Antonio Perea, constructor

11 Ago

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Da gusto encontrarse en la vida con personas de buen talante, risueñas, positivas. Porque parece que a muchos humanos les ha picado el bicho del mal humor, de la hosquedad, del pesimismo y de la complicación. Como decía un cartel que leí no recuerdo ahora dónde: «Comienza tu día sonriendo. Verás lo divertido que es ir por ahí desentonando de todo el mundo».En estas últimas semanas he tenido obras en la casa Y, ya se sabe lo que sucede: estás deseando que empiecen pronto y luego darías lo que fuera para que acaben cuanto antes.

Esta vez he tenido suerte. Me he topado con una de esas personas que dominan el arte de convertir lo difícil en fácil y lo fácil en tirado. Es más frecuente encontrarse con personas que tienen la actitud contraria a la de Antonio. Personas que hacen lo fácil difícil y lo difícil, insuperable. Antonio se dedica de verdad a la construcción. Otros son destructivos. Antonio construye.
El primer día nos encontramos con una dificultad. Los ladrillos que se habían elegido para hacer una columna tenían un tono diferente a los de dos columnas que estaban ya edificadas. Habían empezado ya a levantar el primer pilar de ladrillos cuando él mismo nos advirtió:
– No son exactos. Así que vamos a ver si merece la pena continuar porque esto quedará ahí para toda la vida.
Hubo que deshacer lo que ya estaba hecho con la consiguiente pérdida de tiempo. Fuimos a elegir otro tipo de ladrillos. Y la adversidad no le hizo perder la sonrisa. Porque Antonio siempre está de buen humor. Era una contrariedad ya que la obra tenía un contrato por administración y no le interesaba perder horas. Su reacción fue positiva y, a la vez, generosa:
– Siento molestaros y que tengáis que perder este tiempo en venir a elegir los ladrillos, nos dijo cuando le acompañamos.
Cualquier otro hubiese continuado con la primera decisión y, si se le obligaba a cambiarla, hubiera mostrado su malhumor.
Días después le manifestamos un problema que había surgido ya que queríamos devolver unas losas cuya tonalidad no nos gustaba. La respuesta fue desconcertante:
– ¿Y a eso le llamáis un problema?
En efecto, su actitud positiva hizo que la solución se encontrase con rapidez.
– Antonio, estas dos farolas no quedan igual.
– Es verdad. Pues la solución es sencilla. O se cambia una o se cambia otra. No hay problema.
– Antonio, ¿cómo podemos solucionar el problema del desnivel?
– Muy sencillo, ponemos aquí una barandilla y se arregla la bajada.
-Antonio, a las nueve hay que recoger unos tacos que vienen de Castellón.
– No os preocupéis, yo estaré allí a las ocho y media o nueve y los recojo.
En definitiva, que no hay problema que se resista cuando Antonio está de por medio. Y no sólo tiene ese don de la eficacia. Es que lo hace todo con buena cara, con una excelente disposición. Trabaja, trabaja muchio, trabaja bien y trabaja con buen humor. ¿Qué más se puede pedir? Pues que no sea caro. No lo es.
Hay personas de naturaleza optimista y personas de naturaleza pesimista. Alguna vez he puesto como ejemplo el caso una familia que tenia dos hijos, uno patológicamente optimista y otra extremadamente pesimista. Deciden, al llegar la fiesta de Reyes, hacerles unos regalos que corrijan sus naturales tendencias. Al pesimista quieren regalarle algo que le anime y que le levante el ánimo. Deciden comprarle una moto muy potente para que la fuerza de la moto le contagie su empuje al chico. Como muchos de sus amigos tienen moto piensan regalarle también algo que nadie tiene: un pequeño yate de paseo.
– ¿Qué le regalaremos al optimista?, pregunta el padre.
– Algo de escaso valor, responde la madre.
– ¿Un bolígrafo?
– No, eso es muchísimo. Con el optimismo que tiene, se volvería loco de alegría.
Van degradando la categoría del regalo hasta que no encuentran nada peor que una plasta de vaca envuelta en un papel de adorno y atado con una cinta negra.
La mañana de Reyes acude a visitar a los chicos unos tíos conocedores de la estrategia educativa de los padres. Al entrar en casa encuentran al pesimista llorando.
– ¿Es que no te han traído nada los Reyes?, le preguntan pensado que todavía no ha visto sus regalos.
– Sí. Me han traído una moto muy grande.
– Estarás muy contento, ¿no?
– No, estoy muy triste y muy preocupado Porque como yo tengo tan mala suerte, saldré de casa con la moto un día de lluvia, derrapará la moto y, como iré sin casco, me mataré sin remedio.
– ¿No te han traído nada más?, preguntan esperanzados.
– Sí me han traído un yate, pero como tengo tan mala suerte seguro que salgo a navegar un buen día, se levantará una gran tormenta, se hundirá el yate y, como no sé nadar, me ahogaré por culpa del regalo.
Mientras esto sucede, el optimista cruza la habitación cantando y dando saltos de alegría.
– Ven, ven y cuéntanos qué te han traído a ti los Reyes, le piden los tíos, pensando abatir un poco su jovialidad.
El chico dice con gran entusiasmo, mientras sale corriendo:
– A mí me han traído un caballo pero todavía no lo he encontrado.
Antonio es el personaje del caballo. ¡Con decir que estamos lamentando que se acabe la obra! Y ya sabe el lector lo extraño que es que alguien no quiera que se acabe pronto una obra. Creo que eso no ha sucedido en toda la historia de la construcción.

5 respuestas a «Antonio Perea, constructor»

  1. Días pasados, disfrutando de las vacaciones, iba a visitar a mis padres, que gracias a Dios tengo todavía en este mundo, cuando se me rompió la bicicleta a dos kilometros de llegar. La amiga que me acompañaba se adelantó con uno de mis hijos para pedir ayuda, mientras otro me hacía companía en la ruta. A los pocos minutos pasó una de mis hermanas que llevaba mi misma dirección y se llevó el montón de cosas que yo cargaba. Era un hermoso día de sol y el viento soplaba del norte, que hacía que el día frío fuera mucho más templado. A los pocos minutos vino mi padre en su bicicleta y con heramientas. No se pudo arreglar e hicimos los dos kilómetros a pie, donde mantuvimos una agradable conversación. Fué un día feliz,que me sirvió vara valorar y dar gracias por quienes a veces se me hace habitual el afecto que me tienen. Mi amiga que se adelantó y que dispuso de su celular para hacerme saber que ya venía la ayuda, mi hermana que tan gentilmente llevó mis cosas, mi hijo haciéndome companía. Ni que decir de la agradable conversación con mi padre, que de otra manera no hubiera sido. Y ese tibio sol que me hacía sentir cuanto tenía que agradecer por el hecho de haberseme roto la bici en medio del camino. Claro que se los dije. He decidido que si la muerte me encuentra de improviso, no le voy a dar el gusto de no haber dicho todas las gracias, que correspondan… Ni haberles dicho a lo que quiero cuanto los quiero.
    Cuantas veces aquellos acontecimientos que parecen ser una tragedia nos aportan momentos de felicidad si sabemos verlo. Hay muchos Antonios por el mundo, que buenos es si nos toca encontrárnoslos…

  2. Sí, que alegría y que inyección de energías es encontrarnos en la vida con una persona como Antonio, lamentablemente es cada vez más díficil y sobre todo en los ámbitos laborales. Los sociologos tendrán miles explicaciones para ello, pero por el momento sería importante rescatar la frase de ese cartel \

  3. Miguel Ángel:
    Acabo de descubrir ‘El Adarve’ y me he pasado buena parte de esta tarde domingo leyendo escritos, sobre todo de pedagogía.
    Te felicito por todo ello, y por saber transmitir -entre otras muchas cosas- el optimismo y la alegría por la vocación de profesor. Alguna cosa comentaré en mi blog dentro de poco.
    Un abrazo y enhorabuena.
    Luis.

  4. Miguel: Soy Susana de La Rioja Argentina y estamos prontas con mis compañeras a presentar el libro al cual usted le ha escrito el prólogo. Leo este artículo del sábado 11/08. Me ha hecho tan bien. A mi esposo le encantan sus historias. Hoy se lo llevo a casa porque aporta mucho a nuestras vidas, tengo cuatro hijos y me sentí identificada con las mañanas de reyes de cuando eran chicos. Creo que esto de optimista y pesimista tiene que ver con la voluntad de querer serlo y el ejercicio constante. Aunque los casos de Antonio no son muchos. ¿Tendrá que ver también, con ser humildes y agradecidos de la vida, de Dios, y de todos los regalos que recibimos a diario? Está para estudiarlo.
    Gracias por el prólogo. Lo leo y me emociona. Qué usted, (que lo sigo desde 1998 cuando lo escuché en el CONSUDEC,y compré sus videos y capacito con ellos y son tan bien recibidos), nos hablé así. Me pone roja de verguenza. Gracias por estar atento como dice Sonia, permanentemente.
    No se si hacemos todo lo que allí dice, pero si es cierto que el amor por la educación de nuestros chicos y jóvenes nos mueve y eso nos une como equipo.
    Gracias. Nos vemos pronto.

  5. Antonio,

    Estaba buscando imágenes cuando me topé con tu artículo. Me encanta sentir cómo va poniéndote el corazón calientito saber que la vida es como tú mismo te la pintas y que tienes el derecho de volver mágico lo cotidiano. Gracias por recordarnos que todos somos Antonio, y que sólo nos falta darnos cuenta de ello. Un abrazo desde México,

    Marce

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