¡Gracias!

13 Oct

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El agradecimiento nace de nuestra capacidad de tomar conciencia. Si, según el refranero español, “de bien nacidos es ser agradecidos”, se puede colegir cuál es la catadura moral del ingrato. La ingratitud, dice Jorge Vigil en su libro ‘Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales’, pone en relación a un benefactor y a un beneficiado que, injustamente, hace preterición de su agradecimiento. El Duque de Rivas lo decía en sencillas estrofas: Porque el ser agradecido/ la obligación mayor es/ para el hombre bien nacido”.
Hace unos días repartí un documento a cada uno de mis casi cien alumnos que formaban un círculo en la clase. Fui observando quiénes, al recibirlo, decían “gracias” o “muchas gracias”. Poquitos. Me preocupó tan significativo silencio. Porque los desaprensivos destinatarios del documento van a ser futuros maestros (o maestras) y van a tener que inculcar las más nobles actitudes a sus alumnos, entre ellas la gratitud. Y ya se sabe que los alumnos aprenden a sus maestros, no solamente de ellos. ¿Cómo se va a enseñar lo que no se sabe hacer?
Hay que ejercitar las buenas formas. Hay que decir gracias. Se lo explicamos a los niños y a las niñas cuando algún familiar les hace un regalo: ¿Cómo se dice? Pero algunos no acaban de aprenderlo. O se les olvida si alguna vez lo aprendieron. Ya sé que la palabra “gracias” se emplea muchas veces de manera convencional, meramente protocolaria. Aún así creo que es necesario pronunciarla con frecuencia. Mejor sería, claro está, decirla con sentimiento y profundidad.

No me refiero solamente a los pequeños detalles de la vida. Me refiero también a aquellas situaciones de permanente y generosa ayuda (solicitada o gratuitamente recibida) que no han despertado en los destinatarios un mínimo gesto o palabra de agradecimiento. Me refiero a la gratitud de los hijos hacia los padres, de los alumnos hacia los profesores, de los pacientes a los médicos, de los amigos a los amigos… Una gratitud persistente y efectiva. (Ya sé que las relaciones están llenas de trampas. Ya sé que algunos progenitores y profesores y médicos no merecen gratitud. Me dará el lector la razón si lee la novela de Ying Chen, escritora nacida en Shanghai y afincada en Canadá, titulada irónicamente “La ingratitud”. Me dará la razón si se acerca a la excelente novela de Luis Landero “Hoy, Júpiter”, en la que se describe magistralmente una tortuosa y denigrante relación paterno-filial).
Hay personas a las que todo lo que reciben les parece poco. Se las suele llamar “másmemerezco”. Se trata de personas a quienes todo lo que reciben les parece una insignificancia en relación a lo que se merecen, que piensan que todos deben estar en deuda con ellas por el mero hecho de existir. Son “perdonavidas”. He tenido que padecer la ingratitud de algunas personas de este tipo. Todo el mundo conocerá alguna. Sacan de ti todo lo que pueden, llegan a exprimirte como se exprime un limón. Y luego tiran la cáscara cuando les apetece. “Si te he visto, no me acuerdo”, dicen con sus hechos. Volverán a hacer lo mismo con otras personas que ahora les dispensan ayuda, protección o favor. El Talmud aconseja con tino: “No arrojes piedras al pozo del que has bebido”.
Sé que alguien puede decir: “Si esperabas agradecimiento, si lo exigías, deberías haberlo puesto como condición antes de hacer un favor. Y no haberlo hecho si no estaba ese agradecimiento garantizado”. “No, no lo hacía por recibir el agradecimiento, puede decir el benefactor, pero me hubiera gustado tenerlo”. El filósofo Quilón decía: “Si confieres un beneficio, nunca lo recuerdes; si lo recibes, nunca lo olvides”.
Dice Don Quijote a Sancho Panza, gobernador por entonces de la Ínsula Barataria: “La ingratitud es hija de la soberbia y uno de los mayores pecados que se sabe”. Claro que ante el poderoso difícilmente se muestra ingratitud porque sería una forma de cortar los favores. Dice La Rochefoucauld: “Mientras uno se ve en posición favorable para dispensar favores, no suele encontrar personas desagradecidas”.
La ingratitud es una actitud dura y egoísta. Es tan interesado el comportamiento del ingrato que despierta un rechazo e incluso un merecido desprecio. Hay personas, por contra, que sienten una gratitud profunda hacia los demás, hacia la vida. “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, cantaba con voz intensa y sentimiento firme Violeta Parra. ¿Cuántas personas han tenido que trabajar para que nosotros podamos vivir? Cuando abrimos el grifo del agua, cuando encendemos la luz, cuando nos llevamos a la boca los alimentos… ¿por qué no pensar en los cientos de personas que han hecho posible ese pequeño milagro? Esas personas han cumplido, sencillamente, su deber. Pero gracias a ello nosotros podemos vivir.
Creo que es rastrera la conclusión de quien hace favores y, ante la insensibilidad y la ingratitud de los beneficiarios, decide cerrar su corazón y terminar con su generosidad. A quien más perjudica esa reacción no es a los posibles y futuros beneficiarios. Quien así obra se perjudica, sobre todo, a sí mismo. Porque se endurece, se insensibiliza. Decía Séneca: “El mundo se compone de los que dan y de los que reciben. Es posible que los segundos coman mejor, pero es seguro que los primeros duermen mejor”.
Es necesario fomentar la cultura del agradecimiento. No de un agradecimiento genérico e inespecífico, no de un agradecimiento superficial e hipócrita, sino del que hace referencias a los hechos concretos y del que se expresa con sincera humildad.
No podemos obligar a nadie a ser agradecido porque la gratitud es un sentimiento voluntario. Una cosa es sentir gratitud y otra estar en deuda. No podemos agarrar a alguien por el cuello para que se muestre agradecido como no podemos obligar a una persona a que sea espontánea, a que ame o a que aprenda. Pero sí podemos educar los sentimientos, cultivarlos y expresarlos con libertad y sincera emoción. Estoy con Claude Boste: “Escribid las injurias en la arena, grabad los beneficios en el mármol”. Sería una pena que lo hicéramos al contrario.

20 respuestas a «¡Gracias!»

  1. Como es habitual en tí, nuevamente nos haces reflexionar acerca de los pequeños detalles (aunque éste no es tan pequeño) que nos ayudan a conocer a las personas. Efectivamente, la palabra gracias, no sólo suena bonita en la boca de una persona, sino que nos dice mucho de ella; pero suena mejor aún en la boquita de una criatura pequeña, cuando un compañero o compañera del cole le ayuda a recoger los juguetes antes de ir al recreo, le ayuda a sacar punta a su lápiz porque no sabe hacerlo o simplemente le abre el grifo para lavarse las manos porque no alcanza. Si de verdad queremos oir lo bien que suenan, debemos, como profesionales de la educación, tener la sensibilidad de hacerlas formar parte de nuestro lenguaje diario.
    Muchas gracias por la reflexión, amigo.
    Mª Ángeles Peláez, maestra de Educación Infantil.

  2. “El valor de las cosas y las cosas de valor”.

    Mi padre, Juan Ramón Ramírez Sances (que era maestro, músico y teólogo, entre otras cosas…) me repetía esta frase muchas veces.

    Ciertamente, “es de bien nacido ser agradecido”. Vivimos en una sociedad en la que muchos seres humanos se cosifican al conceder demasiado valor a las vacías, mutantes y perecederas cosas materiales. Todo lo que no “vale” dinero se considera escasamente. En general no valoramos, ni “sabemos”, respirar, porque “como es gratis”… (hasta que nos falta el aire…).

    Me preocupa especialmente la educación de las jóvenes generaciones. He podido constatar que prevalece una mayor gratitud en el alumnado con un nivel socioeconómico más bajo que en el que disfruta de mayores recursos MATERIALES. Es sólo una opinión, sustentada en mi humilde experiencia, muy limitada, afortunadamente, pues incrementarla en este sentido me haría más daño…

    Habitualmente, ¿quién llama por teléfono expresamente para dar las gracias por un servicio -no digo favor- que supuestamente se deriva del cumplimiento de una obligación? ¿No se supone que al otro lado de la línea puedo contactar con una persona? (dejemos aparte la cuestión de la proliferación de los contestadores automáticos). Me refiero al teléfono porque tiene cierto coste económico, aunque igual da si implica un desplazamiento hacia la persona a la que voy a VALORAR su trabajo.

    He probado la experiencia con diferentes personas (hace unas tres o cuatro semanas llamé a la Policía Local exponiendo en primer lugar lo siguiente: “Esta llamada no es una emergencia”. Seguidamente dije: “Quería expresar mi agradecimiento porque la semana pasada tuve que llamarles hacia las 3 de la madrugada al resultarnos imposible descansar, debido al ruido intencionado de motos. No sé que medidas tomaron ustedes, pero lo cierto es que pudimos descansar el resto de la noche y todo lo que llevamos de semana. Si no le importa, comuníqueselo también al resto de sus compañeros. Han realizado ustedes un trabajo muy eficaz”. El policía me contestó: “es la primera vez que un ciudadano llama para darnos las gracias. No dude que se lo diré también a mis compañeros. Estamos para servir al ciudadano”.

    ¿Qué siente una persona cuando se valora su trabajo, aunque sea su obligación? Parece que no estamos muy acostumbrados a dar las gracias. Por cierto, que hasta la fecha hemos podido seguir descansando…

    He recordado este ejemplo por ser quizá el más reciente, pero igual se puede hacer con los alumnos/as, el conserje, la persona responsable de la limpieza del centro educativo, las madres y padres… Y también fuera del colegio.

    “El valor de las cosas…” Sirva, pues, para honrar a mi padre y para valorar el esfuerzo de Miguel Ángel Santos Guerra, la constancia en estas líneas de mi agradecimiento a sus vivencias, a las sabias palabras que nos brinda en este artículo, cuya profundidad y alcance no logro describir, pero que constituyen fuentes muy necesarias hoy. Trataré, como persona y educador, de recapacitar más sobre esta cuestión, y de contagiar lo que pueda.

    Muchas gracias.

  3. Agradecido

    Mil gracias, tocayo – dijo sel Zaino Malacara al Boyerito Picoblanco, que paseándoles las ancas le andaba arrancando las garrapatas; las garrapatas chicas, que lo que es las que ya están llenas y redondas como balines, se las puede matar pero no arrancar, sino es con petróleo.
    Me voy a llevar unas clines, con permiso-dijo el Boyero-, para mi lindo nido piriforme. Aquí lo tengo en la cabeza planeado, lo veo ya balanceándose en lo más alto de aquel chañar.
    ¿ Y por qué no buscas por los alambrados?
    Están enredadas y no me sirven… no me sirven para los radios. Para tejer necesito pelos duros, lisos, nuevos… recién sacados.
    Está bueno con tal que los arranque de uno en uno.
    Le estoy sumamente agradecido por todos sus buenos servicios- dijo el Zaino.
    ¿Y porque tanto agradecimiento?- intervino el mulo que estaba al lado.- No sea sencillo, compadre.
    ¿no ve que si el pájaro le come a usted los bichos es porque le gustan…por interés propio?
    El pájaro me hace un bien, y yo se lo agradezco sin más averiguaciones – dijo el noble animal – ¿ Quién hay en este mundo que haga el bien sin mezcla de interés propio? O por lo menos, ¿quién hay que pueda averiguarlo? El que es bueno de corazón reconoce hasta la sombra de un beneficio. Al mal agradecido, ¿cuándo le faltan pretextos para dejar de dar las gracias?
    P. Leonardo Castellani Camperas. Bichos y Personas

  4. En algun lugar lei, que una de las mayores ofensas que puedes hacer a un bosquimano es darle las gracias.
    Piensan que cuando alguien les agradece alguna cosa, es como si manifestara su asombro ante su actitut generosa. Como si ser generoso o ayudar fuera algo extarordinario.

    Gracias por sus comentarios. No se ofenda por favor.

  5. Yo no le doy las gracias por sus artículos y textos, pero los leo con gratitud: al idioma, al foro que lo potencia, a la educuación que usted recibió y que imparte…¿Es acaso uno mismo el que merece se le den las gracias, o es más bien el cúmulo de circunstancias que de uno hicieron lo que uno es? Dar las gracias es ya un modo de hablar, un convencionalismo, como eso de “le acompaño en el sentimiento”, a lo que se podría contestar “¡Pues ahora que usted me acompaña, sí que apeno el doble!” Son las más de las veces hipocresías sociales casi precisas. Siga, señor, por favor, con sus comenatrios y columnas. Adeu

    • En la mayoría de las ocasiones en que las personas expresan su gratitud, el supuesto y aparente sentimiento, noble por naturaleza, está desnaturalizado por la hipocresía o la inautenticidad del sentimiento. Según el DRAE, “auténtico” tiene varias acepciones: “auténtico, ca”
      Del lat. tardío authentĭcus, y este del gr. αὐθεντικός authentikós
      Acepciones:
      1. adj. Acreditado como cierto y verdadero por los caracteres o requisitos que en ello concurren. Es un goya auténtico.
      —●●●2. adj. coloq. Consecuente consigo mismo, que se muestra tal y como es. Es una persona muy auténtica.
      ●●●3. adj. desus. Dicho de un bien o de una heredad: Sujetos u obligados a alguna carga o gravamen.
      ●●●4. f. Certificación con que se testifica la identidad y verdad de algo. a un formalismo y formalismo retórico, a una aparente cortesía.
      Si se verbaliza la palabra o expresión pluriverbal: ¡Gracias!, ¡ Muchísimas gracias!, aun sin sinceridad de espíritu, no vamos muy mal. El problema y la ingratitud es el pecado de omisión. Callarse. Cuando voy a Catalunya a intervenirme quirúrgicamente, dirijo una carta de agradecimiento y felicitaciones a todos los profesionales sanitarios, personas de la limpieza, celadores, personal de Administración y Servicios, equipo de profesionales que me asistieron en el quirófano: neurocirujano, anestesista, auxiliares, enfermeras, etc. Y a las enfermeras de planta. La envío al o a la Gerencia o Dirección del hospital, y, ruego que, si tienen la amabilidad de hacerles llegar las felicitaciones. Recuerdo unos salmos -creo que de Proverbios–: ayuda al que aprovecha tu generosidad .

      • Querido Carlos:
        Conocía esa costumbre tuya, tan auténtica.
        Siempre la he admirado. He dicho muchas veces que en que debería haber un LIBRO DE FELICITACIONES (NO SOLO DE QUEJAS) en todos los lugares de atención a las personas. No es igual hacerlo bien que hacerlo mal. Pro, cuando se hace bien, pocas veces se reconoce de forma explícita. Cuando expreso mi deseo de felicitar a. alguien me dicen: escriba en el el LIBRO DE QUEJAS. Y replico: Pero, ¿por qué no existe un libro de felicitaciones?
        Cuando vivimos en Irlanda, el colegio al que iba Carla inculcaba a los niños y a las niñas la idea de dar las gracias diariamente a los profesores por lo que les habían enseñado. Cuando regresamos a España, perdió esa costumbre.
        Tu carta, querido Carlos, dice que te atendieron buenos profesionales, pero dice, sobre todo, cómo eres tú.
        Un gran abrazo.
        Y gracias pro este hermoso comentario.
        MÁS

      • Querido Carlos;
        Tu comentario de hoy me ha sorprendido. Porque has respondido a un comentario de Manuel Laza Zerón que apareció en un comentario a un artículo del año 2007. Y el comentario de Manuel Laza aparece entre otros 17 comentarios. Además de ratones de biblioteca hay admirables ratones de internet.
        Desde luego que el tema de la gratitud es eterno.
        Un gran abrazo.
        MÁS

  6. Gracias, es una de esas “palabras mágicas” que le enseñas a tus niños en los primeros años de vida.Pero no solo enseñas la palabra, que puede estar si, vacía de contenido, gastada por el uso, enseñas el sentimiento de gratitud. Un sentimiento que cambia los corazones tanto del que lo da como del que lo recibe. Yo lo aprendí de mis padre: no podemos pagar por tantas cosas que recibimos, pero siempre podemos dar las gracias y sentirnos agradecidos, así me decía. Así se los trasmito a mis hijos. Enseñarles a dar gracias es una manera de, además de ayudarlos a ser personas correctas y agradables, hacerlos sensibles a los otros. Cuando un niño/a llega a la escuela tiene que llevar consigo la noción de este sentimiento. La escuela tiene que reforzarlo, junto con los valores que quiere trasmitir. El taxista tiene obligación de llevarnos y para eso le pagamos, pero si los taxis no existieran tendríamos que ir a pie…
    Palabras son amores y la palabra gracias es cálida en el corazón de quién la recibe y en el corazón de quién la da. No voy a entrar en terreno filosófico de cuándo cómo y dónde… Siempre es mejor que esté, siempre es mejor que sobre. Y como se dice tantas veces por ahí,nadie puede dar lo que no recibió. Así que cultivemos en nosotros el sentimiento de gratitud para de esta manera contribuir a un mundo mejor.
    Bueno, a lo mejor, solo escribíste el artículo para que te dieramos las gracias… Contás con las mías…

  7. Miguel:
    Me es grato leer este articulo suyo ya que parece que la vida nos da lo justo en el momento justo. Durante esta semana he participado de una capacitación en la cual el dicertante estabha dando un concepto erroneo, para ser mas especifica decia que un diagnóstico no servia para realizar un fundamento, como él es psicólogo y había aclarado que de docencia no conocia, intente explicarle con mucha humildad, que un diagnóstico que no nos atrape, mas un marco teórico, nos asegurarian un buen fundamento a la hora de la práctica. Usted no se puede imaginar el estado en que se encontraba este señor. Durante mi vuelta a casa me pregunte para que habia intervenido, me puse en el lugar del otro y no encontraba respuestas ya que hubiese sido mas simple agradecer y continuar adelante. Este señor concluyo conmigo diciendo ” dijimos lo mismo con diferentes palabras”.
    Hoy leyendo su articulo quedo mas tranquila sabiendo que hay mucha gente que no sabe decir gracias, mas aun cuando hay inseguridad.
    Este señor tambien hablo de profesionalismo, y me pregunto si ser profesional es pararse frente a personas de otro ámbito sin conocer del tema tratado.
    Agradesco a este señor haber aprendido a elegir a mis dicertantes, de ahora en mas evaluare antes de asistir.
    Gracias por permitirme hacer catarsis, lo necesitaba, gracias por estar ahi.
    Soraya.

  8. GRACIAS!!! Por hacer que crea en mi. Mi regalo para usted es contarle que hace 15 dìas rendi mi ùltima materia y me he convertido en PROFESORA de FÌSICA.Estamos tan felices con esto que he logrado, mi mayor anhelo es poder capacitarme para no fallar a mis futuros alumnos. GRACIAS! de todo corazòn, un abrazo muy grande. Atte Eliana

  9. hola,
    su entrada me impactó y déjeme agradecerle por sus palabras.
    agradecer es prueba de buena educación pero también, como usted lo plantea de toma de consciencia.
    me gusta decir “gracias” y la verdad lo uso con mucha frecuencia porque estimo que es necesario saber valorar al otro ya diciéndole “gracias” o pidiéndole “disculpa” – el reconocimiento es esencial.
    a qué voy?
    me he dado cuenta que en mi alrededor, las personas con quien tengo más confianza tienden a reprocharme mis “agradecimientos” como si éstos sobraron… “no es un servicio” me dicen… al final me hacen sentir mal cuando trato de hacer lo que me parece correcto..
    los valores están cambiando y decir “gracias” no está de moda..
    qué lástima.

  10. Buenas noches.
    Hace unos minutos que he llegado a mi piso de Unquera del acto en el que la Consejera cántabra de Educación y otras autoridades iniciaban el curso de prácticas para los opositores que hemos superado el concurso oposición a maestros este verano y que usted cerraba con una charla (para la próxima coloquio incluido o mesa redonda o lo que sea) acerca de las expectativas, mitos, propuestas y dificultades de nuestra fantástica dedicación.
    Lo único que puedo decir ante sus palabras es, efectivamente, gracias. Gracias, no porque el contenido de la conferencia haya sido una inyeción de nuevos conocimientos (en realidad, de una forma u otra los sabemos todos, aunque de forma disgregada o incompleta), sino porque ha obrado una síntesis de casi todo lo que un educador debe tener en cuenta en los ámbitos externos e internos para intentar aprovechar al máximo las capacidades de cada uno de sus alumnos. Con ejemplos, símiles, fábulas, relatos, y sobretodo, naturalidad.
    Porque educar, o participar en la educación de los alumnos, ha de plantearse como una actividad natural y motivadora para nosotros, desde la más exquisita preparación, disposición y optimismo.
    Efectivamente, los alumnos y alumnas no aprenden lo que enseñamos, sino lo que somos y usted, esta tarde, nos ha dado un empujoncito para que cada uno de nosotros pueda estar a la altura de las circunstancias.
    El resto nos toca a nosotros, a los equipos que formemos y al grosor del chaleco antipuñaladas.
    Muchísimas gracias de nuevo.

  11. Yo también quiero agradecerte por llegar a mi corazón con tu entusiasmo el 17 de octubre en la charla para los maestros en Santander. Además he corroborado que no fuí la única a la que se le activaron cosas dentro. En este momento estoy trabajando en una escuela de adultos y la charla me ayudó para enfrentar un conflicto que ha surgido en clase. Les agradecí que se expresaran libremente y decidimos entre todos buscar soluciones, me doy cuenta de la importancia de desarrollar el aspecto social en una clase porque a menudo vamos a defender nuestra parcela particular sin darnos cuenta de lo satisfactorio es cuando hacemos las cosas un poco más allá de nuestro interés limitado.

    Quería comentarte algo, ¿Conoces el foro humanista de educación que se celebra anuamente en Madrid? Allí participa gente de muchos países, con sus projectos. Estaría interesante que pudieras hablar y participar allí. Te gustaría? Ya que en ese caso podría pedir a los organizadores que te invitaran.

    Un abrazo y cuídate mucho. Ibone.

  12. Gracias!
    Gracias M. Ángel Santos por hacer que el pasado 17 de Octubre en Santander despertases en mí y en mis compañeros muchas emociones y sentimientos positivos hacia la educación.
    Gracias por tu magnifica charla.
    Un saludo.

  13. gracias por recordarme el valor de decir las gracias a todo lo que me rodea y de quienes me rodean, de ese mundo que por demas caotico se llena de falsos entendimientos y de huecos valores, pero que aun asi existen y dan algo mas que su existir por eso tambien gracias. y gracias a mi maestra cecilia cristerna de evaluacion educativa de la universidad pedagogica de la paz unidad o3 por permitir saber que existes y que tienes una agradable forma de escribir, profunda y reflexiba que me invita a leer y reflexionar.
    esto me permitira continuar mi formacion como futuro interventor educativo en educacion inicial.
    gracias mil por existir en este lugar.

  14. Cuando nacieron mis dos hijos me lo pasaba diciéndoles que debían dar las gracias siempre, que debían saludar, que debían ser amables y jamás pasar por delante de alguien sin saludarles.
    Mis hijos lo aprendieron muy bien, son educados y siempre saludan, agradecen, ceden el asiento a los mayores y embarazadas, dejan pasar a los que necesitan hacerlo antes que ellos, en el autobus, en el baño del Centro Comercial, tengo dos maravillosos hijos, que casi núnca son respondidos cuando saludan o agradecen, pero ellos, educados e inteligentes, siguen haciéndolo a pesar de que algunas veces me dicen:mamá, por qué la gente no nos contesta?, yo les digo, vosotros no hagais caso, si vosotros tampoco lo hacéis entonces ya seremos demasiados los que no lo hacen.
    anécdota: mi hijo era muy pequeño y cada día le llevaba a una tienda de comestibles a comprar su cosita para el cole, él siempre saludaba a todos al entrar, nadie le respondía, a mí me dolía el alma y un día no pude más,así que en dije lo que pensaba a aquella gente y me quedé más ancha que larga
    Un saludo y mil gracias a todos, en especial a Don Miguel Ángel Santos.

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