La educación es una tarea compleja y altamente problemática. Pretende que el individuo alcance su mayor desarrollo en todos los aspectos de su personalidad a lo largo de toda la vida. Pero, ¿cómo se alcanza esa finalidad?, ¿cómo se consigue que la persona llegue a desarrollar al máximo sus potencialidades (intelectuales, afectivas, morales…)? Hay formas de proceder que, con mucha probabilidad, van a conseguir resultados escasamente positivos. Por ejemplo, darle al aprendiz todo pensado, todo decidido, todo hecho. De esa él no aprenderá a pensar, a decidir o a hacer las cosas por sí mismo.
Habrá que generar ocasiones para que él pueda pensar, para que pueda tomar decisiones y para que pueda actuar de manera autónoma. Me pregunto muchas veces cuál es el margen de autonomía que la escuela concede al alumnado. ¿Qué decide, qué piensa, qué hace que no sea obedecer y repetir?
No podemos olvidar que la pretensión es que lleguen a ser aprendices crónicos, aprendices autónomos, aprendices responsables y apasionados. Pero, para ello, tienen que asumir responsabilidades, tienen que tener autonomía.
Acabo de leer un pequeño libro que se titula ¿Por qué caminar si puedes volar? Está escrito por Isha, una australiana afincada en suramérica, y publicado por la editorial Aguilar. En ese libro he descubierto esta sugerente historia.
Había una vez un rey que recibió como regalo dos magníficos halcones de Arabia. Eran halcones peregrinos, las aves más hermosas que se hayan visto jamás. El rey entregó las preciosas aves al maestro de cetrería para que las entrenara.
Pasaron los meses y un día el maestro de cetrería informó al rey que uno de los halcones estaba volando majestuosamente, planeando alto en los cielos, pero el otro halcón no se había movido de su rama desde el día que llegó.
El rey convocó a curanderos y hechiceros de todas las tierras para atender al halcón, pero ninguno pudo hacer que el ave volara. Luego le presentó la tarea a los miembros de su corte. Sin embargo, al día siguiente, el rey vio a través de la ventana del palacio que el ave no se movía de su percha. Habiéndolo intentado todo, el rey pensó: “Tal vez necesito a alguien que esté más familiarizado con la vida del campo para que entienda la naturaleza del problema”. Entonces le dijo a su corte.
– Vayan a buscar al granjero.
A la mañana siguiente el rey se emocionó al ver al halcón volando muy alto sobre los jardines del palacio y le dijo a su corte:
– Tráiganme al hacedor del milagro.
La corte rápidamente localizó al granjero, quien vino ante el rey. Éste le preguntó:
– ¿Qué hiciste para que el halcón volara?
Con reverencia, el grajero le dijo al rey:
– Fue fácil, majestad. Simplemente corté la rama.
Fácil decisión pero, a la vez, muy difícil. Porque no ponemos al halcón en la tesitura de tener que levantar las alas. El halcón se vio compelido a volar porque encontró la necesidad de hacerlo.
Y eso pasa con las personas. Se retrasa innecesariamente el momento de la autonomía. Creo que hay que facilitar a las personas las ocasiones para decidir por sí mismas, para pensar por sí mismas, para actuar por sí mismas.
Lejos de cortar la rama, tenemos la tendencia de hacer una jaula para que el halcón no vuele, para que el halcón esté a buen recaudo, sin correr riesgos.
Para crecer hay que asumir riesgos. Si los niños y las niñas fueran llevados siempre en brazos para que no se cayeran, jamás aprenderían a caminar. Si, por temor a una caída, nunca se subieran a una bicicleta o a una moto o a un coche, jamás aprenderían a conducir.
Hay que cortar la rama de la seguridad y del inmovilismo, asumiendo riesgos y afrontando con vigor las dificultades. Sólo así se podrá elevar el vuelo.
Lo que nos dicen los alumnos a los profesores y los hijos a los padres es lo siguiente: “Ayúdame a hacerlo solo”. Y lo que nosotros debemos decirles es: “Tú tienes que aprender a hacerlo solo”. Pero para aprender a hacerlo tiene que hacerlo. Eso supone asumir algunos riesgos. Y ahí está el quid de la cuestión. Cuál es el ritmo del ejercicio de la libertad. Cuál es el equilibrio entre responsabilidad y libertad. No es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que, si no son libres, no podrán aprender a ser responsables. Por eso, el primer día que el niño pueda cruzar solo el paso de peatones no debe ir agarrado a la mano de su mamá o de su papá. Por eso el primer día que pueda peinarse solo ya nadie le tendrá que ayudar. Por eso el primer día que pueda abrocharse los zapatos ya nadie se los tendrá que abrochar.
La tentación educativa (o, mejor dicho, deseducativa) es la inversa: retrasar lo más posible el momento de la autonomía, ir dando largas bajo la excusa de que la persona todavía no sabe actuar por sí misma, bajo la sospecha de que todavía no está madura, sin caer en la cuenta de que esa postura es la que está bloqueando la maduración. Lo cual convierte a los aprendices en inútiles o en rebeldes. En súbditos incompetentes o en díscolos despechados.
Todo lo que se les enseña a los niños se les impide descubrirlo por sí mismos, se ha dicho con evidente verdad. Pero los adultos nos sentimos mejor mostrando lo que sabemos que ayudando al otro a que sea capaz de buscar por sí mismo. Nos sentimos mejor protegiendo que dejando márgenes de libertad para que la persona aprenda a protegerse a sí misma. Recuérdese la hermosa metáfora de Holderlin: Los educadores forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes, retirándose.
Cortar la rama de la dependencia, de la sumisión, del conformismo, de la seguridad, de la comodidad, del inmovilismo y de la inacción es poner a la persona en condiciones de volar por sí misma.
Precioso tema que cuestiona de manera particular a la educación familiar, quizás más que que la escolar. Límites, sobreprotección y abandono entran en juego.
Desde mi lugar de trabajo, con niños pequeños con dificultades físicas, psíquicas o emocionales mi mayor empeño es lograr que los niños hagan por si todo lo que puedan solos, aunque todo lo que puedan sea llevarse la cuchara a la boca. Cuando hay difucultades, a la familia le resulta muchas veces más fácil hacer por ellos que contribuir al dejar hacer. Son los padres o quienes cumplen la función materna o paterna los primeros años de vida, quienes sientan las bases para que esa autonomía se desarrrolle de manera progresiva. Y esto vale para todos los niños del mundo. Los adultos debemos estar, crear las situaciones propicias y aportar las herramientas necesarias. Los aprendizajes comienzan el día que se nace. Y cuando un niño gatea, se cae, se vuelve a levantar y vuelve a caerse, está aprendiendo algo que se llama resolución de problemas. Hace aprendizajes para toda la vida. Que en definitiva esa es la vida: andar, tropezar,caer y levantarse… Esto por poner un ejemplo…
Es difícil encontrar el punto justo de la libertad, la autonomía y la independencia. Pero es importante saber que es una tarea que empieza muy temprano y no el día que se llega a la escuela.
Existe un enorme detractor de esta libertad y es el televisor. Los niños cada vez más pequeños comienzan a pasar horas delante de esa fascinante caja de luz y sonidos, que da todo resuelto, que hace del observador alguien pasivo, que impide de manera considerable el desarrollo de la imaginación, de crear, construir inventar, ya que un otro lo esta haciendo y los niños solo miran.
Para crear personas autónomas y felices lo más saludable es que los niños jueguen y mucho. no mandarlos desde los cuatro años a inglés, a música o a patiín artistico… Crear situaciones permanentes de juego, es el camino hacia la autonomía, es el camino hacia la libertad y en definitiva es el camino hacia la felicidad, porque en la medida que somos libres, somos felices.
Bueno como le dije ayer, aqui estoy leyendo su blog cosa que es bastante gratificante para mi, ya que su ponencia de ayer fue majestuosamente impactante.
Sobre este tema que ha expuesto simplemente quiero comentarle ya que yo estoy en la edad de que me corten esa rama, que hay veces que los padres nunca quieren cortar, decirle que por lo menos en mi situacion la que la corta soy yo. Los jovenes llegamos a un punto que si todavia a estas edades, en la sociedad que vivimos, no nos dejan esa autonomia, debemos buscarla por nuestros propios medios. Podemos volar, y volar muy alto, pero tambien debemos tener en cuenta que somos humanos y cometemos errores, asi que hay que saber dejar los pies sobre la tierra en algunas situaciones.
Estoy de acuerdo, señor Miguel Ángel. Quizás, en demasiadas ocasiones, la dependencia, la sumisión, el conformismo, la seguridad, la comodidad, el inmovilismo y la inacción de los educadores, les impida cortar la rama. Un cordial saludo.
Preciosa la historia. Real como la vida misma.
Yo ya ví como nuestros hijos (31 y 27) abandonaron la rama. Como padre y madre (nadie nos dio el manual de instrucciones al entregarnos los niños) sabemos que cometimos errores. Pero nada nos gratifica más que ver cómo esa “filosofía del granjero del cuento” siempre acompañó nuestra relación con ellos.
“Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña….” decía Agustín García Calvo.
En casa siempre tuvimos claro que ese era el objetivo (y nuestro papel) en su educación.
Fue difícil. Fue duro. Los tiempos que corren invitan más a retenerlos que a dejarlos volar. Pero ya Serrat nos había advertido:
“Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós”
Así que hoy, cada vez que vuelven a casa traen la alegría de sentirse dueños de sus vidas (hasta donde se puede ser dueño del propio destino) y de compartirla con nosotros. Con cada llamada, cada minuto que pasamos juntos, nos hacen sentir que somos importantes para ellos. Y, creo, saben, sin que haya que decirlo, que ellos lo son para nosotros.
No en vano, desde muy pequeños, entre las canciones y cuentos para que durmieran cada noche, no faltaban las palabras para Julia, de José Agustín Goytisolo.
Sí, hay veces que uno se sienta junto al camino a punto de rendirse, “no puedo más y aquí me quedo”… y lo único que nos queda es nuestro ejemplo “seguir en el camino” “asumir cada reto” y alentarlos para que ellos asuman los suyos.
Gracias Miguel Ángel por esta historia, por tus reflexiones y por hacernos reflexionar.
Pasa con personas de todas las edades. Estoy con licencia hace un tiempo, me ha tocado cuidar a mi suegra que está postrada, tiene posibilidades de caminar pero ha dejado de luchar, y eso nos está haciendo mal a toda la familia. No encontramos el modo de soltar la rama para que intente desplegar las alas, intentarlo, es como si estuviera resignada a abandonarlo todo.
Y no podemos comer por ella, ni hacer los ejercicios de la fisioterapia por ella, y nos causa frustración y dolor.
Me parece que con los ancianos es más difícil soltar la rama.
Un abrazo a todos. Intentaré entrar cuando me deje tiempo. Esta situación me tiene totalmente absorbida. Ojalá pase pronto.
Transité mi formación secundaria en una época en donde el mandato familiar era PRIMERO EL ESTUDIO, y los profesores eran una suerte de rama como la del relato anterior (hoy valoro esa base sólida de sustento).Paradójicamente mis estudios superiores no variaron demasiado, sólo en algunos casos aislados, la “rama” se volvió débil, y puedo asegurar que fue el momento que más disfruté. En mis primeros pasos como docente pude percibir que el mandato familiar desvió sus prioridades, también la “rama” ya era inexistente. Hoy el pedido a gritos del sistema escolar es EDUCAR PARA LA VIDA, pero cómo hacerlo cuando mis alumnos son papás y mamás a edades tempranas, viviendo esos roles con naturalidad y responsabilidad; es en esos momentos en los que los veo a millones de años luz. Saludos y gracias por hacernos reflexionar.
De acuerdo con la tesis del artículo y con la dificultad de llevarla a cabo. Resulta imprescindible asumir una dosis de riesgo. El problema es es ir adecuando la dosis a la responsabilidad.
No hay que mitificar la autonomía del alumnado. Es evidente que debe ser un principio rector de los procesos de aprendizaje, pero no debemos olvidar que dicha autonomía se fomenta a través de una enseñanza dirigida. Un ejemplo obvio: pensar que los ordenadores son un fín en si mismos y no un simple medio. Esto es, siendo evidente que el hardware y el software educativos propician nuevos desarrollos cognitivos, muy eficaces a veces, resultaría ingenuo pensar que los ordenadores por sí mismos van a revolver los problemas del sistema educativo por el simple hecho de que propician la autonomía del alumnado. No hay enseñanza TIC efectiva que no esté adecuadamente dirigida. Y no hay proceso de enseñanza efectivo salvo que se desarrolle con pasos precisos, dirigidos y teniendo un fin claro e intencional. Esto es, la autonomía debe subyacer a un eficaz y premeditado proceso de enseñanza y aprendizaje, pero nunca al revés. Estariamos cometiendo el mismo error que el mencionado con las TIC. Y por supuesto no es lo mismo el descubrimiento continuo de una realidad (como puede ocurrir en la enseñanza infantil, veáse al respecto la magnífica película Ser y Tener) en según que edad del desarrollo que en otras donde es evidente que el conocimiento científico, incluso las tasas brutas de conocimiento en general, dejan menos margen a la autonomía del alumno en la medida que dichos conocimientos son especializados. En educación, cada elemento, cada concepto, en su justo lugar. Afortunadamente, décadas donde el metalenguaje y burdas teorizaciones de la enseñanza a cuenta de teorías más o menos gratuitas de Ciencias de la Educación, ya han quedado atrás. Buenas tardes a todos/as.
Bonita parábola la del Halcón, pero algo extrema a mi juicio. Cortar la rama puede ser darse de bruces contra el suelo. Cortar la rama suena a instrucción militar, ya sabe el “vas aprender por cojo…” Y este tipo de enseñanza tradicional, espero que esté en el olvido.
La intuición del animal le salvó de este peligro. Pero, ¿acaso la intuición de un niño es tan clarividente como la del halcón? Posiblemente no. Maduración y riesgo deben ir paralelos, ¿o acaso dejaría a su hijo de 2 años cruzar sólo por el paso de peatones? No le dejaría, ¿verdad?
Lo que realmente resulta complejo es decidir en qué momento madurativo hay que ir asumiendo esos riesgos…
Definitivamente estoy con usted en que es necesario darle autonomía a los niños, realmente vivimos en un mundo donde reina la superprotección, superprotección que limita las posibilidades de nuestros alumnos, es decir, que coarta su autonomía.
Por ahí va la educación por competencias básicas, no sólo hay que solicitar al niño que sepa o conozca, sino que aplique estos conocimientos a la vida real de una forma práctica. Quizás sea esta la forma hacer que el halcón eche a volar sin tener que cortale la rama.
Creo que educar es ayudar a que el otro sea él mismo más que imponerle que sea como nosotros. Ahí reside la dificultad y el interés de la tarea.
Como siempre me emocionan sus textos.Resumo en una palabra lo que siento …Gracias!!!
Soy de Mendoza,Argentina. Lo escuché cuando vino este año, me encantó…Desde entonces el encantamiento sigue es por eso que leo siempre el comentario de el adarve… Por todo eso gracias!!!
He llegado a este blog por una amiga que penso que podria interesarme su punto de vista sobre materia de educación, ella quedo fascinada con su intervención en la semana por la educación que se desarrollo recientemente en Pontevedra. He de confesar que mi amiga acerto de pleno, me gusta y comparto su forma de enfocar este tema tan importante para mi.
Creo que a nuestros niños, adolescentes, jovenes…..hay que enseñarles a pensar…que no es lo mismo que enseñarles lo que tienen que pensar. Quizas por fin alguien mas se de cuenta de que ellos también deberian intervenir en sus vidas con sus propias elecciones y quizas también alguien mas se diera cuenta de que somos el espejo para que interactuen. El reflejo que les estamos proporcionando es de verdad el mas acertado….
Benjamín BONITAS PALABRAS, seguro que sus hijos se sentirán muy orgullosos de tener un padre tan sensato.
Nancy con los ancianos es un poco más complicado, ÁNIMO para la lucha.
Un saludo a todos y en especial a vosotros dos.
Para D. Miguel A. mi más sincera enhorabuena por este artículo,sus palabras son sabias. Estoy totalmente de acuerdo en que hay que cortar la rama, y que sería todo más fácil si los padres y madres trabajaran en ese sentido en la misma dirección que las escuelas.
Un saludo.
Lúcido y valiente artículo, le felicito compañero.
Saludos desde Barcelona
Gracias por tus palabras, Patricia. Se que de algún lugar sacaré fuerzas.
Totalmente de acuerdo, hay que educar en la autonomía para que los educandos aprendan a pensar por ellos mismos y sean librepensadores y no bienpensantes y para que se cuestionen los problemas reales, te felicito compañero, un saludo
buen tema señor Miguel Angel,aqui leyendo un poco de su sabiduria, lo malo es que los padres dicen a los jovenes que no queren dar esa libertad; porque la confunden con el libertinage, pero pienso que tiene mucho que ver con la confianza que tengan padres e hijos que hoy en dia esta va en decadencia.
por último le agradesco que haya venido a culiacan al Congreso fue un honor conocerlo y GRACIAS por sus palabras.
Interesante lectura y tiene mucha razòn, los adultos debemos aprender a no sobreproteger a nuestros hijos, alumnos,hermanos,etc para que sean seres autònomos,capaces de decidir por ellos mismos y de asumir errores si los cometen y darles la oportunidad de que nos demuestren que pueden hacer muchas cosas sin la necesidad de que nosotros estemos allì supervisàndolos.
Gracias por esa lectura, ha sido como un tironcito de oreja para mi vida.
Saludos desde Ecuador.