La rana sorda

4 Ago

Mariarita Brunazzi

Todos estamos hechos de la misma pasta, aunque cada uno sea único, irrepetible e irreemplazable. Y a todos nos ayuda más el aliento que la desaprobación, la felicitación que el reproche, el elogio que el vituperio. Sin embargo, no solemos ser muy dados a practicar la felicitación a los demás.
Basta preguntar a una persona qué es lo que más le ayuda, si un elogio o un reproche y sabremos inmediatamente que el elogio es más estimulante, más motivador, más agradable. La psicología del aprendizaje muestra de forma palmaria que el refuerzo positivo es más eficaz que el refuerzo negativo y, además, no lleva aparejados efectos secundarios negativos e imprevisibles.

He preguntado muchas veces a las personas con quienes me relaciono (profesores, directores, padres):
– ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que has felicitado a un compañero, a un amigo, a un alumno, a un vecino… por algo bueno que haya hecho?
Muchos me miran con cara de extrañeza.
– ¿Por qué tenía que felicitar a alguien?
– No, no por un motivo determinado, por cualquier motivo.
Algunos no recuerdan la fecha (porque no existe) o la sitúan muy lejos en el tiempo. Sin embargo, si preguntamos cuándo fue la última vez que han criticado o descalificado a alguien, es probable que vengan a la memoria datos muy recientes.
Hace unos días me decía un profesor que lleva muchos años trabajando en la misma escuela:
– Llevo más de diez años en el centro. He hecho de todo: proyectos de innovación, exposiciones, viajes con los alumnos, actividades extraescolares… No he recibido ni una sola felicitación de mi director. Claro está que no hago lo que hago para recibir una palmada en la espalda, pero me hubiera gustado oír en alguna ocasión unas palabras de aliento.
No se debe confundir el elogio con la adulación. Porque la adulación es interesada y servil. El elogio sincero es, por contra, generoso y desinteresado. Charles Rolin decía que “la adulación no es más que un comercio de mentiras fundado por un lado en el interés y por otro en la vanidad”.
Daniel Colombo escribió el año pasado un pequeño libro titulado “Historias que hacen bien”. Una de ellas se titula “Aliento”. Dice que un grupo de ranas caminaba a saltos por el bosque. De pronto, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. El resto de las ranas se reunió alrededor del pozo. Cuando vieron cuán hondo era, les dijeron gritando a las dos compañeras que se dieran por muertas, que ni se les ocurriera tratar de salir.
Las dos ranas no hicieron caso a los gritos de sus amigas y siguieron intentando con todas sus fuerzas salir fuera del hoyo. Las que estaban fuera insistían en que los esfuerzos serían inútiles.
De pronto, una de ellas creyó que era preferible hacer caso a los consejos de las compañeras: ¿qué sentido tenía seguir saltando?, ¿para qué ese esfuerzo estéril? Tarde o temprano el desenlace fatal se iba a producir. En definitiva, que se rindió, se desplomó y murió. La otra rana no se daba por vencida y continuaba saltando tan fuerte como le era posible: “¿por qué no voy a salir?, ¿por qué no lo voy a intentar una y otra vez? Puede ser que no lo logre, pero yo lo voy a seguir en el empeño”, se decía.
El resto del grupo, al ver lo sucedido con la rana muerta, le gritó a la otra que abandonara aquel martirio inútil y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir luchando. Pero la rana, en un esfuerzo supremo, saltó una vez más y logró salir del hoyo. Y afuera la felicitaron:
– Nos alegra que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos.
La rana no daba señales de entender nada de lo que le decían. Las otras, entonces, le hicieron gestos para que explicase lo que sucedía. La rana les explicó entonces que era sorda y que, aunque no había podido escuchar lo que le decían, había pensado que la estaban animando a esforzarse más y más para poder salir. Y que por ello les daba las gracias. Sus gritos de aliento la habían salvado
La rana se salva porque interpreta las voces como gritos de aliento, como impulsos para la superación. La animan, la motivan, la hacen saltar. Y, en definitiva, la salvan. Tiene la rana no sólo una respuesta coherente con lo que cree que le dicen. Además, tiene la magnífica actitud de interpretar de forma positiva aquellas voces que se dirigen a ella de forma inhibidora y destructiva. Es esa una actitud mejor que su contraria: la actitud de convertir en estímulos negativos lo que el otro plantea como impulsos para la superación.
Creo que somos cicateros con los elogios. Parece que nos cuestan dinero o esfuerzo. Cuando los recibimos, sabemos lo importantes que son. Recordamos siempre a aquella persona que nos dijo de forma sentida:
– Adelante, tú puedes.
– Enhorabuena, lo has hecho muy bien.
– ¡Extraordinario!
Hace unos días pedí a la sobrecargo de un vuelo una hoja de reclamaciones. Así se llaman. No hay hojas de felicitaciones. Por eso se sorprendió mucho cuando vio que la había utilizado para formular una felicitación por el magnífico servicio de la tripulación a los pasajeros. Decía François de La Rochefoucauld: “Alabar cordialmente una buena acción es, en cierto modo, tomar parte de ella”.

14 respuestas a «La rana sorda»

  1. Se consige más con una gota de miel que con un barril de vinagre… Dicen que decía un Santo cuyo nombre no recuerdo…
    Que lindas son las palabras de aliento. En el centro donde trabajo, cuando las cosas salen bien, o mejor de lo esperado, mi director siempre tiene estas palabras: no hacés más que lo que corresponde. Hoy justificaste tu salario… Yo no quiero ser la rana sorda. Quiero que los que estén a mi alrededor no tengan miedo de decir palabras de felicitación y de reconocimiento. Hacer las cosas bien es lo que corresponde. Pero cuando las palabras que llegan a nuestros oídos y a nuestro corazón, son cálidas, amables y entusiastas, dan ganas de hacerlas aún mejor. Ser considerados con los otros nos hace más felices. Ser agradecidos llena de riqueza nuestro ser.

  2. Santos Guerra ¡Gracias!! por brindarnos cada semana, estas reflexiones tan interesantes.¡Cuántas veces criticamos, descalificamos y desalentamos a los demás! Nos parecemos a las \

  3. Santos Guerra ¡Gracias!! por brindarnos cada semana, estas reflexiones tan interesantes.¡Cuántas veces criticamos, descalificamos y desalentamos a los demás! Nos parecemos a las ranas alrededor del pozo. Tal vez, si empezamos a dar elogios sinceros haremos de nuestros lugares de trabajo entornos más agradables para el aprendizaje.

  4. Esta cultura en la que estamos más que dar felicitaciones y reconocer las buenas acciones, su tendencia es a realizar siempre críticas negativas de los demás ( hablo en general ). Lo que se lleva más que felicitar o reconocer las buenas obras de los demás es buscar la parte negativa del asunto en definitiva ver “ el punto negro” del que hemos hablado en otras ocasiones.
    Siempre estamos juzgando a los demás, haciendo valoraciones negativas de la gente. Nos fijamos más en lo malo que en lo positivo. Las acciones buenas se valoran muchas veces como normal e incluso se buscan causas determinadas para explicar porque ocurren:
    -¡Claro como tiene mucho tiempo para dedicarse a ello…..y no tiene familia que atender pues….!
    Las relaciones humanas es la asignatura pendiente de esta humanidad. El saber convivir en armonía y equilibrio potenciando lo positivo e intentando comprender, los errores, fallos y otras debilidades es un campo donde todos/as necesitamos mejorar.

  5. Si lo merecen, suelo decir a mis alumnos, cuando me despido: da gusto venir a trabajar con ustedes. También suelo utilizar expresiones como: \

  6. Si lo merecen, suelo decir a mis alumnos, cuando me despido: da gusto venir a trabajar con ustedes. También suelo utilizar expresiones como: “¡es-pecta-cularrrrr!” (las pronuncio con ese énfasis), o…”¡Pero muy bien!!!!!”. Mis alumnos me reparan y, si no les digo el famoso “espectacular” parece que no hubiesen hecho su tarea suficientemente bien. Si uno destaca lo que está bien, hasta es fácil aceptar un aplazo o mala nota.

  7. A mi también me gustan mucho tus artículos. Y lo que es más importante hacen que sienta la necesidad de poner en práctica lo que predicas. Gracias.

  8. ME PARECE MUY INTERESANTE ANIMAR A LAS PERSONAS DE ESA MANERA. ES GRATIFICANTE ESCUCHAR QUE TE FELICITAN Y ME PARECE QUE A LOS NIÑOS AUN MUCHO MAS. YO SOY DOCENTE Y ESO MISMO LO HAGO CON MIS NIÑOS ME PARECE UNA EXCELENTE IDEA ELOGIARLOS ASI, PARA QUE ELLOS SE ESFUERCEN CADA DIA MAS Y MAS.GRACIAS

  9. Es en definitivo, algo muy real, vivimos en grupos y la interacciòn entre nosotros es parte importante el la forma de ser-actuar de la persona, a una persona k es mal tratada trata mal y viceversa, y si todos nos motivaramos un poquito reriamos igualmete correspondidos, por tanto motivados… es muy hermosa la moraleja k nos deja la ranita sora…. seamos sordos y oigamos mejor lo k nos convenga! saludos

  10. Me agrado mucho encontrar este blog, creo super importante reconocer a las personas, es trascendental para el ser humano recibir palabras que nos llenen de aliento.

  11. Las palabras de aliento son como gotas de vitamias que nos ayudan a sobresalir a racapacitar, que Dios bendiga aquellas personas que ven el trabajo de otros y los alientan a continuar.

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