Los dientes del Sultán

7 May

Me llama la atención la facilidad con la que algunas personas perciben el lado bueno de las cosas. Y, por el contrario, la dificultad que encuentran otras en descubrir las dimensiones positivas de la realidad.

Palace of present King Gorphade in Sandur near Hampi.
La actitud positiva pone a las personas en el camino del éxito mientras que la negativa nos sitúa en el del fracaso.

Cuánto daríamos al día siguiente de recibir un diagnóstico fatal por volver al día anterior y disfrutar de la alegría de sentirse sano. Pero resulta que ese día estuvimos malhumorados por una pequeña contrariedad que ahora nos hace sonreír. ¿Cómo no vimos ese día todo lo que ahora nos parece una maravilla deslumbrante? ¿Cómo nos pudo cegar ese pequeño contratiempo?

Javier Urra ha escrito un nuevo libro, que está prologado por el ministro de educación Ángel Gabilondo, Se titula “¿Qué se le puede pedir a la vida?”. El autor pretende ofrecer, como muy bien explica el prologuista, “un conjunto de diminutas partituras para nuestra propia interpretación, como muestras de un jazz que hemos de improvisar sobre la base del legado que recibimos”.

Una de esas minúsculas partituras cuenta que un sultán soñó que se le caían todos los dientes, por lo que llamó a un sabio para que interpretara lo soñado. El sabio, consternado, le dijo: “Gran desgracia, mi señor, pues cada diente representa la pérdida de un familiar de vuestra majestad”.

El sultán se enfureció por su insolencia y mandó castigarlo.

Ordenó que fuera puesto ante él otro sabio que al escuchar el sueño exclamó: “Gran felicidad os ha sido dada, excelso señor, pues significa que sobrevivirá a todos sus parientes”.

El sultán asintió y, agradecido, ordenó que le dieran cien monedas de otro.

Un cortesano preguntó a este verdaderamente sabio cómo era posible que, habiendo realizado la misma interpretación del sueño, un sabio recibiera un castigo y él cien monedas de otro. Contestó sabiamente: “Todo depende de la forma en que se dice; los seres humanos deberían aprender a comunicarse, pues de las palabras depende en gran medida la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad es como una piedra preciosa: si la lanzas, puede herir; por el contrario, si la envuelves con delicadeza y la ofreces con ternura, será aceptada y agradecida”.

El contenido del sueño del sultán era el mismo para los dos sabios. A los dos se les ofreció la misma narración de lo soñado, pero cada uno tuvo una interpretación diferente. Uno de ellos vio la parte positiva del sueño. Y la explicó con palabras amables y alentadoras. El otro vio, con torpeza, la parte oscura y negativa.

¿Por qué obstinarnos en ver solo los agujeros en el queso? Claro que los tiene, pero no solo tiene agujeros. No ver el queso es un signo de torpeza.

Lo que estoy argumentando tiene una especial vigencia en el mundo de la educación. El ser humano está diseñado para el aprendizaje. ¿Por qué empecinarse en ver solo su incapacidad, su desgana, su desmotivación? ¿Por qué centrarse solo en los agujeros del queso?

No sé si el lector ha leído esta ya vieja historia. Dos empresas de calzado enviaron un representante a realizar un estudio de mercado a la misma zona de África. Uno de ellos, después de realizar la correspondiente exploración, mandó a su empresa un Informe exhaustivo que concluía con estas palabras: “En definitiva, el futuro de la venta de calzado en la zona no puede ser más negativo. No se venderá ni un par de zapatos en muchos años. La razón es muy simple: aquí todo el mundo ande descalzo”. El representante de la otra empresa mandó, después de hacer el correspondiente estudio, envió también un Informe sobre la misma zona. Que concluía de esta manera: “El futuro de la venta de calzado en la zona no puede ser más prometedor. Se vendrá todo el calzado imaginable y aún más. La razón fundamental es que aquí todo el mundo anda descalzo”.

La zona era la mima, pero la actitud de los representantes era diametralmente opuesta. Lo cual significa no solo que tenían una visión discrepante de las posibilidades de vender sino de sí mismos como vendedores. Uno se consideraba incapaz de persuadir a un descalzo de que se comprara unos zapatos y otro se veía sumamente capaz de persuadir a quien va descalzo de que es más rentable comprarse unos zapatos que hacer una alfombra de taño universal.

Y eso sucede al entrar en un aula. Uno puede lamentarse del horrible panorama que tienen delante: No van a aprender nada porque están desmotivados, porque son torpes y no tienen conocimientos previos mientras otro puede ver en aquel grupo unas infinitas potencialidades de aprendizaje.

Lo que resulta más significativo es que la actitud positiva pone a las personas en el camino del éxito mientras que la negativa nos sitúa en el del fracaso. Es muy probable que el profesor que considera a ese grupo de alumnos y alumnas capaz de aprender consiga que acaben haciéndolo. Mientras que el que piensa que van a ser incapaces esté abocándolos al fracaso.

Qué decir de la alegría o la tristeza que se deriva de una forma u otra de ver las cosas. El sultán de la historia que contaba más arriba recibió un doloroso impacto cuando el primer sabio interpretó su sueño. Y una enorme alegría cuando el segundo sabio le dio su interpretación positiva.

A ese grupo de alumnos les llena de alegría y de estímulo el profesor que les considera dignos y capaces de descubrir el mundo, mientras que quien les dice que son una calamidad y que nunca alcanzarán el éxito les llena de tristeza y desesperación.

Es cuestión de perspectiva. Es cuestión de actitud. Los mismos hechos pueden ser interpretados de manera muy diferente. Para leerlos de forma inteligente hay que iluminarlos de forma clara pero, sobre todo, hay que iluminar el corazón.

10 respuestas a «Los dientes del Sultán»

  1. Otra vez, el Sr. Miguel Ángel pone a nuestra consideración de modo magistral y con meridiana claridad las dos actitudes que podemos tener ante la vida: la optimista y la pesimista, podemos fijarnos en el queso o en sus agujeros, en la botella medio llena o medio vacía. No hay duda que las actitudes positivas en la vida son fuente de progreso, de desarrollo; lo negativo nos retrae, nos encoge.
    Qué razón tiene que la inteligencia o la torpeza al exponer el mismo hecho puede crear actitudes diametralmente opuestas. La sinceridad no tiene necesidad de ir unida a la brusquedad.
    Gracias por las reflexiones que nos regala cada fin de semana.

  2. “Mientras que el que piensa que van a ser incapaces esté abocándolos al fracaso”.Nada que añadir a sus palabras, querido profesor. Si acaso un saludo agradecido.

  3. Al igual que en el artículo anterior, es cuestión de actitud. Es como me paro frente a la vida y que mirada tengo de cada cosa. Todo lo que sucede tiene algo positivo. Incluso la muerte, que es lo más duro del suceder de la vida. Pero estar preparado para verlo no es solo una manera de ser. Es un trabajo permanente, hasta que se hace un hábito. La alegría, el optimismo, no son solo características humanas que traemos en los genes. Es un ejercicio cotidiano. Es ver lo positivo de todas las cosas por malas que estas parezcan a primera intención. Es poder pensar y poderlo sostener que la vida es una aventura maravillosa, que el simple hecho de estar vivos es un regalo y que los muchos contratiempos o aprendizajes dolorosos son un constante enriquecimiento que nos hace cada día más sabios y más fuertes. Es cierto, hay dolores demasiado profundos en medio de los cuales nos cuesta sonreír. Pero es en ese momento donde hacemos acopio de nuestro ejercicio cotidiano, y, siempre podemos ver filtrarse algún rayo de sol entre las oscuras nubes que empañan nuestra alegría. Ser alegres es una de las cosas más difíciles. Se requiere de un esfuezo constante. Y se convierte en un círculo expansivo, donde quienes primero se benefician son quienes ejercitan la alegría. Es una cuestión de actitud a desarrollar en todos los lugares y momentos de nuestro andar por este complicado mundo.

  4. Querido Miguel,
    Que sabio consejo nos has dado ….ojala nunca se nos olvide.
    Recuerdo siempre con mucho cariño un episodio de mi vida donde recibí una muy mala noticia con respecto de mi salud….y cómo alrededor de esta mala noticia, empezó a ocurrir una transformación importante de las personas que me rodeaban y me querían y que obligaron en mí a querer salir en forma rápida y airosa de eso que me acongojaba… con una actitud positiva y con palabras que reflejaban lo que yo quería que ocurriera.
    Desde ese momento siempre siempre veo grandes y lindas oportunidades disfrazadas cuando algo malo ocurre.

    Hoy “casualmente” estuve leyendo acerca del poder de las palabras y también de la actitud.
    Aquí les mando un enlace que vi hoy día y que hace alusión , precisamente a ambas cosas que se mencionan en este artículo. http://www.youtube.com/embed/7C-VxdPtVH0

    Un abrazo grande
    MPaz Moran

  5. Querido Miguel Ángel.
    Aunque haga tiempo que no entro a comentar tus artículos, lo cierto es que te sigo semanalmente. Y también es cierto que coincido contigo en lo que expones en tus artículos, no obstante, en ocasiones me quedo con el pensamiento colgado en “hay algo más”. Quizás sea a que al tratar, muchas veces, temas educativos o relacionados con los valores humanos uno piensa en esas otras opciones que quedan fuera.
    En este último trabajo hablas de la fuerza de la motivación del docente (aunque la palabra motivación no la cites). Sin embargo, hay que entender, por ejemplo, la valoración social de aquello con lo que se trabaja.
    En mi caso, el trabajar en Educación Artística, me ha dado la perspectiva de una materia absolutamente marginal en nuestro país. Y esto lo digo tras más de tres décadas en la Universidad preparando a futuros maestros y maestras. La situación es tan desastrosa (y eso que hemos entrado en la cultura de la imagen) que en ocasiones “he salvado” a niños y niñas de la enseñanza “artística” en la escuela.
    Por ponerte un ejemplo. Un amigo de la facultad, que trabaja como técnico en el aula de informática, me presentó los dibujos de su niña, Elena, cuando tenía cuatro años. Le manifesté que la pequeña despuntaba dotes en la expresión plástica y que si le parecía yo la seguiría, puesto que cuando entrara en Primaria acabarían con su imaginación y creatividad.
    Hoy Elena está salvada de esa atroz enseñanza (por llamarla de alguna manera). Se encuentra en sexto curso, pero fuera del aula es una magnífica dibujante, a años luz de lo que realizan sus compañeros. Incluso trabaja el diseño por ordenador con un excelente nivel.
    En otra ocasión te comentaré el caso de dos gemelos, niño y niña, hijos también de un compañero al que aprecio mucho y que ha querido “salvarlos” de lo que reciben en Primaria. Les estoy siguiendo, y te puedo asegurar que es tremendamente interesante el proceso de ambos.
    Bueno, por hoy no te molesto más. Recibe un fuerte abrazo.
    Aureliano.

  6. Un saludo nuevamente al maestro Miguel ÁAngel desde Chile, bueno el prisma, el cristal, la posición, el sentido, lo que hay en la mente, la retina, todo depende como , con qué, y la experiencia con que se mira. Recuerdo que en un tiempo no muy lejano, tuve la urgente necesidad de regular la conducta de los estudiantes, puesto que no controlaban y por ende no atendían a la clase, ni mucho menos, lograban aprender, en todos los sectores de aprendizaje, acudí, en un dible objetivo, primero, cambiar esas conductas y luego producir y generar aprendizajes. Citando a H. Garder, sobre las inteligencias múltiples, y a Goleman con su Inteligencia emocional, puesto que las estrategias tradicionales no funcionaban, ni los discursos, ni las llamadas a los padres, del baúl de la vida, les mostré una película, “Los corístas” (supongo, que ahora es material obligado o al menos debería serlo, para docentes en formación). en resumen, poco a poco fuimos analizando la obra cinematográfica, haciendo comparaciones, similitudes, el valor de la vida, de la educación, discernir de lo positivo de lo negativo, quedarse con las buenas cosas, en resumen, un cambio de actitud notable, con una forma distinta, mas amplia de ver la vida de los estudiantes, niños y niñas, con quienes, llegamos a formar un gran coro, emulando y practicando el repertorio de la película, con un casi perfecto francés, y cada clase me pedían ensayar, los padres, diciendo que en sus celulares o reproductores los niños colocaban una y otra vez aquellas canciones, ellos reconocieron uno de los mejores recuerdos de su estadía en la escuela, y seguro lo recordarán, hasta un par de chicos, con un don especial descubierto con una preciosa voz. con todos los maestros y maestras de esta escuela, hacemos eco de y razón de nuestro lema ” educando con sabiduría hacia la integración social”. miramos lo positivo, preocupándonos y ocupándonos de la solución, más que de los problemas.
    Sus relatos, escritos, nos hacen ver que nuestro camino es el más apropiado para seguir en este arte, el de educar. el acierto una vez más, nuevamente mis saludos.

  7. Hay quien se obstina en verlo todo negro. No sé qué se puede sacar de bueno de esa postura. Me lo ha conirmado la lectura del libro de Luis Rojas Marcos titulado “La fuerza del optimismo”.

  8. Se pueden decir las cosas de forma dura o delicada, de forma brutal o considerada, de forma descortés o elegante. Las mismas cosas. Lo hemos visto en el relato del Sultán: una piedra preciosa, arrojada, puede matar. Esa misma piedra, envuelta como regalo, puede provocar gratitud. Sber decir.

  9. Miguel Ángel:

    Gracias por lo escrito. Me sirve de mucho tus ideas. Y gracias también por ver lo positivo de la vida.

    Un saludo

  10. ¿Por qué obstinarse en ver lo negativo de las cosas? Claro que existe, no nos vamos a engañar. Pero no solo tienen parte negativa. ¿Qué vantajas tiene ver la vida, ver la gente y vernosw a nosotros mismos con un cristal oscuro que impide ver los colores? Es una cuestión que siempre me ha intrigado:

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