Thomas Cathcart y Daniel Klein escribieron en el año 2007 un interesante libro titulado “Aristóteles y un armadillo llegan a la capital”. El subtítulo aclara de forma precisa el contenido de la obra: “Las mentiras de los políticos analizadas con humor”. Claro que, muchas de esas mentiras en lugar de risa lo que producen es mucha rabia, mucha indignación y mucho dolor. Los políticos dicen, sobre todo en época de elecciones, que se van a preocupar por los ciudadanos y luego hacen leyes que les oprimen, exprimen y destruyen.
Acabo de recibir una notificación del Ayuntamiento de Málaga en la que se me informa de que mi coche ha sido denunciado por circular a 56 kilómetros por hora en una vía (calle Pintor Joaquín Sorolla de la capital) que tiene limitada la velocidad a 50. Esa diferencia de 6 kilómetros tiene una penalización de 100 euros. ¿Quién lo ha decidido? ¿Alguien que mira por la seguridad de la ciudadanía? Creo que no. Pienso que ha sido alguien que mira por las arcas. Alguien que exprime al ciudadano como si fuera un limón. Un limón con muy poquito jugo, por cierto. Ya le han dejado casi seco las bajadas (o la pérdida) de salarlo, las subidas de impuestos y, en definitival, el encarecimiento de la vida.
Hay que pagar. Lo manda la ley. Una ley hecha no a favor del ciudadano sino a favor del recaudador. Porque yo me pregunto qué riesgo se genera por circular a esa velocidad en ese lugar. Me pregunto también qué criterios ha tenido en cuenta el legislador para imponer esa cuantía en la sanción. Porque considero que cien euros, en la situación económica que está la mayoría de las familias, es una cantidad considerable.
El afán recaudatorio de nuestras autoridades es tan indecente que casi produce sonrojo. Bueno, lo que principalmente produce es una rabia tremenda. ¿No saben que hay muchas personas en paro? ¿No saben que quien trabaja cobra un sueldo cada vez menor?
Creo que hay más peligro en circular muy pendiente del cuentakilómetros y de las señales que en hacerlo de forma relajada y responsable, atendiendo al sentido común. Sé que tiene que haber normas. Sé que hay que cumplirlas, que para eso están. Pero sé también que las normas pueden ser arbitrarias, injustas y abusivas. Es un deber del ciudadano analizar la finalidad de las leyes, su racionalidad y su justicia y exigir que sean justas y razonables cuando no lo son.
El fin de la ley es el desarrollo de la justicia. ¿Qué hacer cuando son las leyes las que la quebrantan? ¿Qué hacer cuando el legislador ha mirado más para sus intereses que para los del ciudadano? Estoy harto de ver en las carreteras señalizaciones y radares que no obedecen a la preocupación por la seguridad sino que están puestas como ratoneras en las que caen los conductores más avisados. He visto reducir la velocidad de 100 a 80 en un tramo de la circunvalación de Málaga que no encierra ningún peligro. Y he visto cómo caen en ese cepo los conductores de forma casi constante.
¿Qué decir cuando la grúa se lleva tu coche? Eso sí que es una crisis económica para una familia cuyos miembros adultos están en el paro. Pagar la multa, el taxi para ir a buscar el coche y la sanción correspondiente. ¿Hay derecho a ese proceder? Y qué cantidades. ¿Dónde está la sensibilidad del legislador, la comprensión para las familias? ¿Son sinceras sus palabras cuando hablan de que lamentan los problemas por los que atraviesan los ciudadanos?
Se trata de atracos a ley armada. Es una forma de proceder injusta que ampara la ley. Si entro armado en un banco y encañono al cajero exigiéndole la entrega de cien euros (aunque sea para dar de comer a los hijos) y, por el celo acreditado de quien se encarga de la seguridad, soy detenido, me llevan ante un juez y, probablemente, a la cárcel. Pero, si viene el legislador y me encañona con una ley, exigiéndome el pago de 100 euros para gastos de protocolo del Ayuntamiento, los tengo que pagar. Y si no quiero o me olvido de hacerlo, me embargan la cuenta. Otro atropello.
Y luego se quejan de la desafección política que tenemos los ciudadanos. Quien me roba a mano armada no es un delincuente común, es un señor (o señora) que ha decidido con una caradura tremenda: pues nada, a ese pardillo que supere en 6 kilómetros la velocidad indicada, metámosle una sanción de 100 euros. Hala, que pague, que para eso ha tenido el descuido.
Estoy seguro de que pocos lectores que conduzcan motos o coches se habrán escapado de atropellos similares. Un aparcamiento en un paso de peatones conlleva una sanción de 200 euros. Un exceso de velocidad de 25 kilómetros supone 300 euros, no identificar al conductor tiene una sanción de 300 euros…
Y uno se pregunta, ¿por qué suben las multas y bajan los sueldos? ¿Por qué tienen las mutas esa cuantía desorbitada en un momento de crisis tan brutal como este?
Se me podrá decir: cumpla usted la ley de forma estricta y no será sancionado. Pero yo no estoy discutiendo si hay que pagar o no. Lo que estoy discutiendo es por qué hay que hacerlo y en qué cuantía. Conozco países que tienen otros criterios menos crueles.
Porque ese señor que me encañona con la ley y me obliga a pagar ha sido puesto por nosotros ahí para velar por nuestros intereses. Y que luego, con el dinero recaudado, hace lo que le parece oportuno. Y, por cierto, lo que le parece oportuno, no suele ser transparente ni muy defendible desde si se mira desde la perspectiva del bien común. Con ese dinero, por ejemplo, pagan asesores y asesoras que contratan a dedo para no sé qué trabajos de asesoría.
La educación para la ciudadanía me obliga a conocer la ley y a cumplirla. Pero me obliga también a pensar en el sentido que tienen las leyes, en su finalidad, en su racionalidad, en su justicia. Y, si son injustas, me obliga a denunciarlas. Eso hago.
Estoy indignado por la política de multas. Una política insensible con la situación de las familias, Porque yo me imagino a una familia en paro que tiene un vehículo y que tiene dos despistes (tan comprensibles) en un mes. ¿De dónde saca el dinero para pagar las multas?
No comparto la idea de que las sanciones tienen una intención didáctica. No se aprende a palos. No se aprende a través de las sanciones. Porque, sí, puede ser que esa multa elevada te haga ir con más cuidado. Pero la causa es el miedo, no la convicción de que haya que aprender a convivir, a evitar el peligro. Eso hace que, cuando no hay riesgo de sanción, te importe tres cominos quebrantar las normas de circulación. Porque la finalidad no es la convivencia y el respeto, sino el ahorro de la multa.
Tampoco digo que tengan que desaparecer las sanciones. Pero tienen que estar más justificadas y tener una menor cuantía. Es inadmisible que mientras más crisis exista las sanciones sean más duras porque hay que recaudar. ¿De dónde sale esa recaudación? Del bolsillo de quienes han sido previamente expoliados por la crisis. Maldito círculo vicioso.
Comparto totalmente el artículo. No quiero entrar en disquisiciones porque me llevaría para largo. Sólo diré que he recibido multas de lo más absurdo y que he impugnado, pero como si no. No las pago y al final se meten en mi cuenta con los recargos correspondientes. Me quedo con la sensación de ser expoliado injustamente, pero también de no ceder a lo que considero injusto.
Tráfico tiene un argumento contundente para multarnos: “es para evitar muertos y heridos en la carretera.” Y ¿quién se opone a eso? Pero la realidad es que las ponen a los que no han causado ni muertos ni heridos. Saludos.
¿Has intentado, Miguel Ángel, recurrir la sanción?
Como eres una persona inteligente, seguro que la has abonado pronto para que te la reduzcan a la mitad. Si lo hubieras hecho, habrías conocido en primera persona la genial obra de Kafka: “El castillo”. Claro que te convertirías en K., su protagonista, y padecerías los absurdos entramados de la burocracia, para acabar por donde viniste.
Saltando al principio del artículo, si “Aristóteles y un armadillo llegan a la capital” de Cathcart y Klein es un buen libro, “Heidegger y un hipopótamo van al cielo” de los mismos autores es una obra genial.
Por cierto, ¿para cuándo el tema de la muerte explicada a los niños? Supongo que Carla ya te habrá hecho esta pregunta…
Últimamente también yo estoy recibiendo una desacostumbrada ración de multas: Radares emboscados en vías secundarias de poco tránsito, multas por falta de tiquet en zona verde, algún exceso de velocidad… Muchas de ellas incluso en mi horario laboral (he de trasladarme a domicilios distantes en la provincia durante ese tiempo)y las he de pagar con mi dinero, aunque lo hago para que no pierdan tiempo mis clientes (niños a los que doy clase). Uso coche propio y me pagan el km (por la distancia más corta -no la más rápida- a 0.19 euros (este año estuve en Suiza y allí cobran 4 veces más con una gasolina a precios similares; también sé que los señores diputados cobran 0,22 por el mismo concepto -lo que me parece injusto, pues la gasolina cuesta igual a todo el mundo-). Mi coche va envejeciendo precozmente con este trabajo que me obliga a unos 3000 km mensuales y yo corro a cargo de su mantenimiento, sus revisiones, sus neumáticos, su aceite… ¡y su aparcamiento, lo que a veces termina con multas inevitables!. Y ¡Sí! Detecto, al igual que otros muchos, un crescendo en el afán recaudatorio desmesurado; como si fuera un elixir milagroso para salir de la crisis.
No estoy en contra de pagar por mis faltas. Pero no todos los castigos son iguales, si son económicos. Como el óbolo de la viuda en la parábola evangélica, debe haber proporcionalidad en la penitencia. Propongo un coeficiente (calculado en función de los ingresos -es fácil calcularlo, todos declaramos, hacienda lo sabe) que se aplique a las multas de tráfico. Hay gente a la que le importa muy poco esa cantidad y otros a los que les va el comer. Ya lo dice Miguel Ángel, en la entrada.
Querido Maestro$!
Entiendo perfectamente su enorme enfado.porque he vivido en mis propias carnes una situación parecida.
Recibo notificación de multa grave,con la asombrosa cantidad de 500 euros.Mi asombro ya se puede imaginar, me quede blanca como el papel y con otro agravante no tenia dinero para pagar.
Me hice investigadora nata.No sabia que habia hecho yo para semejante multa.Como soy de pueblo.y nos conocemos todos,empecé a investigar el señor agente que había mirado tanto por mi.No logré hallarlo.Fuí al sitio donde habia cometido la supuesta enfracción y por más vueltas que le di no supe lo que hice mal.Hice fotos del lugar para añadirlas a mi reclamacíón.He tenido mucha suerte Señor Santos,mi compañia de seguros actuó de manera rapida eficaz y contundente,habia tantas incoherencias en la sanción, que por poco me tiene que pagar ellos a mi.
Ya hace de esto algún tiempo y pienso que la reclamación que me hizo el abogado de la compañia fue de tal magnitud que le vieron la boca al lobo.Estoy contenta por ello.Las luchas tienen su recompensa.Lo que no me pagan son los momentos tan angustioso que viví. Ahora me alegro de haber utilizado la cabeza para solucionar tanta injusticia.Ánimo amigo.
Sin más, saludos cordiales.
Querido Aureliano:
Gracias por leer de forma asidua y gracias por tus comntarios.
De la trilogía de Cathchat y Klein, el que más me gusta es el primer libro: Platón y un ornitorrinco entraron en un bar. Fantástico.
No he recurrido la multa porque, en este caso, sería inútil y perdería la reducción del 50%. La reducción es una buena treta para evitar recursos.
Pues sí, el tema de la muerte es un tema “vital”. Un grupo de profesores de la UAM lleva muchos años trabajando este espinoso tema y han publicado cosas interesantes como “Pedagogía de la muerte”. Algún día lo abordaré. Carla pregunta por todo.
n abrazo
MAS
Pues leeré el dedicado a Platón que es el que no he adquirido; y si me lo recomiendas seguro que supera a los que hemos citado.
Si he saltado de “las multas de tráfico” a “la idea de la muerte” en los niños (y adolescentes), tras citar a Heidegger, es porque en las investigaciones que llevo a cabo con los dibujos, inevitablemente, sale este tema, pues, desgraciadamente a algunos les toca vivir esa dura experiencia a través del fallecimiento de algún familiar próximo.
Y aunque se pueda pensar que entro en temas escabrosos, recientemente he registrado el tema del suicidio en varios dibujos; no en vano los desahucios es un verdadero drama para muchas familias, cuestión que a los señores del Gobierno les trae al pairo.
Un abrazo desde Córdoba.
Comparto totalmente su artículo, hay un afán recaudatorio más que velar por la seguridad de los conductores. Mi “delito” fue que me retrasé un mes en pasar la ITV de mi coche que tiene cuatro años, el castigo ¡200 euros de multa¡, ¡con lo que está ocurriendo en nuestro país¡
Entiendo que las normas deben deben de existir y que están para cumplirlas, pero también hay que saber aplicarlas y sobre todo medir el grado de incumplimiento.
Envié un escrito a tráfico, tanto a Málaga como a Madrid, comentando mi opinión al respecto, aún estoy esperando una respuesta.
Gracias por sus artículos.
Es evidente, señor Santos. Comparto absolutamente su indignación, su denuncia, y su exigencia.
Un saludo, y muchas gracias.
La voracidad de los recaudadores no tiene límites.
Lo malo es que se ceban en personas que no tienen dinero ni para vivir. ¿Qué tipo de gente nos gobierna, que nos pide sacrificios y luego nos machaca con unas multas desmedidas?
¿No saben por qué situación estamos atravesando?
¿Cómo pueden ser tan insensibles?
Este maravilloso artículo me ha hecho reflexionar sobre la Lomce,la nueva ley que nos quieren imponer y la cuál pretende formar a alumnos sumisos y obedientes, olvidándonos de formar alumnos críticos y reflexivos con todo lo que les rodea. Porque la escuela no debe ser una máquina que emita a la sociedad sujetos iguales y callados que lo aguanten todo, sino que en mi opinión la escuela debe formar ciudadanos críticos, que reflexionen sobre las leyes, las normas, el sistema social en el que vivimos, etc. Porque esa es la única manera de conseguir un mundo formado por personas y no por robots.
Las multas no parecen desmedidas. Lo que ocurre -entre otras cosas- es que los límites de velocidad(1) que nos imponen, y los peligros(2) de los que dicen querer protegernos, son ridículos(1) y falaces(2). Y los sueldos de los honrados trabajadores muy insuficientes.
Propongo que se sancione, proporcionalmente al daño causado, a los políticos que nos desgobiernan.
Saludos
Estimado Rafael:
Me has dejado estupefacta con tu afirmación con la frase primera: “Las multas no parecen desmesuradas”. ¿Tú cuanto ganas? ¿A ti no te parece desmesurado que te multen con 200 euros por aparcar mal cinco minutos?¿No te parece exagerado que tengas quepagar 200 euros por retrasarte en pasar la ITV? ¿No te parece exagerado pagar 300 euros por no identificar al conductor…? Claro, igual ganas mucho… Porque todo es relativo. Me imagino que al señor Botín no le inmutará pagar una multa de 500 euros, pero a una familia con los dos miembros de la pareja en paro…
Saludos
Es una vergüenza que asfixien de esa manera a la gente.
Acabo de oir que van a detectar con radares a los conductores que cuyos coches no han pasado la ITV. Y que yo iban a avisar por carta de la fecha.
No me extrañaría.
El caso es recaudar.
Lo que se descubre es que la seguridad de la gente importa menos que la bolsa.
¿Cómo poner fin a este disparate? ¿Cómo puede jubilarse un banquero con un porrón de millones mientras la gente pasa hambre. ¡¿Qué país es éste?!
Y luego se quejan de los escraches. Déjennos, por lo menos, protestar. Y dice la increible señora De Cospedal que los que van a las casas de los políticos a protestar son nazis. Qué frescura. Que yo sepa no han matado a nadie. Ni siquiera lo han asustado porque han ido de forma pacífica. A los hijos se lo pueden explicar de forma muy fácil: “Nosotros gobernamos y, como la gente nos votó u nos puede exigir si lo hacemos mal, no piden que lo hagamos mejor o que nos vayamos”. Porque esos chicos reciben el beneficio de los sueldos que les pagamos a sus padres por hacer lo que tienen que hacer.
Pagay y callar.
Pagar y callar.
No hay derecho a estos expolios por parte de quienes mandan.
Pagamos el impuesto de circulación y no hay un sitio para aparcar. Ahora, eso sí, hay sitios reservados para las “autoridades”.
Es una vergüenza.
Siempre me ha parecido un abuso que quienes mandan se reserven suelo público para aparcar gratuitamente. ¿Por qué?
Si son saervidores públicos, deberían tener, como mucho, las condiciones de todos los demás.
O sea, que quienes tienen cargos, tienen también privilegios.
El que manda tiene su lugar de aparcamiento, cerquita del trabajo y gratuito.
¿Para eso les hemos elegido?
No hay lugares de aparcaminto y, cuando son de pago, ya sabemos lo que pasa.
Son abusos. Debemos clamar contra ellos.
Esto merece más que indinación.
¿Como puede ser que los mismo que bajan los sueldos disparen la cuantía de las multas?
Siempre lo mismo. Se pide sacrificio y paciencia siempre a los mismos.A los de abajo.
No puede ser más oportuna y justa esta deniuncia.
Saludos.
Este ensañamiento con los ciudadanos es una crueldad.
Ya sé que se podría decir: cumple las normas y no habrá problemas. Pues sí.
Pero hay normas y normas. Hay normas para beneficiar al ciudadano y normas para pescarlo.
Y hay sanciones razonables y otras excesivas. No hay derecho a poner esas sanciones tan desproporcionadas.
¿Es que solo hay crisis para unas cosas y no para otras?
Hasta que no se monte un motín como con los deshaucios, no harán nada.
Una de las multas que me parecen inadmisibles es que te ponen por no llevar el cinturón. No debería ser obligatorio, sino recomendable, su uso.
Nadie me ha respondido a esta cuestión: si por llevar el cinturón puesto (y por no poder quitarlo) en un accidente, muero irremediablemente, ¿quién es responsable de esa muerte?
No se causa daño a nadie por no llevarlo. Y cada uno es dueño de su salud y de su vida.
Puede recomendarse, pero no puede ser obligatorio.
Nadie debería multar a una persona que se come una fabada teniendo una úlcera de estómoga. Porque cada uno es dueño de su vida y de su cuerpo.
Cuando me multan (y me quitan puntos) por no llevar el cinturón, ¿qué intereses se defienden?
Deberían decir: si usted lleva el cinturón tiene tantas posibilidades de sobrevivir en un accidente grave. Sea inteligente y llévelo. Y que cada uno haga lo que quiera.
En este caso se va claro que lo que se pretende es sacar dinero.
Estoy totalmente de acuerdo sobre la injusticia de poner multas por no llevar el cinturón.
Debería aconsejarse, pero no obligarse.
Una vez me multaron por no llevarlo puesto. El policía que me paró, me dijo:
– ¿Usted sabe para qué está el cinturón?
Yo le dije:
Sí, para sacar dinero por no llevarlo. Y usted me lo va a demostrar ahora mismo.
Y asi fue.
Creo que hay que denunciar los abusos. Estamos a costumbrados a pagar y callar. No se puede aceptar esta cacería. En la carretera ponen cepos para que caigamos los onductores. Aunque sea una sola vezz, ya se saca un montón de dinero.
A veces, es más peligroso reducir brúscamente la velocidad que seguir bajando un poquito. Aparecen en muy poco espacio las señales de 80, 60, 40… y…¡zas!
No puedes ir con la vista de forma constante el el cuentakilómetros.
Por otra parte, circular a cuarenta en horas de la noche en las ue no hay nadie en la calle, se hace difícil
Lo que creo más importante es que hay que legislar en beneficio del ciudadano no en su contra.
Este país precisa una revisión,eliminar todas y cada una de las Comunidades Autónomas,que promulgan el 68 % de las 100.000 leyes,que nos impiden crecer el 3% anual y que suponen un gasto de 56.000 millones de euros para pagar a 548.000 funcionarios de libre asignación especial,o sea sin oposición ni concurso,afines a todos y cada uno de los partidos politices,sindicatos y demás organizaciones estatales y autonómicas. La mal llamada democracia es lo que ha traído,un invento para despellejarnos hasta las trancas,han desaparecido en cinco años 280.000 millones de euros de las arcas de la tesorería de la Seguridad Social,ya solo quedan 15.000 . o nos ponemos las pilas y suprimimos a tanto parásito y tanta diarrea legislativa o estamos acabados.Saludos