Ni todos malos, ni todos iguales

26 May

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Me refiero a los políticos. Y a las políticas, claro está. El título, como podrá observar el lector, consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera se refiera a esa descalificación global que tanto daño hace a la democracia. La frase “todos los políticos son unos sinvergüenzas” se ha convertido en un slogan de frecuente circulación.

La descalificación global es, a mi juicio, antidemocrática. Por falsa. ¿Cómo se puede decir que todos los políticos son malos sin conocerlos? ¿No hay políticos que se dedican a su tarea con profesionalidad, con sacrificio, con desinterés, con honestidad, con inteligencia, con buen talante, con verdadero altruismo? Se dedican voluntariamente a la política, ya lo sé, pero eso no quiere decir que los motivos que les mueven para llegar y seguir en ella sean torticeros. Cuando alguien dice que todos los políticos son unos ladrones, unos hipócritas, unos chorizos o unos inútiles, ¿qué sistema de gobierno está defendiendo? ¿Será mejor una dictadura? Franco le decía a un amigo (es muy conocida esta anécdota de la vida del dictador):

– Haga usted como yo, no se meta en política.
¿En qué se metía el omnipotente fascista, si no se metía en política? ¿A qué llamaba él política? Ese tipo de política dictatorial sí es nefasta. Y ese tipo de jefes sí es siempre despreciable. No lo son quienes se dedican a gobernar en una democracia. Pienso con Winston Churchill que “la democracia es el peor de los regímenes, excluidos todos los demás”.
La segunda parte del título denuncia otra afirmación muy generalizada referida a los políticos. “Todos son iguales” (igual de indecentes se viene a decir). Pues no. No todos los políticos son iguales ni todas las políticas que éstos desarrollan tiene similares efectos para todos. ¿Cómo va a ser igual gobernar para los que tienen que para los que no tienen? ¿Cómo puede ser igual gobernar desde un compromiso con los pobres que con los ricos? ¿Cómo va a ser igual ponerse de parte de los de arriba que de los de abajo?
Hay personas inmorales en todas las profesiones. Las hay en todos los partidos. Pero de ahí a decir que da igual un partido que otro o que todos los militantes de los partidos están corrompidos hay una distancia sideral.
Esa visión pesimista de la política es un atentado a la democracia. Sé que la exigencia es un arma que los ciudadanos han de utilizar para elegir y para controlar la vida pública. Hay que denunciar y combatir la corrupción. Pero no es razonable pensar y decir que todo y todos en la política están maleados éticamente.
.Creo que una de las primeras obligaciones (y de los deberes) de un ciudadano responsable es ir a votar. Una de las primeras, no la única., Porque las urnas son la cuna, no el ataúd de la democracia. Después de votar hay que seguir participando con la información, con la opinión, con la crítica, con la intervención en la vida pública.
Mañana es día de elecciones municipales y autónomas en nuestro país. Propondré, sin mucha esperanza de ser escuchado, algunas ideas para la próximas campañas electorales.

1. Suprimir la campaña electoral tal como está planteada y dejar esos días para la reflexión. Sin eslóganes, sin carteles, sin himnos, sin fotos, sin gritos, sin descalificaciones. ¿No se puede utilizar la importante cantidad de dinero público que se invierte en afianzar a cada uno en sus posiciones de partida?
Esos mítines en los que ondean las banderas, en los que se dice lo que se ha hecho o lo que se a hacer, en los que se descalifica al adversario suscitando los aplausos más enfervorecidos, ¿convencen a alguien que no esté convencido? ¿Para qué sirve el dinero que cuesta la campaña electoral?
2. Eliminar los mítines de los políticos. Hacer que hablen los ciudadanos. Porque los políticos ya hablan con su gestión. Ya hablan con su oposición a la gestión. Y ahora nos toca a nosotros valorar lo que han hecho.
Es como si una persona que me ha vendido pantalones, dedicase quince días cada cuatro años a decirme cómo son los pantalones que me vendió. ¿Lo sabré yo? Ya me puede cantar las maravillas de unos pantalones que me duraron dos semanas. Y como si la competencia me tratase de persuadir de que los pantalones que me han vendido los “contrincantes comerciales” son de pésima calidad. ¿Lo sabré yo? Sé muy bien de qué material estaban hechos.
3. En caso de celebrar mítines que éstos tengan lugar ante los militantes y simpatizantes de otros partidos. No irían allí los mitineros a recibir aplausos y vitorees sino a escuchar preguntas, críticas, demandas, sugerencias y opiniones.
De celebrarse reuniones con militantes y simpatizantes del partido abrirlas al diálogo, a las preguntas, a las opiniones y a las propuestas. ¿Qué sentido tienen esas macroconcentraciones llenas de banderas, de himnos y de símbolos? ¿A quién se pretende convencer? ¿A quién, realmente, se convence? ¿Para qué sirven?
4. Hacer un análisis riguroso de la legislatura que termina. ¿Qué ha hecho el gobierno? ¿Cómo ha cumplido su programa? ¿Qué ha hecho la oposición? ¿Cómo ha ejercido el deber de la crítica? ¿En qué medida ha contribuido a que no se hagan las cosas que había que hacer?
5. Celebrar debates entre candidatos. Todos juntos, de dos en dos, de tres en tres. Debates, debates, debates. Enseñan a expresarse a y a escuchar. Obligan a argumentar. Debates sobre programas de gestión, sobre el análisis de lo ya hecho y de lo que se dejado sin hacer. Debates en los que esté prohibido el insulto y las descalificaciones gratuitas del adversario.

Mañana hay que ir a votar. Es un derecho, Y, sobre todo, un deber. Quienes para no hacerlo dicen que todos los políticos son unos chorizos y que todos los políticos son igual de indecentes están buscando excusas para no esforzarse, para no analizar y para no comprometerse. ¡A votar! No olvidemos que, como decía Abraham Lincoln, “una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil”.

Una respuesta a «Ni todos malos, ni todos iguales»

  1. Además de estar de acuerdo con la idea del derroche de recursos públicos en mitines ensordecedores, “para dejarnos sordos”, tambien acepto que algunos buenos hay, pero tenemos que arrinconar a los malos, a los mentirosos, a los aprovechados, a los indecentes, a los deshonestos.
    Analizar las distintas propuestas, reflexionar, votar, y participar activamente durante los proximos 4 años en defensa de nuestra democracia, es un buen remedio para la salud de nuestra sociedad.
    ¡ Gracias profesor!

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