Unas personas son como bolsos y otras son como fuentes. Las fuentes solo saben dar, los bolsos solo sirven para recoger. En un entorno desértico no abundan las fuentes. Por eso da gusto encontrarse con personas como Manuel Santos, farmacéutico de la Plaza Nueva de Granada. Manuel es una fuente. Te sorprende y te agrada ver que hay gente que confía en los demás sin necesidad de acreditación alguna. Si todos fuésemos como este hombre, el mundo sería mucho mejor. Por eso le dedico estas líneas.
No es una persona joven, por lo que se le ha de suponer una experiencia variopinta que, por lo visto, no le ha destrozado la inocencia original. Estoy seguro de que habrá sufrido, como los demás humanos, desengaños y frustraciones. Pero a él no le han destruido el sentimiento de confianza en sus semejantes. Es decir, que su corazón es más grande que sus desengaños.
Explicaré por qué digo todo esto. El día de Jueves Santo visité con unos amigos alemanes la hermosa ciudad de Granada. Después de una prolongada visita a la Alhambra, nos acercamos al centro de la ciudad. Tenía necesidad de comprar una caja de pastillas y me acerqué a una farmacia que estaba abierta. Era una hermosa farmacia, pequeña y antigua. Saqué mi receta y enseguida reparó en que no figuraba en ella, como es preceptivo, mi número de afiliación a la Seguridad Social. Consecuentemente, recogí la receta diciendo:
– No se preocupe, señor, mañana compraré mis pastillas en Málaga.
– No, por favor, me dijo Manuel, yo le daré sus pastillas ahora y usted me llama desde Málaga por teléfono y me dice cuál es su número de afiliación. De momento guardo aquí la receta hasta completar los datos.
Me quedé boquiabierto. El farmacéutico no me conocía de nada. Y yo no le pedí que me despachase mis pastillas ni le hablé de urgencia alguna. Hubiera visto lógica una negativa. Su afabilidad y su credulidad me parecieron admirables. Un proceder propio de una fuente: llegas, bebes gratuitamente y te vas.
Ya sé que es un gesto pequeño, ya sé que se trata de un detalle insignificante, pero está uno tan acostumbrado a la desconfianza que le llama la atención. Podía haber pensado que yo no llamaría o que le quería engañar para conseguir un medicamento a bajo precio. Podía perder el teléfono que me había dado para llamar. Podía, en definitiva, abusar de su confianza. Pero el buen hombre confió en mí. Pensó que yo iba a cumplir mi palabra. Sin ningún justificante, sin media pregunta. Ya sé que se trataba de una cantidad pequeña pero, precisamente por eso, podría haberme dicho que comprase en Málaga mis pastillas. No sé que hubiera pasado de no llamar, probablemente él hubiera tenido que poner de su bolsillo la diferencia.
Llamé al día siguiente, como era justo y lógico. Pregunté por él. Y ese día no trabajaba, razón por la cual no le pude agradecer de nuevo su gesto. Atendió mi llamada una compañera y recibió mi número de afiliación y mi agradecimiento por la actitud de su colega. No se suele fallar ante una señal de confianza como ésta. Pero, claro, no siempre sucede lo justo y lo racional. De ahí que crezca la desconfianza.
Quiero aprovechar esta sencilla anécdota para hacer algunas reflexiones sobre la desconfianza. Pienso que, desgraciadamente, crece sin cesar. Unas veces porque se ha vivido o se ha oído una mala experiencia. Alguien se fio de otra personas y tuvo que arrepentirse porque esa persona falló. Otras veces por una actitud desmedida de prudencia, de modo que, si eres una persona que confía en los demás, eres tachado de ingenuo.
Vas a un Hotel y te piden una tarjeta bancaria como si te fueses a ir sin pagar. Está bien. Hubo alguien que en otro momento lo hizo pero, ¿por qué tienen que pagar justos por pecadores? Lo he dicho algunas veces en los Hoteles que me exigen la tarjeta al hacer el registro:
– ¿Qué les he hecho yo para que desconfíen de mí?
Si ves a alguien en la carretera haciendo autostop, lo suyo es seguir adelante sin detenerse o, incluso, pisar un poco el acelerador. El autoestopista puede ser un delincuente. Y, si alguien se ofrece a llevarte, no debes subir al coche porque el conductor puede ser un ladrón o un asesino. Claro que han sucedido cosas terribles, pero hay que desmontar ese clima de recelo mutuo.
Cada vez hay más cámaras de vigilancia en las calles, cada vez hay más aparatos de detección de objetos robados en las tiendas. Cada vez se incrementan las medidas de seguridad. Lo sensato es desconfiar. Lo correcto es sospechar que el otro nos quiere hacer daño. Todos, por definición, somos sospechosos. Mientras no acreditemos la bondad, somos malos. Con frecuencia se nos advierte en los aeropuertos de que no dejemos de vigilar los objetos de nuestra pertenencia. Nos recuerdan sin cesar que estamos rodeados de ladrones.
Recuerdo que, en el año que viví en Irlanda, no vi rejas en las ventanas de las casas. Desde la calle se podía observar el interior de las viviendas. En nuestro país casi no se concibe un blindaje de rejas, puertas con seguros, carteles que anuncian que la casa está protegida por sistemas diversos. La inseguridad es un negocio.
En muchos pueblos, las puertas de las casas permanecían abiertas durante el día y la noche. Hoy no es casi imaginable. ¿Por qué decimos que estamos progresando tanto? O, mejor dicho, ¿a qué llamamos progreso?
De partida, el otro es malo hasta que se demuestre lo contrario, en lugar de pensar que el otro es bueno, por definición, mientras no se demuestre lo contrario.
Se sigue educando en la desconfianza. Se repiten advertencias cada vez más insistentes: “no recibas nada de desconocidos”, “no hables con ellos”, “no te fíes de nadie”, “ten cuidado con quien se acerca a ti”, “no te vayas con nadie que no conozcas”, “los chicos pretenden aprovecharse de ti”…
Qué decir de los estereotipos de raza, género, procedencia, aspecto… Si es un gitano, te puede robar; si es una mujer, te puede seducir; si es un hombre, te puede maltratar; si es un negro, te puede hacer daño; si es un gallego, te puede engañar; si es una persona mal vestida, te puede extorsionar; si es africano, te puede contagiar… Hay que aprender a desconfiar para poder sobrevivir en un mundo en el que un semejante es un enemigo, un ladrón, un asesino, un pervertido, un raptor, un terrorista… Piensa mal y acertarás, dice el tantas veces mezquino refranero español. Y en otra sentencia, de parecida filosofía, dice: Por la caridad entró la peste.
En un mundo así, da gusto encontrarse con personas como Manuel Santos, farmacéutico de la Plaza Nueva de Granada. Estoy seguro de que su pequeño gesto fue fruto de una forma de ser, de una actitud bondadosa, de un hábito generado a través de muchas acciones y, en definitiva, de una forma de relación positiva con los demás. Ojalá hubiese en Granada y en el mundo muchas personas como él. No sé si llegarán alguna vez estas líneas a sus manos. Si así fuere, quiero que las entienda como una humilde forma de felicitación y de gratitud.
Creo que es muy necesaria la reflexión para pensar en el mundo que estamos construyendo. Es imprescindible pensar si somos más felices en çél o más desgraciados, si cada vez nos fiamos más unos de otros o cada vez desconfiamos más unod sde otros.
Una sociedad donde se vive con más miedo, con más desconfianza y con menos solidaridad no avanza por el buen camino.
Es preciso pensar en las causas de estos mles y en las soluciones para los mismos.
El que haya personas como este farmacéutico es un bálsamo.
Gracias por la reflexión de hoy.
Magníficas reflexiones. Hermoso todo lo que se dice. Cuando era niño me decían que en Alemania los periódicos nos colocaban en puestos en la calle sin vigilancia y que la gente cogia el suyo y todos pagaban. Ya entonces me parecía algo alucinante. No hace mucho estuve por Holanda. Allí vi como en muchos lugares tenían expuestos productos del campo si que nadie los cuidara, el que quería se servia y pagaba. ¡Qué hermosura poder confiar en los demás y tener la seguridad de no ser engañado! Aquí cien candados nos parecen pocos. Educación, conciencia cívica es lo que necesitamos. Cierto que hay gente que no necesita vigilancia, que se guía por criterios de honestidad, que se puede confiar en ella. No sé si a la actitud de este buen hombre se encontrarían muchos con la respuesta del comprador.
La realidad es que lo que impera es la desconfianza y eso es algo que se gana. Ya me gustaría que se pudiera cambiar esa desconfianza en confianza hasta con los desconocidos, para eso: educación.
Saludos
Apreciado profesor:
Seguro que va a leer sus líneas y cómo le está usted de agradecido porque me he puesto rauda y veloz a buscar el teléfono de la farmacia. He llamado preguntando por él, pero no estaba, y al señor que se ha puesto le he dicho para qué era. Me ha preguntado que si soy amiga suya,profesor, le he dicho que no pero que le conozco y no quería que se quedaran sin leer el artículo.
Un abrazo fuerte.
Querida MT Contreras:
Gracias por tu amabilidad.
Esta mañana hablé con él para decirle si quería que le enviase algún ejemplar del periódico. Me dijo que tenía amigos en Málaga y que se lo encargaría a ellos.
Manuel Santos me volvió a dar la imagen de un hombre bueno.
Muchas gracias por leer, por conectar con este hombre y por hacerme llegar el comentario. Tú también eres una fuente.
Besos.
MAS
En pimer lugar,estimado profesor,como hablaba con usted esta mañana,estoy impresionado por su maravilloso articulo que he leido y vuelto a releer con mi mujer y me he dado cuenta de que hay gente como vd,que un hecho tan simple como depositar la confianza en una persona que por otra parte debiera ser algo natural, ud ha sabido sacar de ese detalle el lado mas humano de las relaciones personales.Le estoy sumamente agradecido por el detalle de llamar a la farmacia para dar el numero de afiliacion y por volver a llamarme para indicarme que su articulo estaba puyblicado en la prensa malagueña.PARA ud vaya un abrazo sincero y no dude que ese detalle que tuve con ud lo volvere a tener con las personas que lo necesiten.Muchas gracias D.Miguel
Estimado Manuel:
Veo que tenemos medio nombre y primer apellido iguales. Es un placer encontrarse en la vida personas como usted. Fue un detalle, pero un detalle que, por desgracia, no abunda.
Tengo famiia en Granada y es probable que se acerquen a saludarle en algún momento.
Me ha alegrado mucho encontrarme con su comentario esta noche, cuando ya me iba a acostar.
Ojalá que todas las personas sembremos confianza a nuestro alrededor. Así, el mundo sería más habitable.
Un gran abrazo para usted y para su familia.
Miguel A. Santos
Querido Maestro!
Hoy es un día muy especial para mi, mi nietecíta cumple tres añitos y estoy muy feliz por ello!
Se lo he comentado alguna vez que sus comentarios son como rios de sabiduria que me llegan al alma.Siempre encuentro en ellos ideas identificatívas de una manera de ser que me hacen ser plenamente feliz.Me considero más una persona fuente y le digo más disfruto con ello, aunque también me gustaría recibir cualquier tipo de aprecio.
Nos sorprendemos cuando alguíen nos trata bién que debería ser lo correcto;pero así estamos falta educación al respecto.
Me siento bién leyendo sus artículos cada semana.Me gusta cambiar el refranero y digo:»Piensa bién aunque no aciertes».Siempre ha sido mi lema.
Felicidades por el artículo.
Sin más me despido con la alegría que me contagia, ha sido todo un placer leerlo!
Querida Loly:
Felicidades a tu nieto en este tercer cumpleaños. Y a ti como abuela. La Editorial Graó publicó no hace mucho un libro sobre la vivencia de abuelos y abuelas docentes. Y le puso un hermoso título que desvela la complicidad de nietos/as y abuelos/as: NO SE LO DIGAS A MAMÁ.
Que disfrutes de la abuelitud.
Y sí, yo creo que eres una fuente y que disfrutas siéndolos.
Tenemos que educar a las personas para que sean fuentes en la vida.
Gracias por tus hemrosas palabras que me animan a escribir cada sábado.
Un beso.
MAS
Excelente reflexión. Lo más importante es hacer entre todos un mundo mejor en el que todos podamos vivir felizmente. Digo todos y todas, no unos pocos. Una buena parte de esa posibilidad es que seamos educador para la solidaridad, para la ayuda, para la compasión. Es decir, como fuentes que saben dar: ofrecen agua de forma generosa, sin esperar recompensa. Están siempre ahí, manando para que el viandante encuentre agua fresca y saludable.
Estupendo el ejemplo del farmacéutico de Granada. De su comentario se deduce que ees una magnífica persona.
Saludos y buen domingo.
Hermoso texto.
Hay que combatir la desconfianza.
Y se hace, entre otras formas, proponiendo ejemplos como el del farmacéutico de Granada, tan bien descrito en este artículo.
Cada uno tiene que actuar de forma que el mundo se un poco mejor.
Y trabajar porque los otros también lo hagan.
Saludos.
Querido amigo; y digo amigo, y desde hace tiempo, porque las personas que oigo por la radio o leo lo que escriben, y me llegan y hacen sonreir o reflexionar, estén en donde estén, son amigos.
Vivo en A Coruña y soy de una aldea de Muxía. Allí muchas puertas siguen abiertas.Trabajo por zonas rurales reparando teléfonos y no sería la primera vez que me dejan una nota,entro,reparo, y me voy.
Pero siempre me estoy haciendo preguntas.Tipo Mouriño cabreado (no me gusta):¿Por qué nos bajamos los patalones en los aereopuertos?¿Qué significa que un político bese a un niño?¿Por qué terminan los mítines levantando los brazos como si tu equipo gana la chapions? ¿Por qué no hay un noticiario de buenas noticias? ¿Profesores pilotando aulas de una forma indecente? Con eso se va a quedar la gente.
Primera vez que te escribo pero no la primera que me río con tus anécdotas sobre la EVALUACIÓN. Última por favor. ¿Por qué todos los políticos dicen que la educación es lo más importante para el progreso de un país, y es siempre lo primero que se cargan, desprestigian o manipulan a su favor? Y otra, ¿por qué en los debates televisivos sobre asuntos de educación nunca hay auténticos profesionales en el asunto? Siempre opinan los que opinan de todo.
Un saludo. Gracias por existir. Mala suerte no poder haber sido alumno presencial tuyo.
Estimado José Antonio.
magnífico comentario. Excelentes preguntas. Lo primero que hay que hacer para buscar respuestas es hacerse buenas preguntas.
Pues nada, con un solo comentario tú me has conquistado a mí.
Estoy seguro de que hubiera aprendido mucho de ti si hubieras sido alumno mío. Yo me lo he perdido.
Qué hermoso lo que nos cuentas de esos pueblos de Galicia. ¿Por qué decimos que progresamos mucho cuando tenemos que montar sistemas de seguridad tan exhaustivos?
Un abrazo enorme y gracias por leerme y por tu comentario de hoy,
Es de celebrar que los comentarios superen al texto que fue su origen.
MAS
Hay que educar a los hijos y a los alumnos para que sean fuentes. Hay que tener en cuenta los valores. No se puede instigar a la desconfianza siempre. No es bueno hacer pensar que todos los desconocidos son sospechosos.
Hay que hacer un mundo mejor, no un mundo de enemigos.
Da gusto encontrarse con personas qeu confían en los demás.
Saludos a todos los lectores.
Un texto interesante y aleccionador.
Creo que si todos fuésemos como el farmacéutico de Granada este mundo sería más habitable, más hermoso y más justo.
Ya sé que hay maldad, pero debemos combatirla con la bondad y la confianza mutua.
Hay que hacer triunfar a la bondad.
La educación no consiste solo en saber muchas cosas. Ni siquiera en saber hacerlas bien. La educación, sobre todo, en el cómo se es.
La forma de relacionarnos con los demás es un indicador magnífico de la buena o de la mala forma de ser. Si los demás no te importan e, incluso, los tratas mal y los extorsionas, no tienen un auténtica educación. Porque la educación exige valores.
Un abrazo a todos los lectores y lectoras del blog.
Me parece estupendo que se hable de ejemplos y no solo de corrupción. Me ha gustado mucho la idea de José Antonio de que haya un tlediario solo de cosas buenas. Digo esto porque las noticas siempre son asesinatos, violaciones, robos, escándalos… Como si no hubiera gente buena en el mundo.
Hay que potenciar lo bueno. Hay que subrayarlo y alabarlo.
Por eso me ha gustado el artículo.
¿Por qué aumenta la desconfianza entre las personas? ¿Por qué vivimos con la sensación de que nos van a engañar, maltratar o robar? Porque se habla constantemente de lo malo que hay (que lo hay). Pero estoy convencida de que hay más gente buena. El problema es que lo bueno nop es noticia.
ay que publicitar los buenos y la buena gente.
Está dominando el mundo la sensación de que nos rodena personas sospechosas.
Hay que cambiar esa sensación.
Hace falta mejorar la convivencia entre las personas.
No podemos alimentar una sensacion de desconfianza de unos rspecto a los otros.
Ya se que hay hechos tan horribles que incitan a la desconfianza, pero no nos pueden matar el vision positiva de los demas.
Hay que actuar con los demas como nos gustaria que actuasen con nosotros. Y a nosostros no nos gustaria que, de partida, nos consideransen unos ladrones o unos asesinos.
¿Qué es lo que le ha hecho ser así al farmacéutico de Granada?
Pues seguro que tuvo unos padres y unos profesores que le ayudaron a enfocar la vida de una manera positiva.
Probablemnte habrá tenido ejemplos hermosos en la vida.
Y, sobre todo, es la responsabilidad que ha sabido ejercer sobre su poropia vida y su propia forma de vivirla.
Quiero decir con estas líneas que el interesado tiene una gran responsabilidad pero que la educación es una tarea determinante.
La finalidad de la educación es que las personas sean capaces de construir una sociedad mejor a través de la solidaridad.
Creo que Manuel Santos es una persona que está bien educada,
Así sí se puede hacer una sociedad donde puedan vivir felizmente.
Qué hermoso detalle. La vida está llena de detalles. A veces vamos buscando actos heroicos, actos de gran impacto… Y se nos pasan por alto las pequeñas acciones que son las que suceden cada día.
Ahí es donde puede actuar todo el mundo.
Los detalles están en las manos de todos.
Excelente idea la de resaltar las cosas buenas. Porque estamos habituados a que solo sean noticias las cosas malas. De hecho, los telediarios abren siempre con tragedias, asesinatos, robos, violaciones o nuevas vetas de corrupción política.
Alguien ha dicho en estos comentarios que debería haber un telediario solo de cosas buenas. Me apunto a esa idea.
Y felicidades al farmacéutico de Granada.
En el sistema edu©ativo hay que dar más espacio, prestar más atención y realizar más aconsejara formar en aspectos éticos y sociales.No pueden ser las instituciones meros lugares para aprender conocimientos.
Estimada Mª Carmen Díaz.
Permítame que comente su aportación. Con todo mi respeto.
Creame si le digo que la escuela, que es la punta de lanza del sistema educativo, presta mucha atención a los aspectos éticos, sociales, afectivos, comunicativos, relacionales, conductuales,… Porque como comenta en el artículo Miguel Ángel, vivimos en una sociedad complicada, una sociedad donde prima las desconfianza, el egoismo, la sinrazón,…
Frente a estas lacras, afortunadamente existen personas, como en la que se basa esta reflexión semanal del profesor Santos Guerra, que nos recuerdan que hay excepciones a la regla, muchas más de las que creemos observar…
Vivimos en una sociedad donde los niños maduran antes de lo previsto fruto de un cúmulo de experiencias, a veces impropias para su edad, y eso hace que la labor del maestro en la escuela no se centre meramente en el ámbito del conocimiento, sino en múltiples ámbitos más.
Generalmente esta labor formativa complementaria de los docentes es consecuencia de déficit familiares.
Sea como fuere, la labor docente, especialmente en las etapas iniciales de nuestro sistema educativo, generalmente ser predominantemente formativa.
Saludos.
Querido Juan Carlos:
Tres pequeñas sugerencias:
Yo creo que las excepciones son las personas que se portan mal, no al revés.
Y creo que la tarea sobre las cuestiones que planteas no es la complementaria sino la fundamental.
Y creo que la escuela no hace lo que deja de hacer la familia en el terreno educativo, sino que es tarea también importante de la escuela.
Un abrazo y gracias por leer y escribir.
MAS
Trataba de darle importancia a la labor formativa, de ahí mi comentario. Quizás no me expresé con precisión. Se aceptan las sugerencias.
Estoy deseando saludarte el día 29.
Un abrazo y gracias a ti por la réplica.
Querido Juan Carlos:
Las gracias te las debo a ti.
Me hará ilusión estar vosotros en el cole.
Irá un asesor del CEP que se llama Ramón Alba. Quería que participase en una actividad suya pero es incompatible con un viaje a Chile.
Nos vemos.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel.
Hablaba de excepciones porque me remitía al contexto de tu artículo, cuando reflexionas sobre la actitud del farmacéutico, … daba la impresión que hablabas de una excepción a la regla al decir «En un entorno desértico no abundan las fuentes,…» o «Te sorprende y te agrada ver que hay gente que confía en los demás sin necesidad de acreditación alguna. Si todos fuésemos como este hombre, el mundo sería mucho mejor». Claro que hay mucha gente buena, yo el término malo no lo he utilizado. Quizás me he expresado mal y no debería haber utilizado el vocablo «lacra». Hablaba de excepciones en cuanto a desconfianza, egoismo o sinrazón. Ser desconfiado no significa ser malo, se puede ser egoista y poseer otras cualidades, se puede actuar algunas veces sin razón y otras con razón,…
Comparto contigo que la actividad formativa del maestro es muy importante, precisamente por ello he realizado el comentario a Carmen, para destacar esa importancia. El término complementario no es excluyente. Quería hacer constar que ambos aspectos se dan en la escuela. No hablaba de porcentages de una u otra. Pero está claro que tú también has utilizado mi comentario para apuntalar la idea de que la acción formativa es muy importante. Me parece perfecto.
Y finalmente, yo sí creo que la acción foramtiva de la escuela es mayor con niños que presentan más déficit actitudinales. Cuando en el ámbito familiar hay muchos problemas eso se traduce en la escuela. Con ello no quería decire que sólo hagamos formación cuando falta en casa. Siempre formamos con todos, pero está claro, medido en el número de interacciones que realizamos con unos u otros alumnos, que hay algunos que esta acción compensatoria de formación es mayor que con otros. No todos se comportan igual.
Así mismo, con ello no quiero decir que el nivel socioeconómico y cultural de la familia indique que unos niños están mejor educados o formados que otros. Porque en todos sitios «cuecen habas».
Sirvan mis comentarios para sacarle un poco más de punta al lápiz…
Un abrazo y gracias a tí por tu réplica. Siempre se agradecen tus palabras…
Estimado Maestro Miguel Ángel;
Primero mis disculpas por un ausentismo en el no participar regularmente en los ensayos semanales, razones muchas, aunque lo sé excusas no valen más que agravar la ausencia misma. Pero ya estamos nuevamente.
En fin, siempre, bueno casi siempre he dicho, «confío hasta que me demuestren lo contrario», hago práctica esta frase en el cotidiano, laboral, personal.
Me ha tocado ver cómo refutan o critican esta frase, los interlocutores diciendo:» yo al revés, Desconfío hasta que me demuestren que puedo confiar»…
es cierto, sembrada la desconfianza, lo que se cosecha es miedo, inseguridad, temores, se ocupa demasiado tiempo en buscar la falla, la caída de las personas para confirmar que es verdadera la desconfianza, en vez de otorgar mayor credibilidad y acompañar, ayudar a fomentar la confianza en si misma. Si bien es válida y pertinente, la crítica, la diversidad de opinión, si no está fundada en la credibilidad, ummm difícil será aquella relación, en su amplio sentido, laboral, social, personal, de pareja…
saludos desde Chile,
Estimado Carlos:
No te preocupes por la ausencia. Lo importante es que has vuelto.
Comparto tu sentimiento básico sobre la confianza en el prójimo. Esa actitud me parece no solo más optimista sino más realista.
Un cordial saludo.
MAS
Cierta anécdota destacar que me ha llamado la atención y que me causa una gran pena que no haya más personas así, pero en cierto modo es comprensible ya que vemos día a día como parte de esta sociedad de la que formamos parte solo busca su propio interés sin importar siquiera si con sus actos están dañando a otros.
En esta sociedad hace más falta gente como Manuel, pero para ello debemos «reconstruir» esta sociedad en la que nos encontramos, de forma que la gente pueda volver a confiar de igual forma que antes se hacía.
Hoy en día muchas personas son incapaces de respetar lo que dicen, no saben guardar su palabra y esto es lo que nos va destruyendo día tras día.
En mi opinión debería trabajarse para que esto no fuese así, educar en estos conceptos, en estos valores tanto en la escuela con en las familias, así de esta forma tan simple podríamos crear una sociedad en la que se conviviría mucho más a gusto, en la que podríamos confiar y no ir con miedo a que nos quieran engañar o estafar.
Miedo tan sumamente común en nuestra sociedad.
Con infinito agrado le sigo constantemente, no siendo así el comentario. Debo compartir con agrado que he aprendido a conocer muchos rinconcitos de la práctica que usualmente descuidamos por la dinámica del ejercicio de la práctica en el aula (requisitos administrativos, entre otras cosas). Trabajamos presionados, llegamos acelerados con el tiempo encima y nos reciben en muchísimas ocasiones con un sin fin de cosas adicionales que en nada favorece lo que en su momento se había planeado y mucho menos se considera la saturación de los alumnos. Siempre he sido empática con mis alumnos, pero leerle me ha dado además de la empatía, infinidad de tips para llamar la atención a la hora de organizar y dinamizar las actividades en el salón de clases… estoy maravillada con el artículo de evaluación (-1.17) cómo me hace pensar todo lo que limitamos a los alumnos al no considerar sus habilidades y características como personas, me hace pensar en el valor numérico como si fuesen mera mercancía, cuando en realidad son personas que pretender aprender les apoyemos en su formación (total) y les marcamos como bien menciona en otro de sus artículos (El dedo corazón). Ojalá pudiéramos ser un reto con para ellos con nuestro estilo, pero no es así en todos los casos…. Un saludo afectuoso y mil gracias por saber compartir toda su experiencia y conocimiento…. Excelente ser humano! Alma…