Una flor roja con el tallo verde

13 Sep

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Comienza un nuevo curso escolar. Abren de nuevo sus puertas los Colegios e Institutos, que son talleres de aprendizaje laboratorios de ciudadanía. El profesorado se incorpora a sus puestos de trabajo, agrupado en equipos que multiplican la eficacia de la acción educativa. Los alumnos y alumnas acuden con sus mochilas llenas de libros, de nostalgia y de nerviosismo. Los papás, que en los veranos descubren de nuevo la importancia y la dificultad de estar ininterrumpidamente con los hijos, los llevan a los Colegios preocupados por la suerte que van a correr.
– ¿Quién va a ser su tutor este curso?, preguntan inquietos.
La respuesta (si ya conocen al profesorado) los llenará de satisfacción o de graves preocupaciones. Qué buena noticia es para un profesional de la educación que los padres y madres, cuando conocen que su hijo va a estar en sus manos, se llenen de alegría.
Todos a pensar. Todos a trabajar. Todos a convivir. Cada uno en la parte que le corresponde para que ese proyecto compartido tenga éxito. Si una de las partes no cumple con su función, el fracaso está asegurado. Por eso brindo a cada uno de los integrantes de la comunidad este sencillo eslogan: por mí que no quede.

¿Qué es lo que se pretende? ¿Qué es lo que se hace? ¿Qué es lo que se consigue? No basta con repetir las rutinas. No es suficiente diseñar y desarrollar un curriculum en el que se explicitan los objetivos y los métodos. No basta la buena voluntad. Hay que preguntarse por los efectos subrepticios que lleva consigo una manera determinada de actuar.
Hace unos años llegó a mis manos un sencillo e interesante relato de una profesora argentina llamada Helen E. Buckley. En su extrema simplicidad encierra una carga abrumadora de interrogantes. El texto no necesita comentario alguno. Su pretensión didáctica es tan contundente que nos aboca inexorablemente a la reflexión y al debate. Dice así:
Una vez un niño fue a la escuela. El niño era muy pequeño y la escuela muy grande. Cuando el niño descubrió que podía ir a su aula con sólo andar en línea recta, se sintió feliz. Y ya no siguió pareciéndole que la escuela fuera tan grande.
Una mañana, cuando el niño ya llevaba un rato en la escuela, la maestra dijo:
– Hoy vamos a hacer un dibujo.
– Muy bien, pensó el niño. Porque a él le gustaba dibujar. Podía pintar leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos… Y sacó sus lápices de colores y se puso a dibujar. Pero la maestra dijo:
– Esperad. Aún no es el momento de empezar.
Y esperó a que todos estuvieran dispuestos.
– Ahora, dijo la maestra. Vamos a dibujar flores.
– Qué bien, pensó el niño Porque a él le gustaba pintar flores. Y empezó a dibujar bonitas flores, con sus lápices rosados, amarillos, azules y verdes. Pero la maestra dijo:
– Esperad, que yo os mostraré cómo se hacen.
– Así, dijo la maestra.
Y dibujó sobre la pizarra una flor roja con el tallo verde.
– Ya, dijo la maestra. Ahora ya podéis empezar.
El niño miró la flor de la maestra y después miró la suya. A él le gustaban más su flor que la de la maestra, pero no lo dijo. Y se limitó a dar la vuelta a la hora para hacer una flor como la de la maestra: era roja con tallo verde.
Otro día, cuando el niño había abierto él solo la puerta de entrada, la maestra dijo:
– Hoy vamos a trabajar con plastilina.
– Bien, pensó el niño. Porque a él le encantaba la plastilina. Podía hacer con ella toda clase de objetos: serpientes y muñecos, elefantes y ratones, coches y trenes… Y empezó a amasar un puñado de plastilina. Pero la maestra dijo:
– Esperad, no es hora de comenzar.
Y él esperó hasta que todos estuvieron dispuestos.
– Ahora, dijo la maestra. Vamos a hacer una víbora.
– Qué bien, pensó el niño. Porque a él le gustaba hacer víboras. Y empezó a hacerlas de distintos colores y tamaños. Pero la maestra dijo:
– Esperad a que yo os enseñe.
Y entonces les enseñó a hacer una viborita larga.
– Ahora, les dijo, ya podéis empezar.
El niño miró la viborita que había hecho la maestra y después la suya. Las suya le gustaba más que la de la maestra, pero no reveló nada de eso. Y se limitó a amasar la bola de plastilina y a hacer una viborita como la de la maestra.
Así, poco a poco el niño aprendió a esperar y a observar y a hacer las cosas igual que la maestra. Y muy pronto dejó de hacer las cosas por sí mismo.
Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra casa en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela. Una escuela aún más grande que la anterior. Tenía que subir unos grandes escalones y caminar por un pasillo largo para llegar a su aula. Y el primer día de clase, la maestro, dijo:
– Hoy vamos a hacer un dibujo.
– Bien, pensó el niño. Y se quedó esperando a que ella le dijera lo que tenía que hacer. Pero la maestra no dijo nada. Se paseaba entre los niños y las niñas por el aula. Cuando llegó junto al niño le preguntó si no quería dibujar.
– Sí,. dijo él. Pero, ¿qué vamos a hacer?
– Yo no sé hasta que tú lo hagas, dijo la maestra.
– Pero, ¿cómo tengo que hacerlo?
– Como a ti te guste, dijo la maestra.
– ¿Y de qué color?, preguntó el niño.
– De los que tú quieras Si todos hicieseis el mismo dibujo y usaseis los mismos colores, ¿cómo iba a saber yo cuál era de cada uno?
– Yo no sé, dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja con el tallo verde.

Pues bien, yo quisiera que en todas las escuelas estallase con el nuevo curso una primavera incontenible de flores variadas, irrepetibles y multicolores.

21 respuestas a «Una flor roja con el tallo verde»

  1. ¡Qué dura la historia! Pero que cierta. Hay demasiadas flores rojas con sus respectivos tallos verdes pintadas en el fértil campo de la educación. No importa, siempre es buen momento para el cambio, para que la escuela se llene de nuevos aires de libertad, de autonomía responsable, de respeto e incentivo por la creatividad personal. La palabra clave es CONVIVENCIA. Cada uno de todos los que participan en este proceso de la educación es un instrumento valioso. Cada uno puede poner lo mejor de si, para que funcione. Un mundo mejor es posible. Niñas y niños pueden empezar a pintarlo. Los adultos del mundo entero: madres, padres, maestras, maestros tenemos que dejarles el lugar y darles la posibilidad de hacerlo. Y entonces si, todo se llenara de colores, risas y alegría.

  2. ESTE RELATO FUE TEMA DE REFLEXIÓN EN UNA DE NUESTRAS HABITUALES REUNIONES DE PERSONAL, Y NOS GUSTÓ MUCHO.
    CIERTO, QUÉ FÁCIL DEBE RESULTAR ENSEÑAR SIEMPRE LO MISMO, DE LA MISMA MANERA, COMO SI LA HUMANIDAD FUERA PRODUCTO DE UNA FRÍA CLONACIÓN DE LABORATORIO.
    A DIOS GRACIAS LO NUESTRO ES UN DESAFÍO CONSTANTE, ES SABER SACAR DE DENTRO A CADA ALUMNO QUE SE NOS CONFIÓ, LO MEJOR DE SÍ MISMO. ES ENSEÑARLE A DESCUBRIRSE A SÍ MISMO.
    POR ESO SIGO CREYENDO QUE ESTÁ MUY BUENO PARECERSE A LA PLASTILINA Y PODER ACOMODARSE A LAS CIRCUNSTANCIAS, A LOS MOMENTOS, A LAS DISTINTAS OPINIONES Y RECONOCER VIRTUDES DONDE NI LOS PROPIOS EDUCANDOS PUEDEN VER POR SÍ MISMOS.
    YO AMO, ADMIRO, RECUERDO CON EL MÁS GRANDE DE MIS CARIÑOS Y TRATO DE PARECERME A ELLA, A AQUELLA MESTRA QUE ME HIZO VER Y CREER QUE YO ERA CAPAZ DE HACER TODO LO QUE ME PROPONÍA.
    EL 11 DE EPTIEMBRE ES EL DÍA DEL MAESTRO EN ARGENTINA, EN HONOR A SARMIENTO, EL GRAN MAESTRO. A PROPÓSITO, ¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO!PARA TODOS.
    CON EL CARIÑO DE SIEMPRE, DESDE MARULL, CÓRDOBA, ARGENTINA. NANCY MANSUR.

  3. Olá, Miguel,
    No momento em que na nossa escola se conseguiu juntar um grupo de cerca de vinte e cinco professores, de disciplinas diferentes, para trabalhar a diferenciação pedagógica, o seu artigo de hoje não podia ser mais oportuno.
    Um forte abraço desde o Funchal, Portugal e continue sempre a fazer-nos pensar nas coisas que são importantes para construirmos um mundo mais cidadão.
    Apesar de não costumarmos comentar os seus posts, costumamos lê-los sempre.
    Beiinhos das «Mafaldinhas» do Funchal.
    Madalena e Margarida

  4. ..el relato es sin duda un espejo de una parte de la realidad escolar…pero CUIDADO..en el afàn de dejar librado a la creatividad del niño/a, ciertas veces el maestro/a, se corre demasiado y la soledad y el sin camino, puede no ser lo apropiado para el alumno/a. Estemos como educadores, siempre ahì, no tan cerca como para que se queme, pero no tan lejos como para que se congele…Un abrazo Maestro Miguel, en este mes del maestro argentino..una maestrita que aprende de Ud. , dìa a dìa Seño Noelia

  5. Querido Miguel Angel: Hoy estuviste en Tucumán y nos leíste éste cuento, para mí fue hermoso escucharlo porque soy docente jardinera y me siento identificada… Te convertiste para mí en el Maestro de los Maestros; se nota que tenés un largo camino recorrido en la educación, porque te parás de nuestro lado, no sos de esas personas que tocan de oído. Te admiro mucho y muchas gracias por tus enseñanzas!!!

  6. Las admiradas parábolas del profesor S.G. no cesan. La reflexión nos lleva también al lado oscuro, el pasado año en compensatoria, gitano portugués y chabolista del Vacie no sabía que era una flor, impensable pintarla.Era muy listo y sólo hacía esbozos de torres de pisos. Reflexionamos juntos.

  7. SIGUES SIENDO UN POETA TRANSMITIENDO MENSAJES SENCILLOS E INTEMPORALES, PERO PARECE MENTIRA QUE AÚN TENGAMOS QUE RECONOCER QUE REALMENTE SE SIGUE TRABAJANDO DE ESA MANERA EN LAS AULAS…

  8. Hola Miguel, me alegro de que publicaras esta «joya» de historia que hace ya bastantes años que llegó a mis manos y que traducí a galego para distribuirla por las escuelas en que trabajé y entre los amigos compañeros. Sigue sucediendo. Creatividad. Saludos desde Lugo.

  9. He podido experimentar que, cuando el alumno construye algo que sabía hacer de antemano (porque lo realiza a su modo, porque lo crea como más le gusta), siempre tenemos la posibilidad de valorarlo y tocar su corazón, y especialmente en el caso de los que poseen un autoconcepto y autoestima más bajo.

    Felicidades por la reflexión, querido amigo y maestro.

  10. Que triste. La verdad es que muchos de nosotros caemos en este error inconcientemente y no nos damos cuenta que nuestros estudiantes tienen tantas cosas de las cuales nosotros podemos aprender.
    Soy profesora de música en un colegio en Bogota Colombia. Hace unos meses estaba enseñándoles a mis estudiantes de tercer grado lo que es el pulso y el pulso fuerte y ellos tenían que aplaudir el pulso mientras cantaban la canción aplaudiendo con un poco mas fuerza el pulso fuerte. Fue una tarea difícil para algunos pero una de mis alumnas al llegar el momento de hacer la evaluación me pregunto si podía utilizar un truco que ella había inventado, yo le dije que si. Se invento una mecánica para aplaudir el pulso fuerte y solo dirigir su dedo índice hacia tres distintos puntos en la mesa para marcar el pulso. Evidentemente el truco le funciono y a el resto de los niños les encanto y empezaron a adoptarlo.
    Esta estudiante me enseñó algo que podria usar como sugerencia a mis alumnos con dificultades hacia este ejercicio. Siempre aprendemos de nuestros alumnos, hay que dejarlos que ellos también nos sorprendan.

    MUCHAS GRACIAS POR ESTA REFLEXION MIGUEL ANGEL

  11. Esta reflexión hace mucho tiempo la leí, y desde ese día me he dedicado a que mis estudiantes sean creativos. Hoy buscando una reflexión para mi profesora de tecnología quien pidió que relflexionáramos sobre cómo la pasamos durante el curso, empecé a buscar este relato. Porque durante el curso me sentí como este niño, no me dejaron crear y transmitir toda una gama de experiencias vividas como educadora. La profesora muy conocedora de su materia, no permite que el estudiante trascienda su conocimento inductivo.

    Gracias por su aportacion.

  12. Pingback: sudbury escorts

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