objetos pesados.
- Enséñame a cantar el Himno Nacional, a usar mi Escarapela y a izar y arriar mi bandera. Por más que sé poquito soy argentino.
- No te enojes por faltar a clase una semana, tuve que trabajar pues mi papá estuvo enfermo.
- Háblame de mis plantas y animales, después cuéntame las cosas que tu conoces.
- No te enojes porque no tengo cuaderno, el patrón no pagó y yo no he podido vender nada.
- Ven a mi casa a visitarnos, mi perro no te hará daño, él sabe que me quieres.
Déjame silbar, cantar, reír y correr en la escuela. Me espera mucho trabajo.
Entre las muchas consideraciones que despertó la lectura del el texto en mí, desde el momento que lo leí por primara vez en aquella fría mañana de invierno, quiero destacar cuatro.
La primera tiene que ver von el amor. He querido titular el artículo con el texto del punto 10 por considerar que tiene una especial importancia. El niño deja constancia de la seguridad que tiene de ser querido por su maestra. Está tan claro, es tan obvio que el perro podrá percibirlo sin vacilación. Esa seguridad hace que el niño se sienta a gusto en la escuela, se sienta libre y feliz porque está en manos de alguien para quien él es importante.
Es en esa seguridad donde radica la esencia de la enseñanza. Dice Emilio Lledó que la profesión de enseñante gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña. El niño que escribe esta hermosa carta tiene la firme convicción de ser querido, de ser valorado, de ser considerado capaz de descubrir el mundo. Me gusta decir que los alumnos aprenden de aquellos docentes a quienes aman. Y está claro que el niño se dirige a una persona querida, entre otras razones, porque entra en el juego lógico de la reciprocidad. Él se dirige a una persona de la que espera comprensión precisamente porque le quiere.
Una segunda consideración tiene que ver con la importancia de los contextos. No es igual acudir a la escuela sentado en el asiento trasero de un coche conducido por el papá o la mamá que recorrer varios kilómetros caminando por senderos tortuosos y mojados bajo la inclemencia del tiempo. Lo cual tiene que ver con la necesidad de que los docentes entendamos quiénes son nuestros alumnos, de dónde vienen y cómo vienen. Decía un pedagogo italiano: Para enseñar latín a John, más importante que conocer latín, es conocer a John.
Un niño argentino, no es igual que un niño español. Y un niño andaluz, no es igual que un niño gallego. Y no es igual un niño andaluz de Sevilla que otro de Málaga. De la misma manera que, dentro de la ciudad de Málaga, no es igual un niño de El Limonar que un niño de El Perchel. Es imprescindible tener en cuenta el contexto. Quién es el que aprende, de qué contexto viene y a qué contexto quiere ir. Esto no quiere decir que el niño nacido en un contexto deba permanecer para siempre en él. No. Más bien lo contrario. La educación ha de servir para sacar a quienes Paulo Freire llamaba los desheredados de la tierra de su grupo de exclusión.
Una tercera consideración se refiere al carácter festivo de la vida en la escuela. El niño pide silbar, reír, cantar y correr en la escuela. Es en esa escuela donde el niño puede aprender disfrutando y disfrutar aprendiendo. No estoy de acuerdo con una escuela torturadora, una escuela asentada en el sufrimiento y la tristeza. Porque aprender es apasionante. El ser humano está diseñado para aprender. Por eso los niños y las niñas exploran, gatean, tocan, buscan… Y cuando empiezan a hablar, preguntan hasta la saciedad. Encadenan los porqués hasta colmar la paciencia de los adulos…
Es cierto que el aprendizaje requiere esfuerzo, sacrificio, perseverancia y tesón. Pero está claro que el esfuerzo se realiza con satisfacción y agrado cuando la causa lo merece, cuando la finalidad está clara y cuando el clima está cargado de afectos. Nadie ha invitado a la desidia en la escuela, aunque algunos de sus detractores digan que ha invitado a practicar la ley del mínimo esfuerzo.
Hay un cuarto filón de consideraciones. Me refiero al contenido del quehacer de la escuela. El niño le pide a la maestra que parta de lo que sabe, que empiece a hablarle de lo que él conoce, de sus plantas y animales, y solo después, que le hable de lo que ella sabe. Sin conocer las teorías del constructivismo, el niño pide que el conocimiento que se trabaje en la escuela tenga coherencia externa y esté conectado con los conocimientos previos del niño. Por ahí va la motivación. Es importante revisar el curriculum escolar, acercarlo a la vida, a las inquietudes, a las necesidades de quienes aprenden. Un curriculum academicista, alejado de la vida, de espaldas a las preocupaciones de los aprendices, resulta aburrido y frustrante.
La carta del niño encierra un ideario lleno de realismo y de sabiduría. Echa los cimientos del edificio del aprendizaje eficaz en la institución escolar: amor a la enseñanza y a los aprendices, adaptación a las peculiaridades de cada uno, creación de un clima tendente a la felicidad y conexión con los saberes previos de los aprendices. Si estuviéramos más atentos a los niños y a las niñas, a lo que sienten, a lo que piensan, a lo que quieren y a lo que hacen, tendríamos una buena parte del trabajo hecha. Y bien hecha.
Querido Maestro!
Sin duda alguna un comentario lleno de estímulos y de filosofía de vida donde las experiencias actúan como auténticos maestros en el desarrollo de la personalidad.
La carta es un preludio de sabiduría que nos enseña a todos que no siempre lo más fácil es lo más recomendable, que el luchar por las cosas nos inyecta tanta humanidad que cuando las consigues te sientes realizado al cien por cien.
Es el amor lo que tiene que mover a las personas y dignificarlas hasta tal punto que sean admiradas por el esfuerzo que hacen,como en este caso el esfuerzo del alumno para llegar a la escuela, y llenar el ambiente de complicidad para que la corriente de sentimientos sea recíproca.
La felicidad que sentimos al dar amor nos hace más grandes cuando recibimos un poquito, un beso, una consideración, un detalle, un abrazo, un aprecio, eso nos ayuda a sentir más energía para salir adelante.
Y la educación es la premisa más importante en la vida de los niños para hacerlos personas de buen hacer.
Actualmente nos han recortado tanto en educación que nos ha hecho millonarios en ignorancia.
Pero aquí estamos los que como usted pensamos que en ese buen hacer está el futuro de muchos niños que intentaremos que con nuestras posibilidades y nuestro esfuerzos el devenir les sea lo más grato posible.
Me encanta leer sus artículos, es como una energía positiva que me activa el organismo.
Feliz verano!
Sin más me despido con un cordial y afectuoso saludo.
Hermoso texto.
Extraordinario artículo que pone los pilares de la construcción de la escuela.
Me sumo al homenaje a loa escuela rural.
Un cordial saludo.
Tras una brillante exposición nos dejas la “perla” de la conclusión:
“Si estuviéramos más atentos a los niños y a las niñas, a lo que sienten, a lo que piensan, a lo que quieren y a lo que hacen, tendríamos una buena parte del trabajo hecha. Y bien hecha.”
Nos cuesta dejar el latín a un lado para tratar de conocer y escuchar a John…
¡Cuánta sordera! real y ficticia…
Un abrazo.
Agradezco esta instancia de autoreflexión, es un gran maestro que de forma cercana logra conectar nuestras realidades educativas con la inmensurada teoría que a veces vemos tan distantes de nuestro quehacer pedagógico.
Estimada Milena:
Gracias a ti por leerme.
Ojalá que el artículo provoque a la autoreflexión, como dices.
La finalidad de los textos es provocar la comprensión de la realidad y, a través de ella, propiciar la mejora de la educación.
Me alegra saber que hay lectoras sensibles como tú.
Tu comentario, aunque breve, es muy significativo para mí.
Besos.
MAS
El texto es impresionante. Qué forma tan sencilla y emocionante de decir cosas importantes.
Es verdad que encierra grandes verdades sobre la enseñanza y el aprendizaje en la escuela.
Resulta sorprendente la clarividencia de un niño pequeño.
Me ha gustado el título. Creo que es muy hermoso.
Saludos y buen domingo.
Yo también me sumo al homenaje a la escuela rural. Es tan importante como invisible. Pocos piensan en ella.
Ahí no hay privada que valga. Toda la escuela rural es pública. Ahí no hay negocio.
Sin la escuela rural muchos niños y niñas tendrían dificultades para salir adelante.
Los maestros y las maestras rurales tienen mucho mérito. Poca gente se lo reconoce.
La escuela rural es como si no existiera.
No se habla de ella, no se legisla para ella, no se la tiene en cuenta…
Y, a mi juicio, es muy importante.
A>tiende a muchos niños y niñas que, de no existir esa escuela, estarían condenados al abandono.
La carta del niño a su maestra es un documento magnífico.
Cuánto tenemos que aprender de los niños.
Bienvenido este artículo que nos hace pensar en la escuela rural.
Cuando vi el título no sabía de qué iba el artículo. Pero me atrapó.
Después de leer el texto del niño y el artículo de MA he visto que es un buen resumen de lo que allí se habla.
Esa expresión del niño deja bien a las claras cómo es el proceder y cuál es la actitud de su maestra.
Y creo que esa es la clave del éxito en la educación.
Gracias por compartir con todos los lectores y lectoras esos hermosos sentimientos y esas estupendas ideas.
Un cordial saludo.
Las cuatro ideas básicas del artículo, son efecto, un buen ideario para una escuela, sea ésta rural o urbana. Lo curioso es que estén incluidas las cuatro en la carta de ese niño argentino.
Qué realidad más distinta a la de muchos de nuestros escolares. ¿Cómo es posible que un niño No quiera ir a la escuela cuando otros hacen esos enormes sacrificios para poder acudir a ella?
Querida Dora:
Me ha alegrado ver tu comentario en este artículo.
Espero que tu estancia en Málaga esté siendo fructífera en el aprendizaje y feliz en las vivencias.
La escuela rural necesita apoyo y estímulo.
Gracias por leerme y por compartir con todos y todas tus ideas y sentimientos.
Besos.
MAS
Estimada Dora:
No sé lo que pasó con tu comentario. ¿Puedes mandarlo de nuevo?
Yo lo contesté, pero aparece el mío en sustitución del tuyo, no como respuesta.
Anda, por favor, reescríbelo y mándalo de nuevo.
Besos.
MAS
Hermoso texto.
Cuánta sabiduría en el corazón y la mente de los niños.
Es verdad, como dice el autor, que deberíamos estar más atentos a lo que piensan y dicen los niños.
Como nosotros tenemos que enseñar y ellos tienen que aprender se podría llegar a pensar que nosotros no podemos aprender y que ellos no nos pueden enseñar. Craso error.
Gracias por compartir ese texto que fuiste a buscar tan lejos.
Un saludo a todos los lectores y lectoras.
Estimada Matilde:
Recuerdo una hermosa canción sobre el maestro de pueblo. La escribió e interpretó un cantautor español llamado PATXI ANDIÓN. Decía cosas como éstas: “Con el alma en una nube y el cuerpo como un lamento, llega el problema del pueblo, llega el maestro…”. Y añadía: “el cura cree que es ateo; el alcalde, comunista y el cabo jefe de guardia cree que es un anarquista…”. En esa canción llama al maestro “alma del pueblo”. En su momento la supe de memoria y a ella me remito. Me gustan de ella el contenido y la música.
Lo que pasa es que pocas personas quieren ser maestros de pueblo. Muchos pasan por las escuelas rurales como simples peldaños para llegar a la capital. Creo que habría que formar a maestros y maestras para estas escuelas tan especiales y tan importantes.
Saludos.
MAS
Hola, Maestro Miguel Angel! Justo en este mes cumplí un año de jubilada, y la verdad que mis horarios, actividades, y hasta mis hábitos están cambiando. Sólo tengo un alumno de secundario particular, un adolescente con dificultades al que estoy haciendo un acompañamiento, apoyo, contención. Conduzco un programa de radio en la FM de mi pueblo, al que llamé Las palabras cuentan, en el que cuento cuentos, biografías de escritores, canciones, sus autores, en fin, literatura.
Además obtuve el título de “abuela”.
Tengo una huerta orgánica, concurro a una clínica literaria… es por todo eso que me distraje y no he participado en tanto tiempo de su blog.
Esta semana me han visitado tantos ex alumnos, que pensé que de verdad, no se es maestro sólo ejerciendo en centros educativos convencionales,sino que se trata de un estado de espíritu que va más allá de las aulas. Y aquí he vuelto.
El artículo de esta semana es hermoso. Deja ver la sabiduría de los niños, que es sorprendente.
Por otra parte amo a la escuela rural, concurrí a ella cuando niña, y fui muy feliz en ese ámbito.También ejercí por años como docente rural, como personal único o con personal a cargo.
Creo que el simple hecho de vivir en el campo, hace de cada niño una persona más serena, más tranquila y pensante, menos aturdida por ruidos o encandilada por luces. Son algunos de los privilegios y ventajas de vivir en zona rural. Por lo general nadie cierra con llave las puertas, por eso a estos niños les resulta natural abrir el corazón. Todos somos parte de ambiente, de la geografía que nos toca habitar. Despues, algunos se irán llevando su paisaje, otros no, pero un sello siempre perdura.
Abrazo al alma, querido maestro Miguel Ángel!! No pensé que advirtiera mi ausencia.
Gracias por los buenos deseos y de manera especial por la asesoría que está siendo muy fructífera.
Con gusto, va de nuevo mí comentario:
El título es muy grato al leerlo porque atrapa al lector/ra y proyecta realidad y sentimiento cuando se ubica como parte del corazón de la publicación.
Comparto el especial afecto por las escuelas rurales porque precisamente en una de ellas donde también realicé mis segundos pasos por el camino del aprendizaje. Me honra que sea un niño de la escuela rural quien nos recuerde la razón de ser de la educación y provoque la reflexión en todos/as desde los diferentes espacios de acción.
Querida Nancy:
Claro que he notado tu ausencia.
Y este nuevo comentario tuyo justifica el porqué se nota tu ausencia.
Es un hermoso comentario que describe muy bien las características de la vida rural.
Es un estilo de vida. Una forma de ver el mundo y de relacionarse. Las personas se conocen, se saludan, confían unas en otras.
Y la escuela rural participa de esa filosofía…
Un gran abrazo.
MAS
El texto del niño es magnífico. Efectivamente, sería estupendo escucharlos.
Por otra parte, he de decir que la escuela rural debería ser más comprendida, apreciada y ayudada. Gracias a ella los niños de algunos pueblos tienen futuro.
Estupendo artículo.
Saludos.
Los niños tienen una sabiduria y una espontaneidad adreatividad.mirable.Lo que pasa es que la escuela va matando esa espontaneidad. Tienen que escuchar y tienen que repetir demasidas veces.
A mi me preocupa mucho la desaparición progresiva de la creatividad.Es importante que los docentes reflexionemos sobre la naturaleza de nuestra tarea. No basta la buena voluntad. Es necesaria, pero no suficiente.
Maria:
Gracias por tu comentario.
A mi tambien me preocupa mucho lo que pasa en la escuela.
El ser humano está diseñado para aprender. ¿Por qué la enseñanza, a veces, les rsulta insufrible a los niños?
O lo que estudian no sirve para la vida.
O no lo sabemos enseñar.
O no les queremos.
O no nos oordinamos.
O no nos coordinamos.
O les aburrimos.
Algo hay que mejorar. O mucho.
Buen día maestro Miguel Ángel Santos Guerra. Unas compañeras y yo nos hemos atrevido a realizar un trabajo, sobre la autoridad de los docentes, desde la percepción de los estudiantes, se nos a criticado fuertemente por dos razones básicamente:Una de ellas por que según el critico la autoridad esta mandada a recoger, él no le ve la necesidad y por otra parte, porque si se va a cuestionar de alguna forma al docente, se le debió realizar entrevistas también a ellos.Hemos trabajado en demostrar que la voz de los estudiantes es importante, más aún cuando las normas aparecen escritas para que ellos las cumplan y si no las cumplen son a ellos a quienes se sanciona, como lo dice usted en uno de sus texto, Le agradecemos su aporte para la defensa de nuestro trabajo ya que usted es el autor que respalda nuestro trabajo en el marco teórico y será para nosotras un verdadero honor, tener este encuentro, un poco más directo. De antemano gracias, por todo lo enseñado, por todo lo aprendido y por su puesto por los interrogantes que luego de leerlo y escucharlo, me he planeado.
Querida Luz (queridas autoras del trabajo):
No comparto la opinión de vuestros críticos. ¿Cuántas veces ha dictado sentencia la autoridad sin consultar, sin preguntar, sin atender las opiniones de los súbditos? Claro que puede haber un trabajo en el que se de la opinión en EXCLUSIVA de los estudiantes. Nosotros pensamos esto y esto y esto. Claro que sí. Muchas veces, cuando se plantean estas críticas, no es más que un intento de autojustificación del poder. He visto muchas veces cercenar la libertad de los estudiantes cuando se les pide opinión. Lo decía aquel empresario: A mi me gusta que mis trabajadores me digan la verdad, aunque eso les cueste el puesto.
Harían bien quienes leen esos trabajos en escuchar con HUMILDAD Y SENCILLEZ lo que dicen los estudiantes, lo que piensan, lo que se atreven a decir.
Creo que hay que fortalecer lo que yo llamo “el discurso crítico ascendente”, Hay que liberar la voz de quienes han estado privados de voz durante tanto tiempo.
Un beso muy grande y mucho ánimo.
MAS
Gracias maestro su aporte es valioso.