Navegar entre tiburones

26 Mar
Internet es una metáfora de la vida: maravillosa pero no exenta de riesgos.
Internet es una metáfora de la vida: maravillosa pero no exenta de riesgos.

Nuestros hijos son nativos digitales mientras que nosotros somos inmigrantes digitales. Es decir, que los niños han nacido en ese novedoso país de lo digital, mientras que nosotros hemos de llegar a él desde fuera. Nosotros tenemos que integrarnos en una realidad que nos desborda y en la que nos sentimos un poco extraños.

No es necesario hacer hincapié en las inmensas posibilidades que nos brinda la red: acceso a una información inusitada, posibilidades de comunicarnos de forma rápida, fácil y constante, comodidad para hacer operaciones financieras, facilidad para realizar compras…

La educación no puede estar al margen de esta nueva realidad que lo condiciona todo. Hay que aprovechar todas esas posibilidades para mejorar la formación del alumnado. Y para poder hacerlo, los profesores y profesoras no podemos quedarnos mirando para otra parte.

Pero no voy a centrarme hoy en las ilimitadas posibilidades de internet. Voy a detenerme, con la brevedad que exige este artículo pero con la vehemencia que nace de la convicción, en algunos riesgos que entraña, sobre todo para los jóvenes.

No es el menor el que acaben convirtiéndose en adictos. Estar demasiado tiempo conectados, obsesivamente conectados a la red, genera una dependencia que nos convierte esclavos y que, además, nos priva de otras experiencias enriquecedoras. Los “ermitaños del siglo XX”, viven en su monasterio virtual, alejados de la vida real y enganchados a la realidad virtual.

La casi inevitable suplantación de personalidad que viven muchas personas que se comunican en la red, nos lleva a crear un mundo que oscila entre la realidad y la ficción. Puede suceder que esa persona que nos habla no sea alta sino bajita, que no sea simpática sino agresiva, que no sea del sexo femenino como dice ser sino de sexo masculino, que no sea escritora sino cocinera, que no sea joven sino adulta… No es que se pueda camuflar la propia identidad sino que alguien puede adoptar tu propia personalidad.

Los y las adolescentes no son conscientes de los riesgos que corren. En su inmadurez, en su ingenuidad, no son capaces de situarse en el núcleo de la maldad que habita el corazón de algunas personas. La adolescente del caso que relato a continuación no es capaz de imaginar lo negra que puede ser la boca del lobo que la devora.

Una chica de Málaga entabla relación a través de una red social con otra chica de Granada. Chatean durante meses y, cuando la intimidad ya está consolidada, la amiga de Granada invita a la de Málaga a visitarla. Le dice que, para que sus padres no se enteren, puede decirles que va a pasar la tarde a Vialia (un centro comercial cercano a la estación de autobuses) y que, desde allí puede viajar fácilmente a Granada donde ella la estará esperando. La joven malagueña lo hace como ha planificado su amiga y llega a la estación de autobuses de Granada. Allí la está esperando un hombre que se presenta como el padre de su amiga y que le promete llevarla a su encuentro ya que su amiga no ha podido desplazarse ni avisarla a tiempo. La chica sube al coche del supuesto papá que la conduce a un descampado, la viola y la deja abandonada…¿Cuántos milímetros faltaron para que encontrara allí la muerte?

A través de la web-cam se pueden hacer fotografías que se envían sin mucho remilgo a supuestos (porque son desconocidos) amigos y amigas. Esas fotos pueden ser objeto de chantaje para quien ingenuamente las ha enviado.

Téngase en cuenta que hay jakers que son capaces de grabar con tu web-cam aunque la tengas apagada. Piénsese que pueden entrar en tu ordenador y abrirte todos los correos y archivos sin que tú puedas evitarlo…

Entre los 500 millones de usuarios y usuarias de facebook y los 200 millones de twiter, como fácilmente puede suponerse, hay personas de todo tipo. Hay muchos tiburones navegando por esos mares. Y lo mismo sucede en redes sociales de menor tamaño como Hi5, Yahoo Respuestas, Myspace, Metroflog, Orkut, Menéame, Badoo… No se puede navegar alegremente, sin precaución alguna.

Hay navegantes quien pide información que los jóvenes brindan sobre su casa, sobre sus padres, sobre sus costumbres. Información que no saben cómo puede ser utilizada por los receptores.

Leí no hace mucho en un periódico local que una adolescente que invitó a su cumpleaños a través de la red, recibió 200.000 contestaciones. No acudieron todos, claro está, Pero también se contaba en el artículo lo que había sucedido en otra fiesta de cumpleaños a la que habían acudido varias docenas de personajes desconocidos, convocados a través de la red. En un momento determinado decidieron destruir la casa. Y la destruyeron.

Los padres y madres no pueden permanecer ajenos a lo que hacen sus hijos e hijas en internet. Hace poco tiempo un juez de Las Palmas ha condenado a una familia a pagar 6000 euros a un compañera de su hija a la que estaba haciendo un ciberacoso que fue denunciado por la víctima. Los padres no pudieron decir: “Es que nosotros no sabemos manejar internet…”, “es que nosotros no sabíamos lo que estaba pasando…”.

Hay que tener el ordenador en el que se navega en un lugar abierto de la casa, no en una habitación que se pueda cerrar por dentro con llave. Hay que limitar el tiempo de navegación. Hay que brindar criterios de actuación. Hay controles parentales que, aunque tienen una eficacia relativa, pueden ser útiles. Hay que saber lo que hacen los hijos y las hijas cuando navegan durante horas. Hay que navegar con ellos. Ya sé que existirán algunas reservas sobre la invasión de la intimidad, pero hay un deber superior que es el de velar por la integridad física y moral de los hijos y de las hijas.

Los jóvenes tienen que saber que existen contenidos inadecuados para su edad, que hay muchas reclamos para acceder a la pornografía y a la violencia. Y deberían ser ellos mismos quienes se los prohibieran. El tacto es la mejor estrategia educativa en todos los casos.

11 respuestas a «Navegar entre tiburones»

  1. Como siempre, Miguel Angel, tiene los pies bien apoyados en la tierra y sabe por qué mar se navega y, como educador de jóvenes, sabe la limpieza, ingenuidad natural que les caracteriza y que les puede llevar a terribles experiencias. Quizás lo que desde niños debiéramos tener todos muy en cuenta es que este mundo, inevitablemente, está hecho de ángeles y demonios y, de entrada, no se sabe quien es quien.
    Difícil tarea tienen hoy los padres y educadores: control de internet, de las amistades, peligros del alcohol, del juego, de las drogas…La vida es una carrera de obstáculos hasta llegar a una madurez fructífera para uno y para la sociedad. Por suerte, con sus más y sus menos, pienso que la mayoría consigue ese fin.

  2. Cuánta razón. A veces pensamos que cada uno sabrá cómo actuar razonablemente. Pero no pensamos que los niños y jóvenes no son conscientes del peligro. Que nos dejen tranquilos mientras están en el ordenador no es una aspiración educativa. Cuando ya es tarde, no hay posibilidad de dar marcha atrás en el tiempo.

  3. Cuando ya es demasiado tarde es inútil lamentarse. LO importante es intervenir a tiempo. Mantener la conianza de los de hijos, dialogar con ellos, estar a su lado, saber lo que hacen… Se trata de nuevos compromisos de la educación. Es una pena que, por no prevenir, haya tantas víctimas. Gracias por el artículo. Es una buena llamada de atención

  4. Como educadora de adolescentes en régimen de acogimiento, con los que convivo, conozco la importancia de lo que dice Alejandro, “mantener su confianza, dialogar con ellos, estar a su lado, saber lo que hacen…”. Añado, no mostrar susto ante lo que cuentan para que no dejen de hacerlo -contarlo-, mostrarse firmes, pero escuchar sus puntos de vista, guiarles en el descubrimiento del mundo de los valores humanos. Y sentido del humor, desdramatizando. Así he conseguido que me agreguen al tuenti, ellos y sus amigos, prometiéndoles que nunca de lo que por ahí me cuenten lo utilizaré en su contra sino a su favor, en el sentido de conociéndoles, poder guiarles. Así, esté o no físicamente cerca, me dan un toque de teléfono para que me conecte al tuenti, en lo que más de una vez ha sido sin saberlo auténticas llamadas de socorro y petición de mi punto de vista. Desciendo a su lenguaje que es el que conocen y no se avergüenzan de contar conmigo. Sus mismos amigos son mis aliados. Sin tener un control total, por supuesto, lo tengo bastante mayor que si me mantuviesen -porque son ellos los que deciden- alejada de este su mundo. Claro que no sería lo mismo si a cada cosa que sé o me cuentan me llevara las manos a la cabeza y soltara una sarta de reproches inútiles. Los adolescentes están desorientados y a su manera aceptan un ligero toque corrector con la mano suavemente posada en su espalda, nunca un rudo empujón. Lo que no quiere decir que no tengan por ligero toque, palabras firmes y hasta dichas con voz elevada. No suelo oír el “a mí no me grites”.
    Pienso que a mí me dirían si se citan “con una chica de Málaga”, o que yo sería capaz de adivinarlo.

  5. Hay peligros también para nosotros los adultos. Los tiburones no respetan a nadie. Conozco muchas víctimas de internet entre adultos: robos, pornografía, adicción… No es bueno ver en todo un peligro, pero es de ingenuos pensar que no los hay.

  6. Querida Isabel:
    Comparto tu postura y tu proceder. Esa cercanía emocional, esa estrategia que combina la exigencia con el afecto es la mejor forma de ganar la confianza de los adolescentes. Es lo que llamo en el artículo “tacto educativo”. Desde cerca se puede ayudar, desde la confianza se puede influir. Nada se puede conseguir a palos, salvo que se cierren para siempre a la influencia educativa. Saludos y gracias por tu estupendo comentario.

  7. Navegar por la red es, efectivamente,un arma de doble filo. Puedes encontrarte con maravillas insospechadas y conpeligros impensables. Por eso hace falta tener muy despejado el espíritu crítico. No es que haya que desconfiar de todo y de todos, pero no se puede ir de pardillo. Y eso hay que advertírselo a los chicos

  8. No se puede impedir el avance de un barco por caminar proa a popa. Quiero decir que l realidad es la que es. No podemos vivir fuera de ella. Y la realidad es que nuestros jóvenes están en internet como si una atmósfera se tratara. Hay que ayudarles a respirar ese aire de manera que no les destruya los pulmones.Gracias por la llamada de atención que supone este artículo.

  9. La metáfora de los tiburones es buena porque una nadadoir indefenso no tiene nada que hacer ante los colmillos afilados de un tiburón. Hay que protegerse, como dice Elena. Y protegerse tiene que ver con responsabilidad y educación. Cuando todavía no pueden los jóvenes protegerse por sí mismo, les tienen que ayudar los adultos.

  10. Se ha hablado mucho de la responsabilidad de los padres y las madres. La escuela no puede quedarse al margen de este fenómeno. Tanto para aprovechar sus potencialidades como para prevenir sus riesgos.

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