Han pasado las Navidades dejando un verdadero tsunami de regalos entre los niños y las niñas de nuestro país.
Ya sé qué que la cuestión afecta sólo a una parte de la infancia y que hay otra parte que sólo recibe un aluvión de olvido y de miseria. Para muchos niños y niñas de esta sociedad consumista se está produciendo un fenómeno verdaderamente preocupante. Hay regalos de Papá Noel, de Nochevieja, de Año Nuevo y de Reyes Magos. Y los hay en la casa de papá y mamá (o de papá por una parte y de mamá por otra si la pareja está separada), en casa de los abuelos maternos y paternos (o en las cuatro si están divorciados), en la de los tíos, primos, amigos, conocidos y vecinos…En definitiva, el milagro de la multiplicación de los regalos y de los paquetes. Para que todo esto llegue, el niño o la niña sólo tienen que hacer un pequeño esfuerzo: existir.
Los niños y las niñas están tan saturados de regalos que no tienen tiempo para disfrutarlos. Casi ni para abrirlos. Obsérvese la rapidez con la que desembalan los paquetes en la mañana de Reyes. Sólo existen unos segundos para fijar la atención en el objeto que aparece debajo del envoltorio. Es suficiente con ver su forma o su tamaño o su color. A veces, ni siquiera
saben para qué sirve aquel artilugio. Enseguida deben abrir otro. El niño parece poquita cosa entre aquella montaña que parece medir el amor de los progenitores hacia su criatura. Progenitores que recogerán pacientemente los cartones, los papeles y los libros de instrucciones esparcidos por el suelo.
Los niños y niñas eligen ( y exigen) lo que se les tiene que regalar. Padres y abuelos corren de tienda en tienda en busca de aquella novedad que ha sido el boom entre la infancia y que, para más inri se ha agotado. Y llegan a la última tienda exhaustos, después de un peregrinaje por centros comerciales:
– No me diga que no les queda ni un sólo ejemplar de… ¿Y no lo habrá en otra de sus tiendas, aunque no sea de Málaga? ¿No van a recibir una nueva remesa?
Después de las Navidades (o antes, que para el caso es lo mismo) hay que celebrar el cumpleaños con los compañeros y compañeras de la clase. Cada niño o niña viene a la fiesta con su correspondiente obsequio. Veinticinco. Treinta. Literalmente, no dan abasto. Hay que abrir un paquete tras otro, a cual más grande, a cuál más llamativo. Una vez abierto un regalo, enseguida le ofrecen otro que tiene que abrir con rapidez porque otro compañero espera.
La atención de la niña o del niño sobre cada objeto no dura más de unos segundos. Uno a uno, hasta veinticinco, hasta treinta. Una locura. Los regalos se van amontonando en un rincón porque no hay tiempo para entretenerse con ellos. El parque de bolas espera para los juegos, los saltos y las carreras. Los juguetes casi no caben en el coche. Y, al llegar a casa, hay que colocados en armarios atestados o en huecos recónditos. El niño o la niña no saben quién le ha regalado qué.
Y luego llegan otras fechas, otros acontecimientos, otras ocasiones de recibir regalos. Los viajes, por ejemplo. Hace poco, al regreso de un viaje, mi pequeña Carla me preguntó:
– Papá, ¿sólo me has traído eso?
Esta oleada sucesiva de regalos, este tsunami, no depende sólo del poder adquisitivo de los padres y de las madres. Satisfacer a los niños se han convertido en lo primero. Pueden faltar en la casa libros, ropa y hasta comida, pero a los niños no les puede faltar nada. Nada que tengan otros niños. Porque aquí reside otro problema: la competitividad.
Hay situaciones en las que el problema se agrava: hijos únicos, matrimonios mal avenidos que quieren compensar la ausencia de lo esencial con objetos, compra del niño a través de obsequios más abundantes y caros por parte de los cónyuges separados, familia que ha perdido a un hijo y colma al otro con regalos, historia pasada de los padres en la que carecieron de lo que ahora le pueden ofrecer con facilidad a su niño…
El comercio, además, nos invade con publicidad atractiva, engañosa y persistente ante la que los niños y las niñas reaccionan:
– Me lo pido, me lo pido, me lo pido…
Creo que estamos cayendo en un tremendo error. Porque les estamos robando la ilusión. Les estamos matando el deseo porque el deseo se sacia y dejan de florecer otros nuevos. No esperan nada porque lo tienen todo. No tienen que ganarse nada porque se les regala todo. Y hasta piensan que las cosas no cuestan dinero ni esfuerzo porque todo les llega de forma gratuita y misteriosa. Como caído del cielo. Nosotros somos el maremoto que genera este tsunami de cosas bajo la que quedan sepultados los sueños y las ilusiones.
¿Cómo detener esas gigantescas olas que amenazan con anegarlo todo? Poniendo freno a este derroche, a esta locura. Racionalizando y ordenando las compras. Por ejemplo, ¿no sería mejor que cada familia pusiera una pequeña cantidad de dinero y, entre todas, comprasen un sólo regalo de cumpleaños de los compañeros de clase? ¿No sería conveniente elegir una de las fechas -sólo una- para los regalos de Navidad? ¿No sería mejor que el niño descubriera que un regalo es algo excepcional y no algo rutinario?
No estoy contra los regalos. Estoy contra la avalancha de regalos, contra los regalos sin ton ni son, contra la sobreabundancia, contra la irracionalidad, contra la competitividad y contra el exceso. No me ocupo ahora de cuáles son los regalos, que es otra cuestión importante.
Me mueve también a hacer este comentario el hecho de que millones de niños y de niñas en el mundo no tengan nada, no digo ya de regalos sino de lo más indispensable, como es el vestido y la comida. Ya sé que por dejar de comprar regalos a los hijos y a las hijas no se soluciona el problema de los niños y de las niñas necesitados. Pero algo habrá que hacer también en ese sentido explicando a los niños que no es justo que unos estén nadando en la abundancia mientras otros no tienen nada. Explicando y, claro está, actuando consecuentemente.
Hemos dejado de \"CULTIVAR LA AUSTERIDAD\".
Así lo expresamos mi hermana Silvia y yo en nuestro blogg de payadas humorísticas, al estilo del gaucho de la pampa argentina, invitando a reír y reflexionar al mismo tiempo.
http://lamayorylamenor-payadas.blogspot.com/ (se publicó en La Voz del Interior, diario de Córdoba- Argentina)
jueves 7 de enero de 2010
¿HABRÁN PASAO?
Cándida:
¡Hermana te conectaste!Por fin te encuentro en el chat
y después de tanto tiempo vamos a poder hablar.
Es que no pude viajar porque tuve un contratiempo
después te voy a contar ¡Si recién se va la gente!
Eran aquellos parientes del lao de la Capital.
Por ser día de los Reyes me he levantado temprano
he corrido a la ventana pa revisar mi zapato.
Sí, he dicho mi zapato verás que no hablo en plural
porque no me daba el alma para arriesgar todo el par
Si bien mis pobres zapatos no son de marca afamada
pero les hice cambiar la media suela y el taco
¡Faltaría que algún caco se los quisiera probar!
Virtud:
Yo puse el pasto y el agua cual reza la tradición
pero la naturaleza ha mandado un chaparrón
y ya no se si pasaron porque registré en el pasto
y las huellas se borraron junto con esa ilusión
que uno guarda desde niño cuando le dicen que duerma
pa\’ no espantar a los fletes pa no asustar a Melchor
que al otro día es mejor sorprenderse con juguetes.
Cándida:
Para mi triste sorpresa no encontré regalo alguno
ni siquiera una hamburguesa junto al zueco divorciado
tal vez por el chaparrón los animales cansados
erraron la dirección-ya están viejos y achacados-
o tal vez cayó el sistema y no pudieron leer
la carta que les mandé por correo vía web.
Virtud:
Yo no quise pedir nada por no complicar las cosas
pues, con la crisis global pa\’ los reyes, no hai ser \"rosas\"
eso de gastarse el sueldo en regalos o presentes
pa después seguir pagando en cuota y con intereses
la cola que va dejando el gasto en estos dos meses.
Porque hasta esa monarquía a la que ellos pertenecen
la crisis de nuestros días también les habrá hecho mella
si hasta el brillo de la estrella ha perdido su fulgor
con eso que hay que cuidar el gasto de la energía
por eso tuve pudor y sólo quise pedir
un momento de alegría pa\’ compartir con amor.
Con el calorón de ayer yo no quiero ni pensar
en estos tres pobres reyes repartiendo chucherías
sin tomarse una sangría o paladear un fernet
¿No leerán en la web el pronóstico extendido?
¡Qué abrigados se han venido para este lado del mundo!
Cándida:
Para colmo en Navidad como no tengo pinito
lo esperé al Niñito Dios debajo un algarrobito
le he enredado lucecitas entre medio\’e las chicharras
y he cantado con guitarra unas coplas navideñas;
no quise ser pedigüeña pero había que pedir
y tampoco recibí regalía’e ningún tipo.
Entonces reflexioné: No me habré portado bien
tendré que hacer buena letra toditito el dos mil diez
Pero yo estaba segura que cumplí con mi deber:
no falté nunca a la escuela, di todos los contenidos
y con aire divertido impartí mis enseñanzas
más parece que con eso al Niñito no le alcanza.
Virtud:
Hermana, no te preocupes todo lo has hecho perfecto
impartiste los conceptos que el Ministerio indicó
pero aquí lo que pasó no es culpa ni del Niñito
ni de José o de María, debe ser que en tu alcancía
este año no hubo reservas más que pa\’ azúcar y yerba
a la hora de matear.
Cándida:
Pero es que yo hermana mía ya no te uso la alcancía
los salditos que tenía los guardaba en el cajero
para comprar los pasajes y trasladarme hasta allá.
Pasa que llegó visita y una cuenta que pagar
y ya no pude viajar ni menos comprar pitanza;
de la noche a la mañana me he gastado ese dinero
con el que iba a celebrar aunque sea a nivel panza.
Y después me consolé pensando que el año entrante
y de ahora en adelante si Dios me manda salud
dejaré de exigir cosas altamente materiales
que si bien te reconfortan se podrían relegar
mejor dicho reemplazar por otras espirituales.
Virtud:
Hermana, ¿no te acordás cuando niñas en el campo?
Nuestra madre con paciencia nos solía conformar
diciéndonos que a los Magos no se les pide gran cosa
sólo un turrón o gaseosa, que ellos no pueden gastar
porque luego a Baltasar no le cierra el presupuesto,
tiene que pagar impuesto, también peaje y aduana
pa cruzar su caravana cuando salen del desierto.
Entonces, yo creo hermana que tenemos que aprender
y en esta página abierta que nos ofrece la web
debemos dejar plasmado nuestro humilde pensamiento
cual simple entretenimiento para el que quiera leer:
“Cultivar la austeridad, el optimismo, el amor
en tu casa, en tu ciudad y en todo el mundo exterior”.
Publicado por La mayor y la menor en 18:47 2 comentarios
La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y además admito que yo también soy culpable.
Enhorabuena por dar en la diana y expresarlo con tanta claridad.
Gracias
Hermana! Cómo te atreviste a publicar nuestras humildes creaciones en semejante espacio cultural!Qué puede decir el Maestro Miguel Ángel Santos Guerra!No hagas esto nunca más,hermanita querida,es casi un sacrilegio,un poco de humiildad,por favor!Está bien que estemos en un blogg de un dario argentino,pero aquí…un poco más de respeto Nancy!
Queridas hermanas Mansur:
No. No comparto la opinión de Silvia y alabo la genersidad de Nancy que ha compartido con todos los lectores esta rica reflexión vuestra.
Me vaia a permitir que os dedique una leyenda persa, muy hermosa y profunda, que dice así:
Al comienzo de los tiempos los dioses repartieron la verdad dando a cada persona un trocito. Para reconstruir la verdad hace falta poner el trozo de cada uno. No hay parte despreciable ni parte pequeña. Todas son necesarias para que esté compeleta.
Gracias por vuestras frecuentes aportaciones a este blog que si es rico por algo, lo es por los comentrios de los lectores y lectoras.
Un beso muy grande.
Bueno!No esperaba una respuesta suya,Míguel Ángel,que si bien no opino con tanta asiduidad como mi hermana Nancy,no significa que no lea su columna cada sábado,pero me pareció tanta pequeñez ante su sabiduría y su exquisita página.Agradezco su respuesta y le envío un gran cariño desde mi querida patria argentina!!!!!!!
Creo que en la sociedad capitalista nos invita cada día a ser meros clientes. Comprar es la consigna. Tanto tienes, tanto vales. Y los niños entran más fácilmente en ese juego ya que todo lo que ven lo quieren tener, porque todo lo consideran suyo. Son los educadores quienes tienen que poner un poco de cordura en esta cuestión
me gusta mucho su visión de la educación creo que hay que educar en valores como el respeto, la tolerancia, la empatí, solidaridad le mando la dirección de mi blog, espero que le guste y que estemos en contacto
http://celsoarticulos.blogspot.com
Entramos en esa dinámica sin pensar en las consecuencias. A raíz de la lectura de este artículo una madre me acaba de decir que su hijo ha tirado con desprecio un regalo que no era precisamente un juguete sino una prenda de vestir que necesitaba. La excesiva condescendencia genera tiranía.
Gracias querido Miguel Ángel por haberse tomado la molestia de dirigirnos la palabra a mi hermana y a mí, por dedicarnos esa parábola tan bella. Somos casi una sola, sin ser mellizas ni gemelas, tenemos una conexión especial, nos queremos muchísimo, nos complementamos y compartimos muchas cosas.
También compartimos la admiración hacia usted, como maestro, como ejemplo a seguir, como guía que va delante iluminando senderos.
Nuevamente gracias.
Ojalá podamos un día conversar con usted frente a frente. Se que eso va a suceder. así como soñé tanto tiempo con que usted respondiera algún día mis comentarios.
Las comparaciones son un factor importante en esta carrera alocada hacia el consumismo. “Que mi hijo no carezca de lo que tienen los demás”: esa es la consigna.
Los regalos son una forma de comprar el afecto de los niños. Una forma equivocada. Porque se convierten en un chantaje que los niños utilizan con sus padres. Si no me compras o lo otro, no te quiero. Resulta increíble el dinero que se va en cosas inútiles, en cosas que matan la creatividad y con las que ni siquiera pueden jugar porque no tienen tiempo.
Los niños quieren cosas, pero muchas más veces los niños quieren el tiempo y el amor de su padre o su madre, y otras tantas más veces padres y madres suplen con cosas espacios que no pueden llenar de otra manera.
Todos, pobres y ricos somos esclavos de la sociedad consumista en la que estamos inmersos.
Los regalos son lindos, pero nos vamos olvidando de lo que significa regalar, para solo concentrarnos en el objeto. Es importante dejar un espacio para el deseo. Es importante también enseñar a valorar y disfrutar cada regalo, sin estar siempre ambicionando otra cosa.
Cuantas veces los niños deján de lado esos costosos regalos comprados con tanto esfuerzo, para jugar con la caja dentro de la cual venían…
Estimado Amigo:
Es lindo saber que lo que declamas en tus palabras lo sostenes en la vida, eso es un ser auténtico…Quien tuviera la receta para la felicidad de los niños?? Es todo tan efímero, la sonrisa dura lo que una instantánea, pero la felicidad es otra cosa. Creo que deberíamos plantearnos el tema del espacio, tan determinante según Bourdier, sobre todo el espacio simbólico. Creemos que llenando este con cosas lograremos su felicidad, cuando en realidad deberíamos dejar unvacío creativo, en donde haya lugar para el deseo, la necesidad y la imaginación. Aunque compremos todos los juguetes que nos pidan, nos va a dar satisfaccion cuando revoloteen en la cocina con una olla de sombrero y una cuchara de florin. Besos argentinos
es muy cierto este articulo , como podemos hacer para que mas niños obtengan asi sea un regalo ?
PARA MONTAR UN PARQUE BOLAS:
Tiene que habremos justicia en esta sociedad, tan llena de desigualdades injustas.
Y tiene que haber más generosidad y solidaridad para ayudar a los niños y las niñas que carecen de todo.
Saludos.
MAS