Vuelva dentro de quince días

6 Abr

Estoy escandalizado por los casos de corrupción que nos estallan cada día en pleno rostro. Aunque no soy de los que piensan que estemos metidos en un lodazal y que la corrupción es generalizada, creo que no se pueden soportar tantos casos de mal ejemplo en la esfera del poder.

- Hace quince días yo comía azúcar.

En una democracia es doblemente repugnante la corrupción porque las personas que acceden al poder están puestas ahí por el pueblo. De modo que quienes son elegidos para gobrernar, quienes son depositarios de la confianza del electorado, quienes son designados por el pueblo para la administración de los bienes y servicios, se aprovechan de esa confianza para burlarse de él y llevarse de forma fraudulenta su dinero.

No digo que en una dictadura la corrupción esté más justificada. La dictadura es la corrupción. Pero, en una democracia estos casos reiterados de abuso de poder (aunque se hagan públicos, se denuncien y se juzguen) acaban por desacreditarla, amenzarla y destruirla.

Si los grandes triunfadores del sistema educativo que son quienes han llegado más alto, es decir, quienes gobiernan los pueblos, no solo no están preocupados porque exista justicia sino que ellos mismos se onvierten en la encarnación de quien la destruye, ¿por qué hablamos de éxito del sistema educativo?

Me repugna que aquellos banqueros en los que la gente deposita su confianza para que custodien su dinero, acaben robándoselo con artes que los clientes desconocen. Esta misma mañana he oído en la radio el caso de unos bancos de Mataró que han robado a sus clientes todos los ahorros de su vida mientras los responsables de esas entidades se han llevado el dinero a expuertas.

Me indigna que quienes más saben (quienes se han beneficiado más de la enseñanza pública, quienes más han recibido de la sociedad en su formación) utilicen ese conocimiento para robar, explotar y engañar mejor al prójimo.

Y eso es lo que sucede también con quienes, desde situaciones de responsabilidad educativa, hacen daño a quienes tienen el deber y la responsabilidad de cuidar, de guiar y de apoyar en su desarrollo. No es justo que quien tiene que cuidar, destruya; que quien tiene que guiar, desoriente y que quien tiene que apoyar, desmorone.

No sé qué tipo de sociedad estamos construyendo cuando, quienes deben dar ejemplo, quienes están en la cima de la sociedad muestran esos comportamientos tan despreciables. ¿Qué autoridad nos asiste para decirle a los niños y jóvenes cómo deben comportarse?

No hay forma más hemosa y más eficaz de autoridad que el ejemplo. Suelo decir que educamos como somos, no como decimos que los demás deben ser. De forma muy insistente sermoneamos a nuestros hijos y a nuestros alumnos tratándoles de aconsejar sobre el modo deseable de comportarse, olvidando muchas veces que nuestras acciones contradicen nuestras palabras.

No sé si el lector conocerá la anécdota que se cuenta de Mahatma Gandhi acerca de la importancia del ejemplo. De cualquier manera, es bueno recordarla y reflexionar sobre ella.

Una madre le llevó a su hijo de seis años y le dijo a Mahatma Ghandi:

– Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar, es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí no me hace caso y estoy sufriendo por él.

– Lo siento, señora, ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.

Sorprendida, la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido. Quince días después, volvió con su hijo. Gandhi miró a los ojos al muchacho y le dijo:

– Chico, deja de comer azúcar.

– ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después?, preguntó, desconcertda, la madre. Podía haberle dicho lo mismo la primera vez.

Gandhi respondió:

– Hace quince días yo comía azúcar.

En del ámbito educativo es fundamental hablar con los hechos. Gandhi entendía que le faltaba autoridad para decir a alguien que no comiera azúcar mientras él la comía. La autenticidad consiste precisamente en eso, en no engañarse a uno mismo. Y en no engañar a los demás. Podía haberle dicho a la madre y a su hijo en la primera visita que no es bueno comer azúcar. Ellos no tenían por qué saber que él lo hacía, pero la coherencia y la autenticidad le impidieron decirlo.

¿Cuántas veces contradice nuestra forma de ser lo que expresamos con las palabras? Voy a poner algunos ejemplos de la familia, de la escuela y de la sociedad en los que los hechos contradicen los consejos.

Cuando loa padres y las madres les decimos a los hijos e hijas que no tienen que decir mentiras, deberíamos repasar nuestros comportamientos y pensar en las veces que, delante y detrás de ellos, engañamos.

Cuando les decimos que lean, que estudien, que los libros son importantes, y no nos ven nunca leer un libro, ni estudiar, ni preocuparnos por el saber, nuestro consejo pierde todo su valor.

La escuela tiene la pretensión de educar a los alumnos y alumnas, de enseñarles a vivir en una sociedad ejemplar. Para conseguirlo elabora reglamentos e imparte consignas de forma casi constante, olvidando, a veces, que los alumnos y las alumnas tienen más en cuenta lo que ven que lo que oyen.

Cuando les decimos que trabajen en equipo, que se ayuden, que cooperen, que sean solidarios, que escuchen y se respeten unos a otros y nos pueden decir que por qué no nos hablamos con quien entra antes en la misma clase, esa recomendación queda desvirtuada.

Si en la escuela hay un programa muy bien estructurado de coeducación pero los docentes varones se permiten hacer bromas procaces respecto a sus compañeras, todas las pretensiones coeducativas quedan aniquiladas.

La sociedad no debe permanecer ajena al proceso de socialización de los niños y jóvenes. Es decir, debe ofrecer pautas para el aprendizaje de la ciudadanía. Pero, si los comportamientos de los adultos contradicen las propuestas de horadez, de nada servirán los discursos.

Cuando los polìticos nos dicen que cumplamos con nuestros deberes ciudadanos, que paguemos nuestros impuestos, que respetemos la propiedad ajena y nos enteramos de que algunos tienen el dinero robado en paraisos fiscales, esa demanda queda devaluada.

Cuando en el Congreso los parlamentarios se insultan con persistencia y poco ingenio, de nada servirán las peticiones de respeto a la dignidad que se lanzan oficialmente.

Cuando los sacerdotes predican la castidad a sus fieles y estos saben que ellos mismos abusan de menores, esa exigencia queda reducida a pavesas.

Cuando en la televisión se grita, se insulta y se discute sin escucharse, de poco servirán las consignas de respeto a la dignidad de todas las personas y al necesario respeto a quien habla.

Todos podemos encontrar ejemplos en los que la realidad contradice los discursos, en los que la práctica niega la teoría, en los que los hechos ensombrecen las palabras. Deberíamos callarnos hasta que pudiésemos decir con nuesrtra forma de vivir: así ha de ser la vida.

22 respuestas a «Vuelva dentro de quince días»

  1. Si fuésemos ejemplares no haría falta decir nada. Ahra bien, cuando nos desayunamos cada mañana con un nuevo caso de escándalo, cuando vemos que cada día se descubren más casos de corrupción, hay que plantear un rearme mnoral de la sociedad.
    Ha llegado el momento de decir “ya basta”.

  2. Lo fundamental del artículo a mi parecer es el nexo, el vínculo, la insoslayable responsabilidad que recae en la educación. Obviamente, así como también lo menciona el autor, los medios de comunicación, y muchas otras cosas contribuyen al tipo de personas en las que eventualmente nos convertimos.

    Sin embargo, digo la educación porque es en las escuelas donde los niños aprenden a competir. Cuando los exámenes exacerban los puntajes. Cuando la instrucción es para tener un mejor trabajo y no para educarnos. Cuando el cirrículo prioriza ciertas asignaturas. El mensaje es que la educación no es un fin en sí misma, pero un medio para lograr un objetivo económico. Cuando las lógicas de relacionarnos en la escuela están permeadas por la lógica instrumental, neoliberal de hoy en día, es cuando tenemos ciudadanos atomizados, deshonestos y competitivos. Es cierto que hay que educar con la responsabilidad del ejemplo, hay que decir basta, pero también necesitamos la suficiente consciencia, la suficiente sensibilidad ética para tomar decisiones que nos acerquen más como sociedad a tener una educación más humana. Si seguimos educando a nuestros estudiantes bajo la lógicas ya descritas, es poco probable encontrar ciudadanos verdaderamente honestos, cooperativos, conscientes y más humanos. Es más bien, muy poco probable cuando lo que la escuela promueve es precisamente lo opuesto.

    Dime cómo educas y te diré qué sociedad tienes.

  3. La ejemlaridad, el bien hacer personal, la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos eso es lo que nos da categoría moral para afirmar, para denunciar, para exigir. Bonito ejemplo el de Ghandi.
    ¿Cómo van a luchar o posicionarse frente a los paraísos fiscales los que están metidos en ellos? A nadie le gusta tirar piedras contra su propio tejado.
    ¿Cómo los ladrones se van a oponer a los ladrones? Al conrario, buscaran mil artilugios para justificar o al menos salir airosos de su choriceo.
    Personalmente, aunque nos da la sensación de que hay una corrupción sin límites, estoy más esperanzado que nunca porque eso está saliendo a la luz y porque el pueblo, harto, ya no se calla. El pueblo debe conquistar el poder que ahora está en el capital y exigir que el dinero cumpla la exigencia que tiene: el bienestar social.
    Todo dinero debiera pagar sus impuestos en la medida que se posee. Es increíble que en una sociedad democrática se permita la existencia de paraísos fiscales donde los que más tienen se evaden de pagar los impuestos que paga el pueblo y ocultan actividades delictivas. Además, no olvidemos que el rico, si lo es, es porque de una forma o de otra ha sacado su riqueza del pueblo.
    En definitiva, de acuerdo, Miguel Ángel, que la coherencia entre lo que decimos y hacemos es nuestra fuerza.
    Saludos.

  4. Hay que exigir más a los políticos. Hay que mandar a casa a los corruptos para que no de igual hacerlo bien que hacerlo mal. Me parece increíble que algunos alcaldes imputados e incluso condenados vuelvan a ser elegidos. No me extraña que nos tomen por imbéciles.

  5. Estimado Miguel Ángel, como ya es habitual, siempre interesantes sus reflexiones. Entiendo a la perfección su análisis y los ejemplos con que lo justifica. No voy a caer en el error de aducir que peca en las generalizaciones que ilustran su argumentación: ni todos los políticos son corruptos, ni todos los banqueros ladrones y embusteros (los de los bancos de Mataró, sí) y así hasta llegar a los medios de comunicación (¿recuerda aquellas magníficas expectativas que despertaban y siguen desarrollando en el ámbito educativo?). Por completo en desacuerdo con lo que cita de los sacerdotes, no por mis creencias religiosas, sino porque no considero justo que ponga el acento en casos excepcionales (y vergonzosamente repudiables) obviando la gran labor que desde hace siglos viene desarrollando la Iglesia como institución en pro de las personas más desfavorecidas, sin distinción. En mi opinión, y con el mayor afecto, no lo considero ajustado, ecuánime.
    De igual modo, la objetividad y autenticidad que persigo me impiden, por ejemplo, extender la actuación de un Inspector de educación de la provincia de Sevilla, o de unos cuantos de Granada, a todo el Cuerpo de estos funcionarios. De ahí, no paso a dudar o negar si es un rol que influya en la calidad de la enseñanza, a la luz de resultados de pruebas internacionales, por el simple hecho que hay países con resultados excelentes que, sencillamente, no tienen Inspección Educativa. Sería caer en generalizaciones injustas.
    En mi humilde opinión, estimado Miguel Ángel, una clave está el imperio de la Justicia: quienes han cometido atropellos deben ser juzgados, condenados y cumplir las penas impuestas. Ello tendría, además, el valor del ejemplo para toda la sociedad. Enseñamos a nuestro alumnado que la libertad debe ser ejercida con responsabilidad, porque de nuestros actos, buenos o malos, se derivan consecuencias. Cuando ‘sale gratis’ actuar mal, ¿qué ejemplo se da a quienes se están formando como personas y qué enseñanza están adquiriendo para guiarse en sus vidas?
    Como docente, me quedo con el relato del Mahatma Ghandi y persevero en ganar día a día, con el ejemplo, autoridad reconocida por mi alumnado, a pesar de saber que nado contracorriente en una sociedad que parece haber perdido el norte buscando a cualquier precio la felicidad casi exclusivamente en lo material. Necesitamos, a mi entender, más justicia, ética y cultivo de valores humanos.
    Muy agradecido y, como siempre, un privilegio poder leer sus reflexiones.
    Saludos.

    • Estimdo Ciudadano descontento.
      Comparto tu tesis. La generalñización es abusiva. Pero, sinceramente, creo que no incurro en ella. Ya ves que digo al comienzo del artículo que no sostengo la idea de que TODO sea un lodazal. Nunca he dicho que TODOS los políticos, o que TODOS los banqueros. o TODOS los sacerdotes, o TODOS los inspectores, o TODOS los profesores… sean esto o lo otro. Ni lo digo porque no lo peinso. Es más, algunas veces, como tú dices, se trata de eexcepciones. Recuerdo el título de un artñículo que escribí hace años y que se titulaba (refiriéndome a los políticos) NI TODOS MALOS NI TODOS IGUALES. Yo creo que la generalización no está en mi pluma sino en tus interpretaciones de lector sensible. Se podría decir, eso sí, que podría elegir alguna vez el el caso ejemplar de algunos sacerdotes o de algunos polóticos o de algunos inspectores… Eso sí. Procuro hacerlo alguna vez, porque pienso que se puede aprender denunciando lo malo y, sobre todo, ensalzando lo bueno. Que lo hay.
      Tu comentario es magnífico, sensato y, a mi juicio, enriquecedor. Muchas gracias por leer el artículo y por compartir tu reflexión. Pensaré en por qué se puede sacar esa conclusión aunque no haya estado en mi intención explesar lo que tú has concluido.

  6. Acabo de escribir un comentario en otra web (Creo que en Planeta educativo) donde había un artículo tuyo sobe educación.
    En realidad intento localizarte.¿recuerdad aquel trabajo sobre “agrupamiento flexible” que apoyastes en el Hogar de Torre del Ma?
    Respecto a la corrupción, estoy por el apoyo con el ejemplo.
    también desde la ciudadanía.
    Buenas tardes
    Consuelo Amián

    • Querida Consuelo:
      Vaya si recuerdo aquel trabajo que dio pie al libro “”Un claustro investiga. Agrupamientos flexibles”. Fue para mí un verdadero placer compartir con vosotros/as aquella experiencia. Cómo pasa el tiempo.
      Me alegro que te hayas asomado a mi blog. Gracias por aportar tu relfexión.
      Aunque jubilado, sigo como profesor emérito en la Universidad de Maálaga.
      Un beso.
      Miguel A. Santos

  7. Te pido disculpas Miguel Ángel, a ti en particular, y a todos los que hacen posible este blog en general, por el exceso de mi intervención aún a sabiendas de que el acto de leer conlleva inherente la libertad y la generosidad de cualquier lector.

    JUSTICIA JUSTA
    Al igual que la célebre noche de los tanques, por si alguien albergara alguna duda y arteramente alentado al respecto, el primer funcionario de este país lo aseguraba muy dignamente en la tradicional cena navideña en prime time y con el share garantizado , aparcando por unos instantes su proverbial campechanía y desde el seguro amarre de su propia pactada inviolabilidad: la justicia es igual para todos.
    Ante los desparrames que se avecinaban, era cosa de adelantarse y, como en la asonada, dejar las cosas claras: en esta guerra el primer patriota y soldado es el rey.
    Y ante ese pistoletazo de salida, algunos acceden y se marchan de los juzgados como quien entra y sale de una sala de fiestas en plena nochevieja.
    Desde honorables políticos de todo el abanico presuntamente corruptos, banqueros al por mayor y al detall con el cogote engominado hipotéticamente estafadores, folklóricas contritas y sin peineta que supuestamente pasean por zonas residenciales de alto standing unas muy singulares bolsas de basura, orientales presumiblemente chinos que invitan a su edil homenajeado a disfrutar de un final feliz tras el consabido ágape, hasta el yerno estirado que declama a la puerta de la audiencia su ensayada disertación de cómo le va su equívoca y presunta causa.
    A través del ingenio catódico, se aprecia en la gran mayoría de ellos una alegría contenida porque con su presencia, ante una piña de becarios de la información entre el enjambre de cámaras y micrófonos jirafa, dan testimonio de la fiesta de la democracia cuyo máximo exponente, después del acto supremo electoral, es acudir a semejante garito mostrando su plena confianza en la justicia y como ésta, además, funciona: igual que recalan, se alejan. Ante tanta presunción, la suprema verdad, a veces, no es sino una mentira que aún no ha sido descubierta.
    Bien aleccionados por bufetes de postín llevan hasta el límite el sabio consejo: no te descompongas, niégalo todo y miente hasta que se aburran.
    Aquí el éxito va inherente a cómo realizas el paseíllo y el conveniente jaleo de la clá. Ésa que te acompaña bien en el propio paraninfo mientras eres nombrado doctor honoris causa bien en las inmediaciones del portón de la trena aderezados de ese sonoro palmeo acentuadamente acompasado tan notoriamente español.
    Es lo que tiene, entre otros, los litigios de guante blanco eso que ahora, mucho más elaborado, contemporáneamente se denomina ingeniería financiera.
    Por lo demás, la estrategia es sencilla: si se viera en tal tesitura, déjelo fluir, que todo se enmarañe y proclame a los cuatro vientos que ante todo es un firme defensor de nuestro sistema judicial. Usted, mientras no se pruebe lo contrario, es un caballero y tal actitud comporta mucho fuste.
    Aquejada de una obesidad mórbida, deudora de lo obsoleto y anticuado, la vendada, cada día se arrastra con más dificultades lo que le hace perder ante cualquier vaivén su mentado equilibrio.
    La justicia es, en su particular caminar, una paradoja andante: cuánta estupefacción no habrán deparado multitud de sus sorprendentes fallos. Los padrinos de las partes se las gastan de manera diametralmente opuesta en sus peticiones ante su señoría: de la inocencia absoluta de su representado a la ingente adicional por cada uno de los delitos concurrentes.
    Este país ha pasado, por otra parte, de la instrumentalización de la tortura en épocas pretéritas a que cualquier niñato sea capaz de medir sus fuerzas a su antojo y ponga patas arriba a todo un ejército policial con la infraestructura material pertinente para demorar a capricho y así lograr que permanezca indefinidamente oculto de tal modo que no salga a la luz el móvil probatorio de su crimen.
    Si antes el lúgubre escenario del interrogatorio desprendía un olor que mezclaba la humedad, la piel chamuscada y la sangre reseca, en el que todo método era válido ya que se realizaba legítimamente para taponar cualquier posible grieta en el muro de contención por el que se filtrase la libertad de un pueblo oprimido, ahora todo paso en la investigación debe producirse no ya con luz y taquígrafos sino convenientemente televisado para cubrir así las ilimitadas garantías jurídicas del, además, presunto criminal y donde el secreto de sumario es la hoja de un menú deconstruido por unos caníbales mediáticos degustadores de una gastronomía de casquería gruesa muy propia y en consonancia con una información rigurosa, contrastada, apartidista y objetiva.
    Pero mientras tanto la celosa justicia social cotidiana, ese instrumento que, sin duda, nos iguala, permite que una familia sea desahuciada, utilizando ex profeso las suaves maneras del aparato represor acorde, quedándose desamparada en la calle sin casa amén de endeudada para sus generaciones venideras, que una pacífica manifestante indignada, que por toda arma usa enérgicamente su voz, pierda un ojo por el azar de una bala de goma extraviada, que un anciano cientoeurista, que a toda luces ha vivido su vejez por encima de sus posibilidades, sea arrancado de una concentración y con la cabeza abierta introducido en un furgón, que a un ex drogadicto reinsertado y colaborador de una oenegé se le encarcele nuevamente tras reabrir su pleito aduciendo que la humilde mercancía que se le incautó no era en modo alguno para consumo propio… finalizando en aquellos a los que legalmente se les da el empujoncito necesario para que opten por desalojarse de la propia vida. Y así hasta un sinfín de lances que, efectivamente, demuestran fehacientemente ese principio irrefutable que se nos vino a recordar como el primero de los derechos ciudadanos, que ante la ley todos somos iguales. Algo incierto que sólo viene a confirmar postreramente la muerte eso sí después de que unos, los de siempre, hayan vivido aquí en la tierra como su ínclito dios en los cielos.

  8. Sucede lo de siempre, que predicar es fácil, que lo difícil es vivir de acuerdo a los principios que enarbolamos. Creo que este SISTEMA en el que estamos inmersos -y no sólo educativo, el sistema en general- es que ha establecido desde hace milenios que el TENER BIENES MATERIALES equivale a SER RICO, TENER PODER TODO LO JUSTIFICA,y esa ha sido la causa de los males que nos vienen asolando, la corrupción, el robo, la droga, la trata de personas, el tráfico de órganos, las guerras…todo por adquirir poder, bienes materiales, estirar unas fronteras ficticias sabiendo que la tierra ha estado aquí desde hace millones de años y seguirá estando después que mis hijos y mis nietos hayan desaparecido, y por qué no la especie humana, que en un metro cuadrado nos sobrará espacio para los próximos 200 años.El fin que justifica medios, sin importar que en el camino quedan seres humanos que sienten, que sufren..¿Y Yo?¿Qué estoy haciendo al respecto? ¿Basta con ver y denunciar? ¿No tendré que actuar?¿Cómo? No es fácil ponerle el cascabel al gato.
    Todos sabemos eso, pero no tenemos cojones para empezar a cambiarlo, para compartir aunque más no sea una oreja que escuche, un plato de comida, un terreno, lo que sabemos, nuestra experiencia, el lavarropas…Parece estúpido, pero estaría bueno empezar hoy…
    Justamente ayer, un alumno (son niños de 8 años, 4º de primaria) me dijo acongojado:
    -“Seño, el N.N. me ha dicho que soy pobre”-(interpretando ese SER POBRE como una mala palabra).
    Entonces al diablo con lo que habá planificado para ese momento. Hubo que improvisar una clase, que no sabía cómo empezar, pero confío siempre en mi inspiración, y ubicada al centro del círculo instalé la pregunta para llevar a la reflexión: “A ver, ¿Y QUÉ CREEN USTEDES QUE ES SER POBRE? Fue tan lindo escuchar de cabezas limpias, en blanco y sin corrupción frases como: Ser pobre es no tener alguien que te abrace- Ser pobre es no poder vivir con tus padres. -Ser pobre es no tener un plato de comida- Ser pobre es que tus padres te peguen y te manden a mendigar dinero- Ser pobre es saber que te abandonaron-…y ya no sé cuánto más. ¿Entenderemos un día los humanos que el más rico no es el que más tiene sino el aquel que menos necesita? ¿El que con menos se ha quedado porque es el que más ha dado? Parece viéndolo así que vamos rumbo a la perdición, que terminaremos destruyéndonos a nosotros mismos por competir con todos, por reconocimiento y aplausos, por gloria y “poder” por más y más dinero, somos insaciables en lo que a materialismo se refiere. No se si hay esperanza de cambiarlo todo, es un sistema grande, fuerte, bien instrumentado…hace que “no robar” “no matar” “no lastimar a los demás” sean cosas de los tontos y ¿a quién le gusta ser tonto?.
    A veces me parece utópico y loco. Todavía no bajé los brazos, ¿pero hasta cuando podremos seguir remando contra la corriente?…

  9. Soi todos nos comportásemos como Ghandi, el mundo sería distinto y mejor.
    Pero si la palabra va por un lado y los hechos van por otro, se instala en el cuerpo social la hipocresía, la falsedad y la perversión.
    Hay que reflexionar y mejorar.
    El ejemplo es lo que importa.

  10. Políticos, profesores y sacerdotes tienen especiales responsabilidades dada su condición de personas que suelen decirle a los demás lo que tienen que hacer.
    Lo que realmente enseñan es lo que hacen, no lo que predican. Cuando no hay coherencia entre hechos y palabras, no solo es que no aprenden las lecciones, es que se produce una reacción de agresividad más que razonable.

  11. Comparto la tesis del artículo: el ejemplo es fundamental para que mejore la sociedad. ¿Qué es lo que aprenden los jóvenes cuando nos miran a los adultos?
    Lo que me parece más difíci es mejorar la situación. La idea es clara, pero el problema es cómo se lleva a cabo.
    Y otra cuestión, a los polítcos malos podemos echarlos. debemos echarlos. Pero, ¿qué se hace con los padres/madres desastrosos?

  12. Me pregunto por el papel que tuvo la escuela en la vida de estos mangantes que ahora se burlan de todo el mundo, robando y sacando el dinero del país. Si triunfaron en la escuela, ¿qué es lo que aprendieron? Aprendierona a utilizar el conocimiento para explotar y robar y e<ngañar al prójimo.
    No podemos olvidarnos de esta faceta de la educación. Me pregunto muchas veces cuál es el cometido de la ecuela y de la educación. Es aprender a pensar pero, sobre todo, es aprender a convivir.
    A los que están arriba les interpelo preguntandoles si piensan alguna vez en lo que pueden aprender de ellos los niños y las niñas.
    A quienes tenemos alguna responsabilidad educativa en la escuela y en la familia, les insto a decir con los hechos lo que debemos decir.
    Y a todos invito a pensar en este lema: que mi sociedad sea mejor porque yo vivo en ella.
    Gracias por los estupendos comentarios que habéis aportado para enriquecimieno mutuo.

  13. Me parecen muy interesantes las aportaciones y el artículo, al igual que la mayoría de los que escribes Miguel Ángel. Tengo la suerte de leerte desde hace unos años y he leído alguno de tus libros,me parecen aportaciones muy acertadas e interesantes, así que por todo ello, muchas gracias.
    Yo tampoco quisiera generalizar, pero hace unos días me dio por darle vueltas al tema y precisamente lo que no quiere esta gente es la escuela pública, porque se preocupan por ella a base de recortes y da la casualidad de que la gran mayoría de los corruptos de este país no tiene a sus hijos en una escuela pública.
    También me dio por pensar en la clase de escuela que ellos habían estudiado y si hiciésemos estadísticas tampoco creo que la mayoría hubiese estudiado en una escuela pública o concertada (hablo de mayorías, sin ánimo de generalizar y es una opinión personal, por lo que puedo estar equivocada).
    Sería curioso confirmar esto porque se cargan la educación porque no es productiva pero resulta que el sistema educativo público español tiene las mejores estadísticas en compensación de desigualdades sociales, llegando a equipararse con Finlandia a pesar de los escasos recursos que recibe y las grandes dificultades que se encuentran en sus aulas, incrementadas en su mayoría con la actual crisis económica.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo pero si hay que criticar a la educación, no solo deberíamos de criticar a la educación pública (aspecto que considero fundamental, pues hay muchas aspectos mejorables y la crítica y evaluación adecuada son motivos de mejora). También deberíamos tocar a esos centros que sacan tan buenos resultados en todas las pruebas y dicen que el resto del país les ralentiza, pero no trabajan la cooperación sino la competición y además seleccionan a sus alumnos.
    Si nos centramos en la competición en el aula sería como la “ley de la jungla” desde pequeños. En nuestra mano está poner la coma en aquella frase tan buena que escribiste, yo lo prefiero y creo recordar que era así “Lo mejor y lo primero, para mi compañero”
    Un saludo, atentamente Susana

  14. Si se dan malos ejemplos, las buenas palabras quedan borradas con los hechos. Es más, no es que las palabras sean inútiles sino que producen una sensación de rechazo, de indignación y de asco.

  15. No se puede aceptar por más tiempo esta cadena de escándalos. La corrupción es inadisible en cualquier tiempo, pero en tiempo de crisis es todavía más sangrante.
    ¿Cómo puede tolerarse que haya gente que se muere de hambre y otros que roben a expuertas el dinero de todos y se lo lleven a paraisos fiscales?
    Lo que habrá escondido y no sale a la luz. Hace falta una regeneración ética de la política.
    Y esa regeneración tiene que surgir de abajo arriba. No podemos esperar a que ellos mismos digan: ya basta. Porque les ineresa vivir como viven y acer lo que hacen.

  16. Lo que los niños tienen más es a sus padres y madres. Ahí está la fuerza más grandey y la influencia más decisiva.Las familias son la baza decisiva en la ducación.
    LOs ejemplos que se ponen en e artículo son clarificadores, pero cada uno puede encontrar muchos más.
    Estoy de acuerdo en que la fuerza del ejemplo es la que más impulsa al buen comportamiento.
    Estoy seguro de que la madre que fue a visitar a Ghandi con su hijo entendió de forma muy clara la lección.

  17. Aunque para dar buenejmplo a los ciudadanos/as todoslos agentes son importantes,creo que los relacionados con la eduación, lo son especialmente. Digamos que estos, por oficio, tienen la obligación de dar ejemplo.
    No comparte la idea de que en la enseñanza solo somos profesores y no educadores. No creo para la escuela quede la instrucción y para la familia la educación.
    Poruqe la educación sin valores no es auténtica educaciòn.
    La educación tiene dos grandes pilares: el pensamiento y los valores. No se puede considerar al aprendiz solo en su esfera intelectual. Porque si el conocimiento nos sirviera para engañar al prójimo, en mala hora tendríamos escuelas y Unversidades.

  18. Estimado Miguel Ángel, recibe un afectuoso saludo desde Chile. Aprovecho de saludar a quienes escriben. Si bien la corrupción en los distintos ámbitos de la sociedad es un escándalo entre todos nosotros, me doy cuenta que quienes la practican son los mismos que fueron formados por nosotros los profesores, son ex-alumnos de nuestras escuelas, son nuestros compañeros de banco, etc. Sin embargo yo he observado que nuestro problema educativo es que no formamos estudiantes AUTÓNOMOS en nuestras aulas, estamos acostumbrados a seguir lo que otros nos indican, estamos acostumbrados a seguir a otros y no a pensar por nosotros, claro que esto es un peligro para todos, porque seremos cuestionados por esos niños, seremos expuestos a la verdad y no podríamos romper nuestros valores ya que seríamos personas con una sólida formación, ya que fuimos responsables de nuestra formación y no tuvimos necesidad de que alguien nos diga qué hacer, hemos sido formados a pensar y actuar por convicción y no por imitación a otros, sigamos nuestra propia formación, seamos responsables de nuestra formación, preparemos a nuestros estudiantes para que sean protagonistas de su formación y no les demos un camino hecho sino que ellos mismos lleven su aprendizaje a un nivel más alto.
    Me alegra saber que hemos formado también grandes personajes en nuestra historia y que son protagonistas y nos cuestionan y nos interpelan a ser mejores. Un abrazo para todos. Con cariño Héctor

  19. Pues sí, estimado Héctor, a mí también me preocupa que esas personas corruoptas hayan pasado por la escuela. ¿Qué hicimos con elas y por ellas? ¿Cómo están formdas?
    Ya sé que existe la libertad y, por consiguiente, la responsabilidad de cada uno respecto a lo que hace. De hecho unas personas se comportan bien y otras no y ambas han pasado por la escuela. Perola inquietud es inevitable. ¿Hicimos las cosas bien?

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