Oscurece, luego amanecerá

28 Ene

Es inexorable. En la medida que va atardeciendo y que se hace la noche, va quedando menos tiempo para el amanecer. Quiero utilizar esta metáfora para que quienes están en una situación difícil no se den por vencidos.

Es inexorable. En la medida que va atardeciendo y que se hace la noche, va quedando menos tiempo para el amanecer.

Los túneles, por definición, tienen comienzo y fin. Cuando se está en medio de un túnel, el peligro consiste en sentarse a lamentar la oscuridad existente. Si se avanza, aún en la noche, llegará la luz. Dice mi querido y admirado Manuel Alcántara que los pesimistas, cuando ven al final del túnel la luz esperanzadora que anuncia el final de las tinieblas, piensan que se trata del potente foco de una locomotora que acabará aplastándoles. Triste y fatal equivocación.

Nadie va a tener en la vida un camino interminable de rosas. Habrá dificultades. Días de tormenta, baches, salteadores, dolencias del cuerpo y del alma. Sin dolor no llegaríamos a tener conciencia de nosotros mismos. Nadie se va a librar, probablemente, de la muerte de seres queridos, de rupturas amorosas más o menos traumáticas, de conflictos laborales, de problemas económicos, de asechanzas de inevitables enemigos. Lo importante no es lo que nos sucede sino la actitud con la que afrontamos eso que nos sucede.

No se pueden negar los males, los daños, las enfermedades, los engaños, los desastres, la ruina. Están ahí. Su dimensión objetiva se puede valorar fácilmente. Pero, siendo esa una parte fundamental de un problema (no es igual un diagnóstico de un resfriado que de un cáncer) uno y otro pueden ser asumidos de manera muy diferente.

Alguien puede pensar que esa actitud optimista ante la vida y sus avatares no es más que un autoengaño. Pero yo creo que esa postura es más inteligente que su contraria. Más realista incluso. Se dice que un optimista es un pesimista mal informado. Yo creo, por el contrario, que un pesimista es un optimista mal informado.

¿Qué ventajas tiene esa actitud optimista ante la dificultad? Muchas, todas ellas importantes.

En primer lugar nos hace ver las cosas de una manera positiva. Dos fábricas de calzado japonesas enviaron a sendos representantes a hacer un estudio de mercado a la misma zona de África. Después de un exhaustivo trabajo, el primero mandó un informe a su empresa diciendo: “El futuro de la venta de calzado en esta zona no puede ser más negativo. No se venderá ni un par de zapatos. La razón fundamental es que aquí todo el mundo anda descalzo”. El segundo, por el contario concluyó su diagnóstico con estas palabras: “El futuro de la venta de calzado no puede ser más prometedor. Se vendará todo el calzado imaginable y aún más. La razón es muy sencilla: aquí todo el mundo anda descalzo”.
En segundo lugar, aminora el sufrimiento. No es igual tener una perspectiva derrotista, fatalista, pesimista que vivir en la actitud contraria. Se es más feliz si se piensa que se van a vender muchos zapatos.
En tercer lugar, favorece el autoconcepto y la autoestima. Vivir sumido en la desesperanza, en el pesimismo, en la fatalidad, lesiona la confianza en nosotros mismos. El representante optimista considera que es le será fácil explicar a alguien que es más rentable comprar unos zapatos que hacer una alfombra de tamaño universal.
Pero, sobre todo, nos pone en el camino de la solución. Creer que uno se va a curar es una parte de la curación. Creer que uno va a encontrar trabajo es una parte del éxito de la búsqueda. Pensar que se van a vender zapatos es ponerse en el sendero del éxito de ventas.

Hay quien piensa que estamos en el peor mundo de los posibles sin tener en cuenta que hemos avanzado mucho, a fuerza de pequeños y grandes esfuerzos individuales y colectivos. Personas de forma aislada, grupos más o menos grandes y países enteros han ido conquistando cotas más elevadas de conocimiento, de libertad, de respeto a la dignidad. No nos podemos imaginar hoy en día a un trabajador de las pirámides reclamando su mes de vacaciones. Nos parece casi increíble que hace poco tiempo los negros estuvieran discriminados en Sudáfrica y que, poco después, hubiera un presidente negro. No podemos casi creer que hace unas décadas las mujeres no pudieran ir a estudiar a la Universidad. Cualquier tiempo pasado fue peor.

Sé que queda mucho camino por recorrer, pero hemos avanzado sin cesar. Os invito a leer el hermoso libro de José Antonio Marina y María de la Válgoma, titulado “La lucha por la dignidad”. Debería ser un libro de lectura obligada en las escuelas. El libro, a mi juicio, es un canto a la esperanza y al optimismo de la humanidad. Y por consiguiente, de cada uno de sus integrantes. No somos una especie maldita. Hemos recorrido un largo camino, lleno de dificultades es cierto. Y nada ni nadie nos ha detenido. Y es una invitación al compromiso en esa lucha.

Acabo de leer un interesante libro de Eduardo Punset. Se titula “Viaje al optimismo”. En él argumenta de forma consistente y reiterada lo que acabo de decir: cualquier tiempo pasado fue peor.

Dice Punset que el profesor emérito en psicología de la Universidad de Illinois Ed Diener ha publicado un trabajo en el que, tras revisar ciento sesenta estudios sobre la influencia de la felicidad en la salud, concluye que existen evidencias muy claras y sólidas de que aquellos individuos que son positivos tienden a vivir más y disfrutan de mejor salud que aquellas personas que se consideran a sí mismas infelices.

En estos tiempos de crisis, no hay mayor peligro (individual y colectivo) que la desesperanza. No hay mayor torpeza que, ante las dificultades del camino, detenerse y abandonarse a la impotencia. Dice Punset que les repite una y otra vez a sus alumnos: “Si te paras, si dejas de moverte, se van extinguiendo tus neuronas y decaen las ganas de vivir”. Sabio consejo.

Esta invitación al optimismo nace de un hecho comprobado: los niveles de violencia están disminuyendo y los de altruismo aumentando. Ya sé que plantear estas ideas a una persona que está en una crisis que considera insuperable podría parecer un ejercicio de cinismo. Nada más lejos de mi intención. A quien vive felizmente y a quien atraviesa ese túnel de la desesperación les deseo una marcha progresiva hacia mayores cotas de felicidad, de compañía, de creatividad y de entusiasmo. Creer que se puede estar mejor es la condición indispensable para poder estarlo.

Me gusta la actitud de aquel individuo bajo de estatura que, cuando analizaba la realidad, decía: “yo soy optimista por naturaleza ya que solo alcanzo a ver la parte llena de la botella”.

38 respuestas a «Oscurece, luego amanecerá»

  1. Qué hermosas reflexiones nos ha brindado Miguel Ángel, excelentes para tenerlas presentes en estos tiempos que parece que sólo invitan al pesimismo. Es muy difícil hablar de optimismo a quien se ve con su familia en la calle y no encuentra ninguna salida a la vista. ¡Hay tantas situaciones desesperantes! Con todo, si uno no se derrumba, siempre hay una salida. Dice un aforismo chino: “No hay una nube por muy oscura que sea que no tenga un reborde de plata”. La historia de la humanidad es de progreso, pero en ese camino hay piedras y altibajos. Haciendo un esfuerzo por vivir con el optimismo a que nos invita Miguel Ángel, todo será, aún dentro de su dureza, más fácil. Saludos con los mejores deseos

  2. Totalmente de acuerdo con su artículo Miguel Ángel, hay que ver siempre la botella medio llena, hay que ser paciente, todo pasa y todo llega, yo soy de la opinión de soñar despierto, y para ello hay que luchar por lo que uno quiere, y para ellos es primordial una actitud positiva y optimista. Gracias profesor por sus reflexiones. Un abrazo a todos.

  3. Estimado Miguel Ángel no he podido resistirme a recomendarte ya en mi blog http://infoptimismo.blogspot.com/ y en mi red de facebook pudiendo constatar que en los tiempos que corren cada día, hay alguien que se levanta queriendo ver las cosas bien, o hacerlas mejor, o abandonar el camino de rendirse por el de lanzarse al ruedo.

    Mi ocupación con el blog es cazar y compartir tesoros como el que has escrito tú hoy, gracias.

  4. Uno también es optimista por naturaleza, pero cuando se viaja con Punset hacia el optimismo, se da uno cuenta de que Eduardo es muy complaciente con el capitalismo y poco con el funcionariado, aunque lo haga de pasada en su libro.
    Ahora no está la botella medio llena de agua, sino el barco que ha naufragado, que encierra en su mitad de agua muy poco optimismo.
    Cuando el barco de los mercados se estrella por su autosuficiencia y engreimiento, cuando hace aguas, es el pueblo el que acude, hasta se lo quita de la boca y no usa su boca para decir que ha naufragado un barco de señoritos, de ricos, sino que echa manos a la obra, sin reparar en los letreros que “prohíben el paso a toda persona ajena”, y se enajena por ayudar a los náufragos. También los trabajadores asalariados (los músicos), que organizan y ayudan, y también el funcionariado (los bomberos, los buzos), que se echa a la mar, consciente de que a mar revuelto no hay ganancia de pescadores, como pasa en todas las sesiones de bolsa.
    ¿Qué hubiera sido del “Costa Concordia” si hubiera estado en manos de los mercados? ¿Habría que haber esperado a los consejos de administración? ¿Habría que haber esperado a las calificaciones de las agencias? ¿Habría habido que sospechar de los rumores?
    Ya sabemos que los mercados son refractarios a la educación, a ponerse en lugar de los otros, a comprender y ayudar, si no sacan tajada. Los mercados son precisamente los que con sus caprichos empobrecen a los pueblos, ignoran lo que significa la palabra “concordia” y operan a “costa” de los demás. Los mercados han sido ajenos a la psicomotricidad libre, al juego libre de las calles, a una educación popular (Freinet) y ahora necesitan de una terapia costosísima, que viene cifrada en la cantidad de naufragios provocados, que dejan indefensos a los trabajadores y a los pobladores de países enteros. Si se están quedando con todos los recursos, no podrán quejarse de que el consumo se venga abajo. Si se quedan con los recursos, ya no tienen tiempo ni espacio para gastarlos y se hundirá el barco con todas sus pertenencias en las cabinas y camarotes ocultos y bajo las aguas perderán todo su valor y su memoria.
    Ya está casi todo dicho sobre el “Costa Concordia”. Los naufragios siempre se han solucionado a “costa de la concordia” del pueblo. La cordialidad de los pueblos ha levantado los monumentos a su propia humanidad. La cordialidad de los pueblos ha sido más tozuda que la rivalidad, a pesar de la ingente cantidad de recursos que se destinan a propaganda que quieren convencernos a contraviento y marea y naufragio de que los seres humanos somos competitivos en vez de competentes, agresivos en vez de cordiales, belicosos en vez de conciliadores. Esta actitud humana educada y educativa no impide que sean los mercados competitivos, agresivos y belicosos.
    Ya está casi todo dicho sobre el “Costa Concordia”, pero este naufragio ha tenido la suerte de haberse encontrado con un “corazón repartido”, como nos dijo P. Neruda: “Pero yo recogí con creces la bondad de amigos y ajenos. Me recibía la bondad por donde pasé caminando y la encontré por todas partes como un corazón repartido”.
    Este naufragio ha tenido la suerte de encontrarse con la humanidad, que, dicho sea de paso, va toda en el mismo barco. Este naufragio ha tenido la oportunidad de poder reconocer que el pueblo ha llevado a cabo una gran gesta, ha realizado una operación, nunca mejor dicho, “a corazón abierto”.

  5. Le oí a Miguel Angel Santos en una conferencia recomendar el libro La pedagogía del optimismo. No recuedol ahora quién era el autor. Y recuerdo haberle oído decir que el optimismo era consustancial a la educación. Citó a alguien que había dicho (lo tengo muy bien anotado): La educabilidad se rompe cuando pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo”.Estoy de acuerdol.

  6. “Es inexorable. En la medida que va atardeciendo y que se hace la noche, va quedando menos tiempo para el amanecer”.

    Toda metáfora tiene múltiples lecturas y, si se me permite, hasta su contra-metáfora o bien la metáfora pura: “El otoño: isla”.
    Dejo, reiterada, la mía:
    “Antonio Tabucchi-Sostiene Pereira”
    (fondo musical: Dulce Pontes/Ennio Morricone).
    http://www.youtube.com/watch?v=nWFKJQvoqtI

    un cordial saludo
    Luis Eugenio Utrilla

  7. Querido Miguel Ángel, así es…
    son necesarias palabras llenas de esperanza para sortear todas las dificultades inevitables de la vida.

    Las crisis, una vez superadas, son grandes maestras y compañeras de viaje porque nos ayudan a crecer. Pero para ello hay que tener esperanza en la luz al final del túnel(a veces, esto no es fácil).

    Reza una frase de Buda: “lo que somos en nuestra mente es lo que logramos en esta vida”.

    Un abrazo desde el corazón.

    Isabel.

  8. Querido Maestro! Hace tiempo que no escribo algún comentario, la razón no es que no le lea es que he estado algo delicada de salud.Sus escritos, son para mi pura inyección de optimismo.Algunas veces necesitamos la ayuda de otras personas para comprender las cosas que no suceden en la vida y que nos hacen que tengamos el corazón roto.Dice un refran, que a grandes males,grandes remedios.Procuro levantarme cada dia con esperanzas nuevas, con el crecimiento personal que me da haberme equivocado tantas veces,con el amor a las personas a pasar de las puñaladas recibidas, creo en las labores de servicio e intento mejorar mis actuaciones con sentimientos, humanidad y afecto. Siempre seguiré vuestros consejos querido amigo.Gracias Miguel Angel quedamos emplazados para otra ocasión.Mucha suerte.

  9. El problema de los que no tenemos problemas vitales (no tener qué comer, ni techo donde cobijarse, por ejemplo) es que quizás no sepamos de lo que hablamos. Recomendar optimismo y autoestima a un nucleo familiar donde ninguno de sus miembros tiene trabajo (miles de hogares, según los últimos datos INE) y que subsisten gracias a la menguada ayuda de familiares y de Cáritas(menciono esta institución porque conozco a bastantes voluntarios de la misma: ante la falta de respuesta de cualquier otro servicio social, es la que lleva años alimentando, literalmente, a miles de personas), quizás sea pecar de cierta ingenuidad, de cierta autocomplaciencia. Cuando en nuestro país aún se negaba la crisis, por activa y por pasiva, incluidos nuestros sindicatos, las filas de centenares de personas para entrar en cualquier de los comedores de Cáritas se multiplicaban por toda la geografía nacional. Personas en las que la miseria absoluta se ha instalado a sus anchas; personas que cada día que pasa sin que su situación mejor, pierden un ápice más de la poca autoestima que les queda. Personas como yo, que escribo estas líneas, personas como tú, que quizás las leas. La desesperanza en ellos es un estado natural que no pueden combatir, forma parte de ese día a día donde todas las puertas se les cierran, en las narices. Para ellos, la solidaridad, que no la piedad, es la única de las respuestas. Uno de ellos, afortunadamente ya recuperado, me contó un día una maravillosa anécdota, dándole el sentido justo a la solidaridad, el valor que realmente debe de tener esa palabra, más allá de intenciones y bellas palabras: “… un día, de tantos, que no tenía nada que comer, otro mendigo como yo sacó de su bolsillo medio bocadillo. Dividió el exiguo bocado en dos y lo repartió entre ambos, sin perder la sonrisa…”. Si, eso es solidaridad. Lo demás, libros de autoayuda para el mundo capitalista, palabras y solo palabras, que decía Hamlet. En fin, creo que me comprendeis, compañeros/as. Un abrazo.

  10. Pues no, no te comprendo, Pepa Banderas. Lo mejor que les puedes decir a esas familias es que… ¿qué les dices tú? Tú lo que dices (porque solo dices, no das el bocadillo en tu comentario), tú lo que dices es que el que les hable de optimismo es un ingenuo. Eres… ridícula. Con tal de llevar la contraria… Porque tú no sabes que palabras son amores. Tú prefieres herir con la palabra. Lee el libro de Luis Rojas Marcos “La fuerza del optimismo”. Igual no te parece un ingenuo.
    Por otra parte, quien habla de egoismo es un ingenuo. Y el que lo niega, ¿qué es?
    Creo que en el artículo se habla de actitudes, no de cómo evitar el tener que ir a los comedores de cáritas.
    Y más aún: los problemas, rica, no son solo de dinero. Hay otros problemas, a veces, más dolorosos.

  11. Pepa, siempre me haces pensar en que bueno si te creas tu propio blog. Tú no opinas, tu siempre sientas cátedra. Siempre pareciera que quieres enmendarle la plana al autor y dejarlo en un lugar de poca monta. Como si lo que el tiene para decir solo fuera superficial, mediocre o superfluo. Y tu tienes la verdad, la palabra justa. De respeto por lo que piensa el otro:cero. De cordialidad en rescatar lo positivo:cero. De entusiasmo y alegría de vivir:Cero. Creo que ya te lo dije una vez, la vida no es puro rigor científico. La vida es una emoción. Pero pareciera que las emociones las tienes muy controladas. No discuto tus conocimientos o tu capacidad intelectual. Te falta sabiduría para respetar y valorar el saber de quienes no piensan como vos. Cada vez que te leo se me viene a la mente un tango que se titula “viento en contra”. El mundo es lo suficiente mente grande para todos y a lo mejor tienes que abrir la ventana y echarte a volar hacia otros rumbos…

  12. La autocomplacencia la tienes tú, Pepa Banderas. Eso de “creo que me comprendéis” (lleva acento, no lo olvides) parece que podría traducirse: “¿me comprendéis los no ingenuos, los no autocomplacientes, los que de verdad sabéis algo…?”. Eso de la crisis y de que se v io la crisis y de que hay muchos parados lo dices venga o no a cuento. Como si esas personas solo te importasen a ti.
    Suscribo plenamente el comentario de A.F. respecto a tus intervenciones. Salvo en un aspecto. El que hace referencia a tu capacidad científica. También la califico de muy bajita. Porque eres de pensamiento estrecho.
    Y por cierto: ¿qué les dices tú a esas personas que están en la cola de Caritas? Que su situación es pésima y que no tienen solución. ¿No? Muy bonito.
    No desprecies las palabras, a veces son tan importantes como el pan.

  13. Claro que te comprendo, estimada Pepa Banderas y como siempre, tus reflexiones son las más acertadas del blog, desde mi punto de vista y creo que bastantes más que escriben semanalmente. Omito las “opiniones” verduleras a tu aportación, no merecen comentarios, aunque me resulte una incógnita ese odio visceral que te procesan personas que es evidente son incapaces de aportar algo a la temática propuesta. Pero… olvídemonos de ellas y entremos en materia. El valor de la solidaridad Pepa, como bien dices, se demuestra andando. De nada sirve que nos extendamos aquí en bellas palabras y le digamos a una persona que, como describes, no tiene qué comer ni techo donde cobijarse que tiene que ser “optimista”. Es una estupidez mayúscula. De nada le sirven a todas esas personas que fallecen de inanición en regiones deprimidas de Etiopía animarles al optimismo. Las cifras de los que fallecen, a diario, son escalofriantes. La inmensa mayoría niños. Mirad las hemerotecas, ya sé que las cifras estadísticas y los enlaces, a modo de ilustrar con más amplitud el tema os parece “pedante”. La solidaridad y es una bella metáfora la que utilizas, es compartir, incluso aquello que no se tiene, como en los casos más desesperados, más absolutos, como esa anécdota donde dos mendigos comparten entre sí ese escaso bien comestible que tienen para pasar la noche. Si yo, instalado en una sociedad neoliberal tengo stress por mi ritmo de vida, leo alguno de esos libros de autoayuda (hay miles, de todas clases y colores), me relajo aprendiendo a respirar y a tener el mejor de los conceptos de mí mismo, extiendo ese elevado autoconcepto a un donativo mensual a alguna ONG. Mi autoestima, ya por las nubes, ahora ya es “solidaria”, mediante una hipocresía del neoliberalismo hacia los países en vías de desarrollo. Y si además, “apadrino” un niño, soy ya le mejor de las personas que se puedan concebir. He pasado del stress social a una autoestima absoluta y no digamos ese niño que he apadrinado y todas esas personas que con mi donativo van a ver su autoestima al alza. Nada de ir de voluntario a un comedor social, donde centenares, miles de personas van a disfrutar de la única comida caliente de todo el día. Nada de ponerme delante de un edificio para no permitir la entrada de esos señores con traje, dispuestos a dejar sin techo a abuelos y ancianos. Nada de repartir, como voluntario y en organizaciones sin ánimo de lucro, bebida caliente para los que duermen bajo cartones. Nada de ello, aunque sean las personas que más solidaridad necesitan del mundo, porque precisamente la autoestima les abandonó irremediablemente el día que no pudieron atender sus necesidades básicas. Pero precisamente aquí, en este campo, es donde la solidaridad tiene su razón de ser. En los demás campos, todo es una simple anécdota que ciertamente, se cura con la lectura de uno de esos dichosos libros, a elegir entre centenares de ellos. Pero recordad: un libro no se come, aunque sí puede servir para hacer fuego para calentarse. Acabo como Pepa: demasiadas palabras que para los más desvalidos, nada solucionan. Si quereis ser solidarios, pasad a la acción. Espero también que se me entienda. Saludos a todos y todas.

  14. Pepa Banderas, tu reflexión la comparto cien por cien. Estoy seguro que eres voluntaria en esos comedores sociales y por eso sabes de lo que hablas. El que no, como los trolls del chat, no hablan de solidaridad, autoestima, piedad y ayuda social. Hablan de sí mismos, de sus propias frustraciones.

  15. Ay, Antonio, qué parcial eres.
    Cuando tu “admirada” Pepa Banderas discrepa es que es muy lista pero cuando otros discrepan de lo que ella dice “le tienen un odio visceral”. ¿Cómo es posible tan poco rigor?
    Y eso de calificar otras opiniones como propias de verduleras (no entro a preguntar por qué entrecomillas la palabra opiniones y qué significa para ti eso de “opiniones verduleras”) dice muy poco a tu favor. Porque las verdurleras pueden opinar muy seriamente.
    Lo que más me llama la atención es el baremo tan riguroso que tienes para calificar los comentarios de todos y decir que los de esta persona son “las más acertadas”. Ya ves que para algunos otros no es así. Tienes un rigor extraordinario para comparar. Porque las opiniones son muy diversas.
    Vamos al tema: ¿se dice en alguna parte del artículo que la solidaridad no es importante, que no es necesaria, que no hace falta? Quizá cuando el artículo trate sobre la solidaridad a Pepa Banderas se le ocurra decir que sin optimismo la solidaridad será insuficiente. A ti, entonces, te parecerá el mejor comentario. Ya está bien.
    Igual, por despreciar las palabras, te crees más solidario. Pues verás, yo creo que el autor se muestra muy solidario con los que sufren. En este artículo y en otros.

  16. Pedro, prefiero que se hable del tema, no de mí, ni de Pepa, ni de los otros que participan. Intenta aportar algo por tí mismo, traduce tus pensamientos en palabras pero sin descalificarnos a los demás, estoy seguro que debes tener tu propia opinión del tema y que debe ser interesante.

  17. Mira, Pedro.
    Repasa las veces que en tus textos se habla de Pepa Banderas. Siempre bien, claro. Déjame de hablar de lo que yo quiera. Y aplícate el cuento.
    ¿Quieres que te diga lo que pienso del artículo “Oscurece, luego amanecerá”? Pues que me parece estupendo. El título me parece ingenioso y el artículo serio, claro, oportuno y bienintencionado.
    Hace referencia a un par de libros que pienso leer.
    Y, para terminar, te diré que a MÍ me ha animado. Ya ves, y solo tenía palabras. Eso que tú consideras despreciable.
    Y tú que aconsejas no descalificar, te recuerdo que tú hablas de opiniones “verduleras” y de “estupidez absoluta”.
    Eres un poema, Antonio. Pero muy solidario.

  18. Bravo por Juanma. Intuye que Pepa es una voluntaria que va a los comedores y sabe que los que plantean objeciones a sus tesis son víctimas de tremendas frustraciones. ¡Vaya clan de solidarios con ellos mismos!

  19. Hola. No comprendo muy bien la actitud de algunos, es extrañísima. Que cada uno escriba lo que piensa, así de sencillo. Y aprendamos unos de otros, que es lo más bonito que nos puede ocurrir.Pero respetándonos, faltaría más. Estos intentos de desprestigiar a las personas, al precio que sea, me parece rídiculo, infantil. Sobre todo teniendo en cuenta que lo que escriben Antonio Pérez y Pepa Banderas es quizás lo más interesante de este semana en el blog,desde mi modesto punto de vista. Y estoy con ellos, no son tiempos de palabrería gratuita, sino de hechos. Si nos olvidamos que un artículo es algo muy subjetivo, que se podrá estar o no de acuerdo con su contenido, como todo en la vida, es que hemos perdido el norte y también el sur. Y los que pierden todas las direcciones se pierden en sí mismos, víctimas de la intolerancia, de ausencia de proyectos comunes, lejos de una ciudadania democrática al no tener voz propia.

  20. Algunos no entienden la diferencia entre un blog y un chat…

    Un poco de tolerancia nos vendría bien a todos… De esa forma el amanecer llegaría antes…

    Cordialmente.

  21. Para Loli: Pues mira a ti tampoco te entiendo. Es extrañísimo. O sea que lo mejor de todos los comentarios es lo que dicen Pepa Banderas y Antonuio Sanchez. Tienes que comparar y sabes cómo hacerlo. Que lista. Resulta que hay que hablar de solidaridas. Si se habla de arte o de justicia o de…optimismo, pues eso no. No viene a cuento. ¿Quién desprestigia a quién? Lee el comentario de A.F. y analiza de quiés son los intentos de descalificación PERSISTENTES, un sábado tras otro. No me vengas con cuentos, amiga, que te he calado.

  22. No entiendo mucho este rifirrafe. Miguel Ángel nos habla en este artículo de optimismo frente a los problemas y de superación. ¿Por qué se ha de criticar el que nos nos hable de la avaricia de los mercados o de los problemas de la falta de agua en África, o de…¿Qué creéis, que es insensible a los problemas de la gente o a los problemas que expone Pepa Banderas? Yo entiendo que un artículo habla de un tema, no exijamos que aborde todo o lo que a cada uno nos pase por la cabeza.
    A mí me parece bueno todo lo que comentáis todos, me dan pena las descalificaciones y que alguno intente humillar hasta porque no se ha puesto un acento. Saludos a todos. Miguel Ángel, eres lo mejor.

  23. Joaquin, un artículo es un artículo, un simple punto de visto, de entre tantos posibles. Por lo tanto, susceptible de crítica, de contrastes entre los muy diversos puntos de vista y quién sabe, de intersecciones entre todos esos contrastes. Yo expongo mi opinión e intento hacerlo de manera que no quede en un simple párrafo de apenas cinco palabras. Y desde luego, evito descalificar, es lo peor que se me puede ocurrir, dejaría de ser yo mismo. Es decir, hago un esfuerzo de retórica, de tesis si se quiere, por más subjetivas que sea. Exactamente igual que el autor. Exactamente igual que Pepa Banderas. Exactamente igual que Loli. Y de tantos otros.En esto consiste el concepto de ciudadania democrática, bella expresión que he leído en alguna de las aportaciones a este blog. Yo escribo mi punto de vista, tú escribes tu punto de vista y compartimos conocimiento, enriqueciéndonos mutuamente, respetándonos mutuamente. No es difícil de entender. No hay verdades absolutas, todo es subjetivo. Por lo tanto, propongo dejar muy atrás la intolerancia (creo que también la envidia) y dejar paso a la concordia. El primer paso es dejar de criticarnos; el segundo, basar las opiniones en razones fundamentadas, personales, argumentadas, cuya lectura pueda enriquecernos a todos. No es tan difícil. Simple espíritu democrático, repito.

  24. Sólo he escrito mi opinión, no critico a nadie. No “calo” a nadie. Esa expresión me parece indigna. De entre todas las opiniones, tales son los tiempos que corren, me quedo con las que he mencionado, porque son la que más se ajustan a mi manera de ser, a aquello que creo que el mundo, en el momento actual, más necesita. A los 18, me fui voluntaria, por primera vez, con Manos Unidas, a Perú, durante el verano. Una ayuda solidaria, haciendo de todo, desde comida, clases a los más pequeños y de enfermera. En mi retina, la sonrisa de los niños, el compartir comidas frugales y ver cómo una pequeña aldea crecía con ayuda de más profesionales también voluntarios. Repito todos los años. Para mi, eso es solidaridad. No puedo imaginar otra forma de prestarla. Y jamás tendré problemas de autoestima, porque cuando ves lo que es vivir al límite y regresas a tu mundo “civilizado”, comprendes que no hay lugar para tener la autoestima baja. Creo en lo que he descrito, en demostrar solidaridad, no en escribir sobre ella. Si esta opinión y otras opiniones que he leido os resultan intolerables, entonces soy yo la que no os comprendo, aquellos que haceis de la intolerancia una manera de vivir.

  25. Nadie odia a Pepa ni a nadie en este blog. Pero si resulta incómodo ver que de manera permanente se trate de contradecir al autor con siempre mejores argumentos por supuesto. No es ya opinar, sino “de que se trata que yo me opongo…”
    Cada uno tiene a lo largo de la vida recorrida una suma de experiencias y conocimientos y es desde ese lugar desde donde se habla.
    La alegría y el optimismo son condiciones que mejoran la calidad de vida. No son las cosas ni el dinero. Me crié en el campo con cinco hermanos y unos padres que nos quisieron mucho. La vida siempre nos fue difícil. Siempre me vestí con ropa regalada y contaba con un par de zapatos hasta que me quedaban chicos, para ir a la escuela. desde los seis años trabajé. A esa edad cosechaba maíz en el campo a mano. recuerdo que lloraba de frío… Mi madre pasó desde los 40 años hasta el día en que se murió en una silla de ruedas.Ella me enseño las cosas mas preciosas que aprendí. Ella fue mi mejor maestra.Ella fue la persona más maravillosa que conocí desde siempre. Ella me enseñó como ser y si mucho me enseñó con palabras, mucho más me enseñó con la vida. Me enseñó a amar y a perdonar, a ser agradecida y a pedir perdón. Me enseñó que en está vida somos peregrinos y que las cosas materiales no son importantes, solo necesarias. Me enseñó la generosidad. Siempre dió todo. Recuerdo hace muchos años cuando me caí de un caballo, me daba mucha vergüenza la cicatriz y ella me dio su anillo de matrimonio para que me comprara unas botas…
    Recuerdo que me enteré a los 40 años que le encantaban las cosas dulces, desde que soy chica ella dejó que nos comiéramos todas las cosas ricas, diciendo que no le gustaban…
    Ella me enseñó que la vida se vive para adelante, que no se lamenta lo pasado y que a cada día le basta su cuidado. Ella me enseñó a confiar en la providencia de Dios: si se ocupa de los pájaros del cielo… repetía mil veces. Ella me enseñó a vivir con alegría y a no guardar recuerdos. Tenía el corazón más libre que conocí…
    Ella me enseñó a ser feliz y a saber que la felicidad no la dan las cosas.
    Ella me enseñó la sensibilidad por el dolor de los otros. Ella me enseñó como llevar adelante una familia.
    Pero por sobre todas las cosas ella me quiso como nadie, así tal como soy…
    Y nada, nada de lo que me enseñó tiene que ver con cosas materiales. Como nadie, me enseñó el poder del optimismo y la alegría. Era lo mejor que tenía para dar. Y lo daba sin medida. Solo eran palabras, solo era una actitud de vida.
    Quien no recuerda el poema de La Higuera de Juana de Ibarbouru… Todos necesitamos palabras buenas… Aunque a veces no alcance para comer… Si de dificultades y necesidades se habla, puedo hacerlo largo y tendido. Pero el dolor lleno de esperanza que mañana será mejor, duele menos.

  26. Para mi es emocinante el relato de A.F. Admiro la labor de Pepa Banderas y la que ha hecho Loli, lo mismo que la de Teresa de Calcuta y la de Vicente Ferrer y la de tanta gente buena de verdad que da su tiempo y su vida por los que no la tienen, privándose ellos, voluntariamente, de lo que otros alegremente disfrutamos. Me quito el sombrero ante todos ellos.
    Creo que tampoco podemos despreciar los que hacen algo, pero menos, como apadrinar, ayudar un poco. Todo cuenta y sobre todo cuenta con el corazón que se hace.
    En cuanto al blog, Miguel Ángel, a quien admiro, nos propone un tema. Pienso que es bonito ahondar sobre el mismo y también exponer otros puntos de vista.
    Saludos a todos

  27. Por fin la concordia, las buenas maneras y un esfuerzo por argumentar por uno mismo, no por lo que digan los demás. Lo celebro. Éste debe ser siempre el camino, siempre, sea en un blog, sea en la vida cotidiana. Creo que lo que realmente se ha aprendido esta semana está más allá del artículo: consiste en el respeto consustancial a cualquier persona, dejando atrás envidias, recelos y frustraciones. El secreto: intentar ponerse en el lugar del otro, aprender de él. Insisto: mis felicitaciones a todos.

  28. No había leído a Holden. Ahí le mando este enlace, de una canción de Gabinete Caligari que estoy seguro le va a gustar: http://www.youtube.com/watch?v=Whmye1duKGI
    De su artículo (lo único que no me gusta es el tono rosáceo, pero esto es algo absolutamente subjetivo) me quedo con la esencia más básica: el pilar afectivo que son nuestros padres. Sin ellos no seríamos las personas que somos. Y también seríamos otras muy distintas si otros factores de socialización amigos, profesores, compañeros, etc., hubieran sido distintas a las que hemos vivido.

  29. Yo creo que lo menos solidario que hay con los que sufren es negarles el optimismo. Lo más negativo `para ellos es hacerles pensar que están muy mal, pero que NUNCA podrán salir de donde están por mucho que lo intentes. Qué debate más triste se ha planteado. Decir que que no hay que hablar de optimismo porque son solo palabras, es mostrarse insolidario con los que tienen problema. Como si optimismo y solidariodad fuesen conceptos contrapuestos. Lo que pasa es que había que discrepar.

  30. Es una lástima que en lugar de discutir con espíritu crítico algunas personas se limiten a atacar opiniones de otras. Yo no conozco a ninguna de las personas que comentáis en este blog, ni tampoco al bloguero. Os leo desde hace muy poco. Y no me caso con nadie. Y algunos de los comentarios sobre el post de Pepa vienen de interpretaciones del mismo que a mi me han dejado a cuadritos. No obstante, las comprendo; pero no las comparto en absoluto.

    Así que comparto bastante lo que cuenta Miguel Ángel Santos, y al mismo tiempo estoy totalmente de acuerdo con lo que Pepa Banderas escribe, y también con lo que dice Antonio Pérez. No es incompatible afrontar la vida con una actitud positiva, como dice Miguel A. Santos, con el hecho de hacer la observación de una realidad objetiva, como ha hecho Pepa Banderas.
    El comentario de Pepa me parece muy acertado porque es cierto que a veces no somos capaces, en nuestro estado vital en el que no nos falta comida y techo, de salir de nuestra problemática y mirar desde otro punto la realidad (y con ello no quiero decir que los problemas diferentes de tener comida o techo no sean problemas, lo son, pueden serlo, y muy graves; la vida es mucho más que cubrir unas necesidades básicas. Esas, lo primero; después, si sólo cubrimos esas, substimos, no vivimos). Tampoco es incompatible escribir y hablar y compartir con palabras, con el hecho de actuar. Se pueden hacer perfectamente las dos cosas. No creo que este sea un lugar para decir lo que cada una de las que escribimos hacemos en nuestro día a día, sino para discutir opiniones y argumentarlas, y para compartirlas y ser capaces de ponernos en el punto de vista de la persona que escribe cada una de ellas, y tratar de aprender y crecer con ello.

    Para mí, ni pesimismo ni optimismo, sino capacidad de ver la realidad desde todos sus puntos (algo prácticamente imposible, pero cuyo intento hace que no juzguemos a la primera de cambio, y que tratemos de escuchar para ver algo que se nos escapa), conciencia de lo que somos y hacemos (tanto de lo que nos gusta como de lo que no) y actitud de aceptación de lo que no podemos cambiar y de crítica con lo que no nos hace bien ni hace bien a los demás, y actitud de escucha y búsqueda para mejorarlo.

    Considero que sí que hay lecturas que pueden ayudar a crecer, y ello no significa que sean suficientes; son interesantes, hay que leerlas y tomar de ellas lo que creamos que nos hace bien, que es bueno para nuestra vida individual y colectiva; son compatibles con la acción. No me gusta el boom de libros de autoayuda, que han tomado la crisis vital de nuestra sociedad como un supernegocio, y muchos de ellos tratan a las personas como si fuésemos párvulos, dándonos pautas y normas de acción (me acabo de dar cuenta de lo que implica esa expresión, de que sí, de que a los niños y niñas párvulos también los dirigimos en nuestro entorno social, no tenemos en cuenta lo que necesitan sino que los bombardeamos a normas y dogmas; pues eso, la comparación me ha hecho pensar y autocriticarme; ¿es eso malo? no lo creo).

    Pero creo que tampoco se puede meter en el mismo saco todos esos libros y sus autores/as. Lo poco que he leído de Marina me parece bueno, argumentado, crítico, interesante. Lo poco que he leído de Punset me recuerda a la mermelada pasada de azúcar y no me aporta gran cosa que no sepa o haya experimentado ya (insisto, he leído poco de él, quizás si leo más cambie de idea; no obstante, hay estilos que me empalagan, igual que a otras personas habrá estilos que les parezcan cortantes). Personalmente me quedo con Fina Sanz Ramón, con Thich Nhat Hanh (aquí tenéis un poco de información: http://es.wikipedia.org/wiki/Th%C3%ADch_Nh%E1%BA%A5t_H%E1%BA%A1nh , con Krisnamurti, y algunos más que me dejo.
    No son libros de autoayuda ni son bestsellers, son libros que ayudan, si una está dispuesta, a mirar hacia sí misma, y a encarar la vida desde dentro, y no pidiéndole al afuera exclusivamente. Claro que quedarse en ellos y no actuar no sirve.

    Y sí, en mi vida diaria trato, en cada instante, de aplicarme esa actitud positiva, al mismo tiempo que la crítica sobre lo que soy y hago. Y crítica constructiva; ni sirve tirarse piedras, ni tampoco sirve pensar que “todo está bien” cuando no lo está. Ni media botella llena ni medio vacía: las dos cosas, y a jugar con ellas.

    Saludos y gracias por los aportes constructivos.

  31. Pienso que el artículo, esta semana, es lo de menos. El foco de interés se ha centrado no tanto en su temática como en esa situación que se viene repitiendo desde hace tiempo: los que escriben algo interesante (unos pocos) y el resto, que ataca, critica e insulta a los primeros. Desconozco las razones de estos últimos para hacer lo que hacen, semana tras semana. La verdad es que no me interesan como personas y cuanto menos sepa de ellos, mejor, leido lo que he leido. A los primeros, felicitarles, porque gracias a ellos, este blog tiene sentido e interés: a Loli, que me ha emocionado con sus sencillas palabras. A Antonio Pérez, que lo adivino un pedagogo excepcional, dados sus esfuerzos, rodeado de palabras vanas, por explicar conceptos como ciudadanía y democracia. Y sobre todo a Pepa Banderas, a estas alturas, junto al autor, faltaría más, la esencia del blog, la voz más lúcida de todas. Felicidades a todos ellos y seguid escribiendo, a pesar de “los otros”. Personas como vosotras es lo que necesita la sociedad.

  32. Juanjo (o quien seas, porque alguna reserva tengo). Me encuentro en el grupo de esas personas a las que desprecias. Fíjate que curioso. Tú hablas de personas que desprecian, pero dices de esas personas que “cuanto menos sepas de ellas, mejor”. ¿Quién desprecia a quién? ¿A ti no te parece sorprendente que te parezca lo mejor del blog un comentario que recibe las CRÍTICAS tan fundamntadas como las de A.F., Joaquín Alvarez, Pedro Jiménez…, y NUNCA RESPONDIDAS, por cierto? ¿A ti no te parece extraño que siempre a los mismos os prezaca maravilloso lo que escribe una persona y NUNCA-NUNCA valoreis lo que escriben otras? ¿A ti no te parece extraño que cuando Pepa Banderas o uno de vosotros critica a otras personas entendais que no estais criticando y que cuando lo hacen otros os parezca intolerante y negativo? ¿No te parece sorprendente que semana tras semana esta señora o señorita apareza con una visión negativa sobre el artículo?
    De ser yo el autor del blog hace tiempo que habría rechazado esos comentarios que no aportan nada, más que conflicto. Porque no enriquecen, sencillamente se ponen en contra. Estaría en su derecho porque un blog es como una casa y cada uno deja entrar en su casa a quien quiere.
    Tú mismo vienes a decir que el artículo es lo de menos. Lo de más es la opinión de tu admirada. Una opinión que muchas veces (como ésta) considero infundada. Como decía en mi comentario, ¿no es solidario invitar a los que tienen problemas a tener una postura optimista? No, eso es ingenuo y pretencioso. Ahora hay que hablar de solidaridad porque lo dice Pepa Banderas. Vamos, hombre, que no.
    Y si comenzase su comentario diciendo: habría que añadir, sería interesante no olvidar, me gustaría completar… No. Tiene que empezar descalificando el contenido del texto. A mí me parece muy bien la crítica, pero si es fundamentada y no gratuita.
    Para colmo, viene otro del “grupito” y dice que se imagina a Pepa Banderas en un comedor social y a sus oponentes cargados de frustraciones. Es increíble.
    Solo añadiré una cosa: creo que este planteamiento que estoy haciendo SERÁ COMPLETAMENTE INÚTIL. Porque no hay peor sordo que el que no quiere oír.

  33. Luisa, vuelvo a reproducir lo que escribí más arriba: “un artículo es un artículo, un simple punto de visto, de entre tantos posibles. Por lo tanto, susceptible de crítica, de contrastes entre los muy diversos puntos de vista y quién sabe, de intersecciones entre todos esos contrastes. Yo expongo mi opinión e intento hacerlo de manera que no quede en un simple párrafo de apenas cinco palabras. Y desde luego, evito descalificar, es lo peor que se me puede ocurrir, dejaría de ser yo mismo. Es decir, hago un esfuerzo de retórica, de tesis si se quiere, por más subjetivas que sea. Exactamente igual que el autor. Exactamente igual que Pepa Banderas. Exactamente igual que Loli. Y de tantos otros.En esto consiste el concepto de ciudadania democrática, bella expresión que he leído en alguna de las aportaciones a este blog. Yo escribo mi punto de vista, tú escribes tu punto de vista y compartimos conocimiento, enriqueciéndonos mutuamente, respetándonos mutuamente. No es difícil de entender. No hay verdades absolutas, todo es subjetivo. Por lo tanto, propongo dejar muy atrás la intolerancia (creo que también la envidia) y dejar paso a la concordia. El primer paso es dejar de criticarnos; el segundo, basar las opiniones en razones fundamentadas, personales, argumentadas, cuya lectura pueda enriquecernos a todos. No es tan difícil. Simple espíritu democrático, repito.”

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