No es fácil amar a los hijos

8 Oct

El título de este artículo se corresponde con el de un libro de George Snyders. Sorprende, pero ayuda a pensar: No es fácil amar a los hijos. Parece que nada hay más sencillo que amar a quien se ha engendrado. Muchos caen en la trampa de pensar que el instinto dictará las reglas de actuación más saludables, que nadie mejor que los padres podrá saber qué es lo que les conviene a los hijos e hijas y que nadie mejor que ellos podrá dárselo. Tremendo error. Existen muchas trampas en el amor paterno y materno.

Dice Holderlin: “Los padres forman a sus hijos como los océanos forman a los continentes: retirándose”.

Hay formas de relacionarse con los hijos y las hijas que son muy nocivas. La sobreprotección es una de ellas. Porque no les deja a los hijos ser ellos mismos, porque les impide crecer. Es muy peligrosa porque se ejerce en nombre del amor. No la detectan con facilidad quienes sobreprotegen. Y tampoco quienes son aplastados por el peso excesivo de un amor mal entendido. Es fácil descubrir la perversión del maltrato, de los golpes, del desprecio, del abuso o del desinterés. No es tan fácil detectar el daño que causa la sobreprotección. Dice  Holderlin: “Los padres forman a sus hijos como los océanos forman a los continentes: retirándose”. No del todo, claro. No de repente.

Digo esto porque me preocupa la actitud que muestran algunos padres y madres (creo Holderlin: que no muchos, afortunadamente) ante el comportamiento que sus hijos e hijas tienen en la escuela. He visto recientemente a unos padres defender la actitud insolente y la conducta agresiva de su hijo, aunque los profesores les manifestaban su desaprobación y su rechazo por su conducta. Había amenazado con chulería descarada a una profesora.

Conozco a quien ha llegado a negar el comportamiento del hijo, retirando el crédito al educador que criticaba unos hechos que serían fácilmente creíbles para cualquier interlocutor imparcial. ¿Qué interés puede tener un profesor en inventarse unos hechos que no han sucedido? Sin embargo, es fácil suponer el interés del alumno en negarlos. ¿Por qué no lo ven los padres? Les ciega el amor. La engaña su actitud sobreprotectora.

Sé de quien ha dicho a su hijo que se niegue a aceptar un castigo impuesto por la comisión de convivencia. Increíble actitud. ¿Tiene ese hijo alguna solución ante la postura permisiva de los padres? ¿Quién le hace daño de verdad? ¿Quien le corrige o quien le insta al incumplimiento de la norma y al desprecio de la corrección?, ¿quien le amonesta justamente o quien le ofrece un pésimo ejemplo de respeto y convivencia?

Sé que los docentes cometemos errores. Sé que tenemos fallos. Sé que muchas veces descargamos nuestra responsabilidad en otros agentes o elementos que intervienen en el proceso de aprendizaje: los alumnos son vagos o torpes, los padres y madres no les ayudan, la administración es poco sensible, no existen medios adecuados… Es saludable ejercer la crítica (me refiero a los padres y madres) y es indispensable saber asumirla (me refiero a los docentes). Pero no es razonable pensar que todo el fracaso radica en las deficiencias de quien tiene el deber de enseñar y la obligación de encauzar los comportamientos faltos de respeto. De la antigua actitud de algunos padres que veían bien los azotes de los profesores (y que incluso los demandaban) a la posición actual de algunos de que a su hijo nadie le reprende, existe un abismo. Un abismo en el que algunos han caído.

– Nadie conoce a mi hijo mejor que yo, nadie le quiere más, dice la madre con énfasis.

Se equivoca. Porque olvida que su hijo puede comportarse de forma muy distinta en unos lugares y en otros. Se equivoca más profundamente si da por buenos los comportamientos displicentes y avasalladores de su hijo. Más aún si los defiende a ultranza y si descalifica sin respeto a quien le corrige

Acudir a la escuela gritando, exigiendo, amenazando, descalificando a quienes tienen el derecho y el deber de enseñar y de corregir es poner los cimientos al desastre. Cuando los padres se convierten en el principal justificante de la pereza y de la desvergüenza, hay muy poco que hacer. Los padres y las madres se ahorrarían muchas lágrimas si se convirtiesen en los principales aliados de los profesores.

La sobreprotección proviene algunas veces de la conciencia del desamor. Puesto que no le queremos de verdad le daremos muchas muestras aparentes de amor. Algunos padres aplastan a sus hijos en las fiestas navideñas con regalos, precisamente para ocultar un profundo sentido de la culpabilidad y del abandono. Corren especial peligro de sobreprotección los hijos únicos o quienes por alguna desgracia han perdido a un hermano. La tentación de los padres es volcar en esos hijos el amor que no han podido entregar a otros. Pensar por ellos, decidir por ellos, evitarles cualquier riesgo, es impedirles crecer.

La relación de la familia con la escuela es imprescindible. Una relación asentada en el respeto, en la colaboración, en el conocimiento y en la lealtad. Se ha de realizar durante todo el curso, no sólo al final. Ha de tener como preocupación el comportamiento y no sólo los resultados académicos. Ha de materializarse a través de la intervención de padres y madres (no sólo de las madres, como suele suceder). Y ha de referirse a toda la escuela, no sólo al comportamiento del hijo. Porque la escuela es de todos. Susana Pérez de Pablos ha escrito un estupendo libro titulado “El papel de los padres en éxito escolar de los hijos”. En el capítulo “La relación con el Colegio” expresa lo siguiente: “Hay docentes que dicen grandes verdades, que saben guiar y estimular intelectualmente a los alumnos. Y eso es difícil de asumir para algunos padres, que reaccionan mal cuando esto ocurre”.

El diálogo de la escuela con la familia es un camino de mejora. Un diálogo sincero, claro y exigente. Los niños pierden irremisiblemente los partidos de “tenis pedagógico” (pelota para la familia, pelota para la escuela). Hablarse, estimularse, ayudarse, informarse, instarse a la mejora. Éste es el camino. En una reunión de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres y madres de aquella comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.

La directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia. Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sábana que lo cubría. Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo. Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.

La directora se emocionó con aquella singular historia. El hijo de ese padre era uno de los mejores alumnos de la escuela. No era de extrañar. Respaldaba la acción educativa de la escuela, exigía el esfuerzo del hijo y le mostraba de forma sugerente el afecto. El hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse entre sí. Aquel padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.

Un gesto de amor es también un reproche, una reprimenda o un castigo, porque los niños necesitan consistencia normativa, necesitan aprender respeto y ejercitarse en el esfuerzo. Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben registrar un gesto de amor. Aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana o una negativa a comprar un juguete cuando las calificaciones han sido catastróficas y el comportamiento con los profesores y compañeros agresivo e insolente.

21 respuestas a «No es fácil amar a los hijos»

  1. Estoy con Holderlin. La tentación es anegarlos. Hacer que piensen como nosotros, que crean en lo que nosotros, que hagan lo que nosotros, que nos obedezcan, que se callen. Es más cómodo. Pero ellos tienen que aprender a pensar por sí mismo, a decidir por sí mismos, a ser ellos mismo. De acuerdo también con la dificultad que plantea el autor acerca de la tarea de educar. El título de Snyders es muy certero, a mi juicio.

  2. De nuevo muy acertado en su artículo Profesor. Totalmente de acuerdo en lo que se expone. Para hacer crecer a los alumnos/as, hijos/as hay que dejarlos que se equivoquen, que se arriesguen, que vivan esa experiencia. Muchos padres engloban a sus hijos en una burbuja, distanciándolos de la realidad. La educación debe preparar al niño/a para el Éxito pero también para el fracaso, así es como se crece como persona.
    También quiero resaltar lo equivocados que están los padres que defienden malos comportamientos de sus hijos/as, dándole la razón a éstos y poniendo en tela de juicio la palabra de un maestro/a, como bien dice usted en su artículo, ¿que necesidad tiene un docente de inventarse un mal comportamiento de un alumno/a? Haciendo esto, le hacen un flaco favor a sus hijos. Y luego al tiempo pagarán las consecuencias ellos mismos. Por último me gustaría terminar con una frase que le va al pelo al tema:
    “NO HAY FORMA MÁS BELLA Y PODEROSA DE AUTORIDAD QUE EL EJEMPLO”. Un saludo a todos.

  3. Buenas Maestro Miguel Angel, lo dije la semana anterior, un sabio de nuestros tiempos…

    Así es, lo difícil de poder entender en la actualidad, casualmente ayer en reunión de JUTP(jefes de unidades técnico pedagógicas) se nos presentaba el contenido de la ley sobre convivencia escolar propuesta por el actual gobierno(Chile)ya promulgada, y comentaba una colega, si antes a nosotros nos daban un tirón de orejas y entendíamos al momento, hoy, todo es protección, derechos, y más derechos, osea, si dices” hoy no has traído tu tarea, o los materiales, eres un irresponsable”, esa frase se puede tomar como agresión y serás llevado a un tribunal… (lo cito como ejemplo) claro, hay formas, estrategias, momentos y tinos para interpretar, no digo que todo sea correcto, seguramente hay muchos en el mundo que no tienen el tino para decir las cosas, o sencillamente las dicen mal intencionadamente.
    Hoy, el respeto mutuo, base de toda acción y reacción en la convivencia es clave, y observo como una lucha constante para las escuelas frente al mal entendido derecho asignado por leyes y muy bien aprovechado por las familias, padres y madres, ….otro ejemplo, tiempo atrás una profesora me comentaba que había escuchado en un recreo, una conversación(teléfono celular) de un chico,seguramente con su mamá, y al preguntarle de qué hablaba, era para saber si estaba bien, “ah que bueno, es importante que los padres estén preocupados por sus hijos…” le decía la profesora- si, y me preguntó si me habían retado o dicho cosas….

    puede tener de seguro, una interpretación de protección, ¿ y si el niño le hubiese dicho, si la profesora me trató mal, me dijo cosas? lo más probable es que ya estaría enjuiciada.

    es cierto lo de los regalos, y hoy las comunicaciones son necesarias, y la tecnología nos favorece , pero también nos perjudica…

    saludos un tema muy atingente y digno de no solamente reflexionar, como problema, darle solución,

    en este partido de tenis, la red tiene nombre : “respeto y dignidad mutua” si es sobrepasada, el diálogo carece de buena intención.

  4. Querido profesor
    Soy de C. del Uruguay, Entre Rios /Argentina), tenemos la hermosa noticia que pronto estará entre nosotros para poder disfrutar de experiencia y sabiduria de gran maestro y amigo, ojala pueda saludarlo como en tantas ocaciones lo he hecho.
    Y nos pueda traer un poquito mas de ese aliento necesario que necesitamos los docentes cuando pensamos que ya no se puede mas.
    Es tan hermoso el texto, parece que estoy viendo la realidad de lo que sucede en mi escuela, en donde a veces nos encontramos con realidades como esta, a diario.
    Le cuento que hace poco tuve un accidente en el recreo dos alumnos me hicieron caer por hacer algo que fya le habian pedido no hagan mas. La directora tomo la decision de reprender a esos alumnos dandoles un escarmiento por su conducta incorrecta y la consecuencia que tuvo, y que paso??
    La madre de uno de los alumnos, hizo exaxctamente lo que usted puso en el texto entro a insultar y arremeter contra contra mi porque ella consideraba que yo habia “ensuciado” el nombre de su hijo, que el no me habia hecho caer, era otro alumno, lo cual si era asi, pero la verdad que yo por intentar sacarle el objeto que tenia el me cai, era responsable igual,por estar en un lugar que no debia haciendo algo que no debia, en fin, el ejemplo bien vale para mostrar lo indefendible de los padres, no se responsabilizan por lo qeu sus hijos haban
    Saludos a usded. y estamos a la espera de la Conferencia.

  5. “Es difícil reponerse de una infancia infeliz, pero puede resultar imposible reponerse de una infancia protegida”
    Una novela francesa de F. Beigbeder. Anagrama. (2011:95)

  6. Un cuento que viene al pelo…

    “ANIMARSE A VOLAR

    .:.Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
    -Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación
    de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas
    que el buen Dios te ha dado.
    -Pero yo no sé volar – contestó el hijo.
    -Ven – dijo el padre.

    Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.
    -Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte
    aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las
    alas y volarás…

    El hijo dudó.
    -¿Y si me caigo?
    -Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que harán más fuerte
    para el siguiente intento –contestó el padre.

    El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los
    que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente dijeron:
    -¿Estás loco?
    -¿Para qué?
    -Tu padre está delirando…
    -¿Qué vas a buscar volando?
    -¿Por qué no te dejas de pavadas?
    -Y además, ¿quién necesita?

    Los más lúcidos también sentían miedo:
    -¿Será cierto?
    -¿No será peligroso?
    -¿Por qué no empiezas despacio?
    -En todo casa, prueba tirarte desde una escalera.
    -…O desde la copa de un árbol, pero… ¿desde la cima?

    El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó…Desplegó sus alas. las agitó en el aire con todas sus fuerzas… pero igual… se precipitó a tierra…Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:
    -¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy
    como tú. Mis alas son de adorno… – lloriqueó.
    -Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre
    necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse en un paracaídas… necesitas cierta altura antes de saltar.

    Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.
    Si uno quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como
    siempre.”

  7. Querido Maestro! Tiene usted más razón que un santo, no es nada facil amar y educar a los hijos.Yo he tenido la experiencia de hacerlo sola y me he visto a veces metida en una serie de torpezas que ahora trato de solventar con el paso de los años, con la experiencia de la vida y con los sabios consejos que usted sabe dar.Pero le digo una cosa, jamás cesaré en el empeño de quererlos hasta el fin de mis dias, porque son lo mejor y la único que tengo.
    Gracias, como siempre reciba mi entrañable saludo.

  8. Hola Miguel Ángel, compañeros y compañeras de este foro. Comenzar mi aportación comentando que no me gusta el planteamiento del artículo. El hecho de acabar con una anécdota de un padre que nunca tiene tiempo para su hijo pero que “suple” su carencia con un pretendido gesto de amor que incluso hace llorar a la directora del centro, encierra, creo que inconscientemente, una falacia que no se sostiene: los gestos de amor deben ser constantes, cotidianos, acompañando día a día el desarrollo psicomotórico de ese niño, el desarrollo socioafectivo, el cognitivo, a través de la comunicación, el lenguaje en todas sus formas, gestos, miradas, palabras que constituyan pilares donde ese niño, ese joven, va a encontrar asidero cada minuto del día. Para entendernos: no hay gesto singular que vaya a suplir ese trabajo minuto a minuto; ni tampoco objeto material, esos regalos por Navidad ostentosos que solo sirven, en realidad, para descargar la conciencia paterna y materna, al no haber dedicado lo mejor de nosotros mismos para con nuestro hijo o nuestra hija: nuestro tiempo. ¿Cuántas veces habré visto a ese adolescente, mal estudiante, con problemas socioafectivos que saltan a la vista, con triste fama de conflictivo pasearse por los alrededores del centro educativo con una flamante moto? Qué triste. “Le regalo la moto porque me ha prometido que si la tiene, va a cambiar”, sentencia la madre, consciente en realidad de lo absurdo de semejante premisa, pero incapaz de negar, en el fondo, a su hijo, lo que le pide. A veces, peor aún: “yo es que ya no puedo con él, a ver si entre ustedes pueden hacer algo”; si esa frase se refiere, por ejemplo, a un niño de doce años, no estamos haciendo otra cosa que derivar las responsabilidades que nunca hemos asumido hacia personas extrañas. Un problema de conciencia. Precisamente la conciencia y la dificultad para asumir lo que ella nos dicta es lo que causa en los centros educativos auténticos estragos. La referencia en el artículo es acertada, al respecto de las actitudes de las familias, pero la realidad supera con creces y multiplica por mil cualquier anécdota, sobre todo en estas dos últimas décadas, desde que comienza el neoliberalismo en España, hasta que estalla llevándose por delante a tantas personas. Desaparece el núcleo familiar tradicional, con esos roles asumidos según condición sexual. Hacia mediados de los ochenta, la mujer accede masivamente al mercado laboral, dejando atrás esa condición de “ama de casa” (la inmensa mayoría de los DNI, recordando que en los mismos constaba la profesión). ¿Qué o quién sustituye la carencia de ambos progenitores en el hogar? El colegio, desde luego y a duras penas los abuelos o abuelas, con frecuencia en estado de avanzada edad asumiendo unas responsabilidades impensables y desbordantes. Todo ello ante la ausencia de políticas de verdadera conciliación laboral y familiar, si bien este es otro tema. Esto provoca uno de esos problemas recurrentes en los centros educativos: el niño o el joven, carente de un desarrollo socioafectivo adecuado y en consecuencia de interiorización de normas, ciudadanas, cívicas y con frecuencia muy lejanas al esfuerzo personal, por no hablar de mínimamente académicas. En definitiva, alumnos con enormes carencias en todos los sentidos que se sienten y definitivamente esta sería la razón de que generen tantas disfunciones en el aula, simplemente diferentes; se sienten mal consigo mismos, se sienten mal con el contexto que les rodea en la medida que esas carencias que reconocen en sí mismos, la de un padre y una madre acompañando todas las variables que el ser humano necesita para encontrar su propia identidad no han estado ahí, a su lado. ¿Qué hacen este tipo de familias cuando un centro educativo les comunica todos estos detalles: que no estudia, que no trabaja, que su grado de relaciones sociales es mínimo, que contesta mal al profesorado, que es incapaz de escuchar las indicaciones, consejos o reflexiones de unos y de otros? De nuevo, sale a la luz ese otro sentimiento de culpabilidad, de frustración de este tipo de familias: la primera reacción es negarlo todo y culpar a los centros de todos los males del hijo. Esto no quiere decir, que muy a posteriori, muchas de ellas acaben tomando un papel activo, sincerándose consigo mismas y haciendo lo que se debe hacer por un hijo o por una hija: estar ahí, a su lado, constantemente, ejerciendo, en definitiva como padres. Lo decía Emilio Calatayud: el niño no quiere un amigo, ni un compañero, quiere un padre y una madre. Y a éstos les corresponde ejercer ese papel, a diario. Entre dos sueldos y la crianza de los hijos, no debería haber dudas para elegir. En un centro educativo podemos intentar, incluso a la desesperada, dar a ese niño, a ese joven, toda afectividad que necesita; pero nunca será suficiente, jamás. El vínculo de apego a esos padres que no lo han acompañado en su camino vital nunca se ha llenado y esa carencia, ese gran hueco en definitiva, es lo peor que le puede ocurrir a un niño. Y desde mi punto de vista, no hay excusas, de ningún tipo. Para ser padres, hay que sentirse padres y ejercer como padres. Nada ni nadie sustituirá nunca esa carencia. Con mis saludos.

    P.D.: ¿Soy la única que tiene problemas para que el texto salga publicado en el blog?

  9. La cuestión problemática es que tienen que pensar por ellos mismos, que tienen que saber decidir y que tienen que ser responsables. y, ¿cómo se consigue eso? Pues haciendo que vayan ganado autonomía paulatinamente. La sobreprotección no les deja crecer. Pero solos tampoco lo pueden hacer todo. El quid de la cuestión está, a mijuici, en el ritmo, en el momento, en el taco. Por eso es difícil.

  10. Por mucho que le demos vueltas el centro de la cuestión está en la familia. Y límites, es la palabra clave. Amar a los hijos es saber decir no en el momento oportuno. Es ex`lcar esos no y es poderlos sostener. Es mantener un diálogo donde muchas veces el padre y la madre tienen la última palabra. Pareciera que amor y límites son palabras opuestas. Nada más equivocado. Los niños y niñas con adecuados límites en sus primeros años de vida, tienen un paso por la escuela más seguro y más feliz. Padres y madres tienen que saber que no son los amigos de sus hijas e hijos. Si así fuera ellos quedarían huerfanos. Amigos tienen muchos… Una infancia con límites asegura una adolescencia más tranquila. El respeto por el otro se aprende en eso que se llama hogar.
    Preguntémosnos los adultos que tenemos hijos cuanta responsabilidad tenemos en ello y si aún estamos a tiempo para hacer cambios.

  11. Cuanta verdad profesor Miguel Ángel, es muy difícil poder ayudar a los alumnos/as cuando no trabajamos de manera mancomunadada escuela-familia.

  12. Hola soy Pepa Banderas si me leeis es me están censurando mis aportaciones en este foro. Mi aportación, que he mandado dos o tres veces, no la publican, si la del resto. No insistiré, pero quiero dejar constancia de que en pleno siglo XXI, todavía hay personas que no admiten que toda opinión es válida. Hasta siempre.

  13. Es bueno reflexionar a tiempo sobre los riesgos que encierra el amor. Es más fácil decir sí a todo y no contrariar a los hijos, pero, a la larga, sería para ellos muy perjudicial. Ayudarles a crecer significa que aprendar a pensar por sí mismo y a decidir por sí mismos. Llevarles siempre en brazos supondría que no se caen nunca pero, claro, les impediría aprender a caminar. Así en todo. Unas veces por miedo, otras por mayor sensación de seguridad y otras por sentiros útiles los padres sobreprotegemos a los hijos.

  14. Hola Pepa, yo si he leído tu largo, largo comentario y muy bueno por cierto. Quizás un poco demasiado largo, pero que comparto. En este mundo donde sos lo que tenés,es difícil elegir entre horas junto a nuestros hijos y mejor calidad de vida económica. Que no es sinónimo de calidad de vida.

    Pero el problema no es lo que decís, sino tu actitud. Siempre empezás por lo negativo, censurando, quejándote, criticando. Quizás si nunca te gustán los textos, si siempre estás en desacuerdo, si tus comentarios dan la sensasión de querer ocupar el lugar del autor, quizás no es este el lugar para decir lo mucho que tenés en tu haber y que lo decís tan lindo. Sos una persona inteligente y es de inteligentes respetar las opiniones de otros. Podés decir todo lo que quieras, pero sin descalificar a nadie. Lo que cada comentarista dice, es una riqueza. Cada uno va dejando, incluído el autor del blog, parte de su vida, de sus experiencias, de sus luchas, de sus desalientos de sus alegrías… Y es por eso que merecen total respeto.
    Está muy bueno pensar diferente. Sería muy aburrido si todos fueramos a un picnic llevando manzanas…
    Solo a los peces muertos los arrastra la corriente…

  15. A mi no me molesta que alguien discrepe. Lo que me molesta es que lo haga por sistema y sin fundamento. Decir que el padre al que se cita en la historia solo tiene un gesto de amor por su hijo es una suposición ridícula, ya que se trata de un padre amoroso. Es más fácil deducir que ese padre, en la relación con el hijo, tendría muchas más formas de expresión afectuosa. De modo que lo que veo es que Pepa Banderas lo que busca SIEMPRE es una excusa para expresar no sé qué sentimiento de rechazo. Es muy curioso que solo a ella ningún artículo le guste. Ni uno solo.
    No creo que la hayan censurado. Sinceramente, no lo creo. Si fuese así, ¿por qué iban a dejar salir un comentario en el que se queja de la censura? Desde luego, si no ha sido censurada, seria una falta de honestidad dejar la sospecha en el blog. Hay que tener un poco más de categoría.
    Ah, y no es correcto decir “Comensar diciendo…”. A eso se le llama infinitivo viudo. Se debe decir: “Quiero comenzar diciendo…”.
    Saludos.

  16. Pingback: NO ES FÁCIL AMAR A LOS HIJOS // LAS PATALETAS « ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD – Fermín Alcón Morcillo (ferminalcon@edu.juntaextremadura.net)

  17. Me ha encantado el artículo. Si se tiene la iudea de que no es sencillo, habrá más preocupación e impliación por hacerlo bien. Me acordaba al leer el texto (ya sé que su tema es otro) del título del libro Penélope o las trampas del amor. Pues sí, también el amaof paterno y materno tiene trampas. Lo que pasa es que para ser padres basta que funcione la biología. No hace ningún título para eduycar.
    Un s saludo.

  18. Cuántos desastres se ahorrarían detener un poco más de cuidado en las relaciones padres e hijos. Sé que no todo es cuestión de que los padres se esfuercen. También los hijos tienen una gran responsabilidad.

  19. “La mayoría de los seres humanos es capaz de dar “leche”, pero sólo una minoría puede regalar también “miel”. Para poder regalar miel, la madre no tiene que ser sólo una “buena madre”; también tiene que ser un ser humano feliz (una meta que pocos alcanzan)”. E. Fromm.

    Escribo esta cita para comentar la frase “Entre dos sueldos y la crianza de los hijos, no debería haber dudas para elegir” que aparece en uno de los comentarios. Se supone que los problemas vienen a partir de la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y yo creo que vienen de la sociedad que no ayuda a las mujeres a conciliar. ¿Por qué elegir?,¿por qué no se quedan los papás en casa?, ¿por qué no se facilita la conciliación a los padres y madres en la empresas y, aunque ganásemos menos, se reparte el trabajo?.

    Una madre es mujer, es persona. Para poder amar a tus hijos y que ellos puedan liberarse de tí, que hay que intentar ser un ser humano feliz.

    Un saludo.

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