La autoridad, para ser tal, tiene que estar al servicio de la comunidad. Hablo de autoridad, no de poder. La palabra autoridad proviene del verbo latino auctor, augere, que significa hacer crecer. De modo que tiene autoridad aquella persona que ayuda a que los demás se desarrollen, que ayuda a crecer. Quien aplasta, humilla, engaña, silencia, castiga y, en definitiva y destruye, no tiene autoridad, sino poder.
Leí hace tiempo un libro de Iñaki Piñuel, cuyo título sirvió de anzuelo para mi curiosidad: “Neomanagement. Jefes tóxicos y sus víctimas”. A juicio del autor, hay jefes (y jefas, digo yo) que no sólo no ayudan, ni estimulan, ni coordinan, ni alientan a los súbditos sino que los envenenan, destruyen, engañan, manipulan, humillan y “carbonizan”.
La toxina es un veneno producido por los organismos vivos. Se entiende que el veneno, en este caso, es de naturaleza psicológica. Los efectos que produce en las víctimas el veneno que le inoculan los jefes (o jefas) perversos son de diversa naturaleza e intensidad: destrucción del autoconcepto, condena al ostracismo, anulación de estímulos, angustia, silencio, impotencia, rabia, desmoralización…. El jefe tóxico se siente superior, se cree superior. Los más acomplejados tienen que mostrar más claramente esa pretendida superioridad.
Qué decir del jefe tóxico varón cuando tiene bajo sus órdenes a una mujer eficaz siendo él un inútil. La única forma que tiene de sentirse importante es anularla. No soporta que una mujer diligente, guapa y feminista (todas deberían serlo) le esté recordando a cada minuto su nimiedad, su incompetencia, su inutilidad. Si la puede eliminar, la elimina. Si la puede humillar, la humilla. Si la puede arrinconar, la arrincona. Porque es un miserable y un cobarde. La luz que desprende una mujer brillante deja al descubierto la basura que cubre al jefe misógino.
Lo más triste es que haya mujeres que asuman tan rápidamente los esquemas mentales del mando machista autoritario. Qué triste. Habría que esperar de ellas un estilo de dirección más sensible, más inteligente, más honesto.
Los jefecillos tóxicos suelen ser serviles con quienes tienen por encima en el escalafón. Son duros con las espigas y blandos con las espuelas. Una vez en el poder se vuelven cínicos, tramposos, déspotas, crueles. Existe para mí un criterio decisivo para valorar la actuación de un jefe: ¿a quién desea tener contentos, a los de arriba o a los de abajo? Si es adulador con quienes mandan y cruel con aquellos a quienes tiene debajo, yo creo que es un jefe tóxico.
Los jefes tóxicos suelen actuar de forma casi natural en organizaciones tóxicas y aprenden fácilmente de otros jefes tóxicos a los que han visto actuar o de los cuales han sido víctimas. Los jefes tóxicos agresivos suelen ser tolerados y tratados con mucha tolerancia atribuyendo su actuación al hecho de ser “personas con carácter” o sencillamente con la explicación de que “son así” o de que “hay que aceptarlas como son”.
Claro que, ante un jefe tóxico, la mejor forma de reaccionar es la inteligencia y el desdén. Los jefes tóxicos deben ser derrocados por el sentido común de quien los nombra o por la actitud democrática de quienes los padecen. En este sentido me preocupa la pasividad y la capacidad de aguante de algunos subordinados. Uno se pregunta si es que no se enteran o si es que les da igual todo. ¿Por qué se callan? ¿Por qué miran para otra parte? ¿Por qué se distancian de los críticos como si fueran estos los culpables?
Estos emisores de toxinas son dañinos en cualquier organización pero en escenarios educativos son todavía más nefastos, porque rompen el núcleo esencial de la educación que es el cultivo de la dignidad de la persona.
Mi pregunta es si la acción de los directores y directoras de las escuelas se dirige a finalidades educativas o si se enmaraña en el ejercicio de la burocracia, del control, del autoritarismo y de las intrigas. Tengo noticia de algunos casos preocupantes. Casos en los que la dirección es la fuerza que paraliza el cambio y la mejora, el punto negro de la institución. Quien dirige y, por consiguiente, debería esforzarse para que haya transparencia, participación, entusiasmo y compromiso, es el principal agente del descontento, de la arbitrariedad y de la injusticia.
Me preocupa más todavía que, elevados por el profesorado los problemas de la dirección a las autoridades competentes, éstas miren para otra parte o den la razón de forma indiscriminada a quien ejerce el poder. Como si haciendo así las cosas se reforzase la autoridad. No. La autoridad no se gana así. La autoridad se gana con el trabajo, con el ejemplo, con la coherencia, con el diálogo, con la humildad.
La estructura jerárquica del sistema educativo ganará en eficacia en todos sus niveles si entiende que quien está arriba debe ayudar a quien está debajo y no a la inversa. Se fortalecerán los ejes de la educación si quien manda pone todas sus fuerzas al servicio de la comunidad y no a la inversa. Si quien ejerce la autoridad se siente servidor y no amo.
Alguna vez he hablado de las funciones ricas y de las funciones pobres de la dirección. Creo que podríamos ponernos fácilmente de acuerdo en definir que las tareas de representación, de burocracia, de control… son pedagógicamente más pobres que las dedicadas a cohesionar al equipo, a impulsar un buen proyecto, a coordinar los esfuerzos, a generar entusiasmo… ¿A cuáles de ellas se dedica más tiempo?
El coche no avanzará si quien ha de ser el acelerador (del compromiso, de la honradez y de la mejora) se convierte en el freno que detiene o que disminuye el empuje. El ambiente no mejorará si quien tiene la responsabilidad de purificarlo y enriquecerlo es quien más toxinas desprende.
Señor Santos, no puedo estar más de acuerdo, pues vuelve usted a decir evidencias (chungo cuando tienes que explicar evidencias). Yo trato (no es fácil ser hábil en esto, pero sí se puedo mejorar mucho intentándolo) de ejercer tal y como usted dice, y no dejar en segundo plano lo más importante con enorme diferencia: “cohesionar al equipo, a impulsar un buen proyecto, a coordinar los esfuerzos, a generar entusiasmo…”. Fundamentales tareas, éstas, de un jefe, ¿Ha oído hablar del método Toyota de producción? Un cordial saludo
Estimado Holden:
Sí, lo conozco. Y, aunque “la escuela no es una empresa”, como dice el título del estupendo libro de C. Laval, hay cosas que deberíamos tener en cuenta del funcionamiento de las mismas. No son de la misma naturaleza (en la empresa y en la escuela) ni la autoridad, ni los fines, ni las relaciones…., pero hay cosas qué deberíamos imitar. Por ejemplo la coordinación. Si una fábrica de coches descubre a las 10 de la mañana que el Departamento que hace el chasis, está dejando el hueco para las puertas más pequeño que las puertas que el Departamento que fabrica las puertas, ¿cuánto tiempo tardarán en coordinarse y evitar el problema? Un segundo. Pero, en una escuela, ¿cuánto pueden tardar en coodinarse un profesor de primero y otro de segundo de la misma asignatura? Por eso de dice de las escuelas que son instituciones “loosely coupled” (débilmente artifuladas).
También es cierto que las empresas podrían copiar muchas cosas buenas que tienen las escuelas.La organización escolar se ha estudiado durante mucho tiempo inspirándose en la organización empresarial, pero debería recorrerse también el camino inverso.
Gracias por tus certeros comentarios.
Un saludo
MA Santos
Pingback: Tweets that mention Jefes tóxicos en educación | El Adarve -- Topsy.com
Vaya Maestro: !Qué buen tema!!!
Creo que los jefes que producen miedo, terror e intimidación, ejercen y abusan del poder y consiguen sus logros, como bien dice uds. son misónigos (Que odia a las mujeres, manifiesta aversión hacia ellas o rehúye su trato según la RAE). El problema con este tipo de personas es que por conseguir sus logros también pueden hacer lo que sea y desarrollan así una faceta negativa con la cual agreden a los demás, pasan por encima de las necesidades de otros, son mordaces y pueden llegar a límites jamás imaginados. Generalmente se cubren de un manto de autoridad que no es otra cosa que Autoritarismo!!!
Sin embargo, hay una forma de maltrato que sin dejar marcas visibles, puede llevar a la víctima a un fuerte sufrimiento interior: es el maltrato psicológico.
El maltrato psicológico es una amplia variedad de actitudes que tienen por finalidad despertar en otra persona sentimientos y emociones negativas, miedo, vergüenza, rabia, angustia, inadecuación, impotencia, humillación, desolación, etc.
Los métodos por los cuales una persona puede hacer daño son muy variados: se puede lastimar con la palabra, a través de insultos, desvalorizaciones, críticas, con actitudes de desprecio o de humillación, con amenazas, con calumnias, impidiendo a la víctima expresar sus opiniones o deseos, culpabilizándole por todo lo negativo que ocurre, haciéndole quedar en ridículo, burlándose de sus acciones y convicciones. Todas estas agresiones psicológicas ejercidas por un jefe tóxico, también pueden ser llevadas a cabo de una manera muy sutil, mediante actitudes despectivas o sarcásticas, alusiones a las características del otro, o a sus familiares, que en general contribuyen a atentar en la estabilidad emocional de la víctima.
Este tipo de agresiones se observa en todo tipo de personas y condición social y no sólo ocurren dentro de una escuela o empresa, sino que aparecen en multitud de contextos; jefes que humillan a sus empleados, padres que hacen desprecios o insultan a sus hijos, jóvenes que se burlan y avergüenzan a un compañero, cuidadores que humillan a ancianos, profesores que ponen en ridículo a algún alumno, hombres que amenazan y coaccionan a sus esposas.
Las consecuencias en algunos casos devastadoras, tanto para la autoestima y estabilidad emocional, como para la propia vida de la víctima, pudiendo llegar a perder todo aquello que para esa persona era importante (familia, amigos, trabajo, ilusiones…)
Normalmente la dinámica que se establece entre una víctima y su maltratador se convierte en un círculo vicioso-violento, en el cual, en la medida que las agresiones psicológicas se van convirtiendo en habituales e insidiosas, se producen en la víctima sentimientos de miedo, confusión, inferioridad, culpabilidad y de merecerse lo que le hace, por lo que la influencia del jefe tóxico sobre la víctima puede generar la anulación de recursos personales y su asilamiento, lo que favorece una mayor dependencia hacía él, ya que no puede contar con apoyos que contrarresten sus mensajes.
Así mismo, este círculo se fomenta con unas fases de perdón, en las cuales el jefe tóxico ante el miedo de que le hagan responsable del mal que causó, utiliza falsas promesas de cambio y pide nuevas oportunidades, ofreciendo una imagen tierna y cariñosa, de tal forma que la víctima cree en la fantasía de dicho cambio y sigue con la relación.
En el caso puntual de las escuelas y aunque me pese decirlo; ocurre y muy seguido, puesto lo he visto, para salir de esta situación es muy importante que la víctima entienda que no es culpable del trato que recibe, que no se merece las faltas de respeto, insultos, desvalorizaciones y desprecios y que no existen justificaciones para este tipo de comportamiento. Para ello es necesario que la víctima (Docentes, Alumnos, Padres) comience a percibir otra realidad, en la cual es tratada con respeto y dignidad, como toda persona merece.
Dice Iñaki Piñuel además de lo que Uds. nos cuenta: “Los jefes tóxicos hacen uso y abuso de estereotipos rígidos y negativos sobre las personas: “piensa mal y acertarás”, “la gente nunca es sincera”, “las personas tienden a aprovecharse de tu bondad”, “un comportamiento amable encubre intenciones interesadas”, “es necesario guardar las distancias”, “no hay que fiarse de nadie”, “pedir ideas a los demás es mostrar debilidad”, “no conviene dar confianza a las personas, pues luego abusan de ti”, “la participación supone la abdicación de la autoridad”, “si muestras debilidad se te suben a las barbas”…
Y ante esta realidad el docente debe lograr exigir el uso de la participación como herramienta micropolítica.
Con frecuencia, los estudios sobre la participación en el ámbito escolar limitan esta idea a los procedimientos oficiales que se suceden en los centros educativos, olvidando otros ejercicios participativos que se desarrollan en ámbitos informales. El concepto de participación docente se debe entender como la herramienta en la que se tengan en cuenta las diferentes estrategias llevadas a cabo por los docentes para influir en la toma de decisiones. Sin miedo, sin culpa, con coraje, fundamento y libertad ante ese tipo de jefes tóxicos
De este modo, la participación con la que nos comprometemos los docentes se entiende en estrecha relación con las batallas de los grupos por el poder, pero se aleja de los grandes principios ilustrados, se vincula a lo concreto y se reconoce como elemento omnipresente en la vida de las escuelas.
El potencial de participación docente en las escuelas no se limita a los procedimientos regulados, sino que abre un amplio abanico de estrategias que tienen que ver con la configuración de los grupos y las batallas por el poder en las instituciones escolares. Mantener un análisis restringido olvida el entramado micropolítico de relaciones que se mueven en la escuela. Las implicaciones derivadas de estas formas de participación no son mejores ni peores que las derivadas de una participación que siga los cauces institucionales.
Al margen de que esta intervención discurra o no dentro del ámbito de lo formal, de lo visible o de lo planificado, existe una estrecha relación entre la forma en que se distribuye el poder y la intervención de ciertos grupos en las decisiones.
Insisto al Jefe Tóxico, no se le debe tener miedo, por el contrario con respeto enfrentarlo y solicitar porque esa actitud. Sí, con respeto algo que el carece!!!
Pues disculpe, me olvide saludarlo como hago siempre:
Al Maestro, Gracias y mi Admiración de siempre!!!
Pingback: Xefes/as tóxicos/as « InnovArte Educación Infantil
Pingback: InnovArte Educación Infantil Español
Estimado Miguel Ángel:
Me parece un artículo muy oportuno que espero poder enriquecer modestamente con alguna de las opiniones que he sostenido aquí https://oneub.wordpress.com/ Yo soy director en una escuela de primaria.
En cualquier caso, con la carga y posos de autoritarismo que han quedado en nuestro país; creo la autoridad ha sido también atenazada por el miedo a ejercer los liderazgos sontenibles y humanamente poderosos, distribuirlos para llevar adelante proyectos de mejora escolar, pese a quien pese. Y hacerlo además por las vías que tú propones.
Se nos demanda muchas veces que ejerzamos de directores para mejorar aspectos del sistema educativo, pero cuando se sostienen posturas conflictivas, entendiendo dicho conflicto como una posible oportunidad para el cambio se reprocha frecuentemente que el ejercicio de la autoridad no es más que pura imposición. Difícil ejercicio y más que difícil equilibrio.
Lo que más me llama la atención es por qué no se erradican los líderes que envenenan. Oí también en una conferencia de Manuel Álvarez que existían profesionales tóxicos en la educación. Sin ánimo de polemizar más que lo justo; habría que preguntarse si las posturas de mirar para otro lado, de preocuparse lo justo por la gestión micropolítica de la escuela, como una competencia obligada del docente, no propician que las direcciones ejerzan su poder y autoridad sin cortapisas, ni control social alguno.
Un saludo muy cordial.
Sr. Santos Guerra, no sabe cómo entiendo lo que ha escrito, lo he sufrido en propias carnes. Es lamentable que la Administración Educativa apoye a esos jefes tóxicos, especialmente si se trata de una administración que se dice de izquierdas: http://montsepedroche.wordpress.com/2010/04/15/no-se-si-sera-legal-desde-luego-legitimo-y-honesto-no/ y esto es sólo el final de muchos años de lucha inútil.
Muchas gracias por hacerme sentir menos rara, un abrazo, Montse
Pingback: Liderazgo sostenible: el libro de Andy Hargreaves y Dean Fink « ONEUB
Hola amigo… Muy buen tema. Todas las autiridades te hablan de democracia, pero a la hora de decidir, no decide el equipo. Se hace como el director quiere. En nuestro país y dentro del sistema educativo, el verticalismo es demoledor. No hay opciones de diálogo, de disentir. No te gusta, te buscás otro trabajo. En un minuto un inspector o inspectora tira por tierra todo lo acordado en un equipo de trabajo a lo largo de todo un año. Y, o sos la loca que siempre estás cuestionando, o dejas de discutir y te vas enroscando en ese dejar hacer y no cuestionar. Hay muchos y muchas que tienen el poder, contadísimos/as los que tienen autoridad. Y lo peor es que quienes tienen el poder hacen uso y abuso. Todos sabemos de eso…
Por desgracia hay muchos jefes y jefas tóxicos en la escuela. Cualquier docente conoce algún ejemplo. El profesorado se ve impotente cuando la Administración sostiene a equipos directivos perjudiciales para los centros. El clientelismo y el amiguismo también se han adueñado de la escuela y eso nos hace sentir que hemos perdido autoridad moral para educar a nuestro alumnado en valores democráticos.
Gracias por este artículo.
¡Magnifico!
Está muy bien expresado o que en muchas ocasiones he sentido y vivido pero no le ponía palabras. Soy maestra y durante algunos años he sufrido ese poder de la dirección hasta el punto de destruir mi trabajo y mi personalidad. Me he sentido muy identificada con este texto. Muchas gracias.
No sé que decir, lo ha dicho todo…
Quizás pueda comentar que si bien hasta no hace mucho el director era elegido por el Consejo Escolar entre el profesorado del centro, de modo que dicho consejo podía evitar la continuidad de un mal director, siempre que hubiera otras alternativas. Ahora la estructura vertical de la administración ha reforzado la continuidad de los directores, sean buenos o malos jefes. Incluso el ROC, en Andalucía, en principio le había dotado de una gran autoridad, que finalmente se ha suavizado tras las protestas y demandas sindicales y del propio profesorado.
Cuanto más avanzamos, menos progresamos, incluso retrocedemos. ¿Dónde estará aquella filosofía democrática que emanaba de la LOGSE?
Un cordial saludo.
Me temo que para variar, voy a discrepar absolutamente con el artículo. “Las noticias” que puede tener el autor del artículo acerca de casos aislados de directores/as que se ajusten a uno de los perfiles del artículo no pueden contaminar la labor continua de organización y gestión que se lleva a cabo, minuto a minuto, en los centros educativos. La función directiva es de una complejidad extrema: liderazgo en cuanto a organización y funcinamiento, liderazgo pedagógico, representación de la administración, cabeza visible de todos los órganos colegiados del centro, impulsor de todas las acciones de innovación que se llevan a cabo, liderazgo en cuanto a resolución pacífica de conflictos, liderazgo en cuanto a implantación de planes y proyectos educativos…. ¿Por qué el artículo no incide más en los esfuerzos, del que estoy seguro que el autor a su vez tendrá “noticias”, aunando profesionalidad y entrega, que se hace en la inmensa mayoría de los centros por parte de los/as directores/as? ¿Por qué un artículo, no exento de morbo, enfatizando disfunciones que quizás se puedan contar con los dedos? ¿No es más positivo ensalzar una labor no suficientemente reconocida por la sociedad que constituye, a todos los efectos, un pilar fundamental para asegurar la calidad y equidad de los procesos educativos? Que se me entienda: sólo intento, más allá de vanaglorias y juegos florales incondicionales al autor por parte de los fijos de esta web, situar cada artículo en su justo contexto, aportando en la medida que puedo una mirada científica a los mismos. Y en este sentido, nada peor que el morbo gratuito tomando como punto de partida “noticias” difusas, dejando atrás, como he comentado, la magnífica labor, no sólo de directores/as, sino además, profesorado, personal de administración y servicios, AMPA y muy fundamentalmente nuestro alumnado. ¿Por qué no un artículo donde se agradezca esta inmensa, difícil y esencial labor social? En fin, abrazos compañeros/as.
Estimada Pepa:
Yo sí lamento discrepar absolutamente de tu posición. Creo que te equivocas en un aspecto fundamental: el artículo no pretende hablar “en general” de la dirección de los centros. ¿Lo he dicho en alguna parte? Sé que hay buenos directores y directoras. Muchos buenos directores y directoras. He querido referirme a casos que son muy negativos. Y que existen. Las noticias que tengo NO SON DIFUSAS. ¿Por qué consideras que lo son? Me gustaría que oyeras a las víctimas. ¿No te importan?
Si tuviésemos que hacer un análisis de la dirección, en general, hubiera planteado otras cosas, hubiera hecho referencia a otras cuestiones: la elección democrática frente a la selección, las funciones más potentes, el liderazgo compartido frente al unipersonal, la jerarquización del sistema, la formación de los directores/as, la evaluación de la función directiva…
¿En alguna parte del artículo he dicho que es fácil la función directiva? ¿O que es poco importante? He sido director de un centro cinco años y sé de lo que se trata.
He querido hablar de unos casos que sonsidero muy preocupantes. YO NO HE GENERALIZADO. Tú has supuesto que yo lo he hecho. No sé de dónde lo sacas.
Tener actitud autocrítica es imprescindible para poder mejorar. No hay que ocultar los problemas si se quieren resolver.
No creo que sea una buena actitud ir en contra de forma sistemática. Parece que te molesta que haya quien esté de acuerdo. ¿Por qué? Creo que les debes a quienes opinan favorablemente el mismo respeto que se te debe tributar a ti. No creo que sean respetuosos tus comentarios sobre las “vanaglorias y los juegos florales”. Lo que se necesita para discrepar son argumentos.
Creo que una buena postura ante la lectura de un artículo es tratar de saber qué se ha querido decir. Luego se puede discrepar. Un artículo no puede hablar de todo. Habla de lo que habla. ¿Quién niega que haya buenos directores y directoras en el sistema educativo? La verdad es que no sé en qué consiste tu crítica, salvo en poner en duda, tachándolas de difusas, esas noticias a las que aludes. Criticar no es demoler, es discernir.
Un saludo.
MA Santos
Estimado compañero:
Este tema es el gran eslabón perdido en la educación: la formación sobre gestión y dirección de centros docentes.
¿Es necesario crear un cuerpo de directores/as diferente al de maestros/as con características propias, o simplemente debemos tener la coherencia de describir, por medio de instancias oficiales, situaciones concretas en que esa “gente tóxica” destruye con su mal hacer en el día a día y dejar que caigan solos/as?
Ya va siendo hora de declarar hechos y crear alternativas por que, tal y como vamos, no hacemos camino al andar.
Muchas gracias por darnos voz al profesorado, Miguel Ángel.
Un cordial saludo a todos y todas.
Está bien Miguel Ángel, está claro que no nos entendemos. Lo que debemos evitar es desembocar en susceptibilidades recíprocas (que ya veo por donde van) que impidan que no nos entendamos aún más: en definitiva, ambos tenemos la misma pasión, que es la educación, en su acepción más global. Puede que nos diferencie, Miguel Ángel, nuestro contexto laboral. El mío, en el día a día, se desenvuelve en el tema que nos ocupa a diario, las enseñanzas obligatorias y postboligatorias del sistema educativo no universitario. No tienen que llegar hasta mí rumores de ningún tipo, los hechos los vivo a diario, con la intensidad característica en que las cosas se viven en los centros educativos. E insisto, Miguel Ángel, en mi tesis: los esfuerzos, capitales, de los/as docentes es manifiesto, extensibles, en el caso que nos ocupa, de los/as directores/as. Pienso que somos, todas las comunidades educativas, el pilar social fundamental y cualquier artículo donde se ponga esto en duda, aunque sea a colación de algunos casos aislados, puede dar lugar a manifestaciones que no son justas. Veánse las aportaciones al artículo, por ejemplo. En definitiva Miguel Ángel, para que me entiendas: sobran críticas cogidas por los pelos al sistema educativo y faltan precisamente artículos que ensalzen esa labor poco apreciada socialmente (si bien es cierto que es una concepción que está cambiando día a día) que convierte la docencia en ese milagro cotidiano: forjar personalidades y prepararlas para una provechosa vida ciudadana y laboral. Por mi parte, Miguel Ángel, en la medida que todos somos susceptibles y tú y yo no somos excepciones, es más que evidente tras leerte más arriba, mis disculpas si con ello consigo tranquilizarte. Estamos, con distintas voces, distintos contextos laborales y creo que con muy distintas experiencias, en el mismo barco. Abrazos.
Estimada Pepa:
Está bien que nos aclaremos.
Por lo que dices, me da la impresión de que sólo pueden hablar de un determinado contexto quienes están inmersos en él. Desde ese punto de vista, tú sólo podrías hablar de tu centro, pero no de ningún otro.
No, amiga, de lo que yo hablo no son rumnores, como dices. Son hechos muy documentados.
En lo que discrepo básicamente de tu postura es en que al criticar unos hechos que están ahí, que son muy graves ( que no puedo generalizar, claro está, y por eso no lo hago) estoy “atacando” a los profesionales de la educación. No hablo de los directores/as en general sino de aquellos/as que abusan de su poder. Y eso es ayudar al sistema educativo. Tapando esos abusos no se consigue mejorar.
Creo que en pocos blogs se habrán dicho tantas y tan buenas cosas sobre nuestra tarea. Diciendo que todos/as quienes ejercen la dirección son maravillosos/as no sólo se falta a la verdad sino que no se consigue erradicar los abusos.
¿Que tienen que hacer las víctimas Te aseguro que las hay. ¿Callarse? ¿Aguantarse?
¿Qué tienen que hacer si quienes tienen que protegerlas miran para otra parte o apoyan sistemáticamente a quien manda?
Cuando se dice que algunos médicos son incompetentes o algunos políticos corruptos no se está descalificando a los profesionales de la medicina o de la política. No se pueden pasar por alto esos casos si se quiere mejorar la medicina o la política.
La tarea educativa es excelsa, pero quienes la practican han de ser humildes. Y tienen que reconocer que hay cosas que mejorar. Decir que todo es bueno es un modo de perpetuarse en las rutinas.
En tu primer comentario decías que era necesario abordar los temas de manera científica. ¿Qué quieres decir? ¿Denunciar unos hechos no es cinetífico? Decir que no hay derecho a tener posturas autoritarias en la educación, ¿no es científico?
Es importante amar esta profesión e incluso apasionarse por ella, pero eso no nos hace cerrar los ojos ante algunas realidades negativas, inadmisibles. Si realmente se ama la profesión, se sufre porque sucedan.
Un cordial saludo
MA Santos
Permítanme una pregunta inocente, intentando ir al grano y no divagar, ¿Cuántos maestros y maestras saben lo que es comer sano y la practican, disfrutan haciendo deporte con regularidad, van cada día al trabajo a hacerlo mejor que el día anterior, dominan las artes de su profesión y, duermen con la conciencia tranquila y con fundamento? O sea, ¿Cuántos maestros y maestras dan buen ejemplo a nuestros niños, niñas y adolescentes? ¿No es está la clave?
Un cordial saludo
Estimada Pepa:
Por mi experiencia como docente, alabo a las personas como Miguel Ángel que son capaces de señalar las “dificultades encontradas” y buscar posibles “propuestas de mejora”, en cuanto a jefes y jefas en la educación se refiere.
Una gran dificultad que suelo encontrarme en algunos centros por los que he pasado, es el ansia de poder de algunos/as directores/as. A pesar de tener en contra toda la comunidad educativa, se buscan “contactos” para saltarse a la torera todas las decisiones redactadas en los planes de centro, tomadas por Consejos Escolares y sobre su evaluación de la acción directiva.
Todo esto acompañado de una exquisita cobertura o cortina de humo por parte de algunos/as inspectores/as, que permiten atrocidades educativas como:
– Aprobar directores/as en prácticas sin cumplir con los requisitos de la formación inicial exigida.
– Aprobar directores/as habiendo sido suspendidos/as en la evaluación del Consejo Escolar, Director/a Tutor en prácticas, e incluso teniendo en contra el Ayuntamiento correspondiente.
– Permitir actividades complementarias fuera de su inclusión en el proyecto docente y en contra de la decisión del claustro.
– Permitir insultos y descalificaciones a inferiores.
… y de este modo podría hacer una larga lista. Así se crean unas micropolíticas con vías de comunicación muy informales que siempre derivan en líderes encubiertos, climas de centros bastante contaminados, con frecuentes enfrentamientos entre el profesorado, muchos aislamientos, y algunas bajas por depresión (y no digo mobbing laboral, ya que es muy complicado demostrar en juicio, pero sí acoso y abuso de autoridad. Eso sí lo digo).
Cuando digo “inspección permite” es porque ya tienen constancia por escrito (instancias legales en tiempo y forma, actas formales y quejas por escrito de los sindicatos, por poner algunos ejemplos) de todas esas atrocidades que protegen.
Otra consecuencia que he podido observar cuando tenemos JEFES TÓXICOS es lo que yo llamo la “fuga de cerebros educativos”. Con esto me refiero a que, profesorado muy cualificado, en estas situaciones se suele encerrar en su aula (evitando conflictos, pero impidiendo compartir experiencias entre aulas contiguas) o cambiar de centro, estando más valorado fuera del centro de trabajo que dentro del mismo.
Por eso, querida Pepa, no te sientas tan ofendida por unas sabias palabras que lo único que hacen es alzar la voz y proponer autocrítica de quienes se sientan aludidos/as.
Conozco varios/as directores/as que han leído a Miguel Ángel y algunos incluso sacado estas palabras impresas en papel, exponiéndolas en el tablón del profesorado, cosa a la que te animo. Ya verás las consecuencias tú sola.
Un cordial saludo.
Joaquín, un maestro.
Miguel Ángel:
Me parece que lo expresado en el artículo coincide con lo que ocurre muchas veces en la realidad, ya que el poder llevar adelante una institución educativa conlleva ser poseedor de competencias muy complejas, también coincido que lo educativo no puede ser comparado con el desarrollo empresarial debido a que los recursos que se manejan en cada caso son muy distintos. He vivenciado el poder en varias instituciones, en algunas el poder fue sostenido desde la horizontalidad, y en muchas se entiende el mismo desde la verticalidad, la imposición …Sería bueno preguntarnos que dá poder en una institución educativa, el conocimiento, la jerarquía, y para qué sirve el mismo. Considero que no cualquiera puede estar al frente de una escuela sin haberse preparado antes desde lo conceptual, LO ACTITUDINAL Y lo procedimental para convertir el centro en una lugar de aprendizaje democrático, debido que allí se manejan recursos muy nobles como son los niños/as, y después del hogar éstos van percibiendo a través del curriculum de la institución qué es el poder y como se concibe. Sería bueno que en todas las instituciones educativas reine la cultura del consenso. Quería hacer una salvedad, distinguir fortalezas en el ámbito educativo me parece acertado, pero reconocer las debilidades me parece que es inteligente, para tratar de repensarlas ya que el poder en muchas instituciones actúa como un dispositivo silencioso que lastima, subestima, paraliza… y no nos olvidemos que los destinatarios de éstos perjuicios son seres humanos, ergo, así existiese una sola institución que arbitre medios nocivos y tóxicos en cuanto al uso del poder, vale la pena cuestionar, vale la pena reflexionar, VALE LA PENA.
Quiero dejar en claro que puedo admirar profundamente a Miguel Ángel, no es algo que fue forzado ni alimentado sin sustento. Tengo mis razones que no las voy a explicitar aquí, el que adhiera o coincida con algunos tópicos no me posiciona en un lugar donde mi capacidad de pensar quede influenciada por sus ideas. Si tengo que disentir en algunas cosas lo haré seguramente. Así que querido amigo, no siempre serán todas rosas…y está bueno que así lo sea..
Saludos cordiales y buen día a todos/as
Centrémonos en la realmente importante cuando estamos hablando de educación:¿Cuántos padres, maestros y maestras saben lo que es comer sano y lo practican? ¿Cuántos padres, maestros y maestras disfrutan haciendo deporte con regularidad? ¿Cuántos padres, maestros y maestras van cada día al trabajo a intentar hacerlo mejor que el día anterior? ¿Cuántos padres, maestros y maestras dominan las artes de sus profesiones? ¿Cuántos padres, maestros y maestras duermen con la conciencia tranquila y con fundamento? O sea, ¿Cuántos padres, maestros y maestras dan buen ejemplo a nuestros niños, niñas y adolescentes? ¿No es ésa la clave?
Un cordial saludo
PD
¿Cuántos padres, maestros y maestras saben plantar un árbol y hacerlo crecer?
Claro que hay jefes tóxicos… ¡y también en educación!. Creo que todos tenemos la experiencia de alguna toxicidad emanada desde el poder. Lo mismo (mejor dicho, en mucha mayor medida) que hay jefes “fertilizantes”. Sin ánimo de halagar gratuitamente, Miguel Ángel es de los segundos. Puedo certificar (soy maestro hace 32 años y he trabajado bajo/con (según se mire) una veintena de equipos directivos. Hay de todo.
Respecto a Miguel Ángel (como “jefe” y bajo su supervisión: fui alumno suyo) también trabajé, hace unos 36 años. Su actitud con las personas no ha cambiado: siempre se preocupó por sacar lo mejor de cada uno de nosotros. Y respecto a este blog, me parece que también invita a reflexionar y mejorar a todos los lectores.
Cuando lo descubrí en internet, me llevé una gran sorpresa y sonreí al leer sus artículos. Creo (algunas creencias han cambiado, ¿acaso el pensamiento puede tomar asiento?) que el Miguel Ángel que conocí firmaría entonces los mismos artículos que escribe ahora. Son esas “evidencias” que necesitan ser recordadas. Y lo hace con un estilo que engancha.
Paso muy buenos ratos leyendo estas aportaciones. En mi lista de favoritos es una de las primeras que consulto cuando se aproxima la publicación de una entrada.¡Y siempre me sorprendo! Esas invitaciones a la reflexión que deposita semana a semana en sus artículos son un buen fertilizante que nos ayuda a hacer mejor nuestro trabajo.
Gracias “Jefe”.
Estimado Miguel Ángel:
En junio del presente año hice un comentario sobre el artículo “la dirección de uno mismo” de S. Antúnez, donde declara un precepto fundamental sobre este tema:
“Las personas que deben dirigir a otras tal vez primero deberían ser capaces de dirigirse a sí mismas”
Partiendo de esta idea, nos plantea un análisis de cinco tareas propias del ejercicio de la dirección, las cuales será útil como autoevaluación de la función directiva, ya que marcará que estilo de dirección se está desempeñando.
LA DIRECCIÓN DE SÍ MISMO
Autoconocimiento
Autoridad como directivo
Estilo directivo personal predominante
Respuestas más habituales
Concepto “a priori” de las personas
Control del estrés
Síntomas de situación de estrés insatisfactoria
Causas y agentes del estrés
Grado de afección del estrés
Capacidad de respuesta ante el estrés
Plan de acción contra el estrés
Asunción del cargo
Rol docente ≠ Rol directivo
Cambio personal ≠ Desequilibrio personal
Visión crítica del conflicto
Control de los asuntos personales
Temas personales ≠ Temas profesionales
Equilibrio entre Desarrollo personal y profesional
Planificación de las tareas
Formación permanente personal
Preparación para el ejercicio del cargo
Aspectos de mejora en acción personal y en acción del equipo directivo.
Planificación de la formación personal
Críticas externas sobre el ejercicio de dirección
Interés por el aprendizaje contínuo
Para empezar, ya tienen algo los TÓXICOS para mirarse al espejo y ver qué falla.
Gracias de nuevo Miguel Ángel.
Un cordial saludo.
Joaquín, un maestro.
Con mi respeto y admiración antepuestos Maestro, le escribo lo siguiente:
Nuestro querido México es y ha sido por siglos enteros un pueblo oprimido. Un País de gente sometida y obediente, producto de una MALA EDUCACIÓN.Somos una nación carente de verdaderos líderes, los que desde las Instituciones Educativas escasean. Estamos llenos de directivos que se escudan en el poder que les confiere un documento otorgado por compadrazgos o por desempeños políticos. Rara vez por su capacidad de persuadir, de contagiar, de entusiasmar positivamente a sus lidereados.
Nuestras organizaciones educativas están intóxicadas, contaminadas por el espiritu opresor de quienes carecen del talento y la creatividad para contaminar, si, pero de deseos, de ánimo, y sobre todo del hecho del hacerles sentir a sus lidereados que son bien recibidos, bien queridos y apreciados con sus competencias y particularidades valiosas dentro de la organización. En nuestro amado México URGEN cambios de mentalidad.
Permítanme algunas preguntas en materia de educación: ¿Cuántos jefes tóxicos saben lo que es comer sano y lo practican? ¿Cuántos jefes tóxicos disfrutan haciendo deporte con regularidad y disciplina? ¿Cuántos jefes tóxicos van cada día al trabajo a intentar hacerlo mejor que el día anterior? ¿Cuántos jefes tóxicos dominan las artes de sus profesiones? ¿Cuántos jefes tóxicos duermen con la conciencia tranquila y con fundamento? O sea, ¿Cuántos jefes tóxicos dan, transmiten buenos ejemplos a nuestros niños, niñas y adolescentes? ¿No es ésta la clave?
Un cordial saludo
PD
¿Qué hacer?
No suelo intervenir si no tengo nada interesante que decir, pero tampoco me gusta que pase mucho tiempo sin saludarle, querido Miguel Ángel.
Nada tengo que decir sobre los jefes tóxicos y sí mucho sobre quien cada día acude a su trabajo con actitud ilusionada e ilusionante. Cada uno debería reflexionar sobre sus propias razones, la razón de que uno sea profesor o educador: el amor a su trabajo y por tanto los niños a quienes educa, o la nómina que percibe a fin de mes. Nunca he tenido que soportar a jefes que para otros eran tóxicos, siempre he podido trabajar y sigo haciéndolo con el margen de libertad que me he ganado, respetada por jefes denostados por otros. La propia ilusión mueve montañas, así que no puedo hablar de lo que desconozco, pues nunca me he sentido víctima de nadie que haya pretendido intoxicarme.
El motivo de estas líneas era, pues, mandarle un afectuoso saludo.
Durante toda la semana he leído atentamente todos los comentarios y me sorprende quienes no acepten la realidad de la existencia de estos Jefes Tóxicos. Qué me sorprenda y mucho respeto cada opinión vertida sobre este tema. Como es mi costumbre vuelvo a mis libros de cabecera y volví a leer a Paulo Freire:”En Educación y participación comunitaria” el dice”Si los seres humanos no hubiesen sido capaces, entre otras cosas, de inventar el lenguaje conceptual, de optar, de decidir, de romper, de proyectar, de rehacerse al rehacer el mundo, de soñar; si no se hubiesen vuelto capaces de valorar, de dedicarse hasta el sacrificio al sueño por el que luchan, de cantar y ensalzar el mundo, de admirar la belleza, no tendría por qué hablarse de la imposibilidad de la neutralidad de la educación. Pero no habría tampoco por qué hablar de educación. Hablamos de educación porque al practicarla, incluso podemos negarla.
El uso de la libertad nos lleva a la necesidad de optar y ésta a la imposibilidad de ser neutros.
Ahora bien, la imposibilidad total de ser neutros ante el mundo, ante el futuro –que no entiendo como un tiempo inexorable, un dato dado, sino como un tiempo para ser hecho a través de la transformación del presente en que se van encarnando los sueños– nos coloca necesariamente ante el derecho y el deber de ubicarnos como educadores. El deber de no callarnos. El derecho y el deber de vivir la práctica educativa en coherencia con nuestra opción política. De ahí que, si la nuestra es una opción progresista, sustantivamente democrática, debemos –respetando el derecho que tienen también los educandos de optar y de aprender a optar, para lo cual precisan de libertad– testimoniarles la libertad con que optamos (o los obstáculos que tenemos para hacerlo) y jamás imponerles nuestra elección, sea o no de forma subrepticia.
Si nuestra opción es democrática y si somos coherentes con ella, de tal manera que nuestra práctica no contradiga nuestro discurso, no nos es posible hacer una serie de cosas que no es raro encontrar realizadas por quien se proclama progresista”
Continua diciendo:
“No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia.
En lugar de apostar por la formación de los educadores, el autoritarismo apuesta por sus «propuestas» y por la evaluación posterior para comprobar si el «paquete» fue realmente asumido y seguido”
Creo firmemente en la existencia de los Jefes Tóxicos, porque los padecí, claro que será por personalidad o compromiso con la educación , no permití que nadie de estos jefes me pusiera el pie encima. Obvio lo pague caro, pero no me arrepiento.
El autoritarismo una de las particularidades de estas personalidades no van conmigo.
El Diccionario de la Real Academia Española define el autoritarismo como: un sistema fundado primariamente en el principio de autoridad. Actitud de quien ejerce con exceso su autoridad. Por su parte, el Diccionario Larousse Ilustrado precisa lo siguiente respecto a la palabra autoritario: Que usa con rigor de su autoridad. Que no tolera la contradicción. Imperioso y violento.
El autoritarismo, pues, entendido como el sistema basado en un riguroso principio de autoridad, tiene, sensu estricto, una connotación política; pero, en un sentido amplio, no sólo se circunscribe al ámbito político, sino a cualquier esfera social donde exista una relación entre un grupo y una persona que haga las veces de guía o de líder.
La escuela, al igual que muchas otras instituciones de nuestra sociedad, ha tenido y tiene un rasgo señaladamente autoritario. A veces, es mi opinión que un jefe tóxico encuentra en una institución un lugar donde logra ser escuchado, obedecido, respetado, admirado, adulado e incluso temido. Halla casi todo lo que le puede faltar en su vida familiar, marital o social. Se siente importante. Se siente poderoso como un pequeño dios. Olvida que el centro de atención en el proceso de enseñanza no es él, sino cada docente a su cargo, los alumnos, los padres. De allí la importancia del tema en cuestión con miras a formar ciudadanos, tolerantes, solidarios, seguros de sí mismos y que sepan vivir en democracia.
“En la filosofía autoritaria el concepto de igualdad no existe. El carácter autoritario puede a veces emplear el término igualdad en forma puramente convencional o bien porque conviene a sus propósitos. Pero no posee para él significado real o importancia, puesto que se refiere a algo ajeno a su experiencia emocional. Para él, el mundo se compone de personas que tienen poder y otras que carecen de él; de superiores y de inferiores. Sobre la base de sus impulsos sadomasoquistas experimenta tan sólo la dominación o la sumisión, jamás la solidaridad”. (Erich Fromm).
El miedo y la ansiedad se manifiestan, a menudo, por aumento en la frecuencia del pulso y de la respiración, sudoración, inamovilidad momentánea, entre otros rasgos. “Cuanto más intenso es el sentimiento más dominante se vuelve la mente emocional, y más ineficaz la racional”. (Daniel Goleman, “La Inteligencia Emocional”). Todo esto debilita la capacidad de concentración. El miedo que ocasiona, en un niño pequeño, un método de enseñanza autoritario se transforma en ira cuando se trata de un adolescente. Y los efectos perjudiciales en la capacidad de aprendizaje son los mismos. Así, Goleman señala: “El grado en que los trastornos emocionales pueden interferir la vida mental no es ninguna novedad para los profesores. Los alumnos que se sienten ansiosos, enfurecidos o deprimidos no aprenden; …, las emociones negativas poderosas desvían la atención hacia sus propias preocupaciones, interfiriendo el intento de concentrarse en otra cosa”.
Muchos teóricos y pedagogos en el pasado dieron pautas sobre cómo el director/ra debe conducirse. Estableciendo verdaderos principios pedagógicos que niegan el autoritarismo en la enseñanza y todo lo que ello implica.
Tolstoy, en sus teorías educativas, recalcó la importancia de la personalidad del docente. Si era frío y hostil hacia el estudiante, podía convertirse en una influencia negativa, y no pasaría de ser un capataz. Por el contrario, si en verdad amaba su vocación y le importaba la personalidad del estudiante, y si consideraba la educación como un proceso continuo, sería un faro de sabiduría y civilización.
En lugar de una persona segura de sí misma e independiente, se obtiene un tipo inseguro, vacilante y lleno de dudas.
El autoritarismo,que ejerce un jefe tóxico como método de enseñanza y de control del orden en las escuelas, es abiertamente ineficaz, ya que:
Disminuye el interés por crecer, reprime la creatividad e inhibe la personalidad del docente.
Constituye un modelo generador de personas sumisas o violentas, incapaces de llevar una vida normal.
Esquiva o agrava el problema, en lugar de centrar la atención en las causas que producen una conducta inadecuada o indisciplinada en el docente si existiera.
Felicito de corazón a quines tuvieron la suerte de encontrarse en su vida docente, con Jefes que crearan un clima institucional de crecimiento y participación democrática.
Y quines no tuvimos esa suerte, como lo he posteado anteriormente, con coraje,sin miedo y con respeto debemos enfrentarlos. Y vuelvo a repetir con RESPETO, algo que ellos carecen!!!
Al Maestro, Gracias y mi Admiración de siempre!!!
Lo que aprendí es que la autoridad no se gana sólo con el hecho de ocupar un cargo, a veces heredado no por capacidad, sino por alguna otra circunstancia.
Una buena directora me dijo una vez que la lucha por el poder en los centros educativos es atroz, y que pocos entienden que la autoridad se gana con humildad, demostrando sabiduría, solidaridad, sentido común, alegría, afecto, deseos de superarse y de crecer aprendiendo los unos de los otros, co-aprendiendo, no sólo se trata de saber, sino de saber hacer y de saber ser.
Mientras más mediocres son los “jefecitos”, más les molesta y les causa envidia la eficiencia y el afecto prodigado por la comunidad a los que, sin tener cargos jerárquicos demuestran ser más sabios que ellos sin siquiera habérselo propuesto. Eso les duele y les molesta. Les intoxica, les enferma. Y para colmo de una enfermedad que con el tiempo se vuelve contagiosa.
Un abrazo, maestro Miguel Ángel, y buena semana a todos.
Nuevamente se da el milagro del encuentro humano. Y creo, no en vano, que estas palabras ya están volviéndote a unir a nuestro continente para que tu conocimiento sea contenido sin ser necesariamente acumulado… y vertido en múltiples fuentes para las mentes educadas con el fin de distinguir el agua y atraer a otras personas a beber de ellas.
Me llamo Javier Sosa. Coordino una agrupación de voluntariado. Esta es la página donde encontrarás todo lo que necesitas saber de nosotrxs. Deseamos que vengas a Rosario en el 2do cuatrimestre del año venidero por las 1º Jornadas Nacionales de DDHH, Cuerpos, Géneros y Deseos que estamos organizando. Estimo, nuevamente, que estas palabras no son en vano y, por ello, contaremos seguramente con tu conocimiento el cual, sabrá abrirse paso generoso y encontrará nuestras experiencias para poder llevarse a España y al mundo otras aguas para saciar necesidades del espíritu. Cordialmente. http://agrupacionalfabetas.blogspot.com/
agrupacionalfabetas@gmail.com
Tengo 36 años de experiencia docente y he tenido magníficos directores y directoras y algunos/as directores y directoras tóxicos. Actualmente hay en la provincia de Málaga varios directores tóxicos (son casos muy conocidos en los ambientes educativos) que siguen inamovibles en sus cargos porque los jefes tóxicos superiores los mantienen.
Además, las autoridades educativas apuestan, cada vez más, por crear una casta de directores que les sirvan de controladores y no de líderes pedagógicos. No puede ser un líder pedagógico el que no sabe de Pedagogía ni quiere saber.
Gracias por expresar opiniones justas aunque, para algunas personas, políticamente incorrectas.
Excelente artículo.
Me siento muy identificada en dos sentidos: tengo un jefe tóxico y trato de ser una profesora no tóxica. Debo decir también que por suerte en mi otro trabajo (colegio) tengo excelentes jefas no tóxicas.
Es muy difícil ser docente en estos días manteniendo valores y principios en los que se cree, pero finalmente creo que para eso elegimos ser docentes.
Soy de Buenos Aires, Argentina
Su artículo me llega en el momento justo, soy maestra y mi escuela vive un ambiente tóxico parecido al que ud. describe, me gustaría agregar dos características más de este tipo de jefes: la permisividad y la pasividad, éstas pueden convertirse en un gran problema cuando se quiere lograr un trabajo colaborativo entre los miembros del equipo.
Saludos desde México.
¡Genial!
Cuánta razón hay en este texto y que mal hacen a la educación estos jefes tóxicos, en especial a la institución que dirigen, porque lo único que les interesa es su posición frente a sus superiores y no el crecimiento de la comunidad a la cual pertenecen. Existe un jefe tóxico en una institución de la cual forme parte y lamentablemente la esta destruyendo y contaminando con su falta de preparación. Estas personas ejercen el autoritarismo para ocultar su incapacidad.
Me gustan las personas que no tienen miedo a decir las cosas claras.
y realmente es cierto que hay personas(o actuaciones de esas personas)que no sólo son tóxicas sino que destruyen lo bueno que otras han ido sembrando.
Yo pude colaborar, para que una de esas personas tóxicas NO FUESE DIRECTOR DE UN CENTRO.
Formaba parte de la Comisión para la elección de Director y representaba a 3.000 padres, y no me tembló la mano a la hora de valorar no sólo un proyecto(que cualquiera lo puede copìar, o bajar de internet) los padres y madres representados por mi, valoramos ACTITUD-COMPROMISO-RESPETO-PARTICIPACIÓN-ENTUSIASMO-DIGNIDAD-CAPACIDAD DE DIÁLOGO-TRANSPARENCIA-JUSTICIA-CAPACIDAD ESTRATEGA-DISPONIBILIDAD-BUEN TRATO-POSITIVISMO-CAPACIDAD RESOLUTIVA.
Y Desde luego uno de los tres candidatos carecía absolutamente de la mayoría de ellas.
Así que padres y alumnos tenemos mucho que decir y que decidir al respecto evidentemente, no votando ciertas ACTITUDES TÓXICAS PARA LA EDUCACIÓN.
Saludos cordiales:
CARMEN.
Interesante aportación sobre los jefes tóxicos y las organizaciones que les promueven.
http://viaincognita.blogspot.com/2010/12/tu-tambien-tienes-un-jefe-toxico.html
Buenas tardes, leer este artículo ha sido encontrar un remanso de paz porque estoy viviendo una situación totalmente injusta por las injurias de un jefe ejerciendo un autoritarismo abusivo y misógino.
Para “Anónimo”:
No quién eres ni qué haces. Sin embargo tus dos líneas me hacen saber que eres víctima de una situación injusta, entre otras motivos por ser mujer. Lamento mucho lo que te pasa y me alegro muchísimo de que la lectura del artículo haya puesto un bálsamo sobre tu herida. No olvides que nadie te puede hacer daño (por dentro) si tú dejas que te lo hagan.
Muchos besos.
Mucho ánimo.
Muchas gracias.
MÁS