En el mundo animal encontramos ejemplos admirables de los que los seres humanos podemos aprender. Recuerdo haber leído hace muchos años un libro emocionante del etólogo y premio Nobel de Medicina Konrad Lorenz. Se titulaba “El anillo del Rey Salomón”. Procedía el título de la leyenda que cuenta que el sabio rey disponía de un mágico anillo que le permitía hablar con los animales y conocer lo que ellos decían. Las deliciosas descripciones de las costumbres de los animales de aquel libro me ayudaron a sentir y pensar.
La curiosidad que provoca el conocimiento de la vida de los animales y el amor que los protege de la brutalidad y de la crueldad de la naturaleza y de los humanos, es una forma de sensibilidad ética. Maltratar a los animales es una manera de envilecerse.
Hace muchos años que leí esta aleccionadora historia sobre el vuelo de los gansos. Más de una vez he pensado servirme de ella para propiciar algunas reflexiones que nos ayuden a revisar nuestros comportamientos. La etología ha descubierto por qué los gansos vuelan juntos. Lo hacen formando una «V» porque cada pájaro, al batir sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda al ganso que va detrás de él. Volando en V, todo el grupo aumenta por lo menos en un 70% su poder de vuelo, comparado a que cada pájaro lo hiciera solo.
Los gansos comprueban que hay una forma de volar que no solo facilita el vuelo individual sino que ayuda al resto a volar
Cada vez que un ganso se sale de la formación y siente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de volar solo y de inmediato se reincorpora al grupo, para beneficiarse del poder del compañero que va adelante.
Cuando un líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar.
Los gansos que van detrás producen un sonido propio de ellos y lo hacen con frecuencia para estimular a los que van adelante para mantener la velocidad.
Cuando un ganso enferma o cae herido, dos de sus compañeros se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo, y se quedan con él hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o hasta que muere.
Vivimos en un época en la que el individualismo campa a sus anchas en la sociedad. Un individualismo de dos tipos. El primero se refiere al exclusivo interés por uno mismo. En tiempos de crisis, adquiere un nuevo matiz: sálvese el que pueda. El segundo individualismo tiene que ver con un ego colectivo que puede ser la pareja o la familia. Lo demás y los demás no solo es que no importen, es que pueden ser sacrificados en aras de la causa particular.
Los gansos ha descubierto que es mejor ayudarse unos a otros que competir por ver quién llega primero, Es más razonable ayudarse que destruirse. Es mejor ser compañeros de viaje que hacen más fácil el vuelo que competidores que se obstaculizan y se destruyen.
No nos damos cuenta de que, a la larga, esa forma egoísta de plantear las cosas, acaba siendo perjudicial para todos. Porque la unión hace la fuerza. Cuando un ganso decide volar por su cuenta, olvidándose de los demás, tiene muchas más dificultades en hacerlo.
Nos está pasando que, al ir cada uno a lo suyo, nos estamos perjudicando todos. Nuestra fuerza se multiplicaría si nos ayudásemos unos a otros. Pero no. Cada individuo piensa que los demás son obstáculos, destructores o competidores de su felicidad. Como si se tratase de repartir un pastel y pensásemos que lo que se lleva el otro, nos lo quita a nosotros. Puede entenderse, por el contrario, que o construimos entre todos una casa o no tendremos casa. Son dos formas de ver las cosas. Los gansos nos muestran por qué es más razonable la forma solidaria de proceder.
Los gansos nos dan otra lección con su estrategia colectiva de vuelo. La asunción de responsabilidades se reparte para ejercer el liderazgo de forma que cuando uno se cansa otro le releva. Cuando uno no puede más, es relevado por otro, que tiene que hacer un esfuerzo singular durante un tiempo. El líder vuela al servicio el grupo. No se aprovecha de los demás sino que los sirve. Esa forma de asumir la responsabilidad es positiva para todos, no solo para quien la ejerce. El relevo hace que todos puedan aportar ese servicio al grupo.
Voy a publicar en Argentina y Portugal dentro de una semanas un libro sobre el valor educativo de la dirección escolar. Se titulará “Las feromonas de la manzana”. La metáfora se debe al hecho de que las manzanas tienen unas feromonas tales que si metes una manzana en un bola con frutas verdes, éstas maduran por la influencia de las feromonas De esa manera se muestra que la dirección es una fuerza que ayuda a crecer. En el libro explico que el líder es aquella persona que ayuda a crecer a los demás. Y en él defiendo la tesis de que no me gustan los directores o directoras para toda la vida sino los que ejercen la dirección durante un tiempo y luego se incorporan al grupo como uno más.
Cuando el líder está como uno más en el grupo, sabe lo que es ser un líder y cuando está ejerciendo el liderazgo sabe lo que es estar como uno más en el grupo. No creo que unos hayan nacido para el liderazgo y otros para la obediencia sino que todos hemos nacido para ayudarnos mutuamente en funciones diferentes.
El sonido que emiten los gansos sirve de estímulo y de aliento a los demás. Frente al uso de la palabra para destruir, desanimar, criticar y demoler, existe la posibilidad de utilizarla para alentar, ayudar y estimular a los demás. Los gansos se animan a través de los sonidos que vienen a decir: estamos juntos, ánimo, adelante…
Me gusta, sobre todo, de esta maravillosa lección, la ayuda que el grupo presta a quien flaquea o enferma. Esta es una característica de las sociedades que valoro de forma entusiasta: ¿qué pasa con los débiles, con los enfermos, con quienes no pueden seguir el ritmo de los demás? La actitud de abandonarlos a su suerte es propia de grupos desalmados. La atención a los que tienen problemas es un signo de la categoría moral de las sociedades. Sería más fácil dejar que quien flaquea o enferma, caiga y se pierda. Los demás podrían seguir sin esa rémora. Decidir acompañarlos hasta que se incorporan al grupo o mueren, significa velar por la dignidad de cada individuo.
Ayudar a los débiles, a los enfermos, a los discapacitados es un modo de construir un grupo inteligente y solidario. En una ciudad hecha para los niños, piensa Francesco Tonucci, pueden habitar enfermos, mujeres embarazadas, discapacitados, ancianos… En el vuelo de los gansos están todos, no solo los más fuertes, los más sanos, los que vuelan mejor.
Cuando quiero saber si una institución, una ciudad o un país tienen calidad y equidad de vida, compruebo cómo tratan a los más débiles. Ahí encuentro la clave para decir si ese grupo es una selva o una sociedad.
Magnífica lección.
La naturaleza nos enseña muchas cosas, si queremos aprender.
Todas las indicaciones que se hacen sobre el vuelo de los gansos tienen una aplicación sugerente para nosotros.
Para pensar.
Y para actuar.
Acabamos de asistir a la aprobación de la LOMCE, una ley cruel, como tu la llamas, Miguel Ángel, cargado de razón, por parte del gobierno y sus gansos, con el ganso mayor a la cabeza, quienes han usado la fuerza de la mayoría no de la razón, en vez de para aumentar el poder del grupo, para relegar a una categoría de segunda a los más débiles, abandonándolos/as a su suerte sin importarles. Es el momento de reflexionar y decidir personalmente, superando la decepción y la tristeza de este nuevo desatino, entre si queremos que nuestro trabajo continúe siendo abono para la selva o para una vida en comunidad.
Un abrazo.
Mi querida MJA:
Tienes toda la razón.
A estos legisladores no les importan los gansos más débiles, los que se descuelgan del del grupo, los que no pueden seguir el ritmo. En lugar de ayudarles, los abandonan a su suerte.
Ayer le oí a la señora Cospedal preguntarse cómo podía resistirse alguien a cambiar una ley que había generado un 30 por ciento de fracaso. Pues muy sencillo, señora, porque se puede empeorar. ¿O no le cabe en la cabeza que eso pueda suceder? ¿O cree que mejorará el fracaso estudiando religión y promedándola? ¿Mejorará el aprendizaje con las reválidas? ¿Y aumentando los alumnos por aula? ¿Y subiendo el horario de los profesores? ¿Y bajándoles los sueldos? ¿Y desmantelando los Centros de Pofesores? O son cínicos o son tontos. O las dos coas.
Me pregunto si los docentes no disponen de recursos para compensar o paliar las nefastas, trágicas y aberrantes -malas- intenciones de los políticos que pretenden seguir empobreciéndonos.
Un respuesta afirmativa significaría un alivio para mí.
En Argentina también se perfila este camino, por parte de las autoridades.Gracias por recordarme esta historia.La he utilizado cuando tuve la oportunidad de conducir una escuela, y en lo personal fue de mucha ayuda.Luego de varios años de dirigir escuelas, primarias y secundarias, vuelvo al mejor principio….el director gestiona desde los recursos…pero desde los más potenciales,que son los humanos. Poder desarrollar lo mejor de cada docente y alumno, es lo que permite crecer en calidad personal y profesional.Ser director, es solo un rol diferente, y la mejor manera de ser uno más, es junto a los demás. Es el primero que debe dar el paso y hombro a hombro llevar a cabo las mejoras.Y no solo desde la dirección…desde el lugar que nos encontremos,liderando colegas y/o alumnos.Además, sus consecuencias son una gran alegría interior y el agradecimiento de muchos. Miguel Ángel, muchas gracias , espero verlo aquí en Argentina, para la presentación.
Al fin inicia su andadura la LOMCE, ley necesaria y urgente en nuestro más que maltrecho y mediocre sistema educativo. Independientemente de polémicas gratuitas (que levante la mano aquél que se ha leido un solo párrafo de la LOMCE) y siempre ideologicas, el impulso decidido a la Formación Profesional es una de sus grandes bazas, así como la orientación del alumnado al acabar secundaria. Por fin, un camino abierto hacia la calidad educativa, después de décadas de deriva.
Para los que no saben de lo que hablan: la religión siempre ha sido evaluable, con cualquiera de las leyes educativas que se han sucedido. Y por supuesto, siempre ha contado a efectos de promoción y titulación. No así para concurrencias competitivas (nota de selectividad, etc.), única diferencia de la LOMCE respecto a otras Leyes Educativas.
Querido Amigo Miguel Ángel….QUE BUENO LO DE TU ESPERADO LIBRO….recuerdo muy bien -ya hace unos años- aquella cena que tuvimos en un restaurante llamado «Sorrento» en Buenos Aires; en ella me revelaste las intenciones de escribir este libro sobre la gestión de los centros educativos y su asociación al sutil concepto de las feromonas…en hora buena sea tu obra…pienso en la ayuda que significará este libro en aquellos que tenemos la responsabilidad en medio de la «modernidad» cada día más «líquida» de llevar adelante proyectos educativos en donde se acompañe y promuevan a las personas en su desarrollo y en su humanidad…en buena hora la espera y una alegría pensar en el bien que hará este libro. FELICITACIONES.
Horacio
Gracias, Miguel Ángel. Sigo el blog todos los fines de semana y rebusco en entradas antiguas. ¡Qué claro hay que tenerlo para afirmar que el líder no se aprovecha de los demás sino que los sirve! Esta misma semana sentía las ganas/necesidad de al dejar de ser director (dos cursos) volver a ser tutor de 1º de ESO.
Cómo es posible que podamos trabajar en equipo si se nos ha enseñado a trabajar de forma individual.
El trabajo en equipo se aprende, pero se aprende cuando se dan situaciones para ello. A veces, nos equivocamos cuando pensamos que se está trabajando en grupo cuando en realidad hay una suma de esfuerzos, pero sin conexión ni organización alguna.
Existen áreas dentro del currículo que por las caracterísiticas de las actividades que se realizan es más fácil plantear situaciones de trabajo en equipo, una de ellas es la Educación Física. Y me temo que no la LOE ni ahora la LOMCE le den el protagonismo que se merece y siga teniendo un horario marginal, mientras, en este pais, el número de población con sobrepeso aumenta vertiginosamente.
Pero, claro, incluso en el área de Educación Física se puede trabajar el individualismo, si es que es ello lo que se pretende. Una propuesta lúdica basada en la cooperación y en la colaboración-oposición favorece elt rabajo en equipo.
A partir de hoy no molestará cuando me digan que estoy haciendo el ganso…
LOli:
¿Tú crees,de verdad, que esta ley va a solucionar el fracaso del sistema educativo? ¿Tú crees que los recortes son la mejor medida para mejorar la calidad? ¿No e parece curioso que quien dice querer mejorar la calidad meta más alumnos en las aulas?… Pues sigue creyendo. Ya te drás el batacazo.
Jusntos podemos salir adelante. De manera aislada solo unos pocos se salvan.
¿Cómo no aprendemos eso? No pueden unos ser felices mientras otros se encuentran en la desgracia.
Ayudarse unos a otros es bueno para todos. Unas veces seremos ayudados y otras nos tocará ayudar. Bien para todos.
Miguel:
Claro que los docentes tenemos recursos en nuestras manos, en nuestros corazones y en nuestras mentes.
En primer lugar, podemos criticar las leyes absurdas.
En segundo lugar, podemos actuar en el aula sisguiendo nuestros criterios más justos y razonables.
En tercer lugar, hay un amplio margen de maniobra al margen de las leyes.
En cuarto lugar, con esperanza, amor, optimismo y generosidad se pueden suplir muchas estupideces legales.
Saludos y ánimo.
Miguel A. Santos
Hermosa y múltiple lección la de los gansos.
Eso de ayudarse parace siempre algo que uno hace por otro. Lo que no pensamos es que todos podemos beneficiarnos. Es la ventaja de la solidaridad. No se beneficia uno y se perjudica otro sino que todos se benerician.
¿Por qué educar para la competitividad en lugar de para la solidaridad?
Hace tiempò MA publicó un artículo titulado UBUNTU. Me remito a él pra justificar lo que digo.
Si los seres humanos aprendiéramos de los gansos, de las abejas y hormigas en su organización, se acabarían los problemas en instituciones escolares, políticas y de cualquier otra índole, donde los individualismos y falta de coherencia matan los equipos. Me gustó su artículo y seguiremos haciendo lo que más nos gusta «docencia», mostrando desde lo natural excelentes ejemplos para nuestra vida y para la de quienes nos rodean.
Querido Maestro! Muy buen artículo, digno de leer y de pensar en todo su contenido.
Sabe que,en estos momentos de mi vida me siento el ganso debíl,que necesita fuerzas de los demás para salir adelante.
Miguel Angel,! que palos nos da la vida!
Mi madre decía, unos nacen con estrellas y otros estrellados.Me siento de este último grupo.Y le digo que me levanto todos los dias creyendo que el futuro será diferente, y no encuentro salidas.
Con los recortes de nuestro presidente me encuentro sin trabajo,y sin perpectivas.¿Qué hacer para seguir creyendo en el mundo? Son muchos años de lucha sin sentido, de lágrimas de incomprensión,de tiempo perdido.
Usted con este artículo me da nuevas alas y esperanzas y credibilidad en que los debiles también son queridos.
Gracias por todo.Reciba un cordial saludo.
Querida Loly:
No desesperes. Los túneles, por definición, tienen salida. Lo importante es no quedarse sentados en medio de la oscuridad lamentando lo prolongado de la noche. Si sigues caminando aparecerá la luz. Quizá pronto.
En cualquier caso, hay formas diversas de afrontar la adversidad. Una es agrediéndose («esto solo me pasa a mí por ser como soy»), otra es enviadiando a los que creemos que estan mejor que nosotros (sin tener constancia de que eso sea así…), otra es perdiendo la esperanza («no hay solución alguna para mí»…).
Te aconsejo la lectura de la fábula La estrategia del caballo, que da título a uno de mis libros o al artículo de este blog que se titula «Zanahorias, huevos y café».
Hay un arte en la vida que consiste en saber hacer de dos signos menos un signo más.
Muchos besos. Mucho ánimo.
Miguel A. Santos
Querida Silvia Berrino:
Mándame tu correo, que se me ha perdido.
En junio pasaré por San Juan. Espero que podamos vernos.
Gracias por tu hermoso comentario. Como siempre, es sensible y enriquecedor.
Besos.
Miguel A. Santos
No hay manera de que los gansos de la política (perdón) se pongan de acuerdo para volr juntos. No hablan de pactos y cuando hablan de ellos lo hacen de la forma siguiente: sí habrá pacto, pero esto, esto y esto y esto… es irrenunciable. El que está en el poder que no se puede renunciar a la política emprendida y el que está en la oposición dice que si no cambia esa política no habrá pactos.
¿No es posible volar en la misma dirección ayudándose unos a otros?
Pues parece ser que no,salvo excepciones, como fue la de l Constitución o los Pactos de la Moncloa.
¿No se les puede persuadir de que no es de recibo que cada uno haga su ley y se apresure a derribar la que hizo el anterior?
Querido Maestro! Es de bien nacidos ser agradecido.
Ha sido para mi un placer leer el artículo que me recomendó,»zanahorias,huevos y café».
A mi me gustaría ser café.Me enloquece su aroma,me restablece todos los sentidos,sugiere el contacto entre las personas,el dialogo y la buena amistad.Es potenciador de encuentros, de largas charlas, de compartir secretos y un buen acelerador del ánimo.
Seguiré sus acertados consejos que me han ayudado mucho.
No deje nunca de hacerlo.Cuento con su sabiduria para tratar de avanzar y conseguir nuevas metas.
Es para mi un honor contar con usted y captar su atención.
Gracias por todo.
Reciba de mi parte un cordial saludo.
Lo que más me ha llamado la atención es lo que hacen los gansos con los compañeros que se cansan o que están enfermos. No les abandonan a su suerte.
Parece mentira que entre nosotros haya esa insensibilidad con quienes más necsidades tienen, con quienes sufren o tienen problemas.
Creo que lo que diferencia la vida de la selva de una sociedad civilizada es esa preocupación por los débiles.
Estimado Miguel:
Comparto contigo esa visión de la sociedad. Pero también comparto tu preocupación por nuestras costumbres acentuadas de individualismo y competitividad.
Creo que el termómetro que marca el verdadero desarrollo de una comunidad es la sensibilidad efectiva por los pobres, los débiles, los discpacitados. Digo efectiva porque no se trata solo de sentir sino de hacer.
Cuando el que es más fuerte se aprovecha del más débil o lo abandona desentendiéndose de él, estamos en una selva. De nada sirve el progreso técnico si no está acompañado por el progreso moral.
Enhorabuena de nuevo, Miguel Ángel, por este gran artículo el cual me ha hecho reflexionar bastante.
La ayuda, el compañerismo, la cooperación, etc. vienen escritos en nuestra genética. No es algo que se deba de aprender, es algo que se tiene que desarrollar. Ya lo hemos visto con el vuelo de los gansos. El ser humano tiene cualidades y potenciales para eliminar la discriminación, la pobreza y la desigualdad, pero en cambio, vivimos en una sociedad que no nos transmite esto. Como bien nombra Santos Guerra (2012) en su libro «La escuela que aprende», vivimos en una sociedad neoliberal en la que los ejes sobre los que gira esta son: un individualismo exacerbado, competitividad extrema, la obsesión por la eficacia, olvido de los desfavorecidos y la privatización de los bienes y servicios entre otros. Por otro lado, la escuela nos enseña a competir por «premios» absurdos, a ser los mejores en cada una de las áreas… La suma de todo ello nos lleva a la destrucción de las capacidades realmente importantes, el «hoy por ti y mañana por mí».
En periodo de crisis, como en el que estamos, es el momento ideal para rescatar de nuestro interior esta grandeza del ser humano. Porque no debemos dejar a nadie atrás, todos debemos volar juntos y en el mismo sentido.
Sin más, un saludo desde Wrolcaw (Polonia).
Hola
Excelente el artículo y la lección de los gansos.
Hoy más que nunca con esta pandemia comprobamos que como sociedad global estamos muy lejos de los valores o del aprendizaje de los gansos.
Estimado Jorge:
Me ha sorprendido que hayas retrocedido tanto para hacer un comentario a un artículo. Pero bueno, ahí están todos para ser leídos y comentados.
Gracias por leer y por escribir.
Un abrazo.
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